DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro.


Open 24/7 —

Reclutamiento —


El movimiento que había a su alrededor no la desconcentró de su tarea, mientras leía el anuncio en su móvil, tomando notas en su libreta antes de anotar el número y luego de mirar que estuviese dentro del horario de atención, marcar la llamada. Tras un par de tonos, tuvo respuesta del otro lado.

Buenas tardes, se comunica con la división de recursos humanos de las empresas Nobunaga, al habla Yamamoto Yuuki, ¿con quién tengo el gusto? —La voz femenina fue amable, sacándole una sonrisa.

—Kuwashima Sango, buenas tardes —devolvió el saludo con una sonrisa —. Estoy llamando por la oferta de trabajo que aparece en su página web…

Oh, sí, el empleo part-time. ¿Desea conocer los detalles?

—Sí, por favor.

De acuerdo, el puesto es para servicios de medio tiempo como asistente de logística, con un horario continuado de lunes a viernes, desde las 9 a las 13 horas, y los sábados desde las 10 a las 15 horas. Se comienza con un periodo de prueba de dos semanas, luego se establece un contrato de plazo fijo para uno, tres y seis meses, dependiendo del desempeño. La información sobre el salario y otros aspectos se da a conocer durante la entrevista. ¿Desea agendar una cita?

Sango soltó un suspiro, negando con un gesto.

—No, muchas gracias, pero el horario no es compatible con mis clases.

Lamento escuchar eso. ¿Puedo ayudarla en algo más?

—Creo que no, disculpe las molestias.

No se preocupe, que tenga un buen día.

—Igualmente.

La comunicación se cortó y la muchacha tachó de su libreta los datos de ese puesto de trabajo, descartándolo al igual que otros diez antes que ese. Escondió su cabeza entre sus brazos apoyados en la mesa del comedor de la universidad, abatida. Necesitaba encontrar un empleo, ya que la pensión que les había dejado su padre después de morir a su hermano y a ella no les estaba alcanzando, pero no quería sacrificar sus estudios para hacerlo. Sin embargo, no lograba encontrar algo que no chocara con su horario en la universidad y ya comenzaba a pensar que quizá la única opción que tenía era postergarse hasta que la situación mejorara.

—¿Estás bien, Sango?

La voz de Kagome, una chica que era compañera de ella en algunas clases y que conocía desde la secundaria, la sacó de sus pensamientos. Levantó la cabeza, viéndola de pie junto a ella con una expresión de inquietud que le sacó una sonrisa decaída.

—Sí, no te preocupes —respondió, sentándose para observarla de frente —. No es nada del otro mundo…

—¿Aún no logras encontrar un empleo con un buen horario? —No pudo evitar la pregunta al ver las anotaciones en la libreta, sabía que la castaña llevaba más de una semana buscando una opción.

—No, todos tienen horarios fijos que topan con algunas clases —soltó un pesado suspiro, negando con un gesto —. Pero descuida, ya veré qué hacer.

—Quizá podrías preguntar en el konbini donde trabajo… —Propuso, sentándose a su lado. —El horario es flexible, ya que los turnos se toman de forma mensual e incluso puedes cambiarlos si tienes algún inconveniente…

—¿Y crees que haya alguna vacante? —La idea era tentadora, en especial porque le daba algo de libertad en caso de que tuviese algún percance.

—Sí, falta gente de hecho, hace poco se fueron algunos chicos y hemos tenido que cubrir los turnos entre los que quedamos…

—Bueno… supongo que no pierdo nada con probar —dijo, sonriendo ante la idea de la azabache.

—Genial, podrías acompañarme esta tarde después de clases, si tenemos suerte podrías conseguir una entrevista con Sesshōmaru-sama sin mucho problema —el ánimo en la voz de la muchacha fue contagioso, Sango aún no entendía cómo acostumbraba a tener esa energía para lograr animar a casi todos, además de esa actitud amable que siempre buscaba ayudar a los demás.

—De acuerdo, me parece una gran idea —le dedicó una sonrisa mucho más amplia, demostrando su alivio —. Muchas gracias, Kagome.

—No es nada, espero que todo salga bien.

La alarma del móvil de Sango interrumpió su descanso, indicándoles que había llegado el momento de regresar a clases. Ambas acordaron reunirse a la salida para ir luego al lugar de trabajo de la azabache y ver si podían resolver el dilema de la castaña, porque ese era un problema que llevaba angustiándola bastante tiempo y ahora tenía por lo menos una luz de esperanza.


