Bucky en serio pensaba qué su mejor amigo perdió la cordura o, durante el tiempo que no lo vió, se había vuelto más estupido con respecto a involucrarse en peleas que no podía ganar. Y enfrentarse a robots alienígenas armados, entraba perfectamente en esa categoría.
—¡Steve, espera! —seguía llamándolo inútilmente.
Terminó atravesando el campo de batalla hasta que llegaron detrás del tanque blindado, anteriormente usado en el escape, ahí Steve se acomodó en cuclillas y asomó la cabeza cuidadosamente, analizando los movimientos del Decepticon. Bumblebee estaba recibiendo una paliza, una que podría acabar matándolo si no se apresuraba a pensar en algo.
—Bucky, aprovecha que está distraído y sal de aquí, reúnete con los demás en el bosque —le indicó sin apartar la mirada de su enemigo ni un segundo.
—Estás loco si crees que me iré sin ti —contestó serio. Su reacción consiguió atraer la atención de Rogers, quién se sorprendió y a la vez sintió orgullo de saber que podía contar con él incluso bajo estas condiciones—. ¿Y cuál es el plan, Capitán? —finalmente se posicionó a su lado, observando ambos el conflicto de los gigantes metálicos.
—No creo que las armas convencionales sean muy efectivas, ya he visto de lo que son capaces —explicó, recordando la pelea con Blitzwing y de lo resistentes que eran estos seres.
El sargento Barnes se agachó un momento, recogiendo algo del suelo.
—¿Servirá esto? —le enseñó el arma que había encontrado, era uno de los rifles pertenecientes a uno de los guardias. Albergaba una energía misteriosa, la cual desprendía una intensa luz azul.
—Tú le disparas y yo lo distraigo, tenemos que alejarlo de Bumblebee —dió por hecho.
—¿Estás seguro de qué eso te mantendrá a salvo? —utilizó su dedo índice para apuntar el escudo, estaba hecho de un metal ordinario y tenía forma triangular, muy parecido a una placa.
—Ha funcionado —asintió, aunque era notoria su preocupación—. Yo por la derecha y tú por la izquierda, ¿Listo?
Luego de confirmar moviendo la cabeza, ambos salieron de su escondite en direcciones opuestas. Cuidaron sus pasos, evitando hacer ruido mientras rodeaban a Dropkick.
Bumblebee estaba arrinconado contra un muro que se le había venido abajo, a causa del impacto. Su enemigo pretendía dispararle cuando todavía estaba atrapado bajo las rocas, disfrutando su victoria, el cañón de Dropkick se cargó pero antes de poder soltar el disparo, un grito lo distrajo. Steve se ganó su atención, siendo a quién finalmente decidiría disparar.
Rápidamente Rogers se tiró hacia un lado, evadiendo el ataque. Todo detrás de él detonó, lloviendo escombros en la fábrica. Aquello causó enfado en el Decepticon, no tardó mucho en escanear al hombre, conservando una imagen de su rostro que más tarde haría llegar a su compañera.
—¿Proteges a B-127? —inquirió, olvidándose un momento de cuidar a su presa.
—Su nombre es Bumblebee —lo corrigió molesto. Se levantó del suelo y puso el escudo adelante en caso de que se le ocurriera volver a atacar.
—¿Un nombre terrícola? Pero que tierno —se mofó—. Por eso te has vuelto débil, juegas con los humanos —dijo dando una fugaz mirada hacia el joven explorador.
—¿Porque más de ustedes siguen viniendo? —Steve lo confrontó. Si era posible haría tanto tiempo como pudiera, al menos hasta que Bucky hubiera tomado una buena posición de donde apuntar.
—Parece que ya conociste a otro de nosotros y viviste para contarlo, eso explica tu exceso de confianza, humano.
—Sí, los Decepticons —los nombró—. ¿Qué quieren en este planeta?
—Lo que queremos, ya lo tengo justo aquí —dijo refiriéndose a B-127 una vez más—. Aliarte con los Autobots, es firmar tu sentencia. Cuando estén aquí los acabaremos, junto a todos sus simpatizantes.
—¿Por qué los persiguen? —era una pregunta genuina que Steve no comprendía—. Su guerra acabó, ya no tiene caso pelear. No tenemos que matarnos.
