Los Niños Elegidos descansaron el resto del día, la batalla había sido demasiada dura para ellos y estaban agotados, acamparon en una pequeña cueva cercana al devastado campo de flores y allí pasaron la noche. Aprovechando el poco tiempo de descanso que tenían, Tai se fue a hablar con Matt.
- ¿Puedo sentarme? – preguntó al rubio.
- Sí, claro – contestó éste con la voz apagada.
Ambos se quedaron mirando el desolado paisaje sumergidos en sus pensamientos.
- Oye Matt tengo que decirte algo importante.
- Adelante – dijo éste sin inmutarse.
- Debes decírselo – apremió a decir Tai.
- ¿Decirle el qué? ¿A quién?.
- Matt, debes decirle a Sora que la quieres – dijo Tai firmemente.
- Ni hablar, de eso nada.
- Venga Matt, alguna vez tendrás que hacerlo, cuanto antes mejor.
- Tai, te he dicho que no, y si es que no, es que no y punto final.
- Maldita sea Matt, ¿es que no quieres entenderlo?.
- Pues no, ahora lo único que me preocupa es encontrar la forma de salvar a Sora.
- Te diré algo, de la mejor manera que puedes ayudar a Sora es diciéndola que la quieres, que la quieres con toda tu alma, eso la reconfortará.
- Tai, no sería capaz.
- Matt, en este mismo momento Sora debe estar sufriendo, no pienses solamente en ti mismo, Sora necesita nuestro apoyo y de quien lo más necesita es de ti, debes decírselo, por el bien de todos.
- ¿Por el bien de todos?, Tai, ¿qué quieres decir?.
- No, nada...
- Tai tu... a ti...
- Díselo por favor, tú eres la persona más importante para ella, seguro que te escucha, aunque no te pueda oír, te escuchará con el corazón.
- Sí, Tai, se lo diré, no te preocupes, yo la ayudaré, la ayudaré a salir de ese horrible lugar.
Los dos amigos chocaron las manos y sonrieron, en ellos estaba la seguridad de que no podían morir aquí, ellos salvarían los tres mundos, sí.
Nada más salir el sol (los tres mundos comparten la misma estrella) todos se levantaron, algunos muy desganados, como Mimi y Tai, otros ya estaban despiertos, como Matt y el resto se levantó sin queja alguna.
- Bien, anoche estuve estudiando un poco lo que quería deciros hoy. Como sabéis, las puertas de luz nos han debilitado, eso se debe a que en el proceso en el que algunos han sido teletransportados han sufrido una especie de enfermedad – les explicó Izzy.
- ¿Enfermedad? ¿A qué te refieres Izzy? – preguntó Kari.
- Pues, éstos han servido como vehículo para robar nuestro poder, os pondré un ejemplo. Cuando Tai y yo nos encontramos el ya estaba contaminado del virus que producía la luz de las puertas y sirvió también para robar mi poder, así Tai era el que entregaba mi poder y el suyo a Hitmon, lo mismo os ha pasado a los demás, luego, T.K. y Kari no pasaron por ninguna puerta, pero al reunirse con nosotros han perdido rápidamente mucho poder.
- Vaya, entonces Hitmon nos ha engañado como a auténticos imbéciles – comentó Tai.
- Pero hay una manera de volver a recuperar todo nuestro poder.
- Habla Izzy – replicó Joe.
- La clave está en las puertas de luz, debemos crear nuestra propia puerta de la luz, las puertas de luz que creó Hitmon están hechas con magia negra, en cambio la que creemos nosotros, estará hecha a base de magia blanca, la magia blanca cambiaría la dirección de la magia negra y el poder que hemos perdido volvería a nosotros.
- Tiene lógica – murmuró Joe – sí, creo que tienes toda la razón.
- Yo también confío en ti, Izzy – añadió Mimi.
- Venga, no perdemos nada por intentarlo – prosiguió Tai.
