DIGITAL TITANOMACHY
Episodio 4: Un lugar seguro.
-¿Ya llegamos?
-Nop.
Habían pasado horas y horas, o quizás solo minutos, no podía saberlo con certeza, porque su mente todavía estaba intentando acostumbrarse a todo lo que acababa de suceder. Pero de todos modos, a pesar de lo bizarro que seguía siendo la situación entera, ahora mismo no le interesaba seguir pensando en ella. Le dolían las piernas de tanto caminar, y el dolor de cabeza era insoportable. Además del sol, no era muy fanático de salir de día, por lo que no estaba demasiado acostumbrado a recibir rayos solares durante tanto rato, incluso si no era del mismo sol.
-¿Ya llegamos?
-Todavía no.
Estaba cansado y lo siguiente, pero esto había sido culpa suya, básicamente. Apenas lograron salvar a Leomon, los otros cuatro Digimon no hicieron más que agradecerle por casi 20 minutos hasta que finalmente decidieron que debían moverse.
"¿Adónde vamos?" Había preguntado Nikolai en ese momento.
"A un lugar seguro." Fue lo que el Digimon conocido como "Guilmon" le contestó.
Todavía no se adaptaba por completo a esta situación, y de veras que no estaba seguro de querer meterse en una guerra entre criaturas salidas de películas de ciencia ficción con tremendos poderes, pero ya había pasado por todo esto y no podía solo dar marcha atrás. Además, no tenía muchas otras opciones más que vagar solo por ahí otra vez, y dudaba que eso saliera bien para él. Pero de todos modos, debía haber otra salida que morir en una batalla que ni siquiera era suya.
Los cuatro Digimon se ofrecieron en cargarlo, pues como ellos advirtieron, "estaba bastante lejos", pero él insistió en caminar por su cuenta, porque era "lo menos que podía hacer", luego de ser básicamente un lastre durante la mayor parte de la pelea, siendo el responsable de que sus protectores recibieran heridas terribles por tan solo cubrirlo a él. Claramente, ahora se arrepentía. No había hecho nada en comparación a los Digimon, pero de todos modos, el aparato que consiguió por arte de magia estaba de alguna forma ligado con él y al usarlo de más, le arrebataba al joven algo de su energía, tal como leyó en las instrucciones, así que él también estaba cansado cuando comenzó el viaje, y ahora estaba exhausto.
Y en lugar de turnarse para cargarlo, Nikolai dejó a los cuatro Digimon descansar dentro del espacio digital dentro de su DigiVice, el cual podía cargar y descargar datos de Digimon para almacenarlos y extraerlos, restaurando datos y energía, pero también sacrificando la suya propia para funcionar.
Y ahora, al no tener ni el humano un gramo de energía, los cinco Digimon dentro del DigiVice no se curaban ni recuperaban fuerzas, pero tampoco empeoraban. Esto era especialmente importante, sobre todo por el caso de Leomon. Era una suerte que pudieran salvarlo a tiempo, aunque estaba inconsciente y en su estado actual, no parecía que fuera a despertar pronto.
-¿Ya llegamos?
-No. No importa cuántas veces lo preguntes, no estamos ni cerca.
-Al demonio, no puedo más… -Nikolai suspiró profundamente antes de dejarse caer sobre un tronco caído a tomar un largo respiro que disfrutó como nunca. Definitivamente se sentía que pasó horas caminando. El bosque parecía bastante calmado, aunque le preocupaba debido a su última experiencia en uno. Igualmente, necesitaba descansar. -¿En serio… ustedes hacen estas caminatas cada que quieren salir a pasear?
-No íbamos a "salir a pasear". Estábamos consiguiendo recursos. –Contestó la voz de V-mon a través del DigiVice.
-¿Ah, sí? ¿Qué cosa? ¿Armas?
-Comida, humano. Comida.
-¿Hay comida en el mundo humano, verdad?
-¿Hay comida en ESTE mundo?
-¿Por qué te sorprendes?
-No lo sé, pensé que las cosas funcionarían de manera diferente aquí. Digo, la sangre con cuadraditos transparentes. ¿Y cómo es la comida? ¿Hamburguesas, o algo?
-Digibytes.
-¿Hamburguesas? ¿Qué se supone que es eso?
-¿Qué se supone que es un Digibyte?
-Podríamos darte a probar, pero…
-Perdimos el cargamento entero durante la pelea de recién…
-Oh. Entonces, ¿no tienen nada para comer, de vuelta en casa?
-Lo dudo. Esos mocosos glotones ya deben haber devorado todo.
-Y si no, Chamelemon seguro que ya…
-Espera, espera, ¿hay más de ustedes?
-Sí, claro. Qué, ¿pensaste que la Resistencia Dorada sólo consistía en cinco miembros?
-¡Genial! ¿Cuántos son en realidad?
-… 14.
-Oh… -Soltó Nikolai, decepcionándose al instante. -¿Contándonos a ustedes cinco?
-Yep.
-¿Por lo menos son tan fuertes como Leomon?
-Nop.
-Ni soñando.
-Por supuesto que no.
-¿Y cómo diablos piensan en ganar una guerra si ni siquiera tienen un ejército con soldados competentes?
-Solíamos tener un ejército… -Contestó Agumon, y Nikolai se quedó callado. –Nos criamos en él. Éramos todos como una gran familia. Éramos cientos, éramos fuertes, teníamos entre nuestras filas a los mejores guerreros que podrían existir en el Mundo Digital, la Legión Negra nos temía…
-¿Y qué sucedió?
-Uno de los nuestros… nos traicionó. –No hacía falta preguntar para saber a quién se referían. –Les dio a la Legión Negra información, operaciones y la localización de nuestra fortaleza.
-Nos atacaron con todo, sin piedad. No dejaron nada de nuestra fortaleza, nuestro hogar. Casi nadie logró sobrevivir a esa emboscada. Somos todo lo que queda.
-Perdimos a muchísimos compañeros ese día, y sinceramente, puedo decir con seguridad de que ninguno de nosotros se ha recuperado de esa pérdida, pero tenemos que seguir avanzando. Incluso si parece que no tenemos ninguna oportunidad, si nos rendimos, les estaremos dando la victoria a ellos. Todos nuestros hermanos habrían muerto para nada…
-Y eso es algo que ninguno de nosotros va a permitir, jamás. Aunque seamos solo catorce-
Nikolai se quedó en silencio en su sitio, pensando en muchas cosas con solo la pequeña parte de la historia que había escuchado. Muchas cosas. En las pesimistas posibilidades, precisamente, pero entonces, por una vez, miró fijamente en la pantalla del DigiVice, y vio las caras de los cuatro Digimon que habitaban dentro, como pequeñas figuritas pixeladas. Vio su inmensa tristeza, su dolor, pero también vio su determinación, su inquebrantable determinación. Y no pudo evitar en verse reflejado en ellos. Así que decidió tal como cuando decidió salir de su escondite a dar la cara por esas criaturas. Decidió ser impulsivo.
-¿Sabes qué? A la mierda. –Nikolai se puso de pie, y siguió andando. –No tenía otra razón para vivir además de hundirle la existencia a mi viejo, pero ayudar a libertar un mundo nuevo y mágico de un montón de imperialistas y conquistadores parece un destino mucho más interesante. Ustedes ya me salvaron la vida una vez, si debo arriesgarla de nuevo para devolverles el favor, acá me tienen. Es solo que tienen muchas cosas que explicarme, ¿de acuerdo?
-Tenemos todo el tiempo del mundo. Pregunta lo que desees.
-Sí, y hablando del tiempo, por favor díganme que la lluvia en este lugar es inofensiva. –Suplicó Nikolai, distrayéndose al instante para apreciar con disgusto los pesados nubarrones que poco a poco oscurecían la tierra.
-Claro que lo es. A veces.
-¿Cómo que a veces?
-A veces es un poco ácida, nada de lo qué preocuparse.
-Les recuerdo que soy humano, ustedes cerebros de reptil.
-Oh, sí. Eso puede ser un problema.
-Los humanos son muy frágiles, ¿verdad?
-Juro que si muero, voy a llevarlos a todos conmigo.
Y así, el joven fue perdiéndose entre la fauna del silencioso bosque, mientras unos pesados nubarrones iban acercándose en el horizonte…
Trayendo algo más que solo tormenta.
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0
-Yyyyy aquí lleva el rastro jefe. –Pocos kilómetros lejos de ahí, un grupo de peligrosas criaturas se encontraba justo en la entrada de la profunda sabana, con la lluvia cayendo con fuerza sobre sus cabezas. Un tenebroso y enorme zorro con una larga mandíbula llena de colmillos volteó hacia NeoDevimon, quien parecía complacido. –Pero no podré seguir su rastro dentro de éste bosque con la lluvia.
-¿Qué se supone que vamos a hacer entonces? ¿Adivinar dónde está esa bolsa de carne? –Respondió uno de los Gazimon con sorna a Fangmon, quien le miró con cara de muy pocos amigos.
