Hola!! Siento el retraso, es que ya se me ha hecho costumbre... Además de haber tenido una semana no muy bonita, se me quemó el módem, así que se imaginarán cómo estoy!! Bueno, pero al mal tiempo buena cara, y por suerte tengo un cyber a la vuelta de mi casa!. Tengo que agradecerles a cada uno de uds por leer mi fic y preocuparse cuando no escribo, a ustedes les debo toda esta historia completamente. Espero que este capítulo les guste y discúlpenme por no poder contestar esta vez uno por uno sus reviews, de veras quiero hacerlo pero de esa manera tardaría aún más en subir el capitulo. Sé que es lo menos que les debo, pero porfis, sepan disculparme...

Quiero dedicar este capítulo a las mejores amigas que Dios me podría haber dado: Ayu, Vero y Chabu las quiero muchísimo, gracias por estar conmigo en todas y por ayudarme. Y también a todos mis amigos con los que compartí mi vida desde los tres años hasta hoy, y que estuvieron siempre ahí. Aunque ahora empecemos caminos separados, nada nunca nos va a separar y yo nunca los voy a olvidar. Los amo.

*** ** *

Capítulo 20: "Miénteme"

En medio de tanta confusión e indignación, Hermione no supo que la llevó hasta ese rincón de su mente donde yacía un recuerdo olvidado. Un suceso que había dejado pasar, sin atribuirle demasiada importancia. Algo que, en estos momentos, comenzaba a adquirirla.

FLASHBACK

Hacía ya 4 años que la época de Hogwarts había pasado, y con ella la adolescencia y los tiempos de sol que habían conocido. Las mañanas llegaban cargadas de noticias de asesinatos a muggles y las noches parecían alimentar el poder de los mortífagos que, furiosos y decepcionados por la reducción del Señor de las Tinieblas, rondaban en busca de venganza. Transcurría un tiempo de sombras y engaños y, claramente, de hechos extraños. Un tiempo que encontraba a los tres gryffindors contribuyendo para derrotar al oscuro y formando parte del Ministerio de la Magia.

Poco habían vuelto a oir de su antiguo colegio y de sus antiguos compañeros, aunque algunos de ellos trabajaban en el Ministerio. No obstante, sí habían oído de muchos que se habían vuelto al lado oscuro poco antes de terminar el último curso, y que entre ellos se encontraba Draco Malfoy, hecho que no les resultó ninguna sorpresa. Pero el tiempo que transcurría no era precisamente el más apacible, y por el contrario, desbordaba en sorpresas. Una fría y gris mañana de octubre, una de ellas se hizo presente, sacudiendo muchas vidas en el Ministerio.

Hermione Granger se encontraba esa tarde en su oficina, encargándose de asuntos que poco tenían que ver con su departamento. Pero desde que el Innombrable había vuelto a levantarse aquelo invierno en el que ella, Harry y Ron cursaban su cuarto año en Hogwarts, había decidido colaborar en todo lo que pudiese con Harry y los demás aurors, investigando hechos actuales relacionados con mortífagos en toda Gran Bretaña y demás países de Europa. Era un trabajo arduo, pero junto con Ron se habían prometido a sí mismos ayudar en todo lo que pudiesen; y Richard, el jefe del Escuadrón de Aurors, les estaba más que agradecido. Cuando repasaba la lista de asesinos mágicos sospechados de mortífagos, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Era un escalofrío que no había sentido desde hace tiempo, y que no se debía a una simple correntada de aire. Se puso de pie, recordando la última vez que un temblor así había recorrido su cuerpo. Se encaminó hacia la oficina de Harry, que se encontraba un piso más debajo de la de ella y a pocos pasos de la de Ron. Tal vez algo había sucedido. Sus presentimientos casi siempre eran acertados.

