Esta historia es una adaptación del libro Relaciones Escandalosas de: Sylvia Day del 2014. La adaptación la hago sin ningún afán de lucro, solo porque es de mi agrado imaginarlo con los personajes de Naruto.
-El primer Relato es: La apuesta de Neji y sus protagonistas son Neji Hyuga e Ino Uzumaki :) Ya está terminada esa parte de la historia, pueden checarla en mi perfil se llama Relaciones Escandalosas I: La Apuesta de Neji.
-Este es el segundo relato: Placeres robados... SASUSAKU
Capítulo I:
Febrero de 1814, Caribe británico
Había secuestrado a su novia. Sasuke Uchiha mantuvo el rostro impasible y apretó la empuñadura de la daga hasta que los nudillos le quedaron blancos. Si la belleza que tenía delante decía la verdad, había secuestrado a su futura esposa. La observó con atención mientras ella erguía la cabeza y dirigía sus ojos verdes hacia los suyos sin atisbo de miedo. Era alta y delgada, tenía una melena rosa y rizada que había llevado recogida en un intrincado moño. El vestido de seda casi transparente le caía por los hombros y dejaba al descubierto la piel pálida. La marca de unos dedos le enrojecía la piel, y Sasuke, incapaz de detenerse, la tocó y con suaves caricias intentó borrar el ofensivo rastro con el pulgar. Ella se tensó y levantó las manos atadas por las muñecas para quitárselo de encima. Sasuke le aguantó la mirada.
—Dime tu nombre una vez más —murmuró, sintiendo un cosquilleo en la palma de la mano tras haber acariciado la sedosa piel de su cautiva. Ella se lamió el labio inferior y a él le ardió todavía más la sangre.
—Mi nombre es Sakura Uchiha, condesa de Uchiha. Mi esposo es Sasuke Uchiha, conde de Gion y futuro marqués de Konoha.-
Sasuke le levantó las manos y observó el dedo anular, donde ella llevaba una sencilla alianza dorada con el escudo de su familia grabado. Se frotó el rostro y dio media vuelta para caminar hacia la ventana más cercana, que estaba abierta. Respiró profundamente el olor a mar salada; desvió la mirada hacia las olas y vio restos del navío en el que había viajado su prisionera.
—¿Dónde está vuestro esposo, lady Uchiha? —le preguntó dándole la espalda.
—Me está esperando en Londres —contestó llena de esperanza.
—Entiendo. —En realidad no entendía nada de nada—. ¿Cuánto tiempo lleváis casada, mi lady?-
—No creo que eso sea...-
—¿Cuánto tiempo? —repitió él alzando la voz.
—Casi dos semanas.- El pecho de Sasuke se ensanchó al coger aire.
—Le recuerdo que estamos en el Caribe, lady Uchiha. Es imposible que se casara hace dos semanas. Si eso fuera cierto, su esposo no estaría ahora esperándola en Inglaterra.-
Ella se quedó en silencio, y él no tuvo más remedio que darse media vuelta y mirarla. Fue un error. La belleza de Sakura le golpeó de lleno en el estómago, igual que si hubiera recibido un puñetazo.
—¿Le importaría explicarse? —le pidió dando gracias por haber logrado aparentar indiferencia.
Por primera vez desde que la había secuestrado, ella pareció perder parte de su valentía, y se sonrojó avergonzada.
—Nos casamos por poderes —confesó—. Pero le aseguro que, a pesar de las extrañas circunstancias que rodean mi matrimonio, mi esposo pagará encantado cualquier rescate que le pida.- Sasuke dio un paso hacia ella. Le acarició la delicada curva de una mejilla con los dedos rasposos y después los enredó en la melena. Ella se quedó sin aliento y separó los labios ante una caricia tan tierna.
—Estoy seguro de que estará dispuesto a pagar una verdadera fortuna por una belleza como la vuestra.- Aunque Sakura seguía oliendo a humo, Sasuke podía detectar el suave y cálido perfume de una mujer sensual. Buscó la daga que llevaba atada alrededor del muslo y la desenvainó. Ella se asustó y se apartó de él. —Tranquila —dijo.
Sasuke le tendió la mano y esperó paciente a que ella volviese a acercarse. Cuando lo hizo, cortó las cuerdas que le ataban las muñecas y volvió a envainar la daga. Después frotó con cuidado las marcas que las ásperas cuerdas habían dejado en la delicada piel de Sakura.
—Usted es un pirata —murmuró ella.