- Kari – se le dirigió Izzy – ya sabes que tu emblema es el de la luz, tú eres la que más debe concentrarse, tu luz será la que nos guíe hacia la puerta, así que ya sabes...
- Entendido, me esforzaré al máximo – dijo ésta.
Todos hicieron un círculo alrededor de Kari y se dieron las manos, cerraron los ojos y se concentraron, el poder, buscar el poder, creo en mí, creo en mis amigos, creo en la vida, el mundo se salvará. Pensamientos positivos invadieron a los Niños Elegidos, cada uno de ellos parecía ser feliz, parecía tener fe, entonces una gran puerta se abrió ante Kari, todos volvieron a abrir los ojos.
- ¡¡Bien!!, lo hemos conseguido – exclamó Tai.
- Ahora tenemos que entrar – dijo Izzy.
Se dirigieron a la entrada y pasaron por ella, ante ellos había una sala, completamente blanca, no había absolutamente nada.
- ¿Y ahora qué hacemos? – preguntó Mimi.
- ¿Quiénes sois? – una voz tremendamente grave habló.
- Somos los Niños Elegidos – respondió Izzy.
- ¿Qué hacen aquí los Niños Elegidos? – volvió a preguntar la voz.
- Venimos porque tenemos que llevar a cabo una misión muy importante, la existencia de los tres mundos depende de ella, además tenemos que salvar a uno de los nuestros, por favor, ayúdenos, sea quien sea.
- ¿Cómo queréis que os ayude?.
- Necesitamos recuperar nuestros poderes perdidos – reclamó Izzy.
- Vuestros poderes... si, vuestra energía es muy débil, el poder se os escapa, yo lo impediré.
Un resplandor invadió la sala.
- Yo os daré lo que es vuestro, lo recuperaréis, solo tenéis que cerrar los ojos – los niños así lo hicieron.
De repente, era como si estuvieran en un sueño, una extraña sensación les recorría todo el cuerpo, parecían estar en el cielo, estaban volando, eran pájaros libres, sintieron que un gran poder entraba en sus cuerpos, se sintieron muy reconfortados, era una sensación extraordinaria.
De repente se vieron otra vez en la misma sala.
- Marchaos, no debéis permanecer mucho tiempo aquí, ya habéis recuperado vuestros poderes, incluso el miembro perdido también los ha recuperado, ya no tenéis nada más que hacer aquí.
- Muchas gracias por habernos ayudado tanto – le agradecieron todos.
- De nada, y ahora, marchaos ¡ya!.
Salieron rápidamente sin rechistar y volvieron a la cueva donde estaban.
- Ha sido una sensación maravillosa – comentó Mimi.
- Sí, de repente sentí que estaba lleno de energía y nada ni nadie me podía parar – agregó Joe.
- Bueno, ahora debemos encontrar la guarida de Hitmon y recatar a Sora – dijo Izzy – intentaré localizarla desde mi ordenador, hay muchas redes por este mundo, así que no me será muy difícil encontrarla.
Tras unos cuantos minutos, Izzy de repente dio un respingo y llamó a los demás para enseñarles el lugar donde estaba la guarida de Hitmon.
- Ya... ya he encontrado el lugar donde se encuentra Hitmon – dijo Izzy con la cara pálida.
- Izzy, estás muy raro, ¿ocurre algo? – preguntó Kari.
- Es que... esto es increíble...
- Venga Izzy, dínoslo ya – irrumpió Tai.
- Hitmon está en los subterráneos de este mundo, y allí es donde se encuentran todas las redes de comunicación en este mundo – dijo con voz temblorosa.
- ¡¡No puede ser!! – exclamó el resto.
- Me temo... me temo que así es.
- Entonces... Hitmon ha sabido todo lo que hemos estado haciendo desde que llegamos aquí, entonces ya debe de saber que hemos recuperado los poderes y que vamos hacia allí – balbuceó Joe.
