Día 26.

Prompt: Swinger/Threesome

Trigger Warning: Sexo explícito, sexo oral (felación), sexo anal, Rimming, Fingering, Threesome, Swinger.

Threesome: Trío, en español. Relación sexual en la que intervienen tres personas, sean o no del mismo sexo. En este caso, es un trío M/M/M, es decir, los tres son chicos.
Swinger: Persona que "oscila" entre parejas. Aquí, concretamente, intercambio de parejas.
Arromanticismo: Orientación sexual englobada dentro de la asexualidad. La persona aro (arromántica) sí tiene deseo sexual, pero no siente amor romántico, pero sí puede entablar otro tipo de relaciones sentimentales y emocionales.

Notas y avisos varios: El trío de la historia está en flashback. Esto es, es algo que ocurrió en el pasado, así que está narrado como tal, no en presente. La historia es Drarry (y así lo he intentado reflejar en todo momento, la pareja no se rompe y no desarrolla sentimientos románticos hacia nadie más que entre ellos), pero como es obvio por los prompts, había que meter más actores en escena. En este caso, es un Charlie Weasley/Viktor Krum. En el intercambio de parejas, es explícito el Draco Malfoy/Viktor Krum y el Harry Potter/Charlie Weasley. El Drarlie (Charlie Weasley/Draco Malfoy), se insinúa, pero no se relata explícitamente.

Este es el oneshot que correspondería al 26 de octubre en las cuentas originales del Kinktober.


RUMANÍA

—¿Fue tu primera vez? —Harry se vuelve hacia él con expresión desconcertada. Aun tarda varios segundos en comprender que está retomando la conversación de hace un rato y a Draco le da tiempo de poner los ojos en blanco.

Es de noche, y le flota suavemente el alcohol de las cervezas de mantequilla, seguidas por un par de vasos de whisky de fuego helado bebido con parsimonia al calor de la chimenea del pub donde Charlie Weasley y Viktor Krum los han llevado. No llega a nublarle la mente, pero sí nota la lengua un poco torpe.

—Pues… no, la verdad… —Draco vuelve a poner los ojos en blanco.

—Con un chico, quiero decir. Ya sé que tu primera vez fue con Weasley. Con la chica Weasley, no con Charlie. Merlín, Potter, ¿pensabas follarte a toda la familia? ¿Te tiraste también a Weasley? A Ron, digo. —Con una carcajada igual de embriagada que la suya, Harry se ríe por la idea y niega con la cabeza.

Perdiendo el equilibrio cuando se quita los pantalones, Draco disimula apoyándose en la cómoda en lo que cree que es una postura digna, pero otra carcajada de Harry lo desmiente.

—Lo de Charlie fue algo… puntual. —Harry se encoge de hombros, sonriendo. Se ha sentado en el borde de la cama para quitarse los pantalones también. Lleva la camisa desabrochada y las mangas, amplias y desabotonadas, le bailan sobre el dorso de las manos.

Llevan varios días de vacaciones en Rumanía. Fue Draco quien decidió el destino, curioso por el barrio mágico de Bucarest, que visitó siendo tan pequeño que apenas lo recuerda, y la fauna y flora mágicas que podrían conocer en sus excursiones rurales. Por supuesto, el santuario de dragones en el que Charlie Weasley trabaja ha sido una visita obligada. Y la presencia de Viktor Krum, el antiguo jugador de quidditch, trabajando mano a mano con él, también.

En las obligadas cervezas posteriores a la visita, cuando ambos hombres han terminado de trabajar, se han puesto al día. Viktor, en un inglés mucho más fluido de lo que Draco recuerda de su estancia en Hogwarts casi dos décadas atrás, les ha contado que había conocido a Charlie gracias a su contacto con Fleur Delacour y, por tanto, con Bill Weasley. Su contrato con un equipo de la liga rumana pocos meses antes de que Bulgaria no clasificase para el mundial del '98, celebrado en 1999 por la guerra mágica de Gran Bretaña, los había llevado a establecer un contacto más continuado que acabó llevándole a la reserva de dragones cuando se retiró profesionalmente del quidditch diez años después.

«Y hasta hoy», ha dicho, con media sonrisa iluminándole la cara, tan diferente de la expresión seria que Draco recuerda de él tanto en el colegio como en las noticias donde salían fotografías suyas. «Aunque eso Harry ya lo sabía, por supuesto», ha añadido con una sonrisa nostálgica que había hecho que Draco levantase la ceja y entornase los ojos, suspicaz.

El alcohol ingerido ha sido suficiente para que Harry, sonrojado por la vergüenza y la leve borrachera, haya asentido, explicando que, tras los juicios, necesitando respirar aire fresco, había pasado varias semanas en el santuario poco antes de cumplir los veinte años.

«Era un patito tierno y desorientado», había dicho Charlie, arrastrando un poco las palabras por el primer vaso de whisky de fuego, confirmando las palabras de Harry de necesitar reordenar sus ideas y organizar los siguientes pasos de su vida, abandonada la academia de aurores tras apenas haber comenzado el entrenamiento y teniendo que asumir la ruptura con la menor de los Weasley. «Se corrió según le bajé los calzoncillos por primera vez, ¿te acuerdas, Vik?»

