"Si esperas lo suficiente… todo termina por suceder"

3er deseo: Doce uvas, once copas.

-Si caminas sobre la espesa nieve podrás ver tus huellas marcadas, formando un camino lleno de esperanzas-dijo con entusiasmo el joven padre a su hijo quien se tambaleaba en sus intentos por caminar.

Le soltó la mano con suavidad y esperó paciente a que el pequeño se atreviera a dar un paso él solo. El niño lo miró angustiado y él sonrió cálidamente intentando infundirle valor.

-Inténtalo Hana-lo incitó-Todo saldrá bien.

El pequeño sonrió con confianza, avanzó un paso y luego otro y pudo ver, asombrado, sus propias huellas en la nieve, sonreía feliz y rió contento al llegar a la meta: los brazos cálidos de su mamá.

-¡Ese es mi Hana!-exclamó orgullosa una joven rubia de diecisiete años mientras cargaba al niño-Ahora vayamos adentro-hizo una pequeña pausa antes de contemplar a su esposo profundamente-Debemos preparar la cena de año nuevo.

Yoh sonrió abiertamente, ese año, al fin, después de años de batallar, lo había conseguido...

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-... por lo tanto se les recomienda cerrar bien puertas y ventanas, y evitar salir de casa a toda costa.

Yoh apagó la televisión y tomó en sus brazos a su hijo.

-Ven, debemos hacer todo lo que el señor del meteorológico dijo-el pequeño sonrió-Tan sólo espero que los chicos lleguen antes de que lo haga la ventisca.

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-Más les vale a esa bola de imbeciles llegar a tiempo-dijo la señora de la casa mientras entraba en la cocina-No soporto ver a Yoh triste.

-¿Sucede algo?-pregunto Tamao en tanto probaba la crema de champiñones y le añadía un poco más de sal.

-Se aproxima una tormenta de nieve-explicó-retendrán a los pasajeros a partir de las seis en el aeropuerto hasta que pare-suspiro-Yoh está tan ilusionado.

-No se preocupe Doña Anna, ellos llegaran a tiempo-Tamao sonrió.

-Tienes toda la razón.

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Una gran multitud se aglomeraba en el aeropuerto, reclamos, empujones y sollozos invadían la enorme sala de espera.

-Por favor, permítame salir, tengo que llegar a mi boda-suplicaba un joven al supervisor.

-Demandare a la empresa si no me permite salir-amenazaba un señor-Mi madre esta enferma debo llegar a verla.

-¡Señores por favor!-gritó el supervisor por un altavoz-¡Ya se los explique su acerca una poderosa ventisca y no puedo dejarlos salir! ¡Entiendan, es por su seguridad!

-¡Maldición!-soltó un joven alto y robusto-Ya ves, te dije que no viajáramos en avión.

-Lo siento hermano-dijo con tristeza su acompañante.

-En lugar de lamentarnos y echar raíces aquí sentados, recorramos el lugar-sus ojos inspeccionaron a la enorme multitud-quizá encontremos a alguien conocido.

Se incorporaron y comenzaron a caminar, no tardaron mucho cuando una risa burlona y un comentario sarcástico los detuvieron.

-Miren pero si es Hoto Hoto, ¿cómo le hiciste para pagar el boleto?

-Cállate Ren-le reprendió una dulce voz femenina-Hola chicos como han estado.

Tanto como Pilika como su hermano sonrieron abiertamente.

-Atrapados-contesto el ainu.

-No eres el único, pelmazo-dijo el chino mientras lo miraba con altanería.

-¡¿Quieres pelear?!-gritó potente.

-Cuando quieras, no te tengo miedo-arremetió el otro joven y los ánimos comenzaron a alborotarse.

-¡No es momento para peleas!-les reprendió fuertemente Pilika-Lo importante ahora es que vamos a hacer.

Ambos chicos guardaron silencio y se miraron con actitud pensante.

-No nos queda más que esperar-dijo Ren al cabo de un rato-Es más que obvio que los encargados del aeropuerto no nos dejaran salir, hay que llamarle a Yoh y explicarle la situación.

Todos estuvieron de acuerdo.

-¡Hey Horo, Ren!-escucharon que les gritaban desde el otro extremo de la sala.