- Y lo que es peor... – Izzy fue cortado.
- También sabe que Sora ha recuperado los suyos propios... – dijo Matt.
- ¡Mierda!, tenemos que llegar allí antes de que sea demasiado tarde – gritó Tai.
- No perdamos el tiempo y pongámonos en camino – dijo T.K.
Los Niños Elegidos se pusieron en camino hacia la guarida de Hitmon.
Mientras, en la guarida de éste, Sora trataba de deshacerse de Hitmon, pero no lo conseguía.
- Déjame en paz, horrible monstruo, no eres mas que eso, no te saldrás con la tuya.
- Oh... me está hiriendo sentimentalmente – Hitmon sonrió - ¡jajajajajaja!, el principal defecto de los seres humanos es que tienen sentimientos, yo tengo apariencia humana, sin embargo no tengo sentimientos, no siento pena, alegría, dolor, amor, odio... todo eso son tonterías.
- ¡Mentira!, tu jamás lo comprenderás, por esa misma razón serás destruido – le gritó Sora a la cara.
- Tú eres mi prometida, y como tal... serás igual que yo, presenciarás la muerte de tus amigos, es más – Hitmon cogió a Sora de la barbilla y la acercó a su cara – serás tú quien los elimine, y carecerás de sentimiento alguno.
- ¡No, no por favor, eso noooo! – suplicó Sora entre lágrimas.
- ¡Ahora!.
Una sombra gigantesca se apoderó de Sora, ésta dio un tremendo grito, tras ello una pequeña luz salió de su pecho. Hitmon la cogió.
- Tú serás quien los destruya... obedece mis órdenes.
- Sí, mi señor... – Sora asintió con la cabeza.
- Por fin eres mía.
Los Niños Elegidos estaban en la entrada de la enorme mansión que había bajo tierra. Ante la sorpresa de ellos, la puerta se abrió sola, como invitándoles a pasar.
- Hitmon nos espera, y Sora también – dijo Izzy.
- Adelante – prosiguió Matt.
Avanzaron por un pasillo estrecho y muy largo, todo parecía ser muy lujoso, los cuadros, espejos, la alfombra... El estrecho pasillo les llevó hasta una gran puerta de madera, ésta también se abrió sola, como por arte da magia.
Entraron, y vieron que estaban en el exterior, parecía ser que estaban en la azotea, todo el mundo se veía desde allí.
- ¿Cómo es posible que haya un lugar tan elevado en una mansión bajo tierra? – se preguntó Joe en voz alta.
- Es debido a la magia negra, supongo que ya habréis oído hablar de ella – Hitmon se les apareció.
- ¡¡Eres tú!! – gritó Matt - ¿¡dónde está Sora!?.
- Aquí mismo.
- ¡Mentira, yo no la veo! – gritó Mimi.
- Tú misma lo has dicho, vosotros no la veis, pero yo sí.
- Hemos venido para luchar contra ti y rescatar a nuestra amiga – dijo Tai.
- Ya lo sé, pero para poder destruirme y salvarla, primero tendréis que luchar con ella.
- ¿¡Qué dices!? – estaban confusos y muy sorprendidos.
De detrás de Hitmon apareció Sora, con unas ropas muy extrañas, llevaba un vestido negro muy largo e iba descalza.
- ¡¡Sora!! – gritaron todos alegremente.
Ésta no hizo caso de las llamadas de sus compañeros, simplemente se dirigió hacia ellos y les atacó.
- ¡Sora!, ¿qué haces? – preguntaron extrañados.
Matt observó bien a Sora, exteriormente era la misma, pero había algo en ella que no le hacía ser la Sora de siempre, su rostro no mostraba emoción alguna, su expresión era inalterable y sus ojos no tenían aquel brillo que los hacía tan vivarachos y alegres, parecía ser una persona sin ninguna clase de sentimiento o emoción.
