—¿Opinas que deberíamos darle un mejor trato a una criada que esta a nuestro mismo nivel? —pregunto la voz de Amy.
—Claramente no es una criada común y corriente, el rey la visita incluso más que a la reina. ¿no te das cuenta? Probablemente la convierta en una concubina o incluso en su esposa.
—¡Estas loca!—grito la mujer con vehemencia—ella no es más que una descastada no podría aspirar a tanto.
—Tu si eres tremendamente ilusa Ami, se caso con la reina a pesar de no ser virgen, ¿en verdad crees que le importe la alcurnia? Tienes que hacerme caso esa chiquilla ascenderá muy pronto y es ahí cuando te arrepentirás de no haberte acercado a ella antes.
—Hablas como si la reina fuera a perder la corona, esta claro que si su intención hubiera sido desposar a Rei ya lo hubiera hecho.
—Durante estos últimos ocho meses su majestad ha vuelto de tres expediciones, no ha entrado en la habitación de la reina ni una sola vez y se dirigen muy formalmente entre ellos. Escuche los cascos de los caballos retumbar durante la noche, su alteza llego y lo primero que hizo durante la mañana fue entrar a la habitación de la joven de cabellos negros, he escuchado la suave risa de la muchacha y como se refiere a el con su nombre de pila.
—¡No deberías espiar de ese modo a su alteza! —exclamo la horrorizada Amy— no debes de entrometerte en los que no son tus asuntos.
—Te digo todo esto para que aligeres la carga de la chica, aunque ella es demasiado extraña, la ultima vez le quite una bandeja de las manos y se alejo de mi como si fuera la peste.
Las voces estaban amortiguadas por el muro que las separaba, pero Serenity las escuchaba perfectamente. Curvo una media sonrisa al escuchar la información, sabía que Endimion volvió tras unos meses de no saber nada de él. Los cofres rebosantes de joyas y oro que se encontraban en la entrada a modo de trofeo, demostraban que volvió con un botín más cuantioso que el anterior. Las incipientes tropas que antes rodeaban las murallas se habían triplicado durante los últimos meses. Sin duda alguna la región se había vuelto tan prospera como para competir con el propio norte. Era increíble la velocidad con la que el rey restableció el orden aun cuando no se mantenía sentado en el trono.
Conocía las habladurías de la gente, pero trataba de no demostrar que las palabras tuvieran efecto en ella, le acusaron de estar marchita por dentro. Después de todo lo único que le faltaba a Milenio era un heredero, heredero que ella seria incapaz de brindar. Quería gritar cuando escucho las palabras tan detestables del consejo. Para su vergüenza o fortuna Endimion estaba presente puesto que regresaba de su segunda contienda, él se había limitado a ordenarles que se callaran, pero los hombres mencionaron que estaban en el derecho de informar a la reina sobre su pobre actuación como tal. Cuando creyó que su miseria empeoraría él estoico hombre declaro que se le trataría con el debido respeto que merecía y ella estaría en facultad de ordenar tal como él lo hacía.
El viejo Osaka la vio con cara de cordero y prosiguió a disculparse ante su irrespetuoso comentario. Lo vio fruncir la boca como si hubiese comido un limón, pero la situación le brindo la estabilidad que nunca creyó alcanzar. Finalmente, no era tratada como una muñeca si no como una mujer que tenia tanto poder como el mismo Rey.
Escucho los pasos de las mujeres acercarse y se escondió tras el amplio ventanal que tenia tras sus espaldas. No podía criticar que aquella mujer espiara cuando ella misma tenia la misma dañina conducta.
—¿Su alteza?
La melodiosa voz la atrajo de nuevo a su realidad, dirigiendo su atención hacia la joven de cabellos negros. Ya no tenia el aspecto andrajoso que alguna vez tuvo, su ropa estaba pulcramente limpia, así como los zapatos que ahora cubrían sus pies, sus cabellos estaban sueltos, contra todo pronostico la muchacha no se preocupaba por atarlo como comúnmente lo hacían las damas. Pero a pesar de todo su belleza era notable, sus ojos violáceos la miraban con desconcierto al percatarse de su intenso escrutinio.
—¿Qué necesitabas de mi Rei? —pregunto con fingida tranquilidad entrelazando sus manos en su regazo.
