CAPITULO 10: FIN DEL ASUNTO RENE

-¿E...este es el castillo de René Gressus?- preguntó Touma, mirando la oscura y tenebrosa estructura.

-Así parece- dijo Mu, cruzando los brazos- es evidente que todas las cosas se parecen a su dueño...-

-Espero que mi hermana esté bien-

-Yo también lo espero- dijo Mu- y espero lo mismo de Milo y Aioria-

-Ellos ya deben estar dentro- dijo Touma- entremos-

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Aioria y Milo siguieron caminando dentro del castillo. El cosmo de Marín se sentía muy lejano de donde se encontraban.

-Parece que está abajo- dijo Aioria, señalando una escalinata que apenas se veía gracias a la luz de la luna y a una pequeña antorcha encendida junto al marco de la entrada.

-Oh, sí, claro- dijo Milo, cruzando los brazos- debe de haber algún lugar mucho más oscuro que aquí...-

-No te quejes- dijo Aioria, tomando la antorcha- al menos tendremos luz-

-Si crees que eso me sirve de consuelo, te equivocas mucho- dijo Milo- porque resulta que...-

Pero Milo no pudo terminar su frase, porque un fuerte ruido los interrumpió. Un ruido parecido a un rugido de un animal salvaje y furioso. Los dos caballeros sintieron un escalofrío recorrerlos.

-¿Qué...que fue eso?- dijo Milo.

-Ni idea- dijo Aioria- parece que venía de abajo...-

-Gracias, Aioria- dijo Milo, cruzando los brazos de nuevo- y es precisamente a donde nos dirigimos...-

Aioria le lanzó una mirada a Milo, y éste asintió dando un suspiro, no muy convencido.

-Vamos- dijo Milo, poniendo los ojos en blanco- vamos abajo de una buena vez, antes de que me arrepienta...-

Los dos caballeros bajaron las escaleras en silencio y muy despacio, mirando fijamente a ambos lados y en alerta. El cosmo de Marín se sentía cada vez más cerca, y un mal sentimiento de apoderó de Aioria. Lo que sea que haya hecho ese ruido, estaba cerca de Marín también.

-¿Crees que falte mucho?-preguntó Milo, mirando hacia atrás para asegurarse de que nadie los estuviera siguiendo.

-No creo- dijo Aioria- se ve una luz delante de nosotros...-

Los dos caballeros llegaron a una gran sala en penumbra, ubicada seguramente en un sótano del castillo. Miraron alrededor. Había al parecer estatuas en las paredes, un pequeño escalón en un extremo, y un diván sobre él. Una pequeña antorcha iluminaba la única salida, la cual consistía en una pequeña escalinata que bajaba todavía más. Los caballeros se encaminaron hacia ella cuando una fría voz los detuvo.

-¿Se van tan pronto?- dijo la fría voz. Los caballeros se detuvieron y se volvieron hacia el diván, de donde había surgido. Ahí estaba. El hombre alto, calvo, vestido todo de negro y con un parche negro en uno de sus ojos.

-¿Qué les pasa, caballeros?- dijo el hombre- ¿los caballeros de Atena abandonan a sus compañeros de armas?-

-¿De que hablas?- dijo Milo entre dientes.

-¿Dónde está Marín?- dijo Aioria a su vez, también furioso.

-Oh, no te preocupes por ella- dijo René con una sonrisa astuta- si estaba muy bien antes de que ustedes llegaran... pero cometió el error de pasarse de lista conmigo...-

-¿Dónde está Marín?- repitió Aioria, interrumpiendo a René- más vale que me digas o te parto el cráneo...-

-Uh, no muy amigable- dijo René, encogiéndose de hombros- bien, supongo que no confían en mi palabra, y tendré que mostrarles que su amiguita está bien- hizo sonar sus dedos- luces, por favor...-

Varias antorchas se encendieron alrededor de ellos, iluminando por completo la habitación. Se dieron cuenta de que el suelo era realmente una gran reja metálica en forma de cuadrícula. Se podría ver el fondo si no estuviera tan oscuro.

Los dos caballeros se dieron cuenta que habían caminado a una trampa, porque las supuestas estatuas no lo eran, sino más piratas, bandidos y mercenarios. René rió ante las caras de sorpresa de ambos.

-Veo que no son tan valientes ahora que están ustedes dos solos y yo tengo a mis socios...- dijo René.