Sin embargo, al llegar a la oficina del ojiverde la halló vacía y con la apariencia de haber sido abandonada hace poco. Extrañada, se dirigió hacia el despacho del pelirrojo, sólo para encontrarla en el mismo estado que la de Harry. Su incertidumbre se acrecentaba y no se le ocurría en dónde podían estar. Colocó unos cabellos detrás de su oreja, mientras pensaba donde podrían haber ido. De pronto, se le ocurrió un lugar. Si algo importante con respecto a los mortífagos había sucedido, seguramente todos los aurors del Ministerio habrían sido notificados, y convocados muy posiblemente por Richard en su oficina. Harry estaría allí junto con Ron; aunque él no fuese auror, al igual que Hermione era la única persona que sabía más o igual que ellos sobre el oscuro.

Se dirigió entonces hacia las escaleras de mármol blanco que llevaban al piso inferior, donde se encontraba el despacho de Richard. Recorrió el corredor principal del piso, adornado con antorchas góticias, del mismo mármol que las escaleras. Las paredes estaban decoradas con miles de cuadros de antiguos funcionarios y fundadores del Ministerio, que seguían a Hermione con la mirada a cada paso, volteando sus cabezas para observarla más claramente. Luego de unos minutos de caminata, llegó a destino, sólo para ver salir a través de la puerta del despacho a Cornelius Fudge, el mismo Ministro de la Magia, portando su sombrero de hongo color azul noche. Lucía consternado y sumamente sorprendido, y al voltear para alejarse del lugar, notó a Hermione, quien ahora estaba de pie a pocos metros de la puerta de Rochard.

-Ah, señorita... ¿Granger, verdad? -saludó el Ministro.

-Sí, señor -respondió ella.-Yo... ya completé la revisión de esas carpetas acerca de los conjuros utilizados por menores del mes pasado.

-Ah, muchas gracias -dijo.-Le agradecería si pudiese traerlos a mi oficina para registrarlos -concluyó, volviendo a colocarse el sombrero y pasando junto hermione en dirección a su despacho.

Hermione lo siguió con la mirada y esperó a que se perdiera de vista. Se acercó sigilosamente a la puerta, lo suficiente como para poder captar las distantes palabras de los participantes de la reunión. Dos voces se oían molestas y a la vez desconcertadas, mientras le pedían incesantemente explicaciones a otra voz que sonaba distante aunque firme. Una voz que hizo correr otro escalofrío por el cuerpo de la castaña.

-Esto tiene que ser una broma -exclamó una de ellas, escéptica.

-Más que una broma -corrigió otra. -Es una locura.

-Ya oyeron lo que dijo Fudge -barbotó una voz que parecía ser la de Harry. -Dijo que a pesar de las diferencias que existen entre él y Dumbledore, esta mañana mantuvo una conversación con él acerca de todo esto y... acerca de él.

-No necesariamente por eso vamos a hacer como que nunca ocurrió nada -replicó la voz del pelirrojo. -Aquí hay muertes de por medio.

-Mis manos no se mancharon con la sangre de esos muertos -se defendió el causante del desasosiego de la castaña.

-Eso estará por verse. Además -exclamó una voz ronca que Hermione reconoció como la de Richard -no daremos credibilidad a una palabra de lo que digas, aunque hayas logrado estar hoy aquí y entre nosotros por ayuda de Dumbledore.

-Aunque hagan todo lo posible por sacarme alguna confesión no lo lograrán. No voy a desgastarme en insistencias, porque se que no me creerán.

-Fudge dice que debemos darte tiempo y mantenerte vigilado -sentenció Harry. -Pero déjame decirte que el sólo hecho de tener que trabajar hombro a hombro con un asqueroso asesino...

-¿Puedes probarlo? -desafió la voz sobre la cual recaían todas las indagaciones. -¿Puedes probar que yo caminé al lado de Voldemort y quité todas esas vidas?

-Sólo hay que recordarte tu actitud cuando cursábamos en Hogwarts -exclamó Ron.