—Sí.-
—Ha abordado el barco de mi padre y se ha apropiado de su cargamento.-
—Sí.- Sakura echó la cabeza hacia atrás, ladeó su delgado cuello y lo miró con sus ojos color jade.
—Entonces, ¿por qué está siendo tan bueno conmigo si tiene intención de violarme?- Sasuke le cogió los dedos de una mano y los colocó encima del anillo que él llevaba con el escudo de armas de su familia.
—Hay quien afirma que no se puede violar a la propia esposa.- Sakura desvió la mirada y se quedó boquiabierta al ver ese escudo idéntico al que decoraba su alianza. Lo miró a los ojos completamente aturdida.
—¿De dónde ha sacado esto? Es imposible que sea...- Sasuke le sonrió.
—Según tú, lo soy.-
Sakura se quedó mirando esos intensos ojos negros convencida de que el corazón terminaría saliéndole del pecho. No podía pensar, su mente se tropezaba con el escandaloso descubrimiento de que el capitán Sharingan era, en realidad, su esposo.
Dio un paso hacia atrás, se apartó precipitadamente y él la sujetó por la cintura cuando vio que iba a caerse. Gimió al notar que su caricia le quemaba la piel. Los eventos del día la habían afectado profundamente, pero lo que de verdad le hacía temblar las piernas era el atractivo rostro del infame pirata. Era alto y de espalda inacabable, y su presencia consumía todo el aire de ese diminuto camarote. Tenía el pelo negro y demasiado largo, y el tono dorado de su piel delataba la cantidad de tiempo que pasaba bajo el sol. Era salvaje, indomable, un hombre libre.
Cuando abordó el barco en el que ella viajaba, Sakura se quedó embobada viendo cómo tomaba el control en cuestión de minutos. Sharingan había planeado el abordaje hasta el último detalle y ejecutó el plan con precisión; ningún hombre resultó gravemente herido y ninguno perdió la vida. Sakura, que se había pasado casi toda la infancia a bordo de los barcos de su padre, podía reconocer a un buen marino cuando lo veía.
El modo en que Sharingan blandió la espada y dio órdenes a sus hombres, el modo en que el pelo le caía en el rostro, el modo en que los pantalones se pegaban a sus musculosas piernas... Ella jamás había visto nada tan emocionante. Tan excitante. Hasta que él la tocó. Entonces descubrió lo que significaba de verdad algo excitante.
Ahora mismo no podía cerrar la boca. Estaba atónita mirando cómo él se aflojaba los lazos de la camisa con los dedos fuertes y elegantes. Sharingan cogió el extremo de la tela de lino y sacó la camisa del interior de los pantalones para luego pasársela por la cabeza.
—Oh, Dios santo —farfulló sobresaltada al ver el torso desnudo del pirata y sentir el calor que se extendía por sus venas y le hacía arder la piel.
Los pechos empezaron a pesarle y sintió un cosquilleo en las puntas. Sharingan sonrió, consciente del efecto que le estaba causando. El pirata se movía con arrogancia, los músculos se tensaban con fuerza bajo su piel. Una fina y suave capa de vello negro le cubría el torso y dibujaba un camino estrecho por su estómago hasta desaparecer bajo la cinturilla del pantalón. Se le marcaron los bíceps cuando terminó de quitarse la camisa y avanzó hacia ella.
Sakura nunca había visto el torso desnudo de un hombre. Incluso en la plantación de su padre se exigía a los trabajadores que estuvieran siempre completamente vestidos; su querido padre pretendía proteger así la inocencia de su única hija. Pero a pesar de la falta de información, Sakura estaba convencida de que ningún hombre podría compararse a Sharingan. Era magnífico.
Cerró la boca de golpe y esperó a que él estuviese lo bastante cerca como para poder sentir el calor que emanaba su piel. Tuvo que recorrer a toda su fuerza de voluntad para no tocarlo, para resistir la tentación de apoyar el rostro en su pecho y respirar hondo. Sharingan olía de maravilla, a sol y a sal, y a hombre. Él levantó las manos y detuvo su ardiente mirada en la piel que revelaba el escote de Sakura.
—¡Maldita sea! —musitó al sentir la afilada punta de una daga encima de su erección. Desvió incrédulo la mirada hacia abajo y descubrió su propia daga en la mano de Sakura. Volvió a mirarla a los ojos y resopló despacio y cansado—. No te recomiendo que me castres, querida. Al fin y al cabo, uno de tus deberes es darme hijos.- Sakura tembló al respirar.
