Hola !!!! Tanto tiempo!!! Una vez más disculpen la tardanza, es que dentro de exactas 6:15 horas me voy de viaje de egresados!!!!! NO se imaginan como estoy!!!! Muchísimas gracias a TODOS por todos los reviews que me han escrito, y como sé que no les gusta que mis capis sean cortos, este les va especialmente largo. Espero que les guste a todos, y disculpen por no poder esta vez contestar uno por uno de sus reviews, prometo que en el prox. lo haré. De todas formas: MUCHÍSIMAS GRACIAS!!!!! Un beso y hasta pronto!!!

Capítulo 18: "Recuerdos"

Mi corazón se había detenido, para luego volver a latri con una fuerza inconmensurable. Incapaz de sostener su mirada, bajé la mía muy lentamente, al tiempo que mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. Traté de argumentar palabra, pero nada más que un débil suspiro salió de mi boca. No podía creerlo. Tantas dudas, tanto miedo... por fin todo había sido aclarado. Tantos años deseando su amor y ahora por fin sabía todo. Quise gritarle lo mucho que yo también lo amaba y lo necesitaba, pero no pude. Alcé la vista y lo vi ponerse de pie. Se acercó a mí lentamente, al tiempo que una lágrima caía sobre mi mejilla. Posando sus ojos en los míos, rozó suavemente mi rostro con su mano, secándola.

-Siento que haya sido de esta manera... pero tenía que decírtelo -susurró débilmente mientrs se arrodillaba frente a mí. -Ya no podía soportarlo.

No supe qué decir, aunque si hubiese podido, le hubiese dicho todo lo que yo también llevaba guardado en mi interior, y que luchaba por salir. Sólo pude resguardarme en su pecho, mientras que con otra lágrima silenciosa manchaba su remera. Sentí cómo sus brazos me rodeaban suaves pero seguros. Sentí su corazón latir tan fuerte como el mío, y atrapada en su abrazo, un presentimiento se adueñó de mí. Una duda que comenzó como una gota de lluvia y continuó expandiéndose, empapando con rapidez todo mi ser. ¿Y qué si esto fuese sólo un juego? ¿Si nada de esto estuviese realmente en su corazón y fuesen sólo celos traicioneros? No entiendo a mi corazón. Parece como si no quisiese entregarse, como si nada pudiese convencerlo. Esto no estaba bien; estaba realmente confundida, y aunque podría haberme dormido en sus brazos, el desasosiego me obligó a reincorporame.

-Yo... -balbuceé, tropezando con sus grises y penetrantes ojos -Es decir... -Permaneció en silencio mientras yo intentaba encontrar las palabras. Bajó su vista al suelo y se puso de pie.

-Yo... no pretendo que esto vaya a cambiar algo entre nosotros, es sólo que ya no podía contenerlo. Estaba consumiendo por dentro -agregó, cerrando su puño derecho con fuerza y sin dirigirme la mirada.

-Draco yo... no sé qué decir... -murmuré para mi misma, aunque lo suficientemente alto como para que él me oyera.

-No tienes que decir nada -respondió él, finalmente dirigiéndome la mirada. -Esperaba lo peor, pero no me importó. Ya no iba a echarme para atrás.

-¿Lo peor? ¿Qué...?

-Que te burlaras -me interrumpió. -Asi que si vas a hacerlo, más vale que uses tu varita y me eches un maleficio, porque no podría soportarlo.

-¿Qué? -murmuré-¿Por qué piensas que lo haría?

-Lo siento, supongo que es porque en mi vida creí que volvería a decirte esto. No después de la última vez -dijo, llevándose una mano a la cabeza y despeinándose el mismo.

-Eso... pasó hace mucho tiempo -dije, parándome y sin despegar la mirada del suelo.

-No lo suficiente. Aún me quema el recuerdo.

Sentí sus ojos clavados en mí cual estacas. En mi mente, el tiempo volvía atrás...

