Capítulo 3: Conflicto y Resolución
Estúpida lluvia helada, pensó Hiei amargamente mientras se acurrucaba debajo de la escasa protección del toldo. Estúpida, estúpida, estúpida. Estúpida como ese estúpido zorro, con sus estúpidas gilipolleces de los toqueteos adquiridas de los ningen. Ugh. Habían pasado sólo unos días después del incidente del mini golf; la lluvia estaba cayendo encima de su tembloroso y mojado cuerpo casi como si estuviese tirando abajo su determinación de no buscar refugio en casa de Kurama. No lo necesitaba. Además, se sentía... extraño.
Hiei abrazó sus rodillas y las llevó hacia su pecho cuando la hoja repleta de agua encima suyo liberó su carga en su cabeza, y pensó. Cogiendo una de las más reconocibles emociones de la agitada masa dentro de él, dejó que ésta le consumiera como ninguna de las demás lo haría. Odio hacia sí mismo. Qué sencillo, y aún así, qué sorprendente sería que alguno de sus conocidos llegara a entenderlo. Uno de los colores primarios de la rueda de los colores de las emociones. Pregúntale a cualquier ningen normal y serían 'triste, contento y enfadado'. Pero no. Hiei nunca creyó necesario vivir en la tristeza y en el dolor del pasado; había aprendido hace mucho tiempo que eso no cambiaba nada. Felicidad. Hiei negó con la cabeza, una sonrisa irónica tirando de los lados de la boca. Ni siquiera tenía que decir algo para esa. Ira... bueno, tal vez utilizaba mucho la ira. Era la combinación de ira y ávido odio hacía sí mismo lo que le hacía tan rencoroso, sarcástico y cruel. Pero su rueda de colores era diferente. Odio hacia sí mismo, inseguridad, dolor.
Siguiendo su propio hilo de pensamiento, se fijó en cómo su comparación de colores encajaban tan bien, los colores hasta combinaban con su respectiva emoción. Azul, triste; amarillo, contento; rojo, enfadado. Interesante. Se preguntó qué colores representarían mejor sus propias emociones. Odio hacia uno mismo... púrpura oscuro. Como un moratón. Inseguridad... negro, una oscura sala en la que no puedes ver dentro de ella. Como esta noche, con el viento rasgando los árboles y nada más que el brillo artificial de las farolas de la calle para arrojar luz sobre la violenta lluvia. Dolor-- bueno, el rojo ya estaba cogido. Hiei se decidió por el blanco. Un cegador destello blanco antes de caer al suelo. El color inicial era el blanco, antes de que la sacudida pasara a ser un palpitante y encendido rojo. Púrpura, negro y blanco. Hiei apartó un mechón de su pelo húmedo pegado a su frente, mirándolo pensativamente. Le gustaban.
Cerrando sus ojos con fuerza y agarrando sus rodillas más fuerte volvió a atormentarse a sí mismo. Pero pronto fue interrumpido por un recuerdo.
"¿Por qué haces eso?" Vino la suave y preocupada voz de Kurama.
"¿Hago, el qué?"
"Te odias a ti mismo más que nadie lo hará jamás."
Hiei puso los ojos en blanco, pero no dijo nada.
"No veo que haya nada que odiar, personalmente." Se detuvo y frunció las cejas en una expresión de reproche. "Por favor, para..."
"¿Por qué coño te preocupas?" Hiei se giró, volviendo a mirar al zorro.
"Hiei, por favor. Si no puedes aprender a quererte a ti mismo, ¿cómo esperas que lo haga alguien más?"
"¿Por qué querría nadie hacer eso?" Hiei se detuvo y fijó su respuesta en un tono más cruel. "¿Por qué debería preocuparme?"
Hubo un momento de silencio, la tensión aumentando en el aire. La voz suave y apacible de Kurama ahora ahogada con emoción, finalmente lo rompió.
"¿Por qué insistes en hacerme daño de esta manera?"
Hiei se quedó asombrado por la frase y resopló con desdén. "¿Cómo te hago daño?" Puso cara de desprecio, volviéndose a dar la vuelta. "Ni siquiera te estoy tocando. Ni tan siquiera te estoy haciendo nada. Cómo demonios estás herido, Kurama, explícamelo para que así pueda saberlo. Compláceme. ¿Te estoy haciendo daño ahora? ¿Y entonces? ¿Y ahora?"
Kurama tenía la mirada algo sobresaltada, como si hubiese sido abofeteado, pero se convirtió lentamente en apatía mientras apartaba la mirada. Su voz, normalmente apacible y suave, era inexpresiva, dándole un tono de dureza.
"No lo sé."
Emociones. Eso era lo que le hacía daño al zorro idiota; sus heridas estaban abiertas, evidentes y listas para que se aprovecharan de ellas. Y aquí estoy yo, Hiei pensó, el Niño Prohibido, el apático y cruel demonio de fuego, permitiendo que esas cosas estúpidas de ningens con las que pensaba que había acabado hace mucho tiempo irriten mi estómago como sopa en mal estado. Qué divertido. Hiei escuchó truenos retumbar en la distancia. Mierda. No quería estar cerca de ese estúpido y patético zorro en este momento. Necesitaba estar solo para acabar con lo que fuera que le estaba molestando.
El trueno retumbó de nuevo, más fuerte esta vez. Hiei, con cuidado, se aventuró en el recuerdo del incidente del mini golf, como ahora le llamaba. Se preguntó qué habría hecho si hubiese sido otro en vez de Kurama. Kuwabara hubiera tenido suerte de salir cojeando con una pierna rota y un collarín. Yusuke se habría librado algo mejor... recibiendo una de las más peligrosas miradas de muerte de Hiei y su más glacial "¿Qué crees que estás haciendo?" Kurama-- Kurama, él habría supuesto que él habría suspirado irritado y lo habría tolerado. Pero no, él había tenido que arrimarse a él como un... gatito o algo. Ugh. Hiei hizo una cara, completamente disgustado consigo mismo. Vio el destello de un relámpago y tuvo el vago presentimiento de que a lo mejor estar sentado en un árbol no era la mejor idea...
No. De ninguna manera iba a ir hacia allí. Hiei estaba empapado, remojado y congelado, y podía ser alcanzado por los rayos, pero no iría a esa casa. Siguió lloviendo más fuerte y Hiei se dio cuenta de que se estaba quedando entumecido por el frío. Su carne se sentía como goma mojada congelada . Un relámpago se proyectó por el cielo otra vez y un trueno resonó ensordecedoramente.
