Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi, yo los uso solo para crear historias y nada más, lo único de mi propiedad es el ordenador y las ganas de escribir

"... " están pensando

cambio de escena

(...): una que otra aclaración de la autora

Capítulo II: Nuestro primer beso

Ya casi estaba lista, tan sólo le faltaba retocarse un poco el maquillaje y en seguida saldría camino a la hacienda de su 'tío'; le resultaba fascinante el poder llamar así a uno de los hombres más ricos de toda la ciudad, considerado internacionalmente como el magnate con mayor proyección del país; ya no importaba que él no fuese familia suya, ahora solo le atraía la idea de que el mismo Inutaisho le haya pedido que lo llamara así, debido al fuerte vínculo afectivo que en tantos años habían establecido, más, no podía faltar aquella típica vocecita que la sacara de sus pensamientos...

- Hasta que te alistaste, pensé que ibas a envejecer frente a ese espejo – dijo la persona parada bajo el umbral de la habitación de Kanna, reclamando la demora de aquella mañana.

- Algunas no nacemos tan 'lindas' como otras, así que nos lleva más tiempo el estar presentables - respondió la muchacha en un tono irónico, sabía que a su hermana le divertía molestarla, pero ella no daría paso a sus intenciones así que terminó la conversación diciendo...

- Es hora de irnos 'querida' Kagura - mientras se dirigía al auto que yacía parqueado a la entrada de su casa.

- No necesitas ser irónica – replicó Kagura ante la mirada esquiva de su hermana y se dirigió tras de ella para embarcarse juntas en el auto que las conduciría hacia la casa de campo de el mejor amigo de su padre.

Kohaku había bajado del auto de un solo brinco, se veía muy entusiasmado desde que conoció a Souta, era como si hubiese encontrado un confidente, un mejor amigo, además, traía urgencia por contarle lo sucedido el día anterior con su vecina, debía desahogar toda la euforia y la alegría que se hallaba escondida en su interior desde el día de la fiesta, y quién mejor que Souta para aquel propósito.

En cambio, Sango no se había percatado de que el carro ya se hallaba parqueado en el garaje de la casa de su mejor amigo, y que Kouga tan sólo esperaba que ella despertara de su 'trance' para partir nuevamente en busca de sus padres, quiénes se hallaban en el aeropuerto, esperando por el carro que los conduciría al encuentro con sus hijos después de un largo mes de ausencia.

- Señorita Sango, hemos llegado, ¿sería tan amable de bajar? – dijo Kouga, el joven chofer de la familia, obligado por las circunstancias del momento.

-... ¡Por supuesto!- respondió ella, luego de haber permanecido en silencio durante unos instantes, disponiéndose después a bajar del auto y dirigirse muy nerviosa a la inmensa casa color café.

A pocos metros de llegar a la puerta, se encontró con una de las amas de llaves, la anciana Kaede, quién con un serio tono de preocupación en su voz la interrogaba...

- Buenos días, ¿sucede algo Sango? –

- No,... ¿por qué? – respondió ella dudosamente, ¿será que se le notaba tanto las inquietudes que tenía en su corazón y la ansiedad de la cual estaba siendo presa fácil?

- Mi niña, te vez demacrada, triste, intranquila... - dijo Kaede con un tono maternal, sin poder dejar de un lado la incertidumbre que sentía al ver decaída a una joven que, muchas veces antes, le había parecido desbordante de alegría. Tenía tantas preguntas que hacer, honestamente, no le era fácil ver extinto el júbilo en Sango, por ello se apresuró en decir...

- Las penas son menores cuando se las confías a alguien -, pero no pudo continuar, pues fue interrumpida por una sonriente Sango, que hacía gestos con su cabeza queriendo decirle que no era nada, que todo estaba bien. Por lo que Kaede, inconforme, prosiguió a despedirse bajo la justificación de que tenía que recibir a las demás personas que no paraban de llegar.

