Cautivo

Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi. Esto es sin fines de lucro, solo diversión por y para los fans.

Historia AU / OoC

Advertencia este fic puede contener violencia física o emocional así como escenas eróticas.


Dudaba de entrar al lugar, una amiga lo había recomendado pero el sitio por fuera parecía algo diferente. No lo sé, no tenía esa típica imagen de gimnasio claro que no, los grandes ventanales estaban pintados en color negro y la puerta tenía un letrero luminoso que decía "Fitness" tomé el celular y le marqué a Akari pero ella no contestaba; ¡cómo carajos puede ejercitarse aquí! Pensé muy confundida.

De pronto una chica en traje deportivo pasaba por mi lado…

—¿Entras? —preguntó muy cordial, solo atiné a asentir y juntas traspasamos esa horrorosa entrada.

Había un pequeño mostrador junto a un sujeto con bigote el cual nos saludó amablemente, la chica mostró una tarjeta y se adelantó.

—¿Es nueva verdad? —preguntó.

—Sí, tengo una invitación —respondí sacando el sobre que Akari me entregó.

Resulta que mi buena amiga me platicó acerca de este gimnasio tan peculiar, solo puedes entrar si alguien te entrega una invitación, luego debes venir al menos tres veces por semana por un mes completo y solo entonces te entregan la tarjeta que la chica anterior mostró, ese trozo de plástico te convierte en cliente VIP.

—Excelente, registraré sus datos y en un momento podrá hacer uso del espacio —mencionó el tipo.

Comencé a observar alrededor, algo en ese lugar no encajaba… vi la punta de mis zapatillas cuando el sujeto detrás del mostrador habló.

—¿Señorita?

—Ah

—Edad por favor

—Veintisiete

—Perfecto…

—¿Cómo?

—Eso es todo, solo necesito escanear su número telefónico —agregó solicitando el aparato, saqué el móvil y lo acerqué al suyo.

Justo en ese momento un hombre de cabello negro extremadamente largo pasaba por mi lado llamando mi atención, quedé embobada viendo su ancha espalda y mis pies comenzaron a caminar siguiéndole hacia la sala principal, dentro estaba todo bien iluminado y lleno de diversas máquinas para ejercitarse. Pude ver como el chico se acercaba hasta unas pesas, tomó la coleta que llevaba en el brazo descubierto y sujetó su larga cabellera y ¡wow! se veía tan sexy, pero luego otro tipo se le acercó y se pusieron a platicar.

Me acerqué tímidamente hasta una trotadora que estaba vacía, pero una chica de ojos negros como la noche me saludó amablemente y me dijo que si continuaba por ese pasillo encontraría los casilleros para dejar mi bolso de deporte, así es que le hice caso y guardé mis cosas, regresé casi enseguida para comenzar mis ejercicios con un poco de trote suave. Me planté sobre la huincha corredora acomodé mis Airpods junto con el móvil y puse una de las canciones favoritas de mi playlist, miré la pantalla para programar la velocidad, en ese momento de fondo sonaba "You can do magic" y con un ligero movimiento de cabeza me preparaba para comenzar a ejercitar solo que vi a un hombre alto y de hombros anchos se plantó delante de mí.

Mientras parte de mi cerebro se concentraba en la letra de la canción, la otra parte observaba con sumo descaro el sujeto en cuestión; sus maravillosos ojos eran un imán que hipnotizaba, sí, en ese color azul profundo podía perderme por completo. Sus pestañas eran largas y espesas de nariz bien definida y la boca, esos labios eran muy apetecibles. Si hasta hace un minuto atrás el lugar no me era cómodo, ahora mismo podría estar aquí trotando horas con ese hombre en frente de mí. Así tal cual está, con esa camiseta de algodón mostrando lo bien dotado que estaba, el ligero sudor de su frente o la gota resbaladiza que caía por su cuello. ¿Cómo era posible tanta belleza? Ni siquiera lo había visto por completo o sin esa maldita tela, estaba ensimismada cuando el hombre hizo señas enérgicas con sus manos y reaccioné ante mi pervertido letargo sacando los Airpods de mis oídos.