De acuerdo, pensó Hiei, levantándose de mala gana. A lo mejor debería. Pero sólo hasta que empiece a llover menos. O deje de tronar.
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Kurama dio unos golpecitos con su bolígrafo en el escritorio, concentrándose en sus deberes. Echó un vistazo por la ventana a tiempo para ver los relámpagos cruzar el cielo. Esperaba que Hiei estuviera bien y que hubiese encontrado refugio. Normalmente el demonio de fuego se habría pasado por allí en las noches como éstas, pero Kurama suponía que todavía le estaba evitando por lo que pasó en el campo de golf. Kurama no habría pensado en ello dos veces y Hiei intentaba aparentar como que no le importaba o no lo había notado, pero Kurama le conocía mejor que eso. Por el modo en que actuó, era fácil de decir.
La mente analítica de Kurama no pudo evitar darle vueltas al escenario otra vez. Era completamente culpa suya, pero no sabía el porqué. Sabía que su propio carácter tenía algo que ver en ello, pero no podía explicarse por qué tenía siempre el impulso de... envolver al pequeño youkai en un abrazo y pasar sus manos por su pelo negro y de punta...
Eso era raro, pensó Kurama, sacudiendo la cabeza ligeramente para salir de ello. Pero era verdad. ¿Por qué tenía que ser tan tocón con Hiei? Tal vez era porque él era tan frío; el instinto natural de Kurama de consolarle. O porque era tan pequeño, de tamaño prudente. O una mezcla de ambas. El síndrome del cachorro mojado, pensó Kurama con una leve sonrisa de satisfacción. Pero eso no podía ser. Kurama sabía que no se sentía como si Hiei fuese de ningún modo su inferior, o alguien quien emocionalmente ansiaba atención, porque en todos los sentidos Hiei era su igual, y él podía cuidarse de sí mismo. Además, su tolerancia al dolor de cualquier tipo era asombrosamente alta. Hiei nunca se vendría abajo, o como mínimo, dejaría que nadie lo supiera.
Descartando lo posible, se centró en lo difícilmente posible con el ceño fruncido. ¿Qué le pasaba? Sintió una idea revolotear por su cabeza y luchó para alcanzarla, no queriendo descartar nada más. Pero... quizás ésta era un poco demasiado absurda. Era completamente imposible que--
Interrumpido de sus pensamientos, Kurama se giró cuando oyó su ventana abrirse y cerrarse sin hacer ruido. Era Hiei, tratando de esconder el hecho de que estaba temblando. Era extraño; Hiei era maleducado cuando tenía que pasar una noche de tormenta en casa de Kurama, pero al menos llamaba. La ventana siempre estaba abierta, por si acaso, pero...
"¿Estás bien?" Preguntó Kurama preocupado, haciendo retroceder su silla.
"Estoy bien."
Kurama frunció el ceño ante lo breve que Hiei estaba siendo con él y se dirigió hacia él, alargando el brazo para coger la toalla del estante.
"No me toques." Dijo Hiei bruscamente, mirando amenazadoramente y apartándose. Kurama le dirigió una mirada y le tendió la toalla para que así entendiese la verdadera intención de su movimiento. Kurama dio un paso hacia atrás después de que Hiei la cogiese.
"¿Qué te pasa?"
"¿Eres sordo además de estúpido? Te acabo de decir que estoy bien." Frotó su pelo un poco con la toalla y la dejó caer. Se negó a mantener cualquier contacto visual, lo que fue cuidadosamente notado por Kurama.
"No tienes que demostrar tu apatía de guerrero conmigo, Hiei. Sé de lo que va y lo entiendo. Pero bajo ninguna circunstancia seré tratado con esa falta de respeto en mi propia casa."
"Por si acaso no te has dado cuenta, zorro." Hiei le informó con mucha frialdad. "Esto no es una reunión social. No estoy aquí porque quiera hablar de mis sentimientos, o tejer un calcetín, o hacerte preguntas de tus deberes sin sentido de ningen. Estoy aquí por la única razón de evitar quedarme congelado por la lluvia y frito por los relámpagos. Ahora si no te importa, me quedaré aquí sentado hasta que la tormenta termine."
Kurama frunció el ceño. No pensó que un simple momento pudiese molestar tanto a su amigo. Comprendía que cuando Hiei se sentía incómodo o molesto, se volvía hostil, pero aun así dolía. Cada palabra era como una bofetada en la cara. De la mejor manera que sabía reaccionar a esto era hacer daño él también hasta que lo eliminase.
"La combarás." Al final dijo con tono monótono, dirigiendo a Hiei una dura mirada.
"¿De qué demonios estás hablando?"
"El suelo. Es de madera. Vas a combar el suelo con el agua."
Hiei le lanzó una mirada asesina, pero sin embargo se sacó rápidamente la capa y la tiró al toallero, desde donde goteó encima la toalla que había debajo de él. Lo que exactamente no solucionaba el problema, pero Kurama no estaba realmente preocupado por el suelo en primer lugar. El cuerpo brillando por la humedad y conteniendo los estremecimientos por el frío, Hiei desvió la mirada. Esto fue demasiado para Kurama, quien no podía seguir con su cruel acto mientras Hiei estaba sufriendo.
"Por el amor de Dios, Hiei, estás temblando." Exclamó Kurama con preocupación y enfado después de fingir unos minutos que no pasaba nada. Hiei resopló y sonrió cruelmente.
"Típico." Dijo con desprecio mientras observaba a Kurama abrir un cajón y sacar una manta. "Youko Kurama, el gran ladrón del Makai, el cruel, el frío, el sanguinario--"
"--Nunca fui sanguinario--" Corrigió Kuramacada vez más enfadado, pero Hiei no prestó atención.
"--el odiado, el manipulador, el despiadado. Ahora reducido a esto. Ni siquiera necesito malgastar mis palabras describiendo lo totalmente patético--"
"No, Hiei, creo que tú eres el patético." Kurama interrumpió con un tono tan glacial como lo era siempre el de Hiei, lanzándole la manta. "Hablas y hablas sin parar, tratando de echar sal dentro de heridas hace tiempo cicatrizadas. ¿Y por qué? Porque estás tan incómodo con tus propios sentimientos que arremetes lastimosamente, pidiendo que te devuelvan el golpe para así poder arrastrarte hasta tu pequeño rincón y ahogarte en tu propia autocompasión habiendo reafirmado tu inutilidad. Afirmas que eres odiado y te torturas a ti mismo por eso, pero la realidad es que no puedes soportar ser nada más que odiado. Quizá si dejases de apartarte del mundo a propósito, entenderías lo que es ser amado. Y quizá si tu madre no te hubiese tirado por un precipicio al verte por primera vez, entenderías lo que es tener una."
