Hola amigos!! Sí, aunque cueste creerlo, soy yo!! Gracias a todos los que se preocuparon, y a todos los que se molestaron en dejarme sus reviews. Y por supuesto, muchas gracias a tods aquellos que me desearon un feliz cumpleaños!!! La pase muy bien, todo estuvo muy copado. Por eso este capi va dedicado a todos los que compartieron esa noche tan especial conmigo y a mis padres, quienes me dieron esa increíble fiesta que en mi vida voy a olvidar. Aquí contesto algunos de sus reviews:

J@ina: Hola amiga!! Ja, ja te he tenido intrigada! Bueno, de a poco te irás dando cuenta de adonde llevará a Hermione y a Draco la historia. De verdad me encantó charlar contigo por el msn y espero que pronto lo volvamos a hacer, seguiremos intercambiando dialectos!!! Gracias por serme fiel y feliz año nuevo para ti también!

Catrina Malfoy: Holass! Gracias por tu review y gracias por desearme un feliz cumple!! Estuvo super chido (como dicen uds). Toda mi familia y amigos estuvieron ahí, estuvo increíble. Espero que te guste este capi y... feliz año nuevo!!

Artemisa: Hola chica! Gracias por leer mi fic. Sé que me tardo, y no te culpo por reprochármelo, es verdad!! Espero que este capi te guste y que haya valido la pena la espera!! Besos y Happy new año!!

Gracias a todos los que me scribieron y perdón por no poder contestar todos los reviews, mi computadora anda increíblemente lenta y es un estorboo!! De todos modos, espero que a todos les guste y cualquier duda que tengan, no duden en escribir!! Hasta la próxima!!

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Capítulo 21: "Decisiones"

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Ambos se mantuvieron inmóviles, mientras la brisa mecía sus ropas. Hermione asió su varita tan fuertemente, que casi se deshizo en astillas. El desasosiego la paralizaba y frente a