DINNN DONNN
Un Sirius elegantemente vestido abrió la puerta principal, que daba a un jardín pequeño aunque exuberante. Era como la selva privada de Remus, donde se refugiaba del mundo exterior, cuidando una gran variedad de plantas que hasta la profesora Sprout hubiera envidiado.
Al ver a la invitada que esperaba en el rellano, Sirius mostró su mejor sonrisa y le dio la bienvenida.
-Buenos noches. Bienvenida señora....
-Willoughby – soltó tajante la mujer, con una mirada que decía "como-puede-ser-que-no-sepas-mi-nombre".
A Sirius inmediatamente le disgusto. Se la veía demasiado orgullosa y tenia un porte tan prepotente que estuvo tentado de darle una patada en "donde yo me sé" para devolverla a su casa.
-Eso iba a decir. Pase señora Wiloobo.
Sin una palabra de agradecimiento la mujer entró, y Sirius se tuvo que decir a si mismo varias veces que el objetivo de la fiesta era integrarse en el barrio.
Una vez dentro, se recorrió el salón ya lleno de gente y fue saludando, mientras intentaba recordar los nombres de todos.
Con dolor de cabeza por el esfuerzo, se acerco a una barra que habían instalado para la ocasión en una de las esquinas del salón. Detrás de ésta se encontraba un árabe que Sirius habían conocido en un bar y con el que había congeniado al instante. El hombre, aunque bastante erudito, se había ofrecido para atender a los invitados de su nuevo amigo, y ahora no paraba de servir copas y de charlar.
-¡Baham!- grito animado Sirius – ¡¡Un ron de grosella!!
-Ya van tres, ¿eh? – sonrió Baham, pero inmediatamente le sirvió un vaso hasta arriba.
-¿¿Yo tres?? Has debido de contar mal... – Sirius se llevo el ron a la boca y se bebió de un trago la mitad. Luego se lo devolvió a Baham para que lo rellenase - ¡Massss!!
Remus se acercó a él, hablándole de que un tal Garnett se había metido en la cocina y la estaba saqueando. Sirius, con la mente brumosa por el alcohol, no comprendió al principio. Pero a medida que Moony le iba contando la situación, su boca se fue abriendo lentamente y sus ojos se fueron desorbitando. La alarma se reflejó en su rostro.
-¡Horror! ¡¡Mi comida!!
Salió corriendo hacia la cocina mascullando algo sobre unos bollitos rellenos de caramelo. Remus no perdió ni un segundo y salió detrás de él. Cualquiera sabia de lo que era capaz de hacer cuando se trataba de sus bollitos rellenos de caramelo.
-¡Sirius...! No hagas tonterías...
En la ajetreada persecución esquivando invitados, Remus se choco con una mujer de unos treinta y tantos, tirándola al suelo.
-¿Se encuentra bien? – Remus le tendió la mano noblemente, ayudándola a levantarse.
Cuando la mujer estuvo de pie, se paso la mano por la túnica granate que llevaba para limpiarla un poco. En esos segundos, Remus aprovecho para observarla. Indiscutiblemente, lo que mas destacaba de ella era su pelo, largo por la cintura, liso y albino. Su tez era nívea (muy blanca) y poseía unos ojos increíblemente azules. Su cuerpo era tan menudo y delicado que Remus sintió un poderoso impulso de abrazarla.
Sin embargo se quedo quieto, incapaz de mover ni un músculo ni de dejar de mirarla.
Al final fue la mujer quien tuvo que dar el primer paso.
-Mi nombre es Irina.
"Irina..."
Fue la voz de esa mujer, tan suave y a la vez tan sensual, la que despertó a Remus de su sueño.
-Yo... – Moony trago saliva, pensando que se estaba comportando como un inseguro adolescente – Remus Lupin. Encantado.
La mujer sonrió con timidez, apenas estirando las comisuras de los labios.
Pero a pesar de sentirse tan contento por haber conocido a Irina, algo intentaba meterse en la mente de Remus, un aviso de que algo se le olvidaba... o alguien.
"Padfoot..."
Reaccionando con rapidez, Remus se despidió. A saber los estragos que habría causado su amigo.
-Lo siento. Debo irme.
Al llegar a la cocina, vio a Sirius a un lado de la mesa y un hombre gordo en el otro extremo, intentando huir de él.
-¡Sirius! ¿Qué haces? – exclamó Remus, sabiendo que había llegado a tiempo.
-Se los ha comido... ¡Salvaje! – mascullo, con los ojos echando chispas – Se ha comido mis bollitos...
Por efecto del alcohol que había bebido, Sirius se deslizo hasta el suelo, quedándose ahí traumatizado. Remus le miro, incapaz de ocultar una sonrisa. Debajo de ese cuerpo (especificando: cuerpazo) de cuarenta años, se conservaba el espíritu del adolescente que había conocido y apreciado como a un hermano.
