Miruq: Muchas gracias! Como ves, no he tardado mucho más de lo que había prometido... Fines de noviembre, principios de diciembre... ¡es lo mismo! XD Jo. Todos odiamos al Vejete, es un hecho xD Gracias por tus elogios. Espero que te guste el capi!

Karicatura: Lamento la tardanza. Hizo lo más rápido que pude... El suspenso siempre estará presente, por lo menos en mis ficts... XD Creo que ustedes me querrán matar cuando terminen de leer este capi... Dónde lo fui a terminar! XD Gracias por tu review!

Mickalle: Gracias! En cuanto a demandar a mi musa, no vale más la pena. Ahora está bajo mis órdenes por tres meses enteros, donde escribirá las veinticuatro horas del día! XD Bueno, no las 24... pero más o menos... Gracias por la comprensión y ánimos... Todas las musas son iguales. Besos!

Uialwen: El Vejete siempre será Vejete... así que siempre se creerá Vejete.. Por lo tanto, mucho más de lo que jamás llegará a ser. XD Ya recibirá su merecido, no te preocupes. Esta vez he actualizado rápido, ¿no crees? Y además, personalmente, creo que este capi tiene muchos detalles interesantes y emotivos. Ya veremos cuál será la reacción de Herm, Ron y Remus en el siguiente capi (no me hagas revelarte el final! XD) Ya veremos si Tom y Harry se hacen caso mutuamente... En este mismo capi tienes la respuesta. No te voy a negar que Herm y Ron se merezcan la Orden de Merlin (que por supuesto, no le corresponde al Vejete xD) Saludos enviados a Nagi ("tranki no la abandonaré, a menos que fracase algún capi, en ese entonces me lavo las manos y ciaooooo.") Que buena beta que tengo sarcástico Tienes toda la razón! Sino fuera por ella, no sentiría culpabilidad cada vez que la veo, y por lo tanto... no me esforzaría tanto en salir de los bloqueos XD Muchas gracias por los ánimos y por el fantástico review! Besos!

Diana-Lily-Potter: Grax por el review! Nunca esperes un Dumbli bueno cuando la escritora del fict soy yo. XD Personalmente, creo que el Dumbledore de Rowling es manipulador, aunque... tal vez no con toda la intención. Espero que te guste el capi!

Yandros: No hay de qué ! Me alegro de que te guste. Gracias por tu review!

Liuny: Gracias por el review! Jajaja. Sé que fue cruel, por eso lo hago xDD Dumbledore movió cartas peligrosas. No es tan sencillo como se ve, y ahora lo descubrirás. En cuanto a Malfoy, él es mortífago, pero no se ha ido de Hogwarts sino que continúa normalmente sus estudios, aparentando que no tiene contacto con Voldie. Gracias por los elogios y ánimos! Prometo no decaer. Hasta la próxima !


Título: Dulce Oscuridad

Resumen: Slash H/T. Tras aceptar serle fiel al Dark Lord, a causa de la amenaza a las vidas de sus amigos, la vida de Harry da un brusco vuelco. Deberá sobrellevar la culpa de enamorarse del asesino de sus padres, dejándose dominar por la Oscuridad... Spoilers HP5.

Autora: Parvati

Pareja: Harry/Tom

Rating: PG13

Género: .. Romance/Drama/Dark... Naturalmente Angst... o.O

Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a J.K.Rowling, soy simplemente una admiradora del universo de Harry Potter... ¿Contentos? T.T

Advertencia: Slash (relación homosexual, ok?) Si te ofende, no lo leas. Estás advertida/o.


Nota de autora: Soy la persona más feliz del universo! Hoy han empezado mis tan merecidas vacaciones de verano! Adiós Colegio; Bienvenida paz y libertad!! XD Ejem. Me sereno un poco. Es que estoy tremendamente feliz, no sólo por eso, sino porque he sido nominada para los Premios Anuales HA 2004! Laguna Estigia fue nominada como el mejor fict en progreso, HPDestino como el mejor fict terminado, mi serie de fict como la mejor en progreso... Y yo, como mejor escritora de ficts menor de 15 años. Espero contar con sus votos!

Premios Anuales HA: www. harryargentino . com / ComunidadHA/ index.php?s2fbf9c5aba1a83d29f096b425db450dc&showforum13 (sin los espacios)

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Espero que disfruten del capi. El anteúltimo de DO!! El 20 es el último... y prometo que será emocionante, largo y entretenido, para dar un gran moño a hasta historia que me ha causado tantas alegrías como canas verdes! Espero tenerlo listo como regalo de Navidad!

Es increíble cómo te hacen falta tus seres queridos cuando no están... Cómo te das cuanta cuánto los necesitas cuando ya es demasiado tarde para decírselo. Por esa misma razón, te dedico a ti el capítulo, amiga de mi alma... Porque siempre estarás conmigo.

Hasta la próxima! Enjoy the fict!


Capítulo XIX: Hago y comprendo

Desesperación. Dolor.

Una sensación de ahogante tristeza y un vacío en su alma. Se sentía perdido y débil, sin la magia natural que siempre había estado impregnada en su piel y que ahora se encontraba liberada en el aire, absorbida por esas condenadas barreras. Se desconocía a sí mismo, tendido sobre la maldita cama. Hasta respirar se le hacía dificultoso: era la mala reacción de su cuerpo ante el exceso de poder concentrado en un único lugar. Respiraba magia... magia contaminada por el encierro.

Le asfixiaba... Le agobiaba.