La oficina estaba impecablemente ordenada, tal como la apariencia de quien se encontraba frente al ventanal que brindaba una hermosa vista a la ciudad, sus cabellos plateados brillando con la luz del sol de media tarde que alcanzaba a entrar. Su estado no se perturbó cuando la puerta fue abierta e ingresó un hombre de piel morena y cabellos del mismo color que su anfitrión, tomados en una cola alta que le daba una imagen algo imponente.

—¿Qué se te ofrece, padre? —Preguntó sin rodeos el más joven, manteniendo fija su vista en la ciudad, el tono de voz frío y desinteresado no sorprendió al aludido.

—Necesito pedirte un favor, Sesshōmaru —respondió, llamando la atención de su hijo con sus palabras, al parecer no esperaba algo como eso.

—¿Y en qué podría ayudarte? Creí que tenías todo bajo control en tu empresa —se volteó para observarlo con indiferencia.

—No tiene que ver con la empresa —reveló, soltando un suspiro cansino —, sino con tu hermano.

—Oh, InuYasha —volvió a girarse dándole la espalda, sin darle importancia a las palabras del mayor —. ¿Qué ocurre con él?

—Sabes el carácter que tiene y es necesario que comience a encarrilarse… Debe aprender a ser responsable, diciplinado, trabajar en equipo, cumplir con sus deberes…

—¿Y quieres que yo le enseñe? Creí que ése era tu trabajo —Tōga estuvo casi seguro de que las palabas tenían una pizca de desdén, sólo que era demasiado sutil para que fuese notorio.

—Nunca me ha escuchado, pero es momento de que comprenda y comience a actuar como corresponde.

—¿Acaso me pides que le ponga una niñera?

—No, quería pedirte que le dieras trabajo en alguno de tus konbini… Creo que es mejor que si lo hago ir a la oficina, porque es posible que, al ser mi hijo, nadie le enseñe como es debido y, bueno, tú no tendrás tratos preferenciales y…

—Qué fastidio. Haz lo que quieras, pero estará despedido si llega a cometer un solo error.

—Por supuesto. Muchas gracias, Sesshōmaru. Te debo una.

—Lo que digas. ¿Algo más?

—No, es todo por ahora. Me voy, nos vemos pronto.

Su despedida no tuvo una respuesta, pero eso no le molestó porque no esperaba que lo hiciera tampoco. Tōga se retiró, caminando alegre hasta su automóvil y conduciendo hasta un complejo de departamentos alejados del centro, lugar en donde vivía su otro hijo, a quien esperaba encontrar ahí. Dejó el vehículo en el estacionamiento de visitas, subió hasta el hogar de InuYasha y tocó el timbre, siendo recibido por un rostro que no ocultó su fastidio al verlo, de larga cabellera azabache y ojos dorados intensos.

—¿Qué te trae por aquí, padre? —Preguntó, haciendo una mueca pero sin invitarlo adentro.

—Necesito hablar sobre un tema serio contigo —anunció, sonriéndole con calma —. ¿Puedo pasar?

—Keh, está bien —el muchacho se hizo a un lado para permitirle la entrada y luego cerró la puerta, cruzándose de brazos al notar cómo su padre observaba con desaprobación el pequeño desastre que tenía en la sala —. ¿Y qué es eso tan serio que tienes que decirme?

—Ah… oh, sí. Considerando que ya estás por terminar la universidad, a pesar de todo, y que pronto tendrás que hacerte cargo de algunos asuntos de la empresa, es necesario que comiences a tener responsabilidades y cumplirlas como se debe.

—Creí que eso ya lo hacía en la universidad —respondió con un resoplido, no estaba seguro de que las intenciones de su padre le fuesen a gustar.

—Sí, pero no de la forma en que lo requiere la empresa —Tōga lo miró con seriedad, sabía que su hijo menor no se tomaría eso con agrado —. Así que es pertinente que comiences a trabajar en un empleo de verdad.

—Já, por supuesto —se burló, entornando los ojos —. Ni creas que voy a poner un pie en alguna de tus estúpidas oficinas antes de que sea estrictamente necesario…

—No te daré empleo en la empresa. De hecho, no seré tu jefe —anunció, sonriendo de medio lado ante la sorpresa del azabache.

—¿Y entonces? No me digas que…

—Así es, trabajarás en uno de los konbini de tu hermano —su sonrisa se amplió al ver la incredulidad en el rostro ajeno.

