CEREZA 2: No sé Besar

Capítulo 8: Ilógico

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"Yo también te amo" susurró Harry, con un hilo de voz "Pero la única diferencia es que mis palabras son sinceras y las tuyas no" y con esto abandonó al amor de su vida que yacía bañado en lagrimas, lo dejó andando en silencio hasta la puerta de la habitación con su orgullo rebajado a la nada al decirle que era mucho más que él, y a la vez con su dignidad hasta el tope por cerrarse a escuchar esos clamos que mentiras no podían ser, que desgraciadamente no había escuchado antes, negándose a todo y a un instante más en la sala común, cuando los vio juntar los labios.

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"¿Harry?" lo llamaba su mejor amiga y él bajaba por las escaleras resignado completamente a retener las lágrimas y a fingir que no le importaba; fue cuando sintió la ira desenfrenada acrecentarse en sí como un feroz tornado, justo en el centro del dolor.

¡A ella por supuesto que la odiaba! ¡Y la odiaba con todo su ser!

La escuchó agudamente y esa voz, quién, como todo un ser, le desgarro cada tendón, le sonó a burla, le sonó a sarcasmo y le repugnó cada instante, cada palabra y cada latido que había vivido junto a ella.

Supo que si llegaba a verla a los ojos, si llegaba a contemplar solo una parte de lo que ella era... la golpearía, y aún así no dejaría de sufrir.

Corrió asqueado y usó de todo por ignorarla. Ella ya no existía para él. Ella era nada. Sería ningún tipo de influencia en sus futuras decisiones o sentimientos: Solo existiría en su rabia; Ella era su rabia.

"¿Harry?" y la odio más por cada resonar de sus cuerdas bucales. "¡Harry!" la odio tanto que sintió claramente las carcajadas frenéticas del diablo contra sus tímpanos victoreándolo por el atronador remolino de ira en su corazón.

¿Por qué demonios insistía? ¿No comprendía que él todavía la quería y por eso tanto la detestaba?

Gritó furioso y la decepción se acrecentó y se derramó a la vez, cubriéndole toda el alma de oscuridad en forma de lágrimas agrias.

Una mano le detuvo por el hombro justo antes de salir por el retrato, casi pudo percibir la ropa chamuscada adheriéndose punzantemente a su piel. Se soltó con rabia de ella y no le importó en lo absoluto que su amiga traspillara y casi cayera por su salvajismo.

"¡Fue un error!" gritó Hermione retrocediendo aterrada ante las lagrimas negras de Harry, ante su despiadada mirada, mirándolo bajo sus mismas lágrimas de vergüenza. "¡Fue un accidente!"

"¿Un accidente?" chilló él y no pudo evitar emplear un ácido y siempre débil tono de sarcasmo "¡Un accidente!" rió tan fuerte que el corazón le dolió incrementando la precipitada fluidez de las lágrimas "¡CIERRA LA BOCA!" aulló intensamente, tanto así que sintió claramente como la garganta se le desgarraba punzándole y llevándole un sabor amargo hasta los labios.

Giró violentamente y una parte de sí mismo memorizó a toda su mejor amiga, su viva imagen. Sabía que esa sería la última vez que la miraría a los ojos.

Salió por el retrato llevado por una muda exclamación de agonía.

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Los días de incertidumbre comenzaron y fueron muchos, dolorosos, oscuros y largos. El ambiente era horrible y húmedo, solitario y denso como en un pantano. ¡Todo él era un fantasma! Era una cruel y terrible imagen de lo que antes había sido.

Como nunca antes había pasado, el resto del mundo no le importó, el resto del mundo que se hallaba pasmado ante tal ruptura y aún más ante la separación del trío ideal.

Muchas, muchas veces escuchó a Ron llorar y se escuchó llorar a él mismo y la escuchó llorar a ella.

Muchas más veces Ron le obligó a mirarlo, le obligó a ver sus ojos gritándole '¡Mira como te amo!' pero su orgullo era muy turbio, tan turbio que incluso podía cubrir el brillo de ese cabello tan maravilloso, tan turbio para cubrir el resplandor del azul de cielo acuoso tan lleno de dolor sincero, arrepentimiento, amor abstracto y profundo.

