Apuro en Noche Buena

Dedicado a: Kaede, mi venerada amiga n.n

Advertencia: Shonen Ai n.n

Aclaración: HxH no me pertenece o.o pero iwal uso a sus personajes pa mis imaginaciones pervertidas xD

Nota: Por problemas con internet, no pude subir este fic el día apropiado. Espero que no les moleste y… disfrútenlo n.n Y una cosa más: sé que no debería haber escrito esto, sino que debí haber seguido con la leyenda… pero es que no pude evitarlo T.T

Parte 1

Misty

.-.-.-.

20 de Diciembre, 9:00 de la mañana.

La idea había sido de Kurapika. Lo había estado pensando mucho tiempo antes, y Leorio sin pensarlo mucho aceptó gustoso, decidiendo ir de inmediato a hablar con los más jóvenes de su antiguo grupo.

Iban a celebrar Noche Buena en casa de la susodicha pareja. Aunque a Leorio le hubiera gustado una romántica noche junto a su amado rubio, la idea era magnífica. ¿Por qué no?, se había preguntado… sin encontrar una respuesta sustanciosa para darle al rubio, el cual aún se cohibía ante sus insinuaciones.

Je, mejor dejarlo así… Ya tendrían muchas otras noches de romance. Ahora era tiempo de paz y amor junto a sus mejores amigos.

Ya estaba acostumbrado a la manía del rubio de comenzar el día más temprano que las aves. Su frase era: al que madruga, Dios le ayuda. Ok, en verano pues, lo dejaba pasar… ¿Pero en invierno?, Kurapika quedaba aprisionado entre un pecho y dos brazos que lo obligaban a acurrucarse de nuevo.

¿Y creen que chistaba?

Y, bueno, se quedaban allí hasta las nueve, cuando Kurapika empujaba a Leorio, éste caía al suelo y por fin "revivía", levantándose del piso con cara de zombi.

Se puso una bufanda, guantes y la chaqueta más calentita que tenía (colocándose el gorro incluido). Y Kurapika reprimió la risa, pero no el comentario.

- ¡Eres un esquimal!

Leorio se miró al espejo y rió un momento, contagiando al fin al rubio. Realmente lo parecía…

Luego, el "esquimal" decidió salir no sin antes besar a Kurapika, quien sonrojado le despidió desde la puerta.

A esa hora, en invierno, el frío era horrible, pero pasable si estabas bien abrigado. Leorio caminó hacia el paradero de autobús y esperó un momento, observando a la pequeña en brazos de una pelirroja mujer. Le sonrió y ésta pareció asustarse, escondiendo su rostro en el pecho de su madre. Suspiró resignado. Quizás sus mejillas sin afeitar habían asustado a la niña, pensó mientras se acariciaba el rostro.

- "Pero a Kurapika le gusta así…"

Sin embargo, la niña volvió a mirarlo con sus grandes ojos verdes, curioseando. Sonrió una pequeña sonrisa y luego le habló:

- Feliz navidad, señor esquimal.

La mujer pelirroja rió un momento, diciéndole palabras llenas de cariño a la pequeñita y disculpándose con Leorio.

- Jaja, no importa… Feliz navidad, pequeña – se dirigió a la niña, la cual sonrió adorablemente.

En ese momento el autobús apareció envuelto de ruidos y Leorio, disculpándose con la mujer y la niña, montó el transporte: rumbo al depa que compartían Gon y Killua.

.-.-.-.

Gon nuevamente había desaparecido.

¿Cómo lo hacía? ¿Acaso tenía el sueño tan pesado como para no oírlo cuando se escapaba?

Observó con detenimiento la cama deshecha del jovencito. Se levantó, caminó hasta ella y se metió bajo las mantas de Gon. Siempre, desde que el pelinegro había comenzado a desaparecer, hacía eso. En otras ocasiones no lo hubiera podido hacer… no sin ser descubierto por Gon.

Olió profundamente el aroma del pequeño. Era tan agradable…

No sentía preocupación por las desapariciones de su amigo. Las cosas que suceden siempre son para mejor. Por eso, había dejado de preocuparse… o de eso intentaba convencerse. Es que… ¿cómo no hacerlo?

