Comienzo del viaje. Destino: España
Dos meses habían pasado desde que Harry fue a vivir con un completo extraño, del cual ahora consideraba su amigo. En su estancia, ambos habían aprendido del otro, Harry entre otras cosas, había perfeccionado sus defensas mentales que decir que no tenía ninguna, su físico, poco a poco se iba desarrollando debido a los intensos ejercicios que ambos se sometían. Al principio era Scott quien forzaba a Harry pero un mes después de comenzar las rutinas de ejercicios habían echo a Scott replantearse el seguir ejercitando el cuerpo ya que Harry le había tomado el gusto a eso de sudar. Otra de las cosas que habían llevado en práctica era las normas de sociedad a la que sin duda serían expuestos cuando viajaran a Francia.
Por otro lado, Scott había aprendido de Harry bastante sobre DCAO, entre ellos el patronus, algo de lo que se sintió orgulloso cuando consiguió darle forma definida, siendo un tigre la forma elegida y también duelo entre otras cosas.
Con respecto a como Harry era capaz de hacer magia fue bastante sencilla, Scott le explicó como era que detectaban la magia.
Flash Back- Oye Harry ¿Tu sabes algo de duelo? – Preguntó Scott una vez que hubieron terminado de practicar las lecciones de sociedad – Quiero decir si lo que se cuenta es cierto, se dice que eres uno de los mejores de tu promoción en DCAO.
- Digamos que sé defenderme en caso de ataque – Dijo Harry dándole un trago a su cerveza de mantequilla - ¿Porqué?
- Si te digo la verdad, en relación a hechizos no estoy mucho más avanzado que lo que estaría un alumno de 5º curso y sinceramente para la aventura que vamos a emprender necesitaremos que ambos poseamos todas las armas que podamos.
- Parece que estás mostrando algo de miedo – Dijo Harry en tono burlón.
- Lo tengo, no creas que me gusta lo que vamos a hacer, cuando era pequeño, fantaseaba que me cuando creciera me iría de aventuras por todo el mundo, salvando a todos aquellos que estuvieran en peligro, y si alguna vez era conocido, lo sería por lo que soy no por quien fue mis antepasados.
- Te entiendo mejor de lo que crees – Dijo Harry en tono ausente.
- Sin embargo, cuando murió mi abuelo, murió mi única familia, mi mamá murió al darme a luz, y eso era algo que mi padre nunca me perdonó, me culpaba de su muerte, y comenzó a beber, mi abuelo viendo los delirios de su hijo, me sacó de su casa y me llevó a vivir con él, fue mi única familia.
- ¿Que pasó con tu padre? – Preguntó Harry interesado.
- Hace 5 años nos informaron que se había aventurado al callejón Knockturn, iba sólo y ebrio, con su varita comenzó a lanzar hechizos a todos los que se le ponían por delante, tres días después lo encontraron en un vertedero muerto con evidentes signos de tortura en su cuerpo
- Pues como te contaba, cuando murió mi abuelo, creí que nada volvería a ser igual, mi abuelo me educó, me enseñó a ver la humanidad en los demás, incluidos los muggles, a luchar por aquello en lo que creía, pero cuando murió mi mundo se vino abajo, no quería salir de mi casa, apenas si comí si no llega a ser por Samy.
- ¿Samy?
- Es mi elfina doméstica, ahora mismo está en un encargo, tardará unas dos semanas en volver – Respondió Harry rápidamente.
- Después encontré los escritos que ocultaba mi abuelo, hablaban sobre los herederos y sobre ti, había notas de todo tipo, sobre las costumbres que los magos habían perdido, y que debían recuperarse, de las dos herederas, sobre todo de la de Ravenclaw, ya que es la que más difícil es acercarse y sobre ti. Ahí fue donde comprendí que la profecía que en el lecho de muerte me contó mi abuelo se refería a ti.
- Sin duda tu abuelo debía ser un gran mago para saber tanto sobre diferentes magos.
- Oh sí, mi abuelo pensaba que un mago no se educaba en una escuela de magia, sentado sin hacer nada, si no que debía conocer mundo, aprender a descubrir las cosas por ellos mismos y era un fiel seguidor sobre la teoría de que ambos mundos, el mágico y el muggle debían volver a unirse.
- No creo que los muggles estén preparados para saber algo como lo que es la magia – Dijo Harry pensando en sus tíos.
- Pero lo pueden estar, todo es cuestión de adaptarse – Repuso Scott al comentario de Harry.
- Fue después de leer todos estos documentos y ver lo que mi abuelo pensaba de mí, que me propuse seguir adelante, poder llegar a ser un hombre como él lo fue, vivir mis días al límite y ayudar a mis iguales en momentos de angustia. Por eso fui a buscarte, desafortunadamente sabía que yo solo no podría con Voldemort y necesitaba ayuda, decidí que era hora de que los herederos de Hogwarts volvieran a reunirse.
