Oe!! El primer capítulo desde el punto de vista de Amarie! (y espero que no el último jejej)
Capítulo 9: Elaëar
Mi mano pasó otra vez por entre las hebras largas y marinas que poseía Elaëar, mientras una agua también salada mojaba mi falda. Otra vez la misma caricia se repitió, veía como enterraba su rostro en mis ropas, sollozando palabras que no entendía muy bien.
-Elaëar... – otros balbuceos salieron de ella mientras se agarraba fuertemente a mi tela- Mírame...- con las dos manos intenté alzarle delicadamente su cabeza, intentando también capturar su mirada, ahora acuosa como las aguas intranquilas del océano- ¿Te prometió que volvería?- ella asintió débilmente, cerrando un poco más los ojos, dejando ver solo una parte de los verdes irises - ¿Entonces por que lloras chiquilla? Si volverá tal como te ha prometido y como es la palabra de un elfo.- Elaëar, mi niña, apartó la mirada de la mía preocupada, volviendo a asentir en entendimiento.- ¿Qué ocurre pequeña? Si se ha ido prometiendo una y otra vez... ¿por qué no sonríes y intentas creer en su palabra? Vamos, deja de llorar – o acabaré llorando yo.
Vi como intentaba enjuagarse las lágrimas, intentando no soltar de nuevas. Pero la mirada de vacío de alma aun estaba presente. Sentí mi corazón quebrarse bajo ese brillo, que no sabía que se ocultaba detrás salvo que tenía que ser doloroso. Quería ver el brillo de las estrellas en sus ojos otra vez, quería que no hubiera nada más que hiciera sufrir a esa criatura, quería ver su inocente sonrisa bailando en sus carnosos labios. No perdonaría nunca aquel que la había hecho sufrir, ni aun que fuera por amarla... no. Pero...
-Elaëar.. venga...¡por favor!- avancé para atraparla en un fuerte abrazo, dejando fluir todas mis emociones, toda mi ternura por aquella elfa de cabellos verdes- Vuelve a brillar.... sé mi luz en las tinieblas... o no podré soportar la eternidad....- ¿Desde cuando había empezado tanto a depender tanto de la luz y la sonrisa de esa chiquilla? No lo sé con certeza... Solo quiero sentir su seguridad, su inocencia, su oscuridad acogedora y mágica y su luz cegadora cuando despliega todos sus sentimientos... ¿Cómo fue que viví tantos años sin su compañía? ¿Cómo podía aguantar la inmortalidad?
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Subí audazmente al Mallorn, trepando hábilmente por cada una de sus gigantescas ramas y por la plateada corteza, subiendo hasta lo más alto de ese árbol justo en el final de la ciudad, a tocar de la muralla. Aquí está mi casa, aquí construiré el talan donde viviré.
-¡Amarië! ¡Baja venga! – el grito de Olostor desde tierra.
-¡¿Qué quieres?!- respondí con un grito.
-¡Que bajes de una vez!- resignada y marcando con una piedra que llevaba en el bolsillo la rama bajé saltando de un lugar a otra. Temeraria, dirían los elfos más grandes, pero para mi divertido.
-¿Qué quieres?- dije una vez abajo y poniendo un poco de mi saliva con el dedo a un rasguño que tenía en el brazo, el se cruzó de brazos mirando y reprochándome mi actitud.
-Tienes aun tareas pendientes, y sabes de sobra que hoy vienen invitados.
-Pero hermano... no quiero estar ahí, cocinando esas cosas que siempre se me queman o hilando sabiendo que se me va a deshacer todo en cuando lo extienda un poco...- callé en cuando una mano me cogió no muy galánmente del cuello del vestido y me empezó a arrastrar literalmente por la calles.- ¡No! ¡¡No quiero!!
-¡Amarië! No me hagas un berrinche ahora...
-¡Malo!- inflé los mofletes en un gesto típicamente infantil mientras me resistía a que me arrastrase. Más no tuve que resistirme mucho, puesto que un poco más adelante una muchedumbre se juntaba, murmurando entre ellos. Nos acercamos curiosos a preguntar a que se debía.