—¿Qué desea que se sirva durante la cena de esta noche?
La reina bajo la mirada con nerviosismo, quería evitar el banquete con todas sus fuerzas, pero era un acto imprescindible. La idea de encararlo tras su regreso le aterraba en gran medida. después de haber liberado a diez esclavos de sus puestos brindándoles un salario por sus servicios, y de rechazar alrededor de una docena de cartas pidiendo la autorización de consumar una boda con no más que niñas con hombres que probablemente alcanzarían a ser sus propios abuelos. El rey le brindo la posibilidad de decidir y ella se había tomado enormes libertades.
—¿Le apetecería pato asado o carne de cordero? —cuestiono la joven al ver a su reina indecisa.
—Cordero estara bien.
—Como ordene su majestad —dijo la muchacha haciendo una reverencia para darle la espalda.
—¡Rei! —grito la rubia al verla marchar.
—¿Si? —pregunto con escepticismo.
—¿Por qué aun no se han casado? Es decir, eres una buena muchacha y creo que el debe ser feliz contigo.
Rei abrió los ojos con asombro, para luego bajar la mirada a su vestido y sacudir las tenues arrugas que se encontraban en este para evitar la mirada de la emisora del mensaje.
—Siempre estaremos juntos... pero usted también lo estará. Un matrimonio no es una opción su alteza, ni siquiera ser una concubina. Yo no puedo figurar en cualquiera de eso papeles.
Serenity escucho la crudeza de sus palabras y la piel se le erizo. Era increíble que una mujer tan joven se diera por vencida. Le recordaba si misma y el cómo antes se sentía atrapada en una burbuja.
—Debes de intentarlo, yo no tratare de afectarte ya te lo he dicho un sin número de ocasiones.
Serenity camino con pasos vacilantes hasta acortar la distancia que las separaba, noto como la muchacha temblaba al tenerla cerca. Impresionada por su reacción le tomo de las manos, pero la joven cerro los ojos fuertemente, en su rostro se podía ver el dolor recorriendo sus gestos, en un breve segundo ella se alejo de su presencia, haciendo un gesto con la cabeza en señal de despedida.
Aquello no pudo más que impresionarla dejándola con un mar de dudas en la mente, y con la inseguridad de la llegada del ocaso.
Pasadas unas horas Serenity estiraba el cuello por la estancia. No había ni una pista de Samuel y de su patosa presencia, después de recuperarse era un torbellino y en rara ocasión era capaz de encontrarlo en su habitación. Sin embargo, aquel era el regreso del soberano y se presumía que no haría ningún otro viaje durante mucho tiempo o incluso nunca más. Si el rey no encontraba al torbellino del niño sentado en la mesa solo el cielo sabio si le permitiría quedarse con él por más tiempo. Le paso la idea de llamar algún lacayo para que lo encontrara, pero no pretendía avergonzar al volátil infante. Fugazmente llevo su mirada hasta el jardín y lo que vio no pudo más que retorcerle el corazón de miedo. Endimion se encontraba agachado a la altura del niño y este le observaba con atención, estrujo el costado de su vestido al imaginarse el mar de lágrimas en que terminaría el infante tras su regaño.
Pero al ver a Samuel entrar con una cálida sonrisa en los labios le hizo dilucidar que el niño no se encontraba apabullado, se dirigió a ella en un apretado abrazo, para luego caminar hasta su lugar en la mesa. Serenity dejo salir el aire sus pulmones cuando todos los invitados se sentaron en la mesa, pudo ver la mirada de los viejos ministros deslizándose por su abdomen, en lo que claramente era un escrutinio para dilucidar si se encontraba encinta.
—Parece que se encuentra en mejor estado físico su alteza —se aventuro a decir uno— el color ha vuelto a sus mejillas después de tanto tiempo.
—He utilizado estos meses para restablecerme —contesto escuetamente llevándose un bocado a los labios.
—Todo se ha restablecido en estos meses—expuso el anciano con orgullo—incluso ahora tenemos una nación prospera.
—Esperemos que el precio no sea la invasión de los Black —agrego otro con veneno—Seria una maravillosa idea consolidar alianzas estratégicas con el norte, o en su defecto estar alerta.