- Desgraciadamente, como sabes no puedo hacer un movimiento de varita sin que los del ministerio lo sepan.
- Pero existe un modo de que no lo sepan, creo recordar que mi abuelo me dio una poción cuando cumplí los 10 años que inhibía el control del ministerio sobre aquel que lo tomaba, tiene que estar en algunos de sus libros.
Fin del Flash Back- Bueno Scott, nos preparamos física, mental y mágicamente, pero quedan varios puntos vacíos que deben ser rellenados, cómo por ejemplo el idioma.
- De eso se está encargando Samy, eso es la misión que le encargué, no sé cuanto tiempo puede tardar porque los objetos que buscan son muy escasos y están repartidos por todo el mundo, le e encargado que consiga todos los talismanes del pensamiento que pueda reunir.
- ¿Talismanes del pensamiento? Nunca había oído hablar de ellos.
- No muchos lo han oído hablar, yo los descubrí por los escritos de mi abuelo, cuando llevas uno puesto y una persona te habla en otro idioma, a tu mente llega toda la información sobre el habla de tu interlocutor.
- Fascinante – Dijo Harry pensando lo que daría su amiga Hermione por uno de ellos - ¿Cuándo iremos a comprar las cosas? – Pocos días atrás Scott y Harry habían acordado que irían de compras tanto al mundo muggle para comprar ropas para ambos que pudieran pasar desapercibidos en dicho mundo y al callejón Diagon a hacer varias paradas en varias tiendas, entre ellas a la tienda de pociones, para encontrar una poción para curar la miopía de Harry y una borra cicatrices para borrar la cicatriz de Harry, del mismo modo que a abastecerse de túnicas de todo tipo ya que si querían llegar hasta la heredera de Ravenclaw tenían que aparentar ser bastante ricos.
- Mañana por la mañana temprano, primero iremos al callejón, cuando los negocios abren, así será más difícil que alguien que te conozca pueda llegar a reconocerte.
- Lo sé, pero si queremos que nuestro plan salga bien, me imagino que cuando lleguemos a Francia tendré que dejarla visible – Harry no esperó que su amigo le respondiera, sabía perfectamente que así sería
Del dicho al echo, por la mañana temprano ambos partían a Londres en autobús muggle, por todos los medios intentaban evitar los medios de transporte mágicos ya que hasta que Harry no tuviera un cambio de imagen se arriesgaban a que alguien de la orden o incluso algún mortifago lo reconociera, a estas alturas seguramente sería la persona más buscada de todo el mundo mágico y era de extrañar que no hubiera tenido noticias suyas por medio del diario el profeta.
La visita al mundo muggle fue para ambos amigos como si soltaran a un par de niños pequeños en una tienda de golosinas en el que nadie los vigilara. Aunque era Harry el que tenía que frenar a Scott cuando intentaba comprar algo realmente pasado de moda o de colores muy llamativos.
No obstante la visita al callejón Diagon fue un cambio en la actitud de ambos, Harry llevaba una gorra puesta con el fin de ocultar su cicatriz, no así en las primeras tiendas era Scott quien entraba a pedir los productos, sobre todo en la tienda de pociones, donde se abasteció de las pociones que Harry necesitaba para curar su problema de visión y ocultar su cicatriz así como algunas otras pociones que no podían fabricar ellos, bien porque estaba fuera de sus posibilidades o bien porque tardaban mucho tiempo en crearse
En Madame Malkin, ambos se compraron varias túnicas de gala y de diario, ya que aunque Scott poseía algunas no había vuelto al callejón Diagon desde la muerte de su abuelo por lo que muchas le quedaban pequeñas.
- Creo que deberíamos irnos ya – Dijo Harry mirando alrededor viendo como algunos aurores patrullaban en busca de actividad mortifaga y sinceramente no le hacía gracia que alguno lo reconociera.
- Si, de todas formas creo que Samy ya habrá llegado, lleva cerca de dos meses fuera y en su último informe me dijo que pronto llegaría – Dos meses era el tiempo que Harry llevaba con Scott en su casa y en el que habían planeado su espectacular viaje.
El trayecto hacia la casa de Scott lo hicieron por medio de polvos flu, ya que no deseaban perder tanto tiempo en un trayecto tan largo. Al llegar a la casa, ambos percibieron un rico olor a estofado lo que anunciaba que Samy, la elfina perteneciente a Scott había regresado.
- Buenos días amo Scott – Salió una elfina vestida con una faldita elegante y una blusa con un sombrero azul a juego que tenía agujeros para las orejas, el ropaje de elfina estaba muy cuidado y aseado.
- Buenos días Samy, te presento a mi amigo Harry Potter, ya sabes de él y nos ayudará en la misión.
- Un honor conocer al señor Harry Potter señor – Dijo la elfina haciendo una inclinación.
