N/A: ¡¡Y os presento el último xapi!! Me da pena que se termine, pero por otra parte ya estaba deseando escribir el final xD Tengo un montón de proyectos en mente, y estoy deseando empezarlos. Y claro, para que no me pase lo de siempre, antes tenía que terminar este. Así weno, espero que disfrutéis este xapi tanto como parece que lo habéis hecho con los anteriores. Os agradezco muchísimo que hayáis estado allí apoyándome, y bueno, me dejo ya de rollos pork sino no voy a tener nada que contar en la zona de Agradecimientos al final. ¡Os kiero muxo a todos!

CAPITULO 8 (Aigh... que emoción Joanne se limpia una lagrimita Llevo queriendo escribir esto desde hacer meses .)

(Nda. Situémonos... han pasado varias semanas desde el último xapi, así que Karim ya ha sido presentada a Remus y Harry, y lo mismo con Irina. Karim y Sirius ya salen formalmente, mientras que Remus sigue teniendo el problema del marido, que por ahora no sospecha nada, puesto que Remus e Irina llevan su relación con mucho cuidado).

-¡¡Fiesta!! ¡¡¡FIESTA!!! – exclamó Sirius, bailando.

-No te emociones... Quedan varios horas todavía, y más vale que me ayudes si quieres que terminemos con esto algún día – interrumpió Remus, cargando con varias bolsas de comida.

Harry, Ron y Hermione había recibido las cartas con las notas de los EXTASIS el día anterior y, para celebrarlo, Sirius había organizado una cena en su casa. A pesar de que todavía quedaba para la hora en la que aparecerían los invitados (todos amigos cercanos), las tareas se les acumulaban, y la poca ayuda que prestaba Sirius no favorecía para nada el estado de tensión del licántropo.

-Coge esos platos y llévalos a la mesa – ordenó Remus a su amigo, y justo entonces escuchó un zumbido de un OVICUP (Objeto Volante Identificado Como Un Plato) a velocidad supersónica pasar al lado de su oreja. Éste se quedó paralizado, incapaz de creer lo que acababa de ver. Aún así, se repuso rápidamente - ¡¡SIRIUS!! �.�

-¿No has dicho que los llevase a la mesa?

-¡Pero así no! – gritó sulfurado Remus. Se había llevado un susto de muerte.

CRASH

El plato se estrelló contra la pared de la cocina, fallando el intento de pasar por la puerta. Se quedaron los dos mirando los añicos del suelo, y luego Remus se volvió muy, muy lentamente hacia Sirius.

-¡¡ACABAS DE ROMPER EL PLATO!! – bramó, apretando los puños.

-Si no me hubieses despistado... Vale, ya lo arreglo, ya lo arreglo – farfulló Sirius, haciendo un rápido movimiento de varita. Los trozos del plato se pegaron y éste quedó como nuevo - ¿Ves?

Sirius se llevó una colleja muy merecida.

-Ve a poner los platos – dijo entre dientes Remus, volviendo a concentrarse en cortar las verduras y demás.

Sirius salió de la cocina rascándose la cabeza (en el lugar del capón). Los platos levitaban controlados a su lado, y con otro movimiento de muñeca se colocaron en la enorme mesa. Ya sólo faltaban las servilletas, que salieron volando de un cajón de una cómoda hasta situarse en la mesa. Algis lloriqueó un poco, pues se lo había pasado bien persiguiendo servilletas volantes.

El hombre de ojos azules se asomó de nuevo a la cocina, y vio a Remus tarareando mientras andaba ocupado con la comida. Algis y Sirius miraron a la vez la mesa redonda con muchas fuentes de comida ya preparadas para ser servidas. Se relamieron y entraron de puntillas para no ser oídos.

Sirius alargó la mano para coger un trozo de jamón cuando algo duro le dio en la cabeza. Soltó un gritó y Remus se volvió, sorprendido. Sirius también se volvió para ver quien había sido el que le había dado el golpe, y vio a Karim con un cucharón de servir sopa en la mano (lo había cogido de la encimera al entrar... no es que lleve un cucharón en el bolsillo), varias bolsas en la otra y una sonrisa de oreja a oreja en la cara. Sirius frunció el entrecejo, enfurruñado. Ahora resultaba que su novia le maltrataba físicamente.

-Te lo mereces, por querer robar jamón – le regañó Remus a Sirius. Luego se giró hacia la mujer, sonriéndola – Hola, Karim.

-Te queda muy bien ese delantal – replicó la mujer, señalando el precioso delantal amarillo pollo que Remus llevaba. Éste se puso rojo.

-¿Qué haces aquí? ¿No se supone que habíamos quedado a las seis? – preguntó Sirius, dándola un beso y quitándola el cucharón para evitar daños.

-He pensado que necesitaríais algo de mano femenina. Por cierto, Sirius, apuesto que la idea de hacer formas de perro con las servilletas es tuya, así que...

-¿QUE HAS HECHO QUÉ? – exclamó Remus, incrédulo.

-Pensé que quedaban muy bonitas... en fin, si creéis que debo quitarlas, pues nada. Vamos, Algis, que somos unos incomprendidos (los dos son perros) – dijo Sirius, saliendo de la cocina con el perro al lado para deshacer la forma de las servilletas.

