III. Heridas de guerra

Nox se despertó con la sensación de haber pasado toda la noche en vela. Había olvidado lo que era dormir en aquella casa maldita, aquellos ruidos...el olor... Afortunadamente, sí había algo de lo que alegrarse, pensó mientras se pasaba la mano por el pecho. La maldición había desaparecido. Encendió las antorchas que estaban cerca de su cama. Sus heridas estaban completamente cicatrizadas, y todo gracias a la magia de su sobrino. Le había despertado en plena noche para hacerle beber un líquido asqueroso al gusto, pero verdaderamente recuperador. Le estaba agradecido.

Caso extraño, el de Draco, pensó. Tenía muchas dudas acerca de él, pero tras las últimas 24 horas sabía que podía confiarle su vida. Otra cosa muy distinta era Lucius. Pensar en él hizo que su estomago diera un vuelco y que la boca se le secara. Era el único hombre en la faz de la tierra que podía provocarle temor...mientras no se tratara de él, podía actuar como otro impasible Malfoy.

Así se encontraba cuando de golpe, se abrió la puerta y en dos pasos seguros, secos, como si hubiera adivinado que alguien pensaba en él, Lucius Malfoy entró en la habitación. A Nox se le revolvió todo lo que le quedaba por revolvérsele. Si hubiera podido ser más blanco, en ese momento se habría notado. Lucius le miraba duramente, apretando su bastón. Antes de que nadie dijese una palabra, tras Lucius apareció Draco, silencioso e intrigante, y se colocó cerca de Nox.

- Como ves no te he mentido – se dirigió a Lucius en un tono suave

- Aún albergaba esperanzas de que lo hubieras hecho. – respondió este, aún con la mirada fija en Nox – francamente, tu inteligencia me ha decepcionado hijo. No cabe en mí como te has atrevido a traer aquí, a mí casa...- Lucius empezó a caminar, siempre con los ojos en su presa – a esta...a esta criatura.

Nox tragó saliva. Aún se sentía débil. ¿Qué demonios le habría explicado Draco para que aún no le hubiera atacado con un avada kedavra?

- Nox estaba luchando de nuestro bando padre. Yo mismo vi como le maldecían.

- ¿Pretendes que me crea esa patraña? Todos los de su clase están en contra de quién tú sabes. ¡Les he visto! Mataban a escondidas, de noche. Unos asquerosos traidores...especialmente este. Debería haber muerto. Me gustaría saber quién fue quién le atacó. Sería capaz de agradecérselo.

- Arthur Weasley – mintió Draco.

El semblante de Lucius cambió y esta vez miró a su hijo.

- ¿Arthur Weasley? ¿Arthur Weasley? – repitió en un tono más sádico- ¿Arthur Weasley sigue vivo?

Draco asintió, si había algo que podía hacer cambiar la opinión de su padre, sin duda era el nombre Arthur Weasley. En el fondo le comprendía, pues a él le sucedía lo mismo con Harry Potter.

- Y tú le has visto, ¿y le has dejado vivo?

- La situación no daba para más padre. Nox me pidió ayuda. Me reconoció. Él sí llegó a herirle.

Lucius no parecía muy convencido, pero algo había cambiado dentro de él. Cualquier enemigo de Arthur Weasley...

- No pienses que esto te hace diferente de lo que eres Nox. Quédate, y da gracias a la estupidez de Draco. Pero si crees que vas a poder aprovecharte de mi familia estás muy equivocado. Estoy convencido de que pasarás más tiempo aquí del que te imaginas. Por mi parte, y teniendo en cuenta la enorme vergüenza que me das, espero no cruzarme contigo ni una sola vez. Y sobretodo, Nox...

Se detuvo frente a él, amenazante. Más que las palabras que pronunció fue la forma en que lo dijo. El aliento mordaz, la crueldad y el horror que emanaba de él...todo. Todo eso, hizo que se le quedaran grabadas en la mente.

- Sobretodo...si a tu despreciable instinto le da por aparecer mientras estás aquí...espero que sepas a quién y a quién no debes morder. Porque te aseguro que si en esta casa se vuelve a repetir lo que pasó hace treinta años, JURO que no tendrás tanta suerte como antaño.