Remus suspiró, sabiendo que al ser los anfitriones debían de volver a la fiesta.
-Esta bien... Te comprare mas.
La cara de Sirius se ilumino, esperanzado.
-¿En serio?
-Si.
-¿Pero muchos?
-Si, muchos.
-De acuerdo – dijo levantándose – ¡Y deja ya de sonreír! Sino voy a pensar que te has confabulado con ese tragón para que se comiera mis bollitos.
Remus movió la cabeza, resignado. Sirius nunca cambiaría.
-Baham... – murmuro Sirius, acercándose al árabe - ¿Sabes que me ha dicho Moony?
-No.
-Bueno, pues yo te lo voy a decir. Pero shhhh... que es un secreto – miro a ambos lados observando si venia el gordo tragón y luego se acerco a la oreja de Baham, que esperaba curioso – Me ha dicho que me va a comprar muchhoooosss bollitos de caramelo.
Baham se quedo quieto, mirando a Sirius como si estuviera algo trastornado, pero lo achacó a los efectos de la bebida.
-Ohh...
Ya en voz alta, Sirius volvió a dirigirse a Baham.
-Y para celebrarlo, ¡¡otro ron de grosella!!
El árabe se rió, desconcertado, pero no se lo negó.
Remus se acerco a hablar con Sirius, que se apartaba de la cara algunos mechones, con expresión de satisfacción mientras esperaba a que Baham le sirviera la bebida.
-¡Feliz Navidad Moony! – farfullo mientras bebía un gran sorbo.
Mirando con ojos escrutadores a Sirius, Remus le pregunto:
-¿Navidad?...Sirius...
-Siiiiiiiiiiiiiiiii Moonyyyyyy...
-¿Cuántas copas llevas?
-¿¿Yooo?? – dijo abriendo los ojos mucho, como si se ofendiera - Egsta es la priñera, ¡hip!
Y poniéndole en las manos a un incrédulo Remus la copa medio llena, añadió:
-Y mñira, ni chiquiera me la tergmino.
Agarro por el brazo a una mujer que pasaba por su lado y la sonrió, tratando de que no se le notara la borrachera mucho.
-Buenas nocghes... seguro que chieres una copa... – la mujer se encogió de hombros, divertida - ¡Baham! ¡Amigo mío! ¡Dos copas mas!
Remus se llevo la mano a la cabeza, sabiendo que le esperaba una noche movidita. Pero al fin y al cabo, no le importaba: esta era la noche de Sirius.
Estuvo vigilando unos minutos como su mejor amigo tonteaba con la chica, dispuesto a intervenir si la cosa se pasaba de los limites, pero al final no tuvo mas remedio que dejarles solos. Estaban llamando al timbre otra vez.
-¡Hola chicos! ¡¡Os habéis retrasado!!
Harry y Ron bufaron, enfadados.
-Ha sido por culpa de ese %g&/4*1...
-¡Ron! – Hermione le miro escandalizada.
-...de Snape – siguió Ron sin hacerla caso.
-¡¡No nos dejaba venir!! Que si no teníamos permiso para salir, que si los demás alumnos no se iban a fiestas... bla bla bla... Al final tuvo que intervenir McGonagall – continuo Harry furioso al recordarlo.
Remus enarcó una ceja, sin creerse que Snape pudiera ser tan retorcido incluso en el día de la liberación de Sirius.
-Bueno, menos mal que Sirius no puede enterarse.
-¿Por qué Sirius no puede...?
-¡¡EO EO EO!! ¡¡¡Moooonnnyyyy!!! ¡Mira a quien he encontrado! – Un Sirius borrachín se acercaba a Remus y los chicos, acompañado de dos mujeres unos años mas jóvenes que él, y curiosamente ninguna de las dos era con la que había estado tonteando con anterioridad.
Se quedo parado delante de Ron y Harry, escudriñándoles con sus ojos azules.
-Hum... creo que tendré que buscar a dos chicas mas.
Hermione le miro con mala cara. Sirius sabia perfectamente que llevaba desde sexto saliendo con Ron, y ahora que casi a finales de su séptimo curso, su relación no había variado en nada. ¿Qué pretendía ofreciéndole una chica a su novio?
-No, Sirius no, en serio... no hace falta... – Harry tuvo que detenerle, y le quito su sexta... o séptima... o tal vez octava... copa de las manos - Creo que ya has bebido demasiado.
Sirius asintió obedientemente, como si Harry hubiera sido su padre. Las dos mujeres miraron a éste último, riéndose.
-Bueno, chicas, será mejor ir a dar una vuelta.
Con las mujeres todavía a su lado, regresó a las cercanías de la barra. Remus se temió lo peor:
-Creo que voy a ir a controlarle.
Los tres se quedaron solos, mirando como el padrino de Harry y su ex profesor desaparecían entre la masa de invitados.
