Perdón por la demora... el colegio quita tiempo... :P
—Renace de tus Cenizas, Capítulo IX: Cazadores... ¿Cazados?—
Los días de caminata, junto con el hecho de que la ruta era más o menos corta, rindieron fruto. Los jóvenes llegaron a Ciudad Esmeralda más pronto de lo que esperaban.
Terry buscó información sobre la ciudad en el mapa de su PokéGear. "Aun siendo una ciudad de tamaño reducido, Ciudad Esmeralda es muy visitada por entrenadores Pokémon a causa de su gran reserva natural."
Como ya habían convenido, primero se dirigirían al Centro Pokémon. Terry pensó que Ian buscaría cambiar sus Pokémon enseguida, pero al llegar al edificio, vio que no había nadie en el Centro Pokémon.
Excepto el personal, claro está. No obstante, Ian no parecía extrañado.
Mientras la enfermera Joy curaba a sus Pokémon, Terry aprovechó de preguntar por la ausencia de otros entrenadores. Con su suave voz, Joy le respondió con otra pregunta:
- ¿No sabes que día es hoy?
- Eh... no, lo siento... -respondió el entrenador proveniente de ciudad Turmalina. Era verdad, no tenía pista alguna sobre la soledad en el centro hospitalario, y no veía cómo la fecha podría influir de alguna forma.
- Un día al año, la reserva Pokémon abre sus puertas para que los entrenadores puedan pasar a capturar algunos Pokémon, -explicó Joy- y ese día es hoy. La mayoría de los entrenadores en la ciudad se encuentra allí. Según sé, el safari terminará a las 8 de la noche.
Terry miró el reloj de su PokéGear. Era mediodía, y tenían tiempo de sobra si querían ir de caza. Almorzaron sin mayor agitación, y luego se dirigieron al gimnasio. Terry quería obtener su medalla lo más pronto posible. Ir de safari podía esperar.
Mientras caminaban, se dieron cuenta que sin entrenadores, la ciudad estaba ociosa. Pocas personas caminaban por las calles, y la mayoría de las tiendas se encontraban cerradas. Era como si toda la gente estuviese escondida en sus hogares. Pero en realidad sólo era el gran evento.
- ¿Vaya suerte, no? Llegamos en el día más indicado para estar en Ciudad Esmeralda- le comentó Terry a su amigo.
- Bueno, en realidad lo tenía planeado -le respondió Ian. -Por eso te estuve apresurando cuando veníamos en camino...
- Oh, no...
- ¿Qué? ¿No te gustaría ir a capturar Pokémon? -preguntó Ian, ante la voz quejosa de Terry.
- No, no es eso... -dijo Terry -sino eso otro...
Estaba apuntando al edificio que tenían frente a ellos. Habían llegado al gimnasio de la ciudad.
En la manija del gran portal había, colgado, un cartel. Anunciaba: "El Líder de Gimnasio, Quincy, se ha ausentado el día de hoy a causa del Safari. Lamentamos cualquier inconveniente ocasionado. Gimnasio Esmeralda"
- Es temprano... son las 2:20. -dijo Ian. -Vamos al Safari. -completó.
Según el PokéGear en la muñeca de Terry, ya eran las 2:50 p.m. cuando llegaron al edificio en las afueras de la ciudad.
A su izquierda, hacia el sur, una altísima reja se extendía hasta el lejano mar. Otra reja iba desde la derecha del edificio hasta donde alcanzaba la vista.
Entraron a la construcción.
Había un largo mesón con varios empleados, que atendían a cada entrenador que llegaba. Una mujer les explicó, amable y brevemente, las reglas del evento.
Les entregarían 15 Bolas Safari, que usarían para capturar los Pokémon. La tarifa se pagaba por hora, y las entradas y salidas de entrenadores a la reserva se hacían cada hora: entrarían a las 3 de la tarde.
Podrían usar todos los Pokémon que quisieran para debilitar a los Pokémon salvajes y así facilitar su captura. Sin embargo, existía la condición de que ningún Pokémon de la reserva saliese lastimado en exceso.
No se podían iniciar batallas Pokémon entre entrenadores una vez dentro de la reserva, y sólo podrían capturar un Pokémon de cada especie. Una vez afuera de la reserva, ya no se podría volver a entrar.
El PokéGear de Terry sonó con un "beep". Las tres en punto. Terry se levantó de su asiento, en la sala de espera, al mismo tiempo que su amigo.
Al rato, las puertas al fondo de la habitación se abrieron, entrando una buena cantidad de entrenadores en la sala.