Tras esto, les dejó solos. Nox estaba a punto de tener un ataque cardíaco, y Draco se sonreía irónico de su padre. Lo había conseguido.

- No te preocupes. Ya conoces cómo somos los Malfoy. Mucho ruido y pocas nueces. A no ser que los demás nos hagan las nueces...-dijo irónicamente- en el caso de mi padre, es evidente que quién tú sabes se encarga del trabajo sucio. Algún día me gustaría hacerle ver que en el fondo no es más que un segundón de conveniencia.

- Todo eso que dices está muy bien. Pero sé de una situación en la que Lucius toma el mando. Y es en su propia familia. Lo mismo que nuestro padre. Son idénticos. Incluso de joven se le parecía. A veces creo que es tu abuelo el que me está hablando. No es agradable.

- Desde luego que no, pero créeme, te conviene estar aquí antes que allí fuera.

Los dos callaron.

- Bueno, será mejor que reposes aún más. Hoy llegará mi madre, y quién sabe si eso puede ser peor.

- Draco...

- ¿Sí?

- ¿Se puede saber por qué...?

- Si vas a preguntarme por qué te órmate con que eres un pariente que siempre me había intrigado. Y todo gracias a mi padre y el empeño que pone hablando mal de ti. Por lo demás, quizá charlemos más tarde. Sólo preguntarte...

- ¿Qué?

- ¿Tienes hambre?

Aquella pregunta les dejó helados. Al poco tiempo, Nox estalló en fuertes carcajadas.

- ¿Quizá ahora sí me temes?

- Nox, lo que temo es que te has estado desangrando. Y que necesitas recuperarte. El que debería tener un poco de miedo eres tú. Puede que a mi padre le hagas un favor delectándote con los esclavos, pero...

- ¿Por quién me tomas Draco? Hablas como si realmente hubiera estado del lado de ellos. Hace tiempo que no pruebo sangre humana. Y puedo hacerlo precisamente por la familia a la que pertenezco. Algo de magia aún corre por mi cuerpo. Ella es la que puede mantenerme.

- Simplemente, no lo sabía.

- Lo sé. Quédate tranquilo. Esta noche recuperaré lo que he perdido. Por cierto ¿qué te ha pasado? – preguntó Nox, señalando unos vendajes en el hombro del chico.

- Nada especial ¿Te apago la luz?

- No...yo mismo lo haré, gracias. Pero espero que no le hayas contestado eso a tu padre.

El despertar de Hermione no fue muy diferente al de Nox. Estaba muy cansada. Pero como todas los días, después de todo. Pero eso sí, ella no tenía nada por lo que alegrarse. Sus pies descalzos estaban congelados y le picaba la sangre reseca. La sangre de Draco Malfoy. Dios, la mente le daba vueltas. Aquel sitio la había vuelto rematadamete loca, y lo verdaderamente extraño era que Draco no la hubiese asesinado ya. De hecho, ni siquiera había sacado la varita. Ahora mismo, no sabía lo que era, ni lo que hacía y ni mucho menos lo que debía hacer. Probablemente esperar a que la torturaran en público como lección de indisciplina. Escuchó el ruido de la llave al abrir la puerta y rezó por no encontrarse el rostro de ningún Malfoy.

Casi se le saltaron las lágrimas al ver a un elfo doméstico. Durante el resto de la mañana, no se encontró con nadie. Se dedicó ha hacer lo de siempre, limpiar las buhardillas a mano. Antes por supuesto, se calzó. Pero seguía pasando el mismo frío de siempre. Tenía hambre. Pero temía más lo que podía sucederle si bajaba a robar algo en las cocinas. No supo cuanto tiempo pasó allí arriba, sólo que cuando vio aparecer al servidor oscuro de Lucius era de noche y estaba medio muerta.

El número tres, creía ella que era, puesto que todos le parecían iguales, la cogió por el pelo y la arrastró escaleras abajo. Ah sí...ahora vendría un crucio. ¿Por qué no la mataban y asunto arreglado? No, no, piensa en Ron...piensa en Harry se repetía cuando tenía instintos suicidas. Cuando llegaron abajo, la tiró al suelo sin muchos miramientos. Ella no se movió.