No sabía dónde iba el joven, y cuando llegaba, se le veía sumamente agotado. ¿Acaso esos no son motivos de preocupación?

- Gon… - medio murmuró.

Pero lo que más le molestaba, era que no le confiara su secreto.

Porque eran los mejores amigos… él tenía que decirle… Sin embargo, no se atrevía a molestarle con preguntas. ¿Por qué? Por el simple hecho de tenerle un miedo infinito a la respuesta.

¿Y si Gon… tenía una novia?

Hundió su rostro en la almohada, oliendo con avidez. Al punto de comenzar a quedarse sin aire.

Él simplemente no podía. Una novia cambiaría todo. Absolutamente TODO. Y él no quería. Sabía muy bien que su amistad era un todo. Que si una parte de aquel todo se interesaba por algo, aquel todo sufriría un desequilibrio y el resultado sería: fatal.

Tomó aire y suspiró contra la almohada: estaba paranoico. Punto uno, Gon no tenía ninguna novia porque no precisamente salir en la mañana significaba eso… y punto dos, Gon no tenía ninguna novia, porque el primero en enterarse sería precisamente él: su mejor amigo. Gon era demasiado fiel a la amistad que se tenían, y no dudaría en darle a Killua, como primera persona, aquella espantosa noticia.

Aunque le doliese mucho… al fin de cuentas, el chico no conocía sus intenciones románticas al observarlo. Killua guardaba su "vergüenza" a pesar de seguir siendo tan posesivo…

Recordó la época en otros años. Estaban en víspera de Navidad… y nunca había sucedido esto en años anteriores… Siempre se entretenían durante esa semana, yendo de un lugar a otro. Observando gente de otras ciudades, aunque siempre volvían a la misma. Killua sonrió al recuerdo. Gon nunca podía esconder ningún regalo que le preparaba, porque él lo descubría de inmediato.

Se sentía casi abandonado, a pesar de que la hora de llegada de Gon era cuando supuestamente Killua aún no había despertado, a eso de las nueve, y luego pasaban todo el día juntos.

- "Son sólo dos horas en las que me consuelo con su aroma…" – pensó, abrazando la almohada del moreno.

Realmente exageraba.

Y entonces, ¿por qué? ¿Por qué no le decía dónde iba durante las mañanas?

Porque no se lo has preguntado…

Cierto.

Ah, Killua, idiota. Cobarde y orgulloso…

Frunció el ceño con rabia. Ese niño…

- "Hoy mismo le voy a preguntar".

Se levantó dirigiéndose a su cama, donde se acostó haciéndose el dormido. Esperando la llegada de su no tan pequeño Gon, quien diez minutos después, ataviado con abrigo, bufanda y guantes, abrió, intentando no hacer ruido, la puerta del departamento.

.-.-.-.

Leorio le indicó su paradero al chofer del autobús, quien amablemente se detuvo justo en frente del edificio. Al parecer, la Navidad entibiaba corazones. Sonrió ante el pensamiento, bajando y saludando finalmente al viejo hombre quien siguió con su trabajo: transportar vidas humanas.

Ciertamente había gente que no dejaba de trabajar incluso en esa época. ¿Por qué no hacer el buen acto y darle sentido a sus labores? Y Leorio no viajaba en autobús por aquel simple hecho, sino porque le gustaba más que viajar en su automóvil. Sólo lo utilizaba cuando iba al trabajo… sin embargo tenía esa semana libre, alguien lo reemplazaba. Y estaba, en parte, feliz, porque el año anterior había tenido que trabajar justo en Noche Buena y había regresado muy tarde a casa. Todo por culpa de un bebé que se adelantó… pero esa es historia aparte.

Leorio traspasó la entrada del edificio, encontrándose con el guardia de turno quien lo detuvo y después de intercambiar un par de palabras con el sujeto, éste le permitió entrar sin avisar a los ocupantes del departamento 35.

No quería que los chicos supieran que iba. Quería darles la sorpresa.

Subió en el ascensor. El frío estaba menos acentuado dentro del edificio, así que comenzó a darle calor y salió del ascensor quitándose la chaqueta.

