DISCLAIMER :todos los personajes son propiedad de Naoko Takeuchi, solo los tomo prestados.
La historia es enteramente mía, queda prohibido publicarla en cualquier plataforma sin mi consentimiento.
Summary: Tras la sospechosa muerte del Rey Andrew y la llegada del legítimo heredero de Milenio, Serenity Reina viuda tendrá que someterse ante las exigencias del nuevo soberano, al cual le atribuía la escabrosa muerte de su esposo y multiples crímenes.
Endymion había vuelto de la guerra con innumerables cicatrices tanto físicas como mentales. dispuesto a poseer todo lo que le había Sido arrebatado tras su ausencia, incluyendo a la insolente mujer que poseía la corona.
Seis meses habían transcurrido desde la misteriosa muerte de su ahora difunto Rey. Durante cada día que transcurrió tras el desafortunado evento no dejaba de reprocharse el no haber sido la reina que su pueblo merecía, las habladurías no se habían hecho esperar sobre quien seria el futuro Rey de la gran nación de Milenio, las revueltas cada día eran mas frecuentes, así como las propuestas indecorosas de diversas casas exigiendo su mano a cambio de protección y estabilidad para su gente, el peso que cargaba en su menudo cuerpo era mas de lo que era capaz de soportar en esta vida y las que estaban por venir.
Justo ese día se cumplía otro mes de la partida de Andrew, el que sin duda fue su príncipe azul desde que era pequeña, lo idealizo como todas las demás inocentes doncellas que admiraban su belleza, y batían sus pestañas frente a él, era sin duda el prototipo de hombre ideal de cualquier mujer.
—El consejo a convocado su presencia mi señora— comento Molly mientras retocaba su peinado.
—¿Justo ahora? —pregunto con asombro.
—Dicen que es de carácter urgente.
—Al mal tiempo darle prisa—contesto ella haciendo una mueca de desagrado, para caminar hasta la sala del trono.
En el momento en que entro en la estancia tuvo la sensación de que se encontraba en una situación poco alentadora, los ministros mas importantes se encontraban en ella, y su tío Artemis Aino no levanto la mirada al verla, un suspiro salió de sus labios al sentarse en el trono, finalmente lo que tanto había temido se avecinaba sin remedio.
—Esperamos y tuviera un descanso reparador su alteza—dijeron todos al unisonó haciendo una reverencia.
—Gracias por la cortesía, pero me intriga el motivo de esta inesperada reunión, no se me fue informado antes y veo que todos se encuentran aquí en un acto premeditado.
—Es usted muy directa su majestad. —comento el viejo Osaka, sonriendo burlonamente, sin pizca de respeto alguno.
—¿Y bien? —cuestiono con molestia entre lazando sus manos.
—Nuestra nación se encuentra en una penosa y desvalida situación y como usted sabe hemos tenido que lidiar con un montón de trifulcas, así como robos reportados en los pueblos cercanos, el desabasto es una realidad atemorizante para los campesinos que han sufrido pérdidas en estos últimos meses, ellos lo atribuyen a que una mujer se sienta en el trono. —apunto él levantando una ceja.
—Usted conoce perfectamente la situación, no contamos con los mismos elementos en la guardia real, es imposible que el palacio y el pueblo cuenten con los suficientes hombres como para que este seguro, sin añadir que últimamente el numero a incrementado descomunalmente.
—¿A que cree que se debe eso? Es mas que obvio que cada vez menos personas le respetan, aunque usted está sentada ahí para ellos el trono se encuentra vacío, requerimos una figura de poder en ese asiento su majestad, y usted no lo representa.
—¿Están tratando de sugerirme que lo mejor es que abdique? —pregunto con indignación
—Una reina viuda sin heredero alguno no es más que una pieza poco ventajosa de damas chinas su alteza… usted no le brindo a la nación el heredero que con tanta desesperación requería.
Tuvo que cerrar los puños con fuerza, para soportar las ganas que de escupirle en el rostro ante las palabras tan asquerosamente frías que había proferido contra ella, en otro momento podría haberle acusado de injurias a la corona, pero en ese momento sabia que sus palabras no tendrían peso alguno.
—¿Qué pasa si me reusó? pregunto levantando la barbilla retadoramente.
El hombre sonrió como si se lo esperara e inmediatamente miro a los demás ministros.