—No me he creído ni por un segundo que usted sea lord Uchiha, capitán.-
Pero la idea no le parecía nada desagradable. Encajaba a la perfección con las fantasías románticas de cualquier niña. Aunque Sharingan era mucho mejor que cualquier fantasía que hubiese podido tener, su padre jamás habría dado su aprobación a ese hombre; un pirata distaba mucho de ser el conde que le había dicho que la estaría esperando. Un pirata jamás se adecuaría a los gustos de su padre, pero encajaba a la perfección con los deseos más secretos de Sakura. Sharingan arqueó una ceja, divertido y sarcástico al mismo tiempo.
—Pero no estás segura. ¿Alguna vez has visto a tu esposo? —A ella le tembló la mano y él hizo una mueca de preocupación—. Tranquila, cariño. Tal vez llegue el día en que sientas apego por este apéndice que ahora estás amenazando tan peligrosamente.-
—El único apéndice de esta clase por el que sentiré apego es el de mi marido —contestó.
Sakura presenció cómo la sonrisa de Sharingan reaparecía en todo su esplendor y dejaba al descubierto un hoyuelo al lado de la comisura izquierda de sus labios. «¿Cómo es posible que un pirata tenga hoyuelos?».
—Me alegra oírlo —dijo él con voz seductora y profunda, ronroneando igual que un gato salvaje—. Me desagradaría profundamente que mi esposa cometiese adulterio.-
—¡No soy tu esposa! —estalló de repente, saturada por los encantos de aquel hombre y por cómo la estaban afectando.
—Si lo que dices es cierto, te aseguro que eres mi condesa. Y a pesar del modo tan... —desvió la mirada un segundo hacia la daga—... interesante en que nos hemos conocido, puedo ver que no te molesta que sea tu esposo.-
—¿Cómo puedes decir eso?-
—No lo digo yo: lo dicen tus pechos. Están excitados y ansiosos por mis caricias, se te marcan deliciosamente bajo la tela del vestido.-
Sakura exclamó horrorizada y se cubrió los pechos con las manos, gesto que aprovechó él para arrebatarle fácilmente la daga. Entonces Sharingan le dio la camisa que él llevaba antes.
—Toma. Tápate con esto hasta que encuentre tu equipaje. No quiero que mis hombres disfruten de tus encantos. Llevamos meses en alta mar y el autocontrol ha empezado a escasear. —La recorrió con la mirada durante largo rato y después se rio—. O puedes ser tan descarada y atrevida como quieras.-
Sakura se tensó y se preguntó si a Sharingan le parecía poco atractivo que ella fuese como era, y le molestó darse cuenta de que le preocupaba lo que él pensase de ella. Ella siempre había acompañado a su padre en sus frecuentes viajes a Londres. Era sólo una niña cuando descubrió que no contaban con la bendición de la alta sociedad por culpa de los orígenes humildes de su familia y porque su padre se dedicaba a los negocios. Para proteger sus sentimientos, Sakura había aprendido a muy temprana edad a no tener en cuenta las opiniones de los demás. Pero la opinión del pirata le importaba mucho más de lo que debiera.
—Sé cuidar de mí misma —le dijo a la defensiva. El hoyuelo del capitán volvió a aparecer y la aturdió durante unos instantes.
—No oirás ninguna queja de mi parte —le aseguró—. Conozco de sobras a tu padre, cariño, y sé que es un hombre ocupado. Me alegra ver que eres independiente e intrépida.- Se acercó a la puerta; al parecer, la atracción que tanto la afectaba a ella a él lo dejaba indiferente.
—¡Espera! —lo detuvo. Aunque no tuviera sentido, no quería que él se fuera. La tripulación estaba formada por un grupo de hombres muy rudos. La habían pellizcado, manoseado y tirado del pelo, y le habían roto el vestido. Tal vez fuera intrépida, pero no era una inconsciente—. ¡No puedes dejarme aquí sola!- Sharingan se detuvo en el umbral y se le suavizó el rostro.
—Nadie entrará en este camarote sin mi permiso. Aquí estás a salvo.-
Sacudió la cabeza sin aceptar la explicación del pirata. Le temblaron las manos y se aferró a la camisa que él acababa de darle; la tela todavía retenía el calor de su cuerpo y olía a su piel.
