Todo tiene su fin… ¿verdad? Bueno, pues esta historia también. Me da mucha pena haberla acabado, tanto que el final entre Draco y Harry lo he reescrito un millón de veces, pero no me ha gustado ninguna, supongo que porque en el fondo no quería escribirlo. Espero que no sea muy pasteloso y haberlo estropeado en el último momento.
Esta vez no dedico el capítulo a nadie en concreto, porque sería injusto para todos/as los que lo habéis seguido. Así que va para la gente maravillosa que me ha animado durante toda la historia, y no solo a seguir escribiendo. También para aquellos que sois vagos para los comentarios, pero que seguíais la historia con interés. Y animaros a que continuéis dando apoyo a todo el que escriba, porque es muy importante vuestra labor de críticos, al menos para mí lo ha sido.
Os recuerdo que las respuestas a vuestros comentarios están donde siempre. Os prometo que contestaré las nuevas en un par de semanas.
Espero haberos sacado de vuestra monotonía diaria y que os haya servido para olvidar lo malo que os rodee. Si os he arrancado una sonrisa, lágrima o un suspiro me doy por pagada.
Hasta pronto
Serendipity
Los personajes no son míos y no gano nada con ello….
En el capítulo anterior…
-Jamás pensé ver algo tan vergonzoso en alguien de mi propia sangre. ¡Nunca!
Un furioso Lucius había entrado sin llamar, seguido por un sonriente Voldemort.
La Bella Muerte
Draco y Harry se sobresaltaron ante la interrupción.
-¡Padre!
-No te atrevas a llamarme así, jamás. ¿entiendes? – Lucius se acercó a la cama donde ambos jóvenes estaban y lo abofeteó fuertemente. Harry se quedó de piedra ante la imagen.
-Suéltalo – Gritó el moreno que al reaccionar se lanzó sobre Lucius, el cual en ese momento tiraba a Draco a suelo agarrándole del brazo.
-Oh, que tierno… - Dijo con sorna – Tu novio te defiende, Draco.
-Padre – Gimió ya en el suelo
-Te he dicho que no me llames así.- Le levantó agarrándole del cuello y le pegó contra la pared – Nunca más… se acabó… Eres la vergüenza de la familia… Has deshonrado el apellido Malfoy.
Harry estaba también en el suelo, dos mortífagos le habían agarrado en la cama, sacándolo con brusquedad y reteniéndole tumbado sobre las baldosas, sangraba copiosamente por el labio debido al golpe que se dio contra el mármol al caer. Vio de reojo como James entraba con Justin, pero se iban hacia una esquina. Y como el Lord se sentaba en la cama disfrutando del espectáculo. Algo no estaba saliendo como debería.
-Acostarte con un… un mestizo… con el mayor enemigo de los nuestros. Traicionar tu sangre por… por… por un calentón.
-No fue un calentón – Susurró a duras penas.
-¿No?... ¡Ah! Claro… fue por amor ¿verdad? – Lucius soltó la presión de su mano permitiendo que Draco tragara. Este le miró con una pena inmensa.
-Creí en ti, padre… - Sollozó.
-¿En mí? ¿Acaso no me conoces, Draco? ¿Acaso creíste que iba a dejar esta traición sin castigo? Eres tan patético como él – Señaló a Harry que definitivamente empezaba a hacerse una imagen bastante exacta de la situación.
-¡Cerdo traidor! – Escupió el Gryffindor
-Eres grande Lucius, muy grande – Exclamó con regocijo Voldemort – Lograste que confiase en ti.
-Os lo dije mi señor. Es tan estúpido que se creyó todo lo que le dije.
-¡Maldito…! – Otro golpe silenció a Harry
-¿Sabías que cuando desapareciste… tu novio recurrió a mí? – Dijo volviendo la mirada a su hijo, que hacía rato que no controlaba las lágrimas – El muy… traerle hacia aquí fue más fácil que engañar a un niño. – Sonrió con satisfacción
-Serás debidamente recompensado, Lucius.
-Oh, mi señor. Con que me permita ser yo el que los ejecute, me daré por pagado.
