Capítulo 7: Nos volveremos a ver, tarde o temprano
Las caricias nos rodearon como si fuera un elemento más de nuestro alrededor. Cada una de ellas quedaron impregnadas de la ternura que nos ofrecíamos, del deseo de proteger al otro.
Yo, aun exhausta por utilizar mis dones mucho mas allá de lo que nunca me había atrevido, intentaba seguir el ritmo. Deseando con todas mis fuerzas recorrer todo ese cuerpo, un cuerpo creado para amar, intentando recordar en el tacto cada una de las curvas y el tacto de su piel en mis manos y en mis labios. Nuestras bocas aun seguían unidas, absorbiendo como sedientos los sonidos que la otra procesaba. Las manos, atrevidas, se escurrieron por debajo la ropa, intentando dejar atrás esa barrera que impedía a nuestros cuerpos y espíritus fusionarse en uno solo.
No quería que se fuera, no, quisiera que el momento que es esta noche durara para siempre.. si tan solo pudiera hacer esta noche eterna....
Le besé en el pecho ya desnudo, siguiendo a mis manos que se aventuraban más abajo, hacía la hebilla de su cinturón. Sus manos se escapaban queriendo sentir cada parte de mi cuerpo, ahora expuesto totalmente a la intromisión de esas dichosas aventureras.
Pronto pudimos admirar la belleza del otro a la luz de las constelaciones ociosas en su baile....
De repente, la oscuridad me envolvió, como si todas las luces se hubieran apagado a una muda señal. Imágenes en caos pasaban por delante de mis ojos. Parpadeantes imágenes las cuales resaltaban un brillo con destellos rubí, carne pútrida, imágenes de dolor, sufrimiento....
Sentí mi boca abrirse para dejar ir un desgarrante grito. Lo había visto. La imagen completa. La parte que faltaba en su sueño. La carne pútrida... la muerte....
Había visto el cuerpo sin vida y pútrido del elfo con el que estaba compartiendo las caricias.
-¡Isilme!- una voz me llamó a través de la espesa bruma que se había acomodado delante de mi vista y mis pensamientos.
Poco a poco mi visión se oscureció por lo lados, pero por el centro de fue haciendo mas clara. La imagen de unos irises brillando en preocupación me hicieron volver a la realidad. No era verdad lo que había visto....¡No lo era!
-¡Irima!- sollocé abrazándome cuerpo que había encima de mi. Él me abrazó protectoramente, arropándome en su firme pecho. Me encontré mirando firmemente el colgante que caía de su cuello.
-¿Qué ha pasado?- Fue la pregunta hecha susurro la cual me llego pesadamente desde arriba de mi cabeza – Mi Isilme... ¿qué ocurre?
-No..no vayas... no te vayas por favor....- susurré intentando que mis palabras salieran entendibles por entre mis labios.
-Pero.. mi Isilme... tengo que ir...
-Te.. te he visto...- dije intentando disipar las imágenes que azotaban una y otra vez mi cordura.- te he visto en esta guerra.... Por favor... si de verdad me amas, no vayas...
-Elaëar- un escalofrío me recorrió la columna en mención del nombre con el que todos se dirigían a mi salido de sus labios.- Isilme, te amo como antes no he amado, mas que a la vida y las estrellas, mas que a un brote estival o de primavera. Pero por eso mismo no puedo conceder lo que me pides en estos momentos. Por que te amo no puedo quedarme aquí, nunca me lo perdonaría el no haber luchado en esta guerra para defender el futuro. Ya que si no, no me veo digno de algo tan maravilloso como será desposarte algún día... y ver pequeños que enciendan la llama de la maternidad en tu mirada.
-Irima... eres el mas digno solo con estar aquí... No digas eso... por favor... no vayas... No has visto lo que han captado mis ojos... es el horror, ya que si vas ya no volverás a mi, ni en esta era ni en la siguiente...
Hubo un silencio pesado mientras él pensaba en mis palabras. Y, antes de responder, se recostó sobre mi pecho abrazándome y atrayendo más su cuerpo contra el mío.
-Volveré...te lo he prometido. Con cualquier medio que esté a mi alcance y el que no lo está. Esta promesa la pienso cumplir. Y, entonces, ya no me separaré de ti nunca más.
Yo estaba indecisa... ¿cómo podía decir eso sin haber visto la imagen que me atormentaba a cada instante? ¿Si no sabía el sueño en el que la rueda ya había empezado a girar? Cada vez más, veía como un destino imparable se abatía sobre ella intentando no dejarla escapar.