Incluso en situaciones cómo esta, haría todo lo posible por tratar de razonar con su enemigo.
—Esta guerra no termina hasta que su líder muere —sus risas lentas, le ponían los pelos de punta al soldado—. Y ya me cansé de hablar contigo. No te preocupes, te mataré antes que a B-127 para que no lo veas sufrir.
Antes de que Dropkick pensara en elevar su cañón, un fuerte impacto en la espalda lo hizo perder el equilibrio. Su óptica buscó al responsable, dando rápidamente con Bucky atrincherado tras otro tanque blindado. Dropkick se dirige hacia él pero en el proceso recibe dos tiros más a la altura del pecho. Herido, despliega una serie de misiles incorporados alrededor de su cañón. Dicha artillería, provenía del armamento que escaneó de la fábrica de armas.
Steve quiso adelantarse a los proyectiles, corrió hacia donde estaba Bucky pero él ya había abandonado su posición antes de que las explosiones lo alcanzaran. El joven Barnes cayó aturdido, la mitad de su rostro tocó el suelo, desde ahí localizó a Steve y, mientras todo seguía volando en pedazos, deslizó el arma hacia su amigo para hacérsela llegar a través de la nieve.
Muy a tiempo, Rogers se inclinó tomando el rifle y al mismo tiempo lo intercambió por su escudo que le arrojó a Bucky. Le disparó a Dropkick por la espalda, los rayos de energía eran muy efectivos contra la cubierta metálica. Al recibir los impactos, Dropkick se dió la vuelta y bajó su puño con la intención de aplastarlo. El soldado dió una voltereta, pasando debajo de sus piernas, salió por el otro lado y al levantarse recibió su escudo de vuelta. Cayendo muy cerca de su mejor amigo, Steve le ofreció nuevamente el arma.
Pegando hombro con hombro, ambos lentamente fueron retrocediendo cada vez que el Decepticon estaba un paso más cerca de ellos. Sabían perfectamente lo furioso que debía estar.
—Ya tenemos su atención cómo querías —balbuceó Bucky sin dejar de apuntarle—. ¿Y ahora?
—Lo que sea que dispare esta cosa, funciona —dijo a causa de las evidentes heridas que presentaba—. Necesitamos buscar un punto débil o no tendrá caso.
—Noté que es más vulnerable en el centro del pecho —le confesó.
—Pues hay que golpearlo muy duro ahí.
—Yo creo que mejor corremos —opinó. Su desventaja estaba muy clara, dos tipos con un arma robada y un escudo, definitivamente no eran los contrincantes más difíciles. No para un robot alienígena.
—No, de todas formas irá por nosotros tarde o temprano —declara decidido—. Además, tampoco me voy sin Bee.
El mencionado, todavía se encontraba atrapado bajo los restos del muro al que fue azotado. El Autobot se recuperó a su ritmo, empezando a emerger de los escombros, Bumblebee tomó una viga de acero y se dirigió hacia donde Dropkick tenía arrinconados al par de humanos. Se estaba divirtiendo haciéndolos volar de un lado a otro tras cada misil que fallaba a propósito.
—Te he salvado de tipos más grandes que tú, pero esto ya es demasiado —Bucky buscó ponerse de pie tras haber caído de varios metros.
El hollín pintaba sus cuerpos. No tenían energías suficientes cómo para alargar el juego al que estaban siendo sometidos.
—¿Quién quiere ser el primero? —sin más preámbulos, la punta del cañón se iluminó. Tenía la carga lista.
Steve pensaba en ofrecerse antes que Bucky, en un intento por conseguirle la oportunidad de escapar. Esa táctica no fue necesaria, una viga golpeó a Dropkick en un costado y lo mandó del otro extremo de la explanada. Bee protegió su cara activando la máscara facial y continuó con los ataques frontales. Entre la conmoción, Bucky se percató que, no muy lejos de ellos, yacía parte de una cerca metálica. Eso le dió una idea que rápidamente fue a ejecutar, dejando preocupado a Steve, al que le fue imposible seguirlo porque la pelea de gigantes se interpuso en su camino.
