Ohayô gozaimasu!!! Como veis, ya estoy aquí de nuevo n.n Y esta vez os traigo uno de los mejores fics que he leído. Consta de 4 capítulos, los cuales no son precisamente cortos (sé de gente que estará muy contenta XD). Bien, espero haber hecho justicia al traducir. Vamos a lo que interesa.

ESTE FANFIC NO LO HE ESCRITO YO, TAN SOLO LO HE TRADUCIDO DEL INGLÉS. ASÍ QUE LAS EXPRESIONES Y EL VOCABULARIO QUE SE UTILIZAN EN ESTE FANFIC NO SON MÍAS, YO TAN SOLO TRADUZCO.

Espero que os guste tanto o más que a mí!!


EL AMOR CONQUISTA A SUE

(Love conquers Sue)

Autora: Random Author Person


Capítulo 1: Sonetos y el ataque de Mary-Sue

Sonetos. Nada en la Tierra podría ser más frustrante, pensó Kurama mientras se devanaba los sesos buscando algo, cualquier cosa sobre la que escribir. Normalmente a Kurama le encantaba la poesía, pero odiaba los sonetos porque no sólo tenía que tener rima, como los poemas normales, o incluso un soneto normal, sino que el soneto shakesperiano tenía unas reglas muy estrictas. 3 estrofas, 4 líneas en cada estrofa y cada línea siendo exactamente de 10 sílabas. El esquema de la rima podía ser que rimaran la primera y la segunda línea luego la tercera y la cuarta, o primera y tercera luego la segunda y la cuarta, con un pareado como 'conclusión' al final.

Kurama mordió su bolígrafo un poco mientras miraba fijamente el título en la hoja de papel, por lo demás en blanco. Minamino Shuuichi. Estudiante perfecto. Hijo perfecto. Perfecta mentira. Todo lo que hacía como humano era una mentira, una mentira que cada día amenazaba con consumirle más, una mentira contra la que luchaba cada día para mantenerla separada de quien era él. Y sin embargo había fallado. Él era cada centímetro de Minamino Shuuichi; sus almas eran una y la misma. Una lucha por la identidad. Quizá podría escribir sobre eso.

Kurama se permitió una sonrisa y negó con la cabeza, divertido. ¿Un soneto de un demonio renacido como humano? Le enviarían directamente a la enfermería de la escuela. Y esa clase de cosas nunca le pasaban a Minamino Shuuichi. No, él tendría que hablar sobre montañas o amaneceres o de algo aburridamente común. O de la lluvia, pensó distraídamente, apoyando la mejilla en su mano y el codo en su escritorio mientras miraba las afiladas gotas de lluvia siendo azotadas por el viento y de modo que no pudiera ver nada afuera. Bebió un sorbo del chocolate caliente que su madre le había subido antes. Si no fuera por ese fastidioso soneto amenazando en su cabeza, él habría estado perfectamente sereno.

Suspiró; los ojos cerrados y sumido en sus pensamientos hasta que un par de bruscos toques en la ventana le interrumpieron. Intentó no sonreír ante el empapado youkai de fuego al otro lado. Con cuidado abrió la ventana y Hiei saltó ágilmente dentro.

"Anda. Mira lo que ha traído la tormenta."

"Guárdate tus comentarios para ti, zorro. Simplemente estoy intentando mantenerme seco."

Kurama intentó esconder una sonrisa detrás de su mano. Realmente Hiei era un espectáculo digno de ver. Su capa, normalmente ondeante y holgada, pegada a él, lamentablemente lacia y chorreando. Incluso su pelo estaba caído por la humedad. Parecía un perro mojado. Un perro mojado fulminando con la mirada a Kurama que le miraba de arriba abajo con una sonrisa de suficiencia.

"Y puedes guardarte tus divertidas miradas para ti también." El medio koorime le informó secamente, tirando su empapada capa encima de la cama mientras pasaba a escurrir la punta de su pelo en el suelo. Kurama recogió la capa y puso los ojos en blanco ante las maneras de Hiei.

"Podrías habérmela dado a mí. Ahora mi cama también está mojada." Kurama le reprendió suavemente. Su única respuesta fue la firma de Hiei, 'Hn'. Suspiró y dobló la ropa mojada con cuidado.

"Ten. Cuelga esto y toda tu ropa mojada en la cortina de la ducha y ponte esto."

Le dio al desdeñoso demonio la capa empapada y uno de sus pijamas de repuesto más pequeños. Todavía sería demasiado grande, pero era lo único que tenía. Hiei arrugó la nariz ante el pijama cuando lo cogió.

"¿Qué es esto?"

"Está caliente y seco, y eso es todo lo que te tiene que importar. Póntelo o sigue adelante y cálate hasta los huesos." Kurama le dijo con firmeza. Hiei lo cogió, murmurando algo demasiado bajo para ser escuchado sobre estúpida ropa ningen y salió en dirección al lavabo.

"Y no hagas demasiado ruido, podrías despertar a Shiori." Kurama le dijo después de que saliera con su suave voz. Sacudió la cabeza y limpió el pequeño desastre que Hiei hizo al entrar con una toalla colgada cerca de la ventana justo para tales ocasiones, desde que éstas se hicieron tan frecuentes. Su atención fue llamada de nuevo hacia la puerta por Hiei.

"No entiendo cómo los ningens pueden soportar vivir con ellos mismos sabiendo que esta lamentable excusa de ropa toca sus pieles cada noche." Se quejó, tirando de la buena cantidad de ropa que sobraba a lo largo de la manga demasiado larga. Kurama suspiró y negó con la cabeza.

"Ven aquí." Suspiró con solidaria exasperación, y procedió a arremangar las mangas y los pantalones en su bajo compañero.