Mientras algunas empleados de la reserva inspeccionaban los Pokémon que los entrenadores habían capturado, Terry e Ian se acercaron al mostrador y pagaron lo suficiente para 2 horas.
Les entregaron sus 15 Bolas de Safari a cada uno, mientras los demás entrenadores que habían esperado con ellos hacían lo mismo.
Atravesaron la gran puerta de madera y hierro y se encontraron en una amplia planicie. La tierra era seca, y no había más vegetación que algunos matorrales. A lo lejos, algunos Pokémon corrían.
Tras ellos, una docena de otros entrenadores entraron también a la reserva. Con un "¡Suerte!" el encargado de la puerta la cerró por completo.
El grupo de entrenadores se dispersó, y Terry e Ian comenzaron a recorrer la zona. Hacía calor. Estaban a la mitad del verano y en una planicie abierta. La tierra se convertía en polvo con la menor brisa.
Luego de unos 20 minutos, no habían atrapado ni un solo Pokémon. Todos los que veían, salían corriendo apenas se les acercaban. Llegaron a una zona con más hierba y alguno que otro árbol. Al menos el calor no ha aumentado, pensó Terry, intentando consolarse. Pero la verdad era que si seguían así, habrían desperdiciado su dinero.
- Creo ver un Pokémon -dijo Ian, quien largó a correr sin más preámbulos. Era un pequeño Doduo, que fue atacado por Magmar sin vacilar.
El Doduo chilló de dolor mientras el Pokémon de Ian lo envolvía en llamas.
Sin previo aviso, apareció todo un grupo de Dodrio. En sus caras se veía el odio. En todas ellas.
Al parecer no dudarían en atacarlos. Y eran bastantes, suficientes para derrotar a todos sus Pokémon.
Terry e Ian echaron a correr, mientras los Dodrio los seguían.
- Deben ser por el Doduo que ataqué, ¿no?
- ¿Por qué otra cosa podría ser? -respondió Terry.
Mientras corrían, los Dodrio no dejaban de seguirlos, corriendo a un ritmo que no les demandaba mucho esfuerzo.
- Los Dodrio corren mucho más rápido que eso... deben estar intentando cansarnos... -dijo Ian in dejar de correr.
-Son muchos, deberíamos separarnos... voy al norte. Allá hay una pequeña selva, creo. -le dijo Terry a Ian- El folleto decía algo así...
- Está bien. Iré al sur; creo que ahí hay un lago -contestó Ian- Después nos comunicamos por los PokéGear, ¿sí?
Terry asintió. Procedieron con lo acordado, y el grupo de Dodrio también se separó para seguirlos. Ninguno de los dos sabía por cuánto más resistirían.
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Terry sabía que a este ritmo no llegaría a la selva. Luego de un buen rato de correr sin parar, ya no podía más. Se detuvo y envió a Umbreon a usar un Cabezazo en uno de los Dodrio. Aunque los Dodrio lo aventajaban en número, cabía la posibilidad de que un entrenador que pasase por allí lo ayudase.
El ataque hizo que el Pokémon salvaje perdiese el equilibrio y cayese al suelo sobre sus esbeltas piernas escamosas. Terry lanzó una de sus Bolas de Safari y lo atrapó. Los demás Dodrio se detuvieron, mirando por unos instantes a Terry, cada uno con sus tres cabezas.
La tensión en Terry aumentaba mientras las docenas de ojos lo escudriñaban de arriba abajo. Finalmente, las aves corredoras apartaron la vista del joven.
Graznaron un poco entre ellos, y luego corrieron rápidamente hacia el sur. Hacia Ian. Hacia el agresor.
Terry ya estaba muy cansado. Usó una Poción en su nuevo Dodrio, montó en su cuerpo circular y le pidió que lo llevase a la selva.
No era muy cómodo, pero al menos no tenía que caminar. Miró el PokéGear en su muñeca. Las 3:36 p.m. Marcó el número de Ian y esperó.
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Ian aún corría cuando su PokéGear sonó en su bolsillo. Sin detenerse, lo sacó y contestó.
- ¿Aló? ¿Con quién hablo? -preguntó entre agitadas respiraciones.
- Soy yo, Terry. ¿Sigues corriendo?
- Sí. De vez en cuando uso a Magmar para alejarlos un poco. Estúpidos Dodrio...
- Bueno, ya no me están siguiendo... te quieren a ti. Capturé un Dodrio, ¿sabes? -dijo Terry. Se escuchaba defectuosamente, con estática.
- Qué bien por ti... ¿yo qué hago?
- Se... escucha... mal -la interferencia comenzó a ser más fuerte-derrota... líder... ¡Magnemites!