-No importa que seas tú solo o cien bandidos como tú- dijo Aioria, apretando su puño tanto como sus dientes- es la última vez que pregunto ¿dónde está Marín?-

-Marín está aquí mismo- dijo René.

Aioria y Milo vieron como René Gressus levantó a Marín por la muñeca. La amazona parecía no ofrecer ninguna resistencia, y su vista parecía vaga y perdida. Aioria se percató de un extraño brillo azulado saliendo de la mano de René, que lo hizo sospechar que ese cosmo azul absorbiera la energía de Marín.

-¿Qué le has hecho?- dijo Aioria.

-Nada... aún- dijo René, caminando hacia delante y forzando a Marín a hacer lo mismo.

-¿Qué quieres decir?- dijo Milo.

-Ya verás- dijo René.

Dos de los bandidos removieron una parte de la reja de la cual constaba el suelo y René colocó a Marín sobre la abertura, sosteniéndola solo por la muñeca. Un nuevo ruido, como un rugido muy parecido al que los caballeros ya habían escuchado antes, surgió de la abertura.

-¡No te atrevas!- gritó Aioria, adivinando lo que se proponía el mercenario.

-¿O si no que?- dijo René desafiante.

Aioria encendió su cosmo de manera amenazadora. Lo mismo hizo Milo. René Gressus solo se echó a reír de nuevo, opacando el eco de los rugidos que provenían de la cavidad bajo sus pies.

-No me hagan reír- dijo el bandido- nunca podrán vencerme-

-Eso lo veremos- dijo Milo.

René Gressus se echó a reír de nuevo.

-Les dije que no me hicieran reír- dijo René- desgraciadamente no tengo mucho sentido del humor, y como ya le expliqué a Marín, no tengo más remedio que hacerlo...-

-¿Hacer qué?- dijo Aioria.

-Esto- dijo René- adiós, mein Schatz-

Y abrió su mano, tras lo cual Marín cayó al hoyo.

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-¡Marín!- exclamó Touma. Él y Mu iban caminando a tientas en el oscuro castillo de René Gressus cuando Touma se detuvo de pronto.

-¿Qué sucede?- preguntó Mu sorprendido.

-Algo malo pasó, con Marín- dijo Touma- tengo este... mal presentimiento-

-No es un mal presentimiento, Touma- dijo Mu- tu cosmo y el de tu hermana están conectados-

-¿Conectados?- dijo Touma- ¿cómo?-

-Porque son hermanos- dijo Mu, comenzando a caminar de nuevo.

-Pero...- dijo Touma, caminando junto al caballero- antes no sentía cuando estaba en peligro... ¿porqué ahora sí?-

-No lo sé- dijo Mu- tal vez es porque has pasado más tiempo con ella...-

-¡Dioses, es cierto!- exclamó Touma, deteniéndose de nuevo y golpeándose la frente.

-¿Qué sucede?-

-Me lo advirtieron- dijo Touma, llevándose las manos a la cabeza- los otros ángeles... me dijeron que tenía que tener cuidado, o perdería mi parte divina...-

Mu parpadeó sin entender.

-Ese vínculo que tengo con Marín- explicó Touma- es mi parte humana. Si la dejo seguir, me convertiré en un humano por completo, perderé mi divinidad y mi derecho de volver al Olimpo-

-¿Quieres decir- dijo Mu, mirándolo sospechosamente- que vas a abandonar a tu hermana?-

-No tengo opción- dijo Touma, cruzando los brazos- es eso o pierdo todo...-

Mu le lanzó una mirada molesta.

-Pues pensé que estimabas en algo a tu hermana- dijo Mu- yo iré a ayudar a Aioria y Milo, tú haz lo que creas conveniente-

Y el caballero dejó a Touma, quien seguía de pie, mirando determinadamente hacia otra dirección.

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-¡Marín!- gritaron Aioria y Milo al mismo tiempo, mientras René Gressus y los bandidos alrededor reían como locos.

-¿Qué hay allá abajo?- dijo Aioria.

-Mis queridas...mascotas- dijo René. Aioria abrió los ojos grandemente y corrió hacia la abertura. Veinte mercenarios se interpusieron en su camino.

-Ah, ah- dijo René, moviendo su dedo índice- no querrás que Sandie y Maggie se mueran de hambre, ¿o sí?-

Aioria y Milo miraron entre las rendijas del suelo. Algo les decía que Sandie y Maggie no eran animales pequeños ni mucho menos amigables.

