Gracias por los reviews. Artemisa, gracias por tu apoyo, aquí se explica un poco sobre Alex y el secreto de William vendrá en el siguiente capítulo, que pronto terminaré.

The Dark, espero que no me muerdas, pero de todos modos ya tengo sangre vampírica, así que estamos a mano.

Hikaru Agata, ya viste que no fue difícil viajar sin el inductor, pero no por eso el viaje fue fácil.

Loconexion, me llevó un poco aceptar reviews anónimos porque por alguna razón no se abría la página de settings, pero finalmente ya los acepto.

Tal vez no actualice en un tiempo porque estoy terminando los primeros capítulos de unos fics de Harry Potter y El señor de los anillos, además de unas historias en fictionpress (ahí tengo el nombre de riverdragongirl). Cuando me sea posible pondré el capítulo 7.

Muchos saludos…

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            Buscar a Ashley era más fácil decirlo que hacerlo. Esa mansión era una maraña de pasillos y habitaciones y a los 5 minutos de haber salido de su cuarto William se había perdido. Después de subir y de bajar escaleras a lo loco finalmente dio con un amplio salón  de lectura cuya cálida fogata lo invitaba a entrar y echar un vistazo. Además de los sillones y de varias mesas que tenían un aspecto antiguo, lo que más llamó la atención de William eran los estantes. Había miles de libros. William sacó uno al azar y empezó a hojearlo con curiosidad. Era sobre genética.

            —¡Así que aquí estabas!

            William casi dejó caer el libro del susto. En el umbral de la puerta estaba Kitty observándolo con una traviesa sonrisa en el rostro.

            —Eh... yo... perdón... sólo estaba... no quise...

            —Tranquilo —dijo Kitty riendo al tiempo que se le acercaba—. Sólo vine a decirte que Kurt ya despertó y quiere hablar contigo. Ven, yo te llevaré.

            —Está bien —contestó William, dejándose tomar de la mano por la chica. Sin embargo, al ver que se dirigía casi corriendo hacia la pared en vez de la puerta, exclamó con un asomo de pánico en la voz—: Oye, ¿pero no sería mejor ir por las escaleras?

            En ese momento Kitty atravesó la pared y William apenas alcanzó a soltar un grito y cerrar los ojos para esperar el impacto. Pero no sintió nada, sino que sus pies se siguieron moviendo velozmente detrás de la niña, que lo iba jalando cada vez más rápido. William abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba atravesando las paredes al igual que la chica, hasta que llegaron a otro pasillo con una escalera que bajaron a toda velocidad. Cuando llegaron al pie de éstas, William se soltó de Kitty y se recargó del barandal para recuperarse de tanta conmoción y recobrar un poco el aliento.

            —Eso... eso fue... tan... raro.

            —Por aquí —dijo Kitty, señalando una puerta a unos cuantos metros de la escalera. La chica caminó hacia ella, giró la perilla y entró. William se acercó cautelosamente y empujó suavemente la puerta para entrar.

            La enfermería era muy amplia y estaba llena de extraños aparatos que chirriaban y emitían pitidos. En una mesa había frascos con medicinas y charolas con todo tipo de instrumental quirúrgico. Las camas estaban cerca de un rincón a su derecha. Y ahí, recargado en varias almohadas en la cama más arrinconada, rodeado de algunas personas, estaba Kurt.

            —¡Hola! —exclamó el chico azul alegremente al ver entrar a William—. Creí que nunca llegarías, ¿por qué tardaste tanto?

            William se acercó tímidamente a la cama, viendo por el rabillo del ojo a los demás visitantes de Kurt. A tres de ellos ya los conocía; eran Ororo, Rogue y Evan. Kitty, por supuesto, estaba ahí. Había otros dos muchachos, una chica pelirroja y un joven alto con unos lentes rojos que llamaron mucho la atención de William, pues no le parecía que la luz estuviera tan brillante como para llevar lentes oscuros. Pero quien más le llamó la atención fue el hombre que estaba al pie de la cama. De aspecto noble y sabio, este hombre delgado, de tez blanca y calvo, irradiaba seguridad. Estaba en silla de ruedas, pero William juzgó que de haberse podido parar habría sido ligeramente más bajo que el muchacho de los lentes. William se sintió algo intimidado por la presencia de este hombre de mirada tan profunda que parecía estar explorando su alma. El chico clavó la vista al suelo.

            —Ellos son Scott y Jean —dijo Kurt sin notar nada—, y él por supuesto es el profesor Xavier.

            William se sintió más ofuscado que nunca. En el fondo sabía que este señor no podía ser otro más que el famoso profesor Xavier, pero ahora que lo tenía en frente y se lo presentaban tan jovialmente no sabía qué decir o hacer. Alzó ligeramente la vista y se sorprendió al ver que el profesor le sonreía con calidez.

            —Bienvenido, William —le dijo—. Kurt nos ha estado hablando de ti. Parece que tenemos mucho que agradecerte.

            —Sí, gracias por cuidar de nuestro amigo —dijo Scott, dándole a William una fuerte palmada en la espalda que casi lo hizo perder el equilibrio—. Logan dijo que la herida de Kurt estaba sanando muy bien gracias a los cuidados que le diste.

