N.A.: Lo siento por la demora, tuve que hacer trabajos y cosas así...
—Renace de Tus Cenizas, Capítulo XII: Caminos Inciertos—
Los chicos resolvieron partir juntos, a la mañana siguiente. Su próximo destino sería ciudad Ámbar, al norte de ciudad Turquesa.
Seguirían la carretera que unía las ciudades Esmeralda, Granate y Turquesa. Sin embargo, poco era lo que habían recorrido cuando tuvieron que detenerse.
El tránsito vehicular había sido interrumpido. Una cinta con las palabras "No Pasar" y "Evidencia" rodeaba una gran área. Terry observó hacia lo lejos, donde un camión yacía, estrellado contra un árbol, fuera del camino.
Una oficial Jenny explicó la situación ante las preguntas de los chicos. Unos camiones que transportaban mercancías y Pokémon para la Semana del Entrenador en ciudad Esmeralda habían sido asaltados. Las principales sospechas de la policía recaían sobre algún agente del Equipo Rocket.
- ¿Rockets? Podrían ser... -dijo Ian
- Seth... Thot... -completó Terry.
- ¿Esos dos que los atacaron? -preguntó Ana, recordando los hechos narrados por Terry el día anterior.
- Parece que podrían darnos información valiosa. Síganme. -les dijo Jenny.
Con cuidado de no tocar nada, los tres amigos acompañaron a Jenny hasta donde se encontraban las víctimas del robo.
Terry vio con asombro que los camiones habían chocado unos con otros al haberse detenido el primero. Los fierros retorcidos aún emanaban humo.
- Afortunadamente, no se perdió ninguna vida -les contó la oficial Jenny, igual a todas las demás -y tampoco hubo víctimas graves. Lo mayor que registramos fueron algunas torceduras y contusiones, además, claro, del robo y escape de algunos Pokémon. Llegamos -sentenció, deteniéndose.
Un hombre con el brazo en cabestrillo los saludó con un leve tono de dolor en su voz. La oficial Jenny tomó de las manos de un policía los retratos hablados de los asaltantes.
- Idénticos -dijo Terry apenas los vio.
- Seth y Thot -dijo Ian.
- Al menos ya estamos sobre una pista. -dijo -Tendremos que seguir investigando: debo pedirles que abandonen el área.
Terry, Ian y Ana no tuvieron más opción que cumplir las peticiones de Jenny. Realizarían el desvío hacia el sudeste. Tendrían que marchar por una zona con bastantes árboles. Aun así, no dudaron en marchar.
El camino resultaba mucho más lento y dificultoso por entre los altos árboles. Más de una vez uno de los tres tropezaba con alguna raíz traicionera. Siguieron caminando silenciosamente, quizás por el imponente aspecto de los árboles. Tenían altísimos troncos, y sólo en lo más alto poseían follaje.
Al cabo de un buen rato de caminata por sobre las hojas caídas de los árboles, el silencio fue interrumpido por un sonido que ninguno pudo identificar. Mientras caminaban, el sonido se hacía más nítido, fuerte y claro, hasta que llegaron a un claro. Era un chico. Se acercaron más, y Terry reconoció su rostro: Zak.
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Escuela Pokémon de Ciudad Turmalina.
Tres años atrás.
Genial. Otro año más en que pierdo mis Pokémon.
Terry Sugimori entró en la sala de clases, intentando prepararse para soportar una vez más las burlas de sus compañeros. Dejó su mochila en su acostumbrado puesto, se sentó en la destartalada silla, como todas, y se recostó sobre la mesa, hundiendo su cabeza en sus brazos.
Al menos llegué temprano. Se burlarían aún más si llegase a la mitad de la clase.
El salón, vacío como lo estaría en un día de verano, era ya bastante viejo. Docenas de capas de pintura cubrían las paredes, cada año añadiéndose por lo menos una nueva.