- ¡¡Ella no es Sora!! – gritó Matt.
- Oh... sí que es Sora, es mi Sora, he hecho algunos arreglos en su personalidad, pero por el resto sigue siendo la misma – dijo Hitmon sonriendo.
Entonces Hitmon sacó una pequeña bola de luz rosada y se la mostró a los niños.
- Solamente le he arrebatado esto de su cuerpo.
- Dios mío... – la cara de Izzy palideció.
- ¿Qué pasa Izzy? – preguntaron.
- Lo que Hitmon ha arrebatado a Sora es... es... – Izzy no podía hablar de lo horrorizado que estaba.
- Izzy dilo – le replicó Matt.
- Le ha arrebatado el alma.
La cara de los demás palideció igual que la de Izzy, estaba horrorizados, decididamente, aquel ser era realmente despreciable, era un monstruo. A Matt le invadió una ira tremenda.
- ¡¡Malditoooooooo!! – fue a atacar a Hitmon, pero Sora se interpuso y le dio un fuerte golpe, Matt cayó rodando al suelo.
- Deja a mi señor...
Cuando Sora dijo aquello, Matt recordó todos los momentos que había pasado con ella, como cuando la vio entre sus brazos, temblando de los nervios y muy colorada, o la expresión de su cara mientras dormía, la de un ángel, y ahora le habían arrebatado el alma, era un ser sin sentimientos.
- ¡¡Sora, no!!.
De cada uno de los jóvenes salió el espíritu correspondiente. Realizaron los poderosos ataques, pero Sora lograba esquivarlos todos sin ningún esfuerzo, sólo se dirigía a sus compañeros y les atacaba, pero era detenida por los espíritus, que intentaban proteger a sus creadores a todo costa.
Matt no podía creer que aquella persona fuera Sora, no, Sora era dulce con los demás, muy amable y comprensiva y siempre sonreía. Entonces Matt recordó las palabras de Tai.
Los espíritus se dirigían a atacar a Hitmon, éste recibió algunos golpes que lo debilitaron.
- ¡Acabaremos contigo! – exclamó Tai.
- Bueno, basta de juegos, es hora de empezar la batalla final, ¡Sora!, ven aquí – Sora así lo hizo – dame tu poder.
- ¿Qué está haciendo?.
Hitmon hizo unos gestos muy raros, casi cómicos, y de Sora salió una figura negra, con forma de fénix, el fénix entró en el cuerpo de Hitmon, éste dio un gran grito, parecía mucho más poderoso.
- Acabo de recibir el poder del fénix, el poder de la eternidad, el fénix nunca muere, resucita de sus cenizas, yo seré igual que él y no habrá nada ni nadie que me venza – Hitmon les miró furtivamente.
- Estamos perdidos – dijo Joe.
- ¡No, yo no me daré por vencido, ayudaré a Sora, le ayudaré a recuperar su alma! – gritó Matt y salió corriendo hacia Sora.
Sora se preparó para atacar a Matt, pero antes de que pudiera hacerlo éste se paró. Mientras tanto los demás trataban de luchar contra Hitmon, pero ninguno de sus ataques era efectivo, lo único que hacían eran recibir golpes todavía más potentes, estaban prácticamente derrotados, no se podían levantar del suelo, entonces oyeron unas palabras que les dejaron atónitos.
- ¡SORA, TE QUIERO! – gritó Matt.
Sora se paró, seguía sin ninguna expresión en su cara, pero era incapaz de moverse, entonces de Matt salió un espíritu, el espíritu del lobo, el lobo, aunque parezca un animal solitario, si se le trata con cariño tu amistad con él nunca será traicionada.
- ¡Fuego helado! – el lobo lanzó una llamarada de hielo que congeló parte del cuerpo de Hitmon, Sora seguía sin moverse, acababa de comenzar una batalla en su interior.