La comunicación se cortó, pero Ian ya se había cansado de la persecución. Lanzó una Pokebola, que cayó en medio de la multitud de aves.
- ¡Magmar, ahora va en serio! ¡Lanzallamas a toda potencia!
El Pokémon de Fuego atacó ferozmente al más grande de los Dodrio, dejándolo completamente negro. Luego de mirarlo, anonadados, todos los Dodrio huyeron, llevando a su líder entre ellos. Ian quedó sólo con las ganas de atrapar alguno.
Al menos había llegado al lago que buscaba, y ya podía comenzar a capturar Pokémon con más tranquilidad. Un pequeño Horsea, al parecer hembra, jugaba en la orilla del lago. Aunque Ian no era tan bueno como hubiese querido para capturar Pokémon, Horsea sería suyo.
- ¡Ve, Drowzee! ¡Confusión!
El ataque psíquico golpeó fuertemente al desprevenido Horsea, provocándole mucho daño. El dragoncillo se dispuso a escapar, pero una Incapacitación de Drowzee lo detuvo.
Horsea entró fácilmente en la Bola Safari. Como ya tenía seis Pokémon en su poder, fue transportada. Miró el hermoso lago, y entonces divisó un pequeño Pokémon cerca de un árbol cercano. También lo atraparía.
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Terry se internó más y más en la espesa selva. Luego de haber capturado uno de los Magnemite, no había tardado en llegar a la selva.
Algunos Pokémon se dejaban ver unos segundos, pero desaparecían enseguida. Ya eran las 4:00 p.m., y Terry sólo había capturado dos Pokémon. Todos los que veía se refugiaban enseguida en los árboles.
- Ya los haré bajar -se dijo -¡Umbreon, ve! ¡Dale un Cabezazo al árbol!
El choque del Pokémon oscuro contra el árbol provocó que un Exeggcute cayese.
- Prepárate a ser atrapado. Umbreon, ¡Finta!
Umbreon usó el ataque oscuro en el grupo de semillas, causando un enorme daño. Exeggcute entró limpiamente en la Bola Safari.
La Pokebola fue transportada con el profesor Hemlock al instante, envuelta en pequeños rayos de electricidad. El PokéGear en la muñeca del entrenador marcaba las 4:10 p.m.
Terry ordenó a Umbreon golpear más árboles.
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Un Horsea, un Natu, un Slowpoke y un Meowth. Buena cacería, pensó Ian.
- Oye... ¡te estoy hablando! Ese Meowth es mío: yo lo vi primero -le dijo la joven que estaba a su lado.
Llevaba ropas de colores claros, mayormente tonos pasteles. Ian, por error, había capturado "el" Meowth que ella quería.
- Pero si ya lo atrapé... y ya fue transportado... -le dijo Ian a Marina, ya que éste era el nombre de la joven. -¿No puedes buscar otro Meowth?
- ¡Ese Meowth era perfecto! ¡Me lo entregarás en el Centro Pokémon! -lo increpó la chica, más o menos de su edad.
Ian no tuvo más opción que acceder. Quizás algo bueno saldría de todo aquello...
Para no tener más problemas, se turnaron para capturar los Pokémon que apareciesen. Sin embargo, Ian ya no quería tantos Pokémon. Más bien, quería llegar pronto al Centro Pokémon para intercambiar los que ya había capturado. Seguramente obtendría algunos de los que había buscado desde hace tanto.
Por mientras, se entretuvo mirando, desde lejos, cómo la joven de cabellos azules atrapaba un Psyduck. Miró su PokéGear. 4:30 p.m. Unos 15 minutos más y volvería tranquilamente a la puerta.
Volvió la mirada hacia el norte, donde estaría su amigo. Seguramente tendría una caza tan buena como él, o tal vez mejor.
Escuchó un grito agudo. Marina. Dos tipos estaban con ella.
Mientras Ian corría hacia el lugar, vio las figuras sombrías con más detalle.
Su porte y el hecho de que usaban boinas y trajes negros, junto con botas y guantes blancos, decía a gritos que eran Seth y Thot.
Sin embargo, la suerte estaba de su lado. Las altas hierbas lo hacían pasar desapercibido.
Envió a Drowzee y le ordenó que usase una Incapacitación. El Pokémon Psíquico movió sus manos, inmovilizando a los Rockets con su energía mental antes de que pudiesen reaccionar. Los dos maleantes flotaron en el aire, con un aura azul alrededor de ellos.
Sin duda forcejeaban para liberarse de la maniobra psíquica, pues Drowzee estaba haciendo un buen esfuerzo para mantenerlos estáticos.
- Drowzee, intenta una Hipnosis. -dijo Ian sin demorar.