—¿Se puede considerar usted una reina cuando terminara con su propio pueblo con su altanería? Cualquier seño feudal puede invadir el palacio y quedarse con el trono teniendo en cuenta las condiciones de seguridad en que se encuentra, se tiene que nombrar un rey interino mientras que…
—Déjeme adivinar el maravilloso rey interino es usted mismo. —repuso con evidente desdén.
—Es solamente mientras que encontramos al rey idóneo para la nación su alteza.
—No dejare mi trono a menos de que un Andrew reviva y me ordene abdicar, hasta entonces seguiré siendo su reina—declaro tajantemente, levantándose del trono para caminar con entereza ante las miradas de asombro de los presentes.
Tenia la imperiosa necesidad de practicar tiro al blanco y lo que más deseaba en aquel momento era apuntar en la cabeza de ese hombre insolente, inhalo profundamente para calmarse, pero sus puños seguían fuertemente cerrados a sus costados.
Serenity no estaba segura de lo que iba a suceder. Si bien estaba enterada de las redadas que se avecinaban aún no se sentía preparada para morir o aun peor aún ser la esclava de sus captores.
La sola idea le revolvía el estómago, las veces que había tenido que yacer con su esposo fueron de lo más dolorosas no podía tan solo imaginarse de lo que sería con aquellos hombres.
—Mi señora—dijo Molly tras su espalda que traía consigo una bandeja con té.
—¿Qué noticias me traes Mizuno?-pregunto la reina finalmente.
—Todos han partido sin excepción alguna, escuche sus habladurías, pero no hubo ningún detalle importante solo palabras vulgares dirigidas hacia su persona.
—¿Por ejemplo? -pregunto la rubia, dándole un sorbo a la taza.
—Que su altanería merecía los castigos que le serian impuestos una vez que la fortaleza fuera derivada, que era una mujer estúpida al no darse cuenta del reino desprotegido que poseía.
Serenity bufo al escuchar esas palabras.
—Solo piensan en acabarme, de ser posible ellos mismos me someterían a esos castigos, pero no tienen las suficientes agallas.
—Su alteza…- dijo una voz a sus espaldas- la reina madre se encuentra fuera.
—Pase. -afirmo ella, tratando de tranquilizarse, ante la indeseable visita que recibiría.
—Querida estas más delgada y pálida de lo normal-decía la mujer con tono desdeñoso al observar el demacrado aspecto de la rubia.
—¿Qué la trae por aquí Beryl?-pregunto ella, sentándose.
—Bueno tu aspecto es lógico perder un hijo y un esposo en menos de un año debe ser devastador, y aun mas al saber que perdiste a la criatura que bien pudo haber seguido con el linaje de la casa de Milenio. -repuso la mujer con veneno impreso en cada palabra, ignorando por completo la pregunta de la rubia.
—Si no viene a decirme algo importante le ruego que salga de mis aposentos, no me apetece hablar con usted y mucho menos soportar su deleznable presencia.
—¿Te duro poco la felicidad no es así Serenity? Incluso podría asegurar que fuiste la maldición de mi hijo.
—Estas demente Metalia Andrew cayo de su caballo y perdió la vida en el momento.
—Aun ahora no me explico por que Andrew tuvo que elegirte. Todo el mundo esperaba que tomase a Lita como su reina no como su consorte real.
—Yo tampoco lo esperaba, pero así fue. -contesto la rubia con desconcierto al recordar como nadie se había explicado el que Andrew posara los ojos sobre ella, efectuando su boda con premura.
—Un pequeño ejército se acerca-dijo de pronto la mujer.
—¿No pudiste decirme eso antes de impregnarme de tu veneno? - replico exaltada caminando con rapidez, bajando las escaleras a toda velocidad.
—No servirá de nada Serenity, nuestro ejército se ha debilitado y otros han desertado, diciendo que no tardaríamos en ser derrocados por el norte.
—No entregare tan fácilmente lo que ha sido salvaguardado durante más de un siglo.
—No tenemos elección. este será mi último acto de caridad hacia tu persona hay dos caballos ensillados por los subterráneos, vienes conmigo o mueres como reina de la nada.
—Moriré como la reina de la nada- asumió la joven, caminando fugazmente hasta donde se encontraba su arco y flechas que por tanto tiempo la acompañaron —Reza a los dioses que muera o sea derrocada Beryl, de otro modo me encargare de hacer que pagues tu traición.
—Perfecto. —objeto la mujer, observando como la joven daba ordenes a los pocos guardias que quedaban a su disposición.