Pero no..., mientras siguiera teniendo pesadillas y mientras siguiera sintiendo ese ya tan común punzante dolor de vidrios destrozados de traición contra el corazón; no creería nada, aunque fuera verdad, no creería y no aceptaría ¡No permitiría que le volvieran a herir tanto! ¡No se permitiría volver a ser humillado!

Pero su interior le rogaba algo, le imploraba tan solo... solo oír atentamente los sollozos desesperados de Ron, le rogaba mirarlo gravemente tan destrozado, le obligaba ver que él y Hermione no mantenían nada, no eran nada... no se amaban. Le suplicaban ver como Ron le tendía un sangrante corazón con manos débiles y lívidas para que hiciera lo que quisiera con él.

Y siguieron pasando los días terribles en los que él seguía sordo y ciego, martirizándose más, creando un odio y un sabor de desamor mucho más intenso que el de en un principio.

Pasaron ellos, los días, lentos, dolorosos, largos y muchos; huecos de algo más y llenos de incertidumbre; pasaron como pasan los años eternos solo que en ese tiempo él sintió cada segundo y cada segundo era un arrebato de cólera que le enfermaba, un colapso de pánico al saber lo que había perdido, un susurro de dolor grave que lo mataba poco a poco, no solo a él, a Ron de igual modo.

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Llegó entonces el final de la temporada de Quidditch: Lo escaso que le mantuvo vivo.

Ron, con razones de todo tipo a vista de todos, excepto de Harry, había abandonado el equipo.

Y ese día era el último juego de Quidditch de la temporada, como no: Griffindor vs Slytherin. Estaba listo y como capitán había sido bueno; duro, frío, firme, cruel a veces ¡Pero muy bueno! Ganarían ese juego por que él había dedicado toda su mente y alma (mientras ellas se mantenían conscientes) a eso. ¡Ganarían por que si no tendría que fallecer!

Estaba listo con su uniforme escarlata, en la mano derecha llevaba su Saeta de fuego, y en la frente determinación; dentro de los ojos escasas lágrimas de una noche anterior.

Mientras se internaba en el campo de Quidditch con el ceño fruncido no alcanzó a notar que sus camaradas reían por algo, o en realidad, lo notó muy claramente, pero decidió no prestarle la mínima importancia, aunque tal vez valía la pena enfurecerse y así agotar tanto su cuerpo para que en la noche fuera incapaz de recordar.

A la vez que el sol daba contra su coronilla y él se abría paso al campo fijando su vista al cielo donde los aros pendían, una lluvia de flores guindas cayeron contra él y sobre sus cabellos negros. Se oyeron risotadas, abucheos ensordecedores.

Para un sentimiento que no comprendió, pues fue una mezcla de espasmo, rabia, horror y vergüenza, notó que una enorme pancarta se extendía por las gradas que quedaban justo enfrente de él y en ella se leía claramente 'Harry, te amo'

Enrojeció cuando el estadio se hizo un caos, cuando todos los que lo rodeaban comenzaron a interrogarlo, cuando, entre y sobre toda la multitud, vio una melena roja que se dirigía hacia él.

Ron también estaba rojo y sonreía, y cuando extendió los brazos hacia él todos comprendieron de inmediato y se apartaron para dejar que se encontraran, riendo a carcajadas.

Y Harry... no.

Muy lejos de... de cualquier otra cosa, se llenó de ira. Temblando como una débil hoja en otoño tiró con fuerza la saeta en el pasto que brillaba amarillo por el ardiente sol y corrió hasta Ron. Sin poder contenerse le dio un puñetazo en la cara, puñetazo tal que mando a Ron de espaldas hasta el suelo.

"¡No bastó con traicionarme! ¡No te bastó con...! ¡Adoras humillarme, ya te entiendo!" chilló Harry. Ron se defendió y le agarró por la garganta, la apretó con tal fuerza que lo dejó sin aliento.

Rodaron por el pasto y el caos del entorno se complicó aún más. Harry oyó a la profesora Macgonagall intentando abrirse paso entre la multitud.

Hervía en furia. Oh... pero como adoraba esa rabia, cual era solemne y le había dejado sin ganas de pensar; le había obligado a acercarse a Ron.