—Preguntaba si necesitabas ayuda —alcancé a oír.

—¿Ayuda?

—Sí, nunca te había visto aquí —repuso.

—Ah, eso, sí… —maldición me ponía nerviosa —es mi primera vez —respondí, el sujeto sonrió de medio lado y volví a maldecir por mi idiota respuesta.

—No se nota, es decir se nota que ejercitas —contestó viéndome de pies a cabezas, de pronto sentí que pude elegir otro outfit, quizás algo más bonito, pero no Akane tuviste que elegir los trapos de siempre.

—Me refería al lugar —me apresuré a decir.

—Oh, comprendo ¿recibiste una invitación? —de pronto noté que no guardaba tanta distancia y mucho menos respetaba los honoríficos.

—Sí, recibí esa invitación y tú ¿eres?... —dije un poco quisquillosa, es decir, el tipo era mi estilo, que deseaba morderle el cuello y algo más, lo quería. Pero aunque mi mente podría llevarme a muchas fantasías eso no quería decir que debía responderle a todo como una niña ¿no? Mínimo que se presente, y que me dé su número telefónico.

—Disculpa, sí me presenté en un principio pero cómo estabas con esa cosas —comenzó a decir haciendo alusión a los Airpods —soy cliente al igual que tú en estos momentos, vengo con regularidad —respondió muy cordial.

—Ah…ya veo —sin nombre cero esperanza, ¡cretino y creído! pensé — en fin, regresaré a lo que vine —aduje colocándome mis Airpods programando la máquina y poniéndome a trotar, el chico sonrió y se puso justo a en la máquina de al lado.

Para qué carajos se hace el amable si no se me va a decir siquiera su nombre, pudo fingir perfectamente pero si no quiere presentarse como se debe pues que se vaya a la…

Entraba una llamada a mi teléfono era de trabajo, rodé los ojos fastidiada.

Contesté sin dejar de trotar.

¿Sí? Ajá, sí… ¿mañana? No lo sé, debo revisar mi agenda ¿Ahora? Estoy ocupada, mi horario laboral terminó hace mucho tiempo, lo sé, lo sé. Quizás te llame, lo pensaré.

Corté de cuajo, mi humor no era el mejor pues era un colega de otro departamento con el que nos entendíamos de vez en vez; Shinnosuke era vivaz pero mi regla personal era nada de novios en el trabajo así es que con él nos entendíamos solo bajo sábanas mojadas.

Luego de treinta minutos en la trotadora estaba preparada para ir por más, bajé de la máquina y bebí de la botella de agua que llevaba, pasé la toalla por mi cuello y caminé entre la gente que me veía como bicho raro, ya que era la nueva del gimnasio no era de extrañar. Una vez sentada, alcé mis brazos y tomé las manillas de la máquina para levantar peso, desde allí podía ver al "sin nombre" desde atrás, solo entonces noté que usaba short y que sus pantorrillas eran adorables pero no tanto como ese redondo y bonito trasero.

¡Rayos! No me dio ni la hora, mi orgullo se veía herido pero no decaería por él, no señor. Akane Tendo tiene autoestima, no necesariamente debo ser del gusto de todo mundo. Tampoco es que sea una maldita promiscua, no, es solo que después de dos noviazgos fracasados ya no hay espacio para relaciones sentimentales. A Shinno lo llamo cuando mi cuerpo necesita una buena sacudida, porque debo satisfacer mis necesidades sexuales. Solo que no puedo dejar de pensar que ese tipo "sin nombre" debe de ser una bestia en la cama.

—Hola —escuché fuerte y claro, otra vez mis pensamientos se veían interrumpidos pero era el tipo sexy de un principio, sí el de cabellera larga.

—Hola —respondí.

—No quiero ser entrometido, pero creo que tu postura no es correcta estás ligeramente inclinada y eso dañará tu espalda —señaló con un acento peculiar.