-Esto es una pérdida de tiempo. Mientras más minutos pasan, el humano se aleja más y más de aquí. Tenemos que… -Decía el otro, hasta que NeoDevimon movió su largo brazo y al momento un árbol cercano fue hecho pedazos como si nada. El estruendo hizo que los caninos se mordieran la lengua, mientras que el Fangmon frunció el ceño.
-Silencio, ustedes dos. –Dijo con peculiar seriedad, antes de cerrar los ojos y respirar profundamente. –Fangmon, se supone que eres uno de nuestros mejores rastreadores.
-Lo siento, jefe, pero la lluvia hace que se pierda el rastro y…
-Ya, ya. No importa. Tendremos que peinar todo el bosque.
-¿Qué?
-¿Todo?
-Sí, todo. –Contestó NeoDevimon, lanzándole una mirada matadora a ambos Gazimon, mientras que los DemiDevimon y Raremon se mantenían silenciosos. –Quejarse solo demuestra lo estorbosos que están siendo en esta misión, retrasándome en el proceso. Se supone que su especie fue diseñada para rastrear, así que rastreen. No tengo ni idea de por qué ustedes dos siguen conscientes. Serían mucho más útiles como datos sin consciencia.
Los dos caninos tragaron en seco, mientras que NeoDevimon respiraba nuevamente con profundidad para calmar su temperamento.
-Está bien, somos rápidos y tenemos ventaja aérea. Incluso si uno de los lacayos de Leomon lo está transportando, no podrá ocultarse de nosotros por siempre. Apenas uno de ustedes tres sienta un olor rato, activen sus radares y estaré ahí al instante. Ni se les ocurra tocar al humano, pero pueden divertirse como quieran con sus peones Digimon, ¿entendido?
-Fuerte y claro.
-Como ordene, jefe.
-A sus órdenes.
-Pues bien, mis "leales" seguidores… -NeoDevimon hizo sus ojos brillar, mientras su campo de visión se multiplicaba sorprendentemente y lograba ver hasta los rincones más remotos de la jungla. –Que inicie la caza.
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0
La lluvia se había desatado con toda su furia, tal y como Nikolai había predicho. El joven, con una mirada fastidiada, se encontraba dentro de una pequeña cueva que sus compañeros le ayudaron a encontrar. Miraba a la nada sin expresión alguna, solo esperando a que la tormenta pasase para seguir avanzando. No planeaba pescar un resfriado en un lugar como ese.
-¿Te sientes bien? –Le preguntó Agumon con curiosidad desde dentro del DigiVice, cuya energía no se había cargado casi nada. –Te ves molesto.
-Quizás todavía estoy mentalizándome de estar parado aquí, en una cueva fría, atrapado en la lluvia, en un mundo que no conozco y a punto de entrar en una guerra con mínimas oportunidades de victoria.
-Oh… -Soltó Agumon en respuesta, y su tono desenmascaró que la respuesta de Nikolai lo afectó un poco. El joven de inmediato se sintió un poco culpable.
-Hey, se supone que es tu destino o algo así ayudarnos a ganar esta guerra, no te quejes. Todo va a salir bien.
-¿Cómo demonios se supone que todo va a salir bien? Según me contaron, estamos en el peor escenario posible, y yo no pedí nada de esto. Nadie pediría esto.
-Pues muy mal, porque ya estás aquí. –Contestó Guilmon, aparentemente enfadándose. –Y como dijo V-mon, no debes preocuparte. En las leyendas, los humanos siempre son vencedores ante la maldad, y ninguno de ellos murió en el proceso.
-¿Así que insinúas que por eso yo puedo evitar mágicamente la muerte las veces que quiera?
-No exactamente, pero…
-No. No es así. No lo entienden, yo no soy un héroe. Nunca fui uno. Hasta hoy, jamás peleé por alguien que no fuera otro humano. No soy como esos humanos legendarios o como se llamen. Soy solo un imbécil con mucha mala suerte. Y quiero volver a casa…
-Entonces, ¿por qué prometiste ayudarnos? –Le contestó Guilmon, y por su voz temblorosa, ya podía adivinar que estaba muy enfadado. –Acabas de prometerlo. Todo lo que dijiste hace rato, lo que dijiste en la batalla, ¿fue mentira? ¿Vas a huir, y nos dejarás a nuestra merced, eh? ¡¿Vas a ser un maldito cobarde como todos los demás?!
La lluvia pareció resonar con más fuerza cuando Guilmon se calló. Nikolai se mantuvo mirando la nada, serio, e hizo una mueca molesta antes de cerrar los ojos y respirar profundamente varias veces.
-No, es solo que… -Nikolai miró la pantalla de su aparato, y sonrió sarcásticamente. –Aunque quisiera irme, no tengo lugar adonde ir en mi mundo tampoco. –Todos en el aparato se quedaron en silencio. –Créanlo o no, esta situación… me gusta más que lo que tenía que aguantar en la tierra. Es solo que… tengo que acostumbrarme. Es todo.
Nuevamente, todos se quedaron en silencio. Guilmon bajó la cabeza, bufando, aunque internamente sintiéndose culpable, mientras que Agumon y V-mon intercambiaban miradas y Dorumon volteaba a ver de reojo a Leomon, quien seguía inconsciente y semi-desintegrado. Pero Nikolai no notó ninguno de estos gestos, porque de nuevo, solamente miraba la lluvia, sintiéndose…
¿Triste?
¿Melancólico?
No, era algo más. Una especie de vacío, pero no vacío de tristeza. Uno más ameno, pero no por eso menos chocante. Como sentir que no tienes ningún lugar adonde ir, o que estás contra la espada y la pared. O que seguramente, morirás y nadie se dará cuenta. A nadie le importará.
-No quiero estar aquí…
-Ya entendimos, no te gusta nuestro mundo. A nosotros tampoco nos gusta ahora mismo pero…
-No, me refiero, no me gusta esta cueva. –Le corrigió Nikolai, mirando el techo rocoso y húmedo de la pequeña caverna. Se puso de pie. –Salgamos de aquí.
Los Digimon dentro del DigiVice intercambiaron miradas, como preguntándose si debían hacer algo para detenerlo, pero Nikolai ya se había puesto de pie y se había lanzado a la lluvia sin pensárselo dos veces. Tranquilizadoramente, no era del tipo que te quema la piel.
-¿Por dónde era? –Preguntó el joven, sin intentar sonreír.
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0
"¿Cuál es tu más grande sueño?"
"¿Sueño? Yo no tengo sueños, señor."
NeoDevimon volaba por encima de las copas de los árboles, mirándolo todo con sus seis ojos rojos, y volviendo a mirar para estar seguro. No debía dejar rastro, huella sin localizar, cualquier pista que pudiera guiarlo hacia el humano, pero Fangmon tenía razón, la lluvia eliminaba cualquier rastro, y eso comenzaba a irritarlo.
"Oh, claro. Entonces, ¿cuál es tu mayor deseo?"
"¿Deseo?"
Que mal que no tenía la habilidad de afectar el clima, pero tenía muchas otras habilidades mucho más útiles para ser una pieza clave de la cual no podían deshacerse tan fácilmente. Quizás por eso Skullsatamon le tenía tanta estima. O quizás sea porque el viejo esqueleto lo crio desde que era un Digitama. Podría ser cualquier cosa, honestamente.
"Sí, algo que quieras, algo que anheles. Cualquier cosa que quieras, puedo dártela. Solo tienes que pedirlo."
"Entiendo. Entonces… deseo…"
NeoDevimon se detuvo ante una cueva solitaria en medio de la nada, y se la quedó mirando fijamente por unos instantes. Estaba vacía, pero eso no interesaba. Descendió rápidamente, y miró adentro, en el suelo.
Huellas.
Huellas que la lluvia no podía esconder. Se permitió sonreír bajo su siniestra máscara.
"Poder."
"Bien, voy a dártelo…"
NeoDevimon nuevamente miró con sus seis ojos hacia el bosque, viendo más allá de lo que cualquiera podría ver, pero no encontró ningún rastro que seguir. No importaba, estaba en la dirección correcta.
"… Pero tendrás que ganártelo."
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0
-Finalmente… la lluvia se detuvo. –Murmuró Nikolai, quien se paró debajo la sombra de un árbol con una enorme hoja sobre su cabeza a modo de paraguas. –Es una buena noticia, para variar.
-Venga, no seas tan pesimista. Estamos cerca. –Le avisó V-mon.
-¿En serio?
-Sep, ¿emocionado?
-¿Lo dudas? ¡He caminado por horas!
-No es nuestra culpa de seas tan lento… -Gruñó Guilmon, y Dorumon le dio un codazo en respuesta.
-Vale, vale. Sigues enojado conmigo, lo capto, y me da igual. Ustedes tres todavía pueden guiarme sin él, ¿no?