FLASHBACK*******

Estaba oscuro, muy oscuro. Los ventanales de los pasillos dejaban ver una nevada clama, cual copos de algodón. Las antorchas despedían luces ténues e intermintentes, que se reflejaban en la cantidad de muérdagos y guirnaldas que por ese entonces, adornaban Hogwarts. Caminaba por aqullos lúgubres pasillos intentando asimilar que ése sería mi último año allí. Una melancolía mezclada con emoción y ansias por ver cómo acabaría todo. En un momento, mi caminata se vio interrumpida por un sonido de pasos en el vestíbulo contigüo. Un chico de cabellos rubios se cruzó en mi camino, aunque él ya no era sólo un chico. Era un joven hombre que sin motivo aparente deambulaba por el castillo al igual que yo. Desgraciadamente, su apariencia paracía ser lo único que había cambiado en él. Su porte arrogante y su crueldad se notaban a flor de piel, aunque en ese momento traía la mirada perdida. Al notar mi presencia, se detuvo... y se acercó. Me quedé allí, viéndolo venir hacia mí, lista para esquivarlo y evitarme sus infantiles insultos. Volví a ponerme en marcha y sentí su hombro golpear el mío adrede al evadirlo. Me volteé, lista para lo que sería otra pelea de niños creciditos, pero él no lo hizo.

-¡Malfoy! -lo llamé. El siguió sin voltear. -Oye, ¿me escuchaste? -Indignada por estar hablándole a sus espaldas, me acerqué y le coloqué una mano en el hombro, e intenté voltearlo por la fuerza, pero el fue más rápido.

-¿Qué es lo que quieres, Granger? -dijo, clavándome los ojos y tomándome de la muñeca con fuerza.

-Quiero que me mires cuando te hablo -repliqué, con coraje.

-No veo qué sea tan importante que tenga que escuchar.

-Al menos suéltame -le dije, entre dientes.

Soltó mi muñeca y yo me la tomé, masajeándola. El guardó las manos en sus bolsillos y resopló. Yo crucé mis brazos y esperé. Casi no veía su rostro en la oscuridad del vestíbulo. Justo cuando iba a seguir mi camino para encontrarme con Harry y Ron, él me detuvo.

-Supongo que ibas de camino a la biblioteca, para variar.

-Muy gracioso -dije, haciendo una mueca -¿Y tú? Ya se les acabó el turno a tus guardaespaldas?

-¿Crabbe y Goyle? Deben estar aprovechando el banquete pre-navidad, pero gracias por preguntar -señaló irónicamente.

-¿Qué? ¿No hay ningún "sangre sucia" o "insufrible" para mí ? -pregunté socarronamente.

-Aunque no lo creas, hoy no tengo ganas. Además, con tus intentos irónicos, basta para ambos.

-¿Intentos?

-Sí. ¿Sabes? No tienes que imitarme, se que s un talento envidiable lo mío, pero...

-¿Enviadiable? ¿Tú? ¡Por favor!¿Qué piensas que puedo envidiarte? Además de tu capacidad para hacerte el desinteresado, claro está.

-Vaya, me alegro de que te hayas dado cuenta.

-Malfoy, ya déjate de idioteces, ¿sí? Este es el último año. Y no quiero que me lo arruines.

-Sí, yo tampoco quisiera tener que verte por todos lados, ¿pero qué le voy a hacer?

-Ja, ja -reí, sarcásticamente.

-Y ya que este es el útimo año... Me gustaría que por lo menos pudiésemos cruzarnos en los pasillos sin golpearnos adrede.

-Mmmm... Estoy de acuerdo -acepté -Pero bajo 2 condiciones -Me miró extrañado -Dejarás de inventarme apodos.

-Será difícil... no puedo prometerte nada. Además, la verdad no ofende.+

-Y... que me dejes llamarte por tu nombre, si es que tienes uno.

-Qué buena broma. Pero, en serio. ¿Cuál es la segunda condición?

-Lo haré aunque no quieras, Draco -dije, remarcando la voz en su nombre.

-Bien, si así lo quieres, entonces yo también te llamaré por el tuyo.

-A ver si puedes -desafié.

-Por supuesto, eh... Her -mione.