"Si tus habilidades para la lucha coincidiesen con tu nivel de sentido común, estarías atracado y muerto en una cuneta en algún sitio justo ahora mismo." Kurama le informó, poniendo el último rollo de los pantalones al final de la pierna. Sonrió, cogió una toalla y despeinó el todavía mojado pelo de Hiei afectuosamente, sólo para ser recompensado con una mirada feroz.

"Basta ya." Hiei se quejó irritado, escapándose del abasto de Kurama. Kurama le dirigió una amable y cómplice mirada. Sabía que si él hubiese sido cualquier otro, habría sido golpeado en el estómago.

"Tu pelo todavía está mojado. Pensé que viniste aquí para secarte."

"Vine aquí para secarme, no para que me secaran, baka. Puedo secarme yo solo." Le dijo Hiei, cogiendo la toalla y frotando un poco su cabeza. "Aquí hay algo que huele realmente bien." Añadió, utilizando la toalla para levantar un trozo de pelo extraviado que se había caído delante de sus ojos.

"Bueno, es mi habitación, ¿qué esperabas?" Preguntó Kurama, ligeramente sorprendido ante la declaración, especialmente viniendo de Hiei.

"No son las flores." Aclaró Hiei, caminando hacia el escritorio de Kurama y oliendo el aire con curiosidad. "Es más bien como... ese tipo de nieve dulce que me diste, excepto que... mucho más."

Kurama parpadeó, entonces lo comprendió cuando Hiei se sentó en el escritorio para coger algo y se dio la vuelta en la silla, de modo que estaba sentado al revés en la silla para estar de cara a Kurama.

"Es chocolate caliente." Explicó Kurama cuando el youkai de fuego cogió el tazón de encima del escritorio y lo inspeccionó. "Puedes tomártelo."

"¿Por qué, le pasa algo?" Hiei preguntó sospechoso, con su nariz en el borde del tazón. Kurama le sonrió divertido. Hiei, el demonio de fuego de aspecto solemne, sus ojos escarlata entrecerrados en señal de sospecha, con sus pies apenas tocando el suelo, en pijama con su nariz posada en un tazón. Definitivamente, un momento Kodak.

"No le pasa nada, sólo quiero que te lo tomes." Contestó, sentándose en la cama para así poder hablar con el demonio sentado en el escritorio enfrente suyo. "Pero quema, así que ten cuidado."

"Hn." Dijo Hiei de una manera que hizo saber a Kurama que no había escuchado nada después de 'No le pasa nada'. Tomó un vacilante sorbo; sus ojos se abrieron, luego un trago y exhaló un par de veces para enfriar su boca. Kurama rió.

"Te dije que quemaba, la próxima vez escucha lo que estoy diciendo después de la respuesta que estás esperando."

Hiei optó por ignorar el comentario, pero saboreó el rico y caliente líquido en su boca, en sorbos más pequeños esta vez, liberando un satisfecho suspiro. Kurama no sólo le habría dado su chocolate caliente, sino todas sus comidas durante una semana para escuchar ese suspiro. A él, por naturaleza, le encantaba hacer feliz a la gente, y costaba mucho hacer feliz a Hiei y que él lo demostrase. Mentalmente añadió el chocolate caliente a la lista de comida por las que Hiei estaba fascinado.

"¿Te lo estás pasando bien?" Kurama bromeó.

"Hn. A veces pienso que esos estúpidos ningens no tienen nada mejor que hacer que hacer cosas dulces. Esa es la razón por la cual son tan lamentablemente débiles e ignorantes, están demasiado ocupados haciendo patelitos y bebiendo chocolate caliente." Hiei masculló, las manos agarrando la cálida superficie de la taza.

"¿Patelitos, Hiei?"

"Hn. Se parecen a esas magdalenas que tu madre hace, pero con una esponjosa sustancia marrón y barritas de muchos colores encima.

Kurama parpadeó, luego sonrió con satisfacción. "¿Pastelitos?"

"Tomato, tomahto..." Dijo Hiei con desdén. Eso fue demasiado para Kurama, quien siempre había pensado que el dicho era molesto, pero escucharlo de Hiei de algún modo lo hacía increíblemente divertido.

"¿Dónde estás aprendiendo estas cosas?"

"No me paso el día sentado en los árboles esperando a que vuelvas de la escuela y siguiéndote hasta tu casa como un perro extraviado, kitsune. No seas tan creído. Doy vueltas." Hiei le informó, removiendo la espesa y no mezclada sustancia que siempre queda en el fondo del chocolate caliente, no importa cuantas veces le des vueltas.

"¿Por dónde, por fiestas de cumpleaños de niños y reuniones de la mafia italiana?"

"No te gustaría saberlo." Respondió Hiei con aire despreocupado, aburriéndose del tazón vacío y dejándolo a un lado, cruzando los brazos por encima del respaldo de la silla y apoyando la cabeza en ellos. "Y nunca he escuchado a nadie pronunciar la palabra como 'tomahto' excepto en el contexto de ese particular dicho."

Kurama pensó un momento. "Cierto. ¿Por qué no la dices más a menudo?"

"¿Por qué demonios debería hacerlo?"

"Para que se utilizara más."

Hiei puso los ojos en blanco y bufó indignado. "Eso es tan típico de ti, Kurama. 'Vamos todos a decir cada palabra en la lengua la misma cantidad de veces para que así ninguna de ellas quede excluida y todo el mundo esté contento en el mundo feliz de las palabras'. Las palabras no tienen sentimientos, no pueden apreciar tu amabilidad o agradecerte por tus molestias." Soltó con desprecio, girándose para mirar por la ventana la nieve que caía violentamente. "No funciona así en el mundo real, y aún menos en tu visión fantasiosa y llena de burbujas de igualdad lingüística. Es patético."