Una voz femenina rompió el silencio. Sonaba suave, encantadora y al mismo tiempo peligrosamente maligna. Pronunciaba con mucha claridad y marcaba especialmente las eses. Habló así:

- Es que esto lo puedo comprender Lucius, pero eso de ahí no.

Hermione tenía la sensación de que "esto" era ella. "Eso de ahí" no tenía ni idea de lo que podría ser, ni quería saberlo. No dejaría de mirar el suelo. Porque sin duda, esa era la voz de Narcisa Malfoy.

- Eso de ahí no – repitió – no me cabe en la cabeza Lucius. – su tono de voz se crispó – no puedo entender...cómo puedes...yo he visto como esa cosa...destrozaba tu propia familia Lucius...¡Lo he visto! – chilló con histeria.

- Cariño, creo que no has entendido bien lo que significa la presencia de Nox aquí...

- ¡Por supuesto que lo he entendido! A Draco se le ha ocurrido una idea insolente (y créeme que estoy muy sorprendida con tu comportamiento) y tú, que lo tienes mimado, ¡se lo permites! A pesar de que...¡ooooh! me da asco sólo mirarle. ¡Me da hasta más asco que la sangresucia!

- Cariño, cálmate. Nox lo sabe muy bien. Lo que quiero hacerte entender es que el no se irá de aquí cuando se cure ¿verdad? te quedarás más tiempo con nosotros...

Hermione levantó un poco la cabeza. Entre la maraña de pelos que le caía por la cara, distinguió a la familia Malfoy al completo. Lucius, como siempre, con sus cabellos blancos sueltos y su agria expresión; Narcisa, a la que no había visto nunca pero comprendió que era igual que en su imaginación, cabellos rubios brillantes y largos, tez pálida y labios muy finos; Draco que anuque para su desgracia le conocía bastante bien, comprendía que en esos dos últimos años, la guerra le había cambiado más bien poco, pues su expresión era la misma, su pelo era el mismo y en general su porte era el mismo. Y por último el desconocido tal Nox.

De lo que pudo distinguir, sintió un estremecimiento. Si alguna vez Draco le había resultado frío, aquel hombre le hacía parecer incluso agradable. Sus facciones eran finísimas y delicadísimas, los labios blancos y finos, el pelo, también platinado como el de Lucius, aunque recogido en una pequeña coleta. Y pese a que debía rondar los cuarenta como a su hermano, sus rasgos eran los de un hombre de su misma edad. Vestía en contrastes, de negro, con una capa blanca.

Dejó de mirarle cuando Lucius se acercó a su esposa y le susurró unas palabras ininteligibles al oído. Los labios torcidos de Narcisa se abrieron un poco, y al terminar esbozaron una sonrisa diabólica. Lucius, continuó con su sonrisa hipócrita y Draco sólo les miraba con preocupante interés.

Tras las palabras de su marido, Narcisa Malfoy perdió todo interés por Nox Malfoy, y se acercó a Hermione.

- No sé quién eres, ni me interesa...-dijo, sin evitar mirar de reojo a su hijo- pero si estás aquí, es que has hecho algo que no debías. Por cierto Lucius, Draco...-dijo cambiando la voz a una alegre musicalidad- tengo muy buenas noticias...adivina a quién cogió ayer Blaise (estaba conmigo y me la mostró triunfante)...¡nada más y nada menos que a mí querida profesora McGonagall! – Narcisa rió recortadamente- no tenéis ni idea de la enorme pena que tengo de que haya desaparecido de la faz de la tierra...

Hermione miraba al suelo con los ojos muy abiertos. No puede ser verdad, se repetía, sólo es un invento, como los que cuenta Lucius sobre Harry...Se le habían oprimido los pulmones y agarrotado las manos. Los ojos se le empañaron inevitablemente. Acongojada y temerosa, temiendo por la verdad de esas palabras, comprobó una mirada fija en ella. Draco Malfoy la taladraba en su interior. Se recogió más intentando que nadie notara lo que le estaba sucediendo. Narcisa volvió a la carga.

- Por cierto, además de McGonagall hay unos cuantos cadáveres que te servirán también para tus asuntos cariño. Están en el coche trasero. No los pongas con los muggles por favor.

Ante tal anuncio, Hermione se sujetó la barriga. Unos cuantos más cadáveres. Por favor, no quería oír el nombre, no quería oír el nombre...

