Tranquilidad…

El campo de trigo se balanceaba al ritmo del viento, lenta y armoniosamente. Y por primera vez en mucho tiempo sintió calma. Sonrió para sus adentros. Por primera vez en un largo periodo de tiempo se sentía en calma y se dijo que era una experiencia verdaderamente inigualable. Quería vivir así por siempre, sintiendo esa armonía tan avasallante en su alma. Sin embargo, repentinamente, ante la cálida tarde se cernió una inmensa oscuridad y el recuerdo de aquella noche se hizo tan presente como no lo había sido en mucho tiempo.

─ ¿Puedo ir con ustedes? ─preguntó Lily haciendo un puchero.

Harry sonrió mientras Ginny miraba a la niña con expresión seria.

─ No voy a repetirlo otra vez, Lily.

La señora Weasley se acercó con una sonrisa amplia y se inclinó lo suficiente para que su brazo rodeara a su nieta.

─ Lily, ya te lo han dicho tus padres, este es un evento al cual pueden asistir sólo los adultos.

─ Quiero hacerme adulta para poder ir a esa fiesta.

Ginny resopló.

─ Vamos, Lily, deja de insistir, ¿quieres?

Harry se colocó en una rodilla para hablarle a su hija. Rozó una de sus mejillas y le sonrió.

─ ¿Me traerás un regalo?

─ Por supuesto.

─ ¡Harry! ─Advirtió Ginny─. Vámonos antes de que le prometas tu salario completo.

Ambos se despidieron de los padres de Ginny y de Lily y entraron a la chimenea para viajar al Ministerio.

Era la noche anual de gala benéfica, todos los personajes importantes de la sociedad estarían allí, incluyendo al jefe de aurores, Harry Potter. Ginny, no estaba allí como la acompañante de Harry, ella fue invitada por ser una de las jugadoras más exitosas de Quidditch.

Sonrió a las cámaras cuando fueron fotografiados a su llegada. Harry seguía sin acostumbrarse al público, así que sólo hizo una mueca y saludó con la mano ligeramente antes de alejarse lo más rápido que pudo de la multitud de reporteros.

─ Harry, Ginny, qué bueno que ya están aquí ─saludó Hermione mientras abrazaba a cada uno.

─ Dijiste que si no asistía me asesinarías. ─Le recordó Harry.

─ Si, bueno, no lo dije literalmente.

E iniciaron una charla alegre a la cual se unió Ron quien previamente se había dado una vuelta por el área de buffet, pero eventualmente tuvieron que separarse a causa de las múltiples personalidades del medio político que deseaban entablar conversación con Harry o con Hermione y por los altos empresarios que deseaban mantener contacto con la popular empresaria y jugadora de las Holyhead Harpies.

En el momento en que los discursos de agradecimiento a la comunidad mágica y demás finalizaron, las personas comenzaron a marcharse. Harry y Ginny decidieron que también era hora de retirarse.

─ ¿Podemos aparecernos? ─preguntó Ginny con una sonrisa tranquila.

Harry frunció el ceño, pero aceptó.

La noche era fría, así que no entendía la razón por la que su esposa querría andar por las calles de Londres, pero un hechizo resolvería el problema, así que complacerla era algo sencillo.

─ No te sorprendas, sólo quiero hablarte de algo.

Harry asintió y le sonrió. La tomó de la mano y de esa manera salieron. Caminaron lentamente, era como si Ginny únicamente quisiera pasar el rato con él, lo cual no le incomodaba, así que se acopló a los deseos de la pelirroja. Anduvieron así por Whitehall, la calle no solía ser tan concurrida a esa hora de la noche, pero en aquel día parecía que todos pensaron igual que Harry, la noche era demasiado fría como para andar al aire libre, pues estaba completamente desolada. De pronto, la bruja se detuvo y se giró, Harry hizo lo mismo. Así, quedaron los dos unos frente a otro y se tomaron de las manos.

─ Tengo algo que decirte.

─ ¿Qué es? ─Harry preguntó preocupado.

La pelirroja rio divertida por la reacción.

─ No te preocupes. No se trata de algo malo. Todo lo contrario. ─Tomó una gran bocanada de aire antes de continuar hablando─. Voy a renunciar.