Kurama se quedó mirando el perfil odioso de Hiei, dejando que una pausa se estableciera.

"Estaba bromeando, Hiei." Dijo con suavidad. "En realidad no estaba sugiriendo que fueras por ahí hablando con acento para que así palabras menos utilizadas puedan ser dichas más frecuentemente. ¿Por qué estás incómodo con la compasión o con cualquier emoción en realidad?"

"Hn."

"Sí, sí lo estás." Insistió Kurama, quien prácticamente había desentrañado el lenguaje de los 'hn' de Hiei para cuando no quería hablar. "Justo ahora te enfadaste conmigo. Eso es una emoción."

"El enfado no es exactamente en contra de lo que estoy y tú lo sabes." Hiei replicó. "No estoy incómodo con las emociones; sólo es que no puedo entender cómo uno puede sacrificar su propio bienestar por... tontas ataduras."

Kurama gimió. "No vamos a empezar otra vez, ¿verdad? ¿No puedes dejarlo estar? No lo entiendes."

"Creo que lo entiendo más de lo que tú crees." Hiei casi espetó enojado. Kurama se sorprendió ante el tono de voz. ¿Qué era lo que esa ira trataba de ocultar? ¿Tal vez sentimientos de traición? No sabría decirlo.

"Hiei, por favor." Rogó en voz baja. "Lo hecho, hecho está. ¿Por qué tienes que seguir sacando esto?"

"No, no creo que tú lo entiendas." Hiei dijo de repente. "Tú nos traicionaste, me traicionaste. Te traicionaste a ti mismo. Todo por el amor de una estúpida mujer ningen. Podrías haber muerto. Muerto, Kurama, entregado tu vida que es lo más que uno puede llegar a dar jamás. Eso es en contra de lo que estoy. Ira hacia tus enemigos, claro. Enfadarte con tus amigos, de acuerdo. Pero cuando estás tan absorto con algo o con alguien que pagarías cualquier precio o entregarías cualquier cosa sólo por su bien, por su mera felicidad-- cuando preferirías morir antes que ver a ese alguien herido-- eso es debilidad. Y eso es algo con lo que estoy un poco incómodo de ver en ti, Kurama, sí." Concluyó sin tono, aún no encontrándose con la mirada de Kurama. "Porque sé que con el tiempo será tu perdición."

Kurama digirió todo esto silenciosamente. Hiei rara vez hablaba tanto o se abría tanto con nadie. Reflexionó sobre lo que Hiei había, sin darse cuenta, descrito. Lo entendía mucho mejor de lo que Kurama había esperado, pero su actitud hacia ello era bastante deprimente.

"A veces, cuando te expones y te arriesgas a resultar herido, los resultados hacen que todo haya merecido la pena." Casi susurró él. Hiei se vio un poco afligido cuando lo escuchó. Kurama levantó la vista hacia él y cambió la táctica, hablando claro y con firmeza.

"¿Por qué te preocupas?"

Hiei frunció un poco el ceño ante la pregunta, mirando a Kurama a los ojos por primera vez desde que la conversación les llevó al tema y encogiendo los hombros.

"No me beneficiaría que entregaras tu vida por alguna insignificante emoción. Sería una completa pérdida de un luchador aceptable, por no decir--" Su voz se fue apagando, frustrado, tratando de expresar algo que no saldría o que no se podía permitir que saliera, entonces lo enfocó desde otro ángulo. "¿Por qué querría que pasara?"

Kurama levantó una ceja. "Ah, pero yo no te he preguntado si tú querías que yo resultase herido. Te pregunté por qué te importa si resulto herido."

Hiei puso los ojos en blanco y exhaló un desdeñoso 'psh'. "Es la misma maldita cosa, idiota."

Kurama negó con la cabeza, no molestándose en explicar. "Mantengo mi decisión, y si la situación se presentara otra vez, lo volvería a hacer." Hiei bufó con desprecio.

"A veces no sé si estoy hablando con Minamino Shuuichi o Youko Kurama." Gruñó. Kurama le dirigió una pequeña sonrisa y recogió la toalla usada del suelo, arreglándola con cuidado y colgándola en el pomo de la puerta.

"Y a veces me pregunto si alguna vez aceptarás que somos la misma persona."

·· ·· ·· ·· ·· ·· ·· ··

"¡¡ShuuIIIIIIIIIIICHI!!" Gritó una voz dicharachera y de niña desde detrás de Kurama. Él gimió para sus adentros.

"¿Sí, Mary-Sue-san?"

Mary-Sue se rió tontamente como la colegiala que era y dio un brinco hacia Kurama, se pegó a su cintura y pestañeó con sus largas pestañas.

"¿Cuando fue la última vez que te dije que te quería, Shuuichi-chan?" Ella ronroneó. Kurama suspiró exasperado.

"Justo la última clase, Mary-Sue, cuando me dedicaste tu desayuno en Economía Doméstica y anunciaste que yo era ¡la salsa en la tortita de tu vida!" Le recordó.

Kurama estaba acostumbrado a las chicas de sonrisas tontas y movidas por la lujuria desmayándose con cada paso suyo, pero esta chica nueva, Mary-Sue, era realmente excesiva. Todas sus otras adoradoras adolescentes no podían reunir el valor para hacer nada más que sonreír dulcemente y pestañear un par de veces a fin de recibir una gran y falsa sonrisa, y tal vez un guiño si él estaba de buen humor. Entonces ellas caerían al suelo, abanicando sus caras y anunciando con voz dramática a sus amigas que ellas podrían ser las damas de honor si eran súper amables con ella.