Bumblebee llevaba un poco más de ventaja, usando la viga para golpear las articulaciones de su enemigo tales como rodillas y codos. No era suficiente, Dropkick iba recuperando el control poco a poco, siendo capaz de detener la barra entre ambas manos y redirigirla hacia el Autobot.
—¿Últimas palabras, B-127? —soltó en tono burlesco en medio del forcejeo.
La escena llenó a Steve de rabia, no sabía qué hacer. En ese instante su nombre fue gritado.
—¡Sujétalo! —a la distancia, Bucky le arrojó a los pies la otra punta de un cable de acero.
Entendió su plan una vez que ambos robots trajeron cerca su competencia de fuerza. Steve tomó el cable y junto a Bucky, esperaron a que Dropkick lo pisara para poder tirar de el, generando la tensión necesaria que lo haría tropezar. Bumblebee usaría eso cómo una abertura que le permitió apuñalarlo en el suelo, torció la viga clavada en su pecho de tal manera que no pudiera escapar y remató con un disparó del cañón de plasma. La cabeza de su enemigo estalló en partes.
Barnes se dejó caer de la impresión, fueron muy extraños estos primeros minutos de libertad. Steve se apoyó sobre sus rodillas y respiró agradecido de que hubiera terminado. Ese gusto de victoria, no les duró mucho. La fábrica pronto comenzaría a consumirse en explosiones.
El sonido de una hélice, guió sus miradas al cielo, encontrando a un helicóptero de pintura roja que se alejaba. Bumblebee le disparó al reconocer de quién se trataba, pero Shatter prefirió retirarse.
—Es un idiota por haberse puesto a jugar en lugar de matarlos —la Decepticon no mostró ningún sentimiento hacia la perdida de su compañero.
Schmidt ocupaba un asiento en su interior, no tenía caso quedarse a intentar salvar algo que estaba perdido. El Doctor Zola evacuó el lugar tiempo atrás, precisamente desde que se dió el aviso de un intruso.
—Capitán América —ladró recreando el corto enfrentamiento que tuvieron, mismo en el que le reveló su verdadera identidad cómo Cráneo Rojo.
—Parece que tenemos dos enemigos en común, señor Schmidt —Shatter se comunicó, haciendo sonar su radio. Era útil alimentar la ira del hombre, dado que eran seres muy volátiles.
El helicóptero se perdió en la oscuridad de la noche, alejándose al punto de volverse imperceptible en la neblina.
[Dos días después,
Base militar]
Después del exitoso rescate liderado por el Capitán América, se convirtió en noticia en todos los periódicos nuevamente. Regresó a la base con los hombres que habían dado por muertos. Y tras la exhibición de Bumblebee delante de ellos, fue imposible que Steve lo pudiera seguir escondiendo. Tuvo que planteárselo al Coronel Phillips delante para que pudiera creerle, Peggy lo acompañó cómo refuerzo en caso de que la situación se le saliera de control.
—¿Me están diciendo que esto estuvo en mi base, haciéndose pasar por auto todos estos meses? —estaba escéptico. De otro modo, estaría gritando horrorizado.
Bumblebee se hallaba de pie, ese toque inocente se apoderó de su mirada que viajaba se Steve a Peggy, preguntándose si en serio era buena idea.
—Así es, señor —Steve respondió firme. En esta situación, la palabra "señor" representaba gran importancia.
—¿Y usted lo sabía, agente Carter? —la cuestionó, alzando una ceja. Su gesto infundió la inseguridad en ambos.
Peggy enderezó la espalda y se preparó para dar su explicación.
—Todo es mi culpa —Steve se apresuró a hablar—. Yo involucré a la agente Carter, ella no tiene nada que ver. Aceptaré su castigo y el mío. Solo quiero que quede claro, que Bumblebee salvó mi vida en dos ocasiones. No me arrepiento de mis acciones, señor.
El Coronel observó esa determinación en Rogers, descartando que no mentía. Luego miró a Carter, ella dió a entender con un ademán que estaba de su lado. Por último le tocó a Bee, quién se había distraído gracias a un pajarillo que pasó volando. Era difícil de creer su historia, y más cuando se comportaba cómo un niño.