-Hey, ¿quién te crees que eres para descartarme como si nada? ¡No olvides quién te salvó el trasero ahí atrás! –Gruñó el Digimon rojo, y la expresión de Nikolai al instante se volvió disgustada.
-Una cosa que tienes que saber sobre mí, Goilmon. –Nikolai ensombreció de golpe su mirada y sus ojos parecieron brillar en la sombra de su hojita. –Odio que me echen en la cara los favores.
-Mi nombre es Guilmon.
-Me da igual. Además, estarías muerto si no hubiese dado parte de mi ENERGÍA VITAL para convertirlos en peleadores de verdad a ustedes cuatro, así que mejor cállate. Estamos a mano, y no nos debemos nada.
-¡¿Peleadores de verdad?! ¡Ya somos peleadores de verdad!
-Comparados con ese tipo Lowemon, para nada. Ahora, ¿izquierda o derecha?
-Púdrete, maldito saco de carne. –Un enojado Guilmon se alejó pataleando de la enorme ventana que era la pantalla del DigiVice dentro del mismo, perdiéndose en el enorme vacío digital rojizo alrededor. El resto lo observó algo preocupados.
-Eso no fue muy amable de tu parte. –Mencionó Agumon, a lo que Nikolai resopló.
-¿Quieren que salve sus traseros? Pues no me lleven la contraria. Ahora, díganme de una maldita vez: ¿izquierda o derecha?
Nuevamente, los Digimon intercambiaron miradas con preocupación. Dorumon bajó la suya con algo de decepción.
-Derecha.
-Gracias, Dios.
Nikolai siguió avanzando a su propio paso, con una muy mala cara y arrugando mucho el ceño, maldiciendo cada que se tropezaba o una rama le golpeaba en la cara. Los Digimon dentro de su DigiVice, salvo Guilmon y Leomon por obvias razones, se reagruparon en un pequeño círculo para discutir algunas… cosas.
-¿Se supone que debemos respetar a este imbécil? Porque me está comenzando a dar muy mala impresión.
-Es culpa de Guilmon por hacerlo enfadar. Es cierto que le debemos nuestras vidas, no tiene por qué tratarnos bien. Después de todo, ni siquiera quiere estar aquí.
-Pero eso no le da el derecho de desquitarse con nosotros. No somos sus sirvientes, se supone que ahora somos compañeros.
-Las leyendas… -Interrumpió Dorumon, pensativo. –Dicen que los Digimon deben seguir la voluntad de los humanos, sin importar qué. Incluso si un humano se descarría, el Digimon que lo acompaña debe seguir siendo fiel a él, sin importar qué. El humano, tarde o temprano, se dará cuenta de su error, y rectificará su comportamiento. Hasta entonces, debemos mostrarle nuestra lealtad.
-Como que ya no me gusta esa maldita profecía.
-Pero… él es nuestra única oportunidad de volver a ser algo. –Dijo Agumon, bajando la mirada. –Sin el resto de la Resistencia, apenas y podemos hacer algo para detener a la Legión Negra. No somos rivales para nadie, no podemos desbaratar ninguno de sus planes, somos inútiles. Queramos o no, nuestra única salida, es él.
Los tres Digimon intercambiaron miradas por unos instantes, serios. V-mon bajó la mirada, luciendo frustrado.
-Y vaya que no lo quiero.
-Puedo escuchar todo lo que dicen, ¿sabían? –La voz de Nikolai resonó dentro de la zona digital. Los tres se petrificaron al instante.
El torrencial había terminado, y había dado lugar a solo un clima nubloso sin ni una gota cayendo. Nikolai ahora usaba la hoja con la que se cubrió parcialmente de la lluvia para darse aire, mientras que con una mirada de muy malas pulgas, seguía en movimiento pese a lo que acababa de oír.
-¡Lo… lo siento! ¡Lo siento mucho! ¡No debimos hablar de ti a tus espaldas!
-Está bien, Agumon, lo entiendo ahora. –Contestó Nikolai, pero la frialdad en su voz no daba ninguna señal de tranquilidad.
-¿A qué te refieres? –Murmuró Dorumon con un mal presentimiento al igual que sus dos compañeros, mientras que Guilmon comenzaba a acercarse lentamente con afán de disculparse, hasta que escuchó lo que Nikolai estaba a punto de decir.
-Lo último que quiero, es que alguien esté conmigo por obligación. Ya he tenido suficiente de esa mierda yo mismo. –Nikolai saltó de un tronco caído a otro, y sonrió fríamente. –Así que no voy a obligarlos a permanecer conmigo.
-¿Qué?
-Hay otros humanos aquí, ¿verdad? Otros que llegaron antes que yo, que también están luchando contra la Legión Negra. –Dedujo el joven, y los Digimon en su DigiVice se quedaron callados. –Los estaban buscando, ¿cierto? A cualquiera de ellos, para unírseles y juntos derrotar a la Legión. Si son quienes creo que son, son un total de ocho, y eso significa… -Nikolai se detuvo, y miró el aparato rojo fijamente. –Que no me necesitan a mí específicamente.
-¿Qué estás diciendo?
-Voy a encontrar a cualquier otro humano que esté vagando por ahí y voy a darle esta porquería con ustedes adentro. –Respondió Nikolai, dándole unos golpecitos al artefacto. –Luego de eso, averiguaré cómo carajos regreso a la Tierra…
-Pero dijiste… que allá no tenías un hogar.
La sonrisa de Nikolai se ablandó un poco.
-Es mejor que ser un lastre en este lugar. No tengo madera de líder, no puedo "guiarlos hacia la victoria", ni siquiera puedo llevarme bien con ustedes. A veces, hay que reconocer cuando no estás hecho para algo…
-Así que, después de todo, sí vas a ser un cobarde. –Nikolai reconoció la voz de Guilmon, y se quedó quieto nuevamente. -¿Sabes qué? Nos da igual. Encuentra a otro humano y nos iremos con él sin pensarlo dos veces. Quien sea que sea, seguramente será mejor compañero que tú…
Nikolai arrugó su semblante y miró de reojo el DigiVice atado en su cinturón. Bufó, pero decidió no decir nada y seguir andando.
-Esa es la idea.
Nuevamente, silencio. Guilmon se sentó en el suelo digital con una mirada molesta, V-mon se cruzó de brazos y desvió la suya mientras que Agumon jugaba con sus dedos nerviosamente y Dorumon se pasaba la mano por la cara, sin hacer qué decir o hacer.
Volteó su mirada automáticamente hacia Leomon, deseando que despertara, porque él siempre sabía qué decir para arreglarlo todo, para darles fuerzas de seguir luchando, y no dejarse vencer por las malas emociones. Como ahora.
-Oye, Nikolai. –Dorumon reaccionó cuando Agumon abrió la boca.
-¿Y ahora qué sucede?
-Ya llegamos.
Nikolai se quedó quieto, mirando alrededor. No había más que bosque y más bosque, por lo cual se confundió y comenzó a avanzar con precaución.
-¿Adónde se supone que…? –Y entonces, dio un paso en falso, y pisó una muy obvia trampa. Una cuerda se cerró sobre su tobillo y antes de que lo supiera lo elevó dos metros sobre el suelo, dejándolo colgado.
-¡¿QUÉ MIERDA SE SUPONE QUE ES ESTO?!
-¡Nikolai, cálmate!
-¡¿CÓMO COÑO ESPERAS QUE ME CALME?! ¡¿ACASO USTEDES MALDITAS RATAS ME LLEVARON DIRECTO A UNA EM…?!
-¡EMBOSCADA! –Escuchó el joven, pero se quedó quieto al notar que esas voces no parecían venir de monstruos aterradores que se acercaban para devorarlo ni nada por el estilo. Eran voces de niños.
-¿Eh? –Soltó Nikolai con perplejidad, al dejarse girar por la cuerda y ver ante él a cinco pequeñas criaturas saltando de emoción alrededor de él (su presa).
-¡Emboscada exitosa! ¡Emboscada exitosa! –Bramaban dos de ellos que parecían muy similares, uno blanco y otro marrón.
-¡La presa está fresca! –Anunció otro pequeñín, un gato sin patas con un cargo metálico con dos pinchos.
-¡Y su carne es suave! –Añadió una especie de erizo gris con algunas pocas púas amarillas, saltando sobre la cara de Nikolai, y de paso clavándole algunas agujas. -¡Lista para ir al horno!
-¡Bien hecho, soldados! ¡Nadie pasará hambre esta noche!
-¡WOOOOHOOOOOO! –Gritaron al unísono los cinco Digimon bebés, victoriosos, aunque el quinto, un curioso ratón metálico, se limitó a hacer sonidos adorables y a lanzar chispitas de su antena.
-No tengo idea de quiénes mierda son, pero más vale que me suelten ahora, o voy a hacerme abrigos con todas sus pieles…
-Hey, lenguaje enfrente de los niños. Qué irrespetuosos son los humanos. –Le contestó V-mon, y al escuchar su voz, todos los Digimon pequeños se quedaron quietos.
-¿Qué? ¿Acaso los conocen?