-¿Lo ves? No es tan difícil. Además no te matará ser un poco amable una vez en tu vida.

-No te confíes tanto -advirtió.

-¿Por qué? Yo no tengo nada que ocultar, ¿y tú?

-No... claro que no -terminó. Algo me decía lo contrario.

Dos semanas pasaron de este encuentro, y la hostilidad con Draco Malfoy parecía apacigüarse un tanto. Aún me molestaba y me humillaba, aunque sólo lo hacía cuando se encontraba frente a sus "amiguitos", como si con eso lograse conseguir y mantener respeto. Cuando rar vez se encontraba solo, nada más me evitaba. Hasta una fría tarde de Diciembre.

-¿Y... qué quieren hacer? -preguntó un Harry bostezante y muy aburrido.

-Sí, podríamos ir a Hogsmeade. Todos los de 7mo tenemos el pase libre hoy.

-No lo sé... -Vacilé, también aburrida -hemos ido desde 3ro. Ya nos conocemos todos los rincones del pueblo: desde la oficina de correos hasta el escondite donde tu tío Sirius se ocultaba.

-Es verdad. Entonces...

-Podríamos visitar a Hagrid. Ha estado algo enfermo y además, lo último que quiero es quedarme aquí haciendo tarea de Pociones para el idiota de Snape. -dijo Ron con una mueca.

-Sí, eso me parece... -me detuve al ver a Draco aparecerse en el pasillo. Harry y Ron lo miraron recelosos, aunque él no parecía interesado en pelear. Sólo los miró con su altivez característica y siguió su camino. Algo en él despertó mi interés por saber qué le pasaba. No era la primera vez que lo veía rondar solo por el castillo.

-Herm. ¿Qué te pasa? -inquirió Harry.

-Eh? Nada... ¿Saben? Ustedes mejor adelántense, yo necesito pasar a buscar unos libros a la biblioteca.

-¡Vamos Hermione! -rebuznó Ron -¿Hasta el último día vas a seguir así de tragalibros?

-Por lo menos yo sí tengo asegurada la oportunidad de dar los EXTASIS -dije con orgullo y burlándome de él.

-Bien, sólo asegúrate de no empeorar al pobre de Hagrid con tu soberbia, de seguro le causarás más náuseas -advirtió Harry.

-Si, claro. Ustedes vayan, yo los alcanzo.

Esperé a que se perdieran de vista y deshice mis pasos hasta llegar al corredor donde había visto a Draco. Caminé por un rato pero al no encontrarlo, los deseos de desistir comenzaron a abordarme. Miraba cada escalera y cada estatua dos veces, sin divisarlo; en ese instante oí pasos tras de mí. Me di vuelta, pero no vi a nadie. "Estás alucinando, Hermione" pensé. Pero al cabo de unos segundos de haber reanudado mi camino volví a oirlos. Volví a darme vuelta irritada, pero de nuevo el corredor estaba vacío. Justo cuando volteaba para seguir caminando, creí que mi corazón se detendría.

-¿Por qué me estás siguiendo? -inquirió Draco, quien se había aparecido frente a mí repentinamente, con una mirada un tanto molesta.

-¿Qu-qué? -balbuceé nerviosa -¿De qué hablas? No te estoy siguiendo, no inventes.

-¿Ah, sí? Entonces... ¿Qué haces? ¿Vas a la biblioteca por el camino equivocado para darle más emoción al trayecto?

-Cállate. ¿Y tú? ¿Urdiendo algún nuevo plan para hacerme la vida imposible? ¿O será que tu conciencia te está carcomiendo por dentro?

Mis últimas palabras parecieron dar en el blanco. Su arrogante y molesta sonrisa se desvaneció de a poco, dejando un semblante inexpresivo y unos ojos en lo que se podía ver su interior.

-¿Vas a seguir deleitándome con tu presencia o sólo me vas a dejar en paz? -dijo, evidentemente molesto.

-Voy a pensarlo... -bromeé -En realidad... pensé que algo te pasaba, y no se si te interesa, pero creí que tal vez querrías hablar.