—¿Ayudó a rescatar a esos hombres? —el tono les dejó claro que todo dependía de esa respuesta.
—Sin lugar a dudas —Rogers mantuvo la cabeza en alto.
Phillips, poniendo un semblante más serio, se acercó a Bumblebee.
—Bienvenido al ejército, hijo —le dijo al bot.
—¿Coronel? —la agente sencillamente se desconcertó de sobremanera, igual que su contraparte. Su veredicto era inesperado.
—No le entregaré mi mejor arma contra Hydra al gobierno —se explicó—. Ha sido un secreto y así se mantendrá.
—Sí, señor —respondieron los dos, sonriendose mutuamente.
El Coronel pasó a retirarse, dejándolos solos. Bumblebee emitió zumbido de alegría, bailando alegre al ritmo de una canción que él mismo puso. Peggy rió con disimulo, Steve negó sonriente.
—Eso me recuerda que tengo que ver a Stark —se despidió también Steve. Yéndose con la seguridad de que Bee estaría bien en la base.
Primero se dió un baño, vistió el uniforme y se peinó de lado el cabello. Steve se presentó en el cuartel de operaciones, tenía que proporcionar la información que recordaba, acerca de otras posibles ubicaciones de Hydra. Las señaló todas en un mapa.
En una habitación contigua, el ingeniero multimillonario experimentaba con dos objetos, cortesía de Steve que se tomó la molestia de recogerlos del campo de batalla antes de volver. Howard manipulaba los elementos usando unas pinzas, una pared de cristal los separaba y sus ojos eran protegidos por unos googles.
De un lado tenía, un muestra de la energía del Teseracto y del otro, una pieza metálica perteneciente a los restos de Dropkick.
—El patrón de emisión no es frecuente —Stark apoyado de las finas pinzas manipuló, muy cuidadosamente, el brillante elemento azul—. Rayos Alfa y Beta neutrales... No creo que Rogers haya visto eso —le comenta a su asistente, sonriendo de lado—. Se ve inofensivo pero, ¿Qué pasaría sí...? —es entonces, que a Stark se le ocurre acercar la energía del Teseracto hacia el metal del Decepticon. Apenas al más mínimo contacto entre estos dos, una explosión se desata, el cristal estalla en pedazos y arroja a Howard varios metros—. ¡Anota eso!
—Señor Stark —un soldado aparece en la entrada—. El Capitán Rogers está aquí.
Howard se levanta para recibir a Steve que no tarda en entrar para encontrarse con el desastre de hace unos instantes.
—Veo que se entretiene —comenta sarcástico—. ¿Qué averiguó? ¿La pieza que le traje servirá para reparar a Bumblebee?
—Wow, tranquilo amigo, vas muy rápido —pone una mano sobre su hombro mientras lo encamina—. Aún es muy pronto para eso, me temo que no será suficiente —puede notar la desilusión en su mirada—. Pero sin duda es un gran avance.
—¿Qué es lo que sabes sobre estas cosas? —Steve se detiene frente a lo que antes era el cristal y apunta al interior.
—Jamás había visto nada igual. Este metal es altamente maleable y no pierde su dureza, se comporta casi cómo... La piel humana —un escalofrío recorrió a Steve—. No tenemos algo así en la tierra, definitivamente. Ya me tomé la molestia de ser el primero en nombrarlo, por cierto —Stark se prepara para anunciarlo, eleva sus manos con emoción—. Yo lo llamo "Transformium", ¿Qué tal?
Steve alzó una ceja.
—Es un buen nombre, señor. Me gusta —lo apoya su asistente.
—Sí, bueno, todavía no es oficial. Solo era una idea —aclara en medio del incómodo silencio que vuelve a romper al recordar el motivo de la visita de Steve—. Por favor venga conmigo, Capitán. Tengo otra cosa para mostrarle —los dos abandonan el laboratorio para pasar a una habitación en la que tenía preparados ciertos objetos sobre una mesa—. Fibra de carbono. Resistirá hasta una bayoneta alemana —señaló—. Ah, y escuché que está encariñado.
Howard colocó una mano sobre el primer escudo triangular del Capitán América, claramente gastado por tantas batallas, lo tenía cómo muestra sobre la larga mesa.