- ¿Es una elfina libra? – Preguntó Harry mirando detenidamente a Samy.
- Bueno, nació en esclavitud pero mi abuelo la liberó siendo todavía pequeña, está acostumbrada a la libertad, pero trabaja para mí.
- Mi amiga Hermione daría saltos de alegría si te viera hablar así, es una fanática por la libertad de los elfos domésticos.
- Amo Scott, la comida estará lista en unos minutos, si me disculpan iré a preparar la mesa – Sin más la elfina desapareció por la puerta de la cocina dejando un tanto confundido a Harry.
- No te ha dicho si a conseguido los talismanes del conocimiento y cuantos a conseguido – Dijo Harry confuso por el comportamiento de la elfina.
- Es normal, a llegado a la casa y ha visto que la comida no estaba echa, ella no estaba muy de acuerdo en irse al encargo que le mandé, creyó que no sería capaz de cuidarme yo solo y ahora que ha llegado creerá que no me e alimentado como dios manda – Dijo Scott con una sonrisa – Pero no te preocupes, seguro que en la comida nos lo cuenta. Por cierto, no se si te importa, pero Samy está acostumbrada a comer conmigo en la mesa.
- Sin problemas – Dijo Harry volviendo a cargar todas sus compras – Voy a llevar esto a la habitación y a tomarme la poción para los ojos.
Así Harry tomó todas sus cosas y se dirigió hacia su habitación, al llegar ni siquiera se molestó en desempacar la ropa que había comprado, sacó ambas pociones y se tomó la poción que corregiría su falta de visión. Al tomársela sintió un mareo y ganas de vomitar, en cinco minutos se quitó las gafas dándose cuenta que su visión poco a poco iba mejorando y que las gafas le estorbaban.
Estrenando su nueva visión sin necesidad de gafas, Harry miró toda la habitación como si la acabara de ver, sinceramente no sabía como no había comprado esa poción antes cuando hacía maravillas y no entendía porqué los demás magos del mundo no la usaban. Tomando el tarro que le borraría la cicatriz, vio que era una pasta pegajosa de un color marrón claro, se la untó en la cicatriz y vio que la pasta se adaptada al filo perfectamente a su piel, sabía que esa pasta era provisional y que se podría quitar como quien quita una pegatina de un cuaderno pero sin duda sería un alivio que no lo reconocieran por su cicatriz.
Se dirigió de vuelta hacia el comedor donde encontró a Scott que volvía de soltar también sus cosas de su dormitorio. Samy sin duda había preparado un banquete y sin pensárselo dos veces se pusieron a comer con ganas
- Amo Scott, sólo e conseguido encontrar nueve talismanes del conocimiento, sé que existen otros 10 pero pertenecen a diferentes ministerios de magia y no se me a permitido siquiera verlos.
- Tranquila Samy, con ellos bastará por ahora.
- Ahora la pregunta sería el como nos iremos – Dijo Harry calculando las posibilidades del viaje ahora que lo tenían tan cerca – Por medios mágicos pueden llegar a rastrearlos si ponen los medios necesarios, y en trasportes muggles suelen haber registros y controles de pasaportes e identidad.
- ¿Y en barco? – Preguntó Scott sopesando también las posibilidades – Si consiguiéramos colarnos en un barco.
- Sería mejor que compráramos, es decir, compramos un barco mercante muggle, dejando contratada a toda la tripulación, nos buscamos una persona que nos lleve todos los papeles y hacemos que el primer viaje en el barco sea hacia España, nosotros como dueños para inaugurar nuestro negocio viajamos en él de forma que todos pensarán que queremos comprobar si hemos hecho una buena inversión.
- No es mala idea la tuya, así de todas formas tendríamos una fuente de ingresos extras, digo no es que nos haga falta el dinero, pero haciendo una cuenta en un banco muggle internacional podríamos hacer nuestras transacciones en el mundo muggle con las cosas esas de plástico.
- Tarjetas de crédito – Dijo Harry cansadamente como si se lo hubiera repetido infinidad de veces.
- Lo que sea, sinceramente, puedo hacerme pasar en la calle por un muggle pero cuando te pones a hablarme de su tecnología y costumbres me pierdo.
- Es algo normal en los brujos de sangre limpia, y los que hemos sido criados por muggles nos desespera que no conozcáis cosas tan simples como la electricidad.
Lugar: Barco mercante. Palasur.
Destino: Costas Asturianas. España.
Fecha: 31 de agosto.
Hora: 7.30 am
- Me parece todavía increíble que hallamos salido de Inglaterra sin que los de la orden nos hallan seguido los pasos – Dijo Harry observando el basto océano con la mirada perdida.
- Es una corazonada pero creo que realmente saben que estás aquí conmigo y que has salido de Inglaterra – Contestó Scott recostado en la barandilla que daba al puente de mando.