-Ummmm, tal vez, lo pensaré durante la comida. No quiero que te manches de sangre. Jajajajaja. Por supuesto que sí, tú los ejecutarás, será un gran espectáculo.
-Muy romántico, los dos amantes muertos juntos por amor… - Dijo uno de los mortífagos que sujetaban a Harry contra el suelo.
-¡Ah! Se me olvidaba el detalle… ¿Ves esto Draco? ¿lo reconoces? – Draco asintió con la cabeza - Es el anillo de desposada de tu madre, de tu abuela, tu bisabuela… ¿lo ves?... ¿Qué pretendías, Draco? ¿Qué lo llevase puesto él? Un traidor a los suyos, un defensor de los muggles y sangre-sucia… - Apretaba el anillo contra la cara del chico - Pues pónselo… ¡Pónselo, te digo! - Draco no se movió, no tenía fuerzas y el dolor le había ganado la partida - ¿No? ¿No se lo quieres poner?... Entonces lo haré yo.
Bruscamente cogió la mano de Harry. Tiró de él hasta ponerlo de pie, durante unos segundos le miró a los ojos, y tras liberarlo de los mortífagos que lo retenían, le puso el anillo en el dedo. La serpiente que representaba se enroscó adaptándose al tamaño del dedo de Harry, y cuando estaba bien colocada, sus ojos verdes emitieron un leve destello que se apagó con rapidez. Draco lo vio entre lágrimas, se dio la orden de calmarse, mientras observaba como el moreno comenzaba a girar nerviosamente el anillo en su dedo. Se acercó hacia él y lo abrazó.
El Gryffindor le miró a los ojos, y lo besó con pasión. El rubio se sorprendió de esta reacción, pero pensó que era debido a los nervios, respondió al beso abrazándolo más fuerte. Notó como su padre tiraba de él.
-No, Lucius, déjalos – El aludido miró con sorpresa a su jefe.
-Salid de aquí ¡Todos! ¡Ahora! – Miraba a los chicos, que aún no se habían separado de su abrazo, con un brillo extraño en los ojos – James, espera fuera con Lucius… Deja ese desecho en la esquina, luego lo recoges… Átalo por si acaso.- refiriéndose a Justin
-Sí señor - dijeron a la vez los cuatro mortífagos empezando a cumplir las órdenes.
Cuando quedaron a solas Voldemort daba vueltas cerca de los chicos, mirando la escena despacio. Draco le seguía con la vista en silencio, podía leer en la perversa mente del Lord lo que estaba planeando. Mientras, Harry, apoyado en el hombro del rubio, respiraba lentamente con los ojos cerrados.
-Tengo una oferta que haceros. – Dijo al fin.
-No – Contestó el rubio.
-Déjalo hablar – Susurró Harry ante el asombro de su compañero.
-Chico listo… Bien, si ahora os portáis bien… y – Comenzó a acariciar la espalda de Harry – hacéis lo que yo os pida…
-Nunca maldita serpiente – Harry se abrazó más fuerte con la mano izquierda y puso su mano derecha contra el pecho del rubio.
-Nunca digas nunca – Contestó el Lord mirándole retadoramente y sin apartar su mano de Harry – Como os decía… Si sois buenos chicos… intercederé ante Lucius para que uno de los dos no muera. – Justin escuchaba todo en silencio desde su esquina. Estaba atado, y por más que pensaba en una salida no se le ocurría nada.
-Prefiero morir que volver a estar en tus brazos o verle a él– Notaba que Harry escribía en su pecho "sígueme", pero no entendía qué quería.
-Pero yo no quiero que mueras, amor mío. – El moreno le obligó a mirarle a él
-Harry, no. No quiero seguir sin ti…
-Draco, por favor… por una vez… - Dijo silenciándole con una mano en sus labios – Confía en mí. – En ese momento el rubio vio en los ojos de Harry que tenía algo en la cabeza.
-Lo que tu quieras… - Volvió a besarlo con profundidad.