─ ¿Qué? ─exclamó sorprendido.

─ Voy a renunciar, pero no del todo.

─ ¿Por qué?

Ginny volvió a reír.

─ La familia, nuestra familia, en unos meses tendrá un miembro nuevo y decidí que quiero estar más tiempo con mis hijos y contigo, claro, y la única manera es si cambio de empleo, por lo que pensé que podría aceptar la oferta de convertirme en corresponsal de quidditch.

Ella seguía hablando, pero en lo único que Harry podía concentrarse era en «un miembro nuevo».

─ ¿Vamos a tener un bebé?

Ginny soltó sus manos para llevar las propias a su vientre y tocar suavemente mientras asentía con una enorme sonrisa.

─ Técnicamente yo voy a tenerlo, pero sí, es tuyo también.

Harry se abalanzó sobre la pelirroja y la envolvió en un fuerte abrazo. Besó su frente y susurró palabras alegres mientras volvía a abrazarla con fuerza.

─ Vamos, vamos a decírselo a Lily. ─Tomó la mano de la bruja y prácticamente corrió por la calle, sin tomar en cuenta que estaba completamente desolada o que se estaban alejando demasiado.

La risa de Ginny resonó por la calle.

─ ¡Pero en este momento ya debe estar durmiendo!

Harry se detuvo y volteó a verla.

─ Es verdad. Tendremos que esperar hasta maña…

En ese momento su magia brotó como si fuera una energía autónoma que se activó por sí misma al sentir el hechizo acercándose. La realidad era que lo percibió mientras viajaba en su dirección.

─ ¿Estás bien? ─gritó mientras miraba al final de la calle, donde estaban de pie tres magos desconocidos.

Vio de reojo cuando Ginny sacó su varita y la empuñó mientras asentía y daba media vuelta.

─ Se acercan otros cuatro ─anunció la pelirroja.

Prácticamente estaban rodeados, por lo que Harry susurró un hechizo de protección.

─ Mantente cerca de mí, enviaré un patronus a Ron. ─Sintió a Ginny acercarse para quedar espalda con espalda.

Invocó su patronus y susurró un mensaje para su amigo mientras una nueva ola de hechizos impactaba contra su barrera.

─ ¡Necesitamos buscar un refugio, tu barrera no aguantará hasta que acudan los refuerzos! ─exclamó Ginny señalando hacia la entrada del edificio más cercano. No era el lugar ideal, pero Harry admitió que serviría por el momento.

Corrieron hacia allá, la pelirroja lanzando los escudos de protección y Harry contratacando. Poco a poco los siete encapuchados iban acercándose.

─ Potter, creíste que el legado de Lord Voldemort estaba acabado, pero no es así. Y esta noche vamos a enviar un mensaje importante al mundo. ─No supo cuál de todos habló, ni le importaba, lo único que deseaba es que él y Ginny salieran con vida. Después se encargaría de sacarle a los bastardos toda la información posible. Ya que evidentemente eran simpatizantes del jodido Tom Riddle.

La lucha contra los mortífagos estaba muy lejos de finalizar. Cuando murió Voldemort muchos de los mortífagos fueron arrestados, pero otros tantos escaparon y otros tantos se mantuvieron en un perfil bajo, específicamente aquellos a quienes no se les pudo comprobar su participación y no tenían una marca tenebrosa que los relacionara. En algún punto, cuando inició a ejercer como auror, se habían reagrupado. La constante lucha no había ido más allá que uno que otro enfrentamiento en varias partes del país. Hasta que al fin terminaron por arrestar a todos los prófugos y pudieron comprobar la complicidad de muchos otros, fue así como Harry fue nombrado el nuevo jefe de aurores, el retiro de su predecesor significaba el final de una época de violencia y terror. No obstante, al ver a aquellos encapuchados, se daba cuenta de que todos estuvieron equivocados.

Al llegar a su refugio improvisado comenzaron a atacar, pero era demasiado difícil apuntar a un objetivo en específico cuando todos atacaban a la par y les llevaban la ventaja en número.

─ ¿Dónde mierda está Ron? ─Ginny exclamó al empezar a sentirse acorralada. La realidad es que no habían pasado más que unos cuantos minutos, pero la situación hacía que el tiempo se sintiera como una eternidad.