Percibía una opresión anormal en su pecho en cada respiración. Si se movía con demasiada brusquedad, el dolor aumentaba. Tal vez sólo era producto de su imaginación, después de todo... Esa situación le estaba haciendo enloquecer, ¿verdad? ¿Pero qué podía afirmarle lo contrario? Era demasiado real. Quizás fuera eso aquello que le hiciera dudar.

Era increíble que solamente horas de encierro le hubieran causado eso. No sabía que su magia bloqueada provocara tanto sufrimiento interno. Era sorprendente... pero no positivo. ¿Cuánto tiempo podría resistir a este paso? No entendía nada.

No quería especular. No quería ser pesimista... ni optimista. Era un gran problema no saber qué querer. Exasperante, pero... Él no podía manejar el tiempo ni las condiciones que el presente les estaba dando. No había nada que pudiera hacer al respecto. Bah, él no podía hacer nada, pero Dumbledore sí. Claro que sí. El vejete lo había pensado todo minuciosamente... y aquí estaban los resultados.

Ahora estaba completamente vulnerable. Lo sabía de sobras. Tan sólo viéndole luchar con su propia mente, que estaba haciéndole titubear sobre viejas palabras; con su poder, que le llenaba de una sensación de desagradable suciedad; con su cuerpo, que cada vez parecía más enfermizo y tenía que hacer mayores esfuerzos para levantarse y caminar con normalidad. Sería complicado volver a tener una posición favorable en esa guerra.

No sabía qué creer... qué pensar. Era obvio que la torre podría contener una inmensa cantidad de poder, sin embargo, ¿hasta cuánto? Y si tenía un límite, ¿qué sucedería?

Diosa, no podía creer que su alma sintiera tanta incertidumbre en un único segundo. Nada iba de acuerdo con el plan original.

Y odiaba eso enormemente.

No había un punto de partida. No había planes alternativos que utilizar. No había manera de escaparse sin ayuda externa de esa fornida red donde le habían capturado... Y lamentablemente, esa ayuda externa estaba demasiado lejos de allí como para poder asistirle.

Tom...

Cuánto lo extrañaba. Estaba tan furioso consigo mismo, porque al fin de cuentas, era su propia magia quien le estaba privando de poder escuchar su voz... Su risa... Cuánto más silencio había en la habitación, más sentía que la angustia de su alma se profundizaba a causa de que esa añoranza se hacía más consistente.

Y no sólo el silencio le causaba dolor: todo era así. Todo le recordaba por momentos aquellos momentos que había vivido con él. La soledad del lugar le hacía crear una fantasía donde Tom estuviera junto a él, tan sólo para volver a sentir minúsculamente su tacto sobre su piel, sus besos, su calidez... Nuevamente con él.

Le costaba mucho esfuerzo crear una imagen de Tom en su mente: era como si estuviera bloqueado. Podía recordar hasta sus fragancias, pero... la imagen parecía ser tan nublosa que se le hacía imposible reconocerlo.

Entonces, cuando llegaba la noche, todo se convertía en un infierno; la situación se agravaba. Perdía el control de su mente y era en esos momentos donde la desesperación y el impulso a rendirse le acosaban. Acostado sobre la cama y mirando el techo, escuchaba unas voces murmurarle palabras al oído; palabras que su comprensión no digería, que no pertenecían a su idioma. O tal vez sí, pero ya no estaba en él la capacidad de entenderlas. No entendía qué sucedía... No sabía qué hacer con ellas. Sabía que no correspondían a ninguna persona del mundo real: cualquiera que entrara a la habitación se asfixiaría por el extremo poder acumulado.

Y a la vez que las escuchaba monótonamente, veía sombras acercándosele. Le perseguían, le hostigaban... le alcanzaban. Le rodeaban. Le invadían de una Oscuridad sin nombre, que le corrompía lentamente. Era el poder oprimido, que poco a poco quería irse consumiendo y no podía.

Estaba completamente débil. Espiritual, física y mentalmente.

Pronto no sabría cómo diferenciar la realidad de sus sueños...


Era interesante ver al ex Golden-boy desmoronarse enfrente de sus ojos; porque eso era lo que estaba sucediendo: el muchacho estaba perdiendo su fuerza, su convicción y... su cordura.

Durante las noches se le escuchaba gemir palabras ininteligentes, cargadas de consternación e impotencia. Sus ojos habían perdido toda clase de brillo y se habían vuelto insustanciales; sin nada que expresar. Era una dolorosa existencia. Los recuerdos se le confundían y sus propios pensamientos se volcaban en su contra. Perdía el hilo de todo.

Era irónico pensar que fuera la misma Magia de Potter la que le estuviera matando. Magia en estado puro, sin limitaciones ni bloqueos. Vagaba libre en el aire; un aire contaminado que lentamente iba afectando a la magia, corrompiéndola. Entonces dejaría de ser pura y manifestaría su verdadero poder.

Sería entonces cuando daría el golpe final, que acabaría tanto con Potter como con Riddle.

"A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo."

Ellos triunfarían, como estaba destinado a ser.


- Harry, ¿seguro que te encuentras bien? Estás muy callado...

- No tienes de qué preocuparte, Mione. Simplemente estaba pensando.

- Piensas demasiado, amigo.

Un trío de risas resonó en la torre.

Esos eran sus únicos momentos de coherencia.

Cuando Dumbledore aligeraba la tensión del bloqueo de la torre para que sus amigos pudieran visitarle.