- Si yo también lo he pensado, pero no puedo imaginar porqué Dumbledore dejaría que abandonara Inglaterra, al fin y al cabo para él solo soy su preciada arma contra la lucha del mal y lo que menos querría era perderme de vista e incluso mañana cuando vean que no e ido a Hogwarts comenzarán a correr rumores.
- ¿Te arrepientes? – Preguntó Scott con una mueca un tanto cómica.
- No, pero debes de saber que a partir de mañana no sólo estaremos buscados por la orden sino también por Voldemort – Contestó Harry sin variar su expresión.
- Habla por ti, de mí no saben más de lo que puedan saber de un muggle.
- Hablo de los dos, no tardarán mucho en saber que mi fuga no habría podido llevarla a cabo y date por seguro que ambos bandos te considerarán enemigos hasta que volvamos a Inglaterra.
- Lo sé, pero creo en el fondo que debemos hacer esto, mi corazón me dicta que estamos haciendo lo correcto, aunque el resto del mundo no lo vea así.
- Ni yo mismo lo veo así – Dijo Harry volviéndose y mirando a su amigo a los ojos – Mi nombre viene acompañado de muerte y sufrimiento, sinceramente no me apetece involucrar a más personas en esta guerra, ni siquiera personas tan poderosas como lo son tú o lo son las herederas.
- Estás hablando de esta guerra como si sólo te concerniera a ti, y eso es algo que tanto tú como el resto del mundo está equivocado, esta guerra nos pertenece a todos ya que si Voldemort consigue hacerse con el control del mundo no habrá libertad para nadie.
- Pero antes de buscar la libertad de nuestros semejantes debemos buscar nuestra propia libertad, ¿no es así? – Dijo Harry dedicando una sonrisa amarga.
- Eres libre amigo mío
- Yo no lo veo así.
- Decidiste por cuenta propia acompañarme, tomas tus propias decisiones sin contar con lo que piensan los demás, buscas la felicidad para tus iguales incluso cuando a ti se te a negado, sin duda creo que no hay una persona más libre que tú.
- Me sorprendes Scott, llevo la marca del mal en mi piel y hablas de mi como si fuera el Mesías enviado al mundo para dar testimonio de algo que no conozco. No soy un héroe sabes, por mucho que todos intenten decir lo contrario.
- Una vez mi abuelo me dijo, que los héroes no son aquellos que deciden serlos, sino los que se ven arrastrados por los acontecimientos y los asumen aun en contra de su voluntad.
- Me gustaría ser como tu amigo, eres capaz sin duda de alimentar de esperanza incluso a la persona que ha perdido toda fe en su corazón. Sin duda alguna eres digno de considerarte el heredero de Gryffindor y me siento orgulloso de ser tu amigo.
- Nunca hemos hablado de esto sin duda, pero soy yo el que se siente orgulloso de poder compartir esta cruzada contigo y que me consideres amigo – Hubo una pausa de unos minutos en los que ambos reflexionaban las palabras de ambos – Bueno acabamos de compartir un momento tierno, no esperarás un abrazo o algo por el estilo – Sin duda a Scott le incomodaban los silencios prolongados y siempre tenía que decir algo que rompiera dicho silencio, a lo que Harry esbozó una sonrisa.
- Ya llegamos, a lo lejos podía divisarse la costa asturiana, sin duda lo que sería el comienzo de un viaje en el que por una vez ambos estarían lejos de la protección de Inglaterra.
Ambos se ajustaron perfectamente el talismán del conocimiento asegurándose que los tuvieran en sus lugares, estos talismanes consistían en un pequeño amuleto con forma de estrella colgado del cuello con una fina cuerda de color negro. Fueron en busca de sus pertenencias que consistían en dos mochilas ampliadas mágicamente para llevar todas sus pertenencias. Al cargarse la mochila, Harry sintió como algo invisible pasaba por detrás suya, pero no se molestó en darse la vuelta para ver que era, ya que aunque Scott le había ordenado a Samy que permaneciera en la casa y ella normalmente cumplía sus ordenes, no cumplía aquellas órdenes que podrían exponer en peligro a su amo, así que ambos hicieron durante todo el trayecto como el que en realidad iban solos.
El puerto en el que desembarcaron estaba a esas horas comenzando a cerrar sus negocios ya que el trayecto se había llevado casi todo el día en viajar desde Inglaterra hacia España, así que lo primero que tuvieron que hacer es ir en busca de una posada en donde pudieran pasar la noche.
Se dirigieron a un pueblecito muggle, alejado de la ciudad, cerca de las cumbres montañosas que allí habían. Sin duda alguna, un gran lugar para pasar las vacaciones, los habitantes eran realmente agradables, pero ellos no podían pararse a hacer amistades ya que el próximo rumbo que tenían que hacer era hacia la ciudad de Toledo, el lugar sin duda con fama de hacer las mejores espadas con el mejor acero del mundo.