—¡Suban el puente! – grito, pero sus requerimientos no fueron atendidos.
Dos hombres se encontraban trepando las murallas para cortar las sogas, así como otra oleada de pasaba a través del reciente puente desplegado.
El estruendo del acero de las espadas chocando fue ensordecedor, al igual que el de los gritos de los hombres que intentaban repeler la presencia de aquellos bandidos que sin duda habían sido los más feroces y precisos, este era el tercer ataque y sin duda el que mejor fue planeado.
Serenity observaba los movimientos tratando de encontrar al líder de aquellas bestias sin escrúpulos, en su búsqueda destino algunas flechas a uno que otro individuo que golpeaba a sus guardias contundentente. todos portaban largas túnicas que tan solo dejaban al descubierto sus ojos, definitivamente no se podía identificar al líder por lo ostentoso de su vestimenta. Observo a todos los hombres haciendo un escrutinio cuidadoso para dar con la mente maestra de aquel ardid.
Un hombre en especial llamo su atención, que con movimientos agiles desarmaba a todo oponente que se atravesaba en su camino, no los mataba sin embargo los dejaba totalmente fuera de la jugada sin mostrar señales de desgaste físico ante los innumerables embates que lograba sortear.
Totalmente segura de que aquel calculador desconocido era el responsable de aquello, Serenity lo observo guiando la flecha de su arco hacia su dirección, sin embargo, la mirada oscura del hombre se volvió hacia ella distrayéndole por completo, la flecha se resbalo de su mano, obteniendo una mirada burlona de su objetivo que sin inmutarse siguió con su travesía.
Cuando finalmente todos los hombres rodearon las murallas, fue consciente de su inminente derrota, pero aun con ello había acertado unas cuantas flechas que le brindaron una enorme satisfacción.
—¿Qué es lo que quieren? - se aventuró a preguntar, tratando de mostrar entereza.
El silencio no se hizo esperar, hasta que él mismo hombre que la observo hace unos cuantos minutos atrás emergió de entre los demás.
—Vengo a reclamar lo que me pertenece Reina…-afirmo él con aquella voz ronca y varonil que le parecía conocida.
—Nada de aquí le pertenece mi lord—aseguro con vehemencia, apuntándole con la precisión que había carecido antes, observando como los arcos de los demás hombres le apuntaban a ella.
—Es ahí en donde se equivoca, vera yo soy el legítimo heredero de Milenio. - comento el hombre tranquilamente, haciendo una seña para que sus hombres bajaran sus armas.
—A menos que usted sea un muerto viviente. tiene quince segundos para retirarse de mis tierras.
—Soy Endimión de Elyson, y por lo tanto todo su territorio, su castillo, las ropas que trae puestas e incluso usted me pertenecen.
—Endimión murió hace años en el campo de batalla, es increíble que ahora recurran a métodos tan bajos como para intentar suplantarlo.
—¡Dispara! —le apremio él desconocido de pronto, aun sin bajarse la capucha que cubría su rostro.
Serenity ya se encontraba apuntándole, y al escuchar aquellas retadoras palabras permitió que la flecha se deslizara de sus dedos, su sorpresa no pudo ser mas grande cuando observo como él hombre con su mano enfundada en un guante detuvo por completo la flecha que iba destinada a su corazón.
—No debió mirar de reojo más de la cuenta su alteza.
Serenity se quedó de piedra al escuchar esas palabras que años atrás habían surtido como motivación para que se concentrara en su objetivo, el arco se deslizo por sus manos cayendo al suelo.
Endimion galopo hasta donde ella se encontraba, para descender del caballo y bajar su capucha ante la inquisitiva mirada de la dama que lo escudriñaba con incredulidad.
—¿Me reconoce su majestad? -pregunto en tono mordaz al notar como ella pasaba la mirada por su rostro deteniéndose en la cicatriz que lo surcaba.
—Tendrá que disculpar mi osadía su alteza. —repuso la joven, recobrando la compostura para hacer una reverencia.
Endimion sonrió al notar el cambio de la mujer, que lo apremio a pasar al que un día fue su hogar.
—¡Aseguren el perímetro! —dio la orden final con voz potente, antes de entrar al castillo.
—Tendrá que disculpar la precariedad de elementos en la guardia real, muchos desertaron ante la muerta de su hermano… dijeron que el reino no Valia mucho en manos de una mujer sin heredero, ya han sucedido varios intentos de tomar el castillo, varias bajas de hombres que defendieron hasta el final el trono.