-¿He oído algo de barra? – murmuro Ron, casi corriendo hacia ella.
-No, Ron, ¡no vas a beber!
-Claro que voy a beber. Es una fiesta, Hermione, ¡por Dios! ¿Cómo quieres que no bebamos? – pregunto Ron, como si fuera obvio.
Ron se detuvo delante de la fila de botellas que Baham había colocado en la mesa para que los invitados eligieran.
-Creo que... ¡si! Por favor, una copa de esto, mezclado con ese verde... y si... aquel de la esquina.
-Una mezcla explosiva... espero que sepa usted lo que hace – comento riéndose el árabe.
-Por supuesto que lo sé.
-¡No! ¡No lo sabe! ¡¡Y me niego a tener un novio borracho!! Pónganos tres cervezas de mantequilla – declaro Hermione tajante.
-Herm... Venga Hermy... Es solo una noche.
-¡No! Y no discutas.
Ron cogió enfadado su cerveza, bebiéndosela a sorbitos.
Hermione se dio la vuelta.
-¡Venga Harry! Vayamos a dar una vuelta.
Harry miro a Ron y se encogió de hombros, como dándole a entender que ella era la que mandaba.
En cuanto se fueron, Ron se planto delante de Baham, mirando de vez en cuando por encima de su hombro para ver si regresaba su novia.
-Por favor... sírvame lo de antes en esta jarra – murmuro tendiéndole vacía la jarra donde había estado la cerveza de mantequilla.
-No te rindes tan fácilmente, ¿eh, chaval?
Ron agarro la jarra ya llena, que mas o menos tenia el mismo color que la cerveza aunque un olor mucho mas fuerte, y le dio un trago. La cabeza le empezó a dar vueltas. El camarero ese tenía razón. La mezcla era considerablemente fuerte.
Después de beberse casi la mitad de la jarra, se sujeto a una mesa para no perder el equilibrio y con la cabeza en las nubes llego hasta donde se encontraban Hermione y Harry.
-Hermy... – Ron la beso apenas posando sus labios sobre los de ella.
Harry se dio la vuelta. Aunque ya debería haberse acostumbrado, los besos y arrumacos entre sus mejores amigos lo seguían poniendo incómodo.
-¡¡¡Ron!!!
-¿Qué?
-¡¡No me lo puedo creer!!
-¿Qué?
-¡¡Has bebido!!
-¿Yo?
-¡Ronald Weasley!... Ni se te pase por la cabeza mentirme – Hermione le miro, comenzándose a enfadar peligrosamente.
-Yo...
-Dame la jarra – Ron se la tendió, incapaz de hacer otra cosa. Hermione la olisqueo y volvió a mirar a Ron – Esto esta lleno de alcohol. ¡No me puedo creer que me hayas hecho esto! Después de...
-Hermione, ¡tenemos 17 años! – las orejas de Ron se estaban empezando a poner rojas por la exasperación.
Harry decidió alejarse. Esta pelea prometía durar horas.
Mirando desde un rincón, Harry se dio cuenta de que no conocía a nadie. Sabiendo que si Ron y Hermione habían acabado de discutir estarían haciendo las paces demasiado empalagosamente para su gusto, optó por no volver con ellos. Vio que su padrino seguía entreteniendo a algunas mujeres y prefirió no molestarle. De todas formas, Sirius no estaba en condiciones de mantener una conversación medianamente inteligente.
Por eso decidió buscar a su antiguo profesor de Defensa. Lupin debería de andar por ahí, entre la gente. No seria muy difícil encontrarlo, y, en efecto no lo fue. Remus se le acerco por detrás, sobresaltándole.
-¿Qué tal, Harry? ¿Has visto a Sirius? – pregunto mirando a los invitados, con gesto ceñudo – Lo he vuelto a perder. Espero que no haga ninguna tontería.
-Esta ahí – dijo Harry señalando con el índice a un grupo de mujeres – En el centro.
-Debí de haberlo imaginado – contesto suspirando Remus, y luego, como dándose cuenta de lo solo que estaba Harry, añadió - ¿Y Ron y Hermione?
Harry se encogió de hombros, indicándole que no tenia la mas mínima idea.
-O peleándose o reconciliándose. En cualquiera de los dos casos yo no pinto nada.
Remus le miro, dudando que decir a continuación. Esta claro que el ahijado de su amigos se estaba aburriendo, y que no conocía a nadie con quien pasar el rato. De todas formas, tampoco había nadie de su edad. Él, aunque le hubiera gustado, no podía pasar toda la noche dándole conversación. Tenia otras obligaciones.
-Bueno Harry. Me tengo que ir.
El muchacho simplemente asintió con la cabeza, sonriendo con amargura.
-Dentro de un rato volveré, ¿de acuerdo? Intenta divertirte.
