Weno, después de un siglo sin actualizar toy aki de nuevo (habla desde dentro de un bunker de guerra por si acaso a alguien se le ocurre lanzar una granada), por favor, las cartas bomba se tienen que enviar en una cuenta a parte i aseñaladas como tal, en mi tiempo libre las iré abriendo. Todo lo otro puede ir en un review ¡
Capítulo 6: Una última promesa
"La hora de salida de los altos será al amanecer" Con esa frase se había dado por terminado la junta de guerra.
Lentamente, la sala se fue vaciando, empezando por los elfos de más rango, hasta que solo quedamos unos diez elfos. Los que teníamos el rango más bajo.
Nos miramos unos a otros, preguntándonos silenciosamente dónde pasaríamos la noche o si teníamos que volver al campamento que residía a las afueras del bosque. Pero no podía alejarme de allí sin hablar con ella... para hacer una última promesa.
...¿Última promesa?.....
Me hice a un lado para salir de la habitación. un "Iridiel estate preparado al amanecer" fueron las únicas palabras que me acompañaron hasta la puerta.
Avancé con pasos decididos por entre las calles, solo dejando que un suave roce se escuchara a cada uno. Tenía que decirle. Tenía que contarle todo. Tenía que hacer que lo perdonase por no llevarla conmigo hacía el bosque oscuro. Mas las palabras sonaron vacías en mi mente. Perdonar, contar, luchar, amar, toda una misma cosa era sin distinciones, murmullos que afloran para después marchitarse rápidamente en el eco de la mente.
¿Cómo podría hablar si consigo mismo no se entendía? Con la luna que bajó un día, el astro, que todo lo ve y a todo aspira, como si no son palabras y silencios mezclados en una uniforme mentira era lo que podía contar.
Entonces la idea lo azotó: ¿Y si ella ya lo sabía? Sentada en un banco, esperando lo que en su día no creyó... Isil tenía poderes, más no sabía cuales.
El murmullo de un nombre conocido por sus oídos acompañado por un sentido sollozo le hizo voltear a la derecha donde, recostada en el majestuoso árbol por el que ascendían unas escaleras, había una elfa con las manos cubriéndose el rostro e intentando apaciguar los mudos sollozos que ahora salían entrecortados de su garganta.
Un mechón de pelo se dejó ver, revelando así la identidad inequívoca de la elfa, pues a la pálida luz de las estrellas se dejó ver como lo que ahora parecía hilos de seda de un color verde marino.
-..I..ima- volvió a sollozar sin percatarse del silencioso observador en el que me había convertido.
Con pasos aun mas indecisos me acerqué con sigilo a ella, levantando los brazos para envolverla en una preciada calidez que muy bien debería de conocer.
-La luna no debería llorar ni estar triste, Isilme- salieron las palabras de mis labios con la máxima dulzura con la que fui capaz- De ella dependen las criaturas que de su luz se guían, no llores...- más noté como mis párpados me desobedecían y se cerraban y abrían humedeciendo los ojos. Pronto noté como algo se deslizó como un cristal por la piel de mi faz.
¿Cómo es tan largo en mi dolor tan fuerte,
Isil? Si hablo y digo el mal que siento,
¿qué disculpa tendrá mi atrevimiento?
Si callo, ¿quién podrá excusar mi muerte?
Unos brazos delicados y finos me envolvieron la cintura y luego la espalda, apretando mas mi pecho contra su rostro, ahora totalmente enterrado entre mis ropas, empapándolas con las salinas gotas que ya habían sido derramadas.
No sabía cuanto tiempo permanecieron ahí, dos figuras etéreas abrazadas al pie del esplendoroso mallorns de la ciudad de los Galadhrim.
Pues ¿cómo sin hablarte podrá verte
Mi vista y mi semblante macilento?
Voz tiene en el silencio el sentimiento:
Mucho dicen las lágrimas que vierte
Empecé a mecerla, suavemente, para que lo que la atormentaba se disipase como la bruma espesa del valle.
En breve nos encontramos andando sin rumbo por las desérticas calles, con algún que otro canto asomándose discretamente por entre el follaje de los árboles, cantos de fiesta, de esperanza, pero cantes de guerra.
Al poco de escuchar las canciones que llegaban a nuestros oídos, sin mediar palabra, nos dirigimos fuera de la arboleda amurallada, en un acuerdo silencioso.
Nuestros pasos nos llevaron a un claro donde las nimpherín y las eleanor crecían por doquier, formando un manto de pétalos que brillaban a la luz de las danzarinas estrellas.
-¿Irás?- fue la pregunta dirigida al cielo pero sabía quien era el encuestado. En sus ojos apareció mismo fulgor con que bailaban los ostros en la bóveda celeste, para después mantenerme preso de esa chispa al conectar miradas. - ¿Me dejarás aquí?
El escalofrío recorrió mi ser a velocidad vertiginosa al escuchar las últimas palabras.
-Yo nunca te me ausentaría de tu lado si en mi mano estuviera.
-Es decir- hizo una pausa mirando otra vez las estrellas y yo me encontré otra vez mirando la luz de estas reflejada en sus ojos.- que irás hacía la oscuridad.... dónde no podré seguirte.
-Isilme... volveré. Te lo prometo. Me volverás a ver...- otro destello se perfilo bajando por su mejilla.
