Jack Dawson: Gracias! Me alegro mucho que te haya gustado. ^^ xDD! Que malo eres con Voldie! Si no ha hecho nada malo! (… *cri cri*) XD! Ojalá este capítulo también sea de tu agrado ^^

Amazona Verde: Muchas Gracias! ^^ Intento hacerlo interesante *snif* Y largo como me gustan.. Pero al ser un proyecto personal, al principio no pensaba publicarlo, así que no me preocupaba por la longitud… Es algo precipitado decir que se tomaron cariño, cuando sólo llevan unos días juntos XD! Aunque sí están empezando a notar cosas que antes nunca hubieran esperado encontrar (de Voldie, desde la forma de ver de Harry especialmente.) Mal carácter de Voldie? *Parv frunce el entrecejo* Voldie no tiene mal carácter! ¬¬! Lo que sí… Es algo ambicioso en cuanto a torturas… Uhm… Por ese punto sí habrá bastantes obstáculos XD! Lo de primo Draco fue inspiración del momento. Realmente fue muy divertido imaginarme la situación xD! Espero que te siga agradando el fict y que pronto dejes otro review! Gracias! ^^

Paula_MoonLight: Gracias por el review! Oh, sí, Harry es una perla de información para la Orden Tenebrosa XD! Aunque Voldie no piensa abusar de él en ese sentido. Sólo… usará su inteligencia. La verdad que la situación en la que fue puesto Harry es algo maléfica… Tus amigos o gente inocente. Pero me lo imaginé a él (y a mí) en esas circunstancias, y… Creo que estoy en lo cierto al decir que esa actitud fue la 'correcta' (hablando desde el punto de HP, o sea.) ^^ No sé si es a los que valen la pena, sino más bien a aquellas personas que afectan tu vida y conoces su valor… No es que los inocentes que mueran sean desvalorados, pero para uno tienen mayor peso las personas con las cuales convives. Doble personalidad XD! Hay un trastorno de personalidades múltiples (sino me equivoco, alter egos se llaman las distintas 'personalidades' que viven en ti), ¿te imaginas a Voldie…? XD! No, creo que más bien se trata del lado 'cálido' que fue enterrado al nunca verse correspondido. *Parv agarra un pañuelo y se suena la nariz* Alguien como Tom! Solo! Es una tragedia! T.T! Veremos si Harry puede corresponderle o tendrá que volverlo a enterrar… ^o^ Uhm.. Parece algo OoC, pero bue… Ese es el Voldie de mi mente en este fict ^^ Espero que te guste el rumbo que va tomando el fict. Un abrazo para ti también! ^^

Siward: Gracias! Me alegro que te guste el fict ^^ Aquí otro nuevo cap, que espero no te decepcione. ^^ Besos!

~*~

Título: Dulce Oscuridad

Resumen: Slash H/T. Tras aceptar serle fiel al Dark Lord, a causa de la amenaza a las vidas de sus amigos, la vida de Harry da un brusco vuelco. Deberá sobrellevar la culpa de enamorarse del asesino de sus padres, dejándose dominar por la Oscuridad... Spoilers HP5.

Autora: Parvati

Pareja: Harry/Tom

Rating: PG

Género: .___. Romance/Drama/Dark... Naturalmente Angst... o.O

Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a J.K.Rowling, soy simplemente una admiradora del universo de Harry Potter... Contentos? T.T

Advertencia: Slash (relación homosexual, ok?) Si te ofende, no lo leas. Estás advertid@.

Capítulo IV: Esto no es un juego, bebé Potter

Pasaron rápidamente los días en la fortaleza del Dark Lord. No habían surgido grandes cambios desde aquel día en la sala de estrategias. Harry seguía aferrado a la idea de que la sumisión de su voluntad no se lograría tan fácilmente, y menos si Voldemort quería la totalidad de ésta. No se volvería a descuidar de aquella manera. No iba a ofrecerle su confianza a aquel monstruo, que sólo actuaba para…

¿Y si de verdad no estaba actuando? ¿Y si se había preocupado? Demasiadas cosas le habían ocurrido en menos de cuarenta y ocho horas. La amenaza de asesinar a sus amigos, su ofrecimiento, el imprevisible beso y ahora parecía que el Dark Lord se había encariñado con él.