Una vez estuvo solo de nuevo, Harry dejo vagar sus pensamientos. Remus tenia buen aspecto. Se notaba que hacia ya varios días que había pasado la luna llena. Pensó en como debía de haberle afectado la soledad en los años que estuvo alejado de sus mejores amigos. Se debió de haber sentido igual que Harry en este momento, solo que este último tenia la seguridad de que dentro de un rato los volvería a ver. Sacudió la cabeza, desterrando esas ideas. Solo conseguían hacerle sentir mas solo.
Remus echo un ultimo vistazo a Harry, antes de salir del salón donde se celebraba la fiesta. Entro en una pequeña sala, con las paredes atestadas de libros. ¿Cuántas horas había pasado en esa estancia? Se dio cuenta de que era una pregunta inútil. Nunca podría recordarlo. Con un movimiento de varita encendió el fuego y un par de candelabros que colgaban de las paredes.
Se arrodillo en el suelo de madera gastada y echo un puñado de polvos flu a la lumbre. Luego metió la cabeza, diciendo claramente el lugar y espero, intentando no pensar en la incomodidad que sentía.
-¿Albus? ¿Estas ahí?
Un anciano de larga barba blanca se levanto de su silla, acercándose a la chimenea.
-Hola Remus. ¿Ha pasado algo?
-No, no... bueno, Padfoot esta borracho como una cuba, pero eso ya se sabe. Solo me preguntaba si te apetecería pasarte por aquí.
-¿Y...?
Remus sonrió. Era imposible esconder nada a Dumbledore.
-Y si podrías venir acompañado.
-Cuéntame que se te ha ocurrido – contesto el anciano, haciendo aparecer un sillón y sentándose en él.
Harry había estado intentando acercarse a Sirius durante cinco minutos, pero la masa de mujeres que le rodeaba era increíble.
-Hem... perdona...
Unos tímidos toques en el brazo le hicieron girarse.
-¿Eres... eres Harry Potter?
Harry asintió cansado. Había evitado esa situación durante toda la noche. El hombre que ahora le estrechaba la mano sin parar de hablar era viejo y rechoncho.
-Soy Ruskin Maugham. Vivo dos casas mas abajo. No puedo creerlo. El gran Harry Potter. ¡Es todo un honor!
Hablaba demasiado rápido por los nervios, y Harry deseo que además de mas lento, hablara mas bajo. Echo un vistazo alrededor, pero nadie les había oído.
-Si, yo también estoy encantado de conocerle. Ahora si me perdona... tengo que ir con...
-Por supuesto, por supuesto. No le entretengo mas.
Harry huyo en cuando le hombre le soltó la mano, pero horrorizado vio como el hombre iba corriendo a lo que parecía ser su mujer, y decía algo mientras le señalaba. La mujer sonrió, y Harry se dio cuenta de que le faltaban dos dientes. Aunque lo intento, no pudo devolverle la sonrisa.
La mujer se le empezó a acercar, mientras Harry desviaba la vista a la pared, como si hubiera algo interesante.
-¡Es HARRY POTTER! ¡¡No puedo creerlo!!
-Por favor, señora, hable mas bajo...
Pero ya no había nada que hacer. Varias personas a su alrededor le miraron la frente y empezaron cuchichear entre ellas. Durante casi un cuarto de hora, Harry estuvo estrechando manos de gente desconocida e intentando recordar los nombres de casi una treintena de personas.
Dumbledore, en su despacho, sonrió a la cabeza de Remus Lupin, que todavía seguía en la chimenea.
-Calculo que en un cuarto de hora estaremos allí. Voy a mandar un prefecto a buscarla – luego miro su reloj de muñeca, que en nada se parecía a uno normal – Iremos por polvos flu.
-De acuerdo, Albus. Os estaré esperando.
Levantándose del suelo, salió de la habitación, pensando en la época en que sus amigos y él habían hecho lo imposible para juntar a James y a Lily.
-En cierta manera, me recuerdan a ellos.
Sirius salió del grupo de mujeres a trompicones. Entre el dolor de cabeza que empezaba a sentir, y el parloteo interminable de ellas, conseguían cansarle.
A lo lejos vio una melena castaña, que identifico automáticamente como la de Hermione. De pronto, le entraron ganas de ver a Harry. No recordaba haberle saludado (*cof* alcohol *cof*)
-¡Hermione! ¿Dónde esta...? – Sirius se paro en seco. Por como estaban Ron y Hermione de juntos supo que había interrumpido algo.
Los dos, que habían estado haciéndose carantoñas unos segundos antes, miraban ahora a Sirius con las mejillas rojas.
-Hem... veréis... ¿No sabéis donde esta Harry?
-Estaba con nosotros, pero se ha debido de ir – contesto Ron, mirando a su alrededor. Había estado tan enfrascado con Hermione, que no se había dado cuenta de la ausencia de su mejor amigo.
-Bueno, gracias... – dijo Sirius, y luego mientras se iba, con una sonrisa picara añadió – Vosotros seguid con lo vuestro.
