3. PRUEBAS DE QUIDDITCH Y PELEAS.
Sentaos.
Duna se sentó tímidamente en uno de los sillones del despacho de Mcgonagall. Resultaba irónico que los sillones fueran de pulcra piel de dragón, pero que después de haberte sentado en ellos, te daba la sensación de estar en la silla eléctrica, ni mucho menos confortable. Miró hacia su compañero y descubrió que no estaba ni mucho menos tan nervioso como ella, sino que se limitaba a observar con repentino interés una esquina descosida de su túnica. Después volvió la vista al frente, donde les miraba severamente la subdirectora. Parecía esperar a que uno de los dos hablara. "Tendrá jeta el niño este, si al final voy a tener que hablar yo y todo," pensó Duna con furia. Le dirigió una mirada asesina, pero él ni se inmutó. Parecía haber desconectado el cerebro a la espera de una bronca. "Buen sistema Potter, pero da la casualidad de que no pienso decir nada a Mcgonagall hasta que te de por bajar a este planeta y hacerme compañía."
Volvió a mirar a la mujer, pero estaba en las mismas que antes. Decidió tomarse la justicia por su mano. "Vale, ¿no quieres hablar? Pues no hables, pero entonces solo escuchará mi versión del asunto."
Verá profesora…Es que no me encontraba demasiado bien de…ya sabe…
El semblante de la mujer cambió por completo. "Es alucinante. El hablar de la regla hace siempre que parezca que lo que estás diciendo es verdad..."
Y me confundí y le eché un ingrediente que no era a la poción, así que explotó y le dio al caldero de Harry Potter, desvaneciendo su poción.
Al oír su nombre, el moreno hizo un movimiento brusco, como si le acabasen de despertar, y por primera vez en 10 minutos, prestó atención a lo que se decía en aquella sala.
Él lo debió de tomar como una especie de ataque o algo parecido, porque hizo desvanecer a propósito mi poción, pero yo le intercepté y el hechizo rebotó al caldero de unas chicas de mi casa. El profesor Snape debió de pensar que nos estábamos peleando, que es lo que yo hubiera pensado,- (Duna puso mucho esmero en recalcar esto último para completar la imagen de "niña buena")- y nos expulsó de clase a los dos.-
La profesora miró a Harry que miraba con incredulidad a la morena.
¡Pero eso no es verdad!- dijo él furioso.-
¿Por qué niegas que después de que nos expulsaran me acompañaste a la enfermería, ya que me encontraba tan mal?- le interrumpió ella haciéndose la ofendida.-
Yo no niego… ¿Qué?
Claro, todos los chicos sois iguales. Cuando estáis con nosotras muy caballeros, pero luego os las queréis dar de duros.- continuó Duna cruzándose de brazos enfurruñada, pero disimuladamente le guiñó un ojo al moreno.- ¡Profesora, Harry Potter me acompañó a la enfermería amablemente aunque él no lo quiera reconocer!
Yo no niego nada profesora.- repuso Harry al fin.- Fue todo un malentendido, y como sentí que era culpa mía, pues la acompañé a la enfermería, lo que pasa es que ya sabe…A los chicos nos da vergüenza reconocer estas cosas…
Duna estaba flipando con el paripé que estaban montando entre los dos para que no les cayera castigo. Le dirigió una sonrisa de perdón a Harry como respuesta a su último comentario y miraron a Mcgonagall para ver el resultado de su actuación.
¿Y cómo es posible que hayáis pasado por delante de mi puerta corriendo?- preguntó con gesto desconfiado.-
Verá profesora.- empezó Duna, con cara de, como si le diera mucha vergüenza contarlo.- Yo…En esos días…Bueno, me dan bajones de tensión y con frecuencia me dan arcadas que después no llevan a nada pero nunca termino de acostumbrarme.- terminó la morena con un gesto de resignación.- En ese momento tenía la sensación de estar a punto de vomitar y corría hacia al baño
Señorita Aguinaga, los baños de chicas están en la dirección contraria hacia la que usted corría.-
Esta vez fue Harry el que intervino, al ver que se había quedado paralizada al no esperar ese comentario.