—Es más útil de lo que cree —se defiende Steve.
—Por eso me tomé la libertad de crear más opciones.
Stark le presenta una serie de modelos de escudos, todos de diferentes tamaños y formas. El único que logra atrapar la atención de Steve, fue uno con forma circular que ni siquiera estaba entre las propuestas.
—¿Qué hay de este? —lo carga para probar su peso.
—No, no, ese solo es un prototipo.
—¿De qué está hecho? —pregunta ahora más intrigado.
—De Vibranium —contesta sin más remedio—. Más fuerte que el acero y pesa la tercera parte. Absorbe las vibraciones completamente.
—¿Y por qué no se usa siempre? —a Steve le parecía el mejor hasta ahora. Quería algo que fuera útil a la hora de combatir más Decepticons si estos aparecían. Odiaba no poder hacer más que esperar a que todo saliera bien.
—Es el metal más raro en la tierra, además de... Bueno ya entiendes —continua—. Ese escudo, es lo único que tenemos.
Los dos fueron interceptados por la agente Carter que llegó de sorpresa.
—Señor Stark, ¿Ya terminaron? —pone ambas manos sobre su cintura y escudriña a Steve con la mirada—. El Capitán debe tener otros pendientes.
—¿Qué tal? —Steve le presenta su nuevo escudo.
Peggy lo mira unos instantes, se da la vuelta para ir por un arma y luego regresa disparándole múltiples veces sin ningún tipo de piedad. Steve se protege de las balas interponiendo el escudo que repele las municiones sin ni siquiera temblar, al acabar el fuego apenas y le quedaron algunos roces.
—Sí, creo que funciona —dice entre dientes.
La agente Carter devuelve la pistola y después se abre paso entre Steve y Howard que seguían pasmados por lo que acaba de hacer.
—Traje mis ideas para el uniforme —sin dejar de ver a la mujer, Steve le entrega una lista en un pedazo de hoja.
—Lo que guste, amigo —Howard la toma, estaba igual de impactado—. Y ya que está aquí, tengo algo más para mostrarle. Es ultra secreto.
Tomado de la mano por la curiosidad, Steve sigue a Howard a una habitación aislada, la puerta estaba blindada y no se abría a menos que se le pusiera un código. Uno que solo Stark sabía. Inmensa fue la impresión que se llevó Steve al encontrar a Bumblebee adentro. El espacio estaba acondicionado para que el Autobot pudiera permanecer sentado, tenía varios cables conectados de su cuerpo a varias computadoras.
La escena no le agradó mucho al soldado. Bee era muy ingenuo cómo para darse cuenta de que Stark pudiera estarse aprovechando de él.
—¿Así que tienen reuniones secretas aquí abajo? —dejó salir su molestia en cada palabra.
—No es lo que parece —Stark se acercó a una de los monitores—. Me está ayudando a entenderlo todo.
—¿Y qué significa eso? —todavía no lo convencían de que esto pudiera tener una doble intención.
—Escucha, analicé el transmisor de su brazo, la última señal vino del espacio, ¿Sí? —se esforzaba en exponer su descubrimiento, apuntando las coordenadas en la pantalla cómo si fuera muy evidente—. Si puedo alterar las ondas de radio no moduladas para convertirlas en una señal FM y encriptar un mensaje, ampliando su alcance con mi satélite…
—En español —Seve cortó su inspiración.
Howard suspiró y torció los ojos.
—Podemos responderle a Prime —dijo simple.
Sus labios se desprendieron y sus pupilas se encogieron. Steve miró a Bumblebee de inmediato, había ilusión en su resplandeciente óptica azul.
—¿Por eso lo ayudas, quieres comunicarte con ellos? —era una pregunta muy personal. Le importaba mucho saber su respuesta.
—Por si mismo no tiene el alcance suficiente para mandar un mensaje tan lejos, necesita una antena parabólica lo bastante potente que transmita las ondas electromagnéticas —Howard prosiguió—. Puedo conseguir acceso a una, solo necesito saber que le voy a decir a los robots del espacio.
—Aterrizaje seguro en el hangar —Bumblebee habló poniendo una grabación.