- Creo que son algún Weasley (lo sé por el pelo ¿sabes?) y no se quién más...

Ahora sí que creyó desfallecerse. Cerró los ojos y las lágrimas le salieron a borbotones. Afortunadamente, estaba demasiado sucia y tenía el pelo demasiado revuelto para que las notaran.

- ¡Pero cariño! – se sobresaltó la señora Malfoy - ¿se puede saber qué te ha pasado?

- Ah. tuve algún percance cuando recogí a Nox. No te preocupes, pagó caro su atrevimiento.

- Eso no lo dudo – se sonrió orgullosa su madre.

Quería verlo, quería verlo. Por dios quería saber a qué Weasley habían asesinado esas ratas, ¿pero por qué? McGonagall...habían podido con su profesora preferida. No...¿tendría que soportar cómo se regocijaban de haber matado a todos sus amigos? O peor, de ¿cómo les habían torturado? No podía, no podía. Y allí estaba, sobre todos aquellos cadáveres, sirviendo la cena a los Malfoy. Cuando lo que quería era coger a la misma señora Malfoy y estrangularla con sus propias manos.

Se había cambiado. "Por favor, lavad un poco a este engendro, va a infectar la comida" había dicho la señora Malfoy a los elfos. Y tuvo que aguantar una cena en la que le parecía que los rostros de Narcisa y Lucius, iluminados por el resplandor de las velas, eran el mismísimo diablo. Hablaban de masacres, de victorias, se enardecían contando cómo había muerto tal o cual muggle, hacían cuentas de los esclavos...todo con una sonrisa en los labios. Por esa cena se enteró de cómo Voldemort estaba en el norte jugando al gato y al ratón con Dumbledore y de cómo Harry Potter había desaparecido desgraciadamente. Por esa cena se enteró de las explosiones que habían matado a cientos de magos, de los otros cientos que se habían unido a Voldemort y de cómo las criaturas mágicas más débiles eran las únicas que se habían interpuesto al avance de la oscuridad. Por esa cena se enteró de lo que se estaba haciendo exactamente a pocos quilómetros de allí, dónde usaban a centenares de muggles y mestizos como cobayas para pociones mortales, dónde les hacían construir sus propias tumbas...Si cuando Hermione llegó a Whiltshire, ya parecía el fin de la guerra, ahora había terminado, y desde luego, su bando había perdido.

Nox estaba mudo como un muerto y Draco intervenía de vez en cuando preguntando detalles concretos. Hermione por su parte, estaba lívida en la oscuridad. Ya no tenía esperanza. Lo había perdido todo.

Aún así, fue un par de días más tarde, cuando aún se retorcía en sueños pensando en cadáveres, que empezó a sentir que tarde o temprano, fuese como fuese, sonreiría. Limpiaba una de las salas más bonitas de toda la mansión: la sala de música. Estaba muy adornada y tenía unos grandes ventanales. Como se estaba haciendo de noche, decidió cerrar las cortinas. En ese mismo momento, Draco entró en la habitación.

No le costaba entender el por qué ese instinto que la obligó a esconderse detrás de las gruesas, espesas y blancas cortinas. Cada vez que se cruzaba con algún miembro de la familia, ya no sabía si era rabia lo que sentía o un desconcierto tal que le parecía estar en una pesadilla. Especialmente con Draco Malfoy. Le conocía demasiado como para entender su comportamiento tan extraño, divagaba con la idea de que en el fondo, el hecho de ignorarla tan educadamente, no era sino símbolo de una mente retorcida que planeaba atacar al más mínimo momento. Por eso mismo, le temía más que a Lucius o a Narcisa, que mostraban claramente lo que pensaban de ella.

El chico iluminó el lugar y se sentó en una butaca color granate. Al poco tiempo, entró Nox, el sujeto extravagante al que sólo veía salir por las noches. A Hermione no le costó demasiado descubrir que estaba conviviendo nada más y nada menos que con un vampiro. Ya había conseguido distinguir a un hombre lobo, cuyo comportamiento era mucho más parecido al de un mago normal...se entristeció al pensar en su antiguo profesor. ¿Viviría aún?

- Tengo el presentimiento de que hoy va a ser una noche muy larga – empezó Nox sentándose en el otro sillón, cerca de Draco. Éste sólo asintió.