Ya sin parecer esquimal, se paró frente a la puerta y presionó el botón del timbre.

- ¡Ya voy! – oyó la voz desde adentro del más pequeño que sonaba algo extraña y sonrió.

Gon, siempre tan impetuoso.

.-.-.-.

¡No podía ser! ¡Por qué!!!

Suspiró y tranquilizó su corazón. Había tenido una pequeña discusión con Gon… Siempre sus discusiones lo dejaban temblando, porque eran tan poco constantes… que incluso podía contar las veces sólo con los dedos de sus manos. O sea, sólo las de alto calibre… así como aquella, que aunque fue brevísima (interrumpida por unos timbrazos), fue importante.

Todo había comenzado mal. Killua no se había resistido y se levantó justo cuando Gon estaba entrando a la habitación. Estaba molesto… después de todos sus largos pensamientos, estaba realmente molesto con el moreno. ¿Por qué no le decía?, ¿por qué tenía que hacerlo a hurtadillas?

Y así sorprendió a Gon con la insolente pregunta:

- ¿Dónde te has metido todos estos días y a estas horas?

¡No!, ¡esa no se suponía que era la forma de…!

El jovencito se había detenido, mirándolo con sus grandes ojos melados en sorpresa y con las mejillas arrebatadas por el sonrojo.

- Yo… bueno…

Killua esperó a que se defendiera o algo así… aunque bien sabía que Gon no diría nada hiriente. Lo más seguro era que le dijera la verdad, pero el pequeño sólo bajó la mirada en silencio.

Y Killua no se esperaba eso.

¿Qué significaba su silencio?, ¿y aquel sonrojo?

Acaso él…

Primero sintió un horrible frío recorrerle todo el cuerpo. Era como darse cuenta de que habías hecho algo irremediablemente malo y no podías solucionarlo de ninguna forma… Y luego sólo cambió a fuego. La furia estaba haciendo su aparición en el peor de los momentos.

Celos. Tontos, infundados, irracionales celos.

- ¡Por qué no me lo dices! – exclamó ya harto, visualizando entre todo el fuego, el rostro de un acongojado Gon -. ¡¿Acaso no soy tu mejor amigo?!

Silencio.

Killua intentó calmarse. Cerró sus ojos, inhaló y exhaló.

- Por qué te sonrojas… ¿Tienes novia y no me lo has querido decir? – murmuró, mirándolo fijamente, contiendo lo que más podía su furia.

Y Gon sólo frunció el ceño, pero tampoco respondió.

- ¡Respóndeme! – gritó ya fuera de sí.

Porque estaba realmente enojado. Enojado con Gon, enojado con aquella época, enojado con la estúpida cualquiera con la que estuviera el moreno, enojado consigo mismo por haberlo permitido tanto tiempo, enojado… bueno, ya captan la idea XD.

Y el moreno… ¡por qué mierda se quedaba mudo! ¡¿Acaso era verdad?!

A Gon comenzaron a brillarle los ojos en un rostro aún más triste que el de antes.

Oh, no, por favor…

Ciertamente, se estaba pasando de los límites y el único herido sería… el mismo agresor.

Killua de inmediato puso cara de preocupación, deteniendo sus labios con sus dedos.

- Gon, ¿q… qué sucede? – preguntó realmente preocupado cuando lo vio cerrar los ojos.

Tres segundos.

- Killua…

El aludido se acercó lentamente al jovencito y Gon levantó la vista con una mueca de enojo en el rostro.

- Q-qué pa…

- ¡YA CÁLLATE! ¡ERES TAN MOLESTO, KILLUA! ¡IDIOTA!! – gritó Gon, con los ojos apretados.

Y el albino quedó reducido a… nada.

Los papeles se habían invertido y ahora Gon era el furioso.

- "Había olvidado lo irritable que podía llegar a ser…" Gon – dijo, mirándolo sorprendido -. Disculpa, yo…

¡Ding, dong!

- ¡YA VOY!

Y Gon salió de la habitación dando un portazo y dejando a un Killua más que temblando.