Su Pokémon, haciendo un gran esfuerzo, comenzó la Hipnosis, sin dejar de mantener la Incapacitación. Después de unos instantes de expectación, Seth y Thot cayeron dormidos.
Por suerte, no habían alcanzado a enviar a sus Pokémon.
- Gracias por ayudarme -dijo Marina.
- No es nada -respondió Ian, un tanto sonrojado- ¿Tienes algún Pokémon que nos ayude a llevarlos con la policía?
- Psyduck podría hacerlo. -contestó Marina. Liberó al Pokémon de su Bola Safari. -Psyduck, ¿podrías intentar usar tu Teletransportación para llevarnos a la puerta de la Reserva?
- ¡Psy-duck! -respondió el Pokémon. Cerró sus ojos mientras los dos entrenadores se le acercaron, arrastrando a los Rockets que aún dormían. Parecía que no lograría realizar la maniobra.
Ian miró a Marina, dudoso. Entonces la joven comenzó a brillar con un aura azul, luego su Pokémon, y por último él mismo. La Teletransportación estaba realizándose.
En un abrir y cerrar de ojos, estaban frente a la gran puerta.
Ian se acercó y llamó a la puerta. Luego de unos segundos de espera, una persona contestó desde un comunicador al lado de la puerta.
- ¿Qué desean? ¿Quieren cancelar más tiempo? -preguntó un adormilado funcionario.
- No -dijo Ian, mientras presionaba un botón en el aparato -Atrapamos a unos criminales, ¿hay un policía cerca?
Pasó un rato para que el encargado de la puerta la abriese para comprobar lo que el chico decía.
Vio los uniformes oscuros de los jóvenes que aquellos chicos traían consigo, además de las botas y guantes blancos y de las R rojas que resaltaban en sus chaquetas.
- ¡Por Dios! ¡Miembros del Equipo Rocket! -exclamó el hombre, recalcando lo obvio.
Los hizo pasar enseguida, arrastrando con cuidado a los dos jóvenes durmientes. Llamó a la policía, el teléfono temblándole en la mano. En menos de un minuto, la oficial Jenny se encontraba allí.
- Estos dos -dijo Jenny, mirando a Seth y a Thot- tienen múltiples acusaciones en su contra por robo de Pokémon. Vendrán conmigo. -dijo, volviendo la vista hacia unos papeles que debía llenar.
- No lo creo -dijo una voz. Era Seth. Al parecer, había aparentado estar dormido. Thot también se incorporó.
- Nos veremos en otra ocasión -dijo Thot. -Kadabra, Telepórtanos.
Lanzó su Pokebola, de la cual salió el Pokémon psíquico. Con un movimiento de la cuchara plateada en su mano, desapareció junto con los Rockets.
- Quién sabe dónde habrán ido... -se lamentó Jenny -De todas formas, les agradecemos a ustedes por llamar a la policía.
Luego del incidente, Ian decidió salir de la reserva e ir al Centro Pokémon, para intentar intercambiar Pokémon. Marina, por su parte, decidió aprovechar el resto del tiempo que había pagado dentro de la reserva.
- Por ayudarme -le dijo Marina antes de separarse. Le entregó una pequeña escama cuadrada de un color rojo sangre, atravesada por una delgada cinta a modo de pendiente. -Es una Escama de Dragón.
Ian se la puso en el cuello con una sonrisa y se despidió, no sin antes recibir un recordatorio de Marina para que le devolviese su Meowth.
Tuvo entonces que pasar por el riguroso proceso de inspección.
Debía mostrar cada Pokémon que había capturado, así que tuvo que enviarle a Mankey, Marill, Drowzee y Beedrill fueron enviados con el profesor Hemlock mientras se llevaba a cabo el proceso.
Devolvió las Bolas de Safari que no había utilizado y le devolvieron el dinero correspondiente a los 20 minutos que no ocupó.
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- Sandshrew, ¡Picotazos Venenosos!
El roedor giró en el aire y lanzó las brillantes agujas. Fueron suficientes para acabar con el Aipom.
Terry ya había capturado, además de Dodrio, Magnemite y Exeggcute, un Tangela, un Ekans y un Paras, que fueron transportados con Hemlock.
Se dedicó entonces a entrenar a sus Pokémon: quería aprovechar todo el tiempo que tuviese. Miró una vez más el PokéGear en su muñeca, que marcaba las 4:45 p.m.
Unos 10 minutos más y vuelvo, se dijo. Los arbustos se movieron al tiempo que un Cubone salvaje apareció, hueso en mano.
- ¡Ve, Magikarp! ¡Embestida!