-Muchas cosas pasaron desde y durante el día de graduación -sentenció el acusado -No hables si ya no tienes nada más que decir.

-Tal vez si tenga... -comenzó Ron de nuevo.

-Ya es suficiente -lo interumpió Richard. -Odio decir esto, pero no podemos hacer más que lo que nos dijo Fudge. Pero no te confíes porque estarás vigilado día y noche. Pobre de ti si estás de encubierto.

El sentenciado se mantuvo en silencio. Luego de una inusitada calma seguida de un revuelo de sillas corriéndose, la puerta se abrió. Hermione sólo pudo dar un paso titubeante hacia atrás, pero nada pudo hacer para impedir que la persona que salía de la oficina seguida por las demás descubriera su presencia. Tampoco nada pudo hacer cuando, lista para dar una explicación por haber escuchado la conversación a hurtadillas, chocó con una mirada gélida y penetrante que la caló por completo. Una mirada que había creído olvidada y enterrada. Una mirada que hizo estremecer una vez más su cuerpo. Draco Malfoy, su enemigo de la infancia y adolescencia, era empujado y conducido a través del pasillo por Harry, Richard, Ron y los demás aurors. Este último, al verla, le dirigió una mirada azorada e intranquila.

**

Los días pasaron y el plomizo otoño cedió su lugar al invierno más frío que se hubiera visto por allí, cubriendo los jardines del Ministerio y haciendo crujir los tejados cubiertos de agua nieve. Pero no fue sino hasta marzo que el clima comenzó a templarse, y el invierno abandonó Inglaterra a regañadientes, dejándole a la primavera su lugar en la Gran Bretaña. Así como las estaciones, los ánimos cambiaban y se tornaban alegres y, ¿por qué no?, hasta burlones. Pero un alma había hecho en todo este tiempo una gran transición desde su llegada. A pesar de que algunos aún no creían una sola palabra que saliera de su boca, alguien sí pudo ver más allá de sus ojos, o al menos lo estaba intentando, aunque ni ella misma se diera cuenta. Pero no es fácil seguir a tu corazón cuando tanta gente lo mantiene amarrado impidiéndole sentir.

Una tarde clara de abril, Hermione se encontraba en la oficina de Harry junto a Ron, apoyada sobre una de las esquinas del escritorio de su amigo. Los tres gryffindors se encontraban en ese momento en una especie de descanso, charlando de cualquier cosa. Y como en toda conversación que se realizaba, ya se intencionalmente o no, el tema "Draco Malfoy" siempre surgía.

-Todavía no puedo creer lo que Fudge quiere que hagamos -comenzó Harry.

-No puede ser tan malo -bromeó Hermione.

-¿Qué dices? Ah, es cierto; olvidamos contarte lo que hablamos la última vez con Richard y... Malfoy -agregó, acentuando una mueca al nombrarlo.

-Ah... sí, es verdad... -mintió Hermione, recordando haber escuchado esa misma conversación a escondidas.

-Richard nos llamó a ambos a su oficina y allí lo encontramos -explicó Harry -como si nada. Después de cuatro años de andar matando junro a Voldemort, vuelve aquí, aparentando una ctitud diferente.

-Y queriendo unirse al escuadrón -agregó Ron.

-Eso es lo más extraño -dijo Hermione -¿Para qué iba a querer unirse al grupo de hechiceros contra el que él mismo lucho todos estos años... ?

-No lo sé... y menos idea tengo aún de cómo se atrevió a venir hasta aquí, como si todos estos años no hubieran existido.

La conversación fue interumpida por un toquido en la puerta entreabierta.

-Adelante -autorizó Harry.

-Disculpe, señor Potter, pero estoy buscando a la señorita Granger -exclamó una muchacha morena de ojos café.

-Aquí estoy -indicó la castaña con una pequeña sonrisa.

-Ah, señorita, el supervisor De Longe necesita que registre los últimos expedientes de magia en manos de hechiceros menores.