Poco a poco, los estudiantes y amigos comenzaron a llenar la sala. La mayoría ya sabía lo que le había pasado a Terry. Los más cercanos a Terry intentaron reconfortarlo, dándole unas palmadas en la espalda o diciéndole alguna frase de aliento. Gracias, chicos. Pero nada de lo que digan reparará el daño...
Una voz fría le hizo levantar la vista.
- No sé cómo puedes haber perdido otro Pokémon, Terry. Hasta me haces pensar que eres miembro del Equipo Rocket... ¿cuántos Pokémon les has dado ya?
- Cállate, Zak. -le dijo otro joven, intentando ayudar. Zak se limitó a sonreír despectivamente.
- Chicos, a sus asientos. La clase va a comenzar -interrumpió el profesor Hemlock, justo cuando parecía que Zak lanzaría otra de sus cáusticas frases.
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Zak no los vio, y si lo hizo, simplemente los ignoró. Parecía estar entrenando a su Zubat, haciéndolo pelear con un Bellsprout salvaje.
El problema era que el Zubat no parecía obedecerle.
De pronto, Zak agarró a Zubat de un ala y lo comenzó a regañar.
- ¡Escúchame, estúpido! Tengo tres Pokémon conmigo, y ya sabes lo que pasará si no me obedeces. Ahora, usa tu Chupa Vidas en ese Bellsprout, o si no... -sentenció, amenazador.
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- Este año comenzaremos con un nuevo ramo: -había dicho Hemlock, paseándose por el salón. -Sicología Pokémon. Anoten los siguientes conceptos básicos en sus cuadernos.
El respetuoso silencio del salón fue roto por una multitud de murmullos, mientras los alumnos se preparaban para el comienzo del nuevo año escolar. La clase avanzó en un relativo silencio, los jóvenes copiando obedientemente los conceptos que Hemlock les entregaba.
- ... y número cinco: los Pokémon apreciarán el compañerismo y la relación de igual a igual que se produzca con su entrenador.
- Pero señor -interrumpió Zak, levantando la mano. -¿No sería mejor una relación en que el Pokémon respetase al entrenador? Digo, todo esto del compañerismo no va a servir en batallas...
- Por supuesto que les servirá. Los Pokémon obedecerán sus órdenes con mayor confianza...
- Es posible. -respondió Zak- Pero, ¿acaso no somos nosotros los que les damos las órdenes? ¿No seremos nosotros los que decidiremos qué movimientos harán en las batallas?
- Es cierto -le dijo Hemlock. -Pero...
- ¿Entonces, -lo interrumpió Zak -nuestra relación con los Pokémon no debería ser una especie de relación amo-esclavo? ¡En mi opinión, los Pokémon necesitan de un amo que los discipline!
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Aquel día, nadie le contestó.
Ahora me toca a mí hacerle aprender la lección.
- Ese no es modo de tratar a tu Pokémon -dijo Terry, avanzando, con una confianza un tanto rara en él. Ana e Ian lo siguieron, un tanto extrañados.
- ¿Me estaban mirando? -preguntó Zak, sin mirarlos. -Vamos, ataca, Zubat, o ya sabes lo que pasará.
El murciélago, impulsado por las amenazas, absorbió las energías de Bellsprout, debilitándolo.
- Además, ¿quiénes son ustedes para decirme lo que debo hacer? -soltó Zak, aún sin mirarlos, lanzando una Pokebola al Bellsprout.
- Seamos quienes seamos, Zak, el caso es que esa forma de entrenar a tus Pokémon no puede seguir. -dijo Terry.
Fue hasta entonces que el chico reconoció la voz. Volteó, viendo a Terry ante él.
- ¡Terry! ¿Conque el perdedor del pueblo quiere darme consejos, eh? Bueno, para tu información, mi método de entrenamiento sí que da resultados -dijo, mostrando una medalla Fe.
- Si de medallas se trata, yo poseo dos, al igual que mis amigos, Ian y Ana -respondió Terry, exhibiendo sus medallas. -Pero no es de eso de lo que estamos hablando.