Al caer, Marín se había recuperado. No sabía porqué, pero el contacto con René la debilitaba. Ahora que estaba libre de él, pudo levantarse y ver las cosas con claridad. Estaba en una cavidad oscura y húmeda, iluminada solamente por la escasa luz que se lograba filtrar. Escuchaba los gritos eufóricos de los bandidos y las risotadas de René Gressus.

Una reja se abrió frente a ella. Por la abertura salieron dos bestias. Dos enormes reptiles, demasiado grandes para ser llamados simplemente cocodrilos o caimanes.

-Ay, no- dijo para sí misma, dando un paso hacia atrás inconscientemente- creo que estoy en problemas...-

-¡Marín!- exclamó Aioria desde arriba.

Uno de los caimanes se adelantó al otro y se lanzó contra Marín. La amazona reaccionó y saltó fuera del alcance del reptil. El otro caimán, más grande que el que la había atacado, se acercó peligrosamente hacia ella. De nuevo, Marín saltó para esquivar las fauces del monstruo. Una vez alejada de ambos, encendió su cosmo.

-¡METEORO!- gritó, golpeando a ambos caimanes. No logró herirlos, solo consiguió enfurecerlos más y hacer que la ataquen.

Mientras tanto, Aioria iba a lanzarse contra René y los 20 mercenarios, pero Milo lo detuvo con una mano.

-¿Qué haces?- dijo Aioria.

-No lo intentes- dijo Milo en voz baja- ya cerraron esa abertura. Tendrás que romper el piso con tu Lightning Plasma-

-De acuerdo- dijo Aioria encendiendo su cosmo.

-Yo los detendré mientras- dijo Milo, imitándolo.

-¿Qué sucede, caballeros?- dijo René- ¿se rinden tan pronto?-

-En tus sueños- dijo Aioria.

-Toma esto- gritó Milo- ¡AGUJA ESCARLATA!-

-¡LIGHTNING PLASMA!- gritó Aioria.

Milo dirigió su ataque a René y los otros bandidos, mientras que Aioria dirigió su ataque al suelo e hizo un hoyo en él.

-¡No!- gritó René.

-Yo creo que sí- dijo Aioria, saltando dentro.

Milo sonrió al ver esto. René aprovechó su distracción y lo golpeó por la espalda, haciéndolo caer al suelo.

-Se creen muy astutos, caballeros- dijo René- pero no son lo suficiente...-

Milo se levantó con dificultad. El ataque le había robado parte de su energía también, y entendió perfectamente porque Marín había estado tan débil. René volvió a atacar a Milo.

-¡AGUJA ESCARLATA!- gritó Milo.

Ambos ataques chocaron, pero el de René superó el de Milo, y golpeó al caballero, quien volvió a caer.

-Primero morirás tú, luego tu amigo seguirá...- dijo René, dirigiendo su ataque a Milo. Éste no hizo nada por detenerlo.

-¡CRISTAL WALL!-

El ataque de René chocó contra una pared invisible.

-¿Qué demonios...?-

-¿Mu?- dijo Milo- ¿viniste? ¿qué sucedió?-

-Logramos rescatar a Melody- dijo Mu con una sonrisa- o mejor dicho, ella se rescató sola... ¿dónde están Marín y Aioria?-

Milo estuvo a punto de responder 'abajo' cuando René atacó a Mu. Éste conjuró una segunda pared de cristal para protegerse a sí mismo y a Milo.

-¿Este es el lunático?- dijo Mu, pero Milo ya estaba inconsciente en el suelo, agotado, y no respondió.

Abajo, Marín resbaló y estuvo a punto de ser devorada por el caimán más grande cuando Aioria saltó junto a ella y lanzó a la bestia su ataque.

-¡LIGHTNING PLASMA!-

-Gracias, Aioria- dijo Marín, jadeando.

-No me lo agradezcas aún- dijo él, tomándola de la mano- ¡salta!-

Ambos saltaron para evadir al cocodrilo pequeño. El caimán grande estaba herido, pero furioso, y seguía lanzando tarascadas a diestra y siniestra.

-Tenemos que destruirlos, juntos- dijo Aioria- el poder de uno solo de nosotros no servirá contra estas criaturas, son demasiado grandes-

-De acuerdo- dijo Marín.