Lord Voldemort sonrió. Tenía ante sus ojos una de las escenas más eróticas que había visto nunca, y en pocos segundos formaría parte de ella. Se quitó la casaca negra que llevaba puesta, y empezando a desabrocharse la camisa separó a los dos chicos. Harry dejó que le besara, mientras enseñaba a Draco, que estaba detrás de Voldemort, de nuevo el anillo de su madre. En ese instante el rubio lo comprendió todo.
Fuera de al habitación, Lucius esperaba apoyado contra la puerta. James le miraba desde la pared de enfrente en silencio.
Hizo aparecer una pluma y un papel y se puso a escribir lo que parecía una carta. Después lacre, una llama… Lucius le observaba con curiosidad, jamás había visto la cara del ahora guardián de su hijo. Era una nueva adquisición y no tenía rango para andar descubierto por los dominios del Lord Oscuro. También apareció una caja pequeña de madera en la que depositó el sobre y un colgante que llevaba, que a la distancia que estaba el rubio parecía un escudo. Susurró un hechizo y aparecieron unas letras grabadas sobre la tapa de la caja. Con un cordón la ató y la lacró igual que había hecho con el sobre. Entonces la hizo desaparecer.
Draco se acercó por detrás, con una suavidad digna de un Slytherin y muchos años de práctica en el sutil arte del carterismo, quitó al Lord su varita, mientras lo distraía besándole el cuello y acariciándole con la mano libre. Nunca se había atrevido a hacer algo así, pero "a grandes males… medidas desesperadas" pensó. Voldemort creía estar en la gloria, rodeado de los brazos de los dos jóvenes, cuando Harry susurró algo que no quiso atender cerca de su mano y luego… Vio como ambos se separaban y le miraban… algo frío estaba moviéndose detrás de su cuello. Notó un pinchazo. Llevó sus manos atrás para liberarse de ese dolor, pero ese algo había crecido y empezaba a recorrer su cuello, por más que lo intentaba no agarraba lo que fuese que le habían puesto.
-Si Lucius no me lo explicó mal, corrígeme Draco si me equivoco… este anillo es conocido como "La bella muerte"
-Exacto – Dijo el rubio – Bella, porque las parejas, portadoras todas ellas de este anillo, de los Malfoy suelen cumplir ese requisito. Mi madre y mi abuela eran mujeres muy hermosas, y sus antecesoras, a juzgar por sus retratos también. Y bueno… de Harry no hace falta que te cuente… Y como ya te habrás dado cuenta… es lo último que el condenado ve antes de morir.
El Lord seguía luchando por quitarse lo que tenía arrastrándose por el cuello, cada vez le costaba más moverse y se sentía más cansado. Miró a su varita, ahora en manos de Draco y con un último esfuerzo se abalanzó hacia el rubio con intención de quitársela, pero este se apartó a tiempo y chocó contra la puerta.
De repente escucharon un golpe sordo al otro lado de la puerta, algo golpeaba contra ella e intentaba abrirla. James fue a abrirla, pero Lucius le frenó sujetándole fuertemente el brazo.
-Entiendo – Dijo el mortífago quitándose la capucha.
-¿Y qué vas a hacer?
-Yo también tengo hijos, Malfoy, y también he amado – Contestó mirándole a los ojos.
Quedó tendido en el suelo, boca arriba, no se podía mover. El veneno de la serpiente, que ahora se había apropiado de su cuello y comenzaba a apretar, había hecho ya su efecto. Segundos después, el gran y todopoderoso Lord Voldemort, aquel cuyo nombre no debía ser nombrado… yacía muerto en el suelo. Asfixiado.
Al no escuchar nada, Lucius abrió la puerta.
Draco liberaba a Justin de sus ataduras y le tranquilizaba mientras Harry recogía algo parecido a un hilo dorado del cuello del difunto Lord, que al instante se enrolló en su dedo y quedó fijo tras brillar brevemente.
-¡Padre!
-Draco, hijo… - Se abrazaron con fuerza
-Creí que me habías traicionado.
-Yo también - dijo Harry mirando a James.