—Tienes razón —contesté, estaba mal posicionada porque no dejaba de ver la espalda del ojiazul.

—Quizás si… ¿puedo? —preguntó muy cortés y solo asentí —tocó mis hombros muy suavemente y me ayudó a coger bien la manilla de manera correcta.

—¿Eres entrenador aquí? —pregunté curiosa.

—No, pero soy un asiduo cliente —respondió —me llamo Mousse mucho gusto —agregó haciendo una breve reverencia.

—Tendo Akane —mencioné, de pronto un par de chicas lo llamaron y este se despidió cortésmente.

¡Bueno pero qué carajos! Chico que clavo mis ojos, no me presta nada de atención. Estás perdiendo el toque Akane ha de ser tanto estrés, hoy mi rostro no se ve iluminado.

Volví a buscar a "sin nombre" pero no lo encontraba, un puchero se dibujó en mis labios y entonces una voz grave y casi como un ronroneo proveniente desde detrás de mí oído me sorprendió…

—¿Lo disfrutas? —fue su pregunta, lo miré de reojo sin entender —Ya sabes, la vista —agregó él, sí, el ojiazul.

—Estoy concentrada en mis ejercicios ¿de qué hablas? —increpé.

—Tímida… ya veo —murmuró.

Paré mis movimientos poniéndome de pie, lo miré de arriba abajo y pasé por su lado muy molesta. Un rato más de ejercicio y a la ducha, cuando salí de los camerinos todavía quedaba gente ejercitándose.

Salí del gimnasio muy envalentonada, justo a las afueras un chico de cara bonita y ojos color miel me alcanzó, quería entregarme una especie de horario para poder llegar a VIP. Me dio una breve cátedra de cómo lograrlo y la verdad es que no le puse mucha atención.

Caminé hasta mi ranger silver y subí para leer el informativo…

—¡Patrañas! Que VIP ni que nada, no pienso volver a esta mierda… aseguré sin embargo lo volví a ver "sin nombre" salía con unos jeans y camisa de franela, se veía casual y con el cabello humedecido, el mismo que llevaba trenzado dentro del gimnasio ahora lo tenía suelto y desordenado dándole un toque salvaje y encantador.

Podría darle un aventón, no, no, Akane ¿pero cómo se te ocurre? Me recriminaba por boba cuando vi acercarse un elegante vehículo un mercedes se estacionó frente a él, este subió y besó la mano de la tipa que conducía, fue un beso rápido y fugaz. ¡Por un demonio! Ha de ser la novia o la amante, encendí la camioneta y me fui a casa.

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Al día siguiente otra vez estaba ahí, estacionándome a las afueras del gimnasio ¿por qué llegué aquí cuando dije que no volvería? Pues tenía curiosidad, y quizás quería volverlo a ver.

Estaba algo cansada, el día laboral había sido muy exigente. Mientras mi mente clamaba por algo que no fuesen estadísticas y el sonido del teclado de mi computadora, mi cuerpo quería una cerveza fría frente a mi televisor, pero no, si quería mantenerme saludable no podía dejar mi rutina de ejercicios. Además este sitio quedaba mucho más cerca de mi apartamento y lo mejor es que el descuento era fabuloso, sí, debía cuidar mis finanzas sobre todo si quería esas vacaciones de verano fuera de Japón.

Bajé de mi preciada ranger junto a mi bolso deportivo, esta vez entré con más rapidez. Quizás una hora sería suficiente, me dolían los pies con esos molestos tacos que usaba en el trabajo, los tenis eran la comodidad absoluta. Y bueno, esta vez me puse algo más acorde, más decente que los trapos de ayer.

—¡Qué bueno que regresó! —exclamó el sujeto de la recepción.

—Sí, nos vemos después —señalé pasando de largo para poder llegar al salón principal.

Caminé con toda seguridad por el pasillo de en medio, la idea era dejar mi bolso en el mismo casillero de ayer, no había tantas personas como el día anterior. Sin embargo cuando llegué allí el espacio que usé estaba ocupado, en realidad no había nada disponible. Me quedé pensando en dónde podría dejar mi bolso, y por qué estaría todo ocupado si el gimnasio no estaba lleno.