Al llegar a una de las posadas frecuentadas por visitantes extranjeros se acercaron hasta el mostrador y aguardaron hasta que la chica de no menos de 25 años les dijera alguna palabra con el fin de que los talismanes comenzaran a hacer efecto.
- ¿En que puedo ayudaros? – Preguntó la chica, y Harry sintió como una oleada de conocimientos sobre el idioma llegaban a su mente a una velocidad vertiginosa haciéndole marearse un poco.
- Quisiéramos una habitación compartida con camas individuales por favor – Dijo Scott recuperándose del pequeño mareo que le había invadido.
- Un momento por favor – La chica se dispuso a teclear el ordenador en busca de alguna habitación disponible – Tenemos una disponible, pero es de mayor lujo y es un poco más cara – Dijo la chica mirando a ambos con escepticismo sin creer que pudieran pagar la habitación.
- Nos la quedamos, sólo estaremos una noche – Harry se adelantó lo que sin duda diría Scott.
- Por favor firmen aquí y síganme – les señaló el libro de registros de los huéspedes para a continuación guiarlos a ambos a una habitación sin duda bastante cómoda para pasar sólo una noche – Que tengan una buena noche señores.
Sin ninguno de los dos pararse a comentar sobre la habitación o los planes que tenían por hace a España se cambiaron de ropa y se durmieron rápidamente para poder levantarse temprano al día siguiente.
Lugar: Ciudad de Toledo. España
Fecha: 1 de septiembre
Hora: 3.30 pm
- Bueno, estamos en la bella ciudad de Toledo, donde son forjadas las mejores espadas e indumentaria de guerras pasadas – Comentó Harry mirándolo todo con asombro, estaba seguro que los Dursley se morirían de envidia si supieran en donde estaba en estos momentos - ¿Hacia donde nos dirigimos?
- Creo recordar que el lugar donde vendían las espadas de mejor calidad y al mejor precio estaba por aquí – Dijo señalando Scott una callejuela poco transitada.
- ¿Ya has estado aquí antes? – Preguntó Harry con asombro.
- Mi abuelo trabajó durante cinco años en el departamento de Cooperación Mágica Internacional, durante esos años mi abuelo viajó conmigo hacia diferentes países e incluso llegué a ver en un par de ocasiones a las herederas, aunque yo por ese instante no lo sabía, en el fondo creo que mi abuelo se veía venir esta situación y que él no estaría conmigo para cumplir el mismo su cometido, por eso me trajo a todos estos lugares y me enseñó todo lo que sé.
- Sin duda alguna tu abuelo sabía lo que hacía – Dijo Harry asombrado por la capacidad de razonamiento del abuelo de Scott
- Lo sé, era un gran hombre, seguro que ahora su alma descansa en paz – El tono de voz de Scott le anunció a Harry que debía cambiar rápidamente de tema
- Hemos llegado – Dijo Harry viendo en una tienda un escaparate en donde se exhibían todo tipos de armas y escudos
Al entrar el vendedor no les prestó mucha atención, eran muchas las personas que entraban en la tienda sólo para observar las espadas y sólo aquellas personas que se dedicaban a la tauromaquia y coleccionistas compraban algo. Ambos se dividieron con el fin de comprar alguna, no es que les hiciera mucha falta, pero ahora que estaban en otro país y con otras leyes preferían usar la magia lo menos posible.
Al salir de la tienda ambos iban cargados con dos cajas debidamente envueltas, en cuyo interior iban dos espadas largas sin ningún tipo de adornos y sin ser demasiado llamativas, pero sin dudas resistentes. Pararon a tomar algo en una cafetería, sin duda estaban ya cansados de tanto viaje en dos días y todavía les quedaba mucho por recorrer así que no era necesario gastar todas sus energías rápidamente.
Después de tomar una grata comida se dirigieron en tren hacia Andorra, el punto entre España y Francia, un paso menos para llegar hacia la heredera de Ravenclaw, aquella que tendría el secreto de cómo activar el poder de la luz, la misma que su acceso estaba restringido por su padre y la cual pretendían llegar.
Lugar: Hotel de las cumbres. Andorra
Fecha: 3 de septiembre
Hora: 8.30 pm
- No te vas a creer lo que acabo de oír de un muggle – Dijo Harry entrando con el pelo humedecido a la habitación de Scott.
- Si no me lo dices nunca lo sabré, ¿no crees?.
- Bueno es algo gracioso, según dicen por los bosques de los alrededores dicen que existe un hombre, que más que hombre es un gigante, vive sólo con sus caballos y que todo aquel que se adentra en sus terrenos lo despedaza con un arma que siempre lleva y luego se los come.
- Bonita historia para tratarse de un pueblecito muggle – Dijo Scott sonriendo.
- Si, tuve que aguantarme la risa, sobre todo cuando me dijo que su ropa eran las pieles de aquellos a los que mataba – Dijo Harry tirandose en la cama de Scott – Sin duda alguna, si un muggle viera a un gigante no lo catalogaría de hombre y menos que cuida caballos.