- ¡Mira a tu Pokémon! - lo apoyó Ana -¿Acaso crees que tu Zubat no sufre bajo las amenazas a las que lo sometes?
- Dos medallas... -murmuró Zak entre dientes -Pueden haberlas ganado con suerte. Todos ustedes. Cualquiera de mis Pokémon podría derrotarte sin esfuerzo.
- Si eso es lo que quieres... -dijo Terry, dando un suspiro. Un ligero estremecimiento recorrió su cuerpo. Siempre es lo mismo. La emoción de una batalla Pokémon, supongo. - ¿Uno contra uno?
- Como quieras. De todas formas no tienes oportunidades. ¡Ataca, Zubat!
- Vamos, Sandshrew. -dijo Terry.
Aquí vamos. No puedo permitirme una derrota.
- Ataque de Ala, Zubat.
- ¡Rizo Defensivo, y luego Golpes Furia!
Luego de defenderse del golpe del ala de Zubat, Sandshrew lanzó la ya conocida técnica. No obstante, el Pokémon murciélago logró esquivar una buena parte de los arañazos que Sandshrew le lanzó.
- Los Pokémon Voladores tienen ventaja sobre los de Tierra. Zubat, Mordisco -dijo Zak. El Pokémon venenoso se lanzó contra el roedor, pero no pudo concretar su ataque: con gran dolor, comprobó la dureza de la piel de Sandshrew.
- Y tú subestimas las defensas de mi Pokémon. Ahora, Sandshrew, ¡Rodada!
Al escuchar esto, Sandshrew no dudó y se enrolló en un ovillo. Comenzó entonces a girar por el suelo en torno a Zubat, quien aleteaba en el aire.
- ¡Salta sobre él! -dijo Terry. Así lo hizo el Pokémon tipo Tierra, cayendo sobre Zubat.
- ¡Supersónico! -ordenó Zak.
- ¡Magnitud!
El ataque de Zubat, quien aún se encontraba en el suelo, falló, dejándolo indefenso contra la Magnitud de Sandshrew.
Sin embargo, no estaba derrotado.
Con sus afilados colmillos, halló que el sector blanco de la piel de Sandshrew no era duro en lo absoluto. Clavó los dientes con fuerza, absorbiendo todas las energías del roedor.
Terry había perdido.
- Era de suponerse. Jamás tuviste oportunidad contra mí. -dijo Zak, mientras Terry, silencioso, devolvía a Sandshrew a su Pokebola. -Así que piénsalo dos veces antes de criticar mis métodos de entrenamiento.
Y, sin decir más, se alejó entre los arbustos.
- Sigamos -fue lo único que dijo Terry antes de que siguiesen su camino.
- ¿Estás bien? -le preguntó Ana, intentando ayudar. Pero el joven no respondió.
- Vamos, es sólo una derrota. Para la próxima vez que lo encuentres lo vencerás... -agregó Ian. Pero no hubo respuesta. Visto esto, no les quedó otra salida más que seguir su camino.
Los árboles no parecían acabar nunca. Altos como jamás los habían visto, parecían observarlos silenciosamente mientras caminaban. Por sí solos, los troncos detenían el paso de la mayoría de la luz.
De vez en cuando se escuchaban las voces de algunos Pokémon. El día pasaba y no llegaban a ninguna parte. Sin aviso, Ian se detuvo.
- ¿Qué pasa? -preguntó Terry, con desgano.
- Este lugar me parece demasiado conocido... -dijo Ian
- No digas que... -temió Ana
- Hemos caminado en círculos -completó Terry -Al menos tenemos nuestros PokéGears para guiarnos.
Dicho esto, cada uno sacó su PokéGear. Esperaron que el mapa holográfico se desplegase, pero sólo mostró estática.
Al igual que la vez anterior, en la zona Safari, el funcionamiento de los dispositivos era afectado por una extraña interferencia. El sol ya se había ocultado y el cielo oscurecía rápidamente.