—No es correcto que sus elementos huyan cuando se encuentra mas desprotegida eso tan solo denota la poca lealtad de su gente.
—Ahora es su gente Majestad. —contrataco ella, guiándole hasta la sala del trono.
—En eso tiene toda la razón reina—repuso, caminando hasta el trono que por derecho le pertenecía.
Serenity lo observo caminar con autoridad, lo conocía gracias a una pintura que se alzaba en el salón principal, pero nunca se habría imaginado que aquel jovencito con mirada encantadora se volvería en aquel espécimen, tan soberbiamente alto y corpulento podría cargar con el peso de la corona sin lugar a dudas.
—¿El rey Mamoru dejo su decreto real antes de morir? —pregunto de pronto al sentarse, observándole con aquella mirada que incluso podría traspasarle.
—No, su alteza murió una noche durmiendo, no fue encontrado ningún decreto real en sus habitaciones.
—¿Quién las inspecciono? —pregunto con desconfianza, escrutando a la dueña de aquellas palabras tan desalentadoras.
—Su también difunto hermano en compañía de tres miembros distinguidos del consejo Real, Osaka, Aino y Rocastelli.
—Interesante.
—¿Necesita algo mas de mi parte su excelencia?
—Por ahora nada, aunque necesito que desaloje la habitación real.
Serenity se sobresaltó al escuchar aquella orden, sin embargo, el moreno se mostro imperturbable ante la mirada de sorpresa que ella le brindo. Aquel hombre reticente se había vuelto en una bestia sin escrúpulos, en su actitud no había ninguna señal que indicara que lamentara la muerte de su hermano o que sintiera tan solo un poco de lastima por su viuda.
—¿Esta tan ansioso de apoderarse de todo? O déjeme adivinar ¿no será que usted ya ha traído consigo a su futura reina? No entiendo el porqué de sus órdenes tan sorpresivas.
—No ocupare esa habitación, no tengo ni una ligera intención de hacerlo de ser posible quedara clausurada hasta mi fallecimiento.
—Es la habitación real ha sido ocupada por todos los soberanos de este reino desde hace más de un siglo ¿está usted tan loco como para romper esa tradición?
Él la miro con burla, y una risa profunda lleno la estancia.
—¿Es que aparento regirme por las normas de la realeza?
Serenity guardo silencio, aun con la mirada en el suelo negándose a enfrentarse a su invasivo escrutinio.
—No tengo intención de seguir normas, o costumbres por obligación si eso fuera así ¿Qué sentido tendría ser rey?
—Naciste siendo un príncipe deberías conocer el valor de las costumbres.
—Naciste siendo una plebeya con alcurnia, pero plebeya, deberías conocer lo valiosa que es la libertad, no seré una marioneta del consejo real, admitiré sus opiniones mas no las antepondré a las mías, así que será mejor que te acostumbres a ello reina.
—Como ordene su majestad. —contesto ella entre dientes, para hacer una leve reverencia y darle la espalda con la intención de salir de allí.
Serenity resistió el impulso de caminar hasta él y gritarle en el rostro ante su arrogancia, al llegar a las escaleras, rodeo directamente hasta llegar a los jardines para tomar aire fresco.
—Mi señora ¿Puedo hacer algo por usted? —pregunto Molly al ver el estado en que se encontraba su aun reina.
—Quiero que averigües todo lo que puedas de Endimión.
—Usted sabe que es un tema prohibido, el rey Mamoru sentenciaba a quien fuera que regara rumores sobre su hijo, así como también el que su madre un día desapareciera del harem.
—Molly el rey Mamoru está muerto, solo quiero tener información sobre el hombre al que me enfrento, no te sucederá nada ahora, también agradecería que llamaras a las demás doncellas tendré que desalojar la habitación.
—Como usted ordene mi señora. —dijo finalmente la doncella para ir directamente por más mujeres que le ayudasen en la tarea.
Camino hasta donde se encontraban las pertenencias de Andrew, el pensar en el le desgastaba por completo así que tomo la prudente decisión de dejar todo lo relacionado a él intacto.
Las doncellas tomaron los baúles con sus prendas para llevarlos a una de la de las habitaciones aledañas, la rubia camino hasta el alhajero para cerciorarse que todas se encontraran ahí, arrugo el entrecejo al darse cuenta que lo mejor sería dejar ahí mismo su antigua alianza, observo con melancolía el suntuoso anillo al que tanto le había costado adaptarse dado su peso, se dispuso a quitársela para depositarla donde se encontraban las demás.