- Sin duda, el tren no sale hasta mañana por la tarde, quieres ir a buscar a ese misterioso gigante – Dijo Scott en tono de broma.
- Por Merlín y perderme el programa del corazón que van a echar en breves instantes – Dijo Harry en el mismo tono.
- Bromas aparte, ese bosque parece ser realmente acogedor, podríamos ir a dar un vistazo por los alrededores, y quien sabe quizás algo de razón tengan los muggles, sabes perfectamente que todas las leyendas muggles se basan en hechos mágicos en los que los distintos ministerios han intervenido borrando la memoria a aquellos que ven algo que no deberían ver.
- Quedan tres horas para que anochezca – Dijo Harry consultando su reloj – Bien podríamos ir a dar un vistazo.
Tomando sus varitas y las espadas recién adquiridas salieron del hotel sin que ningún muggle los viera, lo menos que querían era que se lanzara un rumor sobre que dos locos suicidas se habían internado en un bosque maldito oculto por una terrorífica bestia.
Comenzaron adentrándose en los límites del bosque sin apenas preocupación, confiados en que dos magos armados no podrían pasarle nada. No obstante conforme se iban adentrando en la espesura del bosque sentían como si alguien o algo les observara entre la maleza.
- Es imaginación mía o hay algo que nos sigue – Preguntó Scott apretando la empuñadura de su espada.
- Algo nos sigue, creo que otra vez, para nuestra mala suerte, tienes razón – Dijo Harry con los pelos de la nuca de puntas – Sinceramente sólo a mí se me ocurre seguirte a algo que no tenga que ver con lo que hemos venido a hacer.
Llegaron a un pequeño claro y lo que fuera que los siguiera estaba sin duda cerca, ya que notaban una fuerte respiración que venía de algún lado que no podían identificar.
- Recuérdame Harry que la próxima vez que quiera internarme en un bosque me golpee la cabeza – Dijo Scott ya sin ocultar su miedo y sacando la espada empuñándola con una mano mientras con la otra sacaba la varita.
- Cuando se te ocurra otra de estas ideas te golpearé yo mismo – Dijo Harry haciendo lo mismo que su compañero.
- ¿Quienes sois? – Se escuchó una voz algo ronca como si no estuviera acostumbrado a hablar muy seguido. Viendo que se acababan de meter en un buen lío decidieron aceptar lo que viniera con valor
- Me llamo Scott Kilvert, heredero de Gryffindor y a mi lado Harry Potter, el niño que vivió – Dijo Scott con una voz clara – Identifícate – Ordenó con voz imperiosa.
- El heredero de Gryffindor y el niño que vivió – Se escuchó una risa bastante bonachona y eso hizo que ambos relajaran un poco sus nervios, pero que sin duda confirmaban sus sospechas, fuera quien fuera pertenecía al mundo mágico – Y bien que les trae al heredero de Gryffindor y al niño que vivió por estos lugares.
- Nuestros asuntos son cosa nuestra – Contestó Harry por primera vez, sin duda el tiempo que había pasado alrededor de los de la orden era no dar detalles de la misión – Y no has respondido a nuestra pregunta.
- Valla, valla, tienes agallas chaval, pero te hará falta algo más que eso si quieres enfrentarte a mí – De entre las sombras salió una figura sin duda casi rozando los dos metros, y de apariencia bastante fuerte, tenía un pelo negro oscuro espeso y ojos negros también, en su mano portaba una gigantesca hacha que sin duda no le importunaba a aquel extraño el peso que podría llegar a tener – Sin embargo porqué no decirte mi nombre, me llamo Máximo y a diferencia de ustedes carezco de apellido.
- Joder Scott, es un semigigante – Le susurró Harry por la comisura del labio
- Ya lo veo – Le susurró del mismo modo.
- Joder Scott, a los semigigantes no les afecta la magia del mismo modo que a los humanos – Volvió a susurrar Harry guardándose la varita pues la veía innecesaria, cosa que fue imitada por su amigo.
- Valla, parece que conocéis mi condición – Dijo con voz helada – Sólo por saber quien soy tendré que mataros, no puedo permitir que enviéis al ministerio para que me dé caza.
- Harry mierda piensa en algo – Dijo Scott mientras veía como aquel tipo llamado Máximo se preparaba para atacar con su hacha.
- No haremos tal cosa – Dijo Harry sin saber porqué no creía que les hiciera daño, en parte por el recuerdo de su amigo Hagrid allá en Hogwarts.
- Ja, y porqué debería de creeros – Dijo Máximo acercándose de forma amenazante, Scott se preparó para atacar pero Harry bajó su espada y la clavó en la tierra húmeda.
- Porque no eres el primer semigigante que conozco – Era el momento de rezar al dios que fuera que rezara.
