Si Ashley y William habían quedado impresionados por el exterior del Ave Negra, no era nada comparado con lo que sintieron al ver el interior del jet.

            —¿Cómo fue que nos encontraron? —fue lo primero que había preguntado Kurt desde el fondo de la nave, una vez que todos se habían abrochado el cinturón y el jet había despegado.

            —Cerebro captó la actividad de Lance y decidimos ir a investigar —dijo Kitty, al tiempo que se acomodaba el largo cabello castaño. A su lado, la otra chica, Rogue, observaba el paisaje por una de las ventanas—. Acabábamos de despegar cuando el profesor nos informó que Cerebro te había localizado en el mismo lugar.

            —¿Y de veras pueden pilotear esta cosa? —preguntó William al chico negro, Evan que estaba sentado junto a él y a quien Kurt no había perdido tiempo en presentar, al igual que al resto de sus compañeros.

            —¡Claro! —respondió el muchacho. O al menos algún día lo haremos. Por ahora sólo nos permiten volar en el simulador.

            —Y así van a seguir hasta que dejen de estrellarse contra todo objeto que se les aparece en frente como hiciste la última vez —dijo bruscamente el hombre corpulento, conocido por todos como Logan.

            Evan se puso rojo y se hundió en su asiento mientras los demás, incluyendo a William, se reían.

            —¿Y qué me dices tú, Ashley? —Ororo, la mujer de cabello blanco, se inclinó hacia atrás para hablar con el silencioso muchacho detrás de ella—. Has estado muy callada. Dime, ¿qué habilidades tienes?

            Aunque obviamente apantallada por el Ave Negra, Ashley se había negado a comentar algo o a relacionarse con los demás, prefiriendo permanecer semioculta en un rincón. Pero ahora que se dirigían directamente a ella, Ashley se irguió, observó a la mujer con ojos desorbitados y exclamó:

            —¿Cuáles habilidades? Yo no tengo habilidades, tengo una horrible maldición.

            —Ashley, por favor no empieces —suplicó William, apenado.

            —No te preocupes, William, al principio todos pensábamos así —lo tranquilizó Evan.

—Ashley —dijo Ororo, sabemos que eres uno de nosotros, de nada sirve que lo ocultes. Cerebro registró tu actividad cuando veníamos hacia acá. ¿Por qué no nos dices lo que sabes hacer?

            —¡Eso no te importa! ¡Quiero irme a mi casa, no quiero estar con esta bola de fenómenos!

            —¡Ashley, ya basta!

            —William, no puedo creer que me convencieras a venir con estos tipos, ¿a ellos qué les importa lo que sé o no sé hacer?

            —Ashley controla la electricidad —se oyó una voz al fondo de la nave.

            Todos, incluso Ashley, voltearon a ver a Kurt, extrañados.

            —¿Cómo lo supiste? —dijo Ashley.

            —No fue difícil deducirlo —contestó Kurt—. Cuando estábamos en tu casa el foco de afuera explotó, y también te vi lanzarle ese rayo a Lance. Además, todas esas cosas que traes puestas son de hule, que supongo es para aislarte y controlar la electricidad que sale de tu cuerpo.

            —Eres muy listo, bola de pelo —dijo Ashley, sardónica—. Pero algún día esa boca floja que tienes te va a meter en problemas.

            —¿Qué dijiste? —gritó Kurt, tratándose de levantar.

            —¿Quieres pelear? —dijo a su vez Ashley, desabrochándose el cinturón.

            —Ya cállense los dos —rugió Logan desde el asiento del piloto—. Tú, niña, ponte el cinturón que pronto vamos a aterrizar.

            —¿Tan rápido? —dijo William.

            —Los jets viajan un poco más rápido que los autos —replicó Logan en tono sarcástico—. Aunque tu carro era bastante bueno —añadió con una sonrisa.

            Unos minutos después el Ave Negra descendió y se introdujo al hangar por una puerta secreta debajo de una cancha.

            —¡Qué bien! —exclamó Kitty—. ¡Estamos en casa! ¡Me muero de hambre!

            Se abrió la compuerta y todos bajaron rápidamente, hasta William, que parecía hastiado. Logan fue al fondo del jet y tomó en brazos a Kurt que, para su sorpresa, se había quedado dormido.

            —¡Miren eso! ¿Cómo pudo quedarse dormido tan rápido y con todo ese movimiento? —preguntó Rogue, sorprendida, al ver a Logan bajar con el cuerpo inerte de Kurt.

            —Eso es típico de Kurt —replicó Evan—. Lo único que sabe hacer es comer y dormir.

            —Mmh, no, algo no está bien —Logan frunció el ceño al tiempo que observaba a Kurt detenidamente—. Está demasiado pálido.

            —¿Pálido? ¿De verdad puedes ver un cambio de color debajo de ese pelo? —rió Kitty.

            Pero en eso Logan vio que la venda que Kurt traía en la cabeza lentamente se manchaba de rojo.

            —¡Llamen al profesor! —rugió de pronto, tomando a todos por sorpresa—. Díganle que vaya a la enfermería, ¡es urgente!

            Dicho esto el hombre echó a correr con Kurt, dejando a todos perplejos por unos segundos, hasta que Kitty reaccionó y salió corriendo en busca del profesor Xavier, atravesando las puertas sin siquiera molestarse en intentar abrirlas.

            —Será mejor que vengan conmigo —dijo Ororo a William y a Ashley, que se habían quedado con los ojos abiertos al ver a Kitty traspasar la puerta—. Deben estar cansados después de tanto ajetreo, les prepararé una habitación para que puedan descansar.

            Los dos muchachos estaban demasiado confundidos como para decir algo, así que siguieron calladamente a Ororo por los diferentes pasillos hasta llegar a una habitación vacía, en donde se aseguró de que estuvieran bien instalados y luego se apresuró hacia la enfermería para ayudar en lo que pudiera. Los chicos, agotados y apesadumbrados, escogieron cada uno una de las dos camas que había en el cuarto, se recostaron y, en segundos, se quedaron dormidos.

            Ya estaba oscuro cuando William despertó, se restregó los ojos para ahuyentarse el sueño y se sentó en la cama.

            —¿Qué hora es, Ashley? ¿Ashley?

            William volteó hacia la cama de junto. Estaba vacía. El chico se levantó y buscó sobre el tocador con la esperanza de que hubiera alguna nota, pero no encontró nada. Sin embargo, no se sintió extrañado en absoluto. Ashley siempre era así. Retraída. Desconfiada. Temerosa de todo aquél que se le acercara…

            No, no siempre fue así, se recordó William. Ella solía ser una chica alegre y despreocupada, llena de una dicha que irradiaba dondequiera que iba. Pero luego cambió. Poco a poco, casi imperceptiblemente, ella cambió, Al igual que William. Y William sabía bien por qué: fue desde ese día, desde aquél fatídico día en que había cometido el peor error de su vida, un error que pagaría por el resto de sus días. Mejor voy a buscarla, antes de que haga algo de lo que se pueda arrepentir.