La Magia se suprimía momentáneamente, para que Ron y Hermione no murieran por la sobrecarga de poder en el aire, a la cual sus organismos no estaban acostumbrados. Por otro lado, Harry sí se había habituado y eso de no sentir la magia... era como no estar respirando. Su cuerpo se alteraba ante el cambio e intentaba adaptarse nuevamente, tan sólo para tener que volver a su viejo estado.

Maldito Dumbledore. Lo tenía todo controlado.

- Remus quería venir a verte, pero Dumbledore le pidió que suspendiera la visita, porque creía que no era bueno para ti demasiadas visitas juntas...

Argh. Cuánto desearía poder decirles a Hermione y a Ron lo que realmente estaba sucediendo. Pero por alguna razón (en otras palabras, Dumbledore) no podía contarles la Verdad. Sencillamente, las palabras correctas no salían por sus labios y tampoco podía escribirlas. Sospechaba que se trataba de un encantamiento de retención de información que el Vejete le había aplicado luego de explicarle cuál sería su futura condición.

Sabía que pronto dejaría de ver a Herm y a Ron. Dumbledore restringiría las visitas.

No obstante, tenía unas ganas inmensas de ver a Remus, y obviamente... el director no iba a cumplir su capricho.

¡Ah! Se olvidaba de ese detalle. Ahora que su poder estaba bloqueado, atacaba sus barreras mentales, ocasionando que prácticamente... todos sus pensamientos se pavonearan por la mente de Dumbledore cuando éste ejercía la Legeremancia en él. Maldecía que Tom no pudiera hacer lo mismo.

¡¿Por qué su conexión tenía que estar obstruida?!

- Los mortífagos han atacado un supermercado muggle. – Comentó Ron como si se tratara de una trivialidad, aunque se le notaba demasiado que estaba interesado en saber la reacción y opinión de Harry al respecto, quien frunció el entrecejo.

Debían de haber sido mortífagos novatos, sólo para un entrenamiento directo, porque Tom no malgastaría a sus aliados en algo tan simple y poco fructífero. Salvo que el Dark Lord realmente no estuviera interesado en rescatarlo, pero Harry desechó la posibilidad inmediatamente. Sabía que Tom estaba trabajando arduamente en la estrategia, para que volvieran a estar juntos y sin Vejete de por medio, y que eso demandaba tiempo.

Tal vez el pequeño ataque había sido para que la Comunidad Mágica no olvidara que seguía vivo después de tres semanas de monotonismo... o...

Mejor no pensar en las posibilidades. No quería dudar de Tom.

- Casualmente Hestia Jones estaba haciendo sus compras allí. – Dijo Hermione. – Ya sabes, una miembro de la Orden del Fénix...

Harry la recordaba perfectamente. Había sido una de los principales miembros en negarse a su unión a la Orden (aunque no superando a la señora Weasley.) Y una vez que Dumbledore los convenció a todos de que la Orden necesitaba de su presencia en la organización, fue una de las personas que más exigió de él a la hora de planear las estrategias de defensa y le trataba fríamente, por lo cual tardó en ganarse su cariño y confianza.

Por lo que importaba ahora...

- Murió. – Informó Ron con voz lúgubre. Harry sintió un nudo en su estómago, pero pronto se deshizo. No sentía pena por ella. Estaba en su destino tal final.

- La Orden está muy afligida. – Continuó Hermione, aunque su voz tembló ligeramente. Harry dedujo que recientemente tanto ella como Ron habían tenido contacto con Jones, lo que significaba que los dos Gryffindor eran parte de la Orden.

Bandos opuestos.

Sólo esperaba que no tuviera que enfrenarlos en campo de batalla... o que no murieran en ella. Esa guerra no los involucraba a ellos, y no merecían morir peleando por algo que no les pertenecía. Suspiró con consternación. Le dolía tanto no poder contar con ellos en todo sentido. Ellos, que siempre habían estado a su lado... en los buenos y malos momentos... los había dejado por Tom. Tenían todo el derecho a oponerse a él, pero...

Cuán feliz le haría que sus amigos estuvieran con él en la Fortaleza, pero no los iba a forzar a hacer decisiones que no querían. Ni eran necesarias, sólo porque fueran un capricho de él. Con suerte, pronto esa guerra terminaría y no sería obligatorio elegir bando... ya que no habría opciones.

Aunque siempre hay opciones, siempre hay caminos alternativos. No obstante, Harry Potter estaba muy acostumbrado a que aquella regla no fuera aplicada para él también.

Odiaba ser quien era, pero sino lo fuera... Nunca hubiera conocido a Tom de la forma en la cual lo había hecho y no se habría enamorado de él... No tendría tan formidables amigos, y todo su mundo sería diferente. Y para toda aquella felicidad, había que hacer sacrificios. Nada era gratuito.

Nada.


Dos semanas más tarde, Hermione y Ron se dirigían animadamente hacia la torre donde residía su amigo. Ambos creían que era totalmente injusto que tuvieran a Harry tan aislado... y más que lo retuvieran contra su voluntad. Ellos contemplaban el dolor que estaba pasando su amigo a través de sus expresiones faciales y el brillo apagado de sus ojos; les lastimaba considerablemente ese estado moribundo de Harry.

Si al principio de su reencuentro, ellos respetaban su decisión de estar con el Dark Lord, ahora anhelaban que Voldemort viniese pronto a Hogwarts y sacara a Harry de esa cárcel tan... tan... lúgubre; de ese mundo que cada día desgastaba más su vida. Pero nunca se atreverían a manifestar sus opiniones a la Orden, mucho menos a Dumbledore. Simplemente les ignorarían y dirían que ellos sabían lo que era mejor, tanto para Harry como para la Comunidad Mágica.