Aunque debía admitir que hacía algunos días que no veía a su Señor. Según había llegado a escuchar, algunas cosas no habían acontecido como él esperaba. Por eso los repentinos malhumores y los mortífagos que circulaban alterados por el castillo, porque la insuficiencia de sus trabajos poseía graves castigos… E intentaban hacer todo lo que podían para que éstos no fueran necesarios. ¿Pero qué rayos podían hacer?

Igualmente, ese ya era su décimo quinto día en el castillo. Continuaba en la celda, a la cual ya estaba empezando a tomarle aprecio después de tantas horas meditando ahí adentro. Ya no podía hablar con sus amigos (había oído demasiada información que le serviría a Dumbledore y, por supuesto, Voldemort no deseaba que éste se enterase, y por lo tanto… sus amigos tampoco), pero por suerte, sí tenía permitido verlos. Después de que su estrategia del Callejón Diagon fuera revisada por el Dark Lord, el cual le felicitó (no sin antes mostrar un infinito orgullo), "premio a sus servicios" había sacado a Ginny del trance depresivo. 

Ya no desafiaba tanto a Voldemort, si bien tampoco le obedecía alegremente. Era un avance, había dicho el Heredero de Slytherin, que significaba que estaba comenzando a aceptar. Pero para Harry solamente significaba que cada día se preocupaba más por el bienestar de sus amigos. No debía ser lindo para ellos estar encerrados todo el día, y más sabiendo que sus vidas tenían un precio. Y por eso se sentía culpable. Cuanto más rápido el Dark Lord creyera que le era fiel, más rápido sus amigos volverían a Hogwarts.

Sin embargo, su hobby preferido, que antes hubiera sido el Quidditch, ahora se había transformado en molestar e irritar a los mortífagos. Especialmente a Lucius, quien ahora parecía estar haciendo la ley del hielo contra él. A Voldemort no le importaba sinceramente si hablaba o no con los mortífagos o si se llevaban bien, solamente quería armonía a la hora de trabajar. Y armonía obtenía, pues sus vasallos no querían recibir ningún cruciatus y Harry tampoco quería que sus amigos sufrieran ese mismo final.

Esa misma tarde, mientras jugaba con una pelusa entre sus manos, la puerta de su celda se abrió y la poderosa figura del Innombrable le indicó con un gesto que le siguiera. Harry, quien veía que eso era mucho más divertido que estar con la pelusa, obedeció gustoso.

Subieron unos dos o tres pisos en dirección contraria a la cámara de sus amigos (desechó inmediatamente la idea de hacerles una visita cuando empezaron a subir escaleras y no a bajarlas…), tomando algunos atajos intermedios. Consiguieron llegar hasta una puerta con serpientes (de metal, supuso Harry) enroscadas entre sí. Por un minuto pensó que sería decoración, hasta que dedujo que eran en realidad guardias.

- Ábrete. – Murmuró el Dark Lord en pársel. Harry le miró interrogantemente, pero el otro le ignoró.  

Las serpientes cumplieron con el mandato. Al desenrollarse, quedando algunas del lado derecho y otras del izquierdo, la puerta cedió. El Dark Lord le dejó pasar primero y luego le siguió. Harry escuchó como detrás de ellos las puertas volvían a cerrarse.

Un corredor elegante apareció ante sus ojos. Estaba alfombrado lujosamente, de un color rojizo como la sangre (para dar énfasis a la atracción del Señor Tenebroso a la tortura.) En las paredes habían cuadros de personajes históricos de la magia (Salazar Slytherin…) y cosas así.

Recorrieron unos cuantos metros hasta llegar a la primera puerta del pasillo. Voldemort le hizo detener y Harry volvió a repetir su mirada interrogante, que nuevamente no fue tomada en cuenta, ya que el Dark Lord estaba muy ocupado levantando sus dos manos y murmurando unas palabras inaudibles para los oídos de Harry.

La puerta se abrió con un suave quejido pero, a pesar de eso, produjo nerviosismo en el muchacho del cual el Slytherin se burló con una sonrisa. Le empujó sin brusquedad hacia adentro, porque si la decisión dependía de Harry, éste se hubiera quedado en la puerta. Luego se habría arrepentido, pues se hubiera perdido de un regalo de su Señor.

Un dormitorio. Si le quedó alguna duda de que Voldemort estaba orgulloso de su sangre, se evaporó cuando admiró una decoración verde-plateada. La cama para una sola persona, la alfombra, la pintura de las paredes… Los muebles a simple vista daban impresión de ser grandes antigüedades. Harry no supo explicar con palabras qué era lo que sentía. Esa habitación le brindaba una calidez única. Nunca había experimentado esa sensación. Tal vez sí, una vez…

Era como sentirse en casa. 