-¿Estás diciendo que te preocupaste por mí?

-No abuses de mi amabilidad -dije en tono serio -Sólo...

-El hecho de que esté solo no significa que esté agonizando -dijo, tratando de relajar su semblante -Pero... a veces me ayuda a aclarar algunas cosas en mi cabeza.

-Te entiendo -se sorprendió al oirme -Todos necesitamos alguna vez estar solos. Pero eso... no es realmente lo que te sucede, ¿no?

-¿Acaso lees mi mente? -se burló.

-¡Vamos! ¿No puedes por una vez mostrarte amable? Ni siquiera sé por qué pensé que querrías hablar -lamenté, dándome vuelta para marcharme.

-Espera... -insistió -Yo... te agradezco que te hayas "preocupado".

-De nada. ¿Lo ves? No es tan difícil decir gracias. Hasta se te podría convertir en un hábito -dije, divertida.

-Ni hablar -dijo algo temeroso. -Aunque... pensé que no podría hablar más de dos palabras contigo sin burlarme, pero... no estuvo tan mal.

-Vaya, gracias por el halago. Mi tarde estaría completa si me dijeras qué es lo que realmente te pasa, aunque -agregué al ver la mirada que ponía -creo que eso no va a pasar.

-No vendo mi confianza tan rápido.

-Por lo menos, ¿por qué no lo intentas? NO te matará al menos fingir que confías en mí.

-Quieres que yo confíe en ti... cuando tú ni siquiera puedes verme caminar hacia ti sin pensar que voy a maldecirte o algo -exclamó con un dejo de ironía.

-Está bien, lo admito... -dije cruzando los brazos.

-Pero... ¿Qué tal si lo intentamos? No tenemos nada que perder -propuso.

-De acuerdo -acepté, dirigiéndole una sonrisa. No una sonrisa burlona o molesta; sólo una sonrisa.

Sus ojos brillaron de una manera que nunca había visto. Ya no me parecían tan fríos como antes... era como si ahora pudiese verlo bajo una luz diferente. Él también parecía verme de un modo diferente. Durante todo este año, cada vez que lo veía me obligaba a pensar en la basura que era, pero por algún motivo no podía. Pensaba en que saldría de aquí sólo para seguir los pasos de su padre, un asesino. Que sería igual que él. Recurría a los malos recuerdos para no pensar tanto en él, en qué haría y cómo estaría. Tenía miedo de pensar en él más de lo que debía y en formas en las que no podía concebir. Ocultaba todo con un odio que ya ni siquiera era lo bastante fuerte. Lo ocultab todo y lo negaba todo. Pero el miedo y la confusión era más fuertes. Era un miedo que pensé que jamás sentiría; el miedo de estar enamorándome de él. De él, que me había atormentado todos estos años, que me había humillado y lastimado. De él, que ahora me miraba con unos ojos que ya no eran los mismos, que me ofrecía su confianza. De él que, aunque todos lo negaran, estaba cambiando.

-No estoy muy seguro de lo que me pase -dijo al fin, desviando su mirada y dirigiéndola al ventanal donde podía verse el lago congelado. -¿Has sentido alguna vez como si tuvieses algo en tu interior que te destruye?

Sólo asentí con la cabeza, deseando poder decirle cuanto me dolía el propio peso que cargaba y contra el que debía luchar.

-Esto... -titubeó -es difícil, así que no te burles. No podría con ello.

-Sólo intenta confiar en mí.

-En esotos últimos años... fui despertando del letargo que mis padres me habían construído. Siempre estuve fascinado por toda mi dinastía, por todo lo que habían hecho y por todas esas personas que habían matado. Claro, yo no entendía nada. Siempre quise ser como ellos y mantener las tradiciones, según mi padre. Pero hasta hace algún tiempo, fue como si mi corazón latiera por primera vez. Abrí mis ojos y mi mente y pude ver lo que realmente eran y en lo que realmente querían que me convirtiese: un asesino. Pero esto... sólo es una parte de mi tormento -concluyó, volviéndome a dirigir la mirada, la cual lucía agobiada. -Debes pensar que, después de todo, no soy más que un débil.

