CAPITULO 9: LA ESTATUA DE RAMSES

-Ahora, mi querida nieta- continuó el sacerdote, sacando una daga- haré lo que debí haber hecho hace dieciséis años...-

-¡No!- gritó Isis- ¡déjala ir!-

-¿Quieres tomar el lugar de tu hermana?- preguntó Ramose- no hay diferencia...-

-No te atrevas a tocar a ninguna de ellas...- dijo Rishid en un tono amenazante.

-Tienes razón, Rishid- dijo Ramose- puedo deshacerme de ti primero...-

-¡Déjalo en paz, asesino!- gritó Tashat, sabiendo que ponía el dedo en la llaga. Ramose se volvió hacia ella con los ojos inyectados de furia.

-Sabes... que odio... que me llamen...ASESINO!!!- gritó Ramose. Tashat trató de dar un paso hacia atrás, pero el hombre que la sostenía no la dejó.

-Suéltame-

-Prepárate a morir, muñeca- le dijo Ramose, levantando su cuchillo- no soy un asesino, soy un sirviente de los dioses-

-No importa que excusa pongas- dijo Tashat frunciendo el entrecejo- no eres más que un asesino mentiroso...-

-¡MUERE!- gritó Ramose.

-¡No!- gritó Isis a su vez. Antes de que Ramose golpeara a Tashat, Rishid golpeó al sujeto junto a él, y detuvo la mano del sacerdote.

-Creo que te dije- dijo Rishid- que no dejaría que toques a ninguna de las dos...- y de un golpe hizo que el hombre que sostenía a Tashat dejara de hacerlo.

-Rishid...- dijo Tashat en voz baja- yo creí que...-

-Yo prometí a tu madre que los protegería a los tres- dijo Rishid- y mantendré esa promesa...-

-Estúpido- dijo Ramose- me desharé de ti... ¡guardias! A él-

Al menos diez guardias detuvieron a Rishid mientras dos sostenían a Isis y a Tashat. Ramose rió maléficamente.

-Déjalos en paz- dijo Marik.

-Tú cállate, niño, o te mataré también-

Marik frunció el entrecejo. Su vista pasó de Ramose a la antorcha colgada en la pared junto a él. Sin pensarlo dos veces, el chico la tomó y se la lanzó al sacerdote, quien dio un alarido. Aprovechando la distracción de los guardias, Kaiba golpeó al que sostenía a Isis, y Bakura hizo otro tanto con el que retenía a Tashat.

-Vámonos- dijo Kaiba- nos queda poco tiempo para detener a Pegasus...-

-Pero...- dijo Tashat, mirando a Rishid.

-¡Váyanse!- gritó Rishid- detengan a Pegasus-

Isis y Marik asintieron. Tashat hizo lo mismo y tomó otra antorcha de la pared.

-Por acá- dijo Tashat, bajando por un pasaje detrás de la estatua de un hombre con cabeza de águila.

-No te atrevas, Tashat- gritó Ramose.

La chica sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, pero no se detuvo. Isis, Marik, Yugi, Kaiba y Bakura la siguieron. El sacerdote Ramose frunció el entrecejo.

-¿Qué esperan?- gritó a los guardias- ¡tras ellos!-

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Pegasus, Shadi y los dos guardias llegaron frente a la estatua de Ramsés II. Pegasus la examinó. El rostro del poderoso faraón de la antigüedad se parecía mucho a Yami, e hizo que el corazón de Shadi diera un vuelco. Preocupado por Tashat, Shadi se había olvidado completamente del Faraón.

-¿Esta es la estatua?- preguntó Pegasus, y Shadi asintió débilmente- ¿cómo se abre?-

Shadi señaló con un gesto una roca cuadrada con la forma de una mano, rodeada de jeroglíficos. Pegasus sonrió y tomó la mano de Shadi, colocándola sobre la roca. La estatua comenzó a moverse, y dejó al descubierto un pasadizo.

-Por aquí- dijo Pegasus, levantando la linterna para ver mejor el pasaje.

-No lo hagas, Pegasus- dijo Shadi de pronto- lo único que conseguirás al liberar ese poder es destruir al mundo, y a ti mismo...-

-Cállate, Shadi- dijo Pegasus- o tu amiguita Tashat lo lamentará...-

Shadi frunció el entrecejo.

