¡Capítulo 13! Esta historia avanza. Espero les guste este capítulo.

Renace de Tus Cenizas

—Capítulo XIII: Separación—

- ¡Me las va a pagar! ¡Me las va a pagar! -repetía Ian sin cesar.

Y aunque Terry y Ana intentaban calmarlo, el caso es que el joven seguía furioso con Zak. Luego de dormir y recibir los agradecimientos de Joy, habían dejado el Centro Pokémon en la mañana.

Pero los eventos acaecidos la noche anterior no se habían olvidado tan fácilmente.

- Si no se hubiera escapado, les juro que le habría quitado mi Electabuzz, de una forma u otra... -aseguró Ian, mientras seguían su camino.

- Pero, Ian, él lo capturó. -indicó Ana. -Si le hubieses quitado la Pokebola, podría acusarte de robo.

- Cierto -dijo Terry -Podría acusarte de ser un Rocket o algo.

Los ánimos de Ian parecieron calmarse. Luego del robo al camión, esta vía lateral está siendo usada por la mayoría de los vehículos, ya que las investigaciones aún continúan, les había dicho la enfermera Joy. Por ello, era muy posible que les diesen un aventón.

- De todas formas le daré una lección a ese Zak cuando nos volvamos a ver -concluyó Ian.

Aunque todo esto de Zak me hace pensar... meditaba Terry. Si mi forma de entrenar Pokémon es la correcta, ¿por qué perdí la batalla? ¿Es adecuada la forma en que entreno a mis Pokémon?

Los pensamientos volaban por su cabeza, pero no llegaba a ninguna respuesta. La mañana avanzaba mientras seguían su camino. Y a pesar de que habían visto pasar muchos camiones hacia ciudad Granate, nadie los había querido llevar.

- Creo que tendremos que caminar el resto del trecho... qué suerte -dijo Ian, el sarcasmo en su voz. Seguía fastidiado por el asunto del Electabuzz.

- Puede ser... -dijo Ana con un suspiro. -Veamos, ¿a dónde iremos?

- A ver... luego de llegar a ciudad Granate, iremos a Turquesa, y luego al norte -dijo Ian -Al Túnel...

Pero no completó la frase. Cayó de improviso al suelo.

- ¿Estás bien? -preguntó Terry mientras le ayudaba a incorporarse.

- Eso creo...

- Pero, ¿por qué caíste? -añadió Ana.

- No sé... tropecé con algo... algo que se movía...

- Pero no hay nada... ni nadie... -dijo Terry, mirando los alrededores.

Pero Ian no estaba tan seguro.

- Miren -dijo, señalando una banda roja, en zigzag, aparentemente flotando en el aire. Envió a su Drowzee- ¡Usa Incapacitar! -ordenó Ian. En el punto que Drowzee había señalado, apareció un Pokémon.

"Kecleon, el Pokémon Cambia Color. Este Pokémon, nativo de Hoenn, altera el color de su cuerpo para mezclarse con sus alrededores, permitiéndole espiar a su presa sin ser notado. Luego, ataca con su larga lengua, para atrapar inmediatamente al indefenso objetivo" dijo el PokéDex. "Sin embargo, no puede cambiar el color de la banda en su abdomen."

- ¡Pido al Kecleon! -dijo Ian, aprestándose a capturar al travieso Pokémon. - Si no obtuve al Electabuzz, tendré al menos a un Kecleon. ¡Drowzee, Confusión!

El Pokémon psíquico atacó, debilitando a Kecleon. El cuerpo del camaleón tomó un color rosa. Según el PokéDex, había cambiado al tipo Psíquico, gracias a su habilidad especial.

- Muy bien. Pokebola...

- ¡Hey, deja tranquilo a mi Pokémon! -dijo una voz. Era un hombre, que venía hacia ellos. Se detuvo, exhausto. -Ese... uf... es... mi... ¡uf! Kecleon...

- O sea que nada de Kecleon para mí -dijo Ian, un tanto apesadumbrado. Pero, aprovechando el momento, el Kecleon logró camuflarse nuevamente, y comenzó la invisible huida. -¡Drowzee, Incapacítalo!

Para el Pokémon psíquico no fue problema conocer la ubicación de Kecleon. Lo hizo flotar en el aire y reaparecer.

- Gracias -les dijo el hombre, luego de tomar al Kecleon en sus brazos. -¿Van de viaje?. Podría llevarlos en mi camión.

- Vamos hacia ciudad Granate. ¿Podría llevarnos?

- Tienen suerte, ciudad Granate está en mi ruta. Vamos. -dijo.

Los jóvenes agradecieron el favor que el hombre les estaba prestando mientras caminaban hacia el camión.

- Este Kecleon lo traje para los festivales en ciudad Esmeralda, -contó el hombre- y ahora nos íbamos. Aunque es travieso, también es bastante talentoso en entretener a la gente.