- Profesora, ella seguramente no tuvo tiempo de pensar hacia donde quedaban los baños.- Además, al ser nueva en el colegio…Yo mismo todavía no se me todos los caminos hacia los baños…
Mcgonagall alzó una ceja. Les escrutó con la mirada, hasta que por fin, dictó su sentencia final.
Señorita Aguinaga y señor Potter…
Parecía estar pensándose lo que iba a decir. "Y el Oscar de la academia es para…"
Por esta vez no les castigaré, teniendo en cuenta que fue un malentendido. Ahora, señor Potter, haga el favor de acompañar a la señorita a la enfermería para que le den una pastilla contra el dolor.- dijo dándose la vuelta. "¡¡¡Sííííí!!!".
Harry y Duna salieron del despacho de Mcgonagall aún sin poderse creer que hubieran salido de allí sin un castigo. Se miraron y sonrieron. Harry le tendió la mano a Duna para hacer las paces.
Buena actuación.- dijo él.- Ha sido por poco ¿eh? Yo estuve a punto de decírselo, si no llega a ser por ti…
- Perdona, pero cuando me dijo lo de los baños fuiste tú el que nos salvaste el cuello, porque a mí me pilló completamente de sorpresa…
Tú tampoco has estado nada mal.- le replicó ella estrechándole la mano.- George Clooney no le daría el pego a Mcgonagall. Aunque eso sí, él está mucho más bueno que tú.
Harry le dio una colleja en el cuello. De pronto empezaron a salir alumnos de todas partes. Vieron un grupo de Slytherins que salían de la clase de Transformaciones en la que la subdirectora había estado dando clase, que habían montado una bulla impresionante. Entre ellos estaba Malfoy, que le dio un codazo a Goyle cuando los vio. Avanzó directo hacia ellos. Harry ya tenía una mano en el bolsillo de la túnica, pero Duna se la agarró impidiéndole que sacara la varita.
Vaya parejita.- empezó Malfoy con voz de nena.- ¿No estaríais haciendo cochinadas?
Pues mira Malfoy. Ha sido bastante mejor que tú. Tu gatillazo fue memorable.- añadió mientras sonreía abiertamente, y la cara del rubio cambiaba para convertirse en una mueca de enfado.-
Entonces ese no era yo.- repuso tranquilamente.- Debías de estar tan borracha que te acostaste con uno pensando en mí.
Si no estaba contigo es que no estaba tan borracha.- contestó Duna.- También, el problema es que tampoco tengo dinero para pagar tus servicios, así que se le va a hacer. Me gasté los cinco euros que cobrabas en una docena de ranas de chocolate.
Malfoy le dirigió una mirada de odio, mientras Harry se aguantaba la risa.
Pero no te preocupes Malfoy, soñar es gratis.- le dijo la morena antes de darse media vuelta y marcharse, seguida por Harry, que seguía partiéndose.
¿Dónde se supone que estabais vosotros dos?- preguntó Hermione cuando se los chocó por el pasillo.-
Venimos del despacho de Mcgonagall.- respondió Harry.- Le contamos una bola increíble para que no nos pusiera castigo. Ella le dijo que tenía la regla y que se le había rebotado el hechizo y no se qué y que luego yo le había acompañado a la enfermería.-
¿Y os creyó?- preguntó Hermione incrédula.-
Sí.- respondió el-niño-que-vivió con orgullo.- Y tampoco nos quitó puntos por estar corriendo hacia las cocinas. Claro está que no le dijimos eso y
¿Qué estabais corriendo hacia donde?- les gritó Hermione.-
Cállate Hermione, a ver si va a estar Mcgonagall por aquí y te oye.- le dijo el moreno llevándole a la chica un dedo a la boca para que se cayera, que ella mordió a gusto.-
¡¡¡Ayyyyyyyyyy!!!
Te está bien empleado. – repuso ella cruzándose de brazos.-
No sé qué prefiero, que me muerdas o mil Mcgonagalls furiosas.- murmuró el moreno acariciándose el dedo, que comenzaba a parecerse a uno de los de tío Vernon, como enseguida se apresuró a aclarar él.