Cuando Karim volvió al salón minutos después, se encontró con servilletas con forma de pájaro revoloteando por la mesa, piando. Una estaba incluso se bañaba en la jarra de agua.

-¿Así mejor? – preguntó Sirius, mirando sus obras de arte – Estas están mucho más logradas, ¿verdad?

-Déjate de tonterías, cariño – dijo Karim, devolviendo sus servilletas a su forma normal.

-Jo, que aburridos sois los dos.

-¿Qué más falta? – preguntó la mujer, ignorando su comentario.

-¡La comida!

-...

-Vale, es que tengo algo de hambre – confesó Sirius, bajando la cabeza.

-Venga, anda, vamos a ayudar a Remus.

-Harry se larga con Ron, y a mí me dejáis aquí... – protestó Sirius, y luego cogió la mano de Karim en un arrebato y puso pose de aventurero - ¡Podríamos irnos de aquí los dos!

-¿Y dejarlo todo? – preguntó Karim, sorprendida.

-No, hombre, volveríamos para la cena. Es sólo para librarnos de colocar todo.

La cabeza de un enorme elfo doméstico apareció por la puerta, y el pobre Algis por poco la espicha del susto.

-Hola, Dobby – saludó Karim con amabilidad. El elfo se inclinó hasta que su larga nariz tocó el suelo.

Sirius había hablado con Dumbledore, siguiendo la idea de coger a un elfo doméstico. Así que desde hacia unas semanas Dobby vivía con ellos, como uno más de la familia. Respetaba a todos mucho, pero Sirius consideraba que la adoración que el elfo sentía por Harry no era normal (había insistido en dormir en el hueco de un armario que había en el pasillo, al lado de la habitación del muchacho). Todavía no se había acostumbrado a tenerlo merodeando por la casa, y Algis no ganaba para sustos desde que Dobby se había instalado.

-El amigo del amo pide al amo que vaya – anunció, y luego desapareció rápido, para seguir ayudando en la cocina.

Karim y Sirius se miraron, éste último algo confuso.

-Me he perdido con tantos "amos"...

-Dice que vayamos con Remus, idiota – exclamó la mujer, tirando de él.

-Noooooooooo...

Sirius gritaba, y se agarraba a todo lo que pudiese ser agarrado: muebles, paredes, pomos... Algis incluido (el pobre perro salió huyendo).

-Aquí le traigo – dijo Karim, metiendo a Sirius en la cocina a la fuerza – Por cierto, Remus, he traído algo para picar... para después – añadió rápidamente, al ver el rostro ilusionado de Sirius.

-Gracias – replicó Remus, pasando un cuchillo a Sirius – Ayúdame con las patatas.

-Pero si tú lo haces muy bien... - Remus movió un poco el cuchillo, de forma que ahora apuntase a la yugular de Sirius. Éste se puso de repente muy solícito - Vale, vale, si ya sabes que yo estoy encantado de ayudarte.

Sirius se puso a tararear para dar veracidad a sus palabras. A los pocos segundos ya se había cansado, y miraba alrededor distraído.

-¿Falta mucho? – preguntó.

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-¿Remus? ¡¡Remus!! – exclamó Sirius, zarandeando un poco al licántropo. Éste abrió los ojos, aturdido y desorientado – Te has quedado dormido en el sillón. Están a punto de llegar todos.

Remus se frotó los ojos, medio dormido aún. Estaba agotado. Sirius no le había dejado pegar ojo la noche anterior, orgulloso como estaba por las notas de Harry en los EXTASIS (las había recibido el día anterior). Como el muchacho se había ido a dormir a La Madriguera, Remus había tenido que soportar todo el nerviosismo de su amigo.

Observó a Sirius entrar en la cocina y coger a Karim de la cintura, para luego darla un beso. La mujer rió, llevando a la boca de su novio el tan ansiado trozo de jamón.

Vio la mesa ya puesta y escuchó la voz de Karim salir de la cocina, dando el toque final a las fuentes de comida. Ya casi estaba todo listo, y los invitados estaban a punto de llegar. Se levantó, y decidió que ya era hora de ir a buscar a Irina. Ella había ido una única vez a casa de Sirius, y sabía como llegar, pero le apetecía verla unos minutos a solas.

Se pasó la mano por la túnica, intentando quitar las arrugas que habían aparecido por la breve siesta. Después de gritar a Sirius que iba a buscar a Irina y que estaría de vuelta en poco tiempo, cogió un puñado de polvos flu y se apareció en su casa.

Apareció en el salón y salió de la casa por la puerta principal. Hubiese sido una temeridad acercarse a casa de Irina en otras circunstancias, pero no ahora, puesto que Kral llevaba días sin aparecer por ahí. Había vuelto a hacer uno de esos extraños viajes de los que ni siquiera su mujer sabía algo.

Dio un par de golpes en la puerta, y esperó a que Irina le abriese. Al pasar los minutos y ver que la puerta seguía tan cerrada como siempre, se empezó a inquietar. ¿Habría salido?

Sus hipótesis se vinieron abajo al escuchar un estrépito provocado por la caída de un objeto. Oyó la voz amenazante de un hombre, y Remus supo que Kral había regresado.

Se mantuvo indeciso en la puerta, hasta que escuchó gritar a Irina.

Alohomora! – exclamó, blandiendo su varita.

