"Verde":

Tercer capítulo: "Tan cerca de la vida, tan cerca de la muerte"...

Por: YaShi-mgj

"Aquí no... no, por favor. Aquí nunca me encontrarían... ¿Qué dirán mi padre y mi hermano al enterarse? Saldría el caso en la televisión y todos se escandalizarían... ¿Cómo encontraría la policía a este tipo? Que me mate en cualquier lugar menos aquí".

La mente de Sakura se encontraba sumida en esos oscuros pensamientos, mientras el hombre que la había recogido unas horas atrás  había bajado del coche en plena ruta... arbustos en los costados, pero nadie en kilómetros a la redonda. Tenía miedo... ¿quién la había mandado a subirse al  auto de un extraño? ¿Cómo haría para librarse de él? ¿Quería librarse de él?

La oscuridad cubría toda España y Sakura jugaba con su vestido, mientras miraba nerviosa  a través de los cristales. Esperaba que Daniel volviera de una vez y, si deseaba matarla y tirarla allí en la ruta, que lo hiciera de una vez. De pronto, el hombre de ojos celestes volvió, pero traía algo entre sus manos...

-Para ti- murmuró entregándole a Sakura un ramo de rosas rojas con un moño también rosado como adorno.

-¿En serio?- Sakura por un momento pareció olvidar el miedo- Nunca nadie me había regalado flores...

-Ya era hora, entonces- habló Daniel- Me las encontré entre los arbustos... seguramente alguien las tiró... ¿a quién te recuerda?

La joven castaña sonrió. Parecía que ella no era la única loca que tiraba cosas por el aire...

-Pasaremos la noche en el motel de la estación de servicio siguiente- exclamó el muchacho.

Sakura sólo asintió con la cabeza... ¿qué más podía pedir? Por lo menos, gracias a él tendría un techo donde pasar la noche.

Tokio- 15.00 hs.

-¿Para qué me has traído aquí? Eriol, esto es algo morboso- dijo una joven de ojos amatistas.

-Vamos,  Nakuru no volverá hasta dentro de unas horas- contestó el ojiazul.

-¿No te basta con engañar a tu mujer, y yo de paso a mi futuro marido, en la empresa? ¿Ahora también en tu casa?- exclamó en tono de reclamo la chica.

-Tomoyo... - suspiró el hombre- sabía que llegaría el día en que ya no me entenderías.

-Claro que no te entiendo, Eriol... ya no- dijo la joven en tono algo ausente y vacío- a veces yo también quisiera una casa como esta- agregó mientras miraba casi maravillada a su alrededor. La casa del que era su jefe hacía dos meses era demasiado hermosa... más de lo que imaginaba- pero cuando pienso en el precio que debo pagar por tenerla, o sea,  casarme y formar una familia supuestamente feliz, te miro a ti... y me doy cuenta que el precio puede llegar a ser demasiado alto.

Eriol sólo bajó su azul mirada, centrándose en la alfombra color crema que cubría el piso de su habitación. Si había algo que admiraba de Tomoyo era su inteligencia y la forma en que ésta podía hacerle abrir los ojos a la realidad que su mente trataba de negar.

Lo que había dicho le había dolido, pero era la verdad. Él estaba engañando a Nakuru, su esposa hacía dos años, de una forma mucho peor que otras... él se estaba enamorando de su amante.

Cuando lo conoció nunca imaginó que se convertiría en su amante. Nunca estuvo en sus planes algo así... ese hombre cambiaba todos sus esquemas. ¿Tomoyo Daidouji, hija de la reconocida empresaria  Sonomi Daidouji, la amante de alguien? Jamás. ¿Qué diría su amiga Sakura si lo supiera? Su madre tampoco podía enterarse... Su destino había sido preestablecido como esposa del hijo de uno de los  socios de su madre, pero cuando entró a la empresa textil como diseñadora, nunca creyó que su vida cambiaría de esa forma.

En menos de dos meses se había convertido en el juguete favorito de su jefe, Eriol Hiragizawa, el dueño de la empresa de moda más exitosa de Japón.

Aquel hombre era unos años mayor a ella, pero eso no importaba. Cuatro años no era demasiada diferencia, y el deseo había nacido en ambos por igual. Tomoyo casi no tuvo tiempo de pensar, cuando ya había caído en las redes de aquel hombre de hermosos ojos azules ocultos tras anteojos. Hacía un tiempo que estaban juntos y Tomoyo en ese tiempo comenzó a cuestionarse muchas cosas... sólo rogaba no seguir enamorándose de ese hombre, ya que sabía que perdería su vida en ello.