Draco había mirado a Harry, levantando la ceja de nuevo. Este, ruborizado, se había reído quedo antes de asentir.

«Es cierto», había dicho, mirando directamente a Draco y esbozando una sonrisa tentativa. Lo cierto es que ni Harry ni él habían hablado entre ellos de sus anteriores relaciones. Sí sabe que, tras la guerra, después de romper su relación con la chica Weasley, Harry había tenido varias relaciones esporádicas, sexuales más que románticas, pero no había imaginado que Charlie y Viktor fuesen una de ellas.

«Aunque no importó, porque aún así nos dejó continuar. Y al final, acabó animándose de nuevo», había añadido Viktor.

«E hizo un papel más digno los días siguientes», había dicho Charlie, entusiasmado.

Con un brindis entusiasmado iniciado por los dos anfitriones y que Harry y Draco habían seguido con sus respectivos vasos, habían cambiado de tema, pero la conversación ha rondado la mente de Draco desde que han salido del local, paseando por el boulevard del barrio mágico de Bucarest para que el aire fresco y tonificante les ayudase a rebajar la borrachera.

—Creí haber entendido que más fue cosa de varios días —dice Draco, entornando los ojos. Aprovecha que tiene los pantalones en las manos para cubrirse casualmente la parte delantera del calzoncillo y no delatarse ante Harry, que se ha sonrojado, pensando que Draco está molesto. Desde que descubrieron el hechizo para contrarrestar su miopía, las gafas de Harry no ocultan sus ojos verdes, pero tampoco sus sentimientos, que exhibe sin pudor a través de los ojos, dejando que se reflejen en su rostro y permitiendo que cualquiera, como Draco, pueda sacar ventaja sobre ellos.

—Semanas, en realidad. Estuve aquí casi dos meses, viviendo con Charlie en la cabaña de la reserva. Bueno, y con Viktor, aunque este no estaba todas las noches, si tenía que jugar partidos o entrenar.

—¿Ya eran novios?

—No… no sé bien qué son. Sé que tienen una relación basada en el sexo, pero ni yo pregunté ni ellos me lo explicaron —explica Harry, pensativo—. Sólo fue… bueno, algo divertido.

—Y corto. —Harry estalla en una risotada nerviosa al oírlo y niega con la cabeza—. Oh, cierto, les dejaste continuar…

—No iba a privarles a ellos de la diversión, ¿no? —Harry lo mira, lamiéndose los labios—. ¿Estás muy celoso?

—Merlín, sí. Un poco, al menos —admite Draco, cuyo pene se siente aprisionado dentro de la tela de los calzoncillos—. Pero sobre todo estoy cachondo, por Circe. Ya me gustaría a mí haberme tirado a Krum en cuarto. Claro que en ese momento en ese momento tenía las hormonas tan revolucionadas que no sabía ni qué hacer con ellas.

—No eras el único. —Draco ladea la cabeza, con interés, pero Harry no se refiere a ningún enamoramiento adolescente, según comprende al verlo reírse con una carcajada traviesa—. Prueba a sacar el tema delante de Ron. Pero no le digas que yo te lo he dicho.

—Oh, sí, Weasley lo miraba todo el tiempo —asiente Draco, encuadrando ciertos recuerdos—. Entonces fue…

—Divertido. Y liberador. Y sí, mi primera vez con un chico. Con dos, más bien —concede Harry, satisfaciendo la curiosidad de Draco, que tiene que reprimir la necesidad de apretarse la polla por encima del calzoncillo. Tomando una decisión, deja caer el pantalón al suelo y se acerca a Harry, que enseguida se da cuenta de lo duro que está y sus pupilas se dilatan, ensombreciendo el verde de sus ojos.

—Cuéntamelo —ronronea Draco, arrodillándose sobre el regazo de Harry y empujándole el pecho hasta hacerlo caer de espaldas en la cama, todavía con los pies apoyados en el suelo.

—No sé si…

—Merlín, a Weasley le ha faltado medio vaso de whisky para contarlo a voces en el pub, Potter —insiste Draco, poniendo los ojos en blanco.

—Está… está bien. Aunque no lo recuerdo con mucha claridad. Han pasado muchos años. —Harry traga saliva de manera audible, porque Draco ha empezado a besarle el cuello, repartiendo pequeños mordiscos hasta llegar a la piel de sus hombros. Luego, se deja caer entre las piernas de Harry, obligándole a abrir las rodillas después de quitarle los calzoncillos y liberar su erección—. Es cierto que me corrí cuando Charlie me quitó los calzoncillos. Estaba… la tensión sexual había sido tan… Y llevábamos mucho rato besándonos. No sé, no recuerdo bien, sólo que debía de estar muy cachondo y el roce de la tela… —Harry gime cuando Draco se mete su polla en la boca. Como se detiene, Draco hace lo mismo, mirándole desde abajo. Harry tiene los ojos cerrados y sus dedos arrugan las sábanas, pero capta el mensaje.

»El roce de la tela disparó mi orgasmo. Fue un poco… frustrante. No… no me había… —Tartamudea, porque Draco ha vuelto a chuparle la polla al mismo tiempo que le acaricia los huevos. Con delicadeza, sin sacarse la polla de la boca, Draco le indica que suba los pies a la cama y escupe encima de su ano expuesto. Cuando introduce el dedo índice, curvando la yema del dedo hacia arriba para buscar el pequeño punto que tan placentero le resulta a Harry, este gime y se estremece—. Pero no se lo tomaron mal. Se rieron, bromearon y le quitaron hierro al asunto. Me hicieron sentir bien. Eso sí lo recuerdo bien.