Ron rió y Hermione sonrió levemente. De pronto, Duna miró el reloj. Tenía que irse pitando si no quería llegar tarde a Encantamientos. Se despidió de ellos y echó a correr a las mazmorras, donde se había dejado la mochila. Por suerte para ella, cuando llegó no estaba Snape y pudo cogerla y marcharse.
Cuando estaba saliendo al pasillo se chocó de morros con alguien. Iris Stuart. Iba a irse cuando la rubia la agarró de la manga. Se dio la vuelta y le dijo:
Ten cuidado en acercarte demasiado a Malfoy.
Yo no me acerco a Malfoy, Stuart. Es él el que se dirige a mí.- contestó Duna intentando zafarse del brazo de la Slytherin.-
Dudo que él se acerque a ti.- contestó Iris cruzándose de brazos y con una sonrisa de superioridad.-
Duda lo que te de la gana, pero déjame en paz.- gruñó Duna.- Yo no tengo ningún interés en él, así que todo para ti.
Más te vale, si no tu preciosa carita ya no volverá a ser la misma.- dijo Stuart dándole un pequeño cachete en la mejilla a Duna, antes de darse la vuelta y marcharse con sus amigas.-
"La verdad es que no me extraña que me amenace por Malfoy.- pensó la morena acariciándose la mejilla en donde la rubia le había dado.- El culo que tiene es para agarrarlo y no soltarlo, pero no es mi tipo de chico." "¡Ostia, si llego ya cinco minutos tarde!"
Corrió hasta la clase de Encantamientos y por supuesto, la puerta ya estaba cerrada. Respiró hondo, picó y entró. Flitwick le hizo un gesto para que pasara. Todo el mundo la estaba mirando. "¡Joder qué vergüenza! ¡Me cago en Stuart!"
Lo siento profesor, tuve que ir a la enfermería.- dijo con un hilo de voz recordando a donde se suponía que tenía que haber ido después de salir del despacho de Mcgonagall.-
Puede sentarse tranquila señorita.- dijo Flitwick con un gesto señalando su silla.-
Ella subió hasta el penúltimo piso de la clase, donde estaba su sitio y sacó los libros.
Bueno pues como iba diciendo, el hechizo para aumentar la voz es muy útil, y no solo para comentar partidos de quidditch como hacía el señor Lee Jordan, sino para, por ejemplo, poder pedir ayuda a distancia si estás en apuros. Hay que apuntar a la boca y pronunciar claramente, ¡Sonorus! COMO PODRÉIS COMPROBAR MI VOZ HA AUMENTADO SU VOLUMEN A EL TRIPLE, Y ESO QUE SOLO ESTOY HABLANDO EN SUSURROS.
Duna tenía los oídos tapados, como el resto de la clase. Flitwick los observó unos minutos, mientras ellos le miraban suplicando que no volviese a hablar.
¡QUIETUS! – Y ya con la voz a normal volumen prosiguió.- Vamos a ver. Lo mejor será que la próxima clase la hagamos fuera del castillo, si no nos van a doler demasiado los oídos. La próxima vez que tengamos encantamientos id donde la cabaña de Hagrid y si está el campo de quidditch libre haremos allí unas pruebas. Ahora vamos a recordar los encantamientos aturdidores e ilusionadores. Poneos por parejas y practicad hasta que acabe la clase. Hoy no podemos seguir con los hechizos para aumentar el volumen de la voz.
Duna se levantó pesadamente del pupitre y se dirigió a Mandy, que no tenía pareja. Estuvieron practicando hasta que sonó la campana mágica y se dirigió a la sala común de Ravenclaw. Pasó por el cuadro de Sir George El Manco, que la saludó con su mano derecha, la única que le quedaba, pero ella solo le hizo un gesto con la cabeza. Un minuto después estaba frente a la inmensa estatua de una bruja con una enorme verruga en la nariz. Había oído por ahí que la Sala Común de Gryffindor la custodiaba La Señora Gorda y le parecía injusto que la suya la custodiara semejante esperpento. No dudaba que Rosalline la Sabia hubiese hecho descubrimientos muy importantes para el mundo mágico, pero lo que era indiscutible era que era horrorosa.
