Correción: 13 de abril del 2006 (No puedo creer la cantidad de faltas que tenía XP)

PRÓLOGO

¡LIBERTAD!

Sirius respiro una bocanada de aire al salir por la puerta del Ministerio. No tuvo tiempo para mucho más, porque decenas de periodistas y reporteros le esperaban, dispuestos a no dejar escapar un buen titular.

-¡Señor Black! Por favor... ¡sólo unas preguntas!

-¿Qué se siente al estar libre!

-¿Guardará algún tipo de rencor por este error que le ha costado años de su vida?

El antiguo Sirius, el loco y disparatado Sirius de veinte años, con ganas se hubiera parado para posar, que le sacaran fotos y contestar a todas las preguntas habidas y por haber, pero el nuevo Sirius decidió que no estaba de humor para sonreír ante la cámara. Ni tampoco para tocar ese tema en particular: la entrega de Colagusano y su posterior libertad.

Unas manos fuertes le empujaron para que andara mas rápido, hasta introducirse en un coche que el Ministerio de Magia había dispuesto para su uso particular, aunque sólo fuera para llegar a casa de Remus. Se frotó los ojos. Los flashes de las cámaras le habían dejado momentáneamente ciego. Poco a poco fue recuperando la vista y lo primero que hizo fue fijarse en el chofer y en el hombre situado en el asiento de copiloto, su guardaespaldas. El primero era un hombre delgado, ya con poco, pelo a pesar de estar lejos de la cuarentena. No llamaba especial atención. Todo lo contrario al copiloto. Hombre negro que casi llegaba a los dos metros de altura, ancho como un armario y unos brazos que decían "mejor no te metas conmigo". Llevaba la cabeza afeitada, lo que hacia que su mandíbula pareciera mas cuadrada todavía.

Mirando a esos dos hombres, pensó en él. Ya no era un niño. Su aspecto físico y psíquico habían cambiado con los años pasados en Azkaban. Tenía que volver a rehacer su vida, y era consciente de que lo primero que necesitaba era ganarse la confianza de la gente de nuevo. Conjuró un espejo. Sus ojos, de un azul oscuro, se reflejaron. Tenía una mirada triste, que él esperaba que desapareciera algún día. Observó sus rasgos: nariz recta, pómulos altos, labios finos, cejas espesas y oscuras y dentadura perfecta. Definitivamente, la madurez le habíavuelto atractivo (o al menos eso pensaba él), en un hombre al que valía la pena acercarse.

¿Pero me tendrán miedo? Todos estos años como un criminal... huyendo de la "justicia" (en la que nunca volveré a creer).

¿Conseguiría otra vez una vida social normal? Por intentarlo no perdía nada. Comodidades, al menos, sí le darían.

Flashback

El Ministro de Magia escrutaba a Sirius con esos ojos pequeños e inteligentes.

-Lamentamos este tremendo error, señor Black, pero tiene que entender que las evidencias...

-Lo comprendo.

El Ministro le estrechó la mano. Se le veía verdaderamente afligido por las penas que habían tenido que pasar ese hombre. Estaba claro que quería arreglar la situación. Sólo que no podía. Nadie le devolvería esos años perdidos, de estar junto a sus amigos, de ver crecer a su ahijado... Nadie lo podía arreglar.

-Haremos todo lo posible para que no tenga ningún problema en reintroducirse en la sociedad.

-Muchas gracias, señor Ministro.

-¿Tiene ya un lugar adecuado donde instalarse?

-Me quedaré unos días con un amigo, pero todavía no dispongo de residencia particular.

-Le mandaré a un agente inmobiliario el lunes. Es de toda confianza y le ayudara a encontrar una casa a su gusto. ¿Le parece bien?

-Será perfecto.

-De acuerdo. Y lo siento de nuevo. Todo fue un lamentable error... lamentable...

Fin del Flashback

Sirius todavía no se creía su suerte. Habían cogido a Colagusano en un momento de despiste y ya se había celebrado el juicio. Ahora era él el que estaba en Azkaban. Sólo que Peter no podría resistirse a los dementores. Habían querido que estos le dieran el beso, pero al igual que Harry le salvó la vida una vez, él lo hizo ahora. No sabía todavía el porqué, pero lo hizo. De todas formas, se volvería loco.

No valía la penapensar en aquella escoria... y pensó en su futuro. En cuanto llegara a casa de Remus haría una fiesta por todo lo alto. Una fiesta jamás vista... La sangre le bullía de excitación. Estaba deseando llegar y darle a Moony un abrazo por primera vez de forma libre.

-Tuerza aquí a la derecha, Tony -indicó al chófer.