De pronto, una bombarda derribó una de las columnas que les protegían, la pelirroja chasqueó la lengua preocupado, pues cada vez era más difícil mantener la barrera mágica.

Harry no respondió, sólo se limitó a continuar lanzando hechizos, derribó a uno de ellos y sonrió hacia Ginny quien correspondió la sonrisa.

─ Tenemos que salir de aquí ─informó el moreno. Él también se sentía agotado.

La pelirroja lanzó un reducto e hizo volar gran parte del concreto, junto con otro de los atacantes. Luego sonrió, de acuerdo con el plan.

─ Levanta la barrera, yo contratacaré ─dijo Harry. La pelirroja iba a hablar, pero él no se detuvo a escucharla, comenzó a correr y con resignación, Ginny tuvo que lanzar el encantamiento escudo a pesar de que sentía que sus brazos dolían.

Funcionó con un par de maldiciones que viajaron en su dirección, pero no pudieron hacer nada contra la bombarda que los interceptó haciéndolos volar varios metros.

Harry se golpeó la cabeza en el proceso y se llevó las manos al área punzante, mientras trataba de recuperar el equilibrio y ponerse de pie, escuchó la voz de Ginny que le gritaba. Alarmado, se removió sobre el concreto, buscando a Ginny con la mirada, hasta que la vio, se encontraba varios metros alejada, ella le sonrió justo en el momento en que una nueva maldición lo golpeó y al instante sintió que su cuerpo ardía.

Gritó de dolor, retorciéndose, se llevó las manos a la cara, el lugar donde ardía mucho más. Y mientras lidiaba con su dolor, escuchó la voz de Ginny llamándolo, giró la cabeza para mirarla, sin embargo, lo único que logró captar fue una intensa luz verde y luego todo se oscureció.

Harry volvió a gritar y abrió los ojos, miró hacia todos lados, captando a un rubio acercándose rápidamente. Una vez llegó al borde de la cama se sentó a su lado.

─ ¿Estás bien? ─Draco preguntó preocupado. En algún momento de la madrugada se había despertado al sentir reseca la boca. Se levantó a beber un poco de agua y después decidió ir al baño. Como una idea tardía se le ocurrió que sería buena idea ir a preparar el desayuno y acurrucarse junto a Harry mientras se alimentaban. Estaba terminando de armar la charola cuando escuchó un grito, reconociéndolo inmediatamente, subió al tercer piso, no quería que el hombre despertara a Lily.

Evidentemente había tenido una pesadilla, pero no parecía tratarse de cualquier pesadilla, la mirada horrorizada de Potter lo constataba.

─ ¿Harry? ─El rubio llevó sus manos hasta las mejillas del moreno y buscó su mirada, sin embargo, con movimientos firmes y suma facilidad, el moreno lo hizo a un lado y se levantó de la cama. Tomó su bata de dormir y comenzó a colocársela, siempre dándole la espalda al rubio.

Draco sintió una frialdad que de pronto albergó en la habitación, incluso se abrazó a sí mismo y frotó los bíceps. Estaba a punto de preguntar qué había ocurrido, sin embargo, las palabras de Harry se adelantaron.

— Perdón, pero ¿podrías irte?, por favor.

A pesar de estar siendo amable con las palabras, Draco podía sentir el rechazo a través de ellas. Aun así, intentó llegar nuevamente a él.

— Iré a preparar un poco de...

— No quiero nada, por favor, sólo quiero estar solo.

El rubio sintió como si la última palabra apuñalara su corazón. Esto era lo peor que le había ocurrido, nunca imaginó que la primera vez que entregara su corazón le sería arrancado de cuajo.

Asintió de acuerdo y se bajó de la cama con cautela. Tomó su ropa de la manera más rápida y silenciosa que pudo y salió de la habitación. En cuanto estuvo en el pasillo, sintió que algunas lágrimas se instalaban en sus párpados y la garganta le dolió por el nudo que se formó.