-Son… el resto del equipo. –Nikolai sintió cómo el mundo se le caía a pedazos apenas escuchó eso, y más cuando los cinco pequeños le arremetieron encima.
-Debe ser una broma. –Susurró el adolescente, pero reaccionó cuando los pequeños que lo golpeaban débilmente lograron arrebatarle del cinturón el DigiVice. -¡HEY! ¡Mocosos, suelten eso!
-¿V-mon, Dorumon? ¿Están ahí?
-¿Qué es esta caja fea? ¿Acaso atrapó sus almas? ¡No se preocupen! –Una de las criaturitas, el erizo, usó sus orejas como extremidades para agarrar un palo y estaba listo para caerle a porrazos al DigiVice. -¡Los liberaremos!
-¡No, no, no, no, no! –Gritaron los cuatro Digimon dentro, sorprendiendo a los pequeños. –Estamos bien. Esta caja nos está sanando, a nosotros cuatro y a Leomon.
-¿Leomon también está ahí?
-¿Está bien? Jijimon dijo que tenía un mal presentimiento y que algo malo le iba a pasar…
-¡Jajaja! ¿Cuándo aprenderán a dejar de hacerle caso a ese viejo loco? Claaaaaro que Leomon está bien… -Contestó V-mon con claro nerviosismo en su voz.
-¡¿Podemos hablar con él?! –Preguntaron los cuatro niños que podían hablar al unísono, pegándose mucho a la pantalla. El ratoncito metálico se les unió.
-Ahora misto él esta…
-¡Durmiendo! Durmiendo, eso es. –Guilmon intervino. Nikolai se percató de que ninguno de ellos sabía mentir. -Nada de qué preocuparse, ahora, ¿podrían liberar a Nikolei, por favor?
-Es Nikolai.
-Me da igual.
-¿Qué es un Nikolei? –Preguntó inocentemente uno de los niños, y Guilmon se golpeó la frente con la pata.
-El humano, niños.
-¿Qué es un humano?
-No lo sé, pero creo que oí a Jijimon hablando de uno alguna vez…
-Yo también. ¡Quizás era un guerrero muy poderoso! ¡Enviado con nosotros para salvar el mundo! Era eso, ¿no?
-O quizás es un monstruo malvado, que gana las confianzas de sus enemigos y luego los abandona a su suerte.
-O quizás ambos, un héroe destinado a salvar el mundo que abandona su misión por cobardía y deja a todos los que creen en él a su suerte y sin esperanza…
-¿Por qué demonios creen que un humano es algo así…?
-Eso es bastante específico.
-Creo que debemos cuidar más qué decimos enfrente de los niños.
-¡Okey, okey, ya entendí! Ahora, ¿pueden liberarme?
-Cállate, horrenda criatura. Estamos discutiendo cómo debería ser un humano.
-¡Yo sigo diciendo que es un héroe!
-¡No! Es un monstruo cruel y sin corazón.
-Me gusta la teoría de la traición.
-¡Miren ustedes, mocosos de…! –Nikolai discrepó, pero se mordió la lengua ante las auras enojadas que salieron del DigiVice. -¡Yo soy un humano!
Los cinco niños se lo quedaron mirando unos instantes, como procesándolo.
-¡WOOOOOOOW!
-¿Eres un humano? Pero eres suave y frágil.
-¡Se supone que los humanos son fuertes y feroces!
-¿Vas a traicionarnos a todos?
-¡¿QUIEREN SOLTARME DE UNA MALDITA VEEEEEEEEEEEEEEEZ?!
Todo se quedó en silencio unos instantes, con Nikolai rabiando, ya algo rojo por estar colgado de cabeza tanto rato. Los cinco niños lo contemplaron unos instantes, como meditando, a lo que Nikolai los mató con la mirada, sin que a ellos le importara lo más mínimo.
-¡Okey! –Contestó el gato con casco inocentemente, y empujó con su cola al erizo, quien a regañadientes dio un brinco y cortó la soga que atrapaba a Nikolai sin problemas. El joven soltó un suspiro de alivio antes de precipitarse hacia el suelo y golpearse sólidamente contra este. Ni siquiera las hojas parecieron amortiguar el impacto.
-¡Hey, eso fue divertido!
-¡Hagámoslo otra vez! ¡Tirémoslo a otra trampa!
-¡Ni se les ocurra tocarme, hijos del demonio!
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0
Nikolai, con un chichón enorme en la cabeza, mantenía cara de malas pulgas mientras se sentaba en una roca no muy cómoda. Los cinco niños, enfrente de él, lo miraban expectantes, fascinados, como si él fuera lo más grandioso que habían visto en sus cortas vidas, algo que terminaba de incomodar al adolescente, quien miró la pantalla de su aparato.
-¿Y bien? ¿Alguna explicación?
-Oh, claro. Disculpa la descortesía. Nikolai, estos son Chocomon, Gummymon, Pusurimon, Caprimon y Choromon. Miembros honorarios de la Resistencia Dorada.
-¡Sí, somos guerreros admirables! Podemos derribar hasta el más temible de los enemigos. –Aseguró Chocomon con seguridad.
-¡Así que no te preocupes, humano, te protegeremos de las fuerzas oscuras de la Legión! –Añadió Pusurimon, alzando el mentón con seguridad, a lo que Nikolai lo miró con algo de desdén.
-Ustedes, enanos, ni siquiera podrían protegerme de una mosca.
-¿Es ese un reto? ¡Yo acepto el desafío! –Le contestó Caprimon, saltando a su hombro y restregando su rostro avivado contra la mejilla de un cansado Nikolai.
-¿Qué es una mosca? –Preguntó Gummymon, meneando la cabeza tiernamente. El adolescente se golpeó la cara con la palma.
-No soporto a los niños, ¿pueden alejarlos de mí?
-No seas grosero, hacen lo mejor que pueden.
-Pues ustedes son pésimos enseñándoles modales. Además, cuando dijeron que había otros miembros de su resistencia, no mencionaron que medían treinta centímetros y no tenían ni brazos.
-¡Hey! No necesitamos brazos, solo habilidad. –Aseguró Pusurimon, ofendido, a pesar de que era el único que sí tenía brazos. O patas, por lo menos.
-Esto es un desastre…
-Oh, ¿y por qué te importa? Después de todo, no quieres nada más con nosotros. ¿Te interesaría dejar de juzgar, o es todo lo que sabes hacer? –Le gruñó Guilmon desde el DigiVice, a lo que Nikolai tuvo un escalofrío del enojo.
-Pues para tu información, todavía soy un humano y puedo opinar. Y opino que tener a niños en una guerra no me parece en lo más MÍNIMO un acto sensato, imbécil.
-Nadie pidió tu opinión. Si no vas a ayudarnos, no tiene que importarnos lo que tengas que decir.
-Oh, así que ahora que ya no estoy dispuesto a arriesgar mi vida por un mundo que no es mío, automáticamente dejas de tratarme con respeto, ¿eh?
-El respeto se gana, humano. Y tú no te has ganado el mío.
-¿Así que el salvarles el trasero antes no fue suficiente para tener tu respeto? –Nikolai ensombreció la mirada, y sus ojos parecieron iluminarse. -Bah, que me importa lo que tú pienses. Solo eres una masa de datos que camina y habla. Tu opinión es la que no debe interesarme a mí.
Guilmon se quedó quieto, y se quedó mirando fijamente la pantalla, en silencio. Los otros tres Digimon dentro también fruncieron el ceño, ofendidos, mientras que los niños en el exterior se mantenían curiosos, sin saber exactamente de qué estaban hablando los mayores.
-Déjame salir. –Dijo Guilmon de pronto.
-¿Qué?
-Dije… -El reptil dio un paso enfrente, y golpeó la pantalla con tanta fuerza que el DigiVice tembló. El joven pegó un respingo, pero luego se limitó a fruncir el ceño. Los ojos de Guilmon brillaban con fuerza y su voz temblaba de ira. –Déjame salir.
Nikolai se quedó mirando el aparato unos instantes, serio. Finalmente, suspiró, y levantó el DigiVice sin muchas ganas.
-Como quieras. Recargar: Guilmon.
Un rato de luz se manifestó desde la pantalla del aparato, y manifestó la figura del Digimon rojo, que volteó lentamente para mirar a Nikolai a los ojos, cuya expresión era tan aterradora como la del lagarto.
-Deja salir a los demás. –Ordenó el reptil, y Nikolai se permitió sonreír con malicia antes de responder.
-¿A todos? O sea que ¿a Leomon también? –Esa fue la gota que colmó el vaso.
Guilmon se abalanzó contra el joven y le dio un puñetazo en el rostro que casi le disloca el cuello. El joven cayó de espaldas sin ningún tipo de resistencia, mientras que el Digimon rojo jadeaba desde su posición, enfurecido. Los Digimon pequeños, que antes se habían alegrado de verlo, se asustaron y se escondieron detrás del tronco de un árbol. Cuando Guilmon volteó a verlos, fue entonces que se dio cuenta horrorizado de qué había hecho.