-Paso al baño... - dijo al ver que el muchacho no emitía sonido alguno.

Al ver desaparecer a Tomoyo, se dirigió hacia su cómoda cama, ubicada en el centro de la habitación. Se sentó sobre el blanco cubrecama y luego se estiró sobre él, dejando caer su cabeza sobre las infladas almohadas, también de color blanco.

"Yo también sé que el precio que estoy  pagando es muy alto... me estoy enamorando de ti. Es normal que no me comprendas... mi relación con Nakuru nunca fue amor, quizás por eso me suceda esto... quizás por eso, eres tú la que me enseña que es amor. Casarte con alguien sin amarlo es lo peor que puedes hacer... no sólo te haces daño a ti mismo, sino también a la otra persona.

Si te traje aquí, mi Tomoyo, es porque quisiera que algo de toda la inhibición y la dulzura que siento contigo cuando  hacemos el amor, quede en estas sábanas... tal vez así no deba arruinar mi vida enamorándome de ti, y logre hacer feliz a Nakuru... aunque ella tampoco me ame..."

Un ruido proveniente del baño lo sacó de sus pensamientos... corrió, pero ya era muy tarde.

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-¿Qué? Pero si hasta ayer me amabas... – dijo con un japonés muy marcado y de mala pronunciación una joven de ojos rojizos, peinada con dos colas, como acostumbraba. Ese día de lluvia en el que había conocido a Tomoyo había quedado atrás... Lamentaba no estar allí para su  boda, ya que la simpática chica en un impulso la había  invitado, pero ahora se encontraba parada en el estacionamiento del aeropuerto de Tokio, despidiéndose de su única razón para permanecer en Japón... Masaru.

-¿No entiendes que no lo sé? No puedo saber si mañana te querré como hoy... –respondió en tono un tanto histérico un muchacho de ojos cafés y cabello castaño.

Ese chico le hacía recordar tanto a su primo...  Meiling siempre estuvo enamorada de su primo Shaoran, aún sabiendo que era un amor imposible, pasó su niñez enamorada de él. Masaru era muy parecido a él... "tiene su mismo pelo..." solía repetirse la chica. Quizás por eso se había enamorado de ese joven japonés, su cabello... ese cabello suave y castaño chocolate, igual al de Shaoran.

Ahora las lágrimas surcaban su rostro, como el día en que Naoko la había abandonado. "¿Por qué tuviste que morir, Naoko?... Tú fuiste el único que me quiso en verdad." .

Si el destino no hubiera sido tan cruel, se hubiera casado con ese hombre, el único capaz de hacerla olvidar a XiaoLang, su amado primo.

-Cuando me necesitas, viajo sin pensarlo desde Hong Kong hasta aquí, y cuando ya no me quieres ver más, me dices que ya no me amas- protestó con su voz chillona característica, mientras las lágrimas seguían cayendo de sus ojos a la nada...

-¿Pero que debo hacer para que entiendas que no sé si te amo?- dijo ya exhausto de excusarse el joven.

Meiling alcanzó a abrir grande su boca para continuar la discusión, pero algo se lo impidió. Dos hombres atacaron a Masau, mientras uno la sostenía de las muñecas, impidiéndole movimiento alguno. Robaron lo que le pertenecía a Masau, y algunas cosas de ella, pero en el robo, el castaño resultó herido... quedó tendido en el duro cemento del estacionamiento, con una Meiling llorando todavía más desesperada, echada a su lado.

Mientras, su primo se encontraba conduciendo en la carretera semidesierta que lo alejaba de Barcelona, su hogar durante esos días. Había pasado todo el día anterior sentado en la playa y, luego, recorriendo la ciudad. No sabía por qué, pero llevó consigo el bolso lanudo que había hallado tirado en la playa. Los ojos de la dueña eran de su color favorito... quizás, si retenía esas cosas, lograría encontrar a "Sakura Kinomoto, 23 años, japonesa, residente de la ciudad de Tomoeda" Toda esa información la había sacado de la cédula de identidad que anteriormente encontrara en el contenido del bolso. Había guardado todo dentro de él, pero también había bajado un cuarto de frasco de hacer burbujas en una sola mañana.