—No me dejes.-
—Tengo que irme —le explicó con cariño—. Debo dar instrucciones a mi tripulación, asegurarme de que tenemos tu barco bien amarrado y encontrar tu equipaje. —Frunció el ceño—. ¿Dónde están los poderes?-
—Los mandaron de vuelta a Inglaterra después de firmar, junto con el abogado que los trajo.-
—¿Quién firmó por mí?- A Sakura le sorprendió el tono enfadado que él utilizó y la semilla de la duda germinó en su mente.
—Lord Uchiha —contestó en voz baja. Sasuke entrecerró los ojos.
—¿Y no te pareció raro que tu esposo no se presentase a la boda? ¿Nunca te preguntaste si no venía porque no podía o porque no quería? ¿O por qué ni siquiera se molestó en firmar los poderes personalmente, ya que no era capaz de ir a casarse contigo de verdad?-
Ante la vehemencia del capitán, a Sakura le tembló el labio inferior y se lo mordió para ocultar la reacción, pero Sharingan era demasiado perspicaz. Él soltó una maldición y se acercó de nuevo a ella. Le pasó el pulgar por la boca y liberó el labio inferior de entre los dientes. Mantuvo la mirada en la zona que estaba tocando y Sakura no pudo respirar. El labio le quemaba.
—Eres una mujer muy hermosa y deseable —murmuró—. ¿Por qué te resignaste a casarte con un hombre que no habías visto jamás?-
—Yo no diría que casarse con un marqués es conformarse —le susurró sobre el pulgar. Sasuke se tensó y dejó caer la mano.
—Entonces, lo hiciste por el título.- Sakura lo negó. El título le importaba a su padre. Lo único que ella quería encontrar en su matrimonio era una pasión igual a la que se decía que habían sentido sus padres.
—Mi padre quería que me casara con lord Uchiha y yo no pude negarme.-
Ella lo era todo para su padre, y Sakura no podía soportar decepcionarlo ni entristecerle. Sharingan la miró a la cara durante largo rato. Después dio media vuelta y salió sin decir ni una palabra, llevándose con él la electrizante energía que exudaba.
Sasuke examinó con atención los daños —leves, gracias a Dios— que había sufrido el navío de su suegro y maldijo a su padre por ponerlo en ese atolladero. Se apoyó en la barandilla, cerró los ojos y dejó que la brisa salada le atusara el pelo. Hacía cinco años que el mar era su exigente y altiva amante. A ella no le había importado su pasado y le había recibido con los brazos abiertos. Ella le había consolado y le había ayudado a sobreponerse a las heridas que le habían llevado a abandonar su hogar. El mar le había dado una vida nueva lo más lejos posible de la que había tenido y que todavía seguía doliéndole. Y ahora le habían creado otra sin él saberlo y sin su consentimiento, porque aunque le retorciese por dentro tener que reconocerlo, Sasuke no dudaba de que Sakura le estaba diciendo la verdad.
Lo que no podía imaginarse era qué pretendía conseguir exactamente el marqués casándolo con una desconocida. Sasuke llevaba años sin ponerse en contacto con su familia. ¿Qué le habrían dicho a esa pobre niña cuando hubiese llegado y hubiese descubierto que su marido no estaba? Se burló de sí mismo. Sakura no era ninguna niña: Sakura Uchiha era toda una mujer. Su mujer. Su esposa. Malditos fueran.
Sasuke dio una patada a una espada que yacía abandonada en la cubierta y maldijo con tanta rabia que todos los marinos que estaban cerca se alejaron del capitán. Estaba legal y formalmente casado. Le habían casado con la mujer más hermosa que había visto nunca, la hija de Kisazhi Haruno, uno de los comerciantes más ricos del mundo. Si él hubiera tenido intención de convertirse en un hombre casado, se habría sentido muy satisfecho de estarlo con Sakura. Pero no quería estar casado. Sasuke no tenía intención de volver a Inglaterra y asumir el cargo que por derecho le habría pertenecido a su hermano Itachi.
—Sharingan.- Sasuke giró la cabeza y se encontró cara a cara con Juugo, su contramaestre, un hombre fornido cuyo enorme físico no encajaba en absoluto con aquel nombre tan inofensivo.
—¿Qué sucede? —le preguntó sin más.
—Hemos encontrado el equipaje de la señorita. —El poblado bigote de Juugo serpenteó—. Nunca había visto nada parecido. En su camarote había una cama, una bañera y toneles de agua limpia para llenarla. Pero cuando hemos intentado llevarle los baúles ha estado a punto de volarle los sesos a Siguetsu.