-Tenemos que irnos, luego os lo explico, pero o lo hacía así o no se lo creería, es… era muy listo. Harry coge a Justin. James…
-Yo… no puedo ir… Saben donde vive mi familia…
-James, lo solucionaremos – Dijo Draco soltando a su padre y acercándose a él.
-No, no… toma – Hizo aparecer de nuevo la caja de madera y se la dio – ¿Puedes hacerme un favor? Sé que tienes buen corazón, te he visto.
-¿Que quieres que haga?
-Si esto acaba mal, y yo termino en Azkaban… llévale esto a mi mujer y a mi hijo. En la tapa puse su dirección. Diles que… no los olvidaré y que siempre estaré con ellos… que les quiero.
-James… esto no es necesario… puedes venirte con nosotros…
-No, Draco, no puede, él tiene razón… las represalias…- Dijo Harry abrazando al rubio – Haremos lo que podamos para no tener que cumplir tu encargo, James.
-Gracias – Dijo el castaño mirando a ambos – Realmente os queréis… se os nota.
-No hay más tiempo – Apremió Lucius sacando un traslator de su capa – Vámonos… Draco, usa la varita del Lord para paralizar a James. Harry, agarra fuertemente a Justin y vámonos.
15 minutos después dos mortífagos encontraron a James inconsciente tendido en el suelo con su varita en la mano, como si hubiese luchado. A su lado el cadáver de Voldemort.
Había pasado más de un año. La fiesta de graduación estaba siendo todo un éxito y el jardín se encontraba repleto de gente.
Harry, Draco, Ron, Hermione y Blaise hacían planes para su nuevo hogar. Habían alquilado todos juntos una casita cerca del campus donde iban a estudiar y trabajar, ya que querían un poco de independencia antes de retomar las obligaciones familiares, ósea, ni un duro de papa hasta graduarse. La idea fue de Sirius, y los chicos la acogieron con entusiasmo, si los merodeadores habían disfrutado de esa experiencia, ellos también lo harían. Al año siguiente, y si la relación entre Blaise y Ginny seguía fortaleciéndose, ella se uniría al grupo.
Justin había llegado a Hogwarts esta misma mañana y ahora estaba con los Hufflepuff, sentado y contándoles como era el centro en el que estaba estudiando. Le habían conseguido implantar unos dedos que gracias a unos hechizos, tenían un poco de sensibilidad. Con ellos y la mano izquierda, había aprendido a leer en braille (como los ciegos muggles) y estaba terminando sus estudios, aunque con retraso respecto a sus compañeros. Luego, quería dedicarse a la enseñanza.
James y su esposa se habían tenido que ir pronto, solo habían conseguido niñera por unas horas, y tenían que regresar. Además, él estaba en libertad vigilada, así que no podía salir muchas horas de casa sin que los aurores del ministerio se presentaran montando escándalo. Como la mayoría de mortífagos, no tardó en entregarse a las autoridades, y como Harry había prometido, Draco y él hicieron todo lo que pudieron por ayudarle. Por su parte, Lucius, Severus, Minerva, Sirius, Remus y Albus se dedicaron a ayudar a los padres de los chicos de Hogwarts que fueron detenidos con una suerte diferente según los casos, pero buena en su mayoría, así que casi todos los graduados tenían a sus padres presentes ese día en el colegio.
Lucius y Severus, saboreaban un vino, sentados tranquilamente en una mesa, mientras espiaban sin mucha discreción a Sirius y Remus.
-Buen vino. ¿De dónde es?
-España
-¿Qué pasó con los vinos franceses que tenías?
-Cambiaron mis gustos
-¿Y eso?
-Es… una historia un poco complicada de contar… tal vez en otro momento.
-Claro… Tiene algo ¿verdad? – Dijo mirando al moreno
-¿El vino? O sí, sí, está bueno. – Contestó sin apartar la vista de su pareja y su amigo
-No, el vino no, él.
-¿Quién? ¿El licántropo?- Intentó hacerse el sorprendido pero le salió mal.
-Sí, sé que a Draco y a ti os pone nerviosos, y ahora que me fijo…
-Lucius, ¿no estarás pensando…?