.-.-.-.

- ¡Leorio! – exclamó el moreno, pasmado, sin esperarse aquella visita.

- Hola, Gon – dijo el aludido, sonriendo.

Toda su alteración se desvaneció en ese momento, dejándolo con un vacío en el estómago y con el cuerpo tembloroso, como si acabase de sufrir algún gran susto.

- "Killua… tonto… tonto…"

Se puso nervioso y Leorio lo notó.

- Eh, Gon… ¿Te sientes bien? – inquirió el médico, preocupado, tocándole la frente al tiempo que se tocaba la propia comprobando así que el chico no tenía fiebre -. Si tienes algún problema, yo puedo volver más tarde…

- ¡No! – medio gritó, quitando bruscamente la mano del mayor.

Éste no se esperaba una reacción así y pestañeó un par de veces antes de preguntar:

- ¿Estás seguro?

El moreno abrió otro poco sus ojazos y notando de la manera en la que se estaba comportando, se calmó. Leorio no tenía la culpa de nada, así que boqueando aire, respondió:

- Estoy bien, Leorio… Adelante – y se quitó de la pasada, para dejar entrar al mayor.

El morenito aprovechó ese instante para quitarse la chaqueta y demás cosas, ya que con el altercado anterior, había olvidado por completo que estaba demasiado abrigado y que hacía calor allí dentro. Mientras, Leorio dejó sus cosas en un sillón y luego tomó asiento.

- ¿Venías llegando de algún lugar? – preguntó Leorio, curioseando.

- Algo así – asintió el pequeño, dando a entender que eso era todo.

El ambiente aún estaba tenso.

- ¿Y Killua? – preguntó el médico, suspicaz, mirando de reojo a Gon (el cual sólo siguió de pié), mientras parecía inspeccionar el lugar en busca del albino.

A continuación notó un cambio en el chico.

- Debe estar todavía en el dormitorio…

Leorio dirigió toda su atención al más joven y se acercó a él, agachándose un poco. Realmente el chico había crecido bastante desde que se habían conocido, hacía cuatro años…

Le sonrió tiernamente. A pesar de todo, Gon seguía siendo un niño en sí.

- ¿Tuviste algún problema con Killua?

El muchacho bajó la mirada con una mezcla de asombro, tristeza y enojo.

- No, es sólo que él no entiende y… bueno, yo tampoco se lo he dicho, pero…

Gon siguió balbuceando incoherencias, aún así, Leorio logró entender de qué se trataba.

- Es por aquel regalo que querías hacerle, ¿no es cierto? – preguntó deteniendo el tren de palabras del más joven.

- ¿Cómo lo sa…? - Gon cortó sus palabras, quedando con la boca abierta. Seguramente Kurapika le había comentado al médico sobre aquello.

Se sonrojó levemente.

- Kurapika te advirtió que Killua sospecharía – le regañó Leorio.

Gon suspiró. Sí, el hombre estaba completamente al tanto.

- Lo supo desde el principio…

- ¿Y no te preguntó nada? – curioseó, extrañado.

El morenito hizo un gesto de negación.

- No, hasta hoy…

Leorio sonrió.

- Entonces, ¿aún no lo sabe?

- No…

- ¡Eso está bien! Pero, ¿por qué pones esa cara de pescado?

- Es que… - Gon se detuvo, sin poner atención al hecho de que le dijeran que tenía "cara de pescado".

- ¿Qué sucede? – insistió el otro.

- Me molesta algo que me dijo… y no logro entender por qué…

Leorio cerró sus ojos y luego los abrió, mirándole profesionalmente. Había sentido la presencia de Killua observándolos, pero como Gon aún estaba concentrado y hablando con él, decidió no hacerle caso. Al parecer Gon no lo había sentido…

Extraño.

Mientras, Killua oía todo.

- ¿Qué te dijo?

Gon dudó un momento en decirle, pero se decidió mientras su rostro se cubrió de un fuerte rojo.

- Me dijo que yo tenía novia y que no se lo había querido decir…

Leorio rió internamente. Killua estaba celoso, y sería fácil molestarlo. Y justo estaba allí mismo. Jujujuju…

- Pero si la señorita Ai es muy linda… y se nota que tú le gustas.