Hiei le miró boquiabierto, odio endureciendo sus rasgos, pero permaneció en silencio mientras Kurama se volvía a sentar en su escritorio y se concentraba en sus deberes. Fue casi el único tenso y desconocido silencio por el que habían pasado jamás, y el que pareció más largo. La única cosa que podía escucharse era el furioso garabateo del lápiz de Kurama sobre el papel. Hiei apenas rompió el silencio con su ahora calmada voz.
"Estoy acostumbrado. Pero ni en mil años habría imaginado que tú de todas las personas me diría algo así."
La punta del lápiz de Kurama se partió. Echó un vistazo. Hiei tenía la manta cubriendo sus hombros y le abrigó a él en vez de a sí mismo, y Kurama se mordió el labio, lamentando al instante su dureza.
"Hiei, por favor. Si quieres hablar, estaré encantado de hacerlo, pero por favor, no actúes como si me odiaras a mí también." Ofreció con voz más suave.
"No importa. La tormenta aflojó un poco. Ya no truena ni hay relámpagos, al menos."
Kurama se encogió por dentro ante la completa indiferencia e imparcialidad con la que él dijo eso.
"Eres bienvenido aquí en cualquier momento, Hiei, tanto si hay un tornado o hace buen tiempo."
"Hn."
Kurama suspiró miserablemente y Hiei le dirigió una mirada que Kurama no podía clasificar, demasiado rápida para él para estar seguro de que existió, y se fue.
Kurama miró la ventana cerrada y la ahora algo menos pesada precipitación golpeteando contra ella durante un momento, antes de enterrar la cabeza entre sus brazos sobre su escritorio con frustración, emocionalmente exhausto.
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Por primera vez en su vida, Kurama no podía concentrarse en el trabajo de la escuela. O en cualquier otra cosa, de hecho. Se pasó la mayoría de los días en la escuela en un estado aturdido, y hasta aquéllas con una cabeza dura como la de Mary-Sue podían darse cuenta y (en su caso) malinterpretar.
"Está enfermo de amor." Anunció ella con complicidad a un grupo de sus amigas/seguidoras en el pasillo cerca de la taquilla de él. "Lo he visto antes. Un vistazo a esas preciosas orbes esmeraldas suyas lo confirma. Lo está pasando mal."
Kurama habría reído amargamente, pero estaba demasiado cansado. ¿No sabía que él podía oír cada palabra que ella decía? ¿Y qué quería decir, enfermo de amor?
"Ohhhh, ¿crees que está enamorado de ti, Mary-Sue-sama?"
"¡¡Pues claro, idiota!! ¡Sabía que no se resistiría a mí por mucho tiempo! Venga, ¿¿quién más podría ser??"
"¡Hai, Mary-Sue, hai!" Asintieron todas al unísono. Kurama ignoró su lejano parloteo, cerrando su taquilla sin hacer ruido y alejándose, pero encontró lo que su más fastidiosa devota había dicho, poner el dedo en la llaga. Mary-Sue era la persona más extraña que conocía, y desesperada por cualquier pista que indicase su inexistente atracción por ella, pero ¿enfermo de amor? ¿De dónde sacó eso?
"Shuiiiiiiichi-chaaaaaaaaaaaaaaaan!"
Hablando del rey de Roma.
"Konnichiwa, Mary-Sue." Suspiró, no sintiéndose capaz de aguantar esto hoy.
"¿Qué pasa, 'Chi-chan? Pareces deprimido. ¿¿Algo que la doctora Mary-Sue pueda curar??" Rió tontamente y se enganchó a su cintura como un percebe.
"Me temo que te equivocas, Mary-Sue, estoy perfectamente bien."
"¿Problemas con tu vida sexual?" Pestañeó seductoramente, mirando hacia arriba desde su lugar preferido en la cintura.
"Mary-Sue-chan, por favor sal--" Intentó, empezando a estar un poco avergonzado por tener que ir por el pasillo con ella enganchada y gritando a la escuela entera cosas sobre su vida sexual.
"¡Venga, Shuuichi, puedes contarme CUALQUIER COSA!"
"¿Y escucharás?"
"¡Te lo prometo!"
"¿No importa lo que sea?"
"¡Shuuichi, sólo DÍMELO!"
"Está bien. Suéltame."
Mary-Sue parpadeó, dándose cuenta de lo que acababa de pasar y se separó hoscamente de su cintura, cruzándose de brazos.
"Uno de estos días me confesarás tus verdaderos sentimientos y cuando ese momento llegue--"
"Mary-Sue, tenemos que ir a clase." Respondió Kurama débilmente. Con toda sinceridad, no podía con ella hoy. No mientras estuviese siendo atormentado por cierto demonio de fuego de ojos rojos. Afortunadamente, su última clase del día era una de las raras clases donde él y el incordio se sentaban en sitios opuestos de la sala. Y en las que él se sentaba justo al lado de la grande ventana, pudiendo así disfrutar de la soledad de sus propios pensamientos. No hay ninguna poesía para hoy, así que debería estar tranquilo, pensó, deslizándose en su asiento y suspirando. La única cosa que no podía comprender del todo era por qué Hiei estaba tan molesto. Si se sentía así por ese pequeño momento en el campo de golf, pensó Kurama con total tristeza, me va a odiar para siempre por lo que le dije el martes. Kurama se dio cuenta con un poco de sorpresa que no podía soportar la idea. No de la manera normal en la que todo el mundo le gusta ser querido, sino literalmente no sabía cómo podía vivir si fuera echado de la vida de Hiei.
Enfermo de amor.
Echó un vistazo a fuera para ver una sombra con la forma de Hiei estar escondida en los árboles. Toda esperanza de verle durante al menos una semana ya había sido aplastada después de la pasada noche, a menos que por alguna razón hubiese una misión de la que ocuparse o alguna tontería así, así que Kurama ni siquiera consideraba la posibilidad de que realmente fuera él. Pero apoyó la mejilla en su mano y la observó durante un rato, hasta que aparentemente se desvaneció con la brisa.
Eso es una debilidad. Y eso es algo con lo que estoy un poco incómodo de ver en ti, Kurama, sí. Porque sé que con el tiempo ese amor será tu perdición.
Qué irónico.
"¡¡¡Shuuichi-chi-chi!!!" Gritó una conocida voz estridente. ¿Dónde se fue la última clase? Parecía haberse desvanecido como la sombra.
"Mary-Sue, ahora tengo que irme."