- Te equivocas, no existe ningún semigigante en el mundo, soy único en mi especie – Dijo parando su marcha pero sin relajar el hacha.
- Te equivocas, en Inglaterra existe otro, se llama Rubeus Hagrid, es guardabosques en el colegio de Hogwarts de magia y hechicería y es un buen amigo mío – Scott relajó también su espada al ver que poco a poco la confianza del tal Máximo comenzaba a flaquear – Y la directora del colegio Beauxbatons de Francia también es una semi-gigante.
- Pues creo que los equivocados sois vosotros si pensáis que podéis engañarme – Rugió otra vez Máximo y Harry pudo darse cuenta que no tendría más de 20 años. – Para empezar, Harry Potter tiene una cicatriz en la frente y es inglés.
- Lo es – dijo Scott preparado para tomar su espada y saltar sobre él, puede que su amigo confiara en él, pero había oído hablar cosas realmente de los gigantes y no estaba dispuesto a caer bajo sus redes. En ese instante Harry se quitó la piel sintética (por llamarlo de algún modo) que le cubría la cicatriz dejando al descubierto aquello por lo que era famoso y casi no podía recordar.
- Valla parece que es cierto – Dijo bajando el hacha y suavizando la voz hasta dejar de parecer amenazante – Disculpad mis modales, pero desde hace dos años atrás las cosas empeoraron.
- ¿Qué quieres decir? – Dijo Scott enfundando la espada viendo que la amenaza había desaparecido.
- Aceptad mi invitación hacia mi morada y allí os lo contaré todo – Máximo se colgó su hacha en la parte de atrás de su espalda y se encaminó a través de un sendero que ninguno había visto en un principio.
Caminaron durante un cuarto de hora sin rumbo aparente, hasta que llegaron a una enorme empalizada de unos dos metros y medio de alto. Máximo empujó con fuerza lo que parecía ser la puerta y accedió hacia un altiplano, allí había unos seis caballos pastando. En el fondo del prado que allí había, una casa de considerable tamaño echa de piedra en la que a Harry le pareció muy parecida a la cabaña de Hagrid.
- Por favor poneos cómodos – Dijo tomando asiento en una butaca – Perdonad el desorden pero no suelo estar acostumbrados a visitas – Harry observó que en la casa había varias cosas en las que sin duda un semi gigante habiendo crecido sólo no podría haber conseguido, entre otras cosas, algunos libros de magia.
- ¿Vives aquí solo? – Se aventuró a preguntar Scott
- No siempre fue así – Dijo mientras ofrecía a ambos una bebida de lo que parecía aguamiel – Antes venían muchos profesores del colegio de Aragón de magia y hechicería
- ¿Qué pasó? – Preguntó Harry sabiendo que detrás de esa fachada se encontraba una terrible historia.
- Hace 17 mi madre, la líder de un clan gigante quedó embarazada de un mago de la zona, no me preguntéis como se conocieron y cual es su nombre, porque no lo sé, lo único que sé... – Dio un sorbo de su vaso antes de continuar – es que los otros gigantes mataron a mi padre y después de cinco años de maltrato por parte de otros gigantes me fugué del clan, no tardé en ser encontrado por muggles, el problema que yo por ese entonces estaba educado como gigante y mi comportamiento era muy violento, a parte que no entendía nada.
- ¿Eso no explica que tengas conocimientos de la magia? – Le cortó Harry un poco impaciente por ver concluida la historia.
- No, eso no explica, pero si lo explicaría si por casualidad mi condición llegara a uno de los profesores del colegio ya mencionado – Dijo y en sus ojos se vio como su mente vagaba a tiempos mejores – El me educó y me enseñó todo lo relacionado con la magia, incluso de ti – dijo señalando a Harry – El construyó esta casa para mí, ya que no era bien visto entre los magos de mi edad y el consejo escolar pidió mi expulsión, todos los días venía a verme, ya me había enseñado a hablar el idioma, el mismo comenzó a enseñarme magia, me consiguió una varita – Harry vio que en la repisa de la estantería se hallaba una varita de cedro en perfecto estado – Pero hace tres años, una manada de hombres lobos se instaló en este bosque, y en una de sus visitas lo mataron, a partir de entonces juré vengarme, me conseguí esta hacha y les di caza uno a uno.
- Eso explica el porqué no eres bien recibido entre el ministerio de magia ¿verdad? – El tono de Scott denotaba que había dejado atrás cualquier desconfianza que pudiera tener en él – Algunas familias tenían oculta la condición de hombres lobo y te acusaron de asesinato y de peligroso.
- Más o menos eso fue, e intentado irme muchas veces de aquí, pero después, a donde iría, desconocía la existencia de otros semi gigantes y no sabría como el resto de la comunidad mágica me trataría. Cambiando de tema, a donde se dirigen dos distinguidos magos como vosotros – Harry miró de reojo a Scott y vio que no haría ningún mal en contárselo, al fin y al cabo, él les había contado su vida.