—¿No hay espacio? —escuché desde detrás, voltee a ver y era él.

—Al parecer no ¿sabes si hay más casilleros en otro lugar? —respondí escueta, este negó.

—Si quieres compartir conmigo no hay problema —propuso muy acomedido.

—¿Puedes? —Asintió con una sonrisa conquistadora —Está bien —respondí.

—Ese es mi casillero —indicó con su largo dedo, seguí lo que apuntaba y ¿Qué tal? Era el mismo que usé ayer, me acerqué y noté un candado numérico —069 —susurró en mi oído erizándome la piel.

—¿Ah?

—La clave —señaló, introduje la numeración y este abrió. Dentro había un bolso y un par de zapatos de cuero —solo ponlo encima no traigo nada delicado, es ropa de recambio —sostuvo.

—Gracias —dije alejándome, el tipo tenía un aroma que mis sentidos no resistían, una mezcla de sándalo y cuero una delicia.

Fui directo a la trotadora y volví a colocar mis Airpods en mis oídos, comencé mi ejercicio muy entusiasmada y así estuve completamente concentrada los primeros veinte minutos, luego bajé para probar unas pesas, fue allí que lo volví a ver esta vez estaba rodeado de féminas quienes admiraban sus bíceps, cinco minutos después todas se fueron a excepción de una. La chica le pedía consejos pues le ayudaba con una de las máquinas, entrecerré los ojos para verle bien, el tipo era encantador con todas pero esa chica buscaba algo más, sí, le coqueteaba y él lo sabía.

—¿Akane? —esa voz la conocía muy bien, era mi amiga.

—Me dijiste que no podías acompañarme en este horario —reproché junto a un puchero al verla.

—Ya me voy amiga, sabes que no puedo… no por ahora —mencionó —Y es que mi amiga estaba haciendo un curso para especializarse en su área, la moda.

—¡Ay qué lástima! —chillé.

—Solo aprovecha el tiempo, y la vista —dijo haciéndome un guiño —te llamo más tarde —agregó yéndose al fin.

—¡Hey compañera! —Me llamaban desde otro lado —¡Qué bueno verte otra vez! —era Mouse, sí, lo recuerdo perfecto.

—Hola, qué tal —respondí.

—¿Conoces a Akari? —preguntó.

—Somos mejores amigas —contesté.

—Ah… por eso estás aquí —concluyó —¿Y te gusta?

—Creo que es como en todos lados, pero me queda cerca de casa —comenté.

—Ya veo, ¿has hablado con algún entrenador?

—No, apenas te ubico a ti y a él —señalé al pantorrillas adorables.

—¿Ranma?

—Así se llama —dije más para mí.

—¿No te ha dicho quién es?

—No —respondí.

—Bueno él está a cargo de todo esto —comentó Mouse.

—¿Dices que es el dueño?

—No, en realidad solo está a cargo.

—Ah entiendo, como una especie de administrador.

—Exacto, el soluciona todo y hace que esto funcione bastante bien. Bueno Akane, te dejo porque debo hacer unas cosas —agregó el chino despidiéndose.

Volví a las pesas, esta vez Ranma ya no estaba donde lo vi última vez. Ya sabía su nombre y lo que hacía. Quizás por eso ayer quería ayudarme, y hoy fue tan servicial con su casillero. Genial, el tipo solo hacía su trabajo en realidad trata a todas igual.

La media hora restante trabajé las piernas y me fui directo al casillero, era hora de volver a casa estaba agotada. Noté que la mayoría se había ido, apenas eran las nueve que raro pensé.

Cuando abrí el casillero las cosas de él ya no estaban, saqué mi bolso y lo vi aparecer por la puerta del camerino de los hombres.

—Nos volvemos a ver —dijo en un tono relajado.

—Sí, ya me iba… gracias por guardar mis cosas.

—No hay problema, puedes usarlo cuando gustes ya sabes la clave —se apresuró a decir.