Magikarp había mejorado bastante: ya podía usar la Embestida y el Azote. Sin embargo, la Embestida no pareció afectar en nada a las altas defensas de Cubone. Al menos Magikarp habría ganado alguna experiencia de batalla al atacar.
- Está bien, Magikarp. Regresa. ¡A él, Sandshrew! ¡Golpes Furia!
Sandshrew liberó una furia de arañazos contra Cubone, haciendo mucho daño. Sandshrew había probado ser mucho más fuerte de lo que aparentaba.
Cubone intentó contraatacar con un Golpe de Hueso, pero Sandshrew se protegió instintivamente con su Rizo Defensivo.
- Excelente. ¡Usa Magnitud!
Sandshrew golpeó el suelo produciendo un temblor que dañó a Cubone, haciéndolo retroceder. "Magnitud 8", soltó el PokéDex, registrando el poder del ataque.
- ¡Termínalo con un Rasguño!
Como imaginó Terry, el ataque bastó para acabar con las pocas energías que le quedaban al Cubone. Sandshrew se volvía más y más fuerte a medida que luchaban, al igual que sus otros Pokémon. Todos habían aprendido variadas técnicas, que probarían ser bastante útiles.
Sin embargo, no había entrenado a Dodrio: no quería cansarlo, ya que lo usaría para volver. Además, había decidido reemplazarlo por Exeggcute, pues sus habilidades del tipo Planta y Psíquico lo habían interesado.
Un Spearow salvaje se le acercó, en actitud agresiva. Una última batalla.
- ¡Ve, Magikarp! ¡Embestida! -dijo Terry lanzando su Pokebola. Realmente no podía esperar por la evolución de Magikarp.
Éste se materializó y embistió al Spearow, haciendo un daño considerable Al menos para ser un Magikarp, pensó el joven.
El Spearow contraatacó con un Picotazo que hizo un poco menos de daño de lo esperado, gracias a las duras escamas del pez. Terry ordenó a su Pokémon continuar las Embestidas, que debilitaron poco a poco al Spearow.
Éste, sin embargo, no se dejaría vencer sin dar pelea. Usó un Ataque Furia, dando picotazo tras picotazo sobre el débil pez. Estuvo a punto de derrotar a Magikarp.
- ¡Rápido, Magikarp! ¡Azote!
Magikarp obedeció y se lanzó hacia Spearow, golpeándolo en todas las formas que podía.
Como el PokéDex había informado a Terry, el Azote aumenta su poder cuando el Pokémon que lo usa ha recibido más daño. Spearow fue pulverizado.
Para su asombro, Magikarp había ganado esta batalla solo. El Pokémon Pez abrió sus grandes ojazos y miró a su entrenador, feliz por su victoria. Terry lo felicitó y luego lo devolvió a su Pokebola. Pero, ¿qué hora era?
¡¡¡4:55!!!
- ¡Dodrio, ve! -dijo, lanzando la Bola Safari -¡¡Llévame a la salida de la reserva lo más rápido que puedas!!
El ave asintió con sus tres cabezas, cada una con una diferente expresión.
Luego de que su entrenador montase, con cierta dificultad, comenzó a correr más y más rápido hasta que el paisaje alrededor de ellos se estiró en difusas líneas.
Terry estaba un poco asustado por la gran velocidad que llevaban, pero tampoco podía decirle a su Pokémon que corriese más lento. Si no iban a esa velocidad, no llegarían. Incluso así, Terry no estaba seguro de llegar a tiempo.
Espero que no me quiten los Pokémon que capturé si llego tarde...
La selva desapareció en segundos para dar paso a las planicies. Más de alguna vez Terry tuvo que aferrarse con todas sus fuerzas a su Pokémon para no caer.
La velocidad de Dodrio es impresionante, se dijo Terry, su cabello agitado por la velocidad de la carrera.
Jamás había montado a un Pokémon a esta velocidad. En realidad, era sólo la segunda vez que montaba un Pokémon: la primera había sucedido hace más o menos una hora y media.
4:58. Por fin, la gran puerta apareció como un pequeño punto en el horizonte, creciendo a cada instante.
El ave redujo la velocidad al llegar. Otros entrenadores ya estaban entrando al edificio para cuando Dodrio se detuvo.
Terry desmontó con más de alguna dificultad, regresó a Dodrio a su Bola Safari y cruzó el umbral. Un tono de su PokéGear le indicó que había llegado a tiempo: las 5 en punto.
Luego de los controles de rigor, Terry se dirigió al centro Pokémon. Ian debería de encontrarse allí. Para Terry, el día de caza había terminado.
