Tanto Kurt como William se quedaron sin habla. Cuando al fin recobraron el uso de su voz, los dos hablaron al mismo tiempo—: ¡No puede ser!

            —No puede ser, pero así es —dijo Scott—. Según nos dijeron en la escuela, te vieron por última vez en el patio principal, Kurt. Uno de nuestros compañeros dijo que te vio irte hacia los campos de futbol con un desconocido de cabello rubio —hizo una pausa—. Ahora comprendo que el desconocido era Alex.

            —Eso coincide con el recuerdo de Kurt —afirmó William—, pero no tiene sentido. Kurt llegó a mi casa apenas el viernes. Si en verdad desapareció hace dos semanas, ¿dónde estuvo el resto del tiempo?

            —Ése es precisamente el dilema —dijo el profesor.

            Todos, incluso William, voltearon a verlo. El profesor Xavier se acercó a una mesa y tomó unas hojas, que luego llevó hacia la cama de Kurt y se las mostró a todos. Sin embargo, del grupo de muchachos presentes, sólo Jean, que con frecuencia ayudaba al profesor con sus investigaciones, entendió lo que decían. Eran los resultados de unas pruebas neurológicas que el profesor le había hecho a Kurt unas horas antes.

            —¿Qué significa todo eso, profesor? —inquirió Evan, extrañado.

            —Estas pruebas muestran un extraño patrón en las ondas cerebrales de Kurt —explicó el profesor—. Al parecer alguien estuvo alterando sus patrones normales para manipular ciertas áreas del cerebro, como la memoria.

            —¡¿Alguien estuvo jugando con mi cerebro?! —exclamó Kurt, azorado.

            —¿Quiere decir que algún mutante utilizó poderes psíquicos en Kurt para alterar su mente? —preguntó Scott.

            —No —contestó Ororo—. Los poderes psíquicos no causan una alteración como ésta, ya que no manipulan las ondas cerebrales, sino que las modifican para lograr el efecto deseado.

            —Es como si lanzaras una piedra a mitad de un riachuelo —explicó Jean, al ver la expresión de confusión de sus amigos—. Aunque el flujo del agua se modifica ligeramente al tener que rodear la piedra, su curso no cambia de dirección, sigue corriendo hacia el mismo lugar.

            —Lo cual no sucedió en este caso —aclaró el profesor—. Según lo que hemos podido deducir de estas pruebas, y por las heridas en la cabeza de Kurt, alguien intentó manipular su mente por medio de alguna máquina.          

            —¿Pero por qué querría alguien borrar la memoria de Kurt? —preguntó William, fascinado y a la vez aterrado por lo que estaba escuchando.

            —Ése es otro detalle importante —indicó Logan con voz grave. Los chicos se sobresaltaron al oírlo, pues había entrado a la habitación tan sigilosamente que no lo habían notado, tan absortos estaban con la conversación—. Charles piensa que quien haya hecho esto no quería borrarle la memoria al elfo, sino manipularla para bloquear cierta información —el hombre se acercó al profesor y le entregó un sobre grande color café—. Aquí están los datos que pediste, Charles.

            —Gracias Logan —respondió el profesor. Luego se dirigió a los muchachos—. Ya hemos estado mucho tiempo aquí, Kurt necesita descansar. Todos bajen al comedor, la cena ya debe estar lista.

            —Pero, pero… —Kurt parecía reacio a quedarse solo—, profesor, ya me siento mejor, ¿no puedo bajar también?

            —No, Kurt, tu cuerpo aún no se recupera del todo, veré que alguien te suba algo de cenar dentro de un momento.

            Esto no pareció tranquilizar al chico, que ya de por sí estaba muy alterado. La última vez que alguien lo había visto así fue cuando descubrió que en la dimensión que al parecer cruzaba al teletransportarse vivían unos horribles monstruos.

            Por lo visto también el profesor lo notó, pues, después de meditar un momento, le dijo con una sonrisa sagaz:

            —Si quieres, Logan puede quedarse a hacerte compañía, me parece que tú ya cenaste, ¿o no?

            —Así es —contestó Logan, siguiendo el juego del profesor—. Creo que podríamos aprovechar para empezar con las clases de matemáticas que prometí darte después de que casi repruebas ese examen.

            Con eso fue suficiente. Kurt de pronto aseguró que se sentía muy cansado y débil y que prefería descansar para recuperarse pronto.

            —Por cierto —dijo, antes de que todos se fueran a cenar—, ¿en dónde está Ashley? Creí que vendría contigo, William.

            William se detuvo. ¡Ashley! Con todo lo que había pasado se había olvidado de ella. Con la preocupación reflejada en los ojos, el muchacho volteó a ver a Kurt, pero antes de que pudiera decir algo el profesor le dijo:

            —Cálmate, Ashley está bien, está con los demás estudiantes.

            —¿Los demás estudiantes?

            —Los conocerás en un momento —dijo Kitty jovialmente—. Ya deben estar en el comedor.

            —Prepárate —dijo Scott con dramatismo—, ¡para conocer a todo el equipo de los X-Men!