La puerta se abrió de par en par, y pasó a un pequeño vestíbulo. Los ruidos venían de arriba. Silenciosamente, pues no quería ser descubierto, subió las escaleras. La mayor parte de las puertas estaban cerradas pero, a pesar de eso, no tuvo ningún problema para saber la estancia en la que se encontraban Irina y su marido. Los gritos eran inconfundibles.

Abrió la puerta de golpe, y la escena le hizo por un momento perder la cabeza fría que había conservado hasta ahora. Irina estaba en el suelo, llorando de odio, rabia y, seguramente, también por el brutal golpe que había recibido en la mejilla.

Estaban todos los muebles volcados, y los objetos decorativos destrozados, los trozos desperdigados por el suelo.

El gigante rubio estaba en medio de la habitación, con la varita en alto. Su rostro ardía de furia, y sus fríos ojos azules centelleaban por la ira.

Los labios de Kral formaron una odiosa mueca cruel al verlo.

Remus alzó la varita, apuntando a Kral, y se sorprendió al ver que éste soltaba una carcajada. Remus reaccionó tarde a la maldición, y sintió un dolor agudo en el brazo. Vio que la túnica se le empezaba a llenar de sangre. Contempló los ojos cada vez más asustados de Irina, que lo miraban impotente, mientras se intentaba levantar.

-Te dije una vez que no te metieras en donde no te llamaban – lo amenazó Kral, manteniendo la varita firme – Esta zorra es sólo para mí.

Remus, furioso, pudo repeler con serias dificultades el siguiente ataque, pero cuando vio salir de la varita de Kral el rayo verde, supo que estaba muerto.

Se quedó completamente paralizado, viendo como sus segundos de vida se acortaban más y más. Y entonces vio una figura cruzarse delante suyo.

Un fulgor verde, que le hizo cerrar los ojos... luego nada. El cuerpo de Irina cayó al suelo, delante suyo, sin vida.

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-¿Remus? ¡¡Remus!!

El aludido se despertó de golpe, sudando y alterado. Miró alrededor y se encontró en el salón de Sirius. ¿Había sido sólo un sueño? ¡Todo había sido tan real!

-Te has quedado dormido en el sillón. Están a punto de llegar todos.

Se quedó paralizado. ¿Qué era lo que Sirius acababa de decir? Le parecía que todo aquello ya lo había vivido: las palabras de Sirius al despertarlo, la mesa puesta, Karim en la cocina... Un mal presentimiento lo embargó y, por un momento, se quedó sentado en el sillón, sin saber qué hacer.

En su sueño había ido a casa de Irina... eso era lo que en un primer momento tenía pensado hacer. Pero ¿debía ir? Era todo demasiado extraño.

Meneó la cabeza, intentando sacarse de la mente la imagen del cuerpo sin vida de Irina entre sus brazos.

Ella lo estaba esperando, pero ¿debía arriesgarse a ir?

Se pellizcó, y sintió un fuerte dolor. Esta vez no estaba soñando.

Escuchó el reloj de cuco del pasillo dar las seis, seguido de un chisporroteo en la chimenea. Poco después iban apareciendo uno a uno los Weasley, seguidos de Harry y Hermione.

Remus se levantó a saludar, todavía aturdido y sin saber que pensar. Vio entrar a Sirius con Karim en el salón, mientras él saludaba con un gesto de cabeza los gemelos, que en seguida fueron con Sirius a charlar un rato.

El ambiente iba alegrándose por momentos, y cada vez la gente estaba más animada. La siguiente en llegar fue Tonks, que se abalanzó literalmente encima de Sirius. Su pelo rosa chicle era tan chillón que incluso destacaba entre toda la pelambrera roja de la familia Weasley. Molly intentaba hacer comprender a Sirius la razón por la que Percy no había venido (asuntos del Ministerio), pero éste estaba muy ocupado presentando a Karim a Tonks.

Dumbledore se retrasó un poco más y, para cuando llegó, Mundungus ya estaba merodeando por la casa, observando con atención los objetos de valor. Fred y George se le unieron poco después, hablando en voz muy baja, y Remus prefirió no tener nada que ver con dicha conversación, que sospechaba que no sería sobre nada bueno.

-Buenas noches, Remus – saludó Dumbledore, con ese guiño en los ojos tan característico de él. Remus le respondió con una sonrisa algo forzada – Te veo algo preocupado.

-No es nada, en serio – mintió, revolviéndose incómodo ante la penetrante mirada del director - No he tenido muy buena noche, eso es todo.

Se escabulló como pudo del director, que todavía lo miraba, y se fue al encuentro de Alastor Moody.

-Una casa muy bonita – gruñó, echando un vistazo alrededor. Se fijó en el licántropo, que avanzaba hasta él a buen paso - ¿Todo bien, Lupin?

-No – contestó éste con rapidez – Necesito que me acompañes a un sitio, sin que se entere nadie – añadió, bajando la voz.

-¿Ocurre algo? – preguntó con voz grave, su ojo eléctrico dando vueltas a toda velocidad.

-Puede que no sea nada, pero no quiero arriesgarme.

-Entonces no perdamos tiempo.

Los demás ni se enteraron de su partida, tan ocupados como estaban todos charlando y bromeando.