Paró su auto en la entrada del  motel. Aunque contaba con todo el dinero de la fortuna de su familia, había partido rumbo a España sin mucho con que sostenerse. Quería probar su capacidad de administrar el dinero, si es que algún día contaba con tan poco capital, aunque lo dudaba... Ser miembro de la familia Li traía sus ventajas, una de las cuales era no preocuparse por el dinero. Al entrar, contempló el lugar y esbozó una sonrisa. En el salón contiguo a la recepción estaban dando clase de flamenco. Personas de todas las edades, en especial mayores, se encontraban bailando, alejando hasta la más mínima preocupación de sus cabezas. Shaoran no sabía que otra persona también observaba a los bailarines, con unas lágrimas aproximándose en sus verdes ojos.

Daniel ya se encontraba en su habitación, mientras ella había preferido recorrer un poco el exterior del motel y respirar un poco de aire fresco. Al volver a ingresar en el lugar, pudo observar  a las parejas bailando. Lo que más le emocionó fue una pareja de ancianos que bailaban como si no supieran ni donde estaban... como si los años nunca hubieran pasado y  todavía fueran novios. Parecían no tener miedo al futuro, a la muerte... y ella se encontraba allí, huyendo de su vida, temiendo a vivir, mientras frente a sus ojos la libertad, la felicidad y la vida misma se le paseaban, como mostrándole que cercanas y a la vez que lejos  podían estar.  Sintió vergüenza de sí misma y una profunda emoción la invadió. ¿Por qué ella no podía ser como aquella pareja de viejecitos? ¿Por qué no podía vivir de esa forma, sin pensar en un futuro, sin miedo a morir, o más bien a vivir? "Temerle al amor es como temerle a la vida... y los que le temen a la vida, ya están medio muertos", recordó, mientras las lágrimas se hacían cada vez más presentes en sus ojos esmeraldas.

Se echó a correr mientras con su mano intentaba en vano secar las lágrimas. De pronto, chocó contra un cuerpo duro, provocando un fuerte impacto en ella y haciendo que los dos cayeran al suelo.

Continuará...

N/A:

Lamento la demora, pero estoy con algunos problemas. Esta vez la culpa no la tiene solamente la escuela o mi falta de imaginación para continuar, sino que hay veces que nos pasan cosas que nos duelen y reaccionamos de distintas maneras. A veces paralizándonos, a veces continuamos como si nada y otras, el dolor no nos deja seguir.

Pero bueno, no estoy acá para hablarles sobre mis problemas y demás, sino para  pedir disculpas como siempre por mi tardanza. Espero que por lo menos haya valido la pena... Este capítulo me llenó bastante, quizás no tanto como el anterior, pero la escena entre Tomoyo y Eriol apuesto a que los sorprendió. Por lo menos, fue mi escena favorita del capítulo, a pesar de que la pareja Shaoran/Sakura para mi es como el chocolate.

Bueno, por los motivos que ya mencioné, no sé cuanto demoraré en actualizar, aunque el cap. cuatro está en proceso (en estos días estuve escribiendo algo), y no podré agradecer uno por uno los reviews como acostumbraba (en el próximo capítulo lo haré, lo prometo) pero en fin, gracias a todos por sus reviews, que son bastantes y eso me llena de alegría, por lo tanto, no dejen de hacerme llegar su opinión mediante ellos porque hacen de mí alguien feliz XDDDD

El capítulo se lo dedico a cinco personas, sin cuyo apoyo no sé de donde hubiera sacado fuerzas en estos días... primero que todo, a mi papá y mi mamá y luego mis dos hermanas del corazón, Iyari y Alejandra y mi amigo Lucho.

Gracias a:

Iya por sus tres reviews! XD

Celina Sosa (gracias por tu apoyo en estos dos primeros capítulos, espero sigas leyendo)

.:Hoshimeisita-chan:.

Eowyn86 (pronto leeré tu fic)

Ghia-Hikari

Yami-Battousai (gracias por siempre dejar review)

Trinity

Mei Yukimura (gracias por tu amistad y por tomarte el trabajo de leer el fic)

Bueno, deseándoles lo mejor y esperando con ansias sus reviews, se despide...

YaShi

(cualquier cosa, escríbanme a yashinuyasha hotmail.com)