—¿Le ha disparado?-
—Sí, con tu pistola.-
Sasuke se apretó el puente de la nariz en un vano intento de hacer retroceder su impresionante dolor de cabeza. «Maldita inconsciente», pensó, pero una recalcitrante sonrisa se esbozó en su rostro. Sakura tenía fuego y pasión, cualidades que él apreciaba en sus compañeras de cama.
¡Dios santo! Horrorizado, expulsó esa idea de su mente. No. Ni siquiera podía plantearse la posibilidad de acostarse con ella. Si lo hacía, tendría que quedársela, y ni loco iba a hacer tal cosa. Ella se merecía a alguien mucho mejor que un pirata.
—Iré a verla —farfulló—. Ocúpate de que arreglen su barco. Quiero devolver a lady Uchiha a su padre cuanto antes.-
Le sorprendió momentáneamente la rapidez con la que se había acostumbrado a nombrarla por su título de casada, e igual que antes desechó de inmediato la idea.
—Sí, capitán. —La risa de Juugo lo siguió bajo cubierta. Sasuke golpeó la puerta con los nudillos.
—¿Mi lady? Soy yo. Voy a entrar.-
Abrió la puerta con cuidado y metió primero la cabeza. Encontró a Sakura sentada tras su escritorio, engullida por su camisa y apuntándole con la pistola directamente al pecho. Sólo verla le dolió. Tan linda y decidida, parecía una tigresa.
—¿Sabes manejar eso? —le preguntó.
—Por supuesto.- Sasuke cerró la puerta de una patada y se dirigió al aparador en busca del trago que tanto necesitaba. Los ojos de ella le quemaron la espalda y le hicieron sonreír.
—¿Te apetece tomar algo, mi dulce esposa?-
—¿Tienes alguna prueba que demuestre que eres mi esposo? —le preguntó ella, airada.
—¿Tienes alguna prueba que demuestre que eres mi mujer? — contraatacó él, sirviéndole una copa de líquido rojizo con la esperanza de mejorarle el humor.
—El anillo...- Sasuke levantó la mano por encima del hombro y la saludó para que viese el sello que llevaba en el dedo. Ella se rio.
—¿Quién te ha enseñado a disparar? —le preguntó mientras calentaba el licor con la llama de una vela.
—El capataz de la plantación de mi padre.- Cuando Sasuke dio media vuelta, descubrió la pistola abandonada encima del escritorio y a Sakura mirando pensativamente por la ventana.
—¿Y a tu padre le pareció bien?-
—Mi padre no lo sabe. Yo quería aprender a disparar, pero no quería preocuparlo contándoselo.-
Sasuke contuvo una sonrisa y se acercó a ella. Admiró el elegante perfil de su esposa, la nariz recta y el mentón obstinado. Ella tenía el labio inferior preso entre los dientes y Sasuke se excitó sólo con pensar en poseer aquella boca tan sensual con varias partes de su cuerpo. Dejó la copa de brandy encima de las cartas de navegación y apoyó la cadera en el escritorio.
—¿En qué estás pensando, amor? —le preguntó amablemente. Ella aceptó la copa sin mirarlo y él se la dio.
—En que deberías ponerte una camisa.-
—Estoy bien así, pero te agradezco que como esposa te preocupes por mí. - Sakura se atragantó con el líquido que estaba engullendo. Sasuke le dio unas palmadas en la espalda hasta que ella se apartó.
—¡Estoy bien! —dijo al recuperar el aliento. Se secó las lágrimas de las pestañas y lo miró—. ¿Qué pretendes, Sharingan?-
Sasuke levantó la mano despacio, dándole tiempo de sobra para que se apartase. No lo hizo. El pulso latía frenético en la garganta de Sakura mientras él apartaba el puño de la camisa que le había prestado para acariciarle la piel desnuda de la muñeca. La sintió estremecerse y logró ocultar la satisfacción que dicha reacción le produjo. La atracción que sentían era, al parecer, mutua.
—Mis hombres han empezado a trabajar en tu navío. Dentro de dos semanas debería poder navegar con normalidad, y para entonces os acompañaremos hasta el puerto más cercano. Dejaré allí mi barco y te acompañaré hasta Inglaterra. Atracaremos en suelo inglés e iremos a ver a nuestros padres para aclarar todo este malentendido. Después podemos pedir la nulidad y seguir cada uno con su camino.-
—Oh..., entiendo. —Sakura volvió a mirar por la ventana. Sasuke se tensó al percibir su silencio. —¿Y si no quiero que se anule el matrimonio? —preguntó ella al fin. - Él levantó ambas cejas.