Era inútil esconder lo que acontecía, estaba tan incómoda, como si un hoyo empezara a cavarse en su pecho, un hoyo tan profundo que la hacía sentirse cada vez más vacía, más insegura... ya no podía controlar más aquel desconcierto que la inundaba, todo lo sucedido la estaba sacando fuera de sí, como colocándola en un conflicto consigo misma, con sus más profundos sentimientos, no conseguía entrar en razón desde aquel...aquel...

- Beso – dijo ella de una forma casi imperceptible para si misma, dejando salir de su cuerpo un suspiro y recibiendo en su mente aquellos recuerdos sobre los minutos tan dulces que había gastado con Miroku, aquel contacto que le había parecido fugaz al principio, pero tan eterno después...

FLASH BACK

- ¿Cómo pudiste ser tan grosero Inuyasha? – reclamó Sango tras la partida de Kagome al joven de dorada mirada que esquivaba la suya.

– Acaso ¿no te enseñaron a tratar a las mujeres? – dijo, no sin antes tomar un poco de aire y disipar su ira, para no matar a su mejor amigo, a veces le era incomprensible la forma tan absurda de comportarse que tenía Inuyasha, siempre tenía que dañar los mejores momentos.

- Grosero ¿yo?, ¡fue ella la que casi destruye mi puerta! – dijo él como queriendo justificar su proceder.

- Ve y discúlpate Inuyasha o dejamos de ser amigos – aclaró ella, fue un comentario definitivo y estaba muy confiada en que él había entendido las consecuencias que se vendrían si no le hacía caso.

Inuyasha se quedó impávido, jamás había escuchado a su mejor amiga dirigirse a él de una manera tan imponente, más que una orden, la frase de Sango sonaba a amenaza, y no se encontraba seguro de querer averiguar qué sucedería si no obedecía, así que sin más que argumentar salió de su cuarto en busca Kagome... - "Qué martirio" – pensó mientras se encontraba ya en el corredor.

- No te enojes mi querida Sango, te vez más linda cuando sonríes – escuchó ella decir a un Miroku asombrado por lo sucedido antes, pero con un evidente deseo de lograr que los ánimos se calmaran y todo retornara a la normalidad.

- ¿Por qué es así?... mejor dicho... ¿por qué todos los hombres son así?... ¡tan... complicados! – reclamaba Sango a su interlocutor. La reciente pelea entre Inuyasha y Kagome le había hecho recordar lo difíciles que a veces se pueden poner las cosas cuando hay de por medio un hombre, después de todo ella estaba pasando un mal momento por Miroku, el hecho de no sentirse correspondida la entristecía y la fastidiaba a la vez. Mientras que ella hacía todos sus esfuerzos por agradarle, él vivía embobado con cada mujer que se le pusiera enfrente, no importaba si eran gordas, flacas, bonitas, feas, altas o bajas, siempre era la misma rutina, él las cortejaba y les hacía propuestas indecentes, ya la monotonía de ello la molestaba.

- No sabía que ya habías experimentado con todos los hombres – dijo Miroku con un dejo de picardía en su voz, sin darle la verdadera importancia al comentario de Sango, lo que causo que ésta se pusiera más enfadada que de costumbre.

- ¡Nunca me tomas en serio! – le reprochó ella, sabía que las palabras pronunciadas por Miroku eran solo una broma, pero aún así no se hallaba cómoda al ser tomada a la ligera.

- Mi Sanguito, no digas eso, tú eres lo único que me he tomado en serio en la vida – dijo él coquetamente mientras colocaba su brazo alrededor del cuello de una sorprendida Sango, sin conseguir obviar la comodidad que le causaba el estar tan cerca de aquella muchacha de cabellos castaños que hace mucho tiempo lo traía un poco desorbitado.

Sango ardía, sentía como cada centímetro de su cuerpo era consumido por las llamas que había generado aquel abrazo, no era la primera vez que Miroku tenía ese gesto con ella, pero si era la primera vez que podía percibir los acelerados latidos del corazón de su amado, ¿sería talvés que él también estaba sintiendo algo extraño al encontrarse tan juntos? ó ¿sería solo su impresión? ó ¿era la emoción del momento que le estaba jugando una mala pasada?... Sin embargo no pudo concentrarse más en sus ideas, pues las manos de Miroku la habían hecho regresar en sí...