Hermione suspiró amargamente. Entendía que Dumbledore quisiera ganar esa guerra a costa de lo que fuera, pero... Sacrificar a Harry estaba muy lejos de lo que ella pensaba tolerar. No obstante, ella no podía hacer nada: era una alumna, a punto de graduarse, sin ningún poder político o mágico extraordinario. Encima era sangre sucia, lo que reducía enormemente sus posibilidades de ser escuchada en aquella comunidad tan discriminatoria.

Por el momento, se contentaba con poder chequear el estado de su amigo semanalmente. Sólo una vez por semana podían visitarlo, sin embargo era suficiente para que ellos supieran cuánto más Harry podría resistir allí.

No mucho más.

En cada visita, se le veía más atenuado que en la anterior. Se les hacía mortalmente difícil tanto a ella como a Ron sacarle una sonrisa, mucho menos una risa. Las conversaciones giraban muy fríamente entorno a temas triviales. Por alguna razón, ella notaba que Harry no podía hablar de su condición actual. Eso levantó sospechas en su mente perspicaz.

¿Por qué Harry caía tan bruscamente en un pozo sin fondo?

Llegaron hasta la gárgola oculta (que se asemejaba bastante a la que custodiaba la entrada al despacho del director) en uno de los pasillos menos frecuentados por los alumnos y detuvieron la larga caminata. Intercambiaron miradas, brindándose valor mutuamente, y Hermione fue la encargada de decir la contraseña.

- Dulce Oscuridad.

Dumbledore siempre tuvo una especialidad para elegir contraseñas. Siempre tan llamativas y repletas de tantos dobles sentidos. Además que coordinaba perfectamente con Harry, con la oscuridad que recientemente asaltaba a su amigo. Él nunca perdió su pureza, a pesar de yacer en manos del Dark Lord. Sus manos nunca se cubrieron con sangre...

Y no iba a negar que la Oscuridad de Harry fuera única... Era atrayente; un aura de poder dormido que no intimidaba, esperando pacientemente al momento ideal para ser utilizado. Al contrario, producía una sensación de agradable paz en el ambiente, de cariño y dulzura particulares de su amigo.

Qué envidia que él tuviera un aura especial y que ellos sólo tuvieran un aura típica en magos normales. Pero bueno, analizando la situación, lo prefería así. Bien sabía todo lo que había pasado Harry por tener esa aura.

Normalmente, la gárgola se movería hacia un costado, revelando la puerta de ingreso a la torre, donde posteriormente tendrían que subir excesivas escaleras hasta llegar a la habitación de Harry. Pero en esta ocasión, la gárgola no se movió de su lugar, sino que permaneció mirándolos con indiferencia.

Tanto Ron como Hermione no se tomaron demasiado bien ese acontecimiento. Repitieron la contraseña muchas veces, pero en ningún momento hubo reacción por parte de la gárgola.

- ¿Qué significa esto?

- No lo sé, Ron. Mejor vayamos a ver a Dumbledore. Él tiene que saber qué está sucediendo.

- ¿Crees que haya pasado algo grave?

- Sinceramente espero que no.

En el trayecto al despacho de Dumbledore, ambos jóvenes armaban diferentes hipótesis de lo que podría estar sucediendo. El castillo estaba extremadamente tranquilo, por lo tanto estaba claro que Voldemort no estaba atacando, aunque eso no negaba que no fuera a serlo pronto. Tal vez por un método de seguridad, Dumbledore había decidido cambiar la contraseña y con suerte, serían informados de ella. O quizás...

Quizás Harry había conseguido escapar de alguna manera, evadiendo todas las barreras que le aprisionaban en esa torre.

Una vez frente a la gárgola del director, pronunciaron la contraseña correspondiente y subieron la escalinata rápidamente. Necesitaban respuestas. Hermione respiró hondo antes de llamar a la puerta del despacho. Algo dentro de ella le estaba notificando que nada bueno estaba ocurriendo.

- Pase.

Ron abrió la puerta y entraron. No se extrañaron de ver al profesor, sentado tras su escritorio, comiendo un caramelo de limón mientras examinaba una enorme pila de papeles dispuestos sobre la superficie. Sus ojos azules se elevaron hasta llegar a ellos y mostraron reconocimiento, como si los hubiera estado esperando hacía rato.

- Ah. Ron, Hermione. Siéntense.

Obedecieron, aunque ambos tenían los sentidos alterados. Había algo en ese despacho que estaba fuera de lugar. Mirando todo el lugar, Hermione pudo ver que no había algún nuevo elemento ni nada que pudiera causarles esa intranquilidad. Bueno, salvo aquellos ojos azules irradiando confianza y simpatía, pero eso no contaba. No eran tan poderosos como para hacerlos sentir sobrecogidos.

- Supongo que estarán notando la nueva barrera sobre los terrenos de Hogwarts. – Dijo Dumbledore, sonriéndoles cálidamente. – Tal vez antes no se percataron de su presencia porque estaban en lugares amplios, pero en las salas pequeñas como ésta se siente mucho más personal. Ya se acostumbrarán.

- ¿Cómo es la nueva barrera? – Hermione se apresuró a preguntar, llamada por su curiosidad. Dumbledore sonrió misteriosamente.

- Lamento no poder decirles. Por seguridad, cuantas menos personas sepan, mejor. Pero estoy seguro que no venían a hablarme de esto, ¿verdad?

- Así es. – Contestó Ron. – Hoy íbamos a visitar a Harry, pero nos hallamos o con una gárgola muy antipática...