—Esta es una cena, no una reunión estratégica la reina no tiene porque preocuparse de ello— atajo entre dientes, dándole una mirada severa.
—Disculpe—su tono era tan falso como el semblante tranquilo de Serenity.
Endimion alzo las cejas sardónicamente, en una clara señal de no creer en sus palabras.
—Me preocupa un miembro del consejo que no se ha presentado, perteneciente a la casa Osaka —expuso de pronto el anciano.
—¿Osaka?-pregunto con escepticismo.
—Asi es, temo que haya sido asesino por los Black, mañana enviare a un mensajero para que lo verifique.
—¿Necesita más soldado en su escolta Rocastelli? —pregunto Endimion.
El hombre rechazo la oferta en una leve sacudida de cabeza.
—Mis hombres son lo suficientemente capaces, no se preocupe por mí, pero hasta que las cosas mejoren le sugiero no salir del palacio.
—Por supuesto—afirmo.
—Si me disculpan—se excusó la joven levantándose de la mesa—no es necesario que me sigan solo iré a tomar aire fresco.
—Síganla—atajo este con violencia.
—Esposo solo iré al balcón, incluso tu mismo puedes verme desde tu asiento.
—Si buscas recreación baila conmigo.
Aquello más que una petición fue una orden, pero aun con ello la joven extendió la mano cuando este le ofreció la suya. Cuando se levantaron la gente se apartó del salón permitiéndoles hacer la entrada, los violines y el piano resonaban en la estancia al igual que el frenético corazón en el pecho de la reina, estaba tan asombrada de su propia reacción que ejecuto los movimientos de manera torpe, la cercanía de su cuerpo la perturbaba por completo, el estiro su brazo logrando alejarla de el para luego atraerla con más fuerza, Serenity respiro hondo cuando sus cuerpos chocaron con fuerza, el simple contacto logro que su vientre se saturara de aurora boreales, reclamándole que ahondara en sus recientes descubrimientos. Entonces el la vio con aquella mirada que la escrutaba como si conociera sus mas turbios secretos incluyendo el ardor de sus pensamientos. Su cuerpo disfrutaba su mano cerniéndose posesivamente sobre su cintura, a pesar de las gruesas telas que los separaban Serenity ya conocía la sensación de sus cuerpos juntos, y la dureza de su abdomen apretándose contra sus pechos. ¿seria el un amante compasivo? O resultaría aun más doloroso que su experiencia con Andrew. Su cercanía evocaba en ella deseos masoquistas de arriesgarse a probar el fruto que una vez le había causado tanto dolor.
La música llego a su fin, así como el letargo de pasiones en el que se encontraba, Endimion se separo de ella llevándole hasta el balcón donde antes había dicho que deseaba estar.
—No me impondré sobre tu deseo de estar sola aquí —puntualizo— sin embargo, no te demores en volver a le mesa.
Serenity asintió haciendo una reverencia cuando este le dio la espalda. Expulso el aire que antes había retenido en sus pulmones y se sentó en la banca de mármol, no podía sentir ese tipo de deseo hacia él.
—¿Estas deslumbrada por el poder y la inteligencia que él representa? —pregunto de pronto Lita, con cara de burla.
—No entiendo a qué te refieres. —contesto haciendo una mueca al ver a la mujer que casi la arruinaba.
—Sabes perfectamente a lo que me refiero, el rey no regreso siendo el mozo más bello de milenio, sin embargo, ahora lo miras de manera tranquila, incluso podría jurar que veo un poco de cariño en tus ojos. Me parece lógico que te resulte avasallador que un hombre por fin te preste atención y no solo te proteja con su manto dorado si no que te dé a cargar una milésima del peso de la corona.
—Tu no conoces nada sobre mi relación con mi esposo.
—Pero vaya que conozco lo necesario, te trata con tanta delicadeza como a un tesoro, no te levanta la voz, soporta tus estúpidos jueguitos en público y además de brinda autoridad que ninguna reina había tenido antes en la historia de milenio. A todos les parece sorpresivo que el rey sangriento permita que su esposa dirija asuntos que ninguna mujer tiene derecho a manejar, dime ¿te resulta excitante el poder que el representa? El poder que nunca tendrías de no ser por él.