-Ah, pero eso ya lo terminé ayer... -avisó Hermione algo confundida -Se lo notifiqué al Ministro.

-Pero... -titubeó la muchacha -el supervisor quiere que registre los expedientes de los últimos 9 meses, y si es posible, para mañana.

Hermione abrió los ojos sorprendida y en un intento de disimularlo dejó escapar un retenido suspiro.

-C-claro... enseguida voy... -dijo, bajando la voz, abatida. La morena asintió en silencio y desapareció por la puerta. Hermione se mordió un labio incómoda y se incorporó.

-Ya fue demasiada holgazanería por hoy, jovencita -se burló Harry recostado en su sillón.

-Es hora de trabajar. Vamos, andando -continuó el pelirrojo haciendo palams y riendo.

-¿Saben lo que me tomó terminar los expedientes de un solo mes? Me llevará toda una vida completarlos todos.

-Vamos, Hermione -dijo el ojiverde -En Hogwarts McGonagall nos daba pilas de trabajo para el día siguiente y tu siempre los terminabas con tiempo de sobra. No te quejes.

-Sí, y tu y Ron se los copiaban durante el desayuno -reprochó ella.

-¡Eso significaba que los hacías bien! No nos los hubiésemos copiado de otra forma -recriminó Ron.

-Sí, lo que digan... -Mas vale que vaya empezando...

-Que te sea leve, Herm -dijo el pelirrojo, soltando una risita.

-Sí, gracias... -terminó ella, despidiéndose y saliendo por la puerta.

Caminó hacia su despacho con pesadez, pensando en todo lo que tendría que hacer y que probablemente lo llevaría lo que qudaba de la tarde y la noche. Conforme repasaba en su mente todos los archivos y datos que tendría que consultar, resolvió que sería mucho más fácil y cómodo trabajar en la biblioteca del edificio; además le encantaba pasarse las horas allí.

Si la biblioteca de Hogwarts era magnífica, decididamente la biblioteca del Ministerio de la Magia no tenía comparación. Amueblada con miles y miles de estantes de roble oscuro, los volúmenes más famosos y extremadamente difíciles de conseguir se encontraban allí, protegidos con embrujos imposibles de decifrar. Grandes arañas de cristal colgaban del techo, aunque no brillaban con luz eléctrica, sino que, durante el día, reflejaba el resplandor de los rayos del sol que entraban por cada uno de los ventanales y, por la noche, brillaba con la bella luz de la luna, dándole un aspecto lúgrube y apacible.

Hacía ya algunas horas que Hermione había estado leyendo y revisando minusiosamente cada estante de la inmensa biblioteca. Ya había logrado terminar, para su sorpresa sin mucho esfuerzo, 6 meses y hacía un par de horas que el sol había caído. Bajo el resplandor rojizo y anaranjado que el sol había dejado en el cielo al caer, la joven gryffindor repasaba las páginas de un viejo y descascarado ejemplar de "Penalidades Mágicas Para Delitos Menores, vol II", cuando fue súbitamente interrumpida por un gran volumen que cayó sobre la mesa, sobresaltándola. Alzó la vista para insultar al causante de su distracción, pero sólo encontró una mirada fría frente a la suya. Las palabras sellaron sus labios y no fue capaz de pronunciar ni una. Afortunadamente o no, Draco tomó la palabra.

-Lo siento -dijo con voz algo áspera. Era obvio que pedir perdón no estaba en su linguísitica.

-¿Qué haces aquí? -preguntó la castaña, tratando de no parecer muy ruda, aunque recordaba muy bien al Draco Malfoy de Slytherin, y ciertamente le guardaba una cantidad muy generosa de rencor.

-Fudge me pondrá a prueba todo este mes y debo aparentar que me moleste en saber qué funciones desempeña un maldito auror... -respondió molesto y siempre manteniendo la vista baja.