-¡Guilmon! ¿Qué diablos?
-¡Lo siento, ¿ok?! Pero no lo soportaba más. Estaba sacándome de quicio. –Les contestó Guilmon a sus compañeros, ahora nervioso, recogiendo el DigiVice y yendo a verificar el estado de Nikolai.
-¡Esa no para nada una buena razón para matar al humano! ¿Te volviste loco?
-¡Sin él no podemos salir de aquí! ¡Estaremos atrapados para siempre!
-Ya sé, ya sé, hagan silencio. –Guilmon se agachó junto al cuerpo de Nikolai, mirando incómodo el moretón que le había provocado en el ojo derecho. Suspiró, e iba a acercar sus garras al cuerpo de éste si no nota que los pequeños Digimon que se habían escondido se acercaban lentamente.
-¿Está muerto? –Preguntó Gummymon, algo asustado.
-No, no lo sé. Necesito silencio.
-¿Lo mataste?
-No, no. Yo…
-¿Por qué lo mataste?
-Yo no quise…
-¿Hizo algo malo?
-No… él…
-¿Es alguien malo?
-¡Cállense! –Les gritó Guilmon, y las marcas negras de su cuerpo se iluminaron de golpe, volviendo a asustar a los cinco niños, que corrieron a esconderse nuevamente detrás del árbol, cerrando los ojos con fuerza.
-¡Guilmon! –Le gritó Dorumon, sonando más molesto que nunca. El susodicho se quedó quieto. –Contrólate ahora mismo. No decepciones a Leomon otra vez.
Guilmon se quedó mirando la pantalla del aparato durante largos segundos, antes de voltear su mirada hacia los jóvenes que se escondían de él. Su expresión se ablandó, sintiendo la culpa golpeando su alma. Bajó la mirada, sintiéndose miserable.
-Lo siento. –Murmuró, cerrando los ojos con fuerza. –Soy un desastre como líder.
-Ninguno de nosotros lo negamos, pero Leomon te escogió a ti, y respetamos su decisión. –Contestó Dorumon, serio. –Ahora, deja de perder el tiempo y enfócate. Dime que el humano sigue vivo.
-Sí, sí. Tienes razón. –Guilmon se dio unas palmaditas en el rostro y se concentró en Nikolai, tendido a sus pies, inconsciente, malherido y exhausto. –Su cuerpo no está desapareciendo, así que creo que…
-¡Los humanos no están hechos de datos, idiota! Tienes que revisar su respiración.
-¿Siquiera respiran? –Se cuestionó Guilmon, sujetando la mano de Nikolai y colocándosela junto a la oreja. –No tengo idea de cómo funcionan estas cosas.
-Escucha contra su pecho, cabeza hueca. Se supone que ellos también tienen un DigiCore o algo parecido que produce algo como un latido. ¿Lo escuchas?
-Okey, déjame ver. –Obedeciendo, Guilmon posicionó su cabeza contra el pecho de Nikolai y escuchó atentamente, pero suspiró aliviado al escuchar no solo tu respiración lenta, sino también un "pum, pum". –Respira… y su núcleo late. ¿Están mejor?
-Lo estaremos cuando despierte. El que no lo hayas matado no te quita la culpa por intentarlo. –Contestó Dorumon con brusquedad, a lo que Guilmon frunció el ceño.
-Yo no quería matarlo, quería que se callara la maldita boca. ¿Por qué te interesa tanto, de todas formas? Ya lo oíste, piensa largarse y dejarnos al primer diablo de su especie que encuentre. No merece que le tengas misericordia.
-Sigue mereciendo mucho más que eso, Guilmon. Es un ser vivo.
-Es un cobarde.
-No es un cobarde, por más que intentes convencerte de ello. No cualquiera se le plantaría a Lowemon de cara, y sin tener ningún tipo de poder o resistencia que lo ayudaría a sobrevivir apenas un golpe del traidor. –Contestó V-mon, ladeando la cabeza con algo de desdén. –Ni siquiera tú hubieras sido capaz de pararte ante él de esa forma por desconocidos, y lo sabes. Este humano demostró ser más valiente que todos nosotros juntos.
-V-mon, ¿estás de su lado?
-Sigue siendo un idiota, voy a concederte eso, pero lo dije antes. Se ganó mi respeto, cuando derribó él mismo de un puñetazo a Lowemon. Eso sigue sin justificar que nos trate como basura, pero justifica el que no lo quiera muerto por ello.
-Bah. –Guilmon se puso de pie y miró hacia otro lado, pero luego bajó la cabeza. -¿Agumon…? ¿Tú que piensas? Estás de mi lado, ¿verdad?
-Él nos salvó… -Guilmon se quedó quieto y miró al aparato en el suelo con incredulidad. –Él pudo haberse ido y dejarnos a todos morir ahí, pero gritó para llamar la atención de ellos cuando iban a borrarnos a todos. Se mantuvo ahí incluso entre ataques que podrían matarlo en un instante. Nos ayudó a salvarnos, nos dio la oportunidad de pelear de vuelta, y salvó a Leomon. Ninguno de nosotros estaría aquí, si no fuera por él. Por eso, quiero protegerlo. Y no quiero dejarlo ir. Él no va a sobrevivir ahí afuera por su cuenta.
-¿Y prefieres soportar sus comentarios sarcásticos sin siquiera rechistar? ¿Prefieres dejar pasar todo lo que salga de su sucia boca humana?
-Sí. –Afirmó Agumon con determinación. Guilmon parecía no dar crédito a sus oídos. Su expresión inmediatamente volvió a ser disgustada, como si se sintiera traicionado.
-Vaya, de veras no sé qué más esperaba de ustedes.
-¿Crees que somos estúpidos?
-No, inocentes. Creo que siguen siendo demasiado inocentes a pesar de toda la basura que hemos vivido. No nos hemos dejado aplastar por un imperio que nos supera en literalmente todo, ¿y vamos a agachar la cabeza ante un ser inferior como él? Me da igual lo que digan las leyendas, los humanos son solo útiles porque son baterías vivientes que nos proveen de energía extra. Fuera de eso, somos nosotros los que tenemos el poder. Ellos no deberían ser quienes nos dirijan, no deberíamos otorgarles tanto respeto y adoración sólo por ser como son. Deben ganárselo, y demostrar que son más que simples bolsas de carne sin valor. Y Nikolei no se lo ha ganado.
-Nikolai.
-Como sea, no se lo ha ganado.
-¿En serio dirás algo así? ¿Después de todo sucedió? ¿Sigues con eso?
-No demostró ser mucho más que un impulsivo, altanero y orgulloso humano en el campo de batalla, además de egocéntrico, testarudo y perezoso en camino aquí. Sigue siendo un niño inmaduro.
-Me recuerda a alguien.
-¡No me compares con él! Además, era un niño cuando actuaba de esa forma, y fue antes de la invasión a la fortaleza, no es lo mismo.
-Lo sé, Guilmon, lo sabemos. –Dijo Dorumon, ahora sonando más comprensivo. –Pero, ¿recuerdas por qué eras de esa forma? ¿Por qué querías ser el mejor en todo y no respetabas a nadie?
-Porque mis padres murieron, y nadie pudo salvarlos, ni siquiera yo, aunque tengo todo este maldito poder, no pude aprender a controlarlo a tiempo.
-Pasaste un infierno, y te aislaste. La culpa te carcomió tanto, y perdiste tantas esperanzas, que te cerraste a ti mismo y reaccionaste lastimándote a ti y a los demás. –Explicó Dorumon, y Guilmon alzó el cuello, como fingiendo que no estaba escuchando. –Eso… esa forma de actuar, también se me hace familiar.
-No eres el único que ha tenido que hacerse el duro por pasar por un infierno, Guilmon. –Añadió Agumon cuando Guilmon volteó a ver a Nikolai inconsciente en el suelo. –Ya escuchaste a Nikolai, él ni siquiera tiene un hogar adonde regresar en su mundo. Quién sabe por qué.
-Sigue sin justificar nada. –Dijo V-mon al ver a Guilmon ensimismarse, pensativo. –Pero hay que intentar entender al chico. Así, quizás lleguemos a un mejor acuerdo, que nos termine beneficiando a todos. Por ahora, intenta llevarte con él, ¿está bien? No tienen que ser mejores amigos, solo tienen que entenderse mutuamente.
-… -Guilmon miró el DigiVice en el suelo y luego desvió sus ojos de nuevo hacia el adolescente. Suspiró profundo y levantó el hocico al cielo, haciendo una mueca, pero finalmente se dio por vencido y dejó caer la cabeza. –Está bien, está bien. Trataré, pero ya saben que no soy bueno fingiendo que estoy bien cuando no lo estoy. ¿Puedo cargarlo hasta el campamento? Acá todavía podríamos delatar nuestra posición.