Se alejo a toda velocidad, intentando sacudirse de encima la sensación de incomodidad que le había invadido.
Sorprendido, vio a un grupo de gente que rodeaba a su ahijado y le estrechaba la mano. Éste estaba pálido, y al ver a su padrino, le miro con ojos impotentes. No hacían falta las palabras. Sirius entendió a la perfección que quería que le sacara de ese embrollo en el que se había metido sin querer.
Sirius hizo un movimiento de varita, y de la nada comenzó a sonar una melodía lenta. Los invitados, poco a poco, fueron juntándose en parejas, y dejando a Harry en paz. El padrino se sonrió satisfecho. Había tenido numerosas ocasiones de comprobar como disfrutaba la gente con el baile. Nunca fallaba.
Se iba a acercar por fin a su ahijado, que miraba agradecido, cuando la mujer a la que le faltaban dos dientes (la que había proclamado el nombre de Harry), le cogió de la mano y le saco a bailar.
Sirius hizo todo lo posible para librarse de ella, pero la mujer le sujetaba fuertemente, como si no quisiera que su presa se escapase. (Nda. Pobre Padfoot...). La celebridad de la fiesta miro a Harry con ojos desesperados, pidiendo ayuda. Éste ultimo solo pudo encogerse de hombros, indicando que él no podía hacer nada. Antes de desaparecer entre el gentío, Harry pudo leer en los labios de su padrino la palabra 'traidor'.
-Harry...
Al oír otra vez su nombre, Harry se dio la vuelta, malhumorado. Cogió con brusquedad la mano de quien fuera que le hablase, y se la estrecho.
-¡Si! Yo tambien estoy encantando de conocerte. ¡Me alegro muchísimo de vert...! –las ultimas palabras murieron en su boca, al ver que no se trataba de nadie que quisiera presentarse.
Su pelo rojo caia salvajemente sobre sus hombros, e iba vestida con una tunica azul oscuro.
-Hola Ginny... lo siento mucho... pense que eras... ¿pero que haces aquí?
-He venido con Dumbledore – dijo señalando a una esquina, donde estaban el director y Remus. Ambos, al ver que miraba, le saludaron sonrientes.
Por sus caras inocentes, Harry sospecho que estaban tramando algo, pero devolvió el saludo.
-Bueno, me alegro de que hayas venido. Esto empezaba a ser muy aburrido.
Si, yo tambien me alegro – luego bajo la miraba y dijo – No es que me moleste, pero si quieres puedes soltarme la mano. No me voy a perder, ¿sabes?
Al bajar la vista, Harry se dio cuenta de que todavía estaba estrechando su mano. La soltó rápidamente, poniéndose rojo.
.Lo siento – murmuro incomodo - ¿Quieres hacer algo?
Ginny miro a las parejas que bailaban al ritmo de la música.
-¿Te apetece bailar? – pregunto, y sin esperar una respuesta, le cogió del al mano y le saco a la pista.
-Me encanta hacer de Celestina – dijo resuelto Albus, mirando a la pareja bailar una lenta.
-Hacen una buena pareja – asintió Remus, para luego ver como al lado de Harry pasaba la mujer gorda, prácticamente arrastrando a Sirius para que bailara una tercera canción con ella – En cambio, no creo que esa sea la media naranja de Padfoot. Creo que iré a echarle una mano.
-De acuerdo. Estaré saludando a una par de amigos que he visto – dijo el anciano a modo de despido.
Cuando termino la balada, Sirius se alejo un poco de su indeseada acompañante, y empezó su plan para librarse de ella.
-Señora.
-Llámame solo Lettice – susurro intentando poner voz seductora y agitando repetidas veces sus pestañas, cubiertas con varias capas de rimel rojo.
-O.o... (Sirius entre en shock durante varios segundos)... Hem... si vera, Lettice. Estoy trastornadísimo porque siento que usted esta perdiendo su valioso tiempo bailando con alguien como yo. Estoy seguro de que miles de invitados desean conocerla, y usted esta aquí, conmigo, perdiendo su tiempo.
La mujer asintió, complacida de que ese hombre tuviera tan elevada opinión sobre ella.
-Bueno – comenzó – para que mentirle. Es cierto que tengo que saludar a diario a muchas personas, ya sabe, pero no se preocupe. Estoy encantada de pasar estos minutos con usted.
Sirius miraba a Lettice intentando mantenerse serio, aunque sabia que como no se alejara pronto de ella, iba a soltar una carcajada delante de sus narices. Dudaba que esa señora, a simple vista la cotilla del barrio, saludara a alguien mas que a su panadero habitual.
-No, de eso nada. No puedo volver a bailar con usted sabiendo que esta malgastando su tiempo. De todas formas ha sido un placer. Y ahora, si me disculpa...