- "Así que es cierto…" – pensó Killua, entre triste y colérico -, "va donde una chica…"

- ¿Uh? – inquirió Gon, con un gesto de confusión y con las mejillas aún enrojecidas.

- Podría ser tu novia, ¿te gustaría? En vez de estar preocupándote por un idiota como Killua… - continuó Leorio enfatizando ciertas palabras xD.

El albino, escondido tras la puerta de su habitación, abierta apenas un milímetro, alzó una ceja furioso.

- "Leorio, me las va a pagar…" – abrió un poco más la puerta.

- Pero, yo… - murmuró Gon, siendo interrumpido de inmediato por Leorio.

- ¡Nada de peros! ¡La chica es linda y le gustas! ¿Qué más podrías pedir?

Gon suspiró volviendo a la normalidad.

- Que a mí también me gustase de esa manera…

Silencio.

Killua sintió un alivio inmenso y abrió más la puerta, dándole un golpe con el codo a la taza que había justo sobre la repisa junto a la entrada. Insólito, ¿no?

¡Crash!

- "Taza estúpida…" – pensó Killua, en nerviosismo.

Leorio y Gon dirigieron su mirada a un "empijamado" Killua que miraba la taza rota en el suelo sin reaccionar.

- ¡Killua…!

¡¿Desde cuándo los había estado oyendo?!

Gon, desconcertado y terriblemente sonrojado, le miró fijamente, mientras Leorio observaba la escena intentando no reírse del ridículo que estaba montando el joven albino.

- ¡Diablos! – exclamó Killua reaccionando al fin, arrodillándose y comenzando a reunir los pedazos de la "taza estúpida" -. ¡Ouch!

Y en su torpeza, se cortó un dedo.

Gon corrió a su lado y Leorio decidió extrañamente ir a buscar una pala y escoba, dejándolos solos.

- ¿Qué te pasó? (Hey! Es la típica pregunta xD) – preguntó, examinándolo detenidamente.

Killua no le respondió, sólo miró con rencor su dedo y la sangre que comenzó a manar de él y de inmediato lo introdujo a su boca, mirando ahora el desastre… con el mismo rencor xD. Levantó el rostro.

- Fólo me corfé el deo… - habló aún con el dedo en la boca, enfocando su vista insistentemente en los ojos del jovencito.

Siempre le había gustado su color… se sonrojó levemente, quitando su dedo. Exploró su rostro cuidadosamente, descendiendo hasta los labios entreabiertos del moreno.

- Qué me miras… - murmuró Gon de manera extraña.

- N..nada… Gon, yo… - Killua lo pensó un momento y luego puso cara de arrepentimiento -…, lo siento. No quise molestarte de esa manera… Yo, en verdad-

Pero algo había chocado contra su espalda.

- ¡Leorio! – soltó Killua, al notar que el médico le había dado un escobazo "sin querer".

- Jeje, no te vi.

Gon sonrió viendo como Killua y Leorio peleaban… todo ya había vuelto a la normalidad. Entonces, en medio de la pelea (cuando los dos se estaban estirando las mejillas xD), preguntó:

- Oye, Leorio… ¿cuál era el motivo de tu visita?

Leorio se paralizó en ese momento. Y Killua aprovechó para morderle la mano "sin querer" xD.

- ¡Oouch! ¡Pequeño demonio!

Pero el albino ya se encontraba lejos de él, mostrándole la lengua.

Gon: n.nU

- "Ah, Kurapika me va a matar…" – caviló en un suspiro y luego dijo -: Kurapika quiere que celebremos Noche Buena juntos, ¿qué les parece?

Gon exclamó lo que pareció ser un "YAY!!" y Killua sólo dijo con una sonrisa: "¿Por qué no?".

Así despidieron a Leorio, quien volvió a evolucionar en "esquimalmon" y se fue a su linda casita donde un lindo rubio con el almuerzo listo lo esperaba casi haciendo un hoyo en el suelo xD.

(Nunca tanto o.o XD)

.-.-.-.

Continuará… O.O