—Supe que eres el gerente del lugar —dije sin más.

—Es solo un trabajo, también ya me iba —musitó —¿No usas las duchas? —preguntó al ver que tomaba el bolso con la intención de irme.

—No, prefiero llegar a casa.

—Créeme que nunca he recibido quejas.

—No se trata de eso, estoy algo cansada hoy…

—Bueno soy el único que podría entrar al baño de damas, si alguna me lo pidiese —dijo al pasar por mi lado, parpadee varias veces y voltee para verle.

Lo alcancé casi en la salida, pero resulta que este de nuevo subía a otro coche, esta vez era un Audi deportivo en color rojo, la misma mujer, el mismo beso en la mano.

Caminé pensativa hasta la camioneta y concluí que quizás había visto mal, pero de no ser así, este tipo sale con alguna rica de Japón porque dos autos lujosos en la misma semana, no era normal.

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Otro día más en esta apabullada ciudad, conducía animada escuchando a BTS tarareaba Savage Love cuando llegué al estacionamiento del gimnasio. Era viernes, al fin ¡bendito viernes! Un poco de ejercicio y quizás saldría a rodearme de vida nocturna. Terminaba de cantar la canción cuando vi un descapotable negro que traía a Ranma, este se bajó con sonrisa complaciente. Era la tercera vez esta semana, tres autos diferentes la misma mujer.

Bajé de la camioneta y este se dio cuenta de lo que había visto, en realidad no había modo de ocultarlo.

—Hola Tendo —saludó.

—Hola —respondí pasando por su lado, entré al lugar sin darle espacio a plática.

Dejé mi bolso en un casillero vacío y voltee encontrándome con ese par de azules de frente, puso una de sus manos justo al lado de mi rostro.

—Puedo saber ¿por qué la hostilidad?

—¿Disculpa?

—Iba a hablarte pero ya te habías ido ¿hice algo mal? —nada en realidad y eso es lo que me molesta. Además de que es un creído pero eso es tema aparte, y que quisiera saber de dónde sacó esa mujer que viene cada día por él, cómo le decía todo eso.

—Nada de eso, es que no me entrometo con tipos con novia. He tenido malas experiencias solo por saludar ¿comprendes?

—¿Novia?

—Claro, la mujer de la que te despedías, tres días seguidos en tres coches diferentes. No tengo tanto poder adquisitivo, no quiero problemas —aseguré moviéndome un poco pero este sujetó suavemente mi muñeca.

—No es lo que crees, de todas formas podemos hablar como siempre.

—Lo que crea no es relevante, y por lo demás no necesito ayuda en el gimnasio.

—¿Ahora te caigo mal?

—Un poco —el trenzudo me vio sorprendido y esbozó una sonrisa.

—Puedo saber ¿por qué? —preguntó y solo me encogí de hombros yéndome del lugar.

No sé qué pasó desde ese rose pero el ojiazul no deja de verme, a donde fuese que me moviera ahí estaba él, a tan solo dos metros y viéndome con descaro.

De repente tenía su atención y ya no era divertido verle las pantorrillas, bueno, su bonito y redondo trasero pues estaba de frente a mí quejarme sería cínico de mi parte.

Después de una media hora noté que el lugar se apagaba, todo mundo se iba y eso no era normal. Continué ejercitándome y con la música de fondo no di cuenta de que había quedado sola en el salón y rodeada de máquinas. Tomé la pequeña toalla que siempre llevaba conmigo y sequé el sudor de frente, cuello y pecho. Caminé en dirección a los casilleros pero antes de poder llegar Ranma se cruzaba en mi camino…

—¿Ya te vas?

—Sí

—Lo de hace un rato…olvídalo ¿sí?

—¿Qué cosa? —dije sin importancia.

—Te gusta llevar la contra ¿no? —replicó.

—Para nada, solo sigue tu camino por favor —aseveré.

—Ella no es mi novia —dijo con tono firme cuando avancé unos dos pasos. Me detuve un momento pensando en responder pero ni siquiera sabía por qué estábamos hablando de eso.