—Medio hermano, querrás decir —corrigió, haciendo una mueca —. ¿Y ya le dijiste tus planes? Porque dudo que acepte esto de buenas…

—Pues, me dijo que te despediría al primer error, así que…

—Genial —masculló, volviendo a entornar los ojos —. ¿Y si no quiero?

—Ya estás lo bastante grande como para seguir con este comportamiento. Tienes dos opciones: o trabajas en alguna de nuestras oficinas, o lo haces en el konbini de Sesshōmaru. No tienes más posibilidades.

InuYasha chasqueó la lengua, molesto. Se sentó de golpe en el sofá y negó con un gesto, sopesando las opciones que le estaba dando su progenitor. Él no quería trabajar aún, pero entre estar metido en una oficina, con la presión de que era el hijo del dueño, teniendo un trato diferente sólo por eso; a estar en un lugar donde sería sólo un empleado más y ni siquiera tendría encima al odioso de su hermanastro, prefería la segunda alternativa.

—De acuerdo, trabajaré en ese bendito konbini —aceptó, cruzándose de brazos —. ¿Feliz?

—Es un comienzo, así que sí —el mayor le sonrió antes de comenzar a caminar hacia la puerta —. Por cierto, deberías ordenar un poco. Si quisieras invitar a alguna chica, saldría huyendo al ver este desastre.

—Cierra la boca y déjame en paz. Ya acepté tu oferta, ¿no?

—Tienes razón. Nos vemos, hijo.

—Por supuesto, adiós.

Tōga abandonó el lugar soltando un suspiro, sus hijos tenían un carácter bastante difícil de manejar, se preguntaba si acaso era algo genético porque no se parecían en nada a él, aunque cuál de los dos era más testarudo y llevado a sus ideas. Negó con un gesto, esperando que esta oportunidad que estaba dándole al menor, InuYasha, le trajera algo bueno, ya que no sólo quería que comenzara a ser más responsable, sino que aprendiera a socializar. Su hijo no era alguien muy amable y había tenido una infancia y adolescencia solitaria por el mal carácter que tenía y su tendencia a querer resolver todo con violencia. Si bien se había calmado un poco con el tiempo, seguía sin tener habilidades sociales, pero tenía la esperanza de que tratar con más gente, incluso atendiendo público, podría ser el cambio que necesitara para avanzar en ese aspecto de su vida.

Sonrió, esperando que todo saliera lo mejor posible.


Miró la lista que tenía en su tablero y sonrió, notando que, si todo iba bien, tendría varios nuevos compañeros de trabajo. Leyó los nombres casi sin cuidado, hasta que un apellido llamó de inmediato su atención: Taishō InuYasha. Levantó la vista y buscó con la mirada a su compañero de universidad, ambos estudiaban administración y les quedaban un par de años para terminar. Lo encontró amurrado en un rincón, solo. Se acercó, entrecerrando las cejas con duda.

—¿InuYasha? ¿Qué estás haciendo aquí? —Preguntó, llamando la atención del aludido.

—Keh, cumpliendo un capricho de mi padre —respondió, chasqueando la lengua.

—Pero tú y Sesshōmaru…

—Ni se te ocurra decirle a alguien sobre eso —la amenaza estaba implícita en el gesto, el ceño fruncido fue suficiente para que su compañero guardara silencio.

—De acuerdo, entonces sólo tengo que llamarte por tu nombre, jamás decir tu apellido y… ¿sólo serás un compañero más? —Preguntó, él sabía sobre el parentesco del dueño de la cadena de konbinis e InuYasha, por lo que le extrañaba que se presentara como un empleado más.

—Así es, por lo que espero que mantengas el secreto, Miroku.

—Por supuesto.

Le dedicó una sonrisa antes de mirar la hora, viendo que había llegado el momento de cumplir con el rol que le habían asignado. Se despidió con su mano y se alejó hasta llegar a uno de los costados del local, en donde habían citado a quienes comenzarían a trabajar ahí. Él era el encargado de orientar a los nuevos sobre el funcionamiento interno, explicar el reglamento y las políticas de la empresa y, en última instancia, decidir quienes cumplían con todo el perfil que exigían sus superiores. La cadena de konbinis "Open 24/7" había abierto hacía dos años y él trabajaba allí desde el principio, justo cuando comenzó a estudiar en la universidad. Había sobrevivido al hostigamiento y mal genio del supervisor de esa zona, Kagewaki Naraku, quien solía ser tan molesto que lograba que muchos renunciaran antes de tener un contrato que los respaldara; y, a quienes se quedaban, los vigilaba de cerca para encontrar la oportunidad perfecta de despedirlos. Pese a eso, varios llevaban algún tiempo trabajando ahí y ya contaban con un documento legal que los protegía de los abusos de Naraku, y él era el más antiguo de todos.