—Sí, no creo que sea la mejor idea dejárselo a él —comentó ante lo obvio—. Estuve analizando su módulo de voz, es algo complejo, aunque logré trazar un esquema. Pero con nuestra tecnología actual, no podemos reemplazarlo. Me hubiera servido que me trajeras más partes del otro que derrotaron.
—Perdón, no me detuve a revisar que podía servirte cuando intentaban asesinarme —gruñó en respuesta.
—La buena noticia, es que revolucionará las telecomunicaciones —se sentó sobre el escritorio y cruzó los brazos, adoptando una postura relajada—. Si quieren, yo puedo hablar con ellos.
—Claro que no —Steve no quería ni imaginar qué podría decirles. Y menos con ese tono tan altanero.
—Fue una sugerencia —murmuró, encogiéndose de hombros—. Tal vez usted sea el más apto, Capitán. Encontró a Bumblebee, después de todo.
—Estoy dentro —Bee asintió conforme con la idea.
Steve no se sentía listo. Era una importante responsabilidad.
—Denme tiempo, debo pensarlo —pidió abrumado.
—Como quieras, pero el tiempo es lo que menos tenemos —menciona Stark.
—¿A qué te refieres?
—No sé qué es lo que sucedió allá —bajó del escritorio, yendo hacia otra computadora—. Desde que te dejé esa noche en Azzano, recibí un ataque a mi base de datos. Y estoy seguro de que el responsable, no es un ser humano. Solo miren estos símbolos.
Una serie de formas que imitaban la composición de un alfabeto, dejaron a Steve absorto. El Autobot a su lado, emitió un chirrido que los alertó.
—¿Puedes leerlos? —Bee negó a su pregunta, sin embargo, fue suficiente para informarles que los conocía—. Solo puede ser obra de otro Cybertroniano. Ese que se escapó, era un Decepticon. Estaba con Schmidt.
"Cybertronianos" es el término que les asignaron debido a la información que sabían sobre su planeta, la cual era nula, a excepción del nombre.
—Tienen su propio lenguaje, fascinante —expresó Howard maravillado.
—¿Qué se robaron? —trató de concentrarse.
—Esa es la cuestión, Cap —le respondió, abandonando su asombro un momento—. No se robaron nada. Al contrario, me dejaron este presente y…
—¿Qué más? —lo apresuró, inquieto.
—Planos complejos. Es ingeniería extraterrestre, nunca vi algo así —se puso a recordar—. ¿Tienen idea de lo qué es un puente espacial?
Bumblebee dio un salto, su cabeza pegó en el techo causando un fuerte estruendo, los cables unidos a su cuerpo tiraron más de una computadora. Dos simples palabras, lograron alterarlo de sobremanera. No indicaba nada bueno.
—Tranquilo —Steve puso las manos al frente, intentando apaciguarlo.
La mano de Bee se transformó en el cañón de plasma, amenazando con destruir el trabajo de Howard pero éste se interpuso.
—¿Qué estás haciendo? —la pregunta iba casi para ambas partes. Rogers no sabía ni a quien apoyar porque no sabía lo que sucedía.
—Me dejaron esto por alguna razón, quieren que yo haga algo —argumentó Stark—. Capitán, es un paso al futuro. Imagina poder comprender su tecnología y usarla a nuestro favor.
—O podría ser un paso hacia nuestra destrucción —Steve lo contrarrestó—. Es una trampa, sabían que ibas a reaccionar de este modo. Te están usando, Stark.
Tragó saliva. Sabía que podía estar en lo cierto
—Bien, yo solo revisaré si hay algo que nos sirva y luego borraré todo —accedió, sosteniéndole la mirada a Bumblebee—. Lo prometo.
No fue la promesa más conveniente, pero calmó al joven explorador que bajó su arma, confiando en él porque lo consideraba un amigo.
—Si ya hicieron esto, no sería raro que pensaran en comunicarse también —pensó Steve, sujetado su mentón—. Eso explica su relación con Hydra. Vendrán más si nos apresuramos. Tenemos que irnos Bee, reuniré a un equipo. Y Stark, en serio aparta tus manos de eso.
—Cómo ordenes —puso las manos arriba, lejos de cualquier tecla. Ofreciendo la sonrisa más condescendiente de su vida.