Sin dejar de chupar, mete un segundo dedo en el interior de Harry. Nota cómo este se contrae a su alrededor y luego se relaja, con la intención de controlar y alejar su orgasmo, creyendo que Draco sólo lo está preparando, así que deja de lamerme el glande para bajar lentamente, relajando la garganta, hasta que su nariz roza el vello púbico de Harry. Las caderas de este dan un pequeño salto, buscando introducirse más adentro, y los dedos anchos y fuertes de Harry se enredan en el cabello fino y liso de Draco, suplicándole que le deje seguir profundizando.

—Les dije que podíamos seguir, aunque yo ya hubiese terminado —susurra Harry, con la voz ronca y un tanto jadeante. Con la mano, guía la cabeza de Draco para que suba de nuevo hasta el glande, lamiendo, y baje otra vez, tragándose su pene por completo—. Así que, mientras Viktor me preparaba, asegurándose de que no me iba a doler, se la chupé a Charlie. Creo… no sé si me dolió. Si lo hizo no me acuerdo. Creo… que sí. —Excitado, Draco succiona con fuerza y traga, haciendo que Harry gimotee y se detenga en su narración unos segundos. Para darle tiempo, Draco rota los dedos en su interior.

»Me lo pasé muy bien. Estaba relajado y quería disfrutar del momento, así que… hice lo que me iban diciendo. Tampoco había chupado una polla nunca, por lo que Charlie me iba indicando cómo le gustaba. Cuando… cuando Viktor terminó… —Otro bote con las caderas, anunciando que no podrá aguantar mucho más—. Draco… Oh… ¡Draco! —Este vuelve a succionar y presiona con más fuerza con los dedos. Harry comprende el mensaje, porque grita, un sonido ronco y anhelante. Perdiendo el control, empieza a empujar las caderas hacia arriba, follándose la boca de Draco al mismo tiempo que los dedos de este salen y entran de su interior—. Charlie lo sustituyó y yo estaba duro… otra… otra vez y Viktor… Justo esto, así… Joder, Draco, ¿cómo podías saber…?

Harry se corre, introduciéndose tan profundamente en la boca de Draco que este no puede elegir entre tragar o no, pero lo hace con gusto, porque no le importa. Desliza con suavidad los dedos fuera del culo de Harry, pero no se saca su polla de la boca cuando este, exhausto, se relaja sobre el colchón y deja caer los brazos en forma de cruz, exánimes. Tarda varios segundos en volver a hablar, esta vez de manera más comprensible.

—Viktor me la chupó mientras Charlie me follaba, hasta que me corrí. Fue… sólo recuerdo la sensación de plenitud. Me sentí vivo. Sé que he dicho que no me acordaba y es probable que algunos detalles… no los recuerde como fueron, pero la sensación…

—Joder, Potter —susurra Draco con la voz enronquecida por la mamada. Está muy cachondo por la historia de este—. Si llego a saber que escucharte decir cómo follas es tan excitante, lo habríamos hecho antes.

—¿No estás celoso, entonces? —pregunta Harry. Suena apagado y soñoliento, está dejando que el sopor del orgasmo, el alcohol y lo tarde que es lo invada.

—No, creo que no. Gracias por… esto. —Con cuidado, se incorpora y guía a Harry para ayudarlo a meterse entre las sábanas. Este lo mira con los ojos verdes a medio abrir. Todavía tiene las pupilas dilatadas y en la cara una expresión de placer ilumina su tenue sonrisa.

—Eran mi primera experiencia después de Ginny. Yo… no sabía bien cómo gestionar que me gustasen también los hombres, no tuve tiempo de darme cuenta de ello en la adolescencia. Bueno, de nada, en realidad, más allá de unos besos torpes con Ginny y Cho. Las semanas aquí ayudaron —confiesa Harry. Es la primera vez que hablan de ello y de sus correspondientes autodescubrimientos—. Después hubo una chica muggle y también Michael Corner, coincidimos en la escuela de aurores y no habíamos perdido el contacto. Y luego ya llegaste tú. —La cara de amor arrebatado con la que lo mira Harry desarma a Draco, que siente la necesidad de confesarse también.

—Yo tampoco tenía mucha experiencia en aquel entonces. En el dormitorio habíamos… bueno, probado algunas cosas. Ya sabes, masturbarnos todos mirando la misma imagen pornográfica, competir a ver quién se corría antes… En una ocasión, Theo me retó a hacerle una paja y luego él me la hizo a mí. Me gustó, creo que para entonces ya tenía asumido que las chicas no eran lo mío, debíamos estar en quinto —cuenta, mientras se mete también en la cama, abrazando a Harry por detrás, que se acurruca contra él y musita algo, un sonido de placer, probablemente—. Después de la guerra, en cambio, no hubo muchas oportunidades de socializar de esa forma. Una vez estaba a punto de follar con Zabini, porque en aquel entonces sólo me relacionaba con los antiguos Slytherin, pero su madre llegó a casa y nos interrumpió y… Bueno, creo que ninguno lo deseaba realmente, sólo queríamos dar rienda suelta a nuestra excitación. Y luego llegaste tú —añade, imitando la frase de Harry. Este se queda callado durante tanto tiempo que Draco llega a creer que se ha quedado dormido.