Niña, ¿te vas a quedar ahí mirándome como si tuviera monos en la cara o me vas a decir la contraseña?- preguntó con un gesto hosco la bruja despegando su nariz…protuberante de un libro gordísimo.-
"Debe ser el tener que leer desde hace mil años el mismo libro que la hace tan borde". Pensó Duna.
Chipirones con chocolate.- murmuró, antes de que la bruja se apartase y dejase un hueco por el que pasó la chica.
Un montón de alumnos estaban en el tablón de anuncios mirando algo. Esperó a que se dispersaran un poco para ir a ver qué era sentada en uno de los sofás. Se fijó en que Cho Chang estaba en uno de los sillones llorando con su inseparable amiga Marietta Edgecombe intentando consolarla.
Duna rodó los ojos, se levantó y vio lo que atraía tanto la atención de la gente. Era un anuncio del equipo de quidditch de Ravenclaw, que comunicaba que necesitaban un/a buscador/a nuevo/a porque el anterior había sido depuesto. Miró otra vez a Cho y entendió por qué lloraba. Mandy le había dicho que el año anterior había ido empeorando progresivamente desde la muerte de su novio. A ella no le extrañaba que estuviera mal, cualquiera con un poco de corazón se daría cuenta de eso. "No estaría mal presentarse aunque solo fuese para probar a ver cómo se me da el puesto de buscador." También se necesitaban un nuevo guardián, pero a Duna ese puesto no le gustaba. Las pruebas serían al día siguiente en el campo de Quidditch, a las 5 y media.
¡Hola! ¿Qué tal?- preguntó Hermione al día siguiente cuando la alcanzó por el pasillo.-
Bien, ¿y tú?- preguntó Duna bostezando. La noche anterior había dormido poco porque había estado repasando todas las jugadas que sabía y había visto.-
Genial. ¿Sabías que Harry es el nuevo capitán del equipo de Gryffindor?- preguntó la castaña dando un pequeño saltito de la alegría.-
¡No tenía ni idea!- exclamó Duna sonriendo.- ¿En qué puesto juega?
Buscador. Lleva en él desde primero. Lo malo es que va a tener que poner prácticamente un equipo nuevo, porque casi todos eran de séptimo y ya no están. Necesitamos un par de golpeadores, porque los hermanos de Ron ya se fueron, y los tres cazadores. Es una pena, porque las tres chicas que teníamos, Alicia, Angelina y Katie eran muy buenas. Ron va a seguir como guardián.
Yo seguramente lo intentaré para buscadora.- dijo la morena sonrojándose.- A Cho Chang la echaron y necesitan a alguien. En la Alhambra no jugábamos mucho, pero yo siempre jugaba de buscadora.
Pues suerte.- le dijo Hermione sonriendo.- ¿Vamos? No vaya a ser que lleguemos tarde a Transformaciones.
La mañana les pasó muy lenta. Durante toda la hora con Mcgonagall Duna y Harry se estuvieron "escondiendo" de la mirada felina de la profesora por si acaso había descubierto la mentira y les reñía, pero no parecía haber sido así. Cuando acabaron se separaron y los Gryffindor fueron a Adivinación, mientras que la morena se dirigió hacia los jardines de Hogwarts para asistir a Cuidado de Criaturas Mágicas. Por una vez, Hagrid no les mandó hacer nada peligroso. Los subió a un aula que no se utilizaba del castillo y estuvieron toda la hora cazando pixies. Todos tenían la ligera sospecha de que el director no tenía ni idea de que habían hecho esto en la clase, pero todos se lo pasaron muy bien.
Volvieron agotados a sus salas comunes, y Duna se deshizo del uniforme para ponerse un chándal blanco para ir a las pruebas de quidditch. Se puso una coleta que le recogía el pelo largo y oscuro. Después abrió su baúl y sacó su Nimbus 2001 que le habían regalado sus padres por su cumpleaños hacía dos años. Bajó corriendo hasta el campo de quidditch donde estaban también los Gryffindor haciendo las pruebas. Pudo ver a Harry volando con su, ¡saeta de fuego! Y con el uniforme rojo de los leones. En la grada le observaban Ron, también de rojo y Hermione, que charlaban animadamente. Se dirigió hacia donde estaban los de su curso y los saludó con la mano. Ellos le devolvieron el saludo y siguieron hablando.