-Han encontrado a un bebé, estaba en una orilla del río, parece ser que es de raza élfica, pero tiene un color de pelo que no es normal... – esa fue la respuesta que nos dieron. Aun que, lógicamente, no me contenté con eso. Me abrí paso entre la gente poco a poco, intentando ver lo que había en el medio. Pero cuando llegué simplemente me quedé estática:
Allí, envuelto en una manta, había un bebé que parecía no tener más de dos meses, con el cabello suave y ondulado de un color insólito, un azul verdoso que no encajaba con nada que hubiera visto hasta el momento. Pero debajo de ese pelo extraño, había lo que indudablemente eran unas orejas élficas.
Una tierna sonrisa afloró en mis labios, llevándome a coger aquel bulto con sumo cuidado. Observando con regocijo como aquella criatura se movía, poniendo su cabeza contra mi pecho, escuchando mi corazón en harmónica paz. Sorprendiendo a todos abrió un poco los ojos, dejando ver unas orbes verdes, claras, mágicas, absorbentes. Pero el encanto de esa mirada infantil duró poco, pues instantes después de abrir los cerró para empezar a dormir profundamente.
-Amarië...- una voz de una mujer que conocía me llamó, más no le di importancia, yo seguía mirando aquella expresión de paz en aquel pequeño rostro. Solo noté que me habían llamado cuando unas manos me quitaron aquel tesoro de entre mis brazos. La dama Galadriel estaba ante mi, cogiendo aquella maravilla y observándola.
El retoño notó aquel cambio y abrió los ojos, empezándose a asustar por la mirada profunda que le dirigía la dama blanca. Pero mi señora pronto recostó el pequeño cuerpo en su brazo, poniendo la palma libre encima de la pequeña cabeza.
De repente, una luz surgió de debajo la palma, haciendo llorar al pequeño y llevándolo a contrarrestar aquella energía a juzgar por la luz que surgió del diminuto cuerpo también, pero una luz diferente, como lo son la luz del sol y la luz de la luna. Pero el llanto aun se escuchaba, cada vez más.
No pude más. Arrebaté al pequeño de las manos de mi señora, acurrucándolo en mis brazos, meciéndolo mientras susurraba palabras de alivio.
Sentí como se relajaba al cabo de unos minutos. Viendo de reojo como mi señora Galadriel me observaba, notando en la profundidad de su mirada un brillo que significaba estaba repasando todo lo que observó, llegando a una concusión.
-Amarië, ¿Quieres cuidar de ella?- ¿Ella? ¿Así que era una niña? Posé totalmente mi mirada en su manita, que cogía el vestido mientras su cabeza reposaba sobre mi corazón.
-Sí, mi señora, quiero cuidar yo de este tesoro.- Sentí como la dama blanca suspiraba, no sabía si de alivio, preocupación o cansancio.
-En ese caso escúchame bien, cuida bien de ella y no dejes, bajo ningún pretexto, que deje este bosque, a no ser que venga conmigo... Ahora, ¿cómo la llamarás?- sonreí para mi.
-Tiene los cabellos como el agua del mar cuando a veces navegas, entre el azul y el verde, así que para mí será Elaëar, la estrella que vino de entre las aguas y el mar.
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-Una estrella que apareció en mi vida...- dije mirando como dormía placidamente sobre el lecho, en su talan.
Pero, aun que había obedecido las palabras de la Dama Blanca, sentía que detrás de esas ordenes había algo que no acababa de abarcar... ¿Cómo, si no, era que no podía salir del bosque sin su señora Galadriel? ¿Seria tan frágil como para no soportar la oscuridad de más allá de las silvestres fronteras? O, por el contrario... ¿demasiado peligrosa para andar sola?
Miré otra vez a la durmiente Elaëar. No, en ese rostro no podía haber maldad... era, como bien lo habían dicho, como la luz de la luna: Pura y sin mancha...
Aun que... la luna siempre oculta una cara......
N/a: XDD Se han fijado o es que soy yo? Amarie se parece mucho a Ryu-chan! (el de gravitation) o es que será culpa mía por haber leído demasiado de ese manga....
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