-Está bien, Guilmon. –Dorumon parecía haberse calmado por completo. Igualmente, rara vez permanecía enojado mucho rato. –Llévate a los niños contigo, y discúlpate con ellos de paso, por favor.
-Okey, okey. Yeez. Ni piensen que voy a disculparme con el humano, eh. –Musilló Guilmon, poniéndose de pie de un salto y caminó hacia el árbol donde los pequeños todavía se escondían.
Y por un momento, mientras Guilmon no miraba, Nikolai entreabrió los ojos, serio. Sus ojos tenían un brillo extraño, pero inmediatamente, volvió a cerrar los ojos, sin cambiar de expresión.
Finalmente, el joven sintió el brusco trato de Guilmon cuando éste lo subió a su espalda, y luego el trotar del lagarto entre el bosque. Por lo menos ahora tenía una excusa para no tener que caminar.
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0
-¿Dónde lo encontraron?
-Él nos encontró a nosotros. Dejen de hablar.
-¿Es poderoso?
-Más bien lo llamaría lastre. Sí, lastre.
-¿Qué significa lastre?
-Que es inútil.
-¡Pero si los convirtió en Digimon grandes y fuertes! Y sin comer saludable.
-Aunque volvieron a ser pequeños, creo que el humano no es tan bueno convirtiendo los Digimon pequeños en grandes. Se supone que no deberían volver a ser pequeños.
-¿Te gustó ser grande, Guilmon? –Preguntó Chocomon con sorna, pero al mismo tiempo, con emoción. Guilmon tuvo que ahogar hacer esa misma sonrisa al recordar la paliza que le dio a Lowemon en esa forma.
-Estuvo bien poder golpear con la misma fuerza que el enemigo para variar.
-¿Puedes volver a ser grande? ¡Queremos ver!
-No, no puedo. No sin el lastre.
-Entonces, no es un lastre si lo necesitas para volverte grande.
-Es lo único que lo hace útil.
-¡Pero eso lo vuelve muy útil! Nosotros no podemos volverte grande y somos útiles aunque no podamos pelear, ¿o no? –Guilmon tuvo que morderse la lengua ante los ojos de cachorrito de Gummymon sobre su cabeza.
-Habla por ti, ese Lowemon se las tiene que ver conmigo. –Aseguró Pusurimon, caminando junto al reptil.
-¡Y conmigo! –Añadió Caprimon, con Choromon en su cabeza, apoyándolo.
-¿Y qué hacían tan lejos del campamento? ¿Entrenando? –Preguntó Dorumon, todavía con Agumon y V-mon en el DigiVice, estos dos tomaban una siesta acostados sobre el abdomen del inconsciente Leomon, quien parecía estar finalmente empezando a regenerarse.
-¡Trampando!
-Por supuesto… -Suspiró Guilmon, sonriendo cansadamente.
-"Trampando" no es una palabra, niños…
-Aguafiestas. –Murmuraron los niños salvo Gummymon, haciendo un puchero, a lo que finalmente Guilmon soltó una risotada.
-Jaja, te lo dijeron en la cara.
-Cállate. –Dorumon intentaba lucir molesto, pero la leve sonrisa que no podía esconder lo delataba. -¿Cómo está Nikolai?
-Oigo su respiración sobre mi nuca, no te preocupes. –La tarde iba llegando cuando Nikolai se dignó finalmente a abrir los ojos disimuladamente cuando se escuchó nombrar, frunciendo el ceño.
-Te oigo, ¿sabes? –Le dijo el joven al lagarto, cuyos ojos desorbitaron y se tropezó.
Terminó cayendo de cara y Nikolai se le resbaló, cayéndose de bruces contra el suelo lleno de hojas y muchas cosas que se escondían debajo de ellas. Rodó por el suelo y levantó la mirada con amargura, mientras que Guilmon lo miraba fijamente, solo diciendo "ups" con sus ojos amarillos más enormes de lo usual.
-¿Eso era necesario?
-¡Me asustaste, idiota! ¿Cómo esperabas que reaccionaba?
-Esperaba que por lo menos siguieran sabiendo como caminar, si ibas a cargarme… -Nikolai se llevó una mano al ojo e inmediatamente se la retiró por el dolor. –Mierda, hombre. ¿En serio? ¡Me dejaste un moretón!
-Culpa tuya por no callarte.
-Recurrir a la violencia demuestra tu pobre inteligencia de reptil. –Hipócrita de su parte, hasta el mismo Nikolai tenía que admitirlo.
-Mejor que solo saber defenderse con las palabras humano. Ahora, escúchame, así va la cosa. –Guilmon se puso de pie y caminó firmemente hacia Nikolai, el cual se levantaba, ante las miradas curiosas y expectantes de los niños.
-Guilmon. –Escuchó la voz de Dorumon en el DigiVice que se le cayó en la hierba, pero el nombrado le ignoró y se plantó ante el humano.
-No voy a dejar que sigas tratándonos como "meros datos". Hemos, ¿cómo dijiste tú?, tenido suficiente de esa mierda para que tú vengas con eso también. Si quieres que cuidemos tu maldito trasero de aquí hasta que nos vendas al primero de tu clase, por lo menos trátanos como iguales, no como a tus perros de ataque y mucho menos como a tus mascotas.
-Eso sería lo justo, y estaría de acuerdo sin rechistar, ¡si no me hubieras medido un maldito puñetazo en el ojo! –Gruñó Nikolai, señalándose la cara. –Discúlpate por eso.
-Me heriste el orgullo, te golpeé en la cara, vive con ello. Ahora vámonos, todavía no estamos en un lugar seguro. –Contestó Guilmon con indiferencia, pasando junto a Nikolai y empujándolo del hombro de por medio. El joven no reaccionó porque parecía pensativo.
-¿Acabas de admitir que herí tu orgullo? –Soltó de golpe, y Guilmon se quedó quieto y volteó con los ojos ardiendo. –Uy, pobrecito lagartito, no pretendía herir tus delicados sentimientos de… ¡AY! –Guilmon le calló lanzándole el DigiVice directo a la cara. -¡Maldito…!
-Más te vale sacar a Dorumon, porque si sigues hablando, no hay seguridad de que no te golpee con más fuerza que antes. –Le advirtió Guilmon, y siguió caminando ante la mirada de un molesto Nikolai, quien miró el aparato y giró los ojos.
-Recargar: Dorumon. –El Digimon morado se manifestó de un rayo de luz emergido del artefacto, estirándose y respirando profundamente mientras sonría.
-Aire fresco.
-¿Qué tal el encierro?
-No soy muy fan, sinceramente. Ese lugar… se siente como esconderse en una caja muy grande. El aire parece filtrado y el espacio se siente limitado, aunque sea infinito. Soy algo claustrofóbico.
-¿Saben lo que eso significa?
-Nuestros mundos son diferentes, pero nuestro mundo se basó en toda la información de la que dispone las redes informáticas de tu mundo, dispuesta de manera aleatoria en todos lados y en las mentes de todos nosotros. Algunos Digimon nacen sabiendo algo muy específico de tu mundo, otros sin saber nada.
-Interesante cuanto menos…
-Y ahora... –Dorumon volteó hacia los cinco Digimon de no más de treinta centímetros de alto que miraban nuevamente maravillados al humano a sus espaldas. -¿Quieren explicarme de nuevo qué hacían sin vigilancia en el límite del campamento?
Los cinco parecieron palidecer.
-… Preparando… -Soltó Pusurimon, desviando la mirada de un lado al otro.
-Una emboscada… -Completó Chocomon, avergonzado. Dorumon aspiró profundamente.
-Castigados.
-¡¿Qué?! ¡NOOOOOOOOOOOO! –Gritaron en señal de derrota, cayendo de panzas al suelo y haciendo pataletas y rabietas.
-Humanos o Digimon, odio a los niños.
-Por lo menos puedes encontrar cosas en las que ambos mundos se parecen. –Dorumon le sonrió al humano, y siguió andando. –Muévanse, Jijimon debe estar preocupado.
-Está bien… -Gruñó Chocomon, arrastrándose sin ganas. Gummymon lo miró con igual resignación y comenzó a empujarlo para que avanzara más rápido, mientras que Caprimon rodaba siendo empujado por Choromon, y Pusurimon daba saltitos sin energía. Nikolai suspiró.
–Vengan acá, bolas de pelo. Si se quedan atrás, no pienso a ayudar a buscarlos. –Nikolai se agachó junto a los pequeñines y con algo de dificultad cargó a los cinco en sus brazos, dejándolos perplejos por un instante, pero en el siguiente, sus ojos habían recuperado su brillo lleno de energía y se le habían escapado de los brazos para dar vueltas alrededor de su cuerpo.
-¡Eres enorme! ¿De qué Nivel eres? –Le preguntó Pusurimon, agarrándosele del brazo.
-¿Nivel…? ¿Hay Niveles aquí?
-¡Pues claro! ¡Todos tenemos un Nivel! ¡Cuando crecemos, subimos de nivel, y nos volvemos grandes y fuertes!