Buscaron con la mirada y se encontraron con unos ojos verdes chispeantes y una sonrisa amable, no cabía duda de quien era.

-¡Lyserg!-exclamaron todos al llegar con el joven inglés.

-Hola, veo que ustedes también han quedado varados aquí-sonrió aliviado de haber encontrado gente conocida-¿Ya han hablado con Yoh?-pregunto.

-Aún no, íbamos justo a llamarle cuando nos encontraste-respondió Ren.

-¡Que pena!-se lamento-Yo intente llamar a su casa un par de veces pero la línea esta muerta, por eso cuando los vi pensé que ustedes sí habían podido comunicarse con él.

-Entonces no hay más remedio que quedarnos aquí-dijo con tristeza Horo-y yo con las ganas que tenía de volver al debilucho de Yoh y al sargento de Anna.

-Pues no hay de otra-repuso Ren con ecuanimidad-Lamentarnos no nos servirá de nada, la resignación señores es lo que mejor nos queda.

-No lo creo-dijo Lyserg con una sonrisa-No si hay alguien entre los presentes que tenga una snowboar.

Todas las miradas se dirigieron al corpulento ainu.

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El reloj marcó las diez con treinta minutos, faltaba solo una hora y media para que el año terminara y uno nuevo regalara sus promesas de felicidad y plenitud.

La ventisca había sorprendido a todos al llegar antes de lo previsto, el frío viento soplaba con fuerza inusitada y la nieve caía furiosa sobre los tejados.

Hana se había quedado dormido en los brazos de Anna al beber su biberón, Tamao se hallaba sentada leyendo un par de revistas viejas para matar al tiempo e Yoh no dejaba de mirar por la ventana.

-No vendrán-dijo de pronto, su voz estaba llena de desilusión y tristeza-Será mejor que cenemos, Tamao, puedes ir sirviendo la cena, por favor.

La joven se incorporo de un salto y asintió con la cabeza, se dirigió a la cocina a recalentar la comida.

-¿No crees que te estas precipitando Yoh?-le pregunto su esposa en cuanto se encontraron solos.

-No, lo más probable es que los chicos no pudieran viajar debido a la amenaza de la ventisca-agachó su mirada-Todo esto para nada, perdóname-pidió-no debí de haber insistido en hacer esta fiesta.

Anna soltó un bufido de fastidio y se levantó de su lugar Para acercarse a Yoh.

-No es culpa de tus amigos que esta tormenta los haya cogido de sorpresa-colocó su mano en su hombro-y accedí a que se realizara porque me gusta verte feliz.

Yoh la miró y sonrió.

-Eres la mejor-le murmuro a su oído y le dio un suave beso en los labios.

-Voy por otra manta para cubrir a Hana-dijo mientras contemplaba al bebé que dormía en sus brazos.

El joven shaman asintió con la cabeza, deposito un dulce beso en la mejilla del pequeño y volvió a mirar por la ventana la nieve caer.

-Yoh-lo llamó suave desde la entrada, el joven volvió el rostro-Ellos vendrán, no se como, pero ellos vendrán.

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-A ver si les entendí, ¿ustedes quieren que utilice mi poder espiritual para poder atravesar la ventisca y poder llegar a casa de Yoh?-pregunto Horo Horo.

-Así es, tu dominas la nieve y puedes deslizarte fácilmente por ella con tu snowboar, contigo al frente desplazas la nieve dejándonos un camino andable y nos proteges del frío-volvió a explicar Lyserg.

-Bien, eso no me cuesta ningún trabajo y estoy de acuerdo pero ¿cómo vamos a lograr salir de aquí?

-Por la puerta trasera que se halla desprovista de asistentes de seguridad-contesto con tranquilidad el inglés-Ahora con todo este escándalo nos será fácil escabullirnos, pero antes colóquense sus abrigos.

Todos obedecieron en el acto, tomaron sus maletas y sigilosamente se dirigieron a la puerta de atrás, le fue fácil a Morphin abrirla y pronto se encontraron con el viento impávido y la nieve cubriendo casi todo el suelo.

-Hagan una fila y sujétense de las manos, coloquen a las chicas en medio-ordenó el ainu colocándose a la cabeza del grupo-¿Listos?-pregunto y le respondieron sus acompañantes con un sí unánime-Pues aquí vamos-murmuro-Koloro, posesión de objetos-el espíritu apareció y de inmediato se introdujo en la tabla para nieve.