Las pruebas transcurrieron sin incidentes. Las primeras fueron las de los guardianes. A estas se presentaban personas de todos los cursos. Algunos lo hacían fatal y no paraban ni una, pero hubo algunos que lo hicieron realmente bien. Roger Davies apuntaba cosas en un pedazo de pergamino y hacía gestos con la cabeza al resto del equipo, que se arremolinaban alrededor de las anotaciones del capitán.
Por fin, Davies llamó a los aspirantes a buscadores. Duna respiró hondo y se acercó. Todos le dieron su nombre y curso a Roger y el los anotó en su carpeta. Entonces abrió un baúl que tenía y sacó la snitch dorada. Con ella en la mano les explicó que la soltaría por el campo, y que el primero que la cogiese obtendría el puesto de buscador. Mas tarde pasaría un período de prueba de 15 días antes del primer partido para comprobar su eficacia. Durante las pruebas se seleccionaría también al suplente del buscador.
La soltó, mientras el resto del equipo Ravenclaw comprobaba que ninguno de los aspirantes llevaba varita.
Solo un aviso.- añadió Davies con el semblante muy serio.- Al que pillemos haciendo trampas o peor, agrediendo a alguno de los contrincantes quedará expulsado de las pruebas y no se podrá volver a presentar este año ni el que viene. Muy bien…tres…dos…uno…¡A por ella!
Todos salieron disparados hacia arriba con las escobas y se quedaron suspendidos en el aire. Duna miró a un lado y a otro. Definitivamente no era lo mismo practicar en un campo de quidditch real que en un prado, entre otras cosas, el primero era mucho más grande. De pronto vio que uno de las chicas que estaban al otro lado del campo se lanzaba en picado al suelo. Los dos que estaban más cerca y que lo vieron, salieron disparados detrás de ella Iban a chocar contra el suelo, pero ella dio un giro brusco hacia arriba y los chicos se estrellaron contra el suelo. Nunca había visto un Amago de Wronski con sus propios ojos, y tampoco esperaba verlo de manos de una chica de cuarto curso. Vio que en el suelo, Davies hacía una anotación en su carpeta mientras el resto del equipo observaban a la chica boquiabiertos.
Pasaron cinco minutos más…y otros cinco…y otros cinco…
El cansancio y la impaciencia se adivinaban en la cara de la gente. Algunos ya ni siquiera prestaban atención. Se dedicaban a arrancar ramitas de la cola de su escoba. Duna resopló. "Madre mía que desesperación." Pensó cansinamente. "No vamos a acabar en la vida."
De pronto un pequeño destello dorado brilló a escasos treinta metro de ella. Instintivamente miró a la chica de antes y se lanzó justo a la vez que ella. "Ánimo bonita." Pensaba Duna animando a su Nimbus 2001. "Cógela vamos."
Pero las palabras de ánimo no le sirvieron de nada porque a falta de un par de metros de la snitch la chica de cuarto la había cogido. Duna no pudo frenar a tiempo y se la comió. Le dio el tiempo justo a coger a la pobre niña que casi se cae de la escoba.
Lo…Lo…Lo siento de verdad.- le dijo la morena a la chica, que la miraba con cara de susto.- No pude frenar a tiempo. ¿Estás bien?
Si, creo que sí, solo ha sido un susto.- le dijo la chica pasándose una mano por la frente.-
Bueno…-Duna tenía la mirada fija en la pelota dorada que la chica sostenía aún en la mano, intentando disimular la envidia.- Enhorabuena por el Amago de Wronski. Nunca había presenciado uno.
¡Ah! Gracias.- dijo ella riendo.- ¿A qué curso vas?
A sexto. Me llamo Duna.
Yo voy a cuarto. Me llamo Mary.- añadió tendiéndole la mano.
Ella se la dio pero por dentro estaba triste. No era que esperase ganar las pruebas, pero había estado practicando bastante durante el verano y le dolía que una chica más pequeña que ella hubiese ganado. Y además por goleada, porque el Amago que hizo fue impresionante y si Duna vio la snitch fue por pura casualidad. A todo esto se juntaba que no había tenido lo que se le puede llamar un buen día.