—¿Quieres estar casada con un criminal buscado por la justicia?- La mirada de soslayo que le ofreció Sakura fue intrigante y excitante al mismo tiempo, y le sorprendió comprobar que ella no le tenía miedo. Debería estar asustada, y sin embargo parecía estar completamente tranquila. Sakura bebió el resto del brandy sin dejar de observar cómo la luz jugaba con el mar.
—Lord Uchiha no es ningún criminal buscado por la justicia.-
—¿Crees que soy lord Uchiha?-
—De momento me reservo mi opinión al respecto —contestó ella encogiéndose de hombros.
Sasuke se terminó el brandy y se dirigió a la hamaca que colgaba en una esquina del camarote. Se tumbó en ella de un salto con las manos entrelazadas bajo la cabeza.
—Se te ve muy tranquila para estar encerrada en el dormitorio de un pirata. –
Sakura sopló para apartarse un mechón de pelo del rostro. Cuando éste insistió en volver a taparle la frente, levantó la mano y se soltó la melena por completo. El cuerpo de Sasuke se endureció al instante. Sakura Uchiha era una sirena que arrebataba el aliento.
—No tengo elección, y de momento tú te has portado mucho mejor que los hombres que están bajo tu mando.-
—Mis disculpas si te han ofendido —dijo él mirándola mientras se peinaba. Sasuke nunca había presenciado algo así y le sacudió comprobar que era una situación muy íntima—. No volverá a suceder.-
Sakura se pasó la trenza recién hecha por el hombro y terminó el brandy que le quedaba de un sorbo. Se le llenaron los ojos de lágrimas y tuvo que secárselas con las manos. Sasuke no pudo evitar preguntarle:
—¿Por qué quieres seguir casada?-
Ella tardó un rato en encontrar la voz, y cuando lo hizo sonó ronca por culpa del potente licor. El ronroneo afectó a Sasuke y notó una erección que le presionaba los pantalones. Se imaginó cómo sonaría Sakura con la voz ronca por haberse pasado la noche gritando su nombre presa de la pasión, por los gemidos de placer que le provocaría él con su miembro al entrar y salir de su interior. Sasuke sabía, sin lugar a dudas, que Sakura también se excitaría: era una mujer muy apasionada y seguro que en la cama haría arder a cualquier hombre con sangre en las venas.
—Por los mismos motivos por los que accedí a casarme —murmuró — Para hacer feliz a mi padre, para tener mi propia casa, para tener hijos y la seguridad que proporciona el apellido de un hombre. —Deslizó un dedo por su ceja perfectamente delineada antes de enfrentarse de nuevo a la mirada de Sasuke—. Nadie conoce tu secreto y te aseguro que yo no voy a revelarlo. Tendré la protección y el estatus intrínsecos al nombre de tu familia y ninguna de las desventajas que conlleva tener esposo. De hecho —añadió sin ocultar que cada vez le gustaba más la idea—, si de verdad eres Sasuke Uchiha, esta situación es mucho más de mi agrado que la anterior.-
Sasuke se pasó una mano por el torso y vio que ella seguía el movimiento con los ojos con suma atención.
—¿Llevarás mi casa y mi nombre y me darás hijos?-
—Por supuesto —afirmó ella, y se sonrojó cuando volvió a mirarlo a los ojos—. Soy consciente de mis obligaciones como tu... como esposa de lord Uchiha.-
—Tendrás que dejarme visitar tu lecho... —hizo una pausa dramática — muy a menudo.- Sakura enarcó una ceja.
—Si eres quien dices ser, esperaré impaciente tus visitas.-
Sasuke se detuvo en seco al oír eso. De hecho, no podía moverse. La imagen que esas palabras habían evocado le había excitado tanto que le dolía.
—¿Mi título es lo que hará que sientas impaciencia por mí?-
—No soy tan frívola —afirmó con la cabeza bien alta.
—Entonces, ¿es mi físico lo que te resulta tan atractivo?-Sakura se rio por lo bajo.
—¿Atractivo? Pero si eres un bárbaro.- Sasuke se sentó al instante y la hamaca se balanceó peligrosamente.
—¿Un bárbaro?-
—Sí, mírate. —Lo señaló con la mano—. Llevas el pelo demasiado largo. Maldita sea, si es casi tan largo como el mío.-
—¡Ni de lejos es tan largo! —se defendió—. ¡Y no maldigas!-
—Y mira qué músculos tienes —siguió ella, como si él no hubiese hablado.
—¿Qué pasa con mis músculos? —gruñó.
