Lluvia compartida

Prologo: Los restos de la lluvia.

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Anoche había caído una de las peores lluvias en lo que iba del año que había presenciado la ciudad de Tokio, particularmente se habían inundando varias partes del distrito trece por tal fenómeno meteorológico. Una peculiar investigadora del CCG observaba una escena del crimen con las manos dentro de los bolsillos de la gabardina del uniforme, mientras pensaba en la tormenta que azoto a la ciudad anoche. Para ella todo lo que veía era un desastre, era uno de esos casos complicados por la contaminación del agua en aquella escena, sería difícil de descifrar por las circunstancias que borraron muchas de las pistas que serían esenciales para averiguar que fue lo que pasó.

La escena del crimen se situaba en un canal de poca profundidad abandonado cerca de una construcción bajo un pequeño puente de cemento de uso peatonal donde antes circulaba parte de un río. Aquel túnel semi oscuro (si no fuera por la hora 11:00 am estaría como boca de lobo) guardaba un cadáver que ella sospechaba de quien se trataba. La víctima estaba boca abajo totalmente mojado, con la piel azul pálido y vestido de manera formal, había perdido los zapatos, pero no había heridas o marcas de lucha en dicho cadáver. Los insectos revoloteaban alrededor alimentándose de aquella muerte. El olor era desagradable y fuerte a la vez (pero ya estaba acostumbrada a ese aroma), a pesar de estar en un lugar abierto ese cuerpo tenía un olor que sencillamente se quedaba impregnado en las fosas nasales sin que pudiera escapar. No iba a ser fácil olvidar ese aroma.

Un equipo forense llegó junto con ella y voltearon con cuidado al cadáver confirmando sus sospechas de quien era la víctima. La expresión del cadáver reflejaba que había muerto paralizado por la sorpresa, la boca estaba abierta, los ojos estaban muy abiertos y completamente blancos. La investigadora no pudo evitar tapar su boca, ya que recordó que antes de trabajar con el CCG en los veranos se juntaba con personas de su edad (siendo ella considerada como una niña por esa época) contaban historias de terror como prueba de valor para quienes aguantaban sin taparse los oídos o retirarse, recordando que las personas que morían de manera violenta volvían en forma de un espíritu maligno. Recordó que el cadáver ya le había contado hace muchos años una historia de terror parecida a la que se estaba imaginando en su cabeza.

"Él vuelve para vengarse por lo que le hicieron, no descansara inclusive si se llegar a vengarse de quien lo asesino…no tendrá paz jamás".

El equipo forense comenzó su trabajo arrastrando de poco a poco el cadáver fuera de aquel túnel para que pudieran verlo mejor, notaron algo que ella también percibió. La víctima tenía una tarjeta de cartón dentro de la bolsa de la camisa, con unas pinzas especiales extrajeron el pedazo de cartón que ya estaba blando y sucio por el agua estancada guardándolo en una bolsa especial de plástico. La investigadora pidió que le pasaran la bolsa con dicha evidencia para verla mejor con la luz del día, al enfocar sus redondos ojos a la tarjeta manchada parecía ser una tarjeta de despedida (de esas que puedes comprar en cualquier tienda departamental o de auto servicio), tenía por un lado el dibujo de dos personas despidiéndose con un corazón de fondo con la palabra "hasta luego" de fondo, el otro lado de la tarjeta solo tenía un fondo blanco sucio con un mensaje escrito a mano con tinta color rojo, estaban borrosas las letras, apenas se entendía, pero ella logró descifrar tres simples palabras: "No me busques", "muerto", "adiós".

—¿Crees que sea una nota de suicidio? —Preguntó un compañero suyo que la asustó cuando se puso a su lado.

—Quien sabe…casi no se entiende nada.

—¿Hay algún testigo?

—No, solo una llamada anónima notificando el cadáver.

La investigadora suspiró entregándola la bolsa con la evidencia a su compañero, siguió contemplando el cadáver hasta que recibió una llamada a su celular, vio con curiosidad que el número que intentaba contactarla era de un desconocido, aun así contestó la llamada por mera curiosidad.

—¿Hola, quién habla?

Al principio nadie respondía, pero escuchaba que al fondo de la llamada se escuchaba un ruido extraño, como si del otro lado de la línea soplara el viento feroz y las olas del mar chocarán "Que extraño…". Pensó, estaba a punto de colgar.

—…Lo he conseguido—Sonó la voz de una mujer que ella reconocía, era una voz tranquila, como el mar sereno.

Se quedó congelada por esa llamada, recordando de nuevo las historias de fantasmas que se contaban por esta época del año, era la voz de un fantasma quien la estaba contactando.

—Espera, ¿cómo es que...? —Habló sorprendida intentando saber más de aquella llamada extraña, pero lamentablemente le colgaron.

Al intentar llamar de nuevo, nadie respondía, suspiró, el viejo truco del teléfono público.

¿"Realmente esto está pasando"? Pensó la investigadora al enfocar de nuevo la mirada en el cadáver húmedo, realmente nunca espero que esas dos personas terminaran así.