Por que incluso la ira le permitía ver vivamente lo bien que se sentía el cuerpo tibio de Ron solo el suyo, oprimiéndolo intentando domarlo. Ambas anatomías friccionándose sin querer mientras intentaban arañarse, rogando por que la ropa cediera al fin. Las pieles sonrosadas y tersas tocándose, recordando y amando; luchando desesperadas por besarse mientras sus dueños, primitivamente, fingían rabia.

"¡Escucha lo que tengo que decir! Harry, cálmate... ¡Te amo! Es verdad, ¿Por qué no lo quieres entender? ¡Te amo!" rugió Ron indignado ante el desplante de Harry, quien le arañaba los brazos, odiándolo por eso, adorándolo por que le tocase la piel.

Como pudo, Ron se inclinó e intentó hacer que sus labios se unieran. Harry entendió de inmediato lo que pasaba... y que lo deseaba, por que la lengua los remojó inconscientemente y sus mismos labios se entreabrieron colmándose de sangre. Pero es que... estaba tan adolorido. Decidió golpearlo mientras sus ojos se ahogaban, lo golpeó con todas sus fuerzas en el rostro y en esa milésima sintió el cabello ondulado y rojo corriéndose entre sus dedos, las cejas tan suaves, la nariz afilada, los labios desalmados.

Ron comenzó a sangrar y aún así hizo de todo por besarle, pero Harry se resistía, percibiendo que no solo se agotaba y lloraba, sino también que el resto de los presentes desaparecían en una vorágine de sus mismas sensaciones, percibiendo el cuerpo amado sobre el suyo acariciándose, el cuerpo amado que le obligaba a aceptarle y hacer algo que el mismo anhelaba con todo el corazón.

Los ojos celeste brillaban bajo la sangre implorando perdón, un perdón absurdo que por un instante pensó no era necesario.

Harry pudo ver no solo la sangre que ya fluía y le ofuscaba, sino que también la sangre que derramaba su herido corazón. Amor puro. Podía verse la valentía que inundaba su mente cobarde, podía verse que no solo Ron le estaba adorando con el corazón, sino que también con el físico, con cada aliento, cada grito, lágrima, pensamiento...

'Te estoy obligando a ser de nuevo mi más preciado tesoro... sálvame, amor mío, sabes que somos el uno...'

Entonces, antes de que Harry comprendiera esas palabras en los inmóviles labios de Ron, el entorno se esfumó y, de pronto, solo eran ellos dos en la inmensidad.

Sus gritos se perdieron y pasaron a sus mentes donde ambos se escucharon con los ojos, en los cuales sabían que sus palabras eran sinceras y podían comprenderlas perfectamente.

El silencio era hermoso, la debilidad que le inundó también por que de esa manera ya no podían atacarse.

'Amor mío' gritaron airados y no se escucharon...

¿Por qué perdían el tiempo cuando debían amarse?

Todo era real: los sentimientos y la pasión que empleaba su pelirrojo amamándole.

Vio a un fugaz Ron anciano y delicado junto a él, y supo que eran el uno para el otro.

Hermione había apreciado sus labios antes, pero Harry sabía que él sería el primero en besarlo realmente y el único que robaría el resto de sus besos y los últimos; las caricias.

Él le haría el amor.

Pero cuando sus labios eran tan próximos, tanto así que sentían los trozos de alma mezclándose con los alientos, un dolor repentino atravesó y sacudió a Harry...

Despertó en medio de la oscuridad, hablando consigo mismo, llorando y con una melancolía que de pronto era extremosa felicidad, al momento siguiente insoportable sufrimiento.

A lo lejos pudo oír, por un llanto que duplicaba el suyo, como un enamorado aterrado despertaba agitado solo un segundo después; un segundo más para que dentro de ese sueño compartido hubiera podido tocar, con la boca reseca por falta de amor, los labios de Harry, colmándose de dolor... solo por eso.

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N/A-R: Nos quedamos igual, igual, igual ¡Ni modo! Aunque, claro, debe entenderse que este capítulo solo muestra lo largo de todo ese martirio, y que han pasado muchos días de obsesión y confusión que poco a poco ¡Tiene que resolverse!

Ya se está acabando, descuiden... ¡Por fin!, piensan todos ¡Pues sí, ya mero!

Espero sus Reviews, mushashos, amados míos. ¡Shao!

Nos vemos.

Ren.