Decidido, fue directamente a su habitación y allí lloró por varios minutos, mientras se vestía, preguntándose qué había hecho mal, concluyendo que evidentemente Potter se había dado cuenta de que estar con Draco era un error. Obviamente el hombre quería olvidarse de la noche anterior y tenía sentido, porque nadie querría recordar algo de lo que se arrepentía. Estúpido de sí mismo por haber creído que podían establecer una relación. Más estúpido por haberse enamorado. Y si, ninguno de los dos era completamente culpable de sus decisiones, pero Draco no podía continuar conviviendo con dos personas a las que cada día amaba más, pero jamás podría tener sus corazones y a quienes tarde o temprano tendría que dejar para seguir con su vida.

Con eso en mente, tomó una hoja de pergamino y escribió. Al terminar, comenzó a empacar sus cosas y no esperó a que saliera el sol para mandarlas por red flu al departamento de Pansy.

Cuando terminó vio que eran las siete de la mañana. Faltaban una hora para que Lily se despertara y aunque no quería hacerlo, sabía que tenía que despedirse de ella.

Bajó a la cocina y comenzó a ver qué podía rescatar del desayuno que había realizado una hora antes, luego puso la mesa y se comportó como si se tratara de un día común. Una vez terminó, volvió a mirar el reloj. Eran las siete y media de la mañana, fue a la red flu y se apareció en el Ministerio.

— ¡Malfoy! —exclamó Hermione sorprendida, esta era la primera vez que Draco acudía a ella desde que fue contratado—. ¿Pasó algo? ¿Todos están bien?

Draco asintió.

— Si, no te preocupes Granger, sólo vine... —y sacó un sobre cerrado del bolsillo de su túnica—, a entregar mi carta de renuncia.

— ¿Qué? ¿Por qué? —cuestionó más que sorprendida. Sin duda al ver tan temprano al rubio en su oficina nunca imaginó que ese sería el motivo de su visita.

— Ser niñera nunca fue uno de mis sueños para cumplir en la edad adulta —dijo a manera de broma, aunque la castaña continuaba seria—, acepté el empleo porque nadie me contrataba, pero me han dado un papel en la película que producirá Finnigan y estaré muy ocupado.

Hermione asintió y estiró el brazo para tomar la carta.

— Entiendo.

— Lamento no poder quedarme hasta que consigan un reemplazo, pero debo comenzar de inmediato.

Hermione continuaba asintiendo.

— ¿Qué es lo que dijo Harry...?

— ¡Oh! Potter está de acuerdo. Precisamente hablé anoche con él, no tuvo objeción.
La castaña frunció ligeramente la boca, con clara intención de decir algo más, pero no lo hizo.

— Sólo me falta despedirme de Lily.

— Por supuesto, vamos para allá.

Hermione se apresuró a llegar hasta la chimenea para viajar a Grinmauld Place.

Una vez en el lugar, Draco subió a la habitación de Lily, la ayudó a vestirse y lavarse como todos los días y la llevó al comedor para desayunar. Hermione esperó a que se sentaran en la mesa. Y cuando los otros dos se sentaron, miró el lugar vacío, donde evidentemente debía sentarse Harry.

Draco no quería verlo, dudaba que el mago bajara, después de todo tampoco quería verlo, pero no quería arriesgarse, así que decidió apresurar las cosas.

— No puedo quedarme a desayunar. Debo prepararme para mi nuevo empleo.

Lily giró a verlo intrigada.

— Lily...

Ella negó con la cabeza.

— Está bien, desde que murió mamá nunca me han gustado las despedidas.

Draco sintió que quería llorar, pero aguantó, así que sólo besó la frente de la pequeña y fue directamente a la red flu. En cuanto llegó al departamento de Pansy, cerró la red para Grimmauld Place.

— Así que estás de vuelta —dijo Pansy mientras pasaba por la estancia con una taza de café.

Draco comenzó a llorar (otra vez), se sentía cada vez más estúpido.

— ¡Oh, Cariño! —dijo la pelinegra, caminó hacia él poniendo la taza en la mesita central de camino y cuando estuvo a su lado lo abrazó. Draco se aferró a ella con fuerza, no quería llorar frente a Pansy, mucho menos que ella fuera su apoyo, pero era una de las pocas personas que le quedaban en la vida.


Espero que esta pelea no les haya parecido muy innecesaria, pues a mi parecer todavía hay muchas cosas que tienen que resolver.

Gracias por dejar sus comentarios, saben que me gusta leer sus opiniones.

Nos leemos en el próximo capítulo.