La imaginación humana siempre se ha caracterizado por las fabulosas leyendas y mitos que pueden llegar a crear para darle un significado a algo. Una de ellas que siempre ha prevalecido en la memoria colectiva han sido los vampiros, criaturas que han sido aborrecidas, cazadas y torturadas de las formas más viles que se pueden imaginar.

Bueno, ese sería el caso si el secreto de la existencia de estos seres hubiera sido revelado, su sociedad se ha mantenido oculta por milenios y se desarrollaron a la par de los seres humanos, evitaron a toda costa el inmiscuirse en sus guerras.

Su raza había escrito estas leyes para evitar que su secreto se les fuera de las manos, proclamaron 12 de ellas, pero solo 3 eran primordiales:

1) Evita a toda costa que descubran nuestra existencia.

2) Cazar para sobrevivir no para divertir.

3) De verse descubierto se le debe dar muerte a los testigos, dependerá del vampiro en cuestión si la da la opción de volverse uno de nosotros.

Dicen que el destino y el azar son dos fuerzas opuestas que imponen su voluntad a todos los que están bajo su protección, los Bakugou pertenecían a un linaje de vampiros puros, eran los fieles sabuesos de la familia imperial, la estirpe de los Todoroki había gobernado por eones, hasta que uno de sus descendientes, Touya por su afán de querer destronar a su padre y acabar con su vida, cometió un genocidio en la mayoría de los clanes vampíricos, dejando casi hasta su extinción a su propia especie.

Fueron pocos los sobrevivientes, de los 10,000 que componían a su población total solo 50 miembros de diversos grupos habían dado señal de vida, tenían la esperanza de que podrían reunir a más pero no hubo, Shoto, Katsuki, Kirishima, Denki y Iida eran figuras de autoridad debido a que eran los sucesores de sus respectivos clanes fijaron el plan de escapar y esconderse, tendrían que reunirse cada 100 años para darse información, todo bajo su anonimato.

Desde entonces, cuando un nuevo siglo venia, los vampiros se reunían.