Reconociendo las dudas que la azotaban como lo hacían las mías propias, decidí esparcirlas llevando mis manos a mi cuello para descolgar una cadena fina, de plata, y envolver la pulida cuerda entorno a su cuello, acariciándolo con las yemas de mis dedos mientras sentía como se le erizaba la piel al contacto con la mía.
-Este colgante, perteneció a mi hermano, con quien pasé gran parte de mi infancia y perdí posteriormente. Desde el día en que él no abrió los ojos de nuevo lo llevo siempre encima.- la abracé por detrás, teniendo cura, pues me parecía que estaba abrazando una figura de cristal que con un poco de presión se podía agrietar y romper en mil pedazos centelleantes. Con un poco mas de osadía apoyé mi mentón en su delicado hombro, dejando así mi boca muy cerca de su sensible oreja.- Y nunca me desprendería de él. Es uno de mis tesoros. E igualmente no me estoy desprendiendo. Tu formas parte de mi, de mi corazón, de mi alma. Así que no me estoy desprendiendo de él, al igual que no te dejo aquí. Solamente con que tu lo lleves, sentiré que los dos me estáis observando, que estáis a salvo y felices.
-Y, dime, ¿cómo puedo ser feliz estando tu a tantas millas de distancia? Sabiendo que no llegará la luz a bañarte con su suave toque, que podrás morir cada instante del día... ¿Cómo puedo ser feliz si no estas a mi lado?
-Yo no puedo estar a tu lado, el deber me llama a luchar, el honor como elfo me grita a defender lo que me mantiene vivo en esta era.- Con un gesto ágil y relampagueante se giró velozmente y quedamos cara a cara. Sus ojos irradiaban pánico, desesperación, inseguridad, impotencia,.. Presentía que había algo que se ocultaba, como el destino que se oculta detrás del velo negro, pero el velo era ella. La mirada escondía un secreto que no había revelado a nadie. Algo que la estaba atormentando desde hacia tiempo...
Pero no pude pensar mucho más, pues sus labios se unieron a los míos, su lengua salió atrevida a delinear la forma de mis labios, mientras me hacía echar en el manto de plantas que había debajo nuestro.
Mis manos intentaron ir a más cuando ella se apartó, dejándome sentado en el suelo con el codo apoyado de tal forma para aguantar la espalda. Dio un paso atrás mirándome directamente a los ojos: había determinación en lo irises verdes.
-Puede que tu no puedas llegar hasta mí, pero si que podré llegar hasta ti.- Su cabello empezó a alborotarse a la brisa, enmarcando su rostro como si estuviéramos sumergidos en aguas y los cabellos sucumbieran a la fuerza que esta a llevarlos a la superficie.
Se agachó cogiendo una nimpherín y llevándola junto a su pecho, cogiéndola con ambas manos mientras murmuraba para si cosas que mis oídos de elfo no llegaron a escuchar.
Pronto la flor quedó suspendida en el aire, entre sus dos palmas, parecía que la luz blanquecina que iluminaba su rostro también nacía en la flor a través de sus manos. Pero cada vez el brillo se hacía mas intenso, hasta es devenir toda la flor de luz, la cual de contrajo sobre si misma transformándose en otra cosa...
Ahora la luz irradiaba todo el claro, parecía como si las estrellas hubieran decidido bajar y emprender otra vez su baile entorno a esa criatura que estaba convocando espíritus ya olvidados. Su cara, su cabello, sus ropas, su cuerpo... todo refulgía como si estuviera en el manto celeste, mirándome con ternura al lado de la estrella de Elbereth.
Bien entiende la llama quien la enciende,
Y quien los causa entiende los enojos,
Y quien manda silencios, los entiende.
Tan pronto como empezó, disminuyó la luz hasta tal extremo de dejarlo todo sumido en la oscuridad antes de que la luz de las estrellas fuera suficiente una vez mas para iluminar el claro.
Entre las finas manos había quedado un objeto de un brillo parecido al mithril, de una forma irregular desde mi punto de vista.
-¡Isilme! - exclamé en cuando la vi caer de rodillas sobre el pasto. Me levanté de un brinco para ir a cogerla.
-Este es mi regalo, y esta es mi promesa...- dijo con voz queda- te esperaré tanto como haga falta, hasta que regreses como me has prometido. Y, cuando de nuevo pueda estar entre tus brazos, te devolveré el recuerdo de tu hermano, mientras, tu te llevarás mi protección- me tendió con mano temblorosa el objeto, al que ahora se podía distinguir un colgante y una cadena- estés donde estés... la luz llegará hasta ti, guiándote.
En un arrebato de ternura la besé, recostándola totalmente sobre el verde suelo, mientras cogía el colgante y me lo ataba tras la nuca. Empecé a besarla una y otra vez. No quiero separarme de esta criatura tan pura, tan especial, con tanta luz como para dejar ciego todo Mórdor.
-Por favor- dije entre besos bajando por su cuello- quédate conmigo esta noche, toda la noche, hasta el amanecer.... hasta que Anar sentencie mi salida....
Se ve a la voz del silencio haciéndose una ensalada con las verduras que le han echado gracias por tirarme verduras maduras, tan muy buenas...
Por cierto, nop, el poema no es mío...(· que mas quisiera que escribir así) la obra es de Quevedo y se titula "Peligros de hablar y callar, y el lenguaje del silencio"