Sora se encontraba en el mismo lugar oscuro que en el de sus sueños, estaba allí de nuevo, sola, pero esta vez oía una frase que se repetía una y otra vez y que le hacía reconfortarse ´´¡¡SORA, TE QUIERO!! ´´¡¡SORA, TE QUIERO!!. Alguien la esperaba allí fuera, de repente reconoció la voz, era la voz de Matt, Matt la estaba llamando, también podía oír los ruidos de la batalla.
- Matt me está esperando, debo volver con él, deseo con todas mis fuerzas volver con él, por favor... por favor...
En ese momento Sora se dirigió hacia Hitmon, extendió el brazo y el alma que éste tenía se dirigió hacia ella.
- ¡No, vuelve aquí! – gritó Hitmon desesperado.
Demasiado tarde, el alma de Sora había vuelto a su dueña, Sora abrió los ojos como platos y recuperó el conocimiento, su cara volvía a ser la de siempre, y sus ojos había recuperado aquel brillo tan especial.
- ¡¡Sora, por fin está con nosotros!! – gritó Matt.
- ¡¡Matt!! – Sora fue corriendo hacia él – gracias Matt, gracias a ti he vuelto a ser yo misma – dijo entre lágrimas.
- Sora... yo...
Matt fue interrumpido por un gran brillo que emergía del interior de Sora, todos se quedaron asombrados mientras observaban aquel extraordinario acontecimiento, estaban atónitos. De Sora salió una sombra de color rojo, a su paso dejaba mucho calor, la sombra tomó forma, la forma de un fénix, el fénix, ser eterno, nunca muere, renace de sus cenizas, esto es debido al amor que tiene por sí mismo y sobre todo por los demás.
- ¡Llamas de la vida! – el fénix se convirtió en fuego y quemó a Hitmon, éste aún así no cayó derrotado.
Tras el ataque del fénix, los demás espíritus atacaron dejando a Hitmon más debilitado, pero éste también devolvía los golpes, parecía que la batalla nunca acabaría.
- Sora – Matt la miró muy serio - ¿recuerdas de lo que hablamos tras encontrar mi piedra?.
Sora hizo memoria y recordó, habían estado hablando de sus emblemas ¡claro!, esa era la clave para derrotar a Hitmon, sus emblemas, el amor y la amistad, los sentimientos más fuertes que puede tener una persona, si los unían...
- ¡Sí Matt, intentémoslo! – dijo Sora emocionada, Matt asintió.
- ¡Amor y amistad, dos valores de la humanidad! – gritaron los dos al mismo tiempo.
El fénix y el lobo se fusionaron y se transformaron en una enorme espada, Hitmon la miraba muerto de miedo.
- ¡Fulgor creciente! – se oyeron la voces del fénix y el lobo juntas.
La espada se dirigió hacia Hitmon a una velocidad inalcanzable y se clavó justo en el centro de su pecho, éste dio un sonoro grito de terror que horrorizó a más de uno, después, se fue desvaneciendo poco a poco hasta que solo quedaron de él unas cuantas cenizas que se llevó el viento.
- ¡¡Siiiii!! ¡¡Lo conseguimos!! – gritaron todos muy ilusionados.
- Matt, gracias, gracias por todo lo que has hecho por mí – dijo Sora con una amplia sonrisa.
- Ayudarte era lo que más deseaba. Sora, te quiero, te quiero mucho.
- Y yo a ti, Matt, te quiero desde la primera vez que te vi, mis sentimientos nunca han cambiado y nunca cambiarán.
Los dos se abrazaron fuertemente y luego se dieron un tierno y dulce beso, sin dejar de abrazarse, con la brisa del viento y el sonido de la paz.
- Ya sabía yo que al final acabaría juntos, hacen una pareja perfecta – sonrió Mimi cogida de la mano de Joe.
Tras esta dulce secuencia, la misma voz que había sonado cuando entraron en la puerta de la luz volvió a hablar.