- ¿O usted ha cambiado la contraseña, señor? – Preguntó Hermione, completando la frase de Ron. Albus suspiró, señalando con ese gesto su cansancio y resignación.

- Harry cada vez está peor mentalmente. Me temo que se ha vuelto peligroso para el contacto...

- La última vez que lo vimos estaba perfectamente. – Replicó Herm, frunciendo el entrecejo.

- Deben entender que él está del lado de Voldemort, y sospechamos que éste pronto va a atacar Hogwarts. No queremos darle la oportunidad de usarlos a ustedes como rehenes nuevamente o...

- ¡Harry nunca haría eso! – Chilló Hermione, poniéndose de pie bruscamente.

- Lo siento, Hermione, pero es una medida de seguridad. Lo mejor es que únicamente yo sepa cómo entrar a la torre.

- Pero eso le hará más daño a Harry. – Murmuró Ron, cohibido por la furia de su amiga.

- Lo lamento. – Dumbledore se puso de pie lentamente y les observó tras sus anteojos de media luna. – Tengo una reunión de alta importancia a la cual atender, así que... Será mejor que dejemos esta conversación para más tarde.

- Que tenga una buena tarde, profesor. – Se despidió Hermione de malas formas, saliendo del despacho inmediatamente.


- ¡Hermione! ¡Espera!

- ¿Qué quieres, Ron?

- Yo también sé que aquí hay gato encerrado, pero no sirve de nada que vayas por los pasillos como una fiera.

La joven se detuvo en mitad del corredor y volteó a ver al pelirrojo, que la miraba inexpresivamente, pero esa mirada cambió cuando se dio cuenta de que su amiga estaba llorando. Se acercó a ella y la abrazó fuertemente, entendiendo la preocupación que sus ojos castaños reflejaban.

- No sé qué está sucediendo, pero sé que esto no le hará ningún bien a Harry.

- Yo también. Pero lamentablemente no podemos hacer nada.

Como estaban empezando a llamar la atención de los alumnos que caminaban por ese corredor, decidieron ir a orillas del lago para charlar tranquilamente. El aire fresco le hizo bien a Hermione, que como pudo contuvo las lágrimas e intentó mostrar su semblante de seriedad usual. Ron sonrió ante esto. Aunque fue una sonrisa que se desvaneció cuando contempló el castillo de Hogwarts desde los terrenos... Pensar que en alguna de esas torres, su mejor amigo estaba aprisionado...

Una vez que estuvieron lo suficientemente tranquilos, empezaron a conversar y a intercambiar ideas sobre los sucesos actuales.

- La última vez que lo vimos Harry estaba muy bien. No pudo haber desmejorado en tan poco tiempo...

- Tal vez nos prohibieron las visitas por seguridad, como dice Dumbledore, y Harry está perfectamente.

- No lo estará. ¿Sabes lo horrible que debe ser la Soledad que sufre?

- Pero, ¿qué podemos hacer?

- No lo sé, pero... – Hermione miró el cielo raso, como si éste pudiera contestar todas sus inquietudes. – Estoy inquieta. Esta nueva barrera de Hogwarts es muy poderosa.

- Sí, me he percatado de ello.

- Hacía tiempo que las barreras no sufrían tal incorporación de poder... Me pregunto de dónde lo habrán conseguido... – Ante sus palabras, Ron palideció.

- Hermione... ¿es posible drenar la magia de un mago a las barreras?

- Claro. – Hermione frunció el entrecejo ante la pregunta de Ron, al no entender qué quería decirle Weasley. – Se necesita comprimir el poder de esa persona en un lugar pequeño, tras haber hecho alguno de los rituales de retención de magia, y cuando llegue a un punto máximo, puede ser distribuido a una barrera como la de Hogwarts.

- ¿Crees...? ¿Crees que Dumbledore sería capaz de hacerle eso a Harry? – Hermione abrió los ojos desmesuradamente, conectando todos los cabos de la situación.

- ¡Tienes razón! ¿Cómo no nos dimos cuenta? – En la voz de Mione sonaba la desesperación, y Ron se asustó ante eso.

- ¿Qué? – Hermione miró a Ron seriamente.

- Se llega al punto máximo del poder de una persona cuando ésta se encuentra en peligro de muerte...

- ¿Quieres decir que...?

- Y si muere... todo el poder de la persona queda concentrado en la barrera...

Y a Dumbledore le convenía que Harry muriera.


La soledad... el infierno de un mundo. Una soledad que desgarra, daña y te hace llorar de desesperación y desazón. Un estado secreto de tu espíritu, donde las palabras no son necesarias, las sensaciones son demasiado confusas para ser interpretadas y te ves cegado por tu misma visión. No tienes a quien contarle nada, así que tu expresión se ve minimizada al más bajo de los eslabones.

Es tu Mismo Infierno, donde los recuerdos no pueblan, sino que profundizan tu estado. Es entonces cuando tu conciencia toca fondo, cuando de repente notas todos tus errores, todos tus delirios... Todos tus sueños perdidos. Es una soledad infinita, que a pesar de tener punto de partida... lo desconoces. Y sabes que nunca terminará, porque está clavada en tu alma.

A la Soledad se la llama Nodriza de la Sabiduría. Y tienen toda la razón. Es un momento puro, donde tu esencia se limita a tu existencia, donde aprendes donde reside el verdadero sentido de tu vida... y es también donde adquieres la tan reconocida y admirada locura. Todo carece de sentido. Pierde su importancia, su valor. A tus ojos, es sólo un mundo, que merece estar cómo está y no tiene escapatoria.