—No es lo que vi —respondí finalmente.

—¿Tienes que hacer algo ahora?

—¿Por?

—Para decirte a qué me dedico… —entre cerré los ojos dubitativa.

El sujeto me gustaba y tenía mucha curiosidad, mi cerebro quería irse pero mi corazón hacía caso omiso.

—¿Acaso te gusto? —Pregunté sin rodeos, un breve silencio incómodo se plantó entre los dos —no es por nada pero no le veo otra intención a tu interés —agregué un tanto nerviosa aunque no lo suficiente como para que lo notase.

—Sí, solo que no creo que te guste lo que te diré…

—¡Ay hombre, no puede ser tan malo! —Solté una risita nerviosa —si no tienes novia ¿alguna enfermedad?

—Nada de eso —contestó —podemos ir en tu camioneta —agregó.

—¿A dónde?

—Para mostrarte…

Eso fue lo último que dijo, a estas horas debería estar bañada y dispuesta a ir por unos tragos algún bar pero no, estoy en mi ranger de copiloto pues el chico que me trae de boba hace tres días quiere "mostrarme algo" ¿será que quiere que vea su…

—¿Akane?

—¿Sí?

—Cambia la cara que no te llevo a un lugar oscuro.

—Pues si tampoco es un motel entonces no sé a dónde carajos me llevas —repuse haciendo que frenara de golpe —¡Pero qué haces! ¿Esa es tu casa?

—No, esa es la casa de mi ama —¿Cómo dijo? —La mujer con la que me viste, gusta de mi compañía, me gusta…

—No te entiendo ¿por qué le dices ama? Es decir, no eres una mascota o ¿acaso eres masoquista? —tiré al aire en medio de risas nerviosas.

Fue en ese momento que el rostro del hombre a mi lado se iluminó, sus ojos ya no estaban como el cielo de esta mañana.

—Debería ¿irme? —pregunté tontamente, este negó con la cabeza.

—Solo ayúdame a librarme de ella —pidió casi suplicando.

—¿Librarte? ¿Cómo podría?

—Si ella me ve con otra mujer, dejará de ser mi ama.

—¿Qué es esa mierda, acaso tienes un placa o un contrato?

—Algo así…

—¿Y luego qué?

—Luego no te molesto más, sé que es difícil de comprender no es tan común pero no soy un pervertido eso te lo juro.

Todavía intentaba comprender la situación, en resumen el sujeto del gimnasio que me cautivó hace tres días atrás resultaba ser que tiene una relación especial en donde necesita de mi ayuda para dejar de servirle a esa mujer.

Sin embargo no podía dejar de preguntarme ¿Y qué sucedería si luego de todo esto Ranma quedase cautivo de mí?

Mientras me ve con ojitos de cachorro acorralado solo pienso que no me molestaría que un día me dijese "ama" después de todo, sería una faceta nueva y desconocida la cual podría probar.

Continuará…


Nota del autor

Estimado lector, aquí está mi nueva obra. Trata un tema especial el cual tocaré muy superficialmente, una maravilla esto de crear universos alternos ¿no creen?

Las relaciones masoquistas suelen variar en intensidad, sentido y narrativa específica. Estos encuentros hoy por hoy son más aceptados por la opinión pública, la regla general de esta parafilia es que las personas disfrutan sexualmente del dolor o de la dominación a la que otros puedan someterse; por lo general la pareja ideal del masoquista ha de ser una persona de personalidad fuerte y dominante así como sádica. Pues mientras uno disfruta causando dolor el otro lo recibe con placer, a estas parejas se les llama bondage y en sus encuentros usualmente emplean juguetes sexuales como cadenas, látigos, sogas y velas etc.

Serán capítulos cortos de sus encuentros sabrosos, nada de ciencia pero entretención suculenta garantizada para ustedes.

Gracias por leer y si dejas un comentario y compartes seré feliz.

Desde Chile una fanática más de Ranma.

Sweetsimphony._