-No -dije con siceridad y meneando la cabeza -En absoluto. Me parece que por fin estás siendo honesto contigo mismo y de verás me halaga que lo compartas conmigo.

-Bien... hay un arazón por la cual te estoy diciendo esto, pero excede mis propios límites...

-Anda, ya hemos logrado un avance -dije, con una sonrisa -Sólo un poco más, si es que quieres.

-Tú... bueno, siempre te he odiado, no lo niego, pero ahora... Es decir, ya no puedo... ya no me es tan fácil.

-Y-yo también... he tratado pero aunque no lo creas... -titubeé -tampoco me es fácil.

-No creo que se me compare.

-¿Q-qué quieres decir?

-Lo que estoy tratando de decirte es que... es que -sus ojos vacilaron al fijarse en los míos. Mi corazón latía increíblemente, como si presintiese algo. Mis manos temblaban suavemente mientras me apresuraba por calmarlas. Draco tomó aire y prosiguió: -Lo que trato de decirte... es decir, lo que he tratado de decirte durante todo este tiempo es...

FIN DEL FLASHBACK*****

-Oye, Hermione -oí llamar su voz desde la distancia en mi mente -¿Estás bien?.

-S-sí, estoy bien -respondí, regresando lentamente del pasado. -En realidad... no me estoy sintiendo muy bien. Creo que ya debo irme.

-¿Quieres... que te acompañe? -ofreció -Es peligroso andar solo a estas horas.

-No, no te preocupes. Estaré bien. Además... necesito tomar un poco de aire fresco.

Me acompañó de todas formas hasta la puerta y con una última mirada, nos despedimos. A medida que comenzaba a caminar, mi mente comenzaba a maquinar de nuevo. ¿Por qué? ¿Por qué volvieron a mí todos esos recuerdos? ¿Por qué lo dejo solo y me alejo, si lo que más quiero es quedarme a su lado y sentir sus brazos a mi alrededor protegiéndome? Ya todo había salido a la luz y ya no podía ocultar nada. Ahora llegaría a mi casa con más preguntas que respuestas, que con suerte serían aplacadas por el sueño. Pero por la mañana... volvería a verlo en el Ministerio y mis sentimientos me volverían loca, sin mencionar el silencio que debía mantener con respecto a todo esto frente a Harry y Ron. Pero eso, inexplicablemente, era lo que menos me importaba. Sólo quería verlo, auqnue luego tuviese que pasármela evitándolo. Finalmente, después de mucho caminar y pensar, al doblar la esquina divisé el frente de mi casa. Busqué mis llaves y abrí la puerta en cuanto llegué. Subí directamente a mi cuarto y busqué mi pijama. Con angustia combinada con una incertidumbre que jamás había sentido, terminé de cambiarme y me metí rápidamente en la cama . No sabía qué sucedería mañana, ni cómo lo enfrentaría. Por lo pronto, sólo quería conseguir descansar un poco.