—Me gustó ser tu primera vez. —Draco se ríe silenciosamente. En su momento, trató de dárselas de experimentado, pero ahora, sabiendo el bagaje de Harry, comprende por qué este le había mirado con comprensión—. Tú también puedes continuar, aunque yo haya terminado —añade Harry, frotando su culo contra el calzoncillo de Draco, que sigue duro.

—Podemos dormir ahora y continuar mañana por la mañana —dice Draco, aunque sin mucha fuerza, porque la idea de que Harry le deje follárselo ahora mismo, después de imaginar la escena que le ha relatado, es prácticamente todo lo que puede desear. Sin embargo, sabe que Harry está prácticamente dormido y entre eso y el alcohol no está muy seguro.

—Estoy lo suficientemente sobrio como para acordarme de esto mañana, Draco Malfoy.

—Y tampoco hace falta que lo hagas porque…

—Por favor… —lo interrumpe Harry. A pesar de que suena adormilado, su voz es tan contundente, que Draco no discute más y se pelea con sus calzoncillos, bajándolos lo suficiente para liberar su erección.

Se detiene un segundo, justo cuando ha encajado el glande entre las nalgas de Harry, presionando levemente contra su ano, todavía húmedo por la saliva, porque este ha empezado a respirar pausadamente, igual que cuando duerme, pero continúa cuando Harry mueve levemente las caderas, incitándole a seguir.

Despacio, muy despacio, se introduce dentro de Harry. La saliva apenas es suficiente para permitirle deslizarse con facilidad y los dos dedos que ha utilizado mientras se la chupaba apenas le han dilatado lo justo, pero Harry no se queja, limitándose a exhalar un suspiro satisfecho cuando por fin Draco se termina de enterrar en su interior.

Se queda quieto varios segundos, acostumbrándose a la sensación de cálida estrechez del culo de Harry. Lo abraza, atrayéndolo contra su pecho. Harry se deja hacer, buscando con las manos los dedos de Draco para acariciarlos y entrelazarlos con ellos. Le gustaría tardar poco, permitir que Harry pueda quedarse dormido, pero el alcohol suele retardar las sensaciones, así que se mueve cadenciosamente, apenas saliendo y entrando del interior de Harry, que suspira de vez en cuando, haciéndole saber así que sigue conforme con lo que están haciendo.

Se lo folla muy despacio, disfrutando del calor de la piel de la espalda de Harry pegada a la suya, notando cómo se le erizan los cabellos de la nuca cuando respira sobre ellos, la forma en la que su culo se aprieta alrededor de su polla, con movimientos conscientes que hace Harry para aumentar su disfrute. El placer lo va inundando paulatinamente, formando una deliciosa presión en su abdomen que se desata un buen rato después cuando, casi con languidez, se deja arrastrar por el orgasmo y se corre dentro de Harry. Después, cierra los ojos y trata de recuperar el aliento, porque no es consciente de en qué momento lo ha contenido, dejando de respirar para concentrarse en el placer.

Se queda dentro de él. Su culo se aprieta cuando la erección de Draco cede, ajustándose a su decreciente grosor. Harry todavía no se ha dormido, porque lleva una de las manos de Draco, que tiene entrelazada con la suya, hasta los labios, para besarla, así que pregunta en voz muy baja.

—¿Lo echas de menos? —Harry hace un sonido inarticulado, pidiéndole contexto—. Acostarte con otras personas.

—No, no lo echo de menos —contesta, amodorrado, al cabo de unos segundos, hablando lentamente—. Fue divertido, eso sí. Siento que tú no tuvieras esa experiencia.

Un ronquido suave, más similar a un resoplido, le indica a Draco que, ahora sí, Harry se ha dormido. Su pene, ya flácido, se desliza fuera del culo de Harry y varias gotas de su propio semen caen sobre él, como una diminuta y breve cascada. Piensa durante unos minutos acerca de lo último que ha dicho Harry. No siente que le haya faltado nada, aunque probablemente lo está analizando desde la perspectiva de la vida adulta. El Draco de diecisiete años, de no haber tenido que enfrentarse a una guerra, no habría pensado igual. Sin embargo, a pesar de todo lo ocurrido veinte años antes, Draco está conforme con el punto en el que se encuentra de la vida, las experiencias vividas y la felicidad que experimenta a diario al lado de Harry.

Pegándose lo más posible a la espalda de Harry, Draco también se queda dormido. Despierta a la mañana siguiente, dispuesto a seguir disfrutando de su estancia en Rumanía, no demasiado seguro de que Harry se acuerda con claridad todo lo que han hablado la noche anterior. No hace ningún comentario al respecto, más allá de recordarle que ya es por la mañana cuando se mete detrás de Draco mientras se ducha en la bañera, repartiendo besos por su nuca y espalda, hasta que él acepta su desafío y, con el agua caliente corriendo por las espaldas de ambos, lo hace inclinarse hacia adelante, apoyando las palmas de las manos contra la pared, para follárselo de nuevo.