Ambos encendieron sus cosmos.

-¡LIGHTNING PLASMA!-

-¡METEORO!-

Los dos ataques golpearon a los caimanes, pero éstos volvieron a levantarse y atacarlos.

-Es inútil- dijo Marín- el poder de uno o de dos no sirve...-

-¿Y que tal el poder de tres?- dijo una voz detrás de ellos. Ambos se volvieron y vieron a un chico pelirrojo de ojos azules, que los miraba sonriente.

-¡Touma!- exclamó Marín sonriente. Aioria lo miró con aire sospechoso.

-Vengo a ayudar, Aioria- dijo Touma, tendiendo la mano al caballero- mi divinidad se puede ir al demonio, Marín es mucho más importante para mí que el tonto Olimpo-

Marín y Aioria sonrieron, y el segundo estrechó la mano del ángel. Una vez que lo soltó, Touma encendió su cosmo. Aioria y Marín hicieron lo mismo.

-Le daremos su merecido a estas cosas- dijo Touma.

Los tres atacaron a los dos caimanes. Fue un fuerte impacto, y las dos bestias cayeron muertas al suelo. Aioria miró a Marín. Tenía algunas heridas en los brazos, hechas indudablemente por los largos dientes de los caimanes, y sus ropas tenían manchas de lodo.

-¿Estás bien?- le preguntó. Marín asintió. Touma levantó la vista, tratando de evitar molestar.

-¡Mu!- gritó Touma- ¿podrías teletransportarnos?-

-Claro-

Y un instante después, Touma, Aioria y Marín estaban arriba. Quedaban unos pocos bandidos peleando contra Mu, y René Gressus había escapado.

-¿Dónde está ese bueno para nada?- preguntó Aioria.

-Huyó- dijo Mu- hacia arriba. No pude seguirlo, no podía dejar así a Milo...-

-Quédense aquí- dijo Aioria- ya vuelvo-

Y corrió escaleras arriba.

-¿Crees que haya ido a seguir a ese idiota?- preguntó Touma.

-Conociendo a Aioria...- dijo Mu, poniendo los ojos en blanco- ¿para qué te digo que no?-

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René Gressus corría hacia la salida de su castillo, cuando un rayo de luz dorada lo golpeó y lo tiró al suelo. Se volvió y vio el rostro enfurecido del caballero de Leo.

-¿Ibas a alguna parte?- dijo Aioria. René sonrió. El tonto había ido a enfrentarlo solo. Después de todo, aún tenía oportunidad de ganar.

-¿Quieres enfrentarme, caballero?- dijo René- ¿tú solo?-

-Así es- dijo Aioria- te haré pagar lo que le hiciste a Marín y a Milo-

-Veamos que tienes- dijo René, encendiendo su cosmo con una sonrisa maliciosa.

-¡LIGHTNING PLASMA!- atacó Aioria. El ataque del León dorado fue mucho mayor que el del bandido, quien fue despedido hacia atrás y chocó contra una de las paredes de su propio castillo.

-¿Qué demonios...?-

Aioria lo levantó contra la pared, apretando su cuello.

-¿Sabes lo que hago con basuras como tú?- dijo Aioria- les doy su merecido...-

René no pudo responder. Trataba en vano con todas sus fuerzas de retirar los fuertes dedos del caballero de su propio cuello. En ese momento, llegaron Marín, Touma, Mu, éste último ayudando al caballero de Escorpión a caminar.

-Déjalo, Aioria- dijo Mu- ya le diste su merecido...-

-¡Claro que no!- exclamaron Aioria, Marín y Milo al mismo tiempo.

Mu y Touma se echaron a reír, y Aioria soltó el cuello de René. El bandido sonrió satisfecho, pero Aioria se volvió y le propició un buen puñetazo en la cara.

-Eso fue por Marín- dijo Aioria, tomándolo por el cuello de nuevo- te acercas a ella de nuevo y te juro que no quedará nada de ti después de que acabe contigo...-

René tragó saliva.

Los caballeros, Marín y Touma salieron del castillo con una gran sonrisa. El asunto René Gressus ya había acabado. Ahora solo faltaban dos asuntos por resolver.

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CONTINUARÁ...

A todos: Mil gracias por sus reviews, espero que pasen una muy Feliz Navidad.

Abby L. / Nona