La señora Weasley revolvía el pelo de Ron –para fastidio de éste- mientras contaba con orgullo a todo el que quisiera escucharla que su hijo había conseguido las notas necesarias para ser auror. Tonks le felicitó con entusiasmo, y lo mismo a Harry, pues este último también pensaba hacer la misma carrera. Hermione por su parte había elegido entrar en el Ministerio, aunque aún no tenía claro en que departamento, y discutía ese asunto de "sumo interés" con el señor Weasley, que la escuchaba sólo a medias.

Tonks, por su parte, acompañada de Sirius, había empezado a relatar anécdotas de cuando ella estudiaba para auror.

-...se supone que hacía de espía. Era un viejecito lleno de arrugas y encantador... Me puse tan nerviosa que se me cambio el pelo de color. ¡Azul eléctrico! – exclamó, riéndose sólo con recordarlo – Teníais que haber visto la cara del que me examinaba... casi me mata allí mismo.

-Y tú lo tenias muy fácil. Recuerdo todos las pociones que tuve que aprender a hacer para cambiar mi aspecto... para que luego se me olviden todas – añadió Sirius, frunciendo el entrecejo – No hay quien comprenda a estos profesores.

Dumbledore rió con ganas pero, aún así, Sirius se ruborizó. Se había olvidado por completo de que el director estaba allí.

Tonks ahora terminaba de contar una de las pruebas de Sigilo que, por cierto, la suspendió. Los adolescentes rieron con ganas la situación cuando la mujer terminó, encantada de tener un público tan atento y entusiasta.

El ambiente era de lo más distendido, y todos los presentes disfrutaban de la pequeña reunión.

Harry volvía a contar a Ron por milésima vez lo que era montar en una Blackrocket, y les prometió que después de la cena les dejaría montar. Hermione rechazó con tacto la oferta, a pesar de la insistencia de Ginny. Ella prefería mantener los pies en el suelo.

Dobby apareció entonces desde la cocina, inclinándose otra vez hasta tocar el suelo. Miró con los ojos brillantes a Harry, y éste inclinó la cabeza a modo de saludo.

-La cena ya está lista – anunció, con su voz aflautada.

-¡¡Ya era hora!! – exclamó Sirius, muerto de hambre.

Se fueron sentados todos a la enorme mesa, alargada y cubierta por un mantel de hilo. La cubertería estaba reluciente, pues Sirius la había comprado nueva para las ocasiones especiales, y ésta era la primera vez que la usaban.

Todo el mundo se quedó callado, sorprendido al ver tres sillas vacías.

-¿Alguien sabe dónde están Remus? – preguntó Sirius, rompiendo el silencio.

-¿Y Moody? – añadió Tonks.

-¿Y quién más falta? – preguntó Ron, mirando la tercera silla.

-Irina.

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Ojoloco y Remus se plantaron delante de la puerta de Irina con las varitas en alto.

-¿A qué esperamos? – gruñó Moody, impaciente por entrar a hacer lo que tuviesen que hacer.

Se escuchó un estrépito, como de un jarrón roto.

-A eso – masculló Remus, ahora seguro de que todo lo que había ocurrido en su sueño se estaba volviendo realidad. Se alegró de tener al auror a su lado.

Lo siguiente fue el grito de Irina y entonces los dos hombres intercambiaron una rápida mirada.

-Están en el piso de arriba, segunda puerta a la derecha – dijo con rapidez Remus, deseoso de entrar – Hay una mujer y un hombre.

Moody abrió la puerta, incapaz de estarse quieto. Sintió la mano de Remus aferrándole el brazo. Se volvió, impaciente.

-No dejes que a ella le pase nada – susurró Remus, con una mezcla de urgencia y desesperación en la voz.

-Entra tú primero – ordenó Moody, asintiendo una sola vez – Yo iré detrás, para que no me vea. Me apareceré detrás suyo y le acorralaremos.

Remus subió las escaleras con cuidado, intentando evitar los crujidos de las tablas de madera. Tenía un nudo en el estómago, y cada vez se encontraba más nervioso. Su mano, a pesar de todo, se mantenía alta y firme. No pensaba flaquear en un momento así.

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-Que raro – dijo Sirius, que acababa de venir de preguntar a Dobby si había visto a Remus - ¿Dónde se habrá metido?

-¿No habrá ido a buscar a Irina? – sugirió Karim, acercándose a él.

-¿Con Moody?

Sirius alzó las cejas, mostrando lo que pensaba: era imposible que se diese tal situación. Aunque claro, teniendo en cuenta que Karim acababa de conocer a Ojoloco era lógico que no supiese el carácter de éste.

-Voy a ir a buscarlo por la casa – anunció Sirius a los demás, que no se mostraban muy preocupados.

Harry, Hermione, Ron y Ginny se ofrecieron para buscarlo por el jardín, y salieron charlando. Fred y George no desperdiciaron ni un segundo, y volvieron a la carga a proponer negocios a Mundungus, bajo la recriminatoria mirada de su madre, que insistía una y otra vez a Arthur en voz baja que a ella no le gustaba Fletcher.

Dumbledore, por su parte, había vuelto a la cocina, y se paseaba golosamente entre las bandejas de dulces preparadas para el postre. Cogió un pequeño pastel rellenó de crema de limón y se lo llevó a la boca, bajo la respetuosa mirada de Dobby, que venía cargado de muchos más pasteles.