- Tu habitación. – Anunció Voldemort, satisfecho por el shock que había ocasionado en el Gryffindor. – Ya no merecías estar en esa celda. Como apreciarás, es decoración para un Slytherin, así que te tendrás que acostumbrar. – Sonrió antes de continuar.

- Tiene baño propio. – Señaló una puerta que había en el fondo. – E inmediatamente al lado está mi habitación. – Eso sí que Harry no se lo esperaba. – Aquí no verás ningún mortífago, la entrada está diseñada especialmente para eso. Y como recordé que podías hablar pársel…  

Harry no mostraba signos de querer hablar. Le escuchaba atentamente, sí, pero no se había imaginado obtener tan apresuradamente ese favoritismo. Hubiera jurado tener que pasar aunque sea un mes en la celda. Pero no…

Una mano se apoyó en su hombro, sobresaltándolo. Hermione solía hacer eso cuando le veía deprimido o desanimado, pero la muchacha ya no estaba a su lado para hacer eso. Y no se había esperado que el Dark Lord pudiera hacer ese gesto en ese momento. Nuevamente le había tomado de sorpresa… Diablos.

Al sobresaltarse, se había girado por puro reflejo, quedando frente a frente con Voldemort. Él le miraba estupefacto por su reacción. Su respiración se había agitado ligeramente y sus labios habían quedado ligeramente entreabiertos. La imagen de un Harry Potter que no había pronosticado estaba ante sus ojos, indefenso. Sonrió ampliamente, empezando a acariciar la piel pálida del rostro del joven. Sintió como se estremecía ante su contacto. 

- ¿No te preguntaste por qué ya no te duele la cicatriz, Harry? – Murmuró. Él negó con la cabeza, no encontrando su voz para responder. – Investigué, antes del ataque a Hogwarts, una poción para el cesamiento del dolor, pero no de nuestra conexión. La hice mezclar con tu primera comida aquí. ¿Verdad que se está mejor? – Podía sentir la respiración del muchacho en su rostro. Estaban tentadoramente cerca…

La tentación fue demasiada. Como la última vez, terminó cediendo a sus impulsos. Besó los inhábiles labios del Gryffindor en un ágil movimiento que al muchacho no le dio tiempo a nada. Colocó una de sus manos en la cintura de él y otra en su espalda, atrapando a su presa temblorosa, que quedó sin salida. Éste intentó forcejear, pero para su mala suerte, habían quedado demasiado cerca de la pared, donde fue empujado.

Y como la anterior vez, terminó cediendo por descarte luego de unos cuantos segundos de resistencia. Pero marcando la diferencia con la experiencia de hacía quince días, el beso fue más profundo. El Dark Lord se abrió paso por su boca, explorándola sin impedimentos. Harry sintió como al mismo tiempo su alma se contaminaba ininterrumpidamente, perdía el control de su cuerpo, de su mente… Llegó a dominarse lo suficiente como para no responder.

Cuando Voldemort consideró que no deseaba que el muchacho se ahogara, separó sus labios, sin quitar los ojos de su insegura figura. Harry permanecía con los ojos cerrados, apoyado contra la pared, con la respiración dificultosa. Pocos instantes después, conectaron miradas, donde el Dark Lord pudo leer la debilidad que el muchacho había escondido. Que había pisado, que había sabido manejar para parecer frío y calculador. Pero a pesar de sus deseos, la debilidad continuó allí. Y él la había vuelto a sacar a la luz. Estaba revelando la verdadera imagen del alma de Harry Potter. Inocente y frágil.

- Tom… - Susurró Harry tenuemente.

El nombrado alzó las cejas, atónito de escuchar su auténtico nombre en los labios del niño que vivió por primera vez. Y dicho con tanta dulzura…

- Te enseñaré a amarme, Harry. Y no necesitarás fingir lo que no eres, aquí eres libre de mostrarte sinceramente... No serás el pilar de nadie.

Se dio vuelta y dejó la habitación, dejando al muchacho consternado con sus pensamientos. 