—¡Cállate! —grito serenity indignada.
—Aquí es donde deberías de decir que mis palabras no tienen sentido alguno, pero sabes perfectamente que eso es lo único que te atrae de esa bestia, lo soportas todas las noches bajo la reserva de poder seguir teniendo el poder que poco a poco vas ganando.
—Eres una descarriada, pero no caeré en tu maldito juego.
—¿La descarriada soy yo? Aceptas a un hombre que ha matado a cientos por riquezas, violado algunas, esclavizado a otros tantos y robado a miles, tienes que dejar de vivir en tu maldita burbuja y conocer de donde salen las sedas y las joyas costosas que ahora portas.
—Suficiente —sentencio la fría voz de su esposo a sus espaldas—No tienes nada que cuestionar a tu rey Kino, y mucho menos cuando te alimentas de mi comida, vives bajo mis tierras, y vistes de las sedas que son de más baja calidad que las de la reina ¿envidias que no te aceptara tan solo como concubina?
—Como ordene—contesto ella con nerviosismo, y con sus mejillas coloreadas al verse descubierta.
—¿Todo eso es cierto? -cuestiono finalmente con un hilo de voz.
—¿Quieres los detalles no es así? —cuestiono— sígueme.
Aturdida se pregunto si en efecto el era culpable de tan atroces barbaries. Se alejaron del bullicio, caminando en silencio hasta llegar a la biblioteca, el puso una mano en su brazo haciendo que se detuviera, para abrir la estancia con una llave. Una vez dentro ella no fue capaz de ocultar la cólera que poco a poco se formaba en su ser, aun cuando el se mostraba tan frio que fue capaz de tomar asiento.
—Usted está matando gente inocente, cada una de sus excursiones está teñida con sangre, su sed de poder lo Cega tanto que no es capaz de parar aun cuando el reino recupera poco a poco su luz.
—¿Crees que derramo sangre innecesariamente? -pregunto Endimión, sin levantarse de la majestuosa silla en donde se encontraba sentado —nunca son suficientes tierras, más terrenos significan más poder, más poder significar más seguridad que desencadenan estabilidad y riqueza
—Usted ha traído consigo tesoros extraordinarios, ha saqueado totalmente al sur hasta lograr que su gente implorara por misericordia, se ha adueñado de las tierras colindantes con vehemencia, dicen que ha matado a cuantos se le pusieran en el camino y que les ha dicho a sus soldados que saciaran sus deseos con las mujeres que encontrasen, incluso usted mismo abuso de unas cuantas ¿es de esa forma que ganara su ansiado poder? —cuestiono con indignación— había escuchado rumores durante estas semanas pero las declaraciones de esa arpía confirman sus acciones.
—Nunca he tocado a una mujer contra su voluntad, mucho menos le he dado permiso a mis vasallos de cometer tales atrocidades, si quiero solidificar el reino tengo que lograr que el sur y el este sean míos por completo, el norte esperaba hacer esa jugada, las historias que cuentas son hechos que ocurrieron cuando Rubeus se adueñó de sus tierras, los trofeos que me adjudicas son de otro ganador. — la expresión de Endimion se tornó cautelosa a espera de la respuesta de la rubia.
—¿Se atreve a negar que carga con muertes en su consciencia mi rey? —pregunto casi escupiendo esas palabras con desagrado.
—No, no tengo por que negarlo, pero la otra vertiente seria catastrófica , si Black hubiera dado el primer tiro de gracia, lo que yo hice fue lo más parecido a un acto de amor para las personas en general, se sacrifica una minoría por el bien común, es un costo que estoy dispuesto a pagar si con ello se salvan inocentes.
—¡Qué demonios sabe usted del amor! —objeto la reina, con evidente furia, acercándose hasta donde se encontraba Endimion.
—Mucho más de lo que usted presume conocerlo— contraataco, levantándose en todo su esplendor logrando que Serenity retrocedería ante la sorpresa de tenerle tan cerca, en cambio él solo se dedico a caminar hasta el ventanal que tenía ante sus ojos. —¿Usted alguna vez amo a mi hermano? —pregunto de pronto.
—Por supuesto—aseguro indignada de forma tajante.
La suave boca de Endimion se curvo con ironía.