En definitiva, el único algo preocupado por Remus era Sirius. Los demás pensaban que había ido a buscar a esa Irina de la que tanto hablaban, y Moody... bueno, era un personaje tan extraño que no les resultaría raro que hubiese salido a perseguir a algún gato en el jardín insistiendo en que era un animago que pretendía matarlo.

Después de recorrer el piso de abajo sin encontrar a su amigo, Sirius subió al piso superior. Karim lo seguía, insistiendo en que se había ido a buscar seguramente a Irina, pero él no hacía caso.

-Tiene que estar por aquí.

-¡Puedes estar en cualquier parte, Sirius! Vamos a esperarlo abajo, que ya llegará – exclamó Karim, intentando convencer al hombre. No hace falta decir que fracasó estrepitosamente.

Sirius dio un silbido y Algis acudió a su llamada, dándole coletazos a todo lo que se cruzase en su camino. Sirius se agachó al lado del cachorro y le ofreció un jersey.

-Venga, huélelo, Algis. Busca a Remus. ¡Busca!

Algis lo olfateó con fruición, mientras Sirius sonreía encantado de tener un perro tan listo, sonrisa que se borró en cuanto Algis enganchó el jersey y salió huyendo con él.

Karim estalló en carcajadas, incapaz de contenerse al ver la cara de incredulidad de Sirius. Este entornó los ojos, poniendo mala cara.

-Como destroce ese jersey, Remus me mata – dijo, empezando a recorrer a buen paso el pasillo por donde Algis había huido... el muy traidor.

Karim lo siguió y, de vez en cuando, todavía ahogaba la risa. Esas situaciones sólo se podían dar con Sirius.

-Algis... Algis – llamó Sirius, silbando.

-Cómo que va a venir; ni que fuese tonto – dijo Karim, que estaba pasando un buen rato.

Sirius entró en una de las habitaciones para invitados y se agachó a mirar debajo de las camas buscando al cachorro fugitivo. Karim, mientras tanto, abría otra puerta en el pasillo, que daba paso a una habitación pequeña, llena de trastos y con el techo inclinado. Llamó al cachorro y se puso a revolver entre los muebles.

Sirius entró detrás de ella.

-¿Lo has encontrado?

-No.

La puerta se cerró, dejándolos a oscuras.

-¿Quieres abrir? ¿Cómo pretendes que veamos si no?

Sirius intentó abrir la puerta. Luego la golpeó, y movió muchas veces el pomo.

CRAC

En la oscuridad, Sirius sintió que acababa de arrancar el pomo de la puerta.

-Ups...

-¿Ups? ¿¡¡CÓMO QUE UPS!!? – exclamó Karim, acercándose a Sirius, pues al lado de la puerta era el único sitio donde se podían poner de pie.

-Tengo el pomo.

-Me parece muy bien, pero... eh, eh... ¿no querrás decir que TIENES EL POMO?

-Sí... lo tengo en la mano – susurró Sirius, abochornado.

-¿¿¡¡ESTAMOS ENCERRADOS!!??

Sirius golpeó una vez más la puerta.

-Hem... creo que sí.

(Nda. A ninguno de los dos se le ha ocurrido usar la varita... jejje, es que es más divertido así).

El hombre sentía la mujer a su lado, y respiró hondo, oliendo el perfume del cabello que tenía tan cerca de él.

Llevó las manos hacia la mujer, tanteando para ver donde estaba su cara.

-Karim...

-¿Qué quieres ahora? – soltó la aludida, cansada de estar ahí tan pegados y a oscuras, rodeados de polvo y objetos viejos.

-Cásate conmigo.

PLAF PUM CRAC

La puerta se abrió de golpe y Karim cayó al suelo, con los ojos muy abiertos por la sorpresa, sin despegar la mirada de Sirius.

-Olvídalo, olvídalo... era una broma – se apresuró a añadir Sirius, ayudándola a levantarse - ¿Estás bien?

-No vuelvas a asustarme así – balbuceó Karim, llevándose una mano a la espalda por el golpe.

Se había asustado por la declaración de Sirius e, intentando retroceder, se había tropezado con mil objetos, cayendo de espaldas y placando la puerta.

-Vamos a seguir buscando a Remus, ¿vale? – dijo, dándose la vuelta bastante azorada.

Sirius la siguió, sin dejar de mirar su figura de espalda, los ojos brillándole con intensidad.

No sabía por qué se lo había pedido, pero lo cierto es que no se arrepentía de ello.

Alguna vez tendría que decir que sí, ¿no?

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(Volviendo con Remus...)

Entró de improviso en la sala, y los recuerdos le bombardearon la mente. Irina en el suelo; Kral de pie con la varita; ese mueca en sus labios, que le daban ganas de borrar a puñetazos.

Igual que antes, el rayo volvió a darle en el hombro. Había sido un ataque tan rápido... Aún sabiéndolo, ni siquiera le había dado tiempo a esquivarlo. La sangre empezó a gotear al suelo, pero él sólo tenía ojos para su contrincante... y una mente que rogaba a Moody que resolviese cuanto antes todo eso. No quería pensar en lo que ocurriría si fallaban.

-¡Te dije una vez que no te metieras en donde no te llamaban! – exclamó Kral, dando un paso amenazante - Esta zorra es sólo para mí.

Vio a Irina de reojo levantarse... si Moody no aparecía, moriría él. No iba a dejar que Irina muriese.