-Oh venga… ¿Te escandalizarías?
-No pero…
-Con un buen traje tiene que verse aún mejor – Dijo cerrando un poco los ojos como tomando medida al castaño – y el hecho de que sea licántropo… es lo de menos, un trastorno una vez al mes, pero en las mujeres también pasa, bueno no en todas pero… Además, dejó su última relación hace unos meses ¿verdad?
-8 meses, sí. Desde entonces le veo demasiado a menudo.
-Así que está libre… ¿Por qué no le invitas a pasar el verano con todos nosotros?
-Eso ya lo ha hecho Sirius… Olvídalo, es hetero…
-Si, bueno… yo lo creía de mí hasta hace… unos 15 minutos… - Sonrió tomando otro sorbo de vino. Severus guardó silencio, mientras analizaba la información que le acababan de dar.
-Bien, supongo que por intentarlo… aunque no creo que tengas éxito, pero… - Se encogió de hombros.
-Un Malfoy nunca fracasa. Mira a mi hijo… Por cierto ¿dónde está? Hace tan solo unos segundos estaba allí – Dijo señalando el lugar.
Harry empujaba a Draco sobre la mesa… El antiguo aula de astronomía estaba mucho más polvoriento que la última vez que lo habían visitado, hacía más de un año.
-Ahora vas a ser un obediente chico malo. – Dijo sonriendo mientras se subía a su lado.
-Harry, es de día, todo el mundo está ahí abajo… nos van a pillar.
-Eso hace las cosas más interesantes. ¿No te apetece? – Ronroneo en su oreja comenzando a mordisquearle el lóbulo.
-Sabes que sí, pero este no es el sitio… más… discreto – Suspiraba sabiendo que por nada del mundo su pareja iba a ceder - ¿Por qué no vamos a la Polvera? Allí es más seguro… - Harry se sentó a horcajadas encima del rubio y le comenzó a besar el cuello.
-Porque… aquí… estuvimos juntos… por primera vez… y creo que deberíamos… despedirnos de este lugar… como merece…
-Con tanto polvo se me está ensuciando mi túnica nueva.
-¡Al diablo con ella! – Harry dejó de besarle y le miró desde arriba – Decide Draco Malfoy… o tu túnica o un buen polvo conmigo.
-Pues…
-¡Draco! – Harry hizo un puchero intentando mostrar disgusto.
El Slytherin estiró los brazos agarrándole del cuello y tiró de él hacia abajo. Mientras se besaban, la música de la fiesta de los jardines, les llegaba claramente a través de los ventanales. Dejó que el moreno le desabrochara la túnica, regando de besos su pecho. Hacía tanto calor que sólo llevaba debajo unos finos pantalones de lino, que ahora, a parte de arrugados, no frenaban su excitación. Harry tampoco iba mucho más vestido, así que los roces eran mucho más sugerentes. Se quitó la túnica y dejó que sus erecciones se rozaran. Cuando Draco cerró los ojos y dejó reposar sus brazos sobre la mesa, tragando saliva y disfrutando del momento, el moreno se le quedó observando con atención.
-Draco
-¿Um?
-Tal vez lo que vamos a hacer no sea una buena idea – El rubio abrió los ojos para encontrarle a unos milímetros de su nariz – Me refiero a lo de compartir casa… trabajar, estudiar…
-¿Qué es lo que quieres hacer ahora? A mí me parece una buena idea.
-Podríamos meternos en una enorme cama con forma de corazón, y no parar de hacer el amor hasta el siglo que viene. Bueno sí, pararíamos para comer y dormir de cuando en cuando…
-¿Por qué con forma de corazón?
-¿Por qué no?- Ambos sonrieron antes de volver a besarse. Draco le abrazó y giró quedando esta vez él encima.