-¡Nosotros somos de Nivel Bebé II! Bueno, excepto Choromon, es Nivel I, por eso aún no puede hablar. –Explicó Caprimon sobre la cabeza de Nikolai, señalando al ratoncito metálico que se le escabullía entre los cabellos y provocaban que se erizaran con estática.
-Y Guilmon, Dorumon, V-mon y Agumon son Nivel Principiante. –Dijo Gummymon en el hombro de Nikolai.
-¡Y Leomon Nivel Campeón! O Adulto, pero Campeón suena más cool. –Añadió Chocomon, emocionado.
-Hmp. Supongo que tengo mucho que aprender sobre ustedes todavía.
-¡Podemos enseñarte todo lo que sabemos! ¡Sabemos muchas cosas! –Aseguró Pusurimon, dando un brinquito de emoción, a lo que Nikolai se sobresaltó con miedo de que le clavara las espinas.
-¡Sí, por supuesto! ¡Hemos vivido en este mundo toda nuestra vida! Podemos explicarte lo que quieras.
-¡Sí, pregunta, te retamos!
Nikolai miró nervioso a los niños emocionados que saltaban sobre él, y no pudo evitar sonreír, y luego percatarse de que sonrió. Se incorporó, algo perplejo, pero se limitó a seguir caminando.
"Quizá los niños no sean tan malos." Pensó Nikolai, haciendo una mueca mientras los miraba. "O quizás… estos no lo sean… demasiado."
-¡Por Yggdrasil! ¡Por fin los encontré! –Una irritante voz aguda perforó en los oídos de Nikolai, que miró inmediatamente hacia Guilmon y Dorumon con algo de alarma, pero al ver la mirada asustada de ambos, supo que algo iba a salir muy mal. -¡¿Tienen una idea de lo preocupados que estábamos?! ¡Desaparecer de esa forma es un acto totalmente egoísta, infantil e irresponsable de su parte, ustedes pequeños…! –Una pelusa con cola y orejas largas y cortas patitas se acercó avanzando entre los árboles, fijos en los niños subidos en el humano, quienes palidecieron, y todavía más cuando aquella criaturita adorable fijó sus ojos en ellos, quedándose quieta. Era difícil de percatarse al principio por lo agudo de su voz de que era hembra. –Qué demonios… es eso. –Soltó, poniéndose en guardia con una mirada tan potente que incluso hasta con su tamaño y apariencia adorable lograba intimidar. Nikolai dio un paso atrás.
-Eh, una disculpa. Soy Nikolai Raskol, el invitado de honor. Nada de qué preocuparse. Verás, pequeñín, soy un humano y…
-Sí claro, y yo nací ayer.
-Pues no aparentas ser muy mayor tampoco…
-¡Cierra el pico, monstruo, y libera a los niños si no quieres arrepentirte por el resto de tu existencia! –Ordenó la pelusa con una voz autoritaria que le hizo morderse la lengua. Le recordaba mucho a su madre cuando se enojaba. Por instinto, decidió no discutir con la bola de pelos, resignado.
-Okey, okey. Niños, vayan con mami.
-¡No es nuestra mami! –Se ofendió Pusurimon, haciendo un puchero.
-¡Sí, nuestras mamis están muertas! –Comentó Gummymon, y tanto él como los otros niños se quedaron quietos mientras todos los demás se quedaban calladitos, hasta que de golpe, los ojos de los pequeños se volvieron vidriosos y empezaron a chillar.
-Mierda. Cambié de opinión, cambié de opinión. Quítenmelos de encima.
-¡Mira lo que hiciste, tu horrendo deforme…! –Decía Kyaromon, acercándose dando saltitos para agarrar a Gummymon del hombro de Nikolai de un salto. –Ya, ya. Todo está bien.
-¿Yo? Yo no hice nada. Tú fuiste quien apareció de la nada y empezó a gritar.
-Discúlpame, pero si veo a un desconocido cargar a mis hermanos, no voy a dejarlo impune. Y más te vale dejarlos en el suelo lentamente y salir de aquí. No nos gustan los invasores…
-Y sobre eso, Kyaromon… -Finalmente, Dorumon intervino con una sonrisa nerviosa, al verlo, a él y a Guilmon, la ardillita se quedó muy quieta. –No es un invasor…
-¡DORUMON! –Sin medir otra palabra, Kyaromon se abalanzó contra el dragón peludo y lo tiró al piso, con los ojos fuertemente cerrados y una enorme sonrisa. -¡Imbécil, tremendos imbéciles…! No tienen idea de lo asustados que estábamos, ¿por qué demonios tardaron tanto…? Esperen un momento, ¿dónde están los demás?
-Presentes. –Contestó la voz de V-mon a través del DigiVice que Nikolai llevaba atado a su cinturón. La mirada de la pelusa con patas se fijó en él, estupefacta.
-Realmente… -Dijo, sin creérselo todavía. –Un humano.
-Te lo dije, pero se nota que lo de los Digimones no es la hospitalidad.
-No se dice así… -Le corrigió Dorumon con una gota en la cabeza, mientras que Guilmon se ofendía. Kyaromon no salía de su asombro.
-Ahora, en cuanto a ustedes dos, o mejor dicho… ustedes cuatro… -Nikolai miró la pantalla de su DigiVice al levantarlo. –Recargar: V-mon, Agumon. –Los dos Digimon susodichos se materializaron ante la atónita Kyaromon, ambos se venían soñolientos. -¿Quieren responderme por qué hay tantos niños en su rebelión?
-No, movámonos. –Respondió Guilmon, cortante, y comenzó a alejarse, a lo que Nikolai sintió su cara enrojecer de la ira.
-Ese imbécil todavía me la debe por este moretón…
-Tómalo con calma, o empeorarás las cosas con él. –Le dijo V-mon para luego bostezar.
-Guilmon tiene… problemas de ira. –Agumon todavía estaba medio dormido.
-Claro, claro. No me importa. Más vale que aprenda a comportarse, o vamos a tener muchos problemas…
-¡¿Alguien va a decirme qué rayos ocurre aquí?! –Vociferó Kyaromon, y por lo agudo de su voz todos tuvieron que cubrirse las orejas, y pobrecitos los que no tuvieran extremidades para tapárselas.
-Te lo explicaremos todo… si dejas de gritar. –Indicó Dorumon con una sonrisa nerviosa, mientras que un medio sordo Nikolai se tambaleaba mareado antes de caer de bruces al suelo. Todos se lo quedaron mirando.
-Yo no lo cargaré otra vez.
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0
-¿Leomon está bien?
-Ya te lo dijimos, está dentro del DigiVice de Nikolai. –Repitió Agumon, algo fastidiado. No había dormido tanto como quería.
-¿Pero, está bien?
-Está… vivo, pero no completo. El DigiVice puede regenerar datos, así que no hay que preocuparnos por esa parte. –Alegó V-mon al instante, quien sí parecía más despierto que su compañero amarillo.
-Solo hay que preocuparnos de mantener a salvo al humano hasta que Leomon se recupere. Luego, nos puede dar igual lo que pase con él. –Informó Guilmon con amargura, a lo que Nikolai lo miró ofendido.
-¿Por qué dices eso, Guilmon? ¡Acaban de contarme de que el humano les salvó! ¡Deberías estar agradecido y sentirte honrado de haber DigiEvolucionado gracias a él!
-Jijimon les ha metido a Dorumon y a ti mucha basura sobre los humanos, pero créeme, este en particular no vale ningún tipo de "adoración". No es un Dios.
-Ni quiero ser uno, gracias. –Añadió Nikolai, girando los ojos. –Me basta con vivir lo suficiente. No me respondieron cuántos niños tienen ustedes dentro de su pequeño culto.
-Solo estos seis.
-Sigue siendo injustificable, ¿saben? Meter a niños en la guerra.
-Nadie nos "metió en la guerra" más que el Imperio Negro. Nuestros padres eran parte de la Resistencia Dorada cuando murieron por culpa de ellos. Si estamos peleando, es por honor al recuerdo de nuestros padres. No porque queramos morir, señor. –Replicó Kyaromon, mucho más cortes, pero igual bastante seria. Nikolai se la quedó mirando.
-Nada de señor, no soy un anciano. –Gruñó Nikolai. –Ah, y otra cosa. Creo que el mayor honor que puedes hacerle a tus fallecidos padres, es tratar de vivir tu vida por ellos, no arriesgarla. Puedes verte tan intimidante como quieras, pero sigues llegándome al tobillo.
-Eso no significa nada para mí. La fuerza se gana a base de esfuerzo, y la idea es esforzarnos al máximo para conseguir ser guerreros de élite y tener al menos una oportunidad de destruir a la Legión, o por lo menos ahora, ayudar a los humanos a lograrlo.
-¿Y qué les hace creer que los humanos estamos interesados en ayudar?
-Es lo que dicen las profecías. Los humanos ayudan a los Digimon y viceversa a erradicar los males de ambos mundos. Así es como nuestras relaciones han funcionado desde siempre.