- Te amo...- le susurraba él mientras tomaba su barbilla y la acercaba peligrosamente hacia sus labios.

Luego de unos segundos, la distancia era ya prácticamente inexistente, faltaban escasos milímetros para que sus bocas demostraran físicamente lo que en el interior de sus corazones estaba aconteciendo, hasta podían sentir la respiración agitada del otro en sus rostros. En ese momento era inútil cualquier intento de huir, ya sus labios habían sido presa de aquel contacto, claramente percibían la calidez del otro, esa ternura, esa dulzura que los estaba poseyendo, cada vez el beso se volvía más apasionado, como si de él dependiera su existencia, como si el oxígeno ya no les fuera necesario, como si todas sus necesidades fueran colmadas al sentir sus labios entretejidos en los del otro.

Lamentablemente, sabían que era un esfuerzo infructuoso luchar contra el oxígeno, aunque no quisieran separarse, sus pulmones aclaraban intensamente la necesidad de llenarse con el elemento vital, así que sin más, tuvieron que ceder.

Pero, a pesar de ello, les parecía increíble el aún seguir vivos después de haberse transmitido sus vidas en ese apasionado beso, ya no sabían qué decir, mejor dicho las palabras habían dejado de ser necesarias, al menos por un momento, ambos se encontraban aún muy desubicados, como en un eterno trance, ¿estarían soñando o de veras habían vencido sus miedos?

Alguno tenía que dar el primer paso, lo sabían, pero aún no tenían claro quién sería el primero, pues sus cerebros no estaban trabajando en ese momento, se habían bloqueado totalmente, toda posible reacción había sido opacada por sus latidos, aún no podían controlar su corazón, era como si quisiera salirse de sus adentros, como si ya no se sintieran a gusto dentro de sus pechos...

FIN DEL FLASH BACK

- ¿Y si para él no fue tan importante?... – suspiró, el miedo estaba tomando posesión de su cuerpo, pese a ello, Sango no pecaba de ignorancia, sabía que él único que podría aclararle las indecisiones surgidas sería el causante de ellas... Miroku, así que aceleró sus pasos para entrar a la casa, tomando fuerzas de donde ya no podía, para hablar con él.

El viaje se le había hecho eterno, pero finalmente habían llegado. Solo deseaba encontrar a su amiga y contarle todas las locuras que le habían sucedido en esa semana, tenía muchas preguntas, necesitaba una infinidad de concejos, por ello la carcomía la necesidad imperiosa de hablar con Sango.

Habían quedado de acuerdo en encontrarse debajo del árbol más frondoso del jardín, sin embargo, a pesar de que buscaba por todos lados, no podía encontrarla, era como si se la hubiese tragado la tierra, como si no estuviera presente a pesar de haberle prometido que iría, hasta que, en un último intento, llegó a aquélla casa, viendo como Sango se aprestaba a cruzar la puerta.

- Hola Sango – gritó Kagome, dejando salir de sus adentros una bocanada de aire, aliviada por conquistar su objetivo.

- Hola Kagome, ¿cómo estás? – respondió la preocupada muchacha que ya se hallaba en el recibidor de la enorme residencia.

- Yo muy bien, sin embargo,... no puedo decir lo mismo de ti – confesó Kagome mientras examinaba con detenimiento cada rasgo de su amiga, su intuición no le fallaba, aquella muchacha de cabello y ojos castaños estaba realmente preocupada, afligida, sumida en una profunda tristeza. Sabía que su deber era estar con ella, brindarle la confianza suficiente para que se desahogara, para que aliviara un poco el notable peso que llevaba en sus hombros, por ello procedió a tomarla de la mano y pedirle que se sentara en el sofá y conversaran.