Sirius se dio la vuelta y se marcho con paso digno, escuchando como la señora decía en voz baja un "que hombre mas atento". Al ver a Remus prácticamente a su lado, y sabiendo que había escuchado toda la conversación, no pudo evitar soltar la carcajada que había estado conteniendo.
-Yo venia a ayudarte, pero me he fijado en que sabes arreglártelas muy bien sin mi. Eres un hombre muy atento, Padfoot – dijo Remus, con un guiño en sus ojos.
-Ni una palabra mas. No se te ocurra mencionar esto, Moony- advirtió señalando a su amigo con el dedo – Tengo un dolor de cabeza horrible.
-Eso te pasa por beber nueve copas de Ron.
-Tampoco exageres (*-*). ¿Sabes donde esta Harry?
-Ocupado – dijo señalando a la pareja, que todavía bailaba.
-¿Esa es Ginny? – pregunto perplejo Sirius.
-Si. La invite yo.
-Hay que admitir que Harry sabe elegirlas.
-Pederasta... ¬¬ (Nda. Pederasta es alguien mayor de edad, que le gustan las menores)
-Bueno, voy a dar una vuelta. Si viene Harry dile que me busque, y si viene la gorda dile que me he muerto.
-Creo que le diste muy buena impresión. Mañana todo el mundo sabrá el hombre tan atento que eres ^^
-Cállate...
-Perdone señorita. Veo que esta usted muy sola.
Sirius hablaba a una mujer delgada, de pelo largo, que no era otra que Irina. La mujer sonrió nerviosa, con la mejillas rosadas.
-¿Me permite un baile?
La mujer ahora miro con miedo a su alrededor, buscando a alguien, pero por su inmediata cara de alivio, no debió de encontrar. Sirius, preocupándose por su agudo dolor de cabeza, no se dio cuenta de su atemorizada expresión. Ella le tendió la mano, y Sirius la llevo a la pista.
Hermione dio un ultimo beso a Ron.
-Creo que deberíamos ir a buscar a Harry, ¿no te parece? Se debe de estar aburriendo mucho.
-Tienes razón – suspiro, levantándose del sillón en el que estaban los dos.
-No, espera. Será mejor que te sientes – soltó la chica, empujando a su novio de nuevo a los cojines.
-¿Pero no has dicho que íbamos a buscarle?
-Eso era porque pensaba que estaba solo.
-Bueno, es lógico que esté acompañado. ¿pero por qué no podemos ir si Harry está hablando con Sirius y Remus?
-No me refiero a esa clase de compañía.
-¿Y entonces a quien...? ¡Ah! ¿Esa es...?
-Tu hermana.
-¿Pero que hace aquí? ¿Y están bailando delante de todos? Deberíamos ir con ellos y decirles algo...
-Tu te quedas aquí – advirtió severa Hermione – Tu hermana tiene dieciséis años, Ron. No es una niña para que ahora te entren esos aires de hermano protector.
-Ya, pero...
-Pero nada, Ronald Weasley. No vas a decir ni una palabra a Ginny.
-Pero...
-Ni una palabra.
Ron bajo los ojos. En su interior sabia que Hermione tenia razón. Siempre la tenia. Pero de todas formas...
Remus hablaba con Baham sobre los invitados. Al parecer había algunos que le habían murmurado sus opiniones sobre la inocencia de Sirius al árabe, y éste ahora se las transmitía al licántropo. En cuanto las oyó, Remus supo que Sirius no debía de enterarse.
Dando un pequeño sorbo al vaso que Baham le acaba de dar (0% alcohol), observo como Sirius bailaba una lenta con una mujer muy bella. Tenia la tez muy clara, las comisuras de los labios de estiraban discretamente formando una dulce sonrisa, tenia el pelo liso y albino... albino... ¿Irina?
Como si antes no la hubiera reconocido, Remus se dio cuenta de que era la mujer que le había dado la vuelta al corazón. ¿Y Sirius estaba tonteando con ella? Sin saber porqué, sus pies se dirigieron a la pareja, para interrumpirles.
Dio un par de golpes con el dedo índice en el hombro de Sirius, haciendo que éste girara.
-¿Quieres algo, Moony?
De pronto se sintió como un estúpido. ¿Qué iba a decir ahora? ¿Perdona Sirius, pero no toques a esta mujer? Sonaba ridículo.
Sirius miro a su amigo, sorprendido. Como si la bombilla de su cerebro se iluminara, comprendió lo que pasaba con su amigo y decidió sacarle de ese pequeño problema.
-Ya entiendo, Moony. Me quieres robar mi pareja, ¿verdad? . dijo sonriendo a Remus. Luego se giro para mirar a Irina, y se despidió de ella con un beso en la mejilla – Bailas muy bien. Pero ten cuidado con mi amigo, ¿de acuerdo? Que no te pise.