-Vaya... -alcanzó a decir Hermione, visiblemente sorpendida por el hecho de que Draco quisiera unirse al Escuadrón.

-Aunque ya conozco hasta la más pequeña nimiedad sobre ellos -confesó.

-Viniste preparado... -dijo, escéptica.

-Sí... Esto... Es algo que quiero que me salga bien para variar.

Abrió el inmenso volumen y se sentó frente a Hermione. Ambos quedaron en silencio, cada uno concentrado en su lectura. Levantaban cada tanto la vista muy sigilosamente, como dos niños peleados que no se atreven a hablarse. Hermione trataba de aguantarse, pero no podía ocultar su evidente rencor hacia Malfoy, el que la había humillado, insultado y martirizado durante siete largos años de su vida. ¿Por qué volvía ahora? ¿Qué quería aparentar uniéndose al Escuadrón de Aurors? Draco había demostrado en todo ese tiempo que no era una persona en la que se pudiera confiar y el haber desaparecido durante tres años sólo significaba que había, en algún momento, cedido su alma al oscuro.

En ese momento, tal vez por reflejo o por casualidad, Draco se arremangó ambas mangas de su camisa de seda verde, a la vez que seguía sin despegar su vista del libro. La gryffindor alzó en ese instante su mirada y pudo ver, levemente confusa y amenazante, la marca con la que el Innombrable identificaba a los suyos, en su pálido pero fuerte antebrazo izquierdo. La miró con aprensión y asco, sbiendo lo que esa marca significaba. Volvió a mirar al rubio con rencor, y no pudo contenerse.

-Mira... -comenzó. Draco la observó algo azorado -Tengo que preguntarte esto. ¿Qué diablos haces aquí?

-Ya te lo dije: "estudio" -contestó, sarcásticamente.

-Sabes a lo que me refiero -repitió ella muy seria.

Titubeó por un momento. Luego, muy decidido, el rubio clavó sus ojos en los de Hermione.

-¿De verdad quieres saberlo?

Ella asintió en silencio, temiendo lo que fuese decirle.

-Bien, mi relación contigo nunca fue buena, así que debo pedirte que lo que vaya a decirte sólo quede entre tú y yo -Hermione volvió a asentir. -Como todo el mundo sabe, mis padres son mortífagos. Y como tales, su deber era pasar todas las tradiciones a su único hijo. Pero yo... me negué. Y por primera vez en vida luché por ello, con mi propia vida -Hermione lo escuchaba con atención y no pudo evitar sorprenderse al oir el rechazo de Draco hacia su destino, en especial por que era todo lo que él siempre había querido -A pesar de todo esto... mis padres obviamente, se negaron a dejarme a mí y a mi vida en paz... Pero aunque finalmente contra toda voluntad se resignaron, la orden me condenó... de por vida. -Se detuvo un momento. Trató de mantenerse impasible, pero inevitablemente los recuerdos se arremolinaban en su mente, abrumándolo. -aunque nadie quiera ni pueda creerlo, nunca luché al lado de Voldemort. Nunca manché estas manos con sangre de muggles. Nunca me tracioné y nunca lo haré, en ningún momento. Pero a pesar de ello, la marca se fue impregnando en mi piel. De alguna manera, aunque nunca fue visible sino hasta hace 2 años, la marca siempre estuvo ahí. Ella... nació conmigo -Volvió a bajar la vista abatido, esta vez hacia su brazo izquierdo.

Hermione meditaba todo lo que Draco le había dicho, haciendo un gran esfuerzo por creerlo. Él nunca había sido una persona de fiar, pero la manera en la que le había dicho todo esto, y más aún, que se lo hubiese confiado a ella, ciertamente hacía titubear a la castaña. Draco parecía estar consciente del riesgo que había decidido correr, pero aún así defendió su decisión con su vida. Sin duda, el tiempo lo había cambiado. Y el brillo en sus ojos demostraba la lealtad con la que sostendría su promesa de mantenerse fiel a sí mismo, por siempre.