- Perdidos. -se lamentó Ana - ¿Alguien tiene una idea para salir de esto? No podemos guiarnos por el sol, y estos árboles no nos dejarán ver las estrellas... ¿Tendremos que dejar un rastro como Hansel y Gretel?
- Hablando de rastro... podríamos seguir la interferencia... -pensó Terry en voz alta.
- ¿¿Y cómo hacemos eso?? -preguntó Ian, extrañado.
- En realidad no lo sé... -contestó Terry. -Sólo estaba pensando cosas al azar.
- Tendríamos que caminar hacia donde la interferencia sea más fuerte. No es mala idea, y no se me ocurre nada más-dijo Ana.
Comenzaron a seguir el extraño método, sin saber a dónde llegarían. Era difícil y a veces debían retroceder. Al menos ya no caminaban en círculos, y aunque caminasen lentamente, el sentimiento de que algo los guiaba servía de consuelo.
Luego de un buen rato, estaban hartos del tedioso procedimiento, pero sentían que habían logrado un gran avance: los altos árboles habían dado paso a otros más bajos y frondosos, junto con algunos arbustos. Se aprestaban ya a desempacar sus cosas para dormir, cuando Terry se quedó mirando fijamente en una dirección.
- ¿Qué pasa, Terry? -le preguntó Ana. Quizás todavía esté pensando sobre la batalla con ese chico Zak, pensó la joven.
- Mira hacia allá. -fue lo único que le dijo Terry.
Ana hizo lo que su amigo le decía. No muy lejos de donde se encontraban, se hallaba un Centro Pokémon.
- Y nosotros que íbamos a dormir aquí... -dijo Ana -Vamos, antes de que cierren.
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Entraron. El Centro estaba hecho de madera, quizás del mismo bosque. Se acercaron al mostrador, donde los aguardaba una enfermera Joy, idéntica a las de los demás Centros que Terry había visitado.
- Buenas noches, ¿en qué les puedo ayudar?
- Nos preguntábamos si puede curar a nuestros Pokémon, y si pudiésemos pasar la noche aquí. -pidió Terry.
- ¡Claro! Por favor, pongan sus Pokebolas en esta bandeja -contestó la enfermera, entregándola.
- Es raro -dijo Ian -¿Por qué habría un Centro Pokémon en un bosque?
- Si ven por la ventana -dijo Joy- hay un sendero que lleva a ciudad Granate. Este Centro Pokémon es para los viajeros, como ustedes. Ahora curaré a sus Pokémon.
Se dio media vuelta, dirigiéndose a la sala de tratamiento, cuando un apagón los dejó a oscuras.
- No, otra vez no... -dijo la enfermera Joy, encendiendo una linterna de mano.
- ¿Qué pasa? -preguntó Terry
- Qué pregunta -dijo Ian -Ha habido un apagón.
- ¿Pero por qué "otra vez", Joy? -preguntó Ana.
- Son unos Electabuzz. Unos cinco de ellos vienen de vez en cuando y succionan la electricidad del Centro Pokémon. He intentado alejarlos, pero son bastante agresivos... -dijo mientras accionaba un interruptor en la pared -Esto es lo único que los aleja... desconectar la energía. Se irán en unos minutos, pero lo que me preocupa es que cada vez regresan en menos tiempo. Esperemos.
Transcurrieron unos largos minutos de oscuridad y silencio, de paciencia y expectativa. Al fin, las sombras que se podían ver en la ventana desaparecieron, junto con los feroces gruñidos que se escuchaban.
- Ha terminado. -dijo Joy, activando la energía nuevamente -Ahora curaré a sus Pokémon.
Se retiró a la sala de tratamiento. Terry, Ian y Ana se sentaron a una mesa a conversar mientras Chansey les traía algo de comer. Luego les trajo las bandejas con sus Pokebolas.