Remus se puso rojo, y esbozo una sonrisa, mirando a Sirius con cara entre agradecimiento y un "La ultima frase sobraba. Date por muerto"
Irina asintió y se paso una mano por el pelo, dejando a la vista su oreja. A Remus le complació ver que eran ligeramente puntiagudas, como las de una elfa. Su pequeña elfa.
-Bueno, ya nos veremos. Voy a saludar a Dumbledore.
Sirius se dio la vuelta y se marcho en dirección al director, que pedía a Baham un sorbete de limón.
La pareja se miro. Comenzaron solo por una canción, y sin darse cuenta, Remus e Irina pasaron el resto de la noche juntos.
* Varias horas después *
La fiesta había terminado y los invitados habían salido contentos de casa de Remus. Ahora ya solo quedaban en la casa los dos anfitriones y el director, acompañados de los cuatro alumnos de Hogwarts.
-¿Les dejaras pasar la noche? – pregunto Sirius, mirando por la ventana del ático a las dos parejas, que se encontraban de dos zonas distintas del jardín.
-Creo que si – aseguro en anciano, acariciándose la barba – Teniendo en cuenta de que es una ocasión especial.
-Eso es lo que pensaba – asintió con vehemencia Sirius.
-Tendrán permiso para saltarse las dos primeras horas. Luego que vayan por polvos flu a la Sala Común de Gryffindor.
-De acuerdo. Los tendrás ahí a las once.
El director sonrió una ultima vez y luego con un suave 'pop' desapareció, camino a Hogwarts.
Sirius miro por el telescopio para ver como Ginny posaba por primera vez susnlabios sobre los de Harry.
-Como te descubra te mata.
-Es imposible que me descubra, mi querido Moony. Tengo demasiada practica.
-¿Te dedicas a espiar a las parejas?
Sirius no contesto. Estaba mirando interesado como Harrt intentaba "disimuladamente" coger la mano de la pelirroja.
-¿No crees que es demasiado inseguro? – pregunto Sirius, mirando a su amigo, y luego agrego en tono soñador – Me recuerda a ti cuando besaste por primera vez a Jannie.
-¿¿¿QUUEEE??? ¿¿ME ESTUVISTE ESPIANDO??
Sirius se quedo mudo, sabiendo que se había ido de la lengua.
-Yo no fui. Fue James.
-Ya, seguro. Confiesa Padfoot.
Sirius no le hizo caso, intentando evitar tener que contarle todo, y miro otra vez al jardín.
-¿No te recuerdan a ellos, Moony? – pregunto con una nota de tristeza en la voz – Míralos desde aquí. Son idénticos... por lo menos físicamente.
Remus le observo, incapaz de decir nada.
-No sabes cuanto los echo de menos. Daría cualquier cosa por que volvieran – murmuro con los ojos perdidos -¿Por qué ha tenido que pasar todo esto? ¿Por qué Lily y James, Moony?
Sabiendo que las palabras no confortarían a su amigo, le puso una mano en el hombro. Sirius le miro, con los ojos brillantes y una media sonrisa.
-Por lo menos ahora estoy contigo.
-Lo mismo digo, amigo. Pero ahora será mejor que vayamos a dormir. Ha sido un día duro.
* A la mañana siguiente * (Ya se han ido Harry y compañía)
-¡Que asco de casa, Sirius! – grito Remus desesperado, mirando la suciedad que todavía les quedaba por limpiar.
-Si te sirve de consuelo, ya me duele la muñeca de los movimientos de varita.
-No, no me sirve – suspiro Remus - ¿Y que es esto? ¡Arg! ¡¡Una mancha en la alfombra!!
-Tírala. Ya esta muy vieja.
-No tengo dinero para comprar otra.
-Yo la comprare – y antes de que su amigo pudiera abrir la boca para protestar, Sirius continuo – Te la debo. Es mi pago por dejarme estar en tu casa y hacer la fiesta.
-¿Cómo no te voy a dejar estar en mi casa, Padfoot? Eres mi amigo. No necesito ningún pago por eso.
-Entonces considéralo un regalo de un amigo. Y deja de hablar o no acabaremos nunca.
* 1 hora después *
Remus miraba lo limpia que había quedado la casa después de un duro trabajo. Sirius se había repanchigado en el sofá, y el esperaba la llegada de El Profeta por correo-lechuza. Segundos después, un enorme búho marrón entraba por la ventana, y espero allí hasta que Remus le pago.
-¿Qué dice? – pregunto Sirius, abriendo un ojo.
-Sales en primeras pagina. Una foto enooooorme...
Sirius abrió el otro ojo y murmuro un "pásamelo". Remus le lanzo el periódico y espero hasta que su amigo terminara de leer la noticia, para que diera su opinión.
-Salgo muy guapo – sonrió, mirando su foto.
Remus hizo girar sus ojos y le quito El Profeta a Sirius.
-No me has dejado terminar de leer la noticia – dijo pasando a la segunda hoja. Su rostro se ensombreció.