- ¡Festivales! -exclamó Ana -Me habría gustado ir...

- Quizás para el próximo año -le dijo Terry, en un vano intento de consolarla.

Aún no era mediodía. Apenas llegaron al camión trataron de acomodarse lo mejor posible. Una vez iniciada la marcha, el viaje transcurrió en un relativo silencio. Los paisajes se hacían monótonos, y el calor del día soleado sumió a Terry en una modorra que terminó por vencerlo.

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Los cielos estaban despejados.

El jardín de su casa. No sabía por qué estaba allí, pero simplemente estaba.

Terry levantó la vista al cielo. Y lo que vio lo dejó sin aliento.

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- Llegamos -lo despertó una voz. Era el dueño del camión. Ana e Ian estaban junto a él, de pie.

El mismo sueño de siempre... aún sin un final.

- ¡Despierta! -le dijo Ana -Estamos en ciudad Granate. Te debes de haber dormido casi todo el camino.

La voz de la joven lo reconfortó, sacándolo de la confusión que el extraño sueño le había causado. Se incorporó lentamente y bajó del vehículo.

- Baja ya, perezoso -le dijo. Despidiéndose del hombre, caminaron por las calles de ciudad Granate.

El día, como los que lo habían precedido, estaba radiante. Los rayos del sol veraniego bañaban la ciudad por completo.

- Bueno, ya estamos en Granate ¿Qué hacemos ahora? -preguntó Ian.

- Nuestros Pokémon no necesitan descanso, y creo que estamos bien en cuanto a provisiones y medicinas. Creo que deberíamos seguir al Este, hasta ciudad Turquesa, y desde allí al Norte, a ciudad Ámbar. -dijo Terry.

Pero Ana parecía pensar otra cosa. Se paró delante de ellos, para luego decir algo que dejó helado a los chicos.

- Bueno, chicos, hasta aquí llega nuestro viaje juntos.

- ¿Por qué? -preguntó Ian.

La joven dejó escapar un triste suspiro, para luego contestar la pregunta.

- ¿No lo recuerdan? Tengo que ganar mi medalla Fe... Y ustedes ya la tienen. No hay razón para que sigamos juntos...

- Pero te podemos esperar. Ganas tu medalla, y luego vamos todos juntos hacia Ámbar -sugirió Terry.

- No, no importa. No quiero retrasarlos, prefiero quedarme sola. Sería sólo un estorbo para ustedes. No se preocupen por mí, sé cuidarme.

Nada de esto tenía sentido para Terry. ¿Por qué debían tomar caminos diferentes? ¿Por qué no podía seguir con ellos?

Pero si ella no quiere decirlo, debe tener alguna razón.

- Si eso es lo que quieres... está bien. -dijo Terry. Cómo quisiera que no insistiera en que la dejemos. -Quizás nos volvamos a ver.

- ¡Por supuesto! -contestó la joven. -Así que... supongo que este es el adiós...

Dio un beso en la mejilla a cada joven y se alejó por las calles de la ciudad. Terry sintió un nudo en la garganta al tiempo que se ruborizaba por el beso.

Adiós...

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- Malas noticias, jefe.

- Explícate.

- Los equipos Magma y Aqua están planeando conseguir las Red y Blue Orbs, respectivamente.

- Maldición. -dijo el hombre- Aceleren la búsqueda. Si conseguimos los demás, lograremos igualar su poder.

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Caminando por las calles de ciudad Granate, Terry pensó en lo que acababa de suceder. La partida de Ana lo había desolado de tal forma que no podía pensar en otra cosa. No se lo podía explicar. Sabía que la joven estaría bien, que seguramente se volverían a ver... y aun así se sentía abatido.

Mucho más de lo que lo estaría si Ian fuera el que partiese.

El caminar transcurrió en silencio. Salieron de la ciudad en poco tiempo.

- Vamos, Terry -le dijo Ian, notando la pesadumbre en el chico -Ella estará bien. Piensa en otras cosas, como en nuestro siguiente destino... o en darle una lección a ese Zak.

Zak...

El tema volvió a la mente de Terry, dándole una y mil vueltas. Si mi forma de entrenar Pokémon es la correcta, ¿por qué perdí?

¿Por qué perdí?

Tales eran las desazones del joven cuando sus pensamientos fueron interrumpidos. Tres jóvenes surgieron de entre los arbustos, a un lado del camino. Tres entrenadores.

- Les dije que siguiéramos mis instintos. -dijo un chico de cabellos negros, al parecer el más joven del grupo. -Sabía que encontraría el camino.

- Sí, claro, luego de perdernos dos días. -reclamó una chica pelirroja- Además, ni siquiera sabemos hacia dónde debemos seguir este camino, Ash Ketchum.

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