"Tú SIEMPRE tienes que irte." Se quejó ella, caminando a su lado mientras salía de la clase. "¡Tú NUNCA tienes tiempo para pasarlo conmigo! Tú--"
"Mary-Sue-chan, por favor." Suplicó Kurama, girándose para mirarla. Ella parpadeó y asintió, para el asombro de él. Salió de la escuela con pocas a ninguna adoradoras a sus talones, quienes parecían estar manteniendo sus distancias. Excelente, pensó con pesar. Déjalas que se alejen.
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Hiei estaba de pie en un árbol al otro lado de la calle de la casa del zorro. Era de noche. Normalmente tres días era un tiempo increíblemente corto para cuando él quería tiempo para sí mismo, pero el hecho era que empezaba a sentir ese agitado e inquieto sentimiento de soledad royéndole casi el día después. Había pasado de apenas entender el concepto de no ser solitario, a ya no querer estar solo. A veces lo odiaba por su debilidad, y a veces no lo sabía. Ahora mismo estaba luchando contra el impulso de ir a verle.
Esto es ridículo, pensó. Me estoy volviendo dependiente de su compañía y esto tiene que acabarse. Me voy ahora mismo.
Pero no podía hacer que su cuerpo se moviera. No cumpliría con la orden mental. Así que se quedó allí de pie, en medio de la noche, la única luz siendo el brillo artificial de las farolas, tan sólo mirando fijamente la casa.
¡Ve a verle! Gritaba una parte de su mente.
¡Vete de aquí! Gritaba la otra parte.
Esto era estúpido. Hiei sacudió la cabeza y saltó al suelo, andando por en medio de la carretera y mirando hacia arriba a la casa, perdido pensando. No sabría decir si es que era dependiente o era simplemente su libre voluntad. Y realmente no entendía por qué su primer instinto era condicionarse a sí mismo a soportar la soledad, porque en realidad no había razón para ello. Se sentía amenazado por la posibilidad de ser amenazado, lo cual era cruelmente irónico. Y la parte más difícil de entender era su falta de ira hacia el zorro. ¿Por qué no sentía el odio ardiendo lentamente en su pecho, o la venganza corroyendo sus pensamientos? Eso al menos lo podía entender. ¿Pero esto? ¿Qué era esto?
Hiei se quedó allí de pie mirando a la casa absorto meditando, fundiéndose con la oscuridad ya que estaba justo en medio de dos farolas vestido de negro. Se sentía enfadado consigo mismo ya con sólo pensarlo. El perdón no era nada que hubiera utilizado antes, y le molestaba pensar que se estaba ablandado de esta manera, incluso si era sólo por una persona. Pero si tenía ser con alguien, supongo que tenía que ser Kurama, pensó distraídamente. Él es una de esas personas con las que no puedes estar enfadado. Es una de las razones por las que yo--
Pero Hiei nunca consiguió acabar ese pensamiento. La última cosa que recordó fue un destello de luz brillante y dolor.
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Kurama estaba sentado en su escritorio con su frente siendo sostenida por las palmas de sus manos, los ojos suavemente cerrados. Odiaba todo acerca de la situación en la que se encontraba, desde la gente implicada hasta el inevitable mal final. Esa estúpida pesada de Mary-Sue no le podía dejar en paz y sólo engancharse a él y recitar poesías espantosas, ¿no? Ella tenía que ir y señalarle esa cosa estúpida. Él no podía vivir estando perfectamente contento no sabiéndolo, ¿verdad? Lo odiaba. La odiaba. Se odiaba a sí mismo.
Ni se molestaba en pensar en la reacción de Hiei si lo supiera. Eso casi le hacía reír y llorar al mismo tiempo, imaginando la expresión en su rostro. Le he perdido, pensó Kurama miserablemente. Incluso si por algún milagro alguna vez le vuelvo a ver después de lo que le dije, nunca me volverá a hablar si lo descubre. Puede darse por acabado.
Un reflejo de recuerdo más que sacar de ojos afligidos. Una herida más que esconder. No podía soportar pensar en ello, pero no podía evitar pensarlo. Está muy bien dar, pero si no estás recibiendo a cambio tan sólo vas a secarte, y Kurama no quería que pasara tampoco. Estaba siendo lenta y deliberadamente desgarrado emocionalmente y era el peor sentimiento del mundo. No había huída posible de la tortura. Así que Kurama hizo lo que siempre hacía. En silencio, soportó el dolor, calmándose por dentro hasta que de alguna manera lo superara. Se forzó a sí mismo a concentrarse en los deberes de ciencias.
Número uno. Explica qué es la extensa mancha roja de Júpiter en la actualidad.
"¿Cuál es el diámetro de Júpiter?"
"¡Hiei, eso no es justo, el examen de mañana es sobre la luna!"
Kurama cerró de golpe el libro con frustración. De todos modos era para el lunes. Se quedó allí sentado, todavía encogido por dentro por el feliz recuerdo, y sucumbió a dondequiera sus pensamientos le llevaran, ya que tan evidentemente no le obedecerían. El sonido apagado del chirriar de unos neumáticos y un escalofriante ruido sordo vinieron de fuera y Kurama se levantó para mirar a la calle por la ventana que daba a ella. Esa por la cual Hiei nunca entraría. Llegó a tiempo para ver el coche irse. Observó durante un rato hasta centrar su atención en lo que hizo el ruido sordo. Se fijó en un bulto negro bastante grande fuera del lado de la carretera y a lo primero pensó que sólo era un gato, hasta que lo miró detenidamente durante más rato. Sus ojos se ensancharon con sorpresa e incredulidad.
"¿Hiei?"
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La primera cosa que Hiei recordó ser consciente fue del sueño. Empezaba como su recurrente pesadilla. Había sido lanzado en un agujero, cayendo por el oscuro foso de la nada en forma de espiral. Estaba tan lejos de la cima que ya no podía ver la luz, pero no tenía ni idea de lo lejos que estaba del fondo. A cada saliente al que él, en vano, se agarraba para ponerse a salvo, una figura en las sombras daba patadas a sus manos hasta que éstas sangraban y sus uñas estaban casi arrancadas. Después de un rato, abandonó salvarse y sólo se dejó caer, mental y físicamente agotado. Se sintió a sí mismo pidiendo que el fondo llegara, para acabar con todo, pero tal alivio no llegaba mientras él se precipitaba hacia abajo y hacia abajo en el odioso e infinito abismo.