-Aquí hay una foto de...
-No menciones a esa rata – corto con voz peligrosa Sirius – No quiero volver a oír hablar de él nunca. Que se pudra en Azkaban.
Remus no dijo una sola palabra y tiro el periódico a la basura. Era lo mejor que podía hacer para que su amigo recuperara su habitual buen humor.
-¿Cuándo decías que iba a venir el agente? – pregunto, para cambiar de tema.
-O.o
-¿Qué pasa?
-Me había olvidado de él.
-... ¬¬ ...
-Viene mañana a primera hora. Hemos quedado en un café cercano, donde me enseñara las casas que hay disponibles.
-De acuerdo. ¿Vas a hacer algo hoy?
-No se... tengo que comprar varias cosas, pero luego podríamos ir a cenar. Invito yo.
-De acuerdo... pero pagamos a medias – contesto Remus sonriendo.
Sirius se encogió de hombros, vencido.
-Acepto.
-Buenos días. Estaba buscando una alfombra persa.
El hombre que le atendía le observo con detenimiento, reconociéndole por los periódicos. Había que admitir que Sirius era un hombre elegante, de buen aspecto y usaba ropa cara. Pero él no se fiaba de las apariencias, y seguía viendo en Sirius a un hombre que había estado varios años como un vulgar fugitivo, escapando de la 'justicia'. Por fin decidió que dejaría a un lado sus opiniones sobre é, y le trataría como a un cliente mas.
-Buenos días, Sr. Black. Tengo un par de alfombras que quizá le interesen.
-No importa el precio – aseguro Sirius, siguiendo al pretencioso vendedor.
-Nos han venido hace poco. Son bastante grandes, y con exquisitos dibujos que... – el hombre explicaba mientras llevaba a Sirius al lugar donde se extendían las dos alfombras.
Remus miro la puerta de la casa. Dio unos pasos y levanto el brazo para llamar. Luego, negando con la cabeza, lo bajo y comenzó a alejarse. Cuando llevaba apenas un par de metros andados, de dio la vuelta, volvió a recorrerlos y llamo indeciso con los nudillos.
En el mismo momento en que lo hizo, se arrepintió, y hubiera salido corriendo sino hubiese sido porque la puerta se abrió. Irina apareció, en opinión de Remus, mas bella que nunca. Vestía una túnica fina, que caía con libertad, pero a la vez marcando su figura.
Remus abrió la boca, pero no le salió ni un simple saludo.
-Remus... creo que no es momento para que – dijo pasándose la mano por los ojos. El hombre no pudo evitar fijarse en la pequeña lagrima que había en ellos. ¿Estaba llorando?
-Irina, ¿estas bien? – pregunto dudoso. Él quería ayudar, pero no sabia si se estaba metiendo demasiado en la intimidad de la mujer.
-Yo... tienes que irte. En serio, Remus. No es un buen momento.
Su voz temblaba, y el licántropo no se movió ni un centímetro.
-Pero dime que te pasa – dijo cogiéndola la mano, para impedirla cerrar la puerta.
-Por favor... solo vete.
Otra lagrima, que brilló a la luz del Sol, rodó por su mejilla.
-Por favor...
Remus la miro preocupado. Ahí estaba pasando algo raro, pero no se atrevía a insistir mas. Ella le había dicho que se fuera, que no era buen momento. ¡Pero no podía dejarla en ese estado sola! No soportaba verla llorar.
-Déjame ayudarla y...
-No puedes... Nadie puede ayudarme.
-Tal vez si...
-Por favor, Remus. Necesito que te vayas. Por favor.
En parte dolido, y sin comprender nada, Remus hizo algo que nunca había hecho con ninguna otra mujer a la que conociera desde hacia solo un día. La beso. Y ese beso fugaz hizo que Irina comenzase a llorar, incapaz de contener mas las lagrimas.
-Por favor... vete...
Remus dio la vuelta y bajo los escalones de la entrada, sin mirar atrás. Sabia que si lo hacia y veía llorar a la mujer de nuevo, no podría marcharse.
Irina le vio atravesar su pequeño jardín delantero, y sin apartar ni una sola de las lagrimas que se deslizaban por su rostro, murmuro entre sollozos:
"No puedo permitir que él te haga daño"
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Disclaimer: Todo lo que reconozcáis pertenece a JK. Lo demás es mío, solo mío =D
Nda: Wow! Por fin lo acabe... 4 horas sin parar de escribir ayer por la noche ^^. No me lo creo! Weno, espero que os guste. Os ha dejado la intriga de porque lloraba Irina? Espero q si, porque se supone que os la tenia que dejar. A ver si subo el próximo cap pronto, que por lo que tengo pensado es todo de Sirius *-* Sirius buscando casa... yendo de compras... Tiene muchas cosas que hacer. Plis, dejad reviews!! Joanne