Nada que en realidad molestaría-- no. Molestar no era la palabra. La palabra era más bien... 'Acechar'. Mary-Sue era una estudiante de intercambio de América, quien inmediatamente había ambicionado el alto y de voz suave ídolo de su clase y no tomaría un no por respuesta. Por ejemplo, ella había ido personalmente al director y cambiado su horario entero para que así ella tuviese todas las clases con él. Había que reconocerlo, ella era bastante guapa, con una piel perfecta, largas pestañas con las que ella le gustaba pestañear seductoramente a él, y con ojos y pelo que cambiaban de color casi cada día. Tenía a cada chico de la escuela detrás suyo, pero desafortunadamente ella sólo tenía ojos para Kurama. Personalmente, él no podía soportar estar con ella por más de unos segundos, pero era tan educado por naturaleza que tenía que aguantarse.

Ella se rió tontamente como una loca y agitó su melena, de un lila oscuro hoy.

"¡Eres tan adorable, Chi-Chi!" Kurama se encogió ligeramente ante el apodo. Ugh. Ella no se dio cuenta del encogimiento-- 'incapaz de captar una indirecta' era una de sus muchas irritantes cualidades--y continuó. "Tenemos Estudios Avanzados de Japonés ahora, ¿no?"

"Mm-hmm..." Respondió él, mientras intentaba quitar los brazos de su cintura. Maldita sea, se cogía con fuerza. Kurama se preguntó si quizás ella no había sido un demonio contratado para empujar crueles almas en los ardientes fosos del infierno en una vida anterior.

"¿Terminaste tu soneto?"

"Por supuesto." Dijo escuetamente, todavía tratando de deshacerse de ella. "Mary-Sue, te import--"

"Yo escribí mi soneto sobre ti, mi hermoso Shuuichi-chan." Interrumpió ella, suspirando con felicidad y pegándose todavía más. "¿Sobre qué escribiste el tuyo?"

"Sobre nada por lo que tengas que preocuparte." Dijo deprisa, meditando sobre el tema de su soneto. "Mejor vamos a clase o llegaremos tar--"

"¡¡Ohhh!! Chi-Chi, ¡sabes que me preocupa todo y todo lo que haces! ¡Eres el resquicio de esperanza de la nube de lluvia de mi corazón!"

"Y tú eres el trueno del aguacero de mi dolor de cabeza." Murmuró él en voz baja. Lo mínimo que ella podía hacer para demostrar su cariño era hacer algunas buenas analogías. Había recibido poesías conmovedoras de admiradoras menos problemáticas, y aquí Mary-Sue siempre se estaba refiriendo a él como '¡el algo del algo de su algo!' La condujo hacia dentro de la clase y milagrosamente consiguió deshacerse de ella en su sitio. Había sido un día largo y estaba más que listo para irse a casa después de esta clase. Tomó apuntes tranquilamente, pensando. Sus pensamientos se extraviaron hacia Hiei y su conversación de la otra noche.

...cuando estás tan absorto con algo o con alguien que pagarías cualquier precio o entregarías cualquier cosa sólo por su bien... por su mera felicidad... cuando preferirías morir antes que ver a ese alguien herido... eso es debilidad...

¿Era realmente una debilidad? El amor-- el tácito pero entendido tema que Hiei tanto despreciaba-- a Kurama siempre le habían enseñado que era una cosa hermosa. Que derrocaba naciones, era lo suficientemente poderoso como para conquistarlo todo. ¿Una debilidad? Pero no, el amor en sí mismo no era la debilidad a la que se estaba refiriendo Hiei. Sólo era una parte de él, sólo el riesgo que venía al invertir tanta emoción en alguien. Sólo habiendo experimentado el lado horrible de él, Hiei no podía comprender cómo uno podía aceptar el acuerdo. O entender cómo el riesgo es sólo parte de la belleza.

...a veces, cuando te expones y te arriesgas a resultar herido, los resultados hacen que todo haya merecido la pena...

Hiei tenía demasiado orgullo para arriesgarse a ser derribado así, Kurama lo sabía. Suspiró con ligera frustración. Pero lo único que quería que el demonio comprendiese...

"¡Señor Minamino!"

Kurama salió de golpe de su silencioso trance, un poco avergonzado. ¿Cuánto tiempo había estado llamándole el profesor?

"¿Sí, profesor Kibishii?"

Para el alivio de Kurama, el profesor le sonrió amablemente. "Hablábamos de los deberes de anoche, y me encantaría que leyera usted el suyo, para mostrar a los demás cómo está hecho, ¿eh, mi alumno estrella?"

Kurama miró hacia abajo. "Er... si no le importa, profesor, preferiría no hacerlo..."

El profesor frunció un poco el ceño. "¿Estás seguro, Shuuichi? Normalmente compartes fácilmente tu hermoso trabajo con todos nosotros."

"Mm." Kurama respondió vagamente.

"¡Yo leeré MI poema, Kibishii-senshi!" Una voz alegre saltó, Kurama gimió suavemente. Parecía que no iba a evitar la vergüenza no leyendo su trabajo.

"¡Excelente! Alguien entusiasta." El señor Kibishii comentó, mirando a la molestia por encima del borde de sus gafas. "Mary-Sue, ¿vendrías al frente para nosotros?"

Mary-Sue fue dando saltos hacia la parte delantera de la sala, agitando su hoja. Kurama se escabulló en su sitio, sabiendo muy bien sobre qué había escrito y rezando para que fuese tan impreciso sobre ello como fuera posible, especialmente con lo que se refería a él.

"Mi poema es sobre--" Se detuvo y echó un vistazo a la clase con dramatismo. "--el amor. El amor verdadero. ¡¡¡Así que prestad atención!!! Ajem...