Poco tiempo bastó para que los más íntimos secretos fueran compartidos. Por un lado, la pena que traía Sango, le había servido mucho para afianzar su amistad con Kagome, y por otro, había sido muy útil para que ella también conociera más acerca de su amiga. Mas, aquel momento de sinceridad fue entorpecido por un estruendo que parecía provenir de la cocina, por ello, sin titubear, ambas se encaminaron a ver que era lo que sucedía, sin imaginarse el espectáculo que se anunciaba frente a sus ojos.

- ¡Destruiste mi casa! – se oyó decir a un estupefacto Inuyasha, mientras retiraba de su rostro los restos de pasta que se habían esparcido por toda la habitación.

- La verdad no sé en que me equivoqué – pensaba Miroku en voz alta como tratando de dilucidar qué pequeño detalle se le había escapado y había causado tal desastre, sin tomar en cuenta el juicio expuesto por su amigo.

- La operación 'alimento' ha sido todo un fracaso – se lamentaba mientras buscaba serenamente un extintor para apagar la débil flama que aún desprendía la cocina.

No había quedado rastro alguno de orden en aquel momento, ni siquiera el techo dejaba ver un rastro del blanco que minutos antes era característico de todo el lugar. Parecía que un gran batallón de fideos había librado una cruel batalla con un ejército de carne, cebollas y otras especies que amenazaban atentar contra su integridad. Todas las paredes se habían convertido en campo de batalla, pues sobre ellas yacían cadáveres de valientes fideos caídos a causa de la fiereza del enfrentamiento; mientras que, pequeños restos de los que alguna vez fueron alimentos, descansaban sobre el tallado de madera.

No tomó mucho tiempo para que ambos muchachos fueran sorprendidos una vez más, pero en esta ocasión por dos felices muchachas que ya no podían más tolerar el dolor que se había apoderado de sus estómagos, ya no podían negarse a reír ruidosamente al verlos, todos manchados de comida.

- ¡No es gracioso! – gritó Inuyasha al saberse humillado por un montón de fideitos ante su mejor amiga y ante aquélla 'muchachita molesta' que lo traía distraído semanas atrás.

- Inuyasha tiene razón bellas mujeres – dijo Miroku, tratando de apoyar a su amigo, mientras que coqueteaba un poco con las risueñas recién llegadas.

- No es posible que casi destruyan toda una mansión solo por un día que tienen que cocinar – reclamó sango con voz entrecortada y un poco cansada por la diversión que había recibido.

– ¡Son un peligro por donde sea que se los vea! – finalizó ella mientras miraba con picardía a Kagome, y se aprestaba a salir de aquel lugar de la mano de un pensativo Miroku.

- Vaya, no se puede negar que los fideos son tu estilo, hasta se podría decir que resaltan tu mirada – exclamó Kagome en tono burlesco, dirigiéndose al joven de plateados cabellos (realmente su cabellera estaba toda manchada de salsa) y largos 'fideos' que se encontraba frente a ella.

- ¡Oh! Gracias mi adorada pasta por hacerme lucir más atractivo para mi chica – dijo Inuyasha irónicamente mientras volteaba para encontrar algo con lo que le fuera posible limpiar el desastre que había propiciado su hambre y el hecho de no ser un buen cocinero; perdiéndose así de presenciar el notable espectáculo que le brindaba el sonrojo que había causado en la burlesca chica que se hallaba en la puerta.

- Yo... yo... ¡no soy tu chica! – respondió Kagome un poco nerviosa, al reciente comentario de Inuyasha, causando así que éste girara y se colocara peligrosamente a su altura.

- Tienes razón... aún no has hecho algo lo suficientemente grande como para merecer a este bombón – le decía Inuyasha señalándose con su dedo, como queriendo dejar en claro, que aunque era víctima de los restos de comida, su encanto era irresistible para Kagome.

- ¡Eres un presumido! – alegó ella en su defensa, - "¿Quién se cree?" – pensó un poco confundida, después de todo, aquel muchacho estaba en lo correcto cuando insinuaba ser muy guapo, su mirada era algo fuera de lo común, tan dorada como jamás ella había visto, tan profunda, tan... tan...