Un Ciclo sin fin, una lucha imperecedera del Mal y el Bien... Esos son sus seudónimos. En realidad, no existen tales inclinaciones. El poder no puede clasificarse de tal manera; hay un mar de posibilidades para definirlo. No puedes juzgar al poder por su color o por su finalidad: el ser humano nunca tendrá el verdadero dominio y criterio como para poder concretar lo que está mal y lo que está bien. Tal vez es por eso que la Justicia no sirve... porque no existe.

Las normas y las leyes no se emplean para nada; no funcionan. Porque si fuera así, no serían necesarias las cárceles o no se tendría a ningún criminal en el mundo. Pero todo reside en un único objetivo: poder. ¿Y cómo se obtiene el poder? Actualmente, la forma más inmediata es con riquezas. En un mundo corrupto como en esta realidad, es todo lo que importa. Derrocha todas tus virtudes como persona, todas esas características maravillosas que cada uno tiene... sólo porque no se tiene poderío.

Más en tiempos de Guerra, donde toda persona se convierte en un peón y es casi imposible salirse de la partida. Sólo la gente rápida y astuta, podrá deslizarse afuera a tiempo... Y tal vez llegue a ver la destrucción de su mundo sin ser partícipe directo del enfrentamiento. Sin defender lo que en realidad, nunca le perteneció.

Eso quizás es lo que más duele: que nada te pertenece, ni siquiera tu vida. Absolutamente nada. Tu mente y alma están oscurecidos a tal nivel que es imposible escaparse de las garras de esa fantasía que cuesta mucho más de lo que uno está dispuesto a pagar. Y es así como pasa tu vida: dolor, tristeza y... soledad. Un Infierno de mil colores.

Le costaba admitir aquella tremenda debilidad, pero era tan evidente que no valía la pena negar que las ventajas que alguna vez había tenido sobre Dumbledore se habían esfumado. Sus barreras mentales y mágicas estaban totalmente destruidas, dejándole a la merced del Vejete, que ahora utilizaba su poder para incrementar las defensas del castillo... Lo que hacía que Tom tuviera que esforzarse más a la hora de atacar...

Y por lo tanto, su rescate estaba demasiado lejos. Estaba tan agotado que dudaba que resistiese mucho más. A penas podía mover su cuerpo, ya que había perdido toda clase de sensibilidad. La magia estaba concentrada de tal forma que era imposible hacer otra cosa que permanecer allí, un tiempo infinito... en un espacio reducido.

La sensibilidad... Si era incapaz de sentir su propio cuerpo, que era lo básico, no sabía que podía esperar del resto. Odiaba no saber si al fin de cuentas estaba vivo o se trataba de un sueño eterno, del cual jamás despertaría... porque era sinónimo de la muerte. Los recuerdos se embrollaban en su mente, porque ya no había ninguna organización ni voluntad que los controlase.

Una y otra vez, había visto pasar sus tiempos en Hogwarts y había percibido como cada grano de culpa que yacía en su alma se agravaba, llenándole de un vacío espiritual inmenso. Luego, su infancia con los Dursley provocó que su mente colapsara en una devastadora ira y deseo de venganza, por todo el daño que le habían causado... Nunca había sentido tanto odio hacia ellos y tampoco había estado dispuesto a asesinarlos, pero ahora que su razón estaba nublada por su inconciente... sus oscuros secretos salían a la superficie continuamente. Descubría cosas de sí mismo que había desconocido y se hallaba con verdades inusitadas.

La mente humana es maravillosa. Por instinto, sabe dónde debe acomodar cada pensamiento, y cuando pierde ese orden... uno se halla con conocimientos que había adquirido en el pasado, pero que el tiempo se había encargado de hacerle olvidar. Tenebrosos o tristes pensamientos, que le incitan a uno a cometer las locuras que no hubieran sido permitidas en un estado psicológico aceptable.

La desesperación empeoraba. Entre toda la confusión mental y espiritual en la cual Harry se hallaba, nada era lo suficientemente cierto como para mantenerle estable. Ya no sabía si alguna vez había estado con Tom o sólo eran alucinaciones de su mente; si alguna vez Remus le había brindado su apoyo o habían sido puros juegos de su imaginación; si Hermione y Ron habían estado junto a él o si siempre había estado solo... Si alguna vez había sido el Golden-boy o sólo era un muchacho común y corriente, que ya no podía escapar de sus delirios causados por factores indeterminados.

Ya no sabía qué sentir. Qué pensar. En qué creer...

Ni siquiera estaba seguro de que fuera él mismo el que estaba pensando y no un ser secundario que le obligara a dirigir sus pensamientos hacia aquel rumbo. Por momentos era conciente de su estado, pero eran tan aislados esos momentos que no llegaba a colocar toda la situación en orden que ya estaba de nuevo sumergido en aquella Locura.

Vacíos. Todo su ser era un vacío.

Necesitaba saber que su existencia era cierta o terminaría por caer en la Oscuridad.

Necesitaba sentir algo físicamente. El espíritu ya no le servía: con él sentía tantas cosas que a veces se volvía realmente complicado interpretarse a sí mismo en ese estado. Requería algo más Sólido, algo que le aseguraba que estaba viviendo aún... que tenía algo por lo cual luchar...

Sabía lo que quería sentir: dolor. Dolor era lo que fríamente le devolvía a la Realidad, le hacía abrir los ojos y hallarse con un mundo nunca antes visto, pero que en realidad siempre había reinado. Pero... ¿cómo sentir Dolor cuando no podía moverse y no había forma de causarse daño a sí mismo?