Miró el anillo de Harry, la serpiente parecía dormir con tranquilidad enroscada en el dedo. Luego miró al moreno que le observaba con curiosidad. Habían prometido esperar a acabar sus estudios para formar una familia, pero no consiguieron quitar el anillo del dedo del moreno. Para calmar el enfado de Lucius que no se esperaba el funcionamiento del hechizo de unión así por las buenas, Sirius, después de mucho discutir con Severus, había dado a Draco el de los Potter que tenía la forma de una espada y que también se adaptó al dedo de su nuevo dueño sin ceremonia alguna. Así que había mucha gente que los consideraba ya casados.
Draco salió de sus pensamientos, cuando Harry le sopló en la oreja. Al mirarlo elevó una ceja de forma interrogativa y sonriendo de nuevo los dos a la vez, se besaron largamente, hasta que el rubio decidió que ya era hora de acabar el prólogo y comenzar a leer el libro.
Ya habían descubierto hacía tiempo, que si lo que uno hacía con la lengua, el otro lo imitaba con las manos ninguno de los dos se quedaba 'frío'. Así que mientras Draco mordisqueaba y lamía los pezones de Harry, este se los pellizcaba con los dedos. El juego era divertido, solo había que seguir los movimientos del otro.
Se entretuvieron bastante rato, recorriendo cada poro del otro, lamiendo cada rincón, hasta que Draco tomó de nuevo la iniciativa, y con su lengua y su boca empezó a jugar con la erección de Harry. A diferencia de otras veces, dejó que la lengua hiciera la mayor parte del trabajo, mientras el moreno gemía con fuerza y le agarraba la cabeza pidiendo más y más. Pero cuando el rubio se preparaba para que su amante terminara, este le frenó en seco.
-Contigo.
-Harry, ahora voy yo pero… - El Gryffindor negó con la cabeza
-Contigo.
-La primera vez que lo hicimos, también me pediste esto. – El rubio sonrió y se colocó encima. - ¿Estás seguro?
-Sabes que sí. Contigo. – Dijo besándole.
Mientras las lenguas de ambos se peleaban por llevar el control, Harry, con algo de dificultad, sacó un botecito de vaselina del bolsillo de su túnica, que hacía rato yacía en el suelo. Dejó que Draco le preparara, lo que ya no tardaba mucho en hacer y que eligiera la postura. El rubio le puso de espaldas, pero en vez de abrir las piernas de Harry, no lo hizo, obteniendo así mucho más roce por parte de ambos. Iba más despacio por la estrechez, pero tanto Harry como él experimentaban unas fuertes sensaciones con la novedad introducida, tanto, que no duraron el tiempo que estaban acostumbrados, ya que pronto el rubio tuvo un fuerte orgasmo que no pudo, ni quiso controlar.
Mientras descansaba y normalizaba su respiración, acercó el bote a Harry, que aún no había terminado. Sonrió ya que sabía que Draco tenía algo en mente porque jamás le dejaba a medias.
Vistos los resultados, decidió imitar la postura. Le costó un poco más, ya que él estaba menos acostumbrado a ser el que empujaba, pero pronto reconoció que su chico había hecho un gran descubrimiento, para el que no había que ser acróbata como en otras ocasiones.
Descansaba plácidamente en los brazos del Slytherin, cuando ambos escucharon a una voz que decía con claridad desde el jardín:
-¿Alguien ha visto a mi hijo y Harry?
-¿Alguna vez, tu padre, nos dejará de vigilar?
-Cuando Nevil aprenda a hacer pociones.
-Me lo figuraba – Sonrió.
FIN
Os he escrito una pequeña dedicatoria y agradecimiento al principio del capítulo, espero que la leáis.
Y dejadme una crítica final, creo que el fic lo merece.
Respuestas a los comentarios
Conacha – Bueno, creo que tus dudas ya estarán resueltas, sí, Harry no pensaba muy claro cuando lo del traslator… supongo que eran los nervios. Gracias por tu fidelidad. S.
Diabolik – Te aseguro que Draco me encanta, es tan… cosmopolita… Además, aguanta más que Harry, pero yo creo que también es porque realmente es más fuerte. Espero que este final te guste. Gracias por todo. S.
Cerdo Volador – Gracias, gracias, gracias… Espero que te haya gustado también el final. Besos. S.