- ¿Te sucede algo? – preguntó Inuyasha, sacando a Kagome de sus pensamientos, mientras colocaba su mano en la frente de ella, como queriendo descubrir si padecía de algo.

- Umm... estás bien, no tienes fiebre – volvió a decir él, esta vez posando aquella mano, que antes rozara la piel de Kagome, en su frente, en afán de comparar las temperaturas y divisar una razón que explicase el por qué del extraño comportamiento de la muchacha, que minutos antes parecía perdida, ausente del planeta.

- No...no...me toques – musitó Kagome en voz tan baja, que Inuyasha no logró escucharla, es más, ni ella misma pudo escucharse, se sentía tan cómoda en aquella situación que no quería dañar el momento, solo quería dejarse llevar por lo que estuviese predestinado a suceder.

Sin embargo, su cercanía, fue interrumpida por una pareja que atravesaba la puerta e insinuaba su presencia en aquella desastrosa cocina, totalmente asombrados, no solo por el derrame de fideos, sino por encontrar a los dos jóvenes muy 'juntitos' en la soledad de la habitación.

- ¡Se ven muy lindos! – dijo Rin desbordante de alegría y tomada de la mano de su prometido.

- No puedo creer que haya alguien tan irracional como para querer estar contigo – susurro fríamente el recién llegado, intentando molestar a su medio hermano, era increíble la satisfacción que sentía al dañarle el momento a Inuyasha.

- Pues créelo, y espero que la próxima vez que hables de ella sea ¡nombrándola por su nombre! – se apresuró a responder Inuyasha mientras tomaba a Kagome fuertemente del brazo y la atraía hacia él. El empeño de contrariar a su hermano le había alentado a hacer algo que jamás, en normales circunstancias, habría dejado que sucediera.

Fin del capítulo II

Hola, espero les haya gustado el capítulo, la verdad es que pienso que me quedó un poco feito, aunque según mi opinión está mucho mejor que el primero, pero ni modo, es que la creatividad me ha abandonado durante este tiempo. Les pido que me escriban para hacerme saber si tienen algún comentario, crítica constructiva o sugerencia, o si talvés quieren que les aclare algo de la historia, no se olviden que es muy importante para mí saber si les está gustando el fic, por eso dejen sus reviews. Más adelante revelaré que está pasando entre Kohaku y su vecina y entre Souta y Hitomi, y habrán más momentos InuKag y MirSan, y por supuesto la aparición de muchos otros personajes y villanos (ya saben Kikyou y Naraku), entre otros. Hasta pronto, cuídense mucho, besos.

Muchísimas gracias K-gome que te hayas dado el tiempo de dejarme un review y de paso gracias por tu concejo, es que soy muy nueva en el aspecto como ya te habrás dado cuenta; me alegra mucho que te haya gustado lo que se me ocurrió escribir. Beshos para ti también, espero me des tu opinión con respecto a este capítulo.

Hola Chiisana Minako, a mi también me da mucho gusto saber que leíste el primer capítulo de mi fic,así que decidí complacerte y le puse un momento InuKag, aunque pequeñito, pero al fin y al cabo un encuentro, está incompleto, lo voy a continuar en el capítulo tres. Ojalá podamos conversar pronto por el msn. Cuídate mucho y besos.

Gracias por tu review Luthien-Lindorie, es muy bonito saber que te gustó mucho, es más, por tu review decidí publicar ya el segundo capítulo, ya que tenía pensado publicarlo en unas dos semanas, pero si mis lectoras lo piden, entonces yo lo hago. Cuídate mucho y gracias de nuevo.

Y por último, no puedo dejar de agradecer a todos los que también leyeron el capítulo, aunque no hayan dejado reviews, confío en que la próxima vez lo harán, es necesario para mí saber que opinan porque me sirve para mejorar la historia y para que no se torne aburrida. Muchos saludos para ustedes.

Ahora sí, gracias al concejito de K-gome, les dejo mi mail: buggymiau5-arroba-hotmail. com

Hasta el próximo capítulo.