Lo sieeeeento! lo siento, lo siento lo sieeeeento!! (voz del silencio se de rodillas y casi con la barbilla en el suelo) No he actualizado desde hace mucho... Es que estaba entre un bloqueo perpetuo y mi musa que no se quedaba quieta en una historia concreta T.T... Solo tenía inspiración para los originales.
Pero en compensación aquí subo dos capítulos seguidos. Espero que os gusten!
Capítulo 8: Jaque al miedo
La línea de elfos que andaban delante de mi no parecía tener principio. Yo, al frente de unos escuadrones, me dirigía donde me llevase el camino con pasos que sonaban firmes. Más en mi interior reinaba una sensación de medio, que me estrechaba el corazón cada vez más.
¿Y si...? ¡No pienses en eso!
Me encontré a mi mismo mirando a los que me rodeaban en la marcha. Miedo. Temor es lo que veía a través de sus ojos. Todos miraban más allá de las cabezas que se encontraban en su radio de visión, miraban hacia la creciente oscuridad que nos empezaba a envolver. Pero, pasando de mirada en mirada, me encontré con unos orbes almendrado claro que me la devolvían. Pero en esos orbes encontré mas temor que en los que había observado hasta ahora. Le dí una débil sonrisa, mostrando que no era el único que estaba así.
El primer descanso no lo hicimos si no dos días después de nuestra partida de Lothlórien, muchos aprovecharon el descanso para sentir la hierva bajo sus pies quitándose las finas botas, otros se estiraron completamente sobre el pasto, observando las estrellas. Yo paseé sin rumbo fijo entre ellos, escuchando hablar sobre sus tierras, pues allí había de muchas regiones distintas, de este a oeste de la tierra media... aunque del este no quedaban muchos, solo los del bosque verde.
Historias sobre Imladris, Lothlórien y muchos otros lugares llenaban el aire a susurros. Pero había que se mantenían callados, admirando la luz de los astros nocturnos, absorbiendo cada rasgo de la bellaza de estos que lograban advertir. Mi mano fue inconscientemente hasta mi pecho, donde presionó notando el contacto del brillante en mi piel. Cerré los ojos intentando calmarme, mientras dejaba los murmullos fluir por mis orejas mezclándose e haciéndose irreconocibles...
Visualicé mi casa, vi a mi hermano debajo de un árbol tallando un adorno, vi a mi madre cantar mientras tejía mi capa, a mi padre en los interminables días de adiestramiento en las armas; y vi un reflejo brillante en el agua un día de luna nueva.
Tengo que forjar mi futuro, por todos ellos tengo que luchar...
Abrí los ojos lentamente, sintiendo una mirada puesta en mi. Barrí la escena buscando quien quiera que me observase tan atentamente: unas orbes almendradas brillaron intensamente, invitándome a hablar con el dueño de la mirada, el cual no hice esperar mucho pues me senté a su lado observando las estrellas.
-Bonitas estrellas, ¿no crees?- pregunté fijándome de reojo como las observaba también.
-Sí, hacen creer que alguien está velando por nosotros, vigilándonos cada noche para que la oscuridad no nos alcance...- contestó con una voz melancólica pero resignada.
-No hacen creer, es que siempre hay alguien observando, aunque no lo apreciemos a nuestra vista. Siempre hay un ojo velando por nosotros... – El chico bajó la mirada en una triste sonrisa.
-Debe de ser muy bonito tener a alguien velando así por ti.- el silencio cayó sin necesidad de palabras, sin tener que decir nada para entender que ese elfo desconocido estaba solo, confuso y asustado.
-Todos tenemos a alguien que nos vigila, pero hay algunos que no te guían por las estrellas, si no que están más cerca, los encuentras en compañeros, en amigos... o en desconocidos... ¿Cómo te llamas?...
-¿Eh?-levantó la cabeza confundido- E... Eika...
-Pues, Eika, yo velaré por ti y estaré a tu lado...- le revolví el pelo cual niño- Alguien tiene que hacerlo y estas en mi escuadrón, así que me auto impongo esta responsabilidad. Y ahora, como velador tuyo, te ordeno descansar hasta la partida.