Pasaron veinte minutos hasta que finalmente la habitación había quedado desierta de algún rastro de ella, se disponía a cerrar el ventanal cuando una nueva oleada de hombres se avecinaba al castillo, era evidente que eran parte de las filas que Endimion había traído consigo, pero lo que realmente provoco su asombro fue el ver a Beryl Metalia sujetada fuertemente por uno de los hombres, su cabello se veía desordenado, con un gesto de pura rendición.
Molly se llevo las manos a la boca al ver a la que un día fue su reina en esa denigrante situación, sin embargo, Serenity sonreía de medio lado. No le preocupaba el hecho de ver a Beryl siendo bajada casi a rastras del corcel y mucho menos el cómo cayo de bruces en el suelo. Un hombre intento recogerle, pero por lo que pudo ver Endimion había salido del palacio para ordenar que no le brindasen ayuda alguna.
—¡Es una bestia! —dijo de pronto Molly con indignación.
Serenity guardo silencio ante aquella acusación debatiéndose en preguntar a qué bestia en específico se refería. Si bien Endimion no parecía un solemne caballero e igualmente Beryl distaba mucho de ser considerada humana, en su cuento ella era sin duda la bestia.
Las dos mujeres se quedaron de pie presenciado de lejos la escena.
—Veo que has declinado tu título de reina madre Beryl — decía Endimión caminando hasta donde la derrotada mujer se encontraba.
—Endi, tienes que aprender a todos estos hombres me han tratado como escoria— dijo ella quejándose mientras intentaba levantarse.
—¡Quédate de rodillas! — ordeno él tajantemente— y no vuelvas a llamarme de esa forma, incluso te prohíbo llamarme por mi nombre, soy tu rey.
—End… quiero decir majestad no debería tratarme de este modo yo soy su madre— dijo finalmente entre lloriqueos.
—Usted no es mi madre, mi madre fue una gran mujer cosa que dista mucho de ser la escoria de Beryl Metalia.
—Bastardo—escupió finalmente con desagrado, para limpiar con el dorso de sus manos las falsas lagrimas que derramo segundos antes.
—Veo que ahora me reconoce, sin embargo, este "bastardo" es su rey y usted no es más poco que una traidora asesina.
—No tienes pruebas de lo ultimo —menciono de manera altanera sonriendo abiertamente.
—Pero de su traición sí que tengo ex reina madre, creo que es bastante consciente de lo que le espera al haber traicionado a la corona.
La mujer de cabellos rojizos camino con pasos temblorosos hasta el azabache para intentar desenvainar la espada que el hombre portaba a su costado, Endimion la tomo de las muñecas hasta acercarla a él y susurrarle unas palabras.
—La muerte es mejor castigo que una vida miserable ¿no es así Beryl? Pero yo te quiero tanto viva como desdichada.
Beryl lo miro con rencor, sus ojos casi lanzaban chispas de la furia y presa de sus emociones sabiendo que incluso si no se regodeaba en sus actos seria igualmente castigada se aventuro a contestarle de equivalente forma.
—Ella no merecía el aire que respiraba—confeso a modo de que solamente él comprendiera el significado de sus palabras.
Preso de sus emociones y de la fría declaración Endimion desenvaino su espada.
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N/A: En verdad es increíble la rapidez con la que pasa el tiempo, hace tres meses dije que subiría esta nueva historia y aquí estoy puntual con la mitad elaborada y la otra con fragmentos. Al principio seria un tanto más ligera pero decidí hacer algo más complejo, la historia se sitúa en la edad media, sin embargo no me arraigue a la cultura europea del todo, si existen elementos de ella y serán más que evidentes sin embargo mezclare un sinfín de culturas, esto lo dejo en evidencia desde ahora por que podrán encontrar vestuarios, cosas, costumbres muy diversas que les harán preguntarse en que tiempo o lugar se sitúan y la incongruencia que podrían creer que tiene.
La historia se encuentra ligada a la protección de un mercenario por obvias razones, pero lo mencionare brevemente, Serena y Darien son reencarnaciones de Serenity y Endimion. Perooo no esperen que sus personalidades sean completamente iguales.
Pd: si sé que "Endimion" debería escribirse como Endymion ya que así es la forma correcta según lo estipulado, sin embargo, a mí no me gusta como se ve, así que lo siento mucho mis perfeccionistas.
07/06/2020