****

Al día siguiente, la luz del sol que se colaba por mi ventana me despertó tibiamente. Justo cuando creí que todo había sido un sueño, los recuerdos de la noche anterior volvieron a invadirme. Trataando de alejarlos, tomé mi reloj y comprobé que se me hacía tarde para ir a trabajar. Me levanté y me vestí, y luego de acomodar mi cama y abrir un poco la ventana, fui al baño a asearme, para luego bajar al comedor y desayunar algo. Mientras sorbía un poco de té, no podía evitar pensar en qué haría respecto a Draco. No quería hacerlo, pero tampoco sentía que podría mirarlo a los ojos. Finalamente, decidí que no iba a ocultarme. De todos modos, no tenía por qué hacerlo. Tomé mis cosas y luego de cerrar bien mi casa, salí para el Ministerio. En realidad no era tan tarde, así que conduje con calma hasta el lugar. Cuando llegué ya había bastantes autos en el estacionamiento de al lado. Aparqué el mío en uno de los pocos lugares libres que quedaban e ingresé al Ministerio. Tomé el primer ascensor hasta el segundo piso; en el camino me encontré con varias personas conocidas con las que mantuve breves conversaciones, como Alice Coop, una muchacha con la que había hecho una especie de preparación para ingresar al Ministerio. Luego de varios saludos, tomé el ascensor y llegué a mi oficina. Aunque ésta estaba a sólo dos pasillos de la Draco, me sorprendió no verlo rondar cerca. Tomé unas carpetas y comencé a reveer unos archivos que me habían quedado pendientes. Pero el trabajo se me terminó pronto, y las horas, cual niñas caprichosas, no tenían la intención de avanzar. Cansada de sostener mi cabeza sobre mis manos con la vista perdida, decidí salir y estirar un poco el cuerpo. Gente iba y venía por los pasillos, subía escaleras y se perdía tras muchos de los pasadizos que ocultaba el edificio. Cerré los ojos y me llevé la mano a la boca para sofocar un bostezo, cuando sentí mi cuerpo chocar contra el de otra persona . Abrí mis ojos y la persona que había creado toda esta confusión en mi cabeza apareció frente a mí.

-Parece que no soy el único al que le gusta recorrer el edificio -dijo, en tono burlón.

-Ah, hola -respondí.

-¿Te encuentras bien? Digo, después de...

-Sí, estoy mejor -interumpí.

-Oye, Hermione... Quería agradecerte por haberme escuchado y por haberme creído -dijo, serio.

-No tienes por qué decirlo, Draco. A mí... me alegra que ya todo... se haya aclarado.

Permanecimos ambos en silencio, mirando a la gente ir y venir a nuestro alrededor. Mientras él se pasaba una mano por detrás de su cuello, yo me preguntaba si alguna vez volvería estar tan cerca de él.

-Bueno yo... será mejor que ya me vaya -agregué, tratando de evitar sus ojos.

-¿Te veré luego?

-Seguro.

Deshice mis pasos y me dirigí de vuelta hacia mi oficina. No me quedó otro remedio que revolver entre los expedientes para matar el tiempo. Me apoyé en la parte delantera del escritorio y me puse a revisarlos, aunque ya casi me los sabía de memoria. De pronto, a lo lejos, se escucharon unos pasos. No creí que fuese importante así que no le presté demasiada atención. Unos segundos después, alcé la vista para encontrar la mirada gris de Draco observándome desde el umbral de la puerta. Me reincorporé al tiempo que él se adelantaba unos pasos hacia mí. Lo oí murmurar:

-Lo siento, ya no puedo controlarlo.

-Yo tampoco -alcancé a responder, justo antes de que sus brazos me tomaran suavemente por la cintura y sus labios se encontrasen con los míos en un beso tierno y que no pude ni quise evitar. Lo rodeé con mis brazos y ambos quedamos allí, abrazados sintiendo los latidos de nuestros corazones.

-Sabes lo que pasará si Harry y Ron nos ven, ¿no? -inquirí, presintiendo cómo reaccionaría.

-Ya no me importa. Ahora te tengo conmigo y nadie me lo puede arruinar.

Nos separamos lentamente, aún mirándonos el uno al otro. En ese instante, Richard apareció en la puerta.

-¡Malfoy! Aquí estás -exclamó, algo agitado.

-¿Qué sucede? -preguntó, alejándose de mí de un salto.

-Te necesito. A ti y a Potter. Hazme el favor de ir por él.

-Claro -asintió y se marchó.