No vuelven a ver a Viktor y a Charlie hasta el último día de las vacaciones. Ambos hombres han tenido que trabajar en la reserva y Draco y Harry han utilizado esos días para visitar el Bucarest muggle y algunos otros lugares relevantes del país y han pasado una noche en un pueblo, enteramente mágico, en el corazón de Transilvania. Sin embargo, ante la perspectiva de su última noche en Rumanía, sin tiempo ya para verse al día siguiente, pues su traslador sale antes del mediodía, Viktor y Charlie los invitan a pasar el día con ellos.

No hacen nada especial, porque no queda mucho por visitar que no hayan elegido dejar para otra ocasión, así que se limitan a pasear por el boulevard del barrio mágico, internarse por los callejones adyacentes, buscar nuevos ingredientes para la despensa de pociones de Draco y comprar algunos souvenirs para llevarse de vuelta y que todo el mundo sepa que han pensado en ellos. Cuando el sol comienza a declinar, temprano en la tarde, Charlie les propone regresar a la reserva y cenar con ellos. Ambos lo están pasando lo suficientemente bien como para aceptar inmediatamente.

La cabaña donde Viktor y Charlie viven, en medio de las montañas rumanas, rodeados de tanta naturaleza agreste y silencio que se pueden oír los ocasionales resoplidos de los dragones, es sencilla y acogedora. Una modesta sala de estar, suficiente para un sofá, una pequeña mesa y un par de sillas, gobernada por una enorme chimenea que chisporrotea alegremente después de que Viktor la alimente con maderas procedentes del bosque de la reserva. Al lado, una cocina donde Charlie y Viktor se mueven con la pericia de estar perfectamente coordinados gracias a la convivencia. Un diminuto cuarto de baño que, en palabras de Viktor, no comparten, sino que se lo arrebatan el uno al otro cada mañana y, para sorpresa de Draco, dos dormitorios con cama doble, uno para cada uno, que muestran signos de estar habitados. Eso le hace pensar en que, efectivamente, Viktor y Charlie parecen más dos buenos amigos que una pareja.

Gracias a la madera, el ambiente huele a aromas florales y agradables, aunque Draco no es capaz de ubicar si procede de un árbol mágico o muggle. La cena, a base de verduras y legumbres, es deliciosa y, aunque al terminar de cenar Viktor saca una botella de alcohol muggle, fuerte y viejo, ninguno tiene prisa por beber más allá de saborear el escaso contenido de sus vasos. El sofá no es demasiado grande. Viktor ha cedido su sitio a Draco, que se repantinga en él, al lado de Charlie. Harry y el hombre búlgaro, en cambio, han preferido sentarse en el suelo.

Charlan alegremente durante un par de horas, saltando de un tema a otro. El alcohol y el calor de la chimenea hace que Draco se ruborice. Nota el calor en sus mejillas y una sensación agradable en el estómago. Los otros tres hombres están igual que él. Los ojos de Harry brillan, reflejando el crepitar de las llamas de la chimenea, las pecas del rostro de Charlie se intensifican bajo su sonrojo y Viktor está tan relajado que, de nuevo, Draco no puede evitar compararlo con el chico que conoció en Hogwarts tantos años atrás.

Se hace tarde. Tanto, que cuando Harry se disculpa, argumentando que quizá deberían regresar al hotel, Charlie les propone que se queden a dormir en su dormitorio. Viktor les sirve un tercer vaso de licor, apenas un dedo, porque ninguno quiere excederse, y Draco asiente, aceptando.

—Yo puedo dormir con Vik esta noche —dice Charlie, guiñando el ojo al otro hombre, que esboza media sonrisa y asiente. En sus ojos, Draco puede ver la misma anticipación que ve en los de Harry cuando este sabe que van a follar y está deseando que llegue el momento.

A lo mejor es el alcohol. O el entorno íntimo y cálido de la habitación. O la confianza de estar con gente con la que comparte experiencias a través de Harry y que no tienen reparos en hablarlas en voz alta, sin tabúes.

—Entonces… ¿no sois pareja? —pregunta Draco, curioso.

Así es como Draco averigua que Charlie es arromántico, según sus propias palabras, utilizando un término que no conocía, quizá porque los muggles han sabido poner nombres a cosas que, hasta ahora, una sociedad tan cerrada y anclada en el pasado como la mágica no ha querido o sabido inventar. Viktor, en cambio, sí está enamorado de él.

—Sí puedo amar —aclara Charlie, al ver la cara de confusión de Draco—. Sólo que no siento lo mismo que tú hacia Harry o que Vik conmigo. Sin embargo, que no sienta ese aspecto del amor romántico, no significa que no le ame como el gran amigo que es y que no valore nuestra relación.

También mencionan que tienen una relación abierta, aunque es algo que suponía tras lo averiguado acerca de Harry varias noches antes, y que Viktor tiene una novia desde hace unos años y Charlie liga a menudo con otros hombres, lo cual explica la necesidad de mantener dormitorios separados. Además, suelen intercambiarse a menudo con otras parejas, según cuenta Charlie, y viene bien tener dos sitios cómodos y familiares para disfrutar por separado.