- ¿Y bien?

- ¿Y bien? – repitió desconcertado Nox.

- Tú eras el que querías respuestas.

- ...no te andas con demasiados preámbulos...

- comprenderás que en la situación que en la que me encuentro...

- ¿y cuál es esa situación?

Dracó reflexionó antes de contestar. Hermione contenía la respiración en su escondrijo.

- Vivo en una mentira, es evidente.

- Sí, ya veo que le has perdido mucho respeto a tu padre.

- En el fondo nunca se lo he tenido, le seguía como un perro por propia conveniencia.

- ... dudo que exista una situación más conveniente que esta

- Las cosas nunca son lo que parecen

- Eso no hace falta que me lo jures. Para empezar, no sé quién juega más o menos. Quiero decir...no sé hasta que punto Lucius sabe que yo sé que el quiere matarme. O que yo sé que Lucius sabe que yo sé que él quiere matarme y por eso me mantiene aquí. – Nox hizo unos cuantos aspavientos mientras se explicaba.

- Eso no ocurrirá. Te irás antes. En el momento justo, antes que las cosas estallen aquí y cuando allí fuera estén más calmados.

- Draco, ahora mismo, medio mundo sabe quién soy.

- Cómo si eso no tuviera solución.

- ...no sé por qué hemos terminado hablando de mí. Lo que quiero saber es por qué estás traicionando a tu padre y a quién tú sabes.

Hermione abrió mucho los ojos. Pero si no podía ser...Draco no contestó.

- Vamos, estoy seguro de que no has matado ni a una mosca. ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?

- Nox...una guerra es muy fácil explicarla sentado en un sillón, o escribiendo una novela, pero otra cosa es muy distinta es vivirla. Estuve en Londres Nox, como tú. En el centro de Londres, codo con codo con los mortífagos más famosos y sangrientos que existen. Y simplemente me di cuenta de que yo no era como ellos.

"Recuerdo como brillaban los ojos de Bellatrix Black. No sólo había desaparecido toda la humanidad de ellos, sino que no eran normales, sí, no eran normales. Eran los de una bestia. Una que ya no sabía distinguir de lo que era vivir de morir. Y la verdad Nox, es que yo soy lo suficientemente joven como para darme cuenta de que lo que quiero es vida, y no destrucción a mi alrededor. Me molestaban los muggles, y aún los considero estúpidos, pero de ahí a masacrarles hay mucha distancia. Entre el caos huí disimuladamente, y lo único que hice fue simular matar a cadáveres.

En otro momento, quizá me hubiera encantado ver a Hermione Granger – sí, la chica castaña - barrer el suelo que yo iba a pisar. Pero ahora, sólo consigue recordarme lo absurdo de todo esto, y los rostros de aquellos muertos con los que me encontraba."

Nox sonreía y Hermione se tapaba la mano con la boca, sorprendida pero a la vez increíblemente insatisfecha.

- Y más o menos, eso es todo.

- Jamás pensé que un Malfoy pudiera explayarse tanto.

- Era un buen método para que no preguntaras más. – contestó dibujando otra sonrisa sarcástica en su rostro - ¿o acaso quieres más detalles?

- Pues sí...por ejemplo...¿cómo te hirieron de esa manera? – pregunto señalando a su hombro.

- Sorpréndete, fue Granger.

- ¡Ah!

- Sí, parecía un ataque de furia o algo así. Antes de que pudiera hacer nada ya tenía el cuchillo clavado.

- Una chica con agallas...

En aquel momento, Hermione tuvo la clara sensación de que Nox Malfoy sabía perfectamente que alguien les estaba observando. Y que ese alguien era ella. Dracó se levantó y dio un par de pasos por la habitación.

- Psé...es Granger. No fue un gesto muy inteligente por su parte. Imagino que estará aprendiendo por qué no puede destacar tanto. Después, tus enemigos van a por tí antes que nadie.

Tras esto, se dirigió a la puerta.

- Nox, no hagas mucho ruido al volver. Anoche te escuchamos yo, mi padre y media comunidad de impuros.

- Tampoco exageres – se despidió mirándole con ojos misteriosos.

Dracó salió.