—¿Sintió esas palabras del mismo modo en que las dijo? —pregunto, aun sin mirarla — mejor dicho ¿usted le sigue amando?
Serenity ahogo un grito en su garganta ante la soberbia de sus palabras.
—Dígame Serenity, ¿sintió con cada fibra de su ser esas palabras? O tal vez están tan férreamente programadas en su interior que usted misma se engaña. El amor no se afirma se siente, aun cuando no sabes definir la emoción que te invade, incluso aun cuando la persona este a millares de distancia, aunque le crees o sabes que está muerto, una parte de tu alma no te pertenece por que el o ella se adueño por completo de tu ser.
La rabia se apodero por completo de ella al escuchar aquellas palabras, incapaz de contenerse se aproximo hasta quedar a centímetros de él para extender su brazo y abofetearle fuertemente, el rostro de Endimion no se movió ante su embate, solo se limito a mirarle con su rutinaria frialdad, Serenity dio un paso atrás al ver sus ojos azules convertirse en un tono casi negro, Él no hizo ningún ademan para detener su golpe y mucho menos de regresárselo.
—No se atreva a cuestionar mi amor cuando usted nunca ha sentido esa emoción en su denigrante vida —grito exaltada, con la respiración acelerada.
—¿Usted que sabe de amor niña estúpida? Ni siquiera creo que haya sentido las palabras que con tanta vehemencia clama— comento con hostilidad, acercándose hasta ella— Puedo asegurar que conozco mucho más esas emociones de lo que usted pregona. —declaro finalmente, deteniéndose a unos pasos de ella.
—¡Una bestia como usted no es capaz de tener una pizca de esa humanidad! — farfullo, obstinada.
—Este bestia amo de tal forma que fue capaz de dar todo por la mujer que amaba, partió de una guerra a otra para sustituir a su padre que le consideraba poco menos que un gusano, todo con tal de lograr alcanzar su objetivo.
—¡Por supuesto la corona! —grito ella adelantándosele.
—Era un bastardo que solo deseo la corona hasta que no le dieron la mano de la mujer que quería en matrimonio ¿Cómo cree que conseguí la cicatriz del rostro su alteza? —pregunto con rabia sin esperar una respuesta — la gane en la batalla final con la que conseguiría la corona, pero sobre todo a ella. Sin embargo, ahora que la tengo tan solo poseo innumerables tierras y una reina que me desprecia, en cuanto de mi antiguo amor tan solo recuerdos rondan en mi mente, porque no la he logrado encontrar a pesar de mis esfuerzos, de mis anhelos más profundos, ella no se muestra con vida.
Serenity lo miro con asombro, había observado la emoción con que profería cada palabra, era imposible que aquel hombre mintiese, paralizada ante su descubrimiento, bajo la mirada se sentía asquerosamente mezquina al haber proferido esas palabras tan duras contra él, guio su mirada hasta donde la imponente figura se encontraba, noto que caminaba de nuevo al ventanal con los puños cerrados fuertemente por la furia que seguramente sentía en esos momentos.
—Yo... yo no quería faltarle al respeto así, por favor disculpe mi osadía—dijo con vacilación— yo prometo que nunca más diré na... —sus palabras fueron acalladas por la fuerte orden del hombre en cuestión.
— Largo— siseo con desprecio, sin dejar lugar a la réplica.
Serenity rodo sobre sus talones, para salir con el corazón desbocado en el pecho. Se culpaba por su actuación tan estúpida, así como de sus acciones ¡por los dioses incluso le había golpeado! Serenity frunció la nariz en una mueca, ella le había acusado de bestia cuando él ni siquiera hizo intento alguno por detener su bofetada, ¡cuando la conoció había parado una flecha! Pero no había parado su pequeña mano alzándose contra su rostro, el intimidante guerrero no la había matado a golpes aun cuando le dirigió las palabras mas groseras. Se golpeo mentalmente ante la osadía de sus acciones, miro su mano al sentir un escozor en ella y como estaba teñida de un rosa carmesi definitivamente se merecía el título de la reina más cabezota que Milenio hubiera tenido en siglos "niña estúpida" ahora reconocía que las palabras que le había dicho no distaban nada de su realidad.