Y, por la forma aparentemente casual con la que Charlie posa su mano, grande, enorme y callosa, sobre la rodilla de Draco, este comprende que, aunque puede elegir que el resto de la noche transcurra como hasta ahora, un rato divertido entre amigos en un país extranjero, Harry y él pueden optar por dejar que nuevas experiencias sacudan, literal y figuradamente, sus cuerpos.

Busca la mirada de Harry, no muy seguro de que este haya comprendido la sutil insinuación que flota en el ambiente, pero este tiene los ojos clavados en la mano que Charlie tiene sobre la rodilla de Draco y sonríe, abstraído de la conversación durante unos segundos. Luego levanta la cabeza, encontrándose con los ojos de Draco y sonríe. Una sonrisa plácida, comprensiva y llena de amor.

Draco traga saliva, excitado por la idea. Dicen que los Slytherin son ambiciosos y astutos y que por eso su animal representativo es una serpiente. Sin embargo, Harry dice que es un error, que son ellos quienes deberían tener un felino como representante. Cuando Draco le preguntó por qué, le explicó que los gatos también son ambiciosos, caprichosos y astutos. Y, sobre todo, curiosos. Y, aunque Draco le había argumentado que eso le habría colocado en Ravenclaw, no en Slytherin, no puede evitar pensar en todas y cada una de las veces que ha sentido curiosidad y que ha utilizado la astucia y la ambición para satisfacerlas.

Es esa misma curiosidad la que lo atrapa ahora.

No está muy seguro de cómo se produce la transición. Sabe que la mano de Charlie en su rodilla ha ido subiendo poco a poco hasta la parte interna de su muslo, tan cerca de su entrepierna que Draco podría jurar sentir su calor en los huevos. Ninguno de los cuatro ha apurado los vasos de licor, diluido en el hielo que han utilizado para mantenerlo fresco. Sí sabe que el fuego de la chimenea se ha consumido lo suficiente como para sumir la sala de estar en una agradable e íntima penumbra.

Cuando Charlie lo besa, Draco entreabre los labios, ansioso, para recibir su lengua dentro de su boca.

—¿A quién prefieres? —pregunta Charlie, en voz baja. Draco intercambia una mirada con Harry, que tiene los labios húmedos por la saliva de Viktor.

Duda. No por lo que van a hacer, sino porque no tiene claro qué elegir. Por un lado, Charlie, con sus manos grandes y callosas, sus hombros anchos y los pectorales que pudo ver durante su visita a la reserva. Es mayor que cualquiera de ellos tres, y sin embargo su forma física es admirable, fruto del esfuerzo continuo en el santuario. Por el otro, Viktor. Algo más bajo que Charlie, un poco menos ancho también, pero muy fuerte, por lo que pudo observar, una versión madura y atractiva de aquel joven casi imberbe que lo hacía parlotear como un imbécil cuando tenía catorce años, presumiendo de cosas que ahora le parecen pueriles e idiotas.

—¿Tú? —pregunta a Harry, que se encoge de hombros. Draco lo entiende. Él, aunque sea hace casi dos décadas, ya ha estado con ambos—. Viktor —dice finalmente, mirándolo un tanto inseguro, porque ha sido Charlie quien ha iniciado los primeros movimientos. Sin embargo, la sonrisa satisfecha del otro hombre disipa todas sus dudas.

Viktor se levanta del suelo, apoyándose en Harry, y le tiende la mano. Charlie se está incorporando también, pero Draco se queda quieto, mordiéndose el labio al comprender que cada uno irá a una habitación diferente.

—¿Podemos ir juntos? —pregunta Harry, que o bien está pensando lo mismo o bien ha adivinado el dilema de Draco.

—¿Quieres mirar? —pregunta Charlie en tono pícaro. Recordando el relato de Harry de la noche anterior, Draco está a punto de contestar que no le importaría mirar, pero el pelirrojo se ríe de su propia broma y luego abre la comitiva hacia su dormitorio, seguido por Harry. Viktor entrelaza los dedos con los de Draco, tirando suavemente de él para ir detrás de ellos.

Un movimiento de varita hace que la cama multiplique su tamaño, invadiendo prácticamente todo el espacio libre de la habitación, que no es demasiado grande. Huele a Charlie. Draco no sabe cómo definir el olor, pero es inconfundiblemente suyo: una mezcla de madera de bosque, aceite y algo varonil que no identifica. Viktor comparte con él el aroma a madera, que impregna toda la cabaña, pero hay matices de barniz para escobas y sudor masculino que ponen más cachondo a Draco.

—¿Quieres ir arriba o abajo? —pregunta Viktor, entre beso y beso. Al otro lado de la cama, Charlie se ha sentado en el borde del colchón y Harry está encaramado sobre su regazo, con las rodillas a ambos lados de las caderas del hombre pelirrojo, que le acuna las nalgas con sus enormes manos.

Con un sonido de succión, Harry separa los labios de Charlie y lo mira, expectante por su respuesta. Draco duda. A Harry le encanta ir abajo y a él le encanta ir arriba. Está dispuesto a cambiar el rol si Harry se lo pide, pero no recuerda cuándo fue la última vez que lo hizo. Quizá al principio de su relación, cuando todavía estaban experimentando, buscando qué es lo que más les gusta. La mirada de Harry, llena de excitación y deseo puro, le tienta a dejarlo en manos de Viktor, pero al final prefiere mantener esa pequeña parte del control.