Entonces escuchó el chasquido, y se supo a salvo. Moody apareció detrás de Kral, con la varita apuntándole directamente a la cabeza. Ni le dio tiempo a darse la vuelta.

Desmaius! – bramó Ojoloco, con una mueca de profundo desagrado.

El hombre rubio cayó al suelo sin sentido, con un golpe sordo. Moody le dio una patada en el estómago, bajando la varita, complacido.

Luego miró a Remus, que se había agachado junto a Irina y la intentaba tranquilizar, mientras ella sollozaba sin poder controlarse, agarrada con desesperación a los brazos del licántropo.

-Me llevo a esta escoria – informó Moody secamente, mientras hacía un traslador y desaparecía junto con el cuerpo.

Lo cierto es que ninguno de los dos se enteró de estas últimas palabras; sólo tenían ojos el uno para el otro. Se recorrían con las manos, como si cualquiera de los dos pudiese desaparecer de repente, como si se quisiesen asegurar que de verdad estaban allí... que ya había pasado todo.

Remus llevó sus manos a las mejillas de Irina y cubrió su rostro de besos, diciendo con ellos lo que no alcanzaba a decir con palabras.

-¿Estás bien? – susurró débilmente, todavía asustado de lo que podía haber pasado.

Entre sollozos, una leve sonrisa iluminó el rostro surcado de lágrimas de Irina.

-Sí... ahora sí – murmuró, perdiéndose en los protectores brazos del licántropo.

(Nda. Lo sé... no sé escribir escenas de acción... esta ha debido durar como 15 líneas. Bastante penoso, cierto. Iré aprendiendo, no obstante .)

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-¡¡¡REMUS!!!

Sirius se encogió de hombros, suspirando. Llevaban más de veinte minutos buscando a su amigo y a Moody por toda la propiedad y nada. No habían encontrado nada.

-¿Y si miramos en...

PAM

Remus e Irina se aparecieron en el salón, ante la mirada incrédula de los demás. Remus tenía la túnica llena de sangre, y el corte seguía sin cerrarse. Irina tenía todas las mejillas surcadas por las lágrimas, y un moretón empezaba a aparecerle en uno de los pómulos. Iba también llena de sangre, de cuando había abrazado a Remus.

Todos se abalanzaron literalmente sobre ellos, atacándolos con preguntas que no se entendían por hablar todos a la vez. Karim, más práctica, había ido a buscar el botiquín al baño, y volvió con una enorme caja y un rollo de vendas en la mano.

-¡¡Moony! ¡MOONY! ¡¡Háblame! – gritaba a Sirius, zarandeando a su amigo, que sólo se preocupaba por el estado de Irina.

-Estoy bien, Sirius – contestó el licántropo, dejando de resistirse a las atenciones de su amigo.

-¡¡Estás sangrando!! – exclamó, mirando la herida del brazo.

-Es sólo un corte.

-Ha sido ese idiota, ¿verdad? – bramó, refiriéndose a Kral – ¡¡Voy a matarlo!! ¡¡ESPERA A QUE LE COJA Y...

-Moody ya se lo ha llevado, no te preocupes – replicó Remus, súbitamente agotado. Karim se abrió paso hasta él, quitando a Sirius del medio, que no paraba de protestar y soltar amenazas. Mientras, Tonks se ocupaba de calmar a Irina, abrazándola con cariño, y la señora Weasley le hablaba con tranquilidad, como una madre calmando a su hija.

Los siguientes minutos fueron un pandemónium. Los adolescentes preguntaban sin para qué había pasado, Dumbledore había desaparecido con Arthur para ir buscar a Moody, y Sirius seguía gritando como un loco. Al final, entre Karim y Remus (con el corte ya vendado), consiguieron calmarlo, pero les costó lo suyo.

Al cabo de media hora, todos muertos de impaciencia por saber noticias, los que faltaban regresaron del Ministerio e informaron que Kral iba a ser enviado a Azkaban a espera de juicio, que se celebraría en un par de días.

La calma poco a poco regresó al lugar, y una vez todos estuvieron seguros de que a Remus y a Irina no les ocurría nada, se sintieron mucho más tranquilos.

Se pudieron sentar por fin a cenar, charlando y bromeando animadamente. Sirius se aseguró de que Remus se pusiese a su lado, pues todavía le seguía mirando de reojo, como si le pudiese dar un súbito infarto o algo por el estilo.

Algis se paseaba entre los pies de todo, atento a cualquier minucia que cayese de la mesa. A Dumbledore le cayó simpático, y de vez en cuando le lanzaba algún trozo de carne, que el perro recibía con regocijo. Esa era una de las razones por las que normalmente daba vueltas al lado de Albus, sin cansarse.

Cuando la cena terminó, todos se levantaron, llenos y satisfechos, y pasaron al salón a sentarse. Harry y sus amigos salieron al jardín, después de que Hermione conjurase varias lámparas para ver algo pues ya era casi de noche. Pidieron prestado a Sirius y a Remus sus escobas (este último se quedó muy sorprendido, pues hasta ese momento no se había enterado de que tenía una escoba tan buena) y salieron a volar un rato.

Dumbledore se había marchado a felicitar a Dobby por la estupenda comida, y a preguntarle si tenía algún dulce más. Mientras Remus regañaba a Sirius por la escoba, diciendo que no la necesitaba para nada y que no tenía que haberse gastado tanto dinero, Tonks jugaba con Algis, lanzándole una pequeña pelotita roja.