Pero Harry se estaba olvidando de un factor que siempre había influenciado en su vida: su lazo con la Magia. A pesar de estar esparcida por Hogwarts, concretamente en esa habitación, seguía respondiendo imperceptiblemente a sus órdenes, a sus más anhelados deseos. La Magia responde siempre a un estímulo del mago. Es su deber natural.

Y este estímulo era contundentemente poderoso, a pesar de ser involuntario; todo el ser vacío de Harry estaba condensado en él.

Lentamente cortaduras fueron hechas sobre los brazos de Potter, quien no pareció percatarse; Cortaduras que desprendieron sangre rojiza y que recorrió dulcemente la piel del joven, acaramelándola con su aroma; esa sangre pronto simuló convertirse en lava ardiente, al empezar a quemar la piel. Ningún Dolor.

Las cortaduras se hicieron más profundas. Harry lo percibió como si se trataran de pequeños pinchazos, un sufrimiento muchísimo menor al que debería ser. Pero por lo menos, su organismo comenzaba a recuperar la sensibilidad.

La sangre cubrió extensas superficies, dañando y calcinando aquello que hallaba a su paso.

Fue entonces cuando Harry recuperó casi la totalidad de su razón, y con ella el verdadero sufrimiento comenzó a desarrollarse por sus sentidos. Se dio cuenta de que estaba Vivo, que el llamado que se había hecho a sí mismo había tenido resultados victoriosos.

Pero a grandes precios.

La magia dejó de actuar. La sangre dejó de quemar. No obstante la mutilación estaba efectuada. Como pudo, el Gryffindor salió de la cama para caer luego de rodillas al suelo. Un suelo helado. O tal vez, esa era su impresión.

Chilló por el sufrimiento que hacía que su cuerpo temblara en convulsiones. Apretó los dientes con fuerza, para intentar callar las súplicas, pero sólo terminó provocándose otra herida más. Sus ojos estaban cerrados fuertemente y sus puños apretados, con furia latiendo en sus venas. Todo eso era por culpa de Dumbledore... por haberlo alejado de Tom...

Su corazón latió con más emoción cuando por fin consiguió una imagen mental nítida del Dark Lord y pudo recordar las cálidas sensaciones experimentadas junto a él. Le llenó de una fuerza desusada, y que le permitió perdurar unos instantes más con conciencia.

Con un esfuerzo extravagante, elevó su mano a la altura de sus ojos. El estado de ésta le hizo estremecer; cubierta completamente de sangre, con la piel mortalmente pálida... Casi parecía un muerto. Su muñeca tenía unos cortes de muy mal aspecto, y se daba cuenta también por el dolor que podía percibir en esa zona de su cuerpo...

Ahora sabía que le había fallado a Tom. Le había fallado de la peor de las formas. Había fracasado a la hora de cumplir su última promesa, de la cual dependía toda su felicidad y su vida, tanto de él como del Dark Lord.

"Suceda lo que suceda, Harry, no desistas. No dejes que él te venza..."

Lo siento, Tom... Pero me venció...

Y la oscuridad volvió a nublar su percepción y se olvidó del tiempo.


En ese preciso instante, a miles de kilómetros de distancia, un Dark Lord sentía como un gigantesco poder chocaba contra su conexión con el Niño que Vivió. O tal vez, se transmitía por ella...

Antes de que ese acontecimiento ocurriera, Voldemort había estado estudiando unos planos avanzados de los terrenos de Hogwarts, procurando revisar todos los detalles para lograr un ataque exitoso. No había posibilidad de error. Uno solo, y todo por lo que había luchado en los últimos años se vendría abajo.

Llevaba semanas concentrado en la sala de estrategias, comandando sus futuros movimientos y entrenando a sus aliados para lo que sería la Batalla Final. Pero faltaba más de un tercio de la estrategia, y por esa razón sus humores recientes eran muy bajos y oscuros. Los mortífagos evitaban a su Señor a toda costa, ya que quien osaba a interrumpirlo sufría la última tortura de su vida... porque ya no tendría más vida.

Y era por eso que el gran estallido de poder proveniente de alguien ajeno a él lo shockeó de sobremanera. Tan lacónico estaba, que le dislocó plenamente y tardó segundos en recuperarse y entender lo que estaba sucediendo.

El único estallido de poder que podía afectarle era de alguien que en aquel presente se encontraba en Hogwarts y del cual teóricamente no podría advertir su aura, ya que las macizas barreras del condenado castillo se lo impedían. Había pasado noches enteras intentando conectarse con su ángel, pero el bloqueo mental del joven era más poderoso que su propia Legeremancia. Y que de repente pudiera sentirlo, no le tranquilizaba en lo más mínimo.

Quiso volver a intentar comunicarse con Harry, pero ahora no se halló con un bloqueo mental, sino con un terrible debilitamiento del aura de su amado. Una temible cólera se extendió por su ser a la hora de interpretar lo que aquello significaba... Sólo una vez había sentido aquella aura tan poderosa en tal decaimiento y esa ocasión había sido...

El Ritual... El intento de Suicidio... Y el casi triunfo en la misión.

¿Podría ser que...? ¿Qué Harry estuviera repitiendo una experiencia semejante? ¿Qué estuviera... muriendo?

Ante la sola idea, los pergaminos en los cuales había estado trabajando salieron volando a causa de una insólita ráfaga de viento proveniente del Dark Lord, que se encargó de destruir todo lo que estuviera a su alrededor. Sus ojos carmesíes parecían estar inyectados en sangre en aquel estado máximo de ira.