"Él nunca entenderá este sentimiento

Sé que se equivoca con sus rechazos

Si el calor fuese altura, él alcanzaría el techo

Este delicioso objeto de mis afectos"

Kurama no puedo evitar sentir un poco de vergüenza ajena ante el espantoso intento de poesía. Shakespeare y adolescentes aficionadas a la moda pasajera no deberían mezclarse bajo ninguna circunstancia. De la única cosa que estaba agradecido era del hecho de que hasta ahora era lo bastante general y así nadie sabría que era sobre él. Hasta ahora.

"Sus ojos son tan verdes como un brote fresco de primavera

Su pelo tan carmesí como un ponche Hawaiano

Si tuviera una red, pescaría este semental

Lo metería en una bolsa y me lo comería para almorzar"

Oh oh, pensó Kurama, escabulléndose en su silla un poco más cuando la clase comenzó a reírse tontamente. Esto empezaba a ser un poco demasiado específico. Sólo esperaba que--

"Su nombre es Shuuichi Minamino." Continuó en voz alta.

"Su número de teléfono es--"

"¡Mary-Sue-chan, ya es suficiente!" La llamó, poniéndose rojo mientras la clase se reía. Maldita ella y sus terribles sonetos comparando su pelo con bebidas con sólo un 10 de zumo de frutas. ¿Y cómo sabía ella su número de teléfono?

"Er, Mary-Sue, creo que Shuuichi tiene razón. Deberías haberle pedido permiso antes de escribir sobre un tema tan personal. Puedes sentarte." El profesor dijo apresuradamente.

"¡Pero no he TERMINADO AÚN!" Mary-Sue refunfuñó, dando fuertes pisotones y frunciendo el ceño a la clase. "¡Ninguno de vosotros entendéis la buena poesía! ¡Espero que encontréis la felicidad en vuestra demente realidad!" Gritó, echándose a llorar y saliendo corriendo de la clase. Hubo un momento de pausa antes de que ella asomase la cabeza otra vez en la entrada, dando vueltas a su pelo con inocencia.

"Oh, y 'Chi-kun, si tienes el enorme deseo de salir corriendo también y abrazarme para consolarme entre tus grandes, fuertes y perfumados brazos, no me importaría--"

"Ya basta." El señor Kibishii interrumpió severamente. "Y vuelve aquí, la clase no ha terminado todavía."

"Sí, Kibishii-senshi." Masculló, arrastrando los pies hasta su sitio. La clase se rió disimuladamente mientras ella se sentaba malhumorada, luego se animó para tirar un beso a Kurama, quien estaba haciendo lo que podía para fundirse con la pared. La campana sonó para ir a casa.

"Por fin." Kurama suspiró, cogiendo la mochila y fuerza, y se fue hacia su taquilla.

"¡Chi-Chi, espérame-me!" Gritó el incordio, echándose su pequeña y a la moda mochila por encima del hombro y corriendo detrás de él, sólo para tropezar con algo y cayendo de morros al suelo. Kurama la ignoró y logró huir, con sólo su normal bandada de colegialas enfermas de amor a sus talones.

"Shuuichi, ¿qué vas a hacer hoy?"

"Shuuichi, ¿has quedado con alguien esta tarde?"

"Shuuichi, ¿tienes algún plan?"

"Lamento decir que estoy ocupado en estos momentos. Pero sabed que si no tuviera ya una desafortunada agenda completa, pasaría el día con todas vosotras." Mintió, deshaciéndose de las chillonas y suspirantes chicas mientras se marchaba. Se fijó en una sombra familiar en el árbol enfrente de la escuela y le dirigió la primera sonrisa auténtica del día, saludando con la mano.

"¡Konnichiwa, Hiei-san!" Saludó, andando directamente hacia el árbol.

"Hn." La sombra desapareció y reapareció delante de él como Hiei antes de que Kurama pudiera parpadear. "Pareces extrañamente contento de verme." Comentó.

"Mm. No tienes ni idea. Puede que las defienda a menudo pero no puedo negar el hecho de que las adolescentes no pueden, ni por un minuto, simular que son capaces de controlar sus hormonas." Respondió, negando con la cabeza y yendo en dirección al parque para así poder andar y hablar con Hiei como normalmente hacía, sabiendo que Hiei le seguiría automáticamente. Sonrió amablemente, sintiéndose contento por primera vez ese día. "Más bien me gusta cuando me esperas después de la escuela, Hiei." Le dijo al bajo demonio suavemente.

"Hn." Contestó Hiei, dando una patada a una pequeña piedra que había en su camino y metiéndose las manos en los bolsillos. "Lo que tú digas-- semental." Añadió, con una pequeña sonrisa de suficiencia tirando de los lados de su boca. La mandíbula de Kurama se quedó abierta por un momento, confundido, hasta que se dio cuenta.

"¡¡Estuviste escuchando!!" Acusó, golpeando a Hiei en el brazo. Hiei dejó que la sonrisa de suficiencia creciera en su cara.

"¿Escuchando? Bueno, en cierto modo sí. Estaba sobre todo demasiado distraído por tu pelo, tan carmesí como un ponche Hawaiano, y por tus ojos, verdes como un brote fresco de primavera." Continuó burlándose mientras Kurama se ponía ligeramente colorado. Masculló algo incoherente sobre el escuchar a escondidas. Hiei le devolvió el golpe en el brazo.

"Oh, deja de ruborizarte. Es tu culpa si eres atractivo."

Kurama miró incrédulo a Hiei. ¿Realmente escuchó lo que creía que había escuchado? Hiei pareció un poco irritado ante la extraña mirada.

"No me mires así. Sólo deja de quejarte. Si te vas a reencarnar en esta forma, puedes como mínimo encargarte tú mismo de todas tus seguidoras ningens que sonríen como tontas."