En una de esas, el cachorro se cansó de correr detrás de la pelota y eligió a cambio la pata de palo de Ojoloco, arrancándosela y saliendo corriendo. Todos salieron detrás del perro, pero éste había salido al enorme jardín y ya bajaba a trote cochinero con su botín hasta el estanque. Sirius tuvo que detener a Moody, pues furioso como estaba, parecía dispuesto a matar a Algis allí mismo. Sirius le juró que le devolvería su pata como nueva y al ver que Moody se tranquilizaba, huyó del salón antes de que el hombre la tomase con él como responsable del perro que era.

Al final fue Tonks la que consiguió recuperar la pata, después de media hora de correr detrás de Algis. Volvieron todos agotados al salón, y se desplomaron en los sillones como pesos muertos. Dumbledore apareció entonces por la puerta de la cocina, con un pastelito en la mano. Les observó divertido, curioso.

-¿Ha pasado algo?

Hubo muchos suspiros repentinos y un gruñido enfadado de Ojoloco, que se encajaba la pata de palo de nuevo.

En ese momento entró Algis, jadeando y con la lengua fuera. Como si se hubiesen sentado en un resorte, varios se lanzaron encima de Moody, evitando que hiciese la maldición, y Tonks se apresuró a sacar al perro del salón, cogiéndolo como a un saco de patatas.

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-Ya se están otra vez peleando – dijo Harry a Ginny, mirando a sus mejores amigos.

Ron llevaba un buen rato insistiendo a su novia que se montase en la escoba, pues era la única que no lo había hecho, y se estaba poniendo bastante pesado. Hermione, por su parte, por orgullo y tal vez por llevar la contraria, se negaba en rotundo. Llevaban ya varios minutos discutiendo y, como siempre, iba para largo.

-Será mejor que nos vayamos a dar una vuelta. Además luego toca la reconciliación, y esa parte prefiero no verla – añadió Harry, mientras Ginny soltaba una risita.

Se llevaron las dos escobas, y caminaron por el enorme jardín sin rumbo fijo. Llegaron hasta el estanque. La luz de la luna se reflejaba en él, y Harry miró de reojo a Ginny, agradeciendo que la oscuridad ocultase su rubor.

La conversación había muerto entre ellos minutos antes, pero a ninguno le había importado. Simplemente se había dedicado a pasear uno junto al otro, disfrutando de su mutua compañía.

-¿Harry?

El aludido hizo un ruido indefinido, dando a entender que la escuchaba. Se había puesto nervioso al ver los ojos de Ginny clavados en él y sentirla tan cerca.

Desde las sombras se podían ver sus siluetas. La muchacha apoyó sus manos en el pecho de Harry y se puso de puntillas para darle un leve beso en los labios. Éste se profundizó a medida que él llevó su mano a la nuca de Ginny, acercándola más a él.

(Nda. Ohh... que tierno, jejje... No es que me encante el Ginny-Harry, pero de todas las chicas que hay por ahora para él, es la que más me gusta. La verdad es k no me lo imagino con ninguna... no sé porqué pero tengo la horrible sensación de que Harry morirá en el séptimo U.U Aunque pensándolo bien, me pongo a enumerar y al final me sale una lista enorme de todos los que creo que van a morir... mejor no hagáis caso de mis paranoias).)

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Sirius se dejó caer horas más tarde agotado en el sillón, después de despedir a Harry, que había ido a dormir a casa de Ron un último día.

Remus estaba a su lado, y suspiró profundamente, reposando su cabeza en el sillón y cerrando los ojos.

-Estoy agotado.

-¿Seguro que estás bien?

-Claro que sí. Más que nada fue el susto... sobre todo después de aquel sueño – añadió, prácticamente en un susurro.

-¿Sueño?

Remus le contó lo que había soñado antes de que él le despertase, y de ahí su idea de hacer que Moody le acompañase.

-Me lo podías haber dicho – protestó Sirius, enfurruñado – Estuvimos un buen rato buscándote, y luego viniste lleno de sangre...

-Ya. Lo siento, pero tampoco sabía si iba a pasar... tú piensa que todo partió de un sueño.

-Más bien premonición...

-Sí, bueno – aceptó Remus, con una media sonrisa.

-¿Y qué vas a hacer con ella?

-No lo sé – admitió el licántropo – Ahora todo será mucho más fácil. Ya no hay peligro de ninguna clase.

-¿La llevarás a vivir contigo?

-Puede... pero lo mismo podría preguntarte yo con Karim.

-Es demasiado independiente para un cambio así... creo que tengo que esperar – suspiró Sirius, sabiendo que debía dejar pasar más meses antes de proponérselo en serio... y no como hacía unas horas.

Remus sonrió.

-Hoy os quedaréis los dos aquí, ¿no?

-Hmm...

-Bueno, mejor dicho, – rectificó Sirius al ver la indecisión de su amigo – os obligó a quedaros aquí. Ya es de madrugada y estáis cansados... así que nada de tonterías en la cama, ¿eh? Os quiero ver dormir como angelitos.

Remus esbozó una sonrisa pícara y se levantó, sin contestar al comentario de su amigo.

-Voy a ir a ayudarlas a recoger.