Pronto ese elfo extraño se convirtió en mi compañero de viaje. Pese a su juventud hablaba de un modo que recordaba a los grandes elfos milenarios, de lo más hablador en metáforas y natural en el fluir de las palabras. Mas con agrado notaba que solo mostraba esa parte profunda de si mismo ante mi, en cuando las interminables guardias nocturnas nos juntaban en la vigía.
-Parece que hoy la negrura es diferente...- comentó uno de esos días, a faltar pocas jornadas para la batalla.
-Sí- contesté intentando vislumbrar al horizonte- hoy parece como si el cielo fuera la sombra de una sombra, con una abrasadora tierra por lecho. Mira, por ahí se perfila una patrulla orca... –puse una flecha en mi arco, tensando la cuerda, viendo a Eika y los otros hacer el mismo gesto. Los movimientos cesaron entre las criaturas de lo oscuro. Nos habían vislumbrado e incluso podía verlos ahí, con el cuerpo deforme totalmente tenso a punto de huir... más solo lograron recorrer un o dos metros cuando sus cuerpos cayeron pesadamente atravesados por mortales saetas. – Ya van dos veces esta noche...
-Parece como si los enviaran por aquí a propósito en pequeños grupos...- comentó a mi lado- ¿Querrán un pasaje seguro para atacar en la retaguardia donde hay tan solo los heridos?
-Puede ser, estamos ya casi a tocar, mañana ya nos encontraremos al final de Nindalf, en el umbral de la batalla. Pero sería mejor averiguar como pueden flanquear el asedio de nuestros aliados para llegar tan lejos como estamos nosotros...- Pero la noche dio paso a la espesa bruma que hacía de día sin ningún incidente más, reemprendiendo otra vez la marcha hacía la negrura y captando con nuestros sensibles oídos los gritos de las batallas en medio del mortal silencio que nos invadía.
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Un silencio pesado se cernía sobre ese trecho de bosque. Hasta que una mano con piel blanca cual la nieve movió una pieza del tablero acomodado encima de una roca.
-Jaque al Rey –dijo alegremente la dueña de esa mano nívea – Me parece que estabas demasiado sumido en las estrategias de tus alfiles y torres...- añadió juguetonamente al ver como mi ceño se fruncía en reflexión.
-No es eso Isilme...- añadí al levantar la mirada del tablero blanco y negro- Todos los reyes intentan atraer e son más vulnerables ante sus reinas...- Señalé la ficha que anteriormente había movido, donde se mostraba la figura de una dama- Pero muchas veces, ciertas damas tienen muy difícil acercarse lo bastante al Rey de su cielo..- moví una torre hasta delante mi ficha nombrada como el Rey- Muchas veces los muros los separan.- Ella solo sonrió, siguiendo el juego de palabras y lógica.
-Pero también no olvides que muchas veces las damas no siempre llevan su atuendo... Algunas veces cubren sus dones, pasando por un simple peón del castillo- jugueteó volteando con el dedo a uno de sus peones, el cual estaba a punto de llegar al final de mi lado.- Pero, en cuando menos se lo esperan... – avanzó el peón, cambiándolo por otra reina- La reina se ha colado dentro, atravesando los muros y las distancias, haciendo suyo el amado Rey... Jaque mate.
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Si, ahora que lo pensaba Isilme siempre utilizaba los peones para ganarle en el ajedrez... y por eso mismo él casi siempre perdía... No le daba importancia a los peones... Como lo de la pasada noche... peones enviados para observar como se mueven las piezas... Tendría que vigilar mucho más, ahí las estrategias valían mucho más que en el juego, eso tendría que considerar si quería sobrevivir...
-Eika...- le llamé para ponerme a su lado, susurrando lo más tenuemente posible- Ten mucho cuidado en cuando estés en los sitios que consideras seguros y protegidos, me parece que esta guerra no solo cuenta la fuerza de ambos ejércitos, sino también la astucia...- el chico solo miró entendiendo el mensaje, mientras un poco de temor se filtraba por sus irises, al mismo tiempo que divisaba los primeros campamentos, los que albergaban los heridos y los cuerpos sin vida de los caídos. Mi mano volvió a posarse sobre el colgante en un rezo mudo.