Dumbledore iba a morir... Ya no le importaba fallar... Lo que le estuviera haciendo a su Harry debía de ser inhumano, y lo iba a pagar caro. Rescataría a Harry ahora. Ya no había más tiempo para planificaciones... Estaban en la situación límite. Sino actuaba ahora, le perdería... Y la sola idea le espantaba, algo que desde hacía mucho no sucedía.

Aquella sensación de estar a la merced de lo que Dumbledore quisiera hacerle a su ángel no debería de estar ocurriendo. Le estaba dando poder sobre él. Una debilidad que explotar... Pero ya era demasiado tarde para eludirlo. Harry había cavado hondo en él y no permitiría que Dumbledore le pusiera un solo dedo más encima al muchacho.

- ¿Mi Lord?

Voldemort miró de reojo al mortífago que había ingresado por la puerta. Debería ser un mortífago temerario, ya que todos los presentes en la Fortaleza se habían dado cuenta del estado de furia del Dark Lord. Como si su aura no fuera lo suficientemente perceptible en aquellos momentos de vulnerabilidad...

- Malfoy. Ya era hora.

- Lo siento, Señor. – Draco bajó la cabeza, en modo de arrepentimiento. – Pero no conseguía información lo suficientemente valerosa.

- Espero que ahora sí. – Los ojos rojos anunciaban un castigo de ser la respuesta negativa.

- Muy valerosa. – Draco levantó la cabeza, aunque no enfrentó directamente a Voldemort, sino que mantuvo su postura respetuosa y servicial. – Respecto al Joven Potter.

Los ojos del Dark Lord destellaron en una extraña manera y Draco supo de inmediato que tenía toda la atención del Lord en él. La información que estaba a punto de enunciar era requerida y deseada, y sería muy bien recompensado. Sonrió interiormente.

- Escuché a Granger y a Weasley hablando sobre él.

- ¿Qué dijeron?

- Que la última vez que lo habían visto había estado muy bien, y que no entendían porqué Dumbledore les prohibía visitarlo.

- Interesante...

- Además, mi Lord, nos han ahorrado el trabajo de averiguar sobre las nuevas barreras incorporadas al castillo.

- Cuéntame lo que has averiguado. – El tono del Dark Lord demostraba impaciencia.

- Dumbledore ha drenado la magia de Potter a las barreras de Hogwarts, y es por eso que recientemente están muchísimo más poderosas...

- ¿QUÉ DUMBLEDORE HA HECHO QUÉ?

Una vigorosa ráfaga de viento lanzó a Malfoy contra la pared de la sala de estrategias, provocándole un intenso dolor, del cual no pudo evitar quejarse en un gemido. Al levantar los ojos, se sorprendió considerablemente al percatarse de la increíble aura que desprendía el Dark Lord. Era Poder Puro, teñido de aborrecimiento y sed de venganza. La imagen de su Señor en tal estado hizo que se diera cuenta de porqué la gente le temía tanto, e hizo que él mismo sintiera un agudo pánico en su interior.

- Granger y Weasley no saben si Potter está con vida o no. Lo siento, mi Lord, pero es lo único que he podido averiguar.

- Bien, Malfoy. – Dijo Voldemort, tras varios minutos de respirar hondamente e intentar calmar su temperamento. – Ve y avísales a los mortífagos de la elite que los quiero dentro de cinco minutos aquí. Hay que hacer la estrategia definitivamente y dentro de dos días atacaremos Hogwarts.

- ¡¿Dos días?! ¡Mi Lord, eso es imposible! ¡Estaremos totalmente desorganizados!

- ¡¿Estás desafiando mis órdenes, Malfoy?!

- Pero... Mi Lord... por su bien, tómese las dos semanas que había dicho para terminarlo correctamente. Estaríamos jugando con la suerte de otra forma.

- Ya no queda tiempo, Malfoy. Y más te vale que te muevas y vayas a transmitir mi orden.

- Sí, Señor. – Draco agachó la cabeza y tras una pequeña reverencia, se dispuso a salir de la sala.

- Malfoy.

- ¿Sí, mi Lord?

- ¡Crucio!


El paisaje nunca había resultado tan intimidante, ni siquiera la última vez que habían estado allí para hacer un ataque similar, aunque de diferente gravedad. El ataque ocurrido en junio había sido especialmente para hacer derrumbar al niño que vivió. El actual era para rescatarlo y terminar con aquella guerra estúpida de una vez por todas.

Hogwarts siempre había sido un castillo imponente, pero de noche lucía muchísimo más inquietante. Las escasas luces que resplandecían desde las torres le daban un toque de misterio único, junto a la pasibilidad del lago... que estaba demasiado tranquilo para el viento que soplaba furiosamente, como anunciando las muertes que acontecerían dentro un período limitado de tiempo.

El bosque prohibido permanecía silencioso, aguardando sospechosamente para el estallido del caos. Las filas de hombres vestidos completamente de negro esperaban impacientemente a que su Señor terminara con el peliagudo trabajo que significaba demoler las imperiales barreras de Hogwarts, sobre todo con la reciente incorporación del poder mágico del joven Potter.

Una vez estuvieran destruidas, ellos avanzarían sobre los terrenos de Hogwarts y tomarían de sorpresa a Dumbledore, sus profesores y alumnos, quienes no sabían que esa sería la última noche de sus vidas.

La Batalla Final estaba a punto de iniciarse.