-No te ayudaré más- dijo Shadi- estoy traicionando al Faraón... de cualquier manera, si desatas el poder del Ojo del Sol, la destruirás también-

Pegasus hizo un gesto a uno de sus hombres, y éste golpeó a Shadi en el estómago y luego en el rostro, haciendo que su turbante cayera al suelo, revelando sus desaliñados cabellos rojos.

-Ya no es una pregunta, mi querido Shadi- dijo Pegasus- y sin la llave del Milenio no puedes resistirte, así que más vale que cooperes por las buenas...-

Shadi frunció el entrecejo. Pegasus tenía razón. Sin la llave del Milenio, solo era un chico como cualquier otro, no uno de los principales sacerdotes de Amón Ra, y todos sus poderes estaban perdidos. Shadi no pudo seguir pensando en ello porque los dos hombres lo arrastraron a través del pasadizo, siguiendo a Pegasus.

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Yugi y los otros corrían detrás de Tashat, mientras la joven egipcia los llevaba por extraños pasajes y entradas secretas.

-¿Estás segura que es por aquí?- dijo Marik algo preocupado.

-Muy segura- dijo Tashat- es el camino más rápido...-

-Estoy preocupada por Rishid- dijo Isis.

-Yo también- dijo Marik- espero que ese lunático no le haga daño, porque si no...- y apretó su puño.

-Rishid es un hombre fuerte- dijo Yugi- dudo mucho que le suceda algo malo. Lo que no puedo entender es como Shadi...-

-Debes saber que el poder de Shadi radica en la llave del Milenio- dijo Tashat- pues su poder es, entre otras cosas, entrar en el cuarto del alma de los demás. Sin ese poder, es solo un chico común como todos-

-¿Y sabiendo eso entregó su llave a Pegasus para evitar que te lastimen?- preguntó Yugi, y Tashat asintió con un gesto de tristeza.

-Así es- dijo Tashat- pero basta de eso, la estatua está ahí-

Así fue. Todos se detuvieron delante de la estatua, tan parecida a Yami y a... Yugi. Y hablando de Yugi, éste se golpeó la frente con la palma de su mano.

-¡Yami!- dijo Yugi- lo olvidé-

-¿Dijiste algo?- preguntó Bakura.

-No, nada- dijo Yugi. Gracias a lo que dijo Tashat sobre el cuarto del alma y al ver la estatua tan parecida al Faraón, se acordó de que, si no recuperaba el rompecabezas del Milenio, jamás volvería a saber de Yami, y comprendió de la gran cantidad de cosas que estaban en juego.

-Maldición- dijo Tashat- ya estuvieron aquí...-

-¿Cómo lo sabes?- preguntó Isis. Como respuesta, Tashat levantó la larga venda blanca que había servido de turbante a Shadi.

-La estatua cubre la entrada- dijo Kaiba- ¿acaso sabes como se abre?-

Tashat estuvo a punto de decirlo, pero una explosión se lo impidió. Llegaron varios guardias, encabezados por Ramose. Todos estaban armados.

-Ala sur del templo... estatua de Ramsés II...- dijo Ramose con una horrible sonrisa- sabes que conozco este sitio de memoria, mi querida Tashat...-

-¿Dónde está Rishid?- preguntó Marik, y éste respondió con una carcajada.

-Muerto, de seguro- dijo Ramose- pero no se preocupen, ustedes lo seguirán muy pronto... empezando por las gemelitas y el chico que quiso pasarse de listo...-

Instintivamente, Kaiba se colocó entre las chicas y Ramose.

-Por mi cadáver pasas antes de tocarlas- dijo.

-Y el mío- dijeron Yugi y Bakura al mismo tiempo.

-Y el mío- dijo Marik.

-Muy valientes- dijo Ramose- pero de todas maneras morirán...-

-Yo no estaría tan seguro- dijo una voz desde el lado opuesto del pasillo. Era Rishid, y venía seguido de Joey, Tristán y Duke. Isis y Marik respiraron aliviados de verlo bien.

-¡Chicos!- exclamó Yugi- ¡están aquí!-

-Claro- dijo Joey- no íbamos a dejar toda la diversión para ustedes-

-¡A ellos!- gritó Ramose.

Los guardias se lanzaron contra ellos. Joey, Tristan y Duke, que ya tenían práctica reciente golpeando a los guardias, no tuvieron ningún problema.