Y en medio del viento y la nieve comenzaron a caminar, dejando atrás el bullicio del aeropuerto.

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-La cena esta caliente, ¿quiere que la sirva ya, Doña Anna?-le pregunto Tamao un poco tímida.

-¿Qué horas son?-pregunto la itako.

-las once-respondió la muchacha.

-Comienza a servirla Tamao-meditó un poco-pero antes coloca once copas con doce uvas cada una-contempló a la joven que la miraba confundida-Ellos llegarán Tamao, tarde o temprano ellos llegaran.

La chica sonrió y salió de la habitación a cumplir la orden de la rubia.

-Bajemos a hacerle compañía tu padre-le dijo al niño que dormía placidamente mientras lo envolvía cuidadosamente en una cobija de lana gruesa y lo tomaba una vez más en sus brazos-Debemos infundirle esa fe de la que él tanto habla.

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Caminaban por la nieve cuando divisaron una motocicleta atorada y a dos personas que les hacían señas.

-Alguien necesita ayuda-dijo Horo Horo y dirigió a la caravana hacía el lugar donde se hallaba la motocicleta.

-Pero si son Manta y Ryu-exclamó con asombro el ainu.

-Chicos, me alegra tanto verlos-dijo el pequeño Manta sonriendo.

-El sentimiento es mutuo, ¿van para casa de Yoh?

-Sí, pero mi motocicleta se atoró en la nieve, la ventisca nos sorprendió antes de lo que esperábamos-explicó Ryu.

-Pues únanse a nosotros, ya casi llegamos-Horo hizo un ademán con la cabeza y ambos jóvenes se tomaron de las manos de los otros muchachos.

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Yoh se hallaba indeciso entre sí comenzaban la cena o no, la afirmación de Anna lo había hecho dudar y había revivido su apagada esperanza de que sus amigos llegarían.

Tanto Anna como Tamao, esperaban un gesto, una palabra suya que les indicase que podían a comenzar la cena, pero ambas sabían muy bien que a pesar de todo, Yoh esperaba paciente a sus amigos. Hana se había despertado ya y se divertía jugando con los tenedores y los vasos.

Yoh miró el reloj del comedor, marcaban ya las once y media, se debatía internamente, hasta que ganó su sentido común.

-Bien, pues comen...

Fue interrumpido por fuertes golpes en la puerta.

Tamao se levantó de un salto y corrió a abrir la puerta, pronto los jóvenes esposos escucharon un grito de alegría y corrieron también hacía la puerta.

Ocho caras sonrojadas a causa del frío pero con las miradas chispeantes de felicidad estaban ya dentro de la casa, Yoh sonrió abiertamente y miró a su esposa que le devolvió la sonrisa débilmente, Hana aplaudía alegremente, habían llegado sus tíos escandalosos y graciosos que tanto lo hacían reír.

-Pasemos a la mesa, la cena esta servida-anunció Anna y Tamao se apresuro a colocar más platos y vasos sobre la mesa.

-¡Que bien!-exclamó Horo Horo-Tengo un hambre.

-¿Tú? Hambre, cuando no-se burló el descendiente de los Tao.

La cena se realizó entre riñas amistosas y risas, al dar las doce, comieron sus uvas y pidieron sus deseos, se abrazaron con fuerza y se agradecieron uno a uno por la amistad y el apoyo que los unían.

-Tenías razón Annita, ellos llegaron-le dijo el shaman a su esposa mientras la abrazaba con fuerza y antes de besarla apasionadamente-Feliz Año Nuevo.

-Feliz Año Nuevo, mi amor-le respondió ella sonriendo.

FIN

Notas: Mi tercer deseo para ustedes es la esperanza, espero que nunca la pierdan y que la mantengan a flote en los momentos difíciles, tarde o temprano las cosas suceden y el universo entero conspira para hacer nuestros sueños realidad sólo es cuestión de creer y tener firme la esperanza. Todo se hará si tienen fe.

Espero les hayan agradado estos tres pequeños cuentos, FELIZ AÑO NUEVO y que los grandes espíritus los colmen de Amor, Amistad y Esperanza durante este nuevo año, son los deseos de:

BEU RIB.