- Debieron ser los Electabuzz los que provocaban la interferencia -acotó Ana, mientras tomaba su café.
- A juzgar por este mapa -dijo Ian, mirando un mapa que se encontraba pegado en la pared -estamos bastante cerca de ciudad Granate. Llegaremos en la mañana, si nos levantamos temprano.
Pareció que Terry iba a decir algo, pero no alcanzó a hacerlo. Un joven de unos 10 años irrumpió en el Centro Pokémon, con un pequeño Phanpy en brazos. Joy se apresuró en atenderlo.
- Lo estaba alimentando cuando nos atacó un Vileplume...
La enfermera Joy se dispuso a ponerlo en terapia intensiva cuando se produjo otro apagón.
- ¡No! ¡No pensé que volverían tan rápido! -exclamó Joy -¡Hay que alejarlos!
En la oscuridad, los tres amigos se pusieron de pie, decididamente y con una coordinación extraña que nadie pudo apreciar.
- Nosotros lo haremos -dijo Terry -Phanpy necesita de esos instrumentos eléctricos.
- ¡Bien! -les dijo la enfermera Joy. -¡Suerte!
Terry, Ian y Ana salieron del centro hospitalario para encontrarse con media docena de Electabuzz. Drenaban con tal avidez la electricidad del transformador que no les prestaron atención a los entrenadores.
Los tres usaron a sus Pokémon más fuertes: Umbreon, Espeon y Magmar, para separar a los Pokémon eléctricos del dispositivo eléctrico. Luego de que las luces del Centro Pokémon se encendiesen, procedieron a espantar a los Electabuzz, o por lo menos mantenerlos a raya.
A fuerza de Lanzallamas, Confusiones y Fintas, comenzaron a debilitar lentamente a los Pokémon salvajes.
- ¡Vamos! ¡Estamos ganando! -dijo Terry a sus amigos y a su Pokémon.
De pronto, los Electabuzz comenzaron a apartarse, entre los arbustos, como temerosos ante algo.
- ¡Sí! ¡Tomen eso! -les gritó Ian. Pero Ana lo detuvo.
- Esto no ha terminado - le dijo.
- ¡Miren! -exclamó Terry. Un Electabuzz, bastante más grande que los otros, apareció de entre los arbustos.
- ¡Ataca, Umbreon! ¡Persecución!
Pero antes de que Umbreon golpease al Pokémon eléctrico, éste lanzó un terrible golpe directamente al estómago de Umbreon. Su puño, envuelto en una cegadora luz, impactó fuertemente y produjo una fuerte explosión. Cuando Terry pudo mirar, su Pokémon yacía en el suelo, derrotado.
"Golpe Dinámico" dijo el PokéDex, "Un ataque muy poderoso del tipo Lucha, que a pesar de no ser muy certero, confundirá al instante al enemigo, si lo llegase a tocar" Tipo Lucha, efectivo contra Umbreon.
- ¡Espeon, Incapacitar! -ordenó Ana. El Pokémon psíquico concentró sus poderes en el Electabuzz, impidiendo sus movimientos.
- ¡Magmar, dale todo lo que tengas! -dijo a continuación Ian. Ardientes llamas cayeron sobre el ahora indefenso Magmar, que sucumbió. Al ver esto, los Electabuzz que estaban entre los arbustos huyeron atemorizados.
- ¡Pido al Electabuzz! -dijo Ian. Sus amigos aceptaron -¡Pokebola...!
Pero no pudo completar la frase. Una Pokebola salida de la nada golpeó al Electabuzz y lo atrapó.
- ... ve... -dijo Ian, perplejo. La Pokebola extraña, una vez atrapado el Electabuzz, volvió a la mano de su dueño, que salió de la penumbra.
- Gracias por ahorrarme el trabajo -dijo Zak, con la Pokebola en la mano.
Y, una vez más, se marchó, dejando a los chicos con una mezcla de rabia, molestia y rencor.