"Hm." Kurama dijo pensativo, preguntándose si había algún tipo de significado detrás del involuntario cumplido. Caminaron en silencio durante un rato el uno al lado del otro, Kurama disfrutando del hermoso tiempo y el sonido de la naturaleza, y Hiei fingiendo ser indiferente a ello pero en verdad disfrutándolo. Completamente sintonizados el uno con el otro, ambos se detuvieron en un banco al azar y se sentaron el uno al lado del otro en medio de él. Kurama instintivamente estiró ambos brazos, apoyándolos sobre el borde del banco. Suspiró; mirando hacia el cielo y observando a las nubes pasar perezosamente. Rió suavemente cuando vio algo. Hiei ladeó la cabeza curioso y se giró hacia él.

"¿Qué estás mirando que es tan divertido?"

La risa de Kurama se calmó a una sonrisa mientras señalaba algo en el cielo.

"¿A qué crees que se parece esa nube?"

Hiei miró extrañado a Kurama y echó un vistazo mirando hacia arriba. "Se parece a una nube, ¿qué quieres decir?"

Kurama negó con la cabeza y explicó. "No, ¿de qué tiene forma? Utiliza tu imaginación. ¿Qué parece?"

Hiei soltó un pequeño 'hn' y se quedó mirando la nube un momento. Luego entrecerró los ojos y ladeó la cabeza de modo que casi parecía que estuviera escuchando el corazón de Kurama.

"Cuando entrecierro los ojos hasta que están casi cerrados y giro mi cabeza así, se parece un poco a un babuino con un tutú tocando la batería." Hiei le informó.

Kurama parpadeó, entrecerró los ojos y giró la cabeza de lado como Hiei estaba haciendo.

"Tienes razón, se parece." Rió, enderezando la cabeza. "Pero míralo derecho y dime lo que ves."

Hiei enderezó la cabeza y miró detenidamente. "¿Un zorro comiéndose un bizcocho gigante?"

"Ah, el viento lo cambió. Durante el rato que pasé explicándote sobre las nubes y el descubrimiento del babuino con tutú, debe haberse alterado un poco." Suspiró Kurama.

"¿Qué habías visto antes?"

"Parecía menos un zorro comiéndose un bizcocho gigante y más un zorro besando a un niño dormido. Pensé que era lindo."

"Hn."

"Por supuesto, cualquier cosa con un zorro es automáticamente una obra de arte." Bromeó Kurama. Hiei ni siquiera se molestó en responderle esta vez, sino que prefirió examinar silenciosamente el cielo, y después de un momento, señaló.

"Ese de ahí."

"Hai. ¿Qué le pasa?"

"Doy la vuelta a la tortilla y te hago responder a tu propia pregunta. ¿A qué crees que se parece esa nube?"

Kurama miró detenidamente el bulto aparentemente sin forma definida que Hiei había señalado. "Mmm... un rosal."

"Es un dragón."

"¿Dónde ves el dragón?"

"Está boca abajo. Esa parte de ahí abajo es la cabeza, y esa pequeña voluta es un colmillo..."

"Oh... Tienes razón, parece más un dragón que un rosal, ahora lo veo."

"Contigo todo es un rosal."

"No, está ahí. Está boca arriba. ¿Ves como hay pequeños bultos semicirculares sobre los rectos?"

"Las escamas en las piernas."

"Sí, exacto. ¿Lo ves ahora?"

"Supongo que puedo ver como se parecería a un rosal, excepto que ahora mismo se parece más a--"

"--un pez." Dijeron al unísono. Kurama sonrió y puso el brazo sobre el hombro de Hiei en un rápido y ligero medio abrazo. Para su sorpresa, Hiei no comentó con dureza el innecesario contacto, sino más bien simplemente lo toleró. Kurama suspiró contento y observó el cielo de primavera en silencio con Hiei, sintiéndose más en paz con el mundo como nunca antes se había sentido.

"¡Eh chicos! Caramba, Kurama, ¿no tienes escuela? ¿Está el gran Minamino Shuuichi haciendo novillos?"

"Konnichiwa, Yusuke-san." Saludó Kurama. "No, la escuela acabó ya hace un rato."

"Jejeje, sí, como si lo sabría de todos modos, ¿no?" Bromeó, dejándose caer en el banco y estirando las piernas. Se fijó en Hiei, parpadeó y luego miró al cielo. "¿Qué?"

"Nada." Refunfuñó Hiei, cruzándose de brazos y mirando hacia otra parte.

"Antisocial." Yusuke se quejó a Hiei, colocando las manos detrás de la cabeza. "¿Qué os contáis vosotros dos? Kurama, ¿esa chica pesada te dejó en paz ya?"

Kurama suspiró con frustración. "Claro que lo hizo. ¿Y has oído lo del Makai? Al parecer hubo una helada hoy. Oh, y se me olvidaba, aquí Hiei empezó a llorar después de que le enseñara Bambi."

Hiei resopló con sorna.

Kurama negó con la cabeza. "Es como una sanguijuela. No puedo deshacerme de ella."

"Oh, pobre y desafortunado de mí." Se burló Yusuke. "Soy el imán de las chicas de mi escuela. ¡Todas me quieren! Mi dinero no me cabe en mi monedero y mi corona de oro me aprieta demasiado. Venga, Kurama, ¿qué tiene de malo ser un poco popular?"

"No me podrían importar menos tus tontos prejuicios sociales. Si mi experiencia como humano me ha enseñado algo, es que están muy mal basados, por no decir que no tienen sentido. Soy popular, pero no tengo ningún amigo--"

"¡Eh!" Interpuso Yusuke con enfado.

"-- en la escuela." Terminó Kurama con una pequeña sonrisa.