—Arriba.

—Genial —dice Viktor, conforme. Entre besos, empieza a desabotonarle la casaca de corte mágico que lleva. Draco tira de la camiseta, de corte muggle y más cómoda para moverse por los bosques de la reserva, que lleva el otro hombre. Se pregunta qué habría ocurrido de haber ido con Charlie, que no pregunta a Harry y da por hecho que este va a ir abajo también; si Viktor y él intercambian a menudo los papeles—. A él le gusta mucho ir arriba, pero te habría preguntado también —aclara el búlgaro, en un susurro, mientras le lame el lóbulo de la oreja.

Draco comprende por qué Harry dice que sus recuerdos de aquella noche, lejana, no son claros. No han pasado veinte años y está seguro de que al día siguiente habrá olvidado muchos detalles, pero no los esenciales: lo está pasando bien, es agradable y placentero.

—Bueno, al menos en esto has mejorado —oye que dice Charlie cuando le baja los calzoncillos a Harry. Los cuatro se ríen, relajando el ambiente. Draco ve cómo las manos grandes y callosas del pelirrojo guían el culo de Harry hacia arriba, obligándolo a levantarse sobre las rodillas y dirigiendo su polla dura a su boca, devorándola.

Viktor lo empuja contra la cama y Draco se deja caer. Se desabrocha el pantalón y tira de los talones de sus botines para sacarlos sin desatarlos. De pie, Viktor está haciendo algo parecido, desnudándose con ansia. Intercambian más besos y caricias, pero cuando el búlgaro se da media vuelta para presentarle su polla, tan diferente de la de Harry, Draco abre la boca para recibirla en su interior al mismo tiempo que su propio pene se ve envuelto por la húmeda calidez de la lengua de Viktor.

La cabeza de Draco está junto al muslo de Charlie pues, aunque ha agrandado la cama, el espacio disponible no es tanto. Puede ver como Harry se folla la boca de Charlie, lloriqueando de placer cuando los dedos de este, empapados en lubricante, se introducen en su culo, preparándolo. Eso le hace recordar que debería hacer lo propio con Viktor, así que tantea entre sus nalgas, buscando su ano, pensando que no tiene lubricante y no sabe dónde ha caído su varita para invocar algo. Harry extiende la mano hacia él, ofreciéndole la suya, que Draco acepta.

Al sentir sus dedos, Viktor repta con las rodillas hacia adelante, alejando su polla de la boca de Draco, y hace un movimiento similar al de sentarse sobre los talones. Comprendiendo, Draco sujeta sus nalgas con ambas manos, abriéndoselas y lame el pequeño orificio, que se expande al meterlo la lengua, tan acostumbrado como el de Harry.

Sustituye la lengua por un dedo, luego por dos y al final con tres, añadiendo más lubricante. Viktor ha dejado de chuparle la polla y, aunque la aprieta con una mano con fuerza, jadea sobre sus huevos, disfrutando con lo que Draco está haciendo. Cuando Draco hace ademán de incorporarse, se levanta. Sorprendido por lo bien que parecen compenetrarse, Draco lo empuja a él sobre el colchón. No sabe cómo le gusta más a Viktor. A él, con Harry, le gustan todas las posturas, pero disfruta especialmente cuando se pone sus tobillos en los hombros, doblándolo en dos para profundizar o que Harry lo monte. A Harry, en cambio, le gusta más tumbarse bocabajo, con las piernas cerradas, haciendo que Draco tenga que abrirse paso dentro de él.

Viktor decide por él, gateando sobre la cama y levantando las caderas para ofrecerle su culo. Draco se arrodilla tras él, dedicando unos segundos más a esparcir lubricante dentro de su ano y sobre su propia polla. Frente a ellos, Harry está dejándose caer sobre la polla de Charlie. Este tiene un pene grande, mucho más que el de cualquiera de los otros tres. No es especialmente largo, pero sí considerablemente más grueso. Tanto que Harry rodea el cuello de Charlie con los brazos, jadeando, mientras va dejándose caer centímetro a centímetro, dándose tiempo para acostumbrarse a la invasión.

Draco presiona con el glande el ano de Viktor, que cede levemente, permitiéndole entrar con cierta facilidad. Está caliente, apretado y húmedo.

Y excitante.

Cuando sus huevos chocan contra los de Viktor, este le sorprende incorporándose sobre sus rodillas. Draco, que estaba sujetándole las caderas, sube las manos por su torso, en un intento de ayudarlo a mantener el equilibrio. Viktor se las guía hasta sus pezones, que se erizan bajo las yemas de los dedos de Draco.

—Puedes hacer lo que quieras con ellos —dice Viktor, con voz ahogada.

Debido al cambio de postura, la penetración no es tan profunda como cuando Viktor estaba apoyado sobre sus manos, pero la presión del interior del culo de este ha aumentado por la forma en la que está de pie sobre las rodillas. Draco empieza a moverse, saliendo y entrando lentamente, a la vez que acaricia los pezones de Viktor. Este echa las manos hacia atrás, una por encima de su cabeza, enredando los dedos con los de Draco, y la otra buscando su espalda, siguiendo el movimiento de vaivén.