***

Fingir lo que no era. Esas palabras habían sonado tan absurdas en los labios del Dark Lord. Pero tenía razón… Se había esforzado para llegar a cubrir las expectativas de su alrededor. Que pensaran que él podría con toda la carga. Por eso se había vuelto más frío y calculador durante aquel año escolar, no obstante había sido sólo una imagen. Una imagen que nadie se detuvo a mirar dos veces para comprobar su validez. Algo que en cierta forma le indignó. Nadie se preocupaba realmente por él…

Negó con la cabeza, alejando esos pensamientos. Sus amigos siempre habían estado a su lado apoyándolo incondicionalmente, ellos le conocían. Sabían cuánto había sufrido para llegar a ser lo que era. No dejaría que un asesino cambiara sus ideales. No le iba a dar el gusto.

Pero le era tan difícil… Voldemort parecía saber todo lo que pensaba y deseaba. Por más que cerrase su mente constantemente, él parecía entender su mirada en un segundo. Como si siempre se hubieran conocido, como si siempre hubieran convivido. Esa idea le aterrorizaba. No tener armas para vencer esa fuerza. Y no armas refiriéndose a una varita o a una espada, no, sino su propia voluntad. Había tenido que bajar la mirada al suelo por sus amigos. Pero ahora empezaba a dudar que lo hiciera sólo por ellos.

Para distraer su mente, se puso a explorar lo que iba a ser su habitación a partir de ahora. Se dirigió al armario, abriéndolo de par en par. Quedó pasmado al ver la cantidad de ropas elegantes que había allí, a su entera disposición. No tardó en percatarse que la mayoría eran verdes o con tonos plateados… Realmente Voldemort estaba esmerado en representar a su sangre…

Concluyendo que ya era momento de despojarse de la túnica de Hogwarts, tomó algunas ropas al azar y caminó hacia el baño.

Lo examinó con la mirada. Normal. Se detuvo a ver su reflejo en el espejo. Tenía su cabello azabache aún más alborotado de lo normal y sucio. Por un instante pensó que no importaba, pero… Su cuerpo pedía un poco de consideración con la higiene. Pero desconfiaba. ¿Y si Voldemort lo estaba viendo, como en esos programas muggles, por una cámara oculta…? No pudo evitar soltar una carcajada amargada. Estaba siendo paranoico.

Mejor empezar a confiar en la palabra de Voldemort, ¿no?

***

La puerta de la habitación se abrió sin hacer ningún sonido. Pero había escuchado los pasos en el pasillo, así que se había preparado. Tras la puerta, apareció el Innombrable con el rostro indiferente. Hasta que vio a Harry esperándolo pacientemente, sentado en la cama. No quiso contener la sonrisa que se deslizó por sus labios.

Admiró como el cuerpo del joven se adaptaba preciosamente a las nuevas vestimentas. Tenía una blusa verde oscura y pantalones negros normales, que no se veían a causa de la elegante túnica del color de sus ojos esmeralda, que le cubría completamente, salvo los hombros, dejando ver así la blusa. Un cinto con forma de serpiente decoraba su cintura. Todo esto, junto a la palidez natural de su rostro, el brillo esperanzador de sus ojos y la timidez oculta que infundían sus labios hacían de Harry toda una tentación.

- Veo que encontraste tu ropa… Fue hecha esencialmente para ti, Harry. Empezaba a odiar verte con la túnica de Hogwarts… En fin, es hora de cenar. – Recibió una mirada atónita de parte del joven. - No pensarías que ibas a comer solo eternamente, ¿verdad?

- Así lo prefiero. – Replicó el Gryffindor.

- Pero no va a hacer así. Es hora que vayas asumiendo tu papel en el Círculo de las Sombras.

- No seré ningún mortífago a tu servicio.

- ¿No hablamos de eso tu primer día aquí? No serás mortífago, Harry, sería un nivel muy bajo para ti. Serás como mi mano derecha, en realidad… Cuando estés listo te enseñaré la magia más poderosa de todas, para que aprecies íntegramente la oportunidad que te he otorgado al marcarte como mi igual… - Acarició con suavidad la cicatriz de su frente.

- No quiero aprender nada de ti. – Murmuró con desprecio, pero Voldemort no le creyó ni una palabra.

- Ya veremos, Harry… Mejor no hagamos esperar más a mis súbditos, que han estado trabajando arduamente y deben estar cansados. – Dijo con ironía.

Salieron de la habitación sin más palabras y caminaron hasta la puerta con las serpientes de guardia. Voldemort repitió el procedimiento de la entrada, lo que les permitió volver a lo que sería el castillo público. Le condujo por un corredor izquierdo hacia el Comedor.