"¡Hmph! ¡Eso está mejor! ¡Pensé que tendría que golpearte en la cabeza y explicártelo detalladamente! ... Hiei, ¿por qué no te unes a la conversación con nosotros? Casi nunca hablas a menos que sea absolutamente necesario." Añadió Yusuke. Kurama hizo un pequeño 'hm'. Eso no era verdad. Hiei y él habían tenido conversaciones que habían durado toda la noche anterior, Hiei marchándose para dormir en un árbol en algún sitio y Kurama abandonado para tener que intentar funcionar en la escuela con unas pocas o ninguna hora de sueño. No era exactamente hablador, pero ciertamente no era tan callado como todos los demás afirmaban que él era. Y sus ideas, en los raros casos que él las compartía, eran muy interesantes.

"Tal vez es porque el retaco no tiene ideas que valgan la pena compartir." Vino una voz grave. Kuwabara golpeó a Hiei en la espalda por detrás, a lo cual Hiei en seguida respondió, más rápido de lo que la mayoría de la gente podría ver.

"¡Ay! Pequeño bastardo, ¿quieres luchar conmigo? ¡Voy a arrancarte tu diminuta cabeza!" Gritó el adolescente de pelo anaranjado, agarrando la nariz del suelo.

"Tener ideas inteligentes y no compartirlas es mucho mejor que no tener ideas inteligentes y compartirlas tanto si las queremos oír o no, como cierto torpe palurdo que todos conocemos." Le dijo Hiei con frialdad.

"Gilipollas."

"Imbécil."

"¡Chicos ¡Joder! ¿No podéis fingir llevaros bien, sobre todo en público?" Yusuke se quejó. "Kuwabara,insultas a Hiei y encima le pegas Podrías también meterle un palo en el ojo a un dragón dormido. Si quieres hablar con nosotros, ven aquí a sentarte, ¿vale?"

"El banco no es lo bastante grande para él." Refunfuñó Hiei, escabulléndose hacia el final.

"Caben tres personas de tamaño normal, o en este caso, tres personas de tamaño normal y un enano para rellenar las grietas." Se burló Kuwabara.

"No lo vales. No voy a manchar mis buenas manos con tu sangre por un par de intentos baratos de insultar, si eso es lo que estás tratando de conseguir que haga." Hiei le informó con tono glacial, girándose.

"Hmph. Como si pudieras hacer otra cosa que morder mis tobillos."

Yusuke le pegó en la frente con la mano. "Kuwabara," gruñó irritado. "tienes que conseguir siempre la última palabra, ¿no?"

"¿Esa fue la última palabra? No me enteré. Tal vez si tuviera una oreja en mi zapato..."

Hiei le estaba dirigiendo al delincuente su más odiosa mirada de muerte mientras Yusuke trataba de hablar en tono condescendiente con Kuwabara. Kurama percibió el peligro que nadie más podía ver cuando se fijó que Hiei apretaba las manos muy ligeramente sobre la tela de sus pantalones. Colocó una mano sobre una de las manos apretadas de Hiei y se inclinó para que así ninguno de los otros dos pudieran enterarse, incluso si Yusuke no estuviese ocupado gritando a su amigo.

"Matar humanos es inmoral, Hiei, tú eres mejor que eso." Murmuró, sintiendo la mano de Hiei relajarse un poco debajo de la suya.

"Juro a cualquier dios que me permita ensuciar su nombre, que uno de estos días voy a tener a ese torpe y estúpido palurdo retorciéndose en mi mano. Le arrancaré la columna vertebral y le estrangularé con ella." Hiei masculló, girándose y fingiendo no preocuparse más. Pero parecía haberse tranquilizado lo suficiente como para conseguir controlar su ira. Kurama retiró su mano.

"Estuvo cerca." Asintió ligeramente en aprobación.

"Lo que tú digas." Kuwabara al final cedió hoscamente, al otro lado de la conversación. Kurama sonrió con satisfacción.

"En serio, a veces pienso que somos los únicos sensatos del grupo, ¿eh, Kurama?" Yusuke sonrió abiertamente.

"¡SHUUICHI-CHAAAAAAN!" Gritó de repente una voz familiar y fastidiosa. Kurama se escabulló en su sitio. ¿Cómo le había encontrado aquí fuera?

"¿Quién soy?" Dijo una voz rebosante de azúcar, mientras Kurama sentía unas manos sujetarse como abrazaderas sobre sus ojos desde detrás. Yusuke no parecía controlar sus risitas y Kuwabara estaba mirando con su mandíbula colgando.

"¿Una muerte rápida e indolora?" Adivinó esperanzado.

"Es una muerte rápida e indo-- espera un momento… ¡noooooooo!" Se rió tontamente, saltando por encima del banco desde detrás y cayéndose en el regazo de Kurama.

"¡Ay!" Hiei gruñó cuando ella pisó su mano, retirándola y mirando enfurecido. "¡Cuidado!"

Mary-Sue no pareció darse cuenta de los comentarios airados de Hiei, las risitas de Yusuke o Kuwabara mirando fijamente con obvio deseo. Casi literalmente, ella sólo tenía ojos para Kurama.

"¡Soy yo, tonto! ¡Tú único amor verdadero!" Yusuke fingió tener arcadas, y Kurama pensó que vio a Hiei tener arcadas de verdad, pero Mary-Sue no cedería. Enredando sus manos en su largo pelo rojo y echándose hacia atrás, ella se rió tontamente sin cesar.

"Pensé que hoy no vendrías al parque... ¡qué agradable sorpresa!"

"Mm." Respondió él, desesperadamente intentando desenredar sus manos de su pelo. Se deshizo de ellas y ella cayó hacia atrás, justo en el regazo de Hiei, riendo como una tonta.