-No te preocupes más...- susurró de nuevo él.- Lo que has visto no es más que uno de los destinos, con fuerza de voluntad ese destino se puede tornar a la rienda de tus anhelos....
Entre esas palabras que aplacaban las imágenes de mi mente y el calor de su ternura rodeándome, me encontré dejándome llevar por el suave timbre de su voz, descansando la cabeza sobre el manto verde....
Estaba tan cansada... pero no podía dejarse llevar...
Mis fuerzas estaban al límite... Nunca había utilizado tanto mi poder... hasta esos extremos....
Al final me adentré, sin quererlo, en el reino de Morfeo.
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Vi como Isilme se dormía en mi abrazo. Su cara reflejaba la angustia y el cansancio...
Me acomodé de tal forma de que ella pudiera conciliar el sueño mas cómodamente mientras mis ojos no se apartaban de su figura. Me sentía inquieto, en el fondo de mi ser algo empezaba a cuestionar lo que acababa de prometer. Iba a una guerra, ahí no había sitios seguros y no había forma de regresar pasada la línea mortal del filo ensangrentado...
Pero había formas, si no es en esta vida, la veré cuando vuelva a la casa de los elfos...
Me dejé caer a su lado, disfrutando del fresco aroma que se desprendía de su cabello y piel.
Quería que Anar no saliese por el este... que se retardara...
Pero el tiempo indefinidamente avanza. Les estrellas empezaron a palidecer, enviando amistosos guiños a los que aun no se habían despertado, un color anaranjado empezó a conquistar al manto estrellado. A sus ojos se veía como un fuego devastador que sentenciaba la hora.
Con sutiles movimientos me levanté y me vestí, para después agacharme de nuevo y plantarle un suave beso en su boca...
-El sol quiere alzarse mi Isilme, debo partir... ... Adiós...- Parecía estar sumida en un profundo sueño, era mejor así, su descanso no sería interrumpido por las preocupaciones que hasta hoy la carcomían en silencio.
Empecé a descender el claro, rumbo a la ciudad, pero antes de que mi cuerpo desapareciera por entre los árboles me detuve.
-Hasta pronto... nos veremos tarde o temprano... se feliz...- y me adentré por entre la arboleda rumbo al punto de encuentro.
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El rocío refrescaba mi piel mientras que unos fuertes brazos me envolvían, haciéndome sentir protegida. Alguien andaba con pasos fragantes por una superficie rocosa, tirando algunas piedras a cada paso que caían
-Elaëar... –susurró una voz en la lejanía en que resonaban los pasos. No quería responder a esa voz que me llamaba desde tan lejos.
-Pequeña rayo de luna –susurró una voz desde arriba mi cabeza- Nos has abierto la puerta hacía ti... Tillion te ha prestado algo de su poder... Pero pequeña estrella de mar, tienes que controlar la fuerza que sale de ti, en estos tiempos en que nuestra gente se enfrenta entre sí deberás ser más precavida...
-¿Tillion?- susurré aun sin poder abrir los ojos por el cansancio- ¿Por qué tendría que prestarme su poder?....
-Por que Arien no puede llegar muy bien a ti..- iba a responder pero se anticipó a mi pregunta- El motivo lo sabrás a su debido tiempo...
-Tu voz... ¿Irmo? ¿Mi señor Irmo?
-Tu no tienes señor o señora-dijo otra voz- Pero eso ya lo irás entendiendo...
-¡Mi señor Irmo! Espere...
-Descansa Elaëar.
Me encontré con una sensación de estar flotando en agua, yendo cada vez más hacia arriba. Para después dejarme caer suavemente de nuevo en aquellos brazos protectores. Pero, antes de recostarme totalmente en aquel abrazo, sentí una suave presión en mi frente y una voz. "Descansa, mi pequeña" fue lo que susurró.
"El sol quiere alzarse mi Isilme, debo partir... ... Adiós...... .... se feliz"
Abrí los párpados con pesadez para encontrarme un cielo azul haciéndome de tejado. ¿Solo había sido un sueño? Que bien... nadie se había ido...
Intenté recostarme otra vez en esos brazos que tantas veces había conocido, más solo encontré la tierra con su flora a mi lado.
¡¿Por qué?!
Cerré mis ojos de nuevo al sentir como me escocían...
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
¿Por qué no podía eso solo ser un sueño? ¿Una pesadilla que al desvanecer la noche se disipara?
...
¡¿Por qué tenía que hacer frente a la maldición de conocer su infortunio?!