—Son enormes. Pareces un salvaje. —Se levantó de la silla donde estaba sentada y se detuvo frente a la ventana.
—¿Un salvaje? —escupió la palabra y se puso en pie de un golpe seco.
—Sí, sin lugar a dudas. —Tosió y le temblaron los hombros. Sasuke caminó hasta ella.
—Para tu información te diré que a la gran mayoría de las mujeres les parezco irresistible.-
—¿De verdad? —preguntó aburrida, sin dejarse impresionar.
—Sí, de verdad. Cuando vivía en Londres era todo un seductor — presumió furioso de que hubiese dicho que su aspecto físico no le gustaba.
—Estoy segura de que así lo creías. —Tosió—. Claro que tal vez en esa época estabas más civilizado.- Sasuke entrecerró los ojos con suspicacia. Giró a Sakura para mirarla y la descubrió riéndose; le brillaban los ojos de lo bien que se lo estaba pasando.
—Te estás burlando de mí. —Sonrió a pesar de sí mismo.
—Sólo un poco —reconoció sujetándose el estómago.
Una de dos, o esa mujer había enloquecido por culpa de todo lo que le había sucedido a lo largo del día... o era encantadora. Sasuke quedó hipnotizado por la intimidad que iba tejiéndose entre sus bromas; los problemas que lo atosigaban a diario se iban desvaneciendo en la oscuridad. Levantó una mano y con un dedo dibujó la línea de la nariz de Sakura, y ella la arrugó cuando dicho dedo llegó a la punta. Sakura se quedó mirándolo con los ojos jades rebosantes de admiración, una mirada que borró la herida que ella misma le había infligido en el ego segundos antes.
—Un salvaje con un hoyuelo adorable —murmuró ella en voz baja acariciándole la mejilla con la yema—. ¿Por qué estás aquí? —le preguntó casi sin aliento—. Eres noble y posees una gran fortuna y un inmenso prestigio. ¿Por qué te convertiste en pirata?-
—Ah... —Se moría de ganas de abrazarla. Se le había cerrado la garganta y colocó las manos sobre sus hombros—. Me crees.- Ella volvió a sorber por la nariz, un sonido nada femenino que a él le pareció adorable.
—Lo que pasa es que estoy borracha y dispuesta a seguirte el juego durante un rato.-
—Mi lady, deberías elegir tus palabras con más cuidado. No tienes ni idea de a qué quiero jugar. —Al ver la confusión reflejada en el rostro de Sakura, Sasuke se explicó mejor—. No soy un caballero.-
—Eres conde, mi lord.-
—Es sólo un título, lady Uchiha, y no tiene nada que ver con el carácter de un hombre.-
—Fuiste educado para convertirte en...-
—Fui maldito —la corrigió furioso—. Mi hermano mayor Itachi tenía que heredar el título, pero murió asesinado en un duelo hace cinco años.-
—¿Un duelo? —repitió abriendo los ojos de par en par—. ¡Qué tragedia! Lo siento.-
—Sí, bueno..., yo también, te lo aseguro. En especial porque Itachi estaba defendiendo mi honor. —Rio amargamente—. Como si yo hubiera tenido un ápice.-
—Debía de quererte muchísimo.-
—Itachi amaba nuestro título —se burló Sasuke. Sakura se enfrentó a la mirada de él sin amedrentarse.
—¿Qué fue lo que pasó?-
Sasuke habría querido responderle con una frase sarcástica, o provocadora, o encontrar algún comentario que la hiciera arrepentirse de habérselo preguntado. Quería burlarse de ella, asustarla, alejarla de él. Las palabras que salieron de sus labios lograron igualmente ese efecto:
—Fui un tonto y comprometí la reputación de una joven dama. Cuando su hermano mayor vino a mi encuentro y me exigió que me casase con ella, me negué. Yo sabía de primera mano que ella no era tan inocente como decía ser. Y el modo en que nos pillaron no me dejó ninguna duda acerca de quién orquestó toda la farsa.- Sakura se llevó una mano a los labios y los de Sasuke dibujaron una mueca horrible. —En vez de exigirme a mí un ajuste de cuentas, ese hombre se dirigió a Itachi, y el maldito sentido del honor de mi hermano le impidió rechazarlo. No me enteré del duelo hasta que hubo terminado. Mi padre me despertó para darme la noticia. —Sasuke ni siquiera intentó disimular la amargura que impregnaba su discurso—. Yo estaba borracho, me había pasado la noche de fiesta en fiesta con varias mujeres; mi padre me felicitó como si yo hubiese planeado la muerte de Itachi. —Cerró los ojos—. Mi hermano había sido educado para heredar el título. Yo, en cambio... —no terminó la frase. «¿Por qué le estoy contando esas cosas?». Las palabras brotaban de sus labios como no lo habían hecho nunca.