Allí estaban los mortífagos de pie, conversando entre ellos, aguardando la llegada de su Señor. Al tan solo abrirse la puerta, todos se inclinaron ante él, mostrando su sumisión y admiración hacia el poder que profesaba. Harry observó todo en silencio, sintiendo sobre sí miradas celosas y de bronca. Estuvo a punto de preguntarle en burla a Voldemort si él también tenía que inclinarse, pero se contuvo, emitiendo una sutil sonrisa.

Con un gesto, su acompañante aprobó a los mortífagos, los cuales esperaron a que su Señor se sentara en la cabecera de la mesa para seguirle. Para su desdicha, le obligó a sentarse a su lado, a su derecha. Pensó que iba a perder el apetito cuando se dio cuenta que enfrente de sí estaba la asesina de su padrino, Bellatrix, quien rápidamente le sonrió con insolencia. Bajó la mirada a su plato de comida vacío. No podía verla sin tener los malditos impulsos de agarrar el cuchillo y clavárselo en el pecho. Mentalmente, comenzó a planificar una estrategia para matar a Bella.

- Buenas noches, señores. Espero sepan valorar la presencia de nuestro nuevo aliado, Harry Potter, en esta cena. Podría decirse que este banquete será una especie de bienvenida a él a nuestro bando… - Sonrió en dirección al muchacho, que estaba demasiado entretenido admirando el brillo de su plato como para prestarle atención.

- Tendrán que acostumbrarse a su presencia por el castillo. Está terminantemente prohibido herirlo sin mi consentimiento. Quien se anime a desobedecer estas órdenes, sufrirá las peores de las torturas. Quedando estos puntos en claro, buen provecho para todos.

Terminado el magnífico discurso de Voldemort, los recipientes esparcidos por toda la gran mesa se rellenaron mágicamente de suculenta comida al mismo tiempo que los murmullos recomenzaban. El Señor de las Tinieblas entabló una interesante conversación con Bellatrix, quien de vez en cuando le miraba de reojo. Pero Harry no tenía ánimos para conversar con esas odiosas personas que lo único que hacían o pensaban hacer era torturar a gente inocente. Se sentía incómodo en ese lugar, que estaba determinado a no pertenecer. Nada de ese mundo se comparaba con Hogwarts, su verdadero hogar. Y tampoco le harían cambiar de opinión.

No probó bocado, cosa que no pasó de ser percibida por el Lord, quien le incitaba con la mirada a hacerlo. Pero su estómago estaba cerrado y él estaba de acuerdo. No iba a ingerir nada que esas inmundas personas tocaran. Le daban asco. Hasta se hubiera puesto de pie para retirarse del lugar, sino fuera porque recordó que de eso dependían sus amigos.

- Ahora este es tu hogar, Harry. Tendrás que acostumbrarte… - Murmuró el Dark Lord.

Una cosa era verlos en la sala de estrategias (o en la biblioteca) donde prácticamente no había contacto y otra compartir con ellos el día, o parte importante de éste, como resultaba ser la cena.

- No nos quiere, mi Señor. Piensa que no estamos a su nivel. – Se burló Bellatrix, mirándole con sus imperiosos ojos negros. Voldemort sonrió, inclinándose en su dirección.

- La ambición de todo mortífago es sentarse a mi lado derecho, donde estás tú, Harry. Anhelo que entiendas que el puesto en el que te encuentras es único. Meses llevaba desocupado.

- El orgullo me mata, mi Lord. – Respondió Harry con máximo cinismo. Bellatrix frunció el entrecejo, ante el abierto desafío que emanaba el joven.

- Esto no es un juego, bebé Potter. No te conviene tratar de esa forma al… - El Dark Lord detuvo el discurso de la mortífaga con un gesto de su mano.

- Déjale, Bella, terminará aprendiendo que no gana nada con esa actitud. – Ella asintió. - ¿Bebé Potter? – Preguntó, curioso. 

- Oh, sí. – Rió Bella. - ¿Verdad que es un lindo sobrenombre?

- Muy cariñoso, diría yo. – Opinó el Lord. – Me agrada que se traten con tanta amistad… - Sarcasmo.

Pero ese comentario prendió una idea en la mente del joven de Gryffindor. Justamente lo que necesitaba… Venganza.