-Mejor lo dejamos para mañana. Total, los platos no van a irse a ningún sitio, ¿no? – dijo Sirius, siguiendo a su amigo hasta la cocina – Además, como me descuide Karim me tiene fregando hasta que se haga de día.

-¿Decías algo, Sirius? – preguntó una voz femenina, falsamente encantadora.

-¿Yo? – preguntó Sirius, volviéndose a enfrentar a Karim con cara de sorpresa – Sólo estaba comentando a Remus lo guapa que estás hoy. ¿Te has hecho un nuevo peinado?

Karim le dio una colleja y lo envió a fregar.

-¡Sálvame, Moony!

-Lo siento, Padfoot, pero me tienen acorralado – dijo Remus, guardando en los armarios latas y cajas que guardaban cosas comestibles en el interior. Cuando terminó de recoger un poco las encimeras, rebuscó en los cajones y sacó un enorme bote de helado de chocolate – Estaba seguro de que lo tenías guardado por aquí.

-Traidor – masculló Sirius, haciendo hechizos por toda la cocina para dejarlo todo impecable.

Karim lo vigilaba muy de cerca, entrecerrando peligrosamente los ojos cada vez que Sirius hacía ademán de detenerse.

Remus dio las buenas noches a la pareja, y salió con Irina de la cocina, hundiendo una enorme cuchara en el helado y llevándoselo a la boca con deleite.

En cuanto estuvieron solos, Sirius rodeó la cintura de Karim con sus brazos y la besó apasionadamente.

-Llevó queriendo hacer esto toda la noche – susurró entrecortadamente, con una sonrisa traviesa.

-Tienes que fregar...

-Mañana – dijo Sirius, arrastrando a Karim fuera de la cocina. Dando traspiés, consiguieron subir las escaleras y se encerraron en el cuarto del hombre.

Karim cayó sobre la cama, y Sirius se sentó a horcajadas encima de ella. Comenzó a besarla en el cuello, siguiendo la línea de su mandíbula hasta llegar a los labios de la mujer, entreabiertos y receptivos.

-La noche es joven – murmuró Sirius en el oído de la mujer, sintiendo su aliento en su mejilla.

-A mí se me ha quitado el sueño – replicó ésta con una sonrisa, llevando los brazos al cuello de Sirius con ternura.

N/A: ¡¡TACHAN!! FIN DEL XAPI, FIN DEL FIC. ¿¿No es emocionante?? No todos los días se dice esto . No quería subir el Rating, por eso lo he dejado en ese punto, pero espero (y esta vez de todo corazón) que os haya gustado, que no os haya decepcionado el final y que os hayáis reído, aunk solo haya sido un pokito. Os agradecería muxo muxo muxo si me mandáis un review, pues verdaderamente los necesito para animarme. Me tendríais que ver sonriendo como una tonta delante del PC cada vez que leo algún review vuestro... es k me emociono muxo. Me gusta ver que la gente se lee lo k escribo con tanto esfuerzo.

Así que os animo que, además de esta historia, os vayáis a leer el resto. Tenéis las de Bellatrix, pero weno... si queréis de los Merodeadores de este estilo tenéis la de Recuerdos Fotografiados y la de Poder de Persuasión, esta última terminada, y la primera es k son xapis individuales y muy largos.

Me vuelto a enrollar como las persianas, pero hoy me lo podéis perdonar, no? Todavía no me creo que haya terminado este fic D En serio, no he logrado asimilarlo.... AHHHHHHHHH, K BIEN, LO HE TERMINADO!!!! JAJAJAJAA!!! Tenia unas ganas ya, no os podéis hacer idea. Y me lo he pasado bien escribiéndolo, pero es k muxas ideas revolotean por mi mente, y me da rabia no poder empezarlas. Todavía no sé con seguridad que será lo próximo que suba de los Merodeadores, pero os doy a elegir: el xapi 3 de Rec. Fot. o un fic nuevo en séptimo curso, que sería un James/Lily/Sirius, y tendrá 15 xapis. Creo que lo llamaré "Sonríe", pero aún no estoy segura :-S

Y por cierto, k muxo rollo os suelto y me olvido de lo importante. ¡¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!! Comed muxo turrón, muxos polvorones, k os traigan muxos regalitos , y por supuesto, pasároslo genial en estas fechas!! Ya de paso también os felicito el año nuevo, por si acaso no subo nada antes de esa fecha. ¡¡FELIZ AÑO 2005!! (hay k ver k rápido pasa el tiempo...) Os dejo este xapi de regalito de Navidad... de ahora en adelante seré vuestro Papa Noel XD (aunk con tres días de retraso, eso es verdad...).

Ah!! Y ya, me dejo de rollos. Os agradecería que aki me dejaseis un review contándome lo k os ha parecido este xapi, y luego, cuando suba la zona de Agradecimientos, un review mas general sobre el fic, contando k os ha parecido en total y eso. Una verdadera critika constructiva!! Animo a los k leen y no dejan review para k dejen por lo menos este general del k hablo, pork me gustaría saber que habéis leído el fic, y no se tarda nada.

Muxisimas graxias a todos, por estar apoyándome ahí en todo momento.

Joanne Distte

PD: U.U es frustrante... lo k me cuesta escribir una hoja de la historia y luego me pongo con la nota de autor y escribo una hoja como el k pela gambas. De verdad... k cosas tan injustas!