            —Ah, eh, no fue nada —tartamudeó William, esbozando una vacilante sonrisa. Luego se dirigió a Kurt—: ¿Cómo sigues?

            —Mucho mejor, ya no me duele la cabeza —respondió Kurt.

            —Por cierto, aún no nos has dicho quién fue el que te hirió —comentó Evan.

            —¿Ah, no? —Kurt de pronto se puso tenso. William se percató de que el chico azul había lanzado furtivamente una mirada nerviosa hacia Scott—. Em, bueno, no lo recuerdo bien, todo sucedió muy rápido...

            —Entonces tal vez William lo recuerde —sugirió Scott, sin notar el súbito cambio de humor de Kurt—. ¿Qué opinas, William? ¿Crees que puedas describirlo?

            William, deseoso de ayudar, se tomó un momento para recordar el nombre y rostro del atacante de Kurt, dispuesto a dar una descripción lo más detallada posible. Pero justo cuando se disponía a hablar, alcanzó a ver a Kurt llamando su atención lo más discretamente posible. El chico no dijo nada, pero la mirada que le dirigió a William lo decía todo. William, aunque confundido, comprendió que Kurt no quería que revelara nada. Consciente de que todos lo observaban, y de que tenía la boca abierta, William pensó rápido en algo que decir.

            —No... no pude verlo bien —dijo—. Me cayeron unos botes de basura durante la pelea y quedé enterrado.

            —Qué lástima —dijo Ororo—. Habría sido de mucha utilidad saber quién te atacó, Kurt.

            —S-sí, ¿verdad? —dijo Kurt, inquieto—. Tal vez más adelante pueda recordar, pero por ahora…

            —Kurt —dijo de pronto el profesor—, no es bueno que mientas ni que hagas mentir a otros. Necesitamos que nos digas la verdad, aunque sea un poco dolorosa para algunos.

            Tanto William como Kurt voltearon a ver al profesor, desconcertados. El profesor puede leer la mente, recordó William. También Kurt parecía haberlo recordado, pues bajó la cabeza con expresión avergonzada y permaneció callado unos momentos. Cuando finalmente habló, lo hizo casi en un susurro.

            —Fue Alex.

            —¡¿Qué?! —dijeron varios a coro.

            —¿Mi… mi hermano? —exclamó Scott, atónito.

            Todos se habían quedado sin habla. Williom al fin comprendió por qué Kurt no había querido revelar la identidad de su agresor. Era el hermano de Scott.

            —Cuéntanos qué pasó —dijo finalmente Rogue.

            —No estoy muy seguro —dijo Kurt—. Todo está muy borroso, pero creo que estaba en la escuela. Sí, ya recuerdo, iba saliendo de clases cuando vi a Alex a lo lejos, haciéndome señas. Supuse que había venido de visita y que estaba buscando a Scott, así que me acerqué para saludarlo y preguntarle cuándo había llegado de Hawai. Pero cuando me aproximé, sin previo aviso, me atacó con sus poderes. Apenas logré esquivar el primer rayo cuando me atacó de nuevo. Me teletransporté a un árbol, traté de hablarle, pero me disparó una vez más. No tuve más remedio que defenderme. De verdad lo siento, Scott, tuve que hacerlo, tuve que atacarlo...

            —Calma, Kurt —lo tranquilizó el profesor—. No te culpes por lo que hiciste. Después analizaremos las circunstancias que llevaron a Alex a atacarte, pero por ahora prosigue.

            —Bueno —Kurt estaba algo dudoso—, empecé a teletransportarme varias veces para tratar de aturdirlo y cansarlo. No sé cuántas veces lo hice, pero fueron muchas y cada vez más lejos, o al menos lo más que podía. Finalmente acabamos en un lote baldío. Forcejeamos un rato y logré someterlo, pero me distraje y me alcanzó a golpear. Alex se me acercó para... para atacarme de nuevo —el chico no se atrevió a decir que Alex había querido matarlo—, pero en eso se oyeron unas sirenas a lo lejos y huyó. Entonces perdí el sentido y no supe más hasta que desperté en el cuarto de William.

            —Y desde entonces has estado ahí —comentó Kitty.

            —Sí. Según William, estuve inconsciente casi tres días. El lunes ya me sentía mejor, así que William se ofreció a traerme a Nueva York al siguiente día, o sea hoy. Hasta eso sólo fueron cinco días de ausencia. Qué bueno que son vacaciones o me habría atrasado mucho en la escuela, con la cantida de tarea que tengo… ¿pero qué les pasa ahora?

            Kurt advirtió con desconcierto que todos se le habían quedado mirando con una extraña expresión de confusión. Sólo William y el profesor parecían estar tranquilos, aunque William se preguntaba qué los había sorprendido esta vez.

            —Kurt —dijo Kitty con cautela —¿dices que sólo recuerdas haberte ausentado cinco días?

            —Pues claro —contestó el muchacho, turbado—. Yo le pregunté a William cuánto tiempo llevaba en su casa y él me lo dijo, ¿tiene algo de malo?

            —Es malo... —replicó Evan con expresión sombría—, ...porque no desapareciste hace cinco días.

            —Avisamos a la policía —dijo Jean—. Kurt, no habíamos sabido de ti desde hace más de dos semanas.