A partir de aquí acababa muy diferente. Nunca antes se había acercado para ver el fondo, pero esta vez sabía que estaba llegando. Era lo más negro para ser llamado esperanza, la muerte que yacía allí. Estaba vagamente agradecido a través de su borrosa y estropeada visión, y suavemente cerró los ojos derrotado y en anticipación al final de su dolor. Pero la muerte nunca llegó.
Cayó en los brazos de Kurama, mucho más vivo. Estaba llorando en silencio por única vez en su vida, incluso en sus sueños. Era consciente de estar siendo abrazado con fuerza y tranquilizado por el zorro que estaba arrodillado. Kurama alisó los mechones de pelo pegado a su cabeza por el sudor frío y besó su frente, meciéndole hacia delante y hacia atrás con cuidado mientras abrazaba con fuerza a su amigo.
En su sueño, era la experiencia increíblemente más reconfortante que él había experimentado jamás. El dolor de la caída, el calor y el contacto de Kurama eran tan realistas. En su presente estado medio dormido, sólo estaba ligeramente preocupado por lo que había pasado realmente y se centró más en la sensación de ser abrazado de esa manera. Suspiró, recordando algo de la satisfacción, y se tapó mejor con las sábanas.
Un momento... ¿sábanas?
Hiei abrió los ojos para encontrarse mirando la almohada de Kurama. Inspiró lentamente, tomando la fragancia de rosas antes de darse cuenta de algo. Si él estaba en la cama de Kurama...
Se dio la vuelta. El zorro en cuestión estaba dormido profundamente en el suelo, en un saco de dormir. Se veía tan tranquilo, respirando silenciosamente, el largo pelo rojo perfecto excepto por un pequeño mechón de atrás caído delante de su rostro. Hiei le observó en silencio por unos instantes hasta que alguna obsesiva y compulsiva parte de él se empezó a molestar por el mechón fuera de sitio. En un impulso, estiró con cuidado hacia abajo el brazo y lo puso en su sitio, lentamente bajando con su mano por la larga melena roja de Kurama.
¿Qué demonios me pasa?
Kurama se revolvió un poco, sus ojos cerrándose un poco más fuerte, como si parpadease un momento antes de abrirlos. Sonrió un poco.
"Hiei. Ohayou. ¿Cómo te sientes?"
El '¿cómo te sientes?' sacó de nuevo el tema, y Hiei frunció el ceño ligeramente.
"¿Qué estoy haciendo aquí?"
Kurama se mordió un poco el labio, sentándose. "Aparentemente, un coche te atropelló. ¿No recuerdas nada? ¿Qué estabas haciendo en medio de la calle de todos modos?"
Oh. Eso tenía sentido. Atropellado por un coche. De ahí probablemente vino el destello de luz y el dolor. Observó a Kurama mientras se levantaba y enrollaba el saco de dormir para meterlo en su armario.
"¿Me quedé inconsciente por un coche?" Exclamó Hiei con total indignación.
"Tienes un moratón en tu sien. No tiene nada que ver con la debilidad. Te golpeó en mal sitio, supongo. Cualquier persona normal se hubiera muerto. No pareces demasiado herido. Por eso te traje aquí en vez de a un hospital."
Hiei se tocó con suavidad su sien derecha y sintió un pequeño pinchazo de dolor. Quería decir gracias, pero siendo quien era él, no tuvo fuerzas para hacerlo.
"Hn."
Kurama sonrió amablemente. "De nada."
Y sólo Kurama habría sido capaz de interpretar eso. Hiei se sentó, experimentando en mover su cuerpo para buscar dolor. Un poco en el lado derecho, pero estaba prácticamente bien.
"Hiei," Vaciló Kurama, sentándose en el lado de la cama. "Quería disculparme por mi comportamiento de la otra noche. Fue poco apropiado y fuera de lugar, y lo siento."
Hiei suspiró un poco y miró hacia otro lado. "Olvídalo."
"Hiei--"
"No, de verdad. Olvídalo. No tengo dudas sobre ti de ningún tipo. Especialmente no por lo que te estás refiriendo. Déjalo."
Kurama se veía como si estuviera asimilándolo por un minuto, luego volvió a hablar.
"¿Qué estabas haciendo de pie fuera de mi casa en medio de la noche?"
Hiei permaneció callado. ¿Qué podía decir? ¿'Estaba tratando de comprender lo que me pasa contigo'? Eso iría verdaderamente bien con su orgullo.
"No lo sé." Respondió finalmente, evitando deliberadamente la calculadora mirada que Kurama le estaba dirigiendo. Cuando él no apartó la mirada, Hiei se giró hacia él ligeramente irritado. "¿Ya no se me permite quedarme parado sin ninguna razón? ¿Qué quieres que te diga?"
Procedió a levantarse, probando su lado un poco más. Estaba bien.
"¿Te vas?" Preguntó Kurama, un ligero tono entristecido en su voz. Hiei observó su cara un momento.
"No." Contestó él, volviéndose a sentar en la cama, con las piernas cruzadas. "Sólo que me siento demasiado como un paciente sentado debajo de las sábanas."
Kurama rió un poco y subió las piernas a la cama también. "Parece razonable. ¿Y no estás herido?"
"No."
"Me alegro."
Hubo una ligera pausa.
"Kurama, ¿cuál es el sueño más raro que has tenido jamás?"
"¿El sueño más raro que he tenido?" Kurama le dirigió una mirada ligeramente sorprendida, pero luego se puso pensativo. "Una vez, me quedé despierto hasta bien entrada la noche estudiando para un examen y me quedé dormido en el escritorio mientras estudiaba. Soñé que era un agricultor de pomelos y que ganaba la lotería. Pero luego descubría que el juego estaba trucado cuando fui a canjear el décimo y las monjas me colgaron cabeza abajo. Pero las rocié con zumo de pomelo con un pulverizador y se derritieron."
"Haz una pregunta rara, obtén una respuesta rara." Refunfuñó Hiei negando con la cabeza. Kurama le dirigió una pequeña sonrisa.
"¿Por qué lo preguntas? ¿Has tenido un sueño raro?"
"Hn."
"Sabes," Kurama siguió, tomando el hn como si fuera--un sí. "Dicen que los sueños reflejan los deseos del subconsciente."
Hiei pensó en ello, relacionándolo con su sueño. Era ridículo--no, era absurdo--era más que absurdo. Pero entonces esa horrible insistente voz en el interior de su mente habló más fuerte.
Sí, pero te gustó. ¿No? Hizo fuera la idea con impaciencia.
"¿Entonces tú crees que subconscientemente deseas ser un saco de boxeo de cítricos cultivados para mujeres religiosas?"