Con una confusión que se hacía evidente en sus ojos, se marchó en busca de Harry. Mientras lo veía partir, mi corazón se tranquilizaba lentamente. Simplemente, ya no me importó si Harry o Ron se enteraban de esto, sentí que por primera vez estaba escuchando a mi corazón. No obstante, la preocupación comenzó a abordarme. ¿Qué había ocurrido? Richard lucía agobiado y nervioso, como si repentinamente les hubiese sido anunciada una guerra y hubiesen perdido a su mejor guerrero. Estaba demasiado perturbada y ya nada em haría volver a concentrarme en el trabajo. Salí en dirección a la oficina de Ron. Tal vez él supiese algo sobre esto. Llegué hasta él y me sorprendió verlo tan anonadado como yo. Hablamos durante horas tratando descubrir algún indicio de lo que estaba ocurriendo. El sol declinaba a través de la ventana de su despacho y la noche iba haciéndose presente. Cansada de esta incertidumbre, decidí que lo mejor sería irme a casa a distenderme. Me despedí de él y volví a mi oficina por el resto de mis cosas. Salí del edificio acompañada por una fría brisa que había comenzado a soplar en la noche. Al caminar por el estacionamiento, escuché gemidos y lamentos lejanos. Comencé a buscar el lugar de donde provenían, cuando muy asustada divisé a un hombre de cabellos rubios encojido de dolor cerca de unos autos. Me acerqué para descubrir a Draco tomándose el costado derecho.

-¿Estás bien? -alcancé a decir, aunque dándome cuenta de lo estúpida de mi pregunta -¿Qué sucedió?

-N-nada... -mintió con dificultad -no te preocupes, Hermione.

-NO juegues, estás grave. ¿Qué ocurrió? -pregunté cda vez más nerviosa.

-NO me pasa nada -dijo buscando sus llaves y tragándose el dolor.

-No puedes conducir así, te matarás. Déjame que te lleve.

-NO lo entiendes, están cerca, podrían herirte.

-¿Quienes?

-NO importa eso ahora. Debes cuidarte, debo cuidarte...

Estas últimas palabras me pusieron más nerviosa de lo que había estado durante toda la mañana y tarde. Lo ayudé a subir a su auto, tomé sus llaves y lo conduje a su casa. Al entrar a la misma, logró llegar hasta el sillón de la sal y sentarse. Quería saber lo que le había ocurrido y si Harry estaba bien. ¿Por qué había dicho que tenía que protegerme? Todo esto era muy extrtaño. De repente, su dolor pareció amainar, ya que comenzó a hablar más conciente y claramente.

-Hermione... ¿Estás bien?

-Claro que lo estoy. ¿Qué te sucedió a ti? ¿Está Harry bien?

-Sí, no te preocupes por Potter, él está bien. Hubo una emboscada, cerca del callejón DarkFog. Mortífagos. Hirieron a gran parte del escuadrón. Fue un desastre. No pudimos atraparlos.

-Por lo menos estás vivo -señalé. -¿Te sientes mejor?

-Sí... de hecho, el dolor se ha ido. Es extraño. Hace sólo 5 minutos creí que moriría.

-¿Era en tu costado derecho?

-Sí... -dijo, dándose cuenta de lo que insinuaba -en el mismo lugar donde me hirieron aquella vez.

-Ajá -asentí.

-Es muy raro, pero más aún lo es el hecho de que uno de ellos me hablo antes de marcharse.

-¿Te habló? -exclamé sorprendida.

-Me dijo "ya falta muy poco". No hace falta decir que no tengo ni idea de lo que significa, pero más que por mí temo por ti -dijo, mirándome a los ojos.

-¿Por mí? ¿Por qué tendría que estar en peligro?

-Es un presentimiento. Cosas extrañas estan ocurriendo y si te llegase a pasar algo, no sé qué haría.

-Draco... -me acerqué a él y lo abracé -no te preocupes por mí, nada me pasará.

-No voy a dejar que te lastimen -dijo, rodeándome también con sus brazos -No ahora, que por fin se acabó el dolor.

Alcé la mirada para encontrar sus ojos, que lejos de ser fríos y distantes, derrochaban calor y me hacían sentir increíblemente segura. Rozó sus labios con los míos y me besó dulcemente. Tal vez fuese por el cansancio o por lo bien que me hacía sentir, cerré mis ojos. La luz de la luna se filtraba por el gran ventanal cubierto de cortinas de fina seda blanca, sirviéndonos de amparo. Y así, fuera de todo peligro y dolor, caí dormida en sus brazos. Un descanso que desde hace muchísimo tiempo, había anhelado.

** RoSe 2003 EgReSaDaA!!!