- Habéis salvado a este mundo del mayor tirano de todos los tiempos, Niños Elegidos, gracias por vuestro esfuerzo, sin embargo, debéis regresar a vuestro mundo cuanto antes para que no haya interferencias.
- Lo entendemos – dijo Tai.
- Muy bien... una cosa más, vuestras mentes sufrirán un pequeño trastorno y todos vuestros recuerdos serán borrados completamente.
Los jóvenes se miraron un poco tristes, pero luego levantaron la mirada y asintieron.
- No importa que no recordemos nada – dijo Matt.
- Nuestros sentimientos se reencontrarán, da igual cuándo o dónde, se reencontrarán – terminó de decir Sora.
Los dos se cogieron de la mano y sonrieron.
Ya era de noche en la casa de campo de Matt y T.K., los chicos ya habían cenado y, como no sabían lo que hacer pusieron música. Sora había salido al balcón para ver las estrellas, tenía un raro sentimiento, como si algo muy importante les hubiera pasado en su estancia en la casa. Matt la miraba desde el salón. Tai le dio una palmada en el hombro desde atrás que hizo que éste se asustara.
- Ve y díselo, es tu mejor oportunidad – Tai le guiñó un ojo.
Matt sonrió y asintió, se dirigió a la terraza, al balcón.
- Hace una noche fresca, eh... – Matt apareció para sorpresa de Sora.
- ¡Ah!, Matt, eres tu...
- Venía para hacerte compañía, estás muy sola.
- Gracias – Sora sonrió – hace una noche espléndida, nunca había visto algo tan hermoso, el cielo plagado de estrellas.
- Pues yo he visto algo más hermoso todavía – dijo Matt decididamente.
- ¿El qué? – preguntó Sora.
- Hoy he visto a un ángel durmiendo entre mis brazos.
Sora enrojeció como nunca lo había hecho.
- Matt... yo...
- Déjame explicarme antes de decir nada – interrumpió Matt – cuando por la mañana te encontraste durmiendo abrazada a mí, no fue por tu culpa, fui yo quien te abrazó mientras dormías.
- Matt...
- Lo hice porque te quiero, te quiero con locura, solo pienso en ti, tú eres el equilibrio de mi vida, eres mi vida, mi cielo...
- Matt... yo... yo también te quiero, me alegro de que me abrazaras porque así he podido sentirte en mi corazón, gracias... – Sora sonrió.
Matt cogió a Sora inesperadamente.
- Entonces, ahora que te he dicho que te quiero, creo que merezco un beso...
- Pues claro, róbame mi primer beso, Yamato...
- Me encanta que me llames así – sonrió éste.
Matt arrimó a Sora hacia él y le dio un beso, tierno, dulce, lleno de amor, por fin sus labios eran del otro, por fin estarían juntos para el resto de sus vidas. Se besaron con mayor énfasis y se abrazaron, la luz de las estrellas les iluminaba.
Allí estaban, Matt y Sora durmiendo en una gran cama, el uno abrazado al otro, sus almas ahora son una...
Amor y amistad, los valores de la humanidad...
FIN.
¡Hola!. Por fin he acabado esta historia, me alegro, llevo mucho tiempo trabajando en ella, aunque el final no me convence mucho, bueno, espero vuestras opiniones sobre el fanfic. Quiero aclarar una cosa, cuando Matt le dice a Sora que es su cielo lo dice porque Sora en japonés significa cielo y pensé que quedaría bien, bueno, ya me contaréis, tenía otra cosa más que explicaros, pero se me ha olvidado, así que escribidme para vuestras dudas, quejas críticas, etc. (espero que no os metáis mucho con mi historia, pero si es así, qué se le va a hacer) Bueno, os espero en mi siguiente fanfic que promete ser mejor que éste (a mí me gusta más). Bueno, ADIOS!, y muchos besos.