—Buenas tardes, mi nombre es Tsujitani Miroku y seré su guía hoy —habló fuerte, llamando la atención de todos los presentes —. Si me acompañan, les mostraré la entrada trasera del local, por donde ingresarán cuando vengan a realizar sus turnos. Aquí se encuentran los casilleros en donde podrán dejar sus pertenencias durante la jornada, pero tengan presente que son de uso colectivo, por lo que deben desocuparlos al final de su turno. Ahora, si me siguen por aquí, les mostraré los vestidores…

Continuó con el recorrido, indicando las peculiaridades de cada sección del local, como que en lo que se refería a cosmética y cuidado personal, se había estipulado que debía ser atendida por personal femenino ya que los clientes se sentían más cómodos, por lo que las chicas debían prepararse para esa tarea incluso respondiendo preguntas incómodas sobre preservativos – debía dejarlo claro para evitar problemas a futuro y quienes quisieras excusarse lo hicieran desde ya –, hasta que finalmente llegaron a la última parte de su trayectoria, la cafetería.

—Bien, aquí es donde se reciben las mejores propinas, por lo que sólo pueden estar en esta sección quienes hayan tenido un excelente desempeño en las demás por lo menos durante un mes, que es el tiempo que están a prueba. ¿Alguna duda hasta el momento? —Preguntó con una sonrisa galante, mirando a su público con atención.

—Tu número de teléfono, bombón —el comentario femenino llegó de entre todo el grupo, sin que pudiera ver el rostro de quien lo había hecho. Amplió su gesto galante, sus ojos azules brillaron con picardía.

—Supongo que en algún momento lo tendrán —respondió antes de abrir la carpeta que llevaba consigo y entregarles un montón de hojas a unas cuantas personas —. Repártanlas entre todos, es una para cada uno. Deben llenar este cuestionario sobre el funcionamiento básico de Open 24/7 antes de saber si quedan finalmente seleccionados. Al terminar, me lo entregan a mí y esperan afuera, por favor.

Les señaló las mesas que había en la cafetería y él se dispuso a esperar mirándolos con una sonrisa ladina, alegre porque por fin los turnos estarían cubiertos y no habría sobrecarga laboral, y también porque había varias chicas entre sus nuevos compañeros. Poco a poco fue recibiendo los cuestionarios y tras tenerlos todos, los revisó de forma rápida – eran sólo 5 preguntas de selección única, por lo que no era una tarea difícil – y salió para dar los resultados y felicitar a los nuevos integrantes del equipo de trabajo, indicándoles el diario mural donde se encontraban los calendarios de turno y cuáles eran las consideraciones que debían tener para tomar sus horarios.

Mientras esperaba a que todos se anotaran, una de sus actuales compañeras de trabajo se acercó con una radiante sonrisa, llevando una dona y un jugo.

—Hola, Miroku. ¿Qué tal van?

—Hola, Kagome. Bien, todos pasaron al periodo de prueba, así que ahora sólo queda esperar a que Naraku no los espante de nuevo —respondió, observando al grupo con una sonrisa.

—Ojalá esta vez no sea tan fastidioso. Por cierto, esto es para ti —le entregó la comida, sonriéndole amablemente —. Creo que no has comido nada en toda la tarde, ¿verdad?

—Es cierto, muchas gracias —aceptó el gesto, recibiendo las cosas y dándole un mordisco a la dona, mientras quienes terminaban de anotarse se despedían al pasar por su lado para irse —. ¿Tú ya comiste?

—Oh, sí, almorcé antes de llegar —respondió y luego saludó con su mano a alguien que iba acercándose, llamando la atención de Miroku, que miró también en esa dirección para ver a una muchacha de cabello castaño caminando hacia ellos —. ¡Hola, Sango! ¿Cómo te fue?

—Hola, Kagome, al parecer bien, gracias —le sonrió a la muchacha y luego miró por un segundo al ojiazul antes de tomar aire y volver a hablar —. Tsujitani-senpai, mi nombre es Kuwashima Sango. Disculpe que lo moleste, pero tengo una duda respecto del horario que puedo tomar…

—Un gusto, Kuwashima-san. Dime, ¿qué ocurre con el horario?