Y pasaron unos segundos en los que Hermione no se atrevió a respirar. Nox estaba tranquilamente sentado en su sillón, con la mirada perdida en el suelo. Sin previo aviso, la dirección de ésta cambio, y se fijó en el punto exacto en el que se encontraba Hermione. A la chica le dio un vuelco el corazón al notar tales ojos vacíos inspeccionándola. Así continuaron otros segundos más. Por fin, Nox soltó un largo suspiro y una risa graciosa. Se levantó gesticulando y dio unas cuantas vueltas por la habitación. De repente se detuvo.

- Hermione Granger, se encuentra usted en una situación harto ridícula...¿por qué no sale, y charlamos?

Después de procesarlo durante aún más segundos, Hermione se revolvió en su escondrijo, y apareció entre las cortinas. Nox le estaba sonriendo contento y con un grácil gesto la invitó a sentarse donde antes lo había hecho Draco. Ella aceptó, sin decir palabra.

- Creo que no nos han presentado. Llámeme Nox. Por supuesto, no es mi verdadero nombre, pero para qué decírselo si yo mismo me esfuerzo en olvidarlo.

- Hermione Granger.

- Mucho gusto Hermione, es usted una bella muchacha...que se esconde para escuchar conversaciones ajenas.

Hermione se revolvió en su asiento. Cerró sus manos en sus muslos y miró con detenimiento a Nox.

- Disculpe, no era mi intención – dijo seriamente

- Encantadora – rió Nox, mientras se paseaba alrededor del sillón. - ¿Y cuál era, entonces, su intención?

- Mi intención...mi intención. Si yo tuviera intención, o mejor, si yo pudiera tener intención, créame que no estaría aquí señor Malfoy.

Aquello sí le fastidió a Nox y borró la sonrisa de su cara.

- Disculpe si mi tono le ha ofendido señorita.

- En absoluto. Creo que me lo merecería si ambos nos encontráramos en la situación normal de nuestras vidas. Hoy por hoy, creo que tengo derecho a cualquier desfachatez. En esta casa, por supuesto.

- Estoy de acuerdo. Pero por favor, no me hable como si fuera un Malfoy. Ya lo hacen durante el resto del tiempo. Y yo sé que no lo soy.

- Lo siento. Sé que usted está en una situación parecida a la mía.

Ambos se miraron y se entendieron. Los formalismos ya estaban de más. Pero Nox siguió paseándose, como si le divirtiera tener los ojos de Hermione siguiéndole de un lado a otro.

- ¿De dónde eres Hermione?

- De Londres.

- Yo también.

- Mejor dicho, de lo que antes era Londres...

De nuevo un silencio.

-¿Pero tú naciste aquí no? Eres Hermano de Lucius...

-Puede ser. Pero intento olvidarlo. Yo soy de Londres. De la Londres nocturna. De los callejones marginales. Pero sé que no volveré a verla. Ni siquiera lo que es ahora.

- Ambos moriremos

Hermione lo dijo con tal seguridad que Nox no se atrevió a reprocharla.

-¿Tienes miedo?

-Sí – dijo ella con sencillez. – Tengo miedo de dejarme matar fácilmente y de decepcionar a mis compañeros. Esperaba que viviera por ellos, pero ¿cómo voy a vivir por alguien de que no tengo certeza de que esté muerto?

- ¿Puedo saber quiénes eran tus amigos?

- Los conoces seguro. Al menos a uno de ellos: Harry Potter y Ron Weasley.

Nox se sorprendió. Y comprendió que él, su persona, iba a ser la fuente de la primera alegría de esa chiquilla en esa casa.

- Hermione – dijo, rodeando el sillón y arrodillándose frente a ella. – creo que tienes todo el derecho a saber y a tener esperanza. Y hay algo que sé con certeza: Harry Potter está vivo, como niño que vivió y créeme, como niño que vivirá.

Notas: Bueno, y ahora que el lector está informado de casi todo, pasaremos a la acción. Por delante tenemos mmm...un poco de holocausto, unas dosis de discriminación y tres o cuatro gotas de romance. Ah, añadiré algo vampírico también. De verdad que este fic me parece un tostón, ¡no me podéis decir que no! Me enrollo como las persianas. Debería ir más al grano. Pero es que no sé cómo me lo monto...