Kurama negó con la cabeza.
"Es un mal ejemplo para tomar literalmente. ¿Pero quién sabe? Los sueños son engañosos."
"Más bien idiotas."
Kurama suspiró. "Eres tan insufrible a veces."
"¡Mira quién habla!" Replicó Hiei, dándose la vuelta. Oyó a Kurama reírse bajito detrás suyo y casi podía imaginarse al zorro, los ojos arrugados por la alegría, una delicada mano tapando su boca sonriente. Sintió una mano tocando con suavidad su hombro.
"Oh, venga."
Hiei se movió hacia atrás, estrechando la distancia entre sus cuerpos y apoyándose en él.
"No voy a darme la vuelta."
Sintió el cuerpo de Kurama ponerse algo tenso por la sorpresa, pero luego sintió unos brazos deslizarse a su alrededor y juntarse en su estómago. Tomó aire lentamente, sintiéndose como si por dentro pesara menos y los nervios de su cuerpo se hubiesen vuelto diez veces más perceptivos. Cerró los ojos por un momento, disfrutando de la sensación. Se quedaron allí sentados durante un largo rato, Hiei pensando. Sabía que cuanto más luchase contra lo que fuera esto, más débil le haría. Ya le estaba llevando casi al punto de la locura, consumiéndole hasta que pasara cada momento despierto combatiéndolo. La próxima vez, un coche no sería la peor llamada para despertarse. Su orgullo estaba en medio, pero en la intimidad de la pequeña habitación y el reconfortante abrazo de Kurama, se sintió más relajado. Tomó una decisión. Esta vez la acción no sería un incontrolable impulso empujado por su subconsciente en el cual más tarde se insultaría a sí mismo, confundido. Deliberadamente, con su pleno consciente consentimiento y el conocimiento de que no había vuelta atrás, tomó con cuidado la mejilla de Kurama en su mano y con cuidado la guió hacia su boca.
Kurama estaba siendo besado. Ni en sus sueños más salvajes habría imaginado nunca la sensación. Si se sorprendió antes por la extraña y repentina inclinación de Hiei hacia su roce, ahora estaba mucho más que sorprendido. El cuello de Hiei estaba estirado y girado hacia él, una cálida mano todavía permanecía suavemente sobre su mejilla. Kurama estaba flotando dentro de su cuerpo, una agradable adrenalina excitante le estaba recorriendo como si fuera sustancia. Sintió a Hiei dudar contra sus labios y se dio cuenta de que en su sorpresa, no había reaccionado. Moviéndose hacia delante cuando Hiei intentó retirarse, profundizó más el beso, colocando su propia mano en la mejilla del demonio de fuego. Era todo lo que su amistad era y más; suave, silenciosa y relajada en su alegría palpitante. La separación fue mutua y natural, no se necesitaron señales negativas.
"¿A qué vino eso?" Preguntó Kurama después de un momento de silencio, en mayor parte para él poder recuperar sus sentidos y acordarse de respirar.
"Debo haber sido golpeado en la cabeza más fuerte de lo que pensabas por ese coche." Respondió Hiei conla misma voz distante y de indiferencia, como si nada hubiera pasado. Kurama vaciló en sus palabras, despistado por su habitual actitud despreocupada.
"... Hiei--"
"No me lo hagas decir." Vino la, aparentemente, indiferente respuesta.
Kurama sonrió con comprensión y suavemente besó la sien del youkai, satisfecho por el leve estremecimiento que eso produjo.
"Yo también te quiero." Susurró en su oído.
"No." Dijo de repente Hiei, girando la cabeza para mirar a Kurama directamente a los ojos. Kurama parpadeó una vez, confundido.
"¿No?"
"No. Esa expresión es un cliché de los ningen que ya hace tiempo que perdió su significado, hasta para ellos. ¿Qué estás tratando de decir? Explícate."
Kurama pensó un momento. ¿Estaba Hiei en realidad diciéndole que explicase el amor?
"¿Y bien?"
"Shhh. Dame un minuto."
Hiei le observó en silencio mientras pensaba, lo que era algo entretenido.
"¿En un sentido romántico o en cualquiera?" Preguntó al final, y la pregunta fue recibida por un impaciente encoger de hombros que Kurama tomó por un 'No me importa'.
"Bueno," Kurama empezó despacio. "Creo que tú mismo explicaste parte de ello bastante bien. Cuando uno tiene tanta confianza y emoción invertida en alguien que haría cualquier cosa antes que ver esa persona herida de cualquier modo. Pero a diferencia de lo que dijiste, no es necesariamente una debilidad. El amor magnifica e intensifica lo que es una persona... sólo te hace más fuerte o más débil de lo que ya eres. Aumenta el placer y la desesperación por vivir. Cuando eres feliz, estás satisfecho con cada aspecto de tu ser y nada ni nadie, salvo esta persona, tiene el poder de herirte de verdad, pero si lo hace, está por encima de la agonía. Eres libre por primera vez en tu vida, y a la vez dependes. Eres un todo, y a la vez eres la mitad de un todo. Y si el sentimiento es mutuo, el riesgo es sólo parte de la belleza, en cierto modo." Se detuvo para sonreír a Hiei, quien distraídamente estaba jugando con el largo pelo rojo a su alcance, y se inclinó hacia abajo para besar su cuello con suavidad.
"Estoy hablando para mí, ¿no?" Rió en voz baja.
"No, estoy escuchando." Murmuró Hiei después de unos instantes, cambiando su posición. "Un poco inverosímil, ¿no crees?"
"Me hiciste una pregunta y yo la respondí, no tienes que creerlo o aceptar mis ideas. Sólo es mi percepción."
"Hn."
"¿Y tú qué, qué piensas?"
Kurama sintió a Hiei suspirar y deslizarse en su abrazo, como si se reclinase en una silla.
"Creo que si las palabras pudieran hacer esa justicia, esa es toda la justicia que se merece."
Kurama sonrió, profundamente emocionado. Se inclinó otra vez, queriendo otro beso. Sus bocas estaban a meros centímetros de distancia cuando...
"¡Shuuichi!" Llamó Shiori desde debajo de las escaleras. Kurama gruñó cuando Hiei se levantó, observando con ligera diversión.
"¿Sí, madre?"
"¡Hay alguien en la puerta para ti!"
Kurama miró a Hiei con un poco de esperanza.
"Puedes quedarte y esperarme si quieres--"
"No, preferiría no hacerlo."
Kurama sonrió ligeramente. "Yo no creo eso. Apuesto a que es Mary-Sue que viene a secuestrarme y no volveré."