-Ok. No sé dónde hayan sacado esa historia, pero estoy seguro que todo eso de las leyendas sobre humanos legendarios se las inventó alguno de tus ancestros o algo…
-No. No fue así. –Kyaromon echó una mirada atrás, donde los cinco Digimon bebés caminaban dando saltitos tristes, quizá porque los había castigado por segunda vez hoy.
-¿Ah, no? ¿Y cómo puedes estar tan segura? ¿Las viviste tú misma?
-No, pero Jijimon sí. –Contestó la chica con algo de suspicacia. Entrecerró los ojos. –Bueno, no las vivió en persona, pero estuvo presente ese día para comprobar que eran ciertas, el día en el que todas las dimensiones se distorsionaron, y lo vio. Una brecha que permitía viajar entre mundos.
Nikolai frunció el ceño en confusión e indagación.
-¿A qué te…?
-Hey. –Les interrumpió Guilmon, mirando hacia atrás. –Llegamos.
Nikolai se detuvo nuevamente, y miró al frente, más allá de los árboles hasta que le permitía la vista. Y no veía nada.
-Lo siento, pero no veo nada aquí además de más árboles. ¿Es una casa del árbol, un escondite subterráneo o…?
-Es un poco más complicado que eso. –Contestó Dorumon con una sonrisa. –Intenta no asustarte, dudo que en tu mundo hubieras visto algo así.
Dorumon y Guilmon intercambiaron una rápida mirada y suspiraron profundamente, antes de dar un paso adelante y ser tragados por la nada, desapareciendo en el acto sin dejar ni rastro. Nikolai inmediatamente ensanchó los ojos y retrocedió.
-¿Qué mier…?
-Sshh. –Le calló Agumon. –Me duele la cabeza…
-Ni que lo digas, Agumon. –Asintió V-mon, rascándose un ojo mientras caminaba junto a Agumon hacia la dirección en la que sus compañeros habían sido tragados por la nada. –Ni que lo digas.
-¡Ustedes dos, esperen…! –Intentó detenerlos Nikolai, pero ambos ya habían cruzado hacia la nada. –Diablos… ¡hey, vengan aquí!
-¡No puedo esperar a contarle a Sunflowmon que vimos un humano!
-¡No va a creerlo!
-Por favor, niños. No molesten a Sunflowmon. Ha estado… sensible.
-Eso lo tengo que ver.
-¡Vuelvan aquí, enanos del…! –Pero no hubo caso, guiados por Kyaromon, todos y cada uno de los pequeños Digimon atravesaron el aire en la misma distancia que los otros y como ellos fueron tragados por él. Nikolai se quedó quieto, todavía procesando qué acababa de suceder.
Inseguro, comenzó a acercarse lentamente hasta la peligrosa posición donde todos desaparecían, haciendo crujir las hojas debajo de sus pies mientras sentía su corazón latir.
No fue sino hasta cuando estaba a punto de tocarla, que Kyaromon apareció de nuevo de golpe, haciéndole detenerse, alterado.
-¿Vas a quedarte ahí?
-¡¿Qué demonios está pasando?! –Gritó, consternado. Kyaromon pareció arquear una ceja en señal de suspicacia, pero solo se veía tierna.
-Entra, alterar el campo muchas veces hace más difícil para mantenerlo.
-¿Campo…?
-Solo entra, Yggdrasil. Y pensé que los humanos eran listos. –Kyoromon dio un salto y volvió a desaparecer. Nikolai miró la nada con inquietud e indecisión, pero finalmente, decidió confiar y dio un paso adelante, atravesando el aire sin sentirlo, y descubriendo una nueva mirada para sus ojos, y descubriendo cómo este escondite nunca había sido descubierto…
Hasta ahora.
Nikolai apareció en un campamento con varias chozas de madera bien repartidas alrededor del que se veía como el árbol más imponente del bosque, cuyas hojas parecían resplandecer mientras caían y volvían a crecer casi inmediatamente, provocando un espectáculo místico que dejó al joven sin aliento.
Las cabañas parecían vacías, pero no lo estaba el árbol. Porque tenía una abertura que permitía ingresar dentro de su corteza, y la cual salieron dos monstruos más. Un enorme lagarto con cuerpo verde y cabeza de girasol, alas con apariencia de hojas y una cola larga con pinchos. Sus manos eran enormes. Y el segundo, mucho más pequeño y decrépito, una especie de mono cubierto de pelo que empuñaba un bastón.
Pudo predecir quiénes eran Sunflowmon y Jijimon con solo haber escuchado sus nombres y deducir su significado, pero igualmente los miraba impresionado, hasta que ellos lo miraron a él, al igual que a todos los recién llegados.
-¡Chicos! Gracias a Yggdrasil, pensé que se habían perdi… -Jijimon se quedó quieto, al ver a Agumon, V-mon, Guilmon y Dorumon, apareciendo entre el campo de invisibilidad, y a Nikolai detrás de ellos, mirando asombrado al antiguo Digimon, que no podía reaccionar.
-Hola, Jijimon. –Soltó Agumon, con algo de amargura en su felicidad. –Volvimos.
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0
Nikolai estuvo muy atento a sus alrededores mientras avanzaba por el bosque. Miró hacia atrás varias veces y en general cualquier mínimo sonido lo alertaba, por lo que estaba atento a todo, e incluso así, ni él ni nadie logró notar cuando aparecieron, ni tampoco notaron cuando se quedaron.
Y ya no había nadie que los notara a tiempo. Ya estaban aquí, y permanecieron ahí lo que parecieron horas, pero su deber, era informarle a él, nada más.
-Esto es una mala idea. Deberíamos entrar, si él nos ve aquí, no habrá explicaciones que nos salven.
-No seas idiota, tienen al humano con él. ¿No viste como dejaron a la hojalata de Lowemon? Nosotros no seremos rivales. Lo necesitamos. Una vez esté aquí, entraremos todos juntos, y los venceremos.
-¿Y por qué diablos estás tan seguro de la habilidad y sutileza de Fangmon?
-Porque Fangmon es muy bueno para rastrear personas, y ha demostrado ser muy sutil, si me preguntas a mí. –Su voz rasposa paralizó a ambos caninos de pelaje gris, quienes voltearon lentamente para observar al zorro de pesadilla que era Fangmon salir de su escondite y sonreír complacido. –Me alegra ver que no me apuñalaron por la espalda, eso hubiera sido tan cliché… y me aseguraría de llevármelos a ustedes dos conmigo.
-Siempre a sus órdenes, jefe. –Contestó el Gazimon, haciendo una reverencia. –Hasta el final.
-Así me gusta más. ¿Lo tienen?
-Tienen una especie de… camuflaje. No nos atrevíamos a entrar sin ti presente.
-Pues ya estoy aquí, y tengo a las ratas voladoras y a las basuras vivientes conmigo… -Añadió Fangmon, y ambos DemiDevimon aparecieron entre las hojas, mientras que las enormes siluetas de los Raremon se acercaban siniestramente. Los Gazimon hicieron muecas debido a su olor. –Mantuvieron vigilado a nuestro querido invitado. Ese bastardo se cree tan inteligente y ni siquiera notó que estos cuatro no están bajo su poner, sino del mío.
-¿Qué vamos a hacer, jefe?
-Pues una masacre, obviamente. Leomon era el mayor peligro para nosotros y fue borrado, el resto de la patética cáscara de la Resistencia Dorada no será un problema sin él. Entraremos, y nos aseguraremos de no dejar a nadie respirando, excepto al humano. Lo llevaremos nosotros ante SkullSatamon, y le diremos que nosotros estábamos haciendo todo el trabajo mientras que nuestro querido NeoDevimon paseaba perdiéndose en el horizonte. Nos llevaremos todo el crédito y dejaremos al payaso como lo que es, solo un payaso.
-Pero es un payaso con mucho poder. –Detalló uno de los Gazimon. –¿Estás seguro de esto, Fangmon? Si nos descubre…
-Si intenta matar a los que cumplieron la misión que le asignaron a él, lo degradarán antes de que lo logre. Nos volveremos demasiado importantes una vez seamos los primeros Digimon de la Legión Negra en capturar un humano, hasta puede que nos permitan DigiEvolucionar, y si eso sucede… no más temerle a nuestro querido señor de seis ojos. Que por cierto, ¿se aseguraron de que no los haya visto?
-Sí, señor. La excusa de la lluvia fue un plan perfecto para deshacernos de él, y esta cosa, Fangmon… -El Gazimon golpeó dos veces el campo de invisibilidad que escondía lo que se suponía, era el campamento enemigo. –Será perfecta para esconder nuestras huellas.
-Entonces, discípulos, no hay tiempo que perder. –Fangmon dio un paso adelante, sonriendo siniestramente. –Dejemos que algunos datos ensucien el aire.
Y los siete peligrosos Digimon entraron dentro del campo de energía, desapareciendo dentro de él.