Él le dirigió una mirada de sumo asco y lanzó una mirada llena de odio en dirección a Kurama, mientras ella se enderezaba.

"Eh, lo siento, Hiei... Mary-Sue, crees que sería mucho pedir si--"

"¿Una rosa? ¿¿Pour moi??" Jadeó, arrebatando la flor de su bolsillo, ojos grandes y llorosos. "¿Oh, Shuuichi sabía que me querías! Todos los demás dicen 'noo, te tiras a su regazo y eso es asqueroso... se puede DECIR que no le gustas...' ¡PERO AL FINAL HE DEMOSTRADO QUE ESTABAN EQUIVOCADOS! ¡SHUUICHI HA PROCLAMADO SU VERDADERO AMOR POR MÍ CON UNA ÚNICA Y PERFECTA ROSA!"

Kuwabara pareció recuperar sus sentidos. "¡¡¡TE TRAERÉ ROSAS!!! ¡¡¡TE TRAERÉ MÁS ROSAS QUE KURAMA JAMÁS PODRÍA!!!" Gritó, saltando con determinación. Yusuke sacó la clásica gota de sudor de los anime y cayó al suelo. Kuwabara pisó su cara y salió corriendo a toda prisa para ir a buscar algunas flores.

"Ayyy... qué sufrimiento..." Dijo Yusuke, moviéndose nerviosamente.

"Er, Mary-Sue…" Intentó Kurama, esforzándose para razonar con la molesta chica. "No era para ti…" ¡Maldita sea! Le había llevado tiempo encontrar una rosa perfecta e impecable apropiada, y parecía que Mary-Sue iba a robársela delante mismo de sus propios ojos.

"¡¡Era para mí!!" Gritó Yusuke, levantándose de un salto. Los ojos de Kurama se ensancharon asustados por la sorpresa, levantándose él también.

"¿¡¿Nani?!?"

"¡Eso es!" Anunció Yusuke dramáticamente, dirigiéndose hacia Mary-Sue y agarrando la rosa de su puño con un pequeño giro. "¡Es para mí!" La olió y espiró, pestañeando burlonamente y hablando con una voz aguda. "Muchísimas gracias, Shuuichi, es hermosa, igual que tuuú."

"Sí, emm... saluda a tu hermana de mi parte." Añadió Kurama, dándole un codazo a Yusuke en las costillas.

"Estás seguuuuuro que no es para m-- ¡¡ay!! ¡Está bien! ¡Joder! Se lo diré a mi 'hermana'."

En ese momento volvió Kuwabara dando saltos, con un ramillete de flores en la mano. Se arrodilló delante de Mary-Sue y se las ofreció.

"Eres tan guapa..." Babeó servilmente. Mary-Sue cogió las flores y le pegó con ellas en la cabeza.

"¿Por queeeeeeeeé...?" Gimió Kuwabara, cayendo al suelo.

"¡Minamino Shuuichi, no creo que puedas comprender del todo lo que es realmente el amor!" Gritó, con los ojos rebosantes de lágrimas y saliendo corriendo. Kurama se arrellanó en su sitio en el banco, perfectamente avergonzado. Yusuke le dio la rosa, riendo como un loco.

"¡ESPERA! ¡GUAPA! ¡VUELVE!" Gritó Kuwabara con angustia, corriendo tras ella.

"¡Caray, y yo pensaba que Keiko lo era un puñado! Tienes a una dama neurótica de categoría en tus manos."

Kurama dio vueltas a la rosa en una mano. "Ha doblado un pétalo." Le dijo al grupo con tristeza, mientras la cosa arrugada caía al suelo con un patético plaf. "Me pasé tanto tiempo buscando la rosa perfecta y ahora hay un pétalo doblado." En ese momento justo, el tallo cayó, doblado por la mitad, y los pétalos que quedaban se cayeron. Después de un momento, la parte doblada del tallo se rompió y cayó también, de modo que Kurama se quedó sosteniendo la parte inferior del tallo en su mano. Kurama miró fijamente la lamentable vista un momento y suspiró profundamente, apoyando la cabeza en el respaldo del banco.

"Mala suerte, amigo. Oh, y hablando de chicas locas, recordé por qué vine aquí en primer lugar. ¡Tengo una cita con una! ¡Jejeje!" Comentó Yusuke, sonriendo abiertamente. "¡Ya nos veremos, perdedores!"

Kurama medio gimió y medio suspiró. Hiei ya hacía rato que se había ido, si estaba simplemente en un árbol ocultando su ki o a miles de kilómetros de aquí, no tenía forma de saberlo. En cierto modo deseó que su amigo se hubiese quedado, pero sabía que era pedir demasiado.

"Inari guíame mientras lucho contra las tribulaciones en las que consiste mi vida, consuélame cuando me corte mis pies de viajero con cristales y piedras, y lléname con tu presencia cuando el cielo de la noche brille de esperanza." Murmuró al cielo por encima de su cabeza, tranquilizándose a sí mismo con la habitual oración a su dios zorro. "Y si te sobra tiempo, dale a Mary-Sue un buen ataque de la peste bubónica."


Sobre lo de 'Tomato, tomahto...', utilizando al recurso de siempre: se supone que ambos saben inglés.

Ah, y el soneto en inglés tenía rima (la primera con la tercera y la segunda con la cuarta), pero al traducir se pierde... miré si podía hacer que rimara, pero era imposible sin cambiar las palabras.

Darle las gracias a Sanasa por haber aguantado todas mis preguntas y por haberme ayudado tanto. De verdad, no sé qué hubiese hecho sin ti T.T

Bueno, sólo me queda decir que la actualización de este fic no será tan a menudo como con el anterior (los capítulos no son tan cortos...), pero intentaré no tardar demasiado. Así que, sed pacientes n.n

Nos vemos!