-Tashat- dijo Isis- ¿tú puedes abrir el pasaje detrás de la estatua?-

-Si-

-Hazlo- dijo Isis- nos queda poco tiempo, y no podemos perderlo aquí-

Tashat asintió y corrió a la entrada del pasaje. Puso su mano sobre la roca cuadrada, y la estatua comenzó a moverse, hasta revelar el pasadizo secreto.

-Vamos- dijo Tashat. Isis asintió y se acercó a la entrada. Pero hubo una detonación proveniente del arma de Ramose, y una de las dos chicas cayó al suelo.

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Shadi alcanzó a escuchar la detonación, y de nueva cuenta trató en vano de zafarse de los hombres que lo detenían. Pegasus rió al ver esto.

-Vaya- comentó- parece que después de todo tu amiga no agradeció mucho el sacrificio que hiciste por ella y vino... no te preocupes- continuó- te encargué a su abuelo que impidiera que se acerque a este sitio, y parece que Ramose lo hizo bien-

-Maldito...- murmuró Shadi.

-Ahora, estate quieto- dijo Pegasus cuando llegaron al final del pasadizo, que terminaba en una pared. Tenía varios espacios, y cada uno tenía la forma de un artículo del Milenio- está claro, ¿no? Tengo que acomodar los artículos del Milenio aquí para que la pared se abra...-

-Por última vez- dijo Shadi- ¡no lo hagas! Solo conseguirás destruírte...-

-Y por última vez, ¡cállate!- gritó Pegasus. Ordenó a los guardias que dejaran a Shadi y se retiraran. Pegasus comenzó a sacar los artículos del Milenio y colocarlos en sus espacios, mientras Shadi trataba en vano de librarse de sus ataduras para detenerlo.

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-¿Qué has hecho?- exclamó Marik.

Ramose había disparado su arma, con toda la intención de darle a Isis, que era la más cercana a la entrada al pasadizo, pero Tashat la había empujado y recibió la bala en su abdomen. Segundos después, la estatua volvió a cubrir el pasadizo.

-Tashat- dijo Isis- no tenías que...-

-Sí tenía que...- dijo Tashat débilmente, apretando su herida con sus manos- Isis, yo fui feliz toda mi vida, no sufrí lo que tú y Marik...y Rishid-

-No hables así- dijo Isis- Shadi te espera...-

-¿Porqué hiciste eso?- dijo Seto Kaiba, visiblemente enfadado.

-Fue su culpa- dijo Ramose- la muy tonta se atravesó... además, no hace ninguna diferencia, era una traidora y de todas maneras iba a morir-

-El único traidor eres tú- dijo Marik.

-Te haré pagar por esto- dijo Rishid- no permitiré que la arrebates por segunda vez...-

-Demasiado tarde- dijo Ramose con una sonrisa maléfica. Rishid y Kaiba estaban tan enfadados que se lanzaron contra él. Kaiba le arrebató el arma, y Rishid le asestó un puñetazo que lo dejó en el suelo inconsciente. Luego, éste corrió hacia Tashat.

-¿Está bien?- preguntó Marik, pero no hubo necesidad de responder, por la mirada que tenían Isis y Rishid.

-¿No se puede hacer nada?- preguntó Yugi.

-No lo sé- dijo Isis.

-Váyanse- dijo Tashat- aún pueden detener a Pegasus...-

-Pero no podemos dejarte- dijo Marik.

-Yo ya estoy perdida- dijo Tashat- deténganlo...-

-Shadi estará bien, Tashat- dijo Isis- te lo prometo...-

Tashat cerró los ojos, cayendo en un profundo sueño. Rishid la tomó en sus brazos.

-Tiene razón- dijo Rishid- vayan ustedes a detenerlo, yo la cuidaré...-

Todos asintieron.

-¿Cómo abriremos el pasaje de la estatua?- dijo Joey.

-Fácil- dijo Isis- Tashat puso su mano aquí...-

-Pero solo ella podía abrirla...- dijo Marik.

Isis asintió y colocó su mano sobre la roca cuadrada. La estatua se movió, revelando el pasadizo.

-¿Cómo...?-

-Claro- dijo Yugi- Isis y Tashat son gemelas, sus manos son iguales...-

-Exacto- dijo Isis- vamos-

Todos entraron por el pasadizo. Isis iba rezando porque Tashat resistiera y por que Shadi estuviera bien, y Kaiba agradecía en su alma a Tashat por haber recibido la bala en lugar de Isis.

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CONTINUARA...