FIN DEL FLASHBACK

**

-Hermione... -la llamó una voz desde la distancia. Los recuerdos volvían a desvanecerse, dejándola meditante e intranquila.

-Oye, Hermione -exclamó harry, sobresaltándola levemente. -¿Pasa algo?

-Eh? Ah, lo siento... creo que mejor nos vamos. Aquí ya no hay más nada que escuchar... -contestó.

Voltearon para ver a Ron discutiendo enérgicamente con Richard y otro auror. Lo tomaron del brazo y los tres salieron del lugar, evidentemente sorprendidos y disgustados.

-¿Quién lo hubiera creído? -comenzó Ron. -Estuvieron junto a nosotros por años y nunca advertimos nada. Malditos mortífagos. De seguro le pasaban toda la información al Innombrable.

-Sí... Además, Malfoy también desapareció. Y él formaba parte del segundo Escuadrón. Sabe todos nuestros movimientos, planes y estrategias -sentenció Harry.

-Sabía desde el primer día en que pisó el Ministerio que todo era sólo una actuación.

Hermione caminaba entre ellos completamente en silencio y con la vista perdida. Atardecía en el edificio, y muchos abandonaban el lugar. Recogió sus cosas y, luego de despedirse de sus dos amigos, se marchó.

Caminó al reparo del ocaso, respirando profunda y calmadamente. No podíacreer lo que sucedía. Se dejó envolver una vez más por los recuerdos y repasaba en su mente una y otra vez la promesa que Draco se había hecho a sí mismo en ese entonces, y que había jurado cumplir. Tal vez eso sólo había sido una excusa para ganarse su confianza y quizás todo habia sido tal y como Harry y Ron decían: una actuación. Nada había sido real, y Hermione sintió como los besos y caricias que el rubiole había dado, le quemaban el alma. Cerró sus ojos con pesar y deseó con todas sus fuerzas que todo lo que Richard había dicho fuese mentira.

Las primeras estrellas comenzaban a brillar en el cielo despejado. La castaña se había detenido para contemplarlas, cuando oyó unos pasos a la distancia. Metió su mano en el bolsillo de su túnica y tomó su varita, lista para defenderse. Los pasos se acercaban, e instantes después, una figura de negro y encapuchada se hizo visible en la oscuridad que ahora reinaba. Hermione luchó por mantenerse impasible, hasta que la figuar se encontró a escasos metros de ella; en ess momento, se detuvo. Una brisa nacida desapercibidamente, rodeó a ambos y jugó con la capucha del oscuro. Finalmente, ésta cayó, dejando al descubierto un par de ojos grises como el hielo. Un fuego de rencor ardía en ellos. Ese ya no era su Draco Malfoy

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Espero que les haya gustado, y aquí quiero aprovechar para aclarar algunas dudas sobre el último capítulo:

Muchos de uds tal vez no entendieron bien que ocurrió con Draco esa noche, lo que sucedió fue que él perdió su alma, y en consecuencia, volvió a la oscuridad, que es contra lo que él luchó por tantos años en silencio. Nada queda en él de su antiguo yo, y todos los recuerdos y momentos vividos se desvanecieron, quedando lo que el Innombrable adora en sus fieles: una sed insaciable de muerte y un deseo incontenible de venganza.

Quiero aprovechar también para decirles que no escribiré por algún tiempo, ya que se acerca mi cumpleaños número 15 y mis padres me prepararon una gran fiesta, y me encuentro con muchas cosas que hacer. Pero aún así, seguiré escribiendo, no se asusten! Me gustaría que cualquier duda que pueda surgir de este capítulo, me las digan; con gusto las aclararé.

Les mando un saludo grande y hasta pronto!!

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**14/12/03**

**RoSe 2003**

**¡¡BoCa TrIcAmPeÓn DeL mUnDo!!**

**¡¡FeLiZ NaViDaD pArA ToDoS!!**