- Nos dirigimos a París, en busca de la heredera de Ravenclaw – Tardaron dos horas en poner al corriente de todo lo que sucedía en el mundo mágico y el plan que pretendían llevar a cabo.
- Sin duda alguna, o sois muy valientes o estáis realmente locos, pero en fin cada cual a lo suyo – Scott miró por la ventana y vio que ya había oscurecido y que era entrada ya la noche.
- Se nos hace tarde Harry, debemos partir, mañana nos espera un largo día – Harry miró por la ventana y vio que su amigo tenía razón.
- Dudo mucho que podáis salir ahora – Cortó Máximo su retirada – Este bosque esta lleno de criaturas que sin duda no dudarán en haceros daño, y es luna llena, por lo que los hombres lobo ya estarán transformados.
- Dijiste que tu los habías matado a todos – Dijo Harry elevando un poco el tono de voz.
- Dije que había matado a la manada que mató a mi maestro – Corrigió Máximo – Este bosque poco a poco se ha ido poblando de criaturas mágicas, creo recordar que no muy lejos de aquí existe una manada de centauros, son realmente agradables, suelo pasar mucho tiempo con ellos.
- Si tu dices que los centauros son agradables, tendré que creerte – Dijo Harry recordando la manada que habitaba en el bosque prohibido.
- Puedo ofreceros dos cosas de mí, la primera es cobijo en mi casa por el día de hoy – Dijo Señalando dos grandes sillones – La otra es mi compañía, sin duda quiero ver algo más que no sea este bosque.
- No pasarías desapercibido entre los demás y algo de lo que intentamos es pasar desapercibidos – Contestó rápidamente Scott muy a su pesar.
- Lo cual sería hasta llegar a la primera estación de metro ya que los muggles tienen dispositivos para detectar metales, y sin duda dos jóvenes portando espadas no pasan desapercibido.
- ¿Y que propones? – Preguntó Harry adelantándose a Scott.
- Mis caballos son fuerte, aguantan viajes bastante largos, y conozco una senda que no está controlado tanto por ningún muggle como por ningún mago y lleva directamente a Francia.
- Deberíamos conseguirte ropa adecuada, a donde vamos necesitamos parecer gente de dinero.
- No haría falta que yo fuera con vosotros en busca de la heredera, podría esperaros fuera, al fin y al cabo no pienso dejar a mis caballos solos – Harry y Scott se separaron un poco de su nuevo amigo para deliberar que hacer.
- De acuerdo Scott, estamos los dos metidos en esto por lo tanto es cuestión de los dos – Hablaba en susurros para que no pudiera oír y en cierto modo él respeto la intimidad para hablar sin tabú.
- Podría retrasar nuestro viaje Harry y lo sabes.
- No me gusta dejarlo aquí solo, cuando volvamos a Inglaterra podría conocer a mi amigo Hagrid, estoy seguro que ambos querrían conocerse y sinceramente no creo que pudiera estar muy seguro aquí.
- Amigo no se como lo haces para ver lo mejor de cada persona.
- Practica supongo, de todas formas, míralo, es fuerte y sin duda no le afectan lo mismo que a nosotros, podría ser de gran ayuda para la causa. Además, míralo de este modo, tu y yo hemos aprendido cosas nuevas uno del otro, estoy seguro que también aprenderemos de las otras dos herederas, porqué no buscar ayuda extra a parte de los herederos.
- Estás diciendo que formemos nuestro propio ejercito o algo así – Preguntó Scott con una ceja alzada.
- Dicen que la unión hace la fuerza, en Hogwarts hay bastantes personas que se unirán a nosotros, no dudo que mis amigos se enfaden conmigo por irme sin avisar, pero estoy seguro que se nos unirán.
- De acuerdo entonces – Dijo Scott alzando la voz para que Máximo lo oyera – Bienvenido al equipo amigo.
- No os arrepentiréis – Dijo Máximo con una sonrisa.
Así que lo que al día siguiente habría sido una marcha hacia Francia, al día de hoy era un día de compras para que Máximo pudiera tener ropa que no fuera echa de piel de animales que había cazado. Sin duda el dinero no les preocupaba, ambos tenían el suficiente dinero para vivir varias vidas sin preocuparse del dinero, y si eso no fuera bastante, el Palasur daba ingresos semanales y al ir a parar a un banco internacional muggle, con las tarjetas de crédito podían acceder al dinero siempre que quisieran.
Tres días después estaban listos para partir, dos caballos habían sido equipados para ser montados por Harry y Scott, los otros cuatro Máximo los había preparado para que tiraran de una carreta en la que transportarían todas las cosas que el trío llevaría. Para sus adentros Harry sonrió, ya que siempre se las ingeniaba para acabar formando parte de un trío.