Hiei apenas tuvo que inclinarse para besarle, aunque él estaba de pie y Kurama sentado en la cama. Se separaron después de un largo rato, y él lentamente negó con la cabeza mientras abría los ojos.
"No voy a acostumbrarme nunca a esto."
"¡Shuuichi, tengo una carta de Cupido para ti!" Dijo la fácilmente reconocible voz de mujer desde debajo de las escaleras. Hiei se había ido.
"Ya voy, ya voy..."
·· ·· ·· ·· ·· ·· ·· ··
Kurama apoyó su mejilla en su mano y pasó su único rato del día de instituto que podía ser utilizado para pensar racionalmente: la última hora. Recordó vagamente que no había visto a Hiei desde hacía unos días, que sería lo opuesto a extraño no teniendo en cuenta el no oficial pero mutuamente entendido comienzo de su relación. Cerró los ojos suavemente y sonrió, agradecido por la paz por parte de su acosadora/admiradora número uno, Mary-Sue.
"... Y el apuesto Príncipe Buuichi y la extremadamente preciosa Princesa Carrie-Lu se casaron y empezaron una familia, dos chicos, trillizos idénticos y una granja de conejos, y vivieron en una mansión en los suburbios con un magnífico alquiler, no demasiado alejada y a la vez no demasiado cerca de una ciudad con un barrio realmente bueno y una escuela con suficientes fondos del gobierno para tener muchas clases particulares y donde los niños podrían conseguir una magnífica educación, y Buuichi consiguió trabajo como modelo profesional y Carrie-Lu nunca más tuvo que volver a trabajar durante el resto de su vida, pero ella no se engordó o envejeció en absoluto porque ellos tomaron zumo de la inmortalidad de la fuente de los cuentos de hadas y ellos vivieron juntos en su apasionado, apasionado amor hasta el fin de los días, ¡¡¡porque su amor era interminable!!! ¡¡¡¡Interminable dije!!!!"
Paz siendo la palabra en sentido figurado en esa frase, pensó Kurama, ignorando los suprimidas risas tontas de la clase.
"Erm, eso fue... interesante, Mary-Sue." Intentó el profesor, aflojándose el cuello, incómodo. "Muy discreto. No creo que tengamos tiempo suficiente para que nadie más lea su trabajo de escritura creativa, pero eeh... el tuyo fue... diferente. Y hablando de alargar frases, vamos a empezar gramática maña--"
"Y en el caso de que os lo estéis preguntando, sí que escribí eso. No lo copié de un libro de éxito." Sonrió ella, mientras la clase intentaba no reírse.
"Encantador, Mary-Sue. Puedes sentarte ahora."
"Crecí en una granja."
"Qué bonito. Ve a sentarte."
"Se me caían huevos."
"Apuesto a que sí. Por favor, siéntate."
"A veces cuando se me caían los huevos, éstos botaban. Entonces era cuando me daba cuenta de que no eran huevos, sino pelotas de tenis en realidad."
"Ajá."
"Estoy mona con falda de tenis."
"¡¡SIÉNTATE!!"
Kurama ya hacía tiempo que había aprendido a ignorar este tipo de cosas, pero ahora no sólo lo ignoraba con éxito, sino que ya no le molestaba en absoluto. La campana sonó poco después.
"¡¡Shuuichi!!" Le llamó Mary-Sue, apartándose un mechón de pelo azul verdoso. "¿Qué te pareció mi historia?"
"Fue preciosa, Mary-Sue."
"Oh Shuuichi," Suspiró melancólicamente. "¡Iría al fin del Mundo por ti!"
"Sí, ¿pero te quedarías allí?" Preguntó Kurama dulcemente, marchándose antes de que la pobre chica comprendiese lo que él acababa de decir.
Con indiferencia se sacó de encima su habitual montón de admiradoras, el corazón dándole un brinco cuando notó un ki algo desprotegido y familiar. Fingió que no se había dado cuenta de nada y continuó andando, pronto encontrándose al mismo paso con su amigo cuando éste apareció de ninguna parte. El primer impulso de Kurama era cogerle y darle un apasionado beso, pero se contuvo.
"Muy amable de tu parte por visitarme."
"Creo que tenemos una misión." Respondió Hiei. Algo del tono de su voz hizo que Kurama inmediatamente lo comprendiera. No sabía por qué había pensado que sería de otro modo. Recordó su misión con las bestias sagradas y cómo la bestia sagrada Suzaku utilizó el cariño de Yusuke con Keiko para luchar contra él psicológicamente. No permitirían que eso sucediera. Hiei era demasiado orgulloso para eso. En público, nada había cambiado. Le dirigió a Hiei una pequeña sonrisa de comprensión, que fue devuelta con una apenas perceptiva mirada de agradecimiento.
"¿Yusuke y Kuwabara no pueden apañárselas solos?"
"Por lo visto no."
"A propósito, ¿dónde vamos?"
"Nos encontraremos con Yusuke y ese idiota delante de su escuela."
Kurama asintió ligeramente. Había pasado bastante tiempo desde que ellos tuvieron que ayudar en una misión, normalmente Koenma sólo enviaba a los otros dos para encargarse de las cosas. Caminaron en silencio durante un rato cuando Kurama vio dos caras familiares.
"¡Tienes que estar quedándote conmigo!" Gritó el extraño gay que ellos se habían encontrado en el parque, andando a paso rápido con su amante jamaicano a remolque.
"Ugh..." Hiei frunció el ceño con disgusto, cruzándose de brazos y mirando hacia otra parte. El del pelo azul procedió a hacer un gesto con su puño extendido de lado, como si estuviera pasando una tarjeta de crédito entre ellos dos.
"Dime, ¿qué estás haciendo, Ralph?" Dijo el jamaicano como si fuera un actor muy malo, posando de manera exagerada.
"Pues estoy cortando la tensión sexual con un cuchillo, Phil." Respondió el otro con la misma actitud.
Kurama gimió ante la idiotez de todo aquello. El ojo de Hiei empezó a moverse nerviosamente otra vez.
"Una palabra más y no serán capaces de identificar tu cuerpo por tu dentadura." Advirtió con mucha frialdad.
"¡Rrarw! ¡El gatito tiene garras!"
"¡Eso!" El hombre del pelo azul estuvo de acuerdo, moviendo su mano, pero sin embargo marchándose con su compañero. "¿Quieres saber la verdad? ¡No puedes soportar la verdad!" Él le respondió con un acento extraño que desentonaba horriblemente con el ceceo.