—Tú, en cambio, eres demasiado salvaje y demasiado libre para desempeñar ese papel —apuntó Sakura.
Sasuke abrió los ojos y la encontró mirando por la ventana, brindándole cierto grado de intimidad para recomponerse. Se acercó y se detuvo detrás de ella, lo bastante cerca como para que su aliento hiciese temblar el pelo y para que su perfume le hiciese hervir la sangre. Apretó los puños.
—Seguro que eras un niño muy travieso —siguió Sakura, cuya voz caía como miel por la espalda de Sasuke endureciéndole más la erección—. Seguro que no soportabas estar sentado durante las clases con tu tutor y que te ensuciabas a diario. Seguro que has besado a un montón de chicas a las que no deberías ni haberte acercado y que desafiabas a tu padre constantemente sólo por el placer que te daba provocarlo, vengarte de él por haber tenido a un primogénito tan perfecto, un hermano a cuya altura nunca podrías estar.-Atónito por la perspicacia de Sakura, Sasuke dejó la mirada perdida en el horizonte que se colaba por la ventana. —¿Me he acercado? —preguntó ella.
—Demasiado —reconoció incómodo—. ¿Cómo es posible que esta conversación haya llegado a ser tan íntima y personal?-
—Tienes unos ojos increíbles que contradicen tu rebeldía y tu supuesta rudeza. Y me he estado preguntando qué podría haberte pasado para empujarte a llevar esta vida. —Se giró a mirarlo—. ¿Tu padre te dijo alguna vez lo mucho que sentía que no hubieras muerto tú en lugar de Itachi?-
Sasuke resopló entre los dientes. Sakura lo veía, veía dentro de él, veía cosas que no tenía derecho a ver. Los ojos de ella rebosaban una comprensión que él no quería, maldita sea. Lujuria, sí. Pasión, admiración, ésas eran la clase de emociones que quería despertarle. Pero lástima... Apretó los dientes hasta que le dolió la mandíbula.
—Y por eso estás decidido a demostrarle a tu padre —Sakura retomó la conversación, derrotándole con sus palabras— y a cualquiera que preste atención que estaba en lo cierto y que eres un mal hijo, el peor heredero que podría haberse imaginado. Y tú, claro está, no haces nada a medias. No, tú has cometido el peor acto de rebeldía posible. Quizá incluso desees que algún día te capturen en alguna de tus escaramuzas. Así, la humillación de tu padre será completa. ¿Por qué si no insistes en llevar el anillo con el sello que te identifica como su hijo?-
Sasuke quería darle un puñetazo a algo, destrozar lo primero que se encontrase en su camino. Estaba furioso y la crítica de Sakura le había desgarrado por dentro. La cogió por los hombros y la acercó a él sin ninguna delicadeza. Cuando le habló, lo hizo destilando desprecio:
—Lo único que demuestran tus palabras es lo ingenua que eres.- Se sonrojó al sentirse denigrada.
—No te he dado motivos para que seas cruel.-
—Tal vez siempre soy cruel por naturaleza —sentenció presionando con los dedos los brazos de Sakura—. No sabes nada acerca del hombre en el que me he convertido.- Ella levantó la barbilla y lo miró con ojos que echaban chispas de rabia.
-Suéltame, Sharingan. Ahora.- La atrajo más hacia él.
—¿Qué sabes tú de la rebeldía? —dijo entre dientes—. Tú, la hija obediente que se ha casado con un hombre al que no había visto nunca sólo para hacer feliz a su padre. ¡Me apuesto lo que quieras a que no has sido rebelde ni un solo día en toda tu vida!-
—¡Lo he sido! —gritó temblando furiosa. Separó los labios, rojos y húmedos de lo rápido que respiraba. Sasuke enarcó una ceja incrédulo, todo su cuerpo desprendíatensión por culpa de la rabia y del deseo.
—¿Cuándo?-
—Ahora.- Y entonces tiró de la cabeza de Sasuke y lo besó apasionadamente.
¿Qué les parecio? Esa Sakura Uchiha ah resultado ser muy atrevida con la pistola, la daga e incluso con un buen beso al indomable Uchiha jejeje.