—Bueno, por mis clases, me acomoda tomar el turno cuatro, sin embargo no puedo cumplir este jueves, ya que tengo un compromiso previo, pero tampoco quisiera ocasionar algún problema… —su rostro expresó claramente lo apenada que se sentía con la situación, sacándole una pequeña sonrisa a Miroku.

—¿El turno cuatro? Déjame ver… —Él sacó su móvil, buscando la aplicación en la que tenía su calendario con turnos y mirando las fechas con detenimiento. —Bien, no se puede hacer más. Tendrá que ser de esa forma.

—¿De qué forma? ¿Debo considerar otro horario…? —Sango parpadeó un par de veces, preocupada por las palabras y el tono serio que había usado el muchacho al darle una respuesta.

—Oh, claro que no. Yo cubriré tu turno el jueves, no tengo problema con eso —le dedicó una sonrisa amable, anotando la fecha en su móvil —. Una de las mejores cosas de este empleo, es la flexibilidad horaria. Está diseñado para personas que tienen otras ocupaciones y necesitan algunos ingresos extra. Incluso si tomas el turno cuatro, puedes cambiar las fechas con tus compañeros o anotarte en otros turnos. La idea es apoyarnos entre todos.

—Es un alivio saber eso. Muchas gracias —también le sonrió con timidez, pero visiblemente más tranquila al tener esa información.

—No es nada. Tu turno comienza mañana, ¿podrás venir? —Preguntó, sintiendo curiosidad por el hecho.

—Sí, ahora iré a terminar de anotarme. De nuevo, muchas gracias.

—Es un placer, nos estaremos viendo entonces.

Sango se despidió de ambos con un movimiento de su mano antes de alejarse hasta el diario mural para terminar la tarea de anotarse en su respectivo turno. Miroku sonrió de medio lado, sus ojos brillaron por una fracción de segundo al pensar en lo atractiva que era la muchacha y la suerte que tenía de que ella se hubiese anotado en el turno 4, que compartía algunos días con el turno que él tenía.

—Espero que no estés pensando en lo que creo, porque no tendrás suerte —la voz de Kagome lo sacó de sus pensamientos, causando que la mirara con extrañeza.

—¿A qué te refieres? Soy inocente de tus acusaciones. Además, ¿por qué crees que no tendré suerte? —Aunque fingió no saber de qué hablaba su compañera, sus palabras habían llamado su atención.

—Bueno, supongo que te darás cuenta con el tiempo —se encogió de hombros y miró la hora en su móvil —. De acuerdo, debo volver. Nos vemos al rato.

—Nos vemos, y gracias de nuevo por alimentarme.

—Sólo compórtate, ¿sí?

Miroku le respondió con una sonrisa astuta, Kagome simplemente entornó los ojos antes de volver a entrar al local para cumplir con sus funciones en tanto el ojiazul hacía lo mismo con el resto de sus nuevos compañeros de trabajo para, finalmente, regresar a sus actividades acostumbradas en el konbini, con el presentimiento de que muchas cosas cambiarían ahí de ahora en adelante.


Momento cultural:

Konbini: son las llamadas "tiendas de conveniencia", abiertas 24 horas, los 7 días de la semana, todo el año incluyendo festivos; ofrecen diversidad de productos y servicios, desde papelería hasta comida. No son tan económicas como un supermercado, pero dada su atención en horario continuado, es una opción que ayuda a muchos a salir del paso ante una necesidad inoportuna, o incluso una comida rápida para el ajetreado estilo de vida japonés.


¡Hola! He aquí que me estoy animando con una idea que atacó de pronto y no pude dejarla en tintero porque se me iba a escapar. Quise arriesgarme a salir de mi habitual zona de confort centrada en el MirSan, y esta vez exploraré más ship, pero el fic estará especialmente enfocado en InuKag y MirSan.

Por ahora, sólo tenemos la presentación de los personajes, pero espero pronto poder traerles algo más de fangirleo. Espero que esta idea les guste.

Agradecimientos a mi beta Nuez, que siempre soporta mis arrebatos de inspiración y me apoya en cada loco proyecto.

Prometo intentar estar más activa, pero ya saben, la vida adulta es cruel.

Si llegaste hasta aquí, ¿me dejarías un review para saber qué te parece? Lo agradecería mucho, su opinión es muy importante para mí.

Bueno, nos estamos leyendo pronto, saludos!

Yumi~