"Ralph, amigo, tengo que decírtelo, tu imitación de Jack Nicholson necesita mejorar..."
"Es mejor que tu imitación de Bob Marley..."
Kurama y Hiei siguieron su forma de marcharse con gotas de sudor.
"Qué estrafalarios. ¿Conocéis a esos maricones?" Preguntó Kuwabara con evidente repugnancia, acercándose a ellos con Yusuke.
"No." Dijeron Kurama y Hiei al unísono.
·· ·· ·· ·· ·· ·· ·· ··
Era la noche después de la misión lastimosamente corta. El tonto de Koenma había sobrestimado enormemente al enemigo, lo que fue a la vez un fastidio y una agradable sorpresa. Un fastidio porque de hecho tuvo que malgastar su tiempo para hacerlo, pero una cosa agradable porque no tuvo que pasar mucho más tiempo fingiendo con su zorro.
Mi zorro, pensó Hiei, negando con la cabeza asombrado. Tres días y ya me estoy refiriendo a él como mi zorro.
Recordó lo asombrado que estuvo cuando Kurama lo entendió. Él no había dicho nada en absoluto, pero se encontró recibiendo esa amable sonrisa de comprensión que no necesitaba ninguna traducción. Supuso que la única razón por la que había evitado a su--el zorro todo el tiempo que lo había hecho era porque pensaba que podría haber sido un poco embarazoso.¿Qué podría haber dicho? 'Lo siento, Kurama, quizá estoy cómodo con nosotros, pero no estoy cómodo con el hecho de que soy vulnerable. ¿Puedes hacer ver que no ha pasado nada?'
Pero él no tuvo que hacerlo. Al instante Kurama no sólo había percibido sus pensamientos, sino que los comprendió y los aceptó. Había tal conexión allí, estaba sorprendido, no obstante agradecido, de que nadie se hubiera dado cuenta a excepción de esos hombres ridículos. Hiei llamó en la ventana de la habitación de Kurama, de pie en el alféizar peligrosamente. Estaba muy bien tener su propia dosis de autocontrol, pero se había pasado los últimos dos días practicando sin, y ese día practicando con Kurama. Quería ir a verle de veras.
Kurama sonrió y abrió la ventana para él.
"De verdad que ya no necesitas llamar. Sólo es una formalidad. La ventana está siempre abierta." Comentó, arrastrando a Hiei en un beso que envió esa oleada de alegría hormigueante arremolinándose por dentro.
"Mm." Protestó cuando Kurama se soltó, sonriendo un poco. Hizo una pausa.
"Hiei, ¿estás seguro de esto? ¿De... nosotros?"
Hiei suspiró con satisfacción, entrelazando sus dedos con los dedos de la mano de Kurama.
"Hn." Murmuró, permitiendo a su compañero colocar sus brazos alrededor de él en un abrazo con olor a rosas. Sabía que era toda la respuesta que Kurama necesitaba para comprender. Y lo hizo.
"Uno de estos días, voy a enseñarte a utilizar palabras."
Y Yukii se queda sin palabras Y.Y
Lamento haber tardado tanto, pero este capítulo se me ha resistido muchísimo n.n" Y si no hubiese sido por Sanasa, todavía habría tardado más, así que dadle las gracias XDD
Como dos personas me lo preguntaron, lo explico aquí arriba. Yoroshii significa está bien o de acuerdo. Aunque por lo que pone en el diccionario hay otros posibles significados, pero no viene al caso aquí.
Reviews!
Yami To Hikari, creo que fuiste la que menos esperaste n.n Pues el fic lo leí aquí en FanFiction. Hasta no hace mucho estaba, pero por algunos problemillas la autora lo tuvo que quitar... una verdadera lástima. Muy contenta de que te gustara n.n
Siesna, hubiese sido una de las mejores fotos XD Nada, lo primero son los estudios, ya encontrarás tiempo para la traducción n.n
Ruri-Sakuma, las felicitaciones se hicieron llegar a la autora, quien está encantada de que le digan eso XD Tus deseos se cumplieron, apareció Mary-Sue, hubo otra escenita y esos dos chicos volvieron a salir XD Pues ya te dije que no sabía nada de Kyou Kara Maou n.n Espero que tu review no se cortara demasiado.
Vanne, leer va bien para desestresarse n.n Yo diría que también voy un poco perdida, más por la sección inglesa que por ésta. Nada como tener suficiente tiempo para poder hacerlo todo...
Azusa, volvieron a salir XD Se te nota que estás emocionada. Ah, sabes, cuando me leí el fic por primera vez (y ahora me vuelve a pasar) cada vez que veía o oía algo relacionado con el golf me venía a la cabeza la escena y una sonrisa tonta aparecía en mi cara, la cual trataba de disimular, claro XDD
Nima, Hiei dice eso de 'tomato, tomahto' porque, si recuerdas, Kurama le corrige cuando él dice 'patelitos' en vez de 'pastelitos', como queriendo decir que qué más daba cómo le llamase XD Ya felicité a la autora de tu parte n.n
Sanasa, ¡aquí tienes el tercer capítulo! :D Se lo pregunté a Rachel y me dijo que sí. El diámetro es justo ése, se midió su propia nariz e hizo los cálculos. Aunque dice que comprobó hace poco el diámetro y lo habían cambiado, así que ahora es de 2,859,680,000 narices XDD Jejeje, pues yo todavía no me creo que esté traduciendo LCS (y eso que ya va siendo hora XD) Ah, a ver, que no te entiendo... ¿por qué dices que si das vergüenza? Y en relación a la otra pregunta... pues no te puedo contestar, porque no tengo idea del porqué. Yo también me lo pregunto, porque total, lo único que hago es traducir. Las autoras deberían recibir más (no hace falta que lo discutamos ;P).
AomeRL, pues estoy encantada de saber que Idiom Laurels pasa a ser tu autora favorita, a mí también me gusta muchísimo, sus fics son divertidísimos n.n Pues este fic no lo podrás encontrar en FanFiction, porque la autora tuvo que quitarlo en contra de su voluntad, pero bueno, tampoco creo que sea apropiado explicarlo aquí n.n'' Aps, no hay segunda parte.
Gadiss, jeje, a mí Sue también me desespera en algunos momentos (¿algunos sólo? XD) y las escenas de Kurama y Hiei son todas geniales n.n
Yaired, vaya, pues muchas gracias por haber leído los fics! Muy contenta de saber que te han gustado :D Jeje, pues ya sumo un review más a los demás XDD Gracias por leer, de nuevo n.n
Y bueno, ahora sólo queda el epílogo. ¡Hasta entonces!