Observó con desinterés a Roger Davies, que se acercó para felicitar a Mary. Bajó suavemente, pero oyó la voz del capitán que la llamaba. Se dio la vuelta lentamente.
Oye, que si me puedes dar tu nombre. Es para que seas la suplente.- dijo con la pluma en la mano.-
Duna Aguinaga, de sexto.- dijo ella, pero al ver la cara de Davies deletreó su apellido.- A-G-U-I-N-A-G-A.
Muy bien Duna. Tendrás que estar presente en los entrenamientos y en los partidos te vestirás como los demás para poder entrar al campo en el caso de que sea necesario, ¿te parece?
Si, claro.- respondió ella sonriendo. Al menos no todo estaba perdido. Al menos podría asistir a los entrenamientos.
Descendió al suelo y se encaminó al castillo a darse una ducha.
De pronto, unas voces la llamaron. Ron, Harry y Hermione la saludaron con la mano. Ella se paró para esperarlos y sonrió. Por lo menos tendría compañía.
¡Hola!- dijo Harry sin aliento.- ¿Qué tal las pruebas? Yo no pude ver las de Ravenclaw, aunque me hubiera gustado.
Nada.- contestó pesadamente Duna encogiéndose de hombros.- Soy la suplente, aunque no le llego ni a la suela a la chica que salió. Es una de cuarto. Hizo un Amago de Wronski impresionante.
Harry y Ron abrieron la boca muy sorprendidos, pero a Hermione ni siquiera le cambió la cara. Ya ni se acordaba de lo que era un Amago de Wronski. Se lo tuvieron que explicar detenidamente para que lo entendiese, lo que hizo que Ron se desesperase y acabasen discutiendo acaloradamente sobre si hay cosas más importantes que los libros y que si solo piensas en el quidditch… Cuando llegaron al Hall estaban cada vez más separados y por mucho que intentaba que se calmasen, lo único que consiguieron fue que Hermione se esfumase a la biblioteca y que Ron subiese a la Sala común todo enfadado.
Hay que ver, siempre están igual…-murmuró Harry suspirando y viendo cómo su amigo subía las escaleras exagerando mucho sus pisadas.- Se llevan muy bien, pero continuamente tienen estas broncas…
Es una lástima, con la buena pareja que hacen.- dijo Duna más para sí misma que para Harry, pero él la oyó y sonrió.-
Si…-dijo con una sonrisa pícara.- Me alegra ver que alguien más lo ha notado. Me di cuenta en verano cuando fuimos a la Madriguera, a casa de Ron. Tendrías que verlos mirarse. ¿Nunca has sentido que sobras en algún momento?
La morena rió y le sonrió otra vez. Él le devolvió la sonrisa y fue como si una aspiradora le hubiera succionado el estómago. Fue una sensación muy rara.
Bueno…-dijo, y añadió bajando la voz y acercándose a ella.- Podríamos… ¿Cómo decirlo?
A Duna se le aceleró el corazón. El moreno parecía estar pensándose lo que iba a decir y a ella le iba a dar una taquicardia de un momento a otro, pero sin saber el motivo. "¿Pero qué cojones me está pasando…?"
Podríamos ofrecerles una "pequeña ayuda" para que se…comprendieran.- terminó, apartándose para observar el efecto que había tenido en ella su oferta.- le dijo al oído, para que no lo oyeran el resto de personas que había en la sala común.
Se podría decir que la cara de Duna era un poema. Se había quedado con una mueca de…¿Confusión? No sabía qué le había pasado exactamente, pero cuando él le sonrió tuvo una extraña sensación en el estómago, como de succión, y cuando se le había acercado tanto había pensado que…Era una tontería. "Tú como siempre sigues tan soñadora. Nunca cambies Duna." Murmuró la chica enfurruñada consigo misma.
Débilmente asintió con la cabeza y Harry se despidió de ella haciéndole un gesto con la mano con el pulgar hacia arriba, al tiempo que se marchaba. La morena dio un sonoro resoplido y se dirigió a la torre de Ravenclaw para darse una ducha. Ya había tenido suficiente aquel día.