Harry, por su parte, ha terminado de empalarse en la gruesa polla de Charlie y ahora sube y baja rítmicamente sobre ella, jadeando. Draco podría quedarse ensimismado mirando cómo el pelirrojo se abre paso dentro del culo de su novio e imaginar cómo de dilatado quedaría para follárselo él, pero sus propias sensaciones lo embargan y distraen de la visión. El gemido de Viktor cuando Draco le pellizca suavemente uno de los pezones le espolea a repetirlo, esta vez más fuerte.

Cada pellizco implica no sólo un jadeo o un gemido de Viktor, también un apretón, fuerte y firme, alrededor de la polla de Draco. Más seguro ahora, Draco se atreve a pellizcar con más intensidad, despertando reacciones más potentes. Se atreve, incluso, a arañar uno de los pezones, algo que Viktor aprueba apretando tanto el culo que Draco está a punto de correrse. Sin dejar de retorcer un pezón entre sus dedos, baja la mano por el vientre, musculoso debajo de la fina capa de grasa que lo redondea, hasta encontrar su polla dura y húmeda por el líquido que ha goteado de ella.

Lo masturba, tratando de sincronizar sus movimientos de cadera con los de la mano, pero apenas lleva tres o cuatro sacudidas cuando Viktor gime más alto, se aprieta con más fuerza alrededor de su polla con contracciones rítmicas y se corre, borboteando lo que parece ser una eyaculación casi infinita sobre la mano de Draco, que no deja de masturbarlo. Cuando termina, exhausto, se deja caer hacia adelante, provocando que la polla de Draco se deslice fuera de su interior, hasta quedar bocabajo sobre el colchón, y abre las piernas.

Harry está gritando, prácticamente, de placer. Ya no cabalga a Charlie, que sujeta de nuevo sus nalgas con las enormes manos que tiene, abriéndolas, mientras mueve las caderas para penetrar a Harry con tanta violencia que este no puede hacer más que hundir la cara en el hueco de su hombro y disfrutar de las embestidas.

Draco apoya una mano en el colchón, bajo el brazo de Viktor, y con la otra alinea su polla de nuevo contra su culo, dilatado, comprendiendo que este está esperando a que termine, igual que Harry lo esperó noches atrás, veinte años atrás. Así que vuelve a penetrarlo, pasando las manos por debajo de sus hombros para sujetarse en estos y darse impulso, despacio al principio, más rápido cuando Harry emite un gemido largo que delata que ha alcanzado su propio orgasmo. Draco no tarda en seguirlo, eyaculando con fuerza, antes de dejarse caer, desfallecido por unos segundos, encima de Viktor, que se ríe quedamente, satisfecho por el resultado del polvo.

Todavía con los últimos retazos del orgasmo recorriendo su cuerpo, Draco sale del interior de Viktor y se deja caer a su lado. Ambos miran a Charlie y Harry. El segundo se está dejando hacer, lloriqueando mientras Charlie entra y sale de su interior, sin piedad, hasta que se empuja una última vez con un gruñido ronco.

Y luego otra más. Y otra más. Y un par de ellas más, menos fuerte.

Harry se incorpora. Su culo, dilatado y abierto, no puede contener el semen de Charlie, que se desliza fuera, goteando sobre el colchón. Draco se relame cuando el pensamiento de consolar con la lengua su ano, enrojecido y probablemente un poco dolorido tras el éxtasis del orgasmo, igual que hace cuando es él quien lo penetra con brusquedad y poca lubricación, pero no lo hace, porque Harry ya se ha sentado al lado de Charlie, que le abraza los hombros con un gesto de consuelo.

Los cuatro se quedan en silencio varios minutos, dejando que el sudor, el aroma a sexo y el calor se asienten sobre sus cuerpos y la habitación. Sonríen mucho, satisfechos. El primero en romper el silencio es Harry.

—¿Ha ido bien? —Draco asiente—. Me alegro de que hayas podido tener esto.

—No lo necesitaba —asegura Draco, sorprendentemente cómodo hablando de algo así delante de dos personas que no pertenecen a su círculo más íntimo. Suele ser mucho más celoso de sus confidencias, pero el ambiente del dormitorio invita a relajarse y ser él mismo, sin máscaras—. Pero me alegra haberlo tenido.

—¿Queréis dormir en mi habitación? —les pregunta Viktor a ambos. Y en la interrogación queda implícito que no es la única opción, pero los cuatro no caben en esa cama.

Tardan varios minutos en decidirse, discutiendo amistosamente entre ellos entre bromas y pullas. Al final, son Harry y Viktor quienes abandonan la habitación, desnudos, en dirección al dormitorio de este. Y Draco rueda sobre la cama, respirando hondo. A la mañana siguiente, cuando despierta al lado de Harry después de otro intercambio de dormitorios, con el olor a madera de Charlie y Viktor impregnado en sus pieles, no sólo no se arrepiente de nada de lo sucedido sino que, mientras separa las piernas de Harry para, esta vez sí, exponer su ano y consolarlo con la lengua después de la intensa acción de la noche anterior, sintiendo el suyo propio palpitar con un dolor suave que le recuerda lo bien que se sintió con Charlie dentro, decide que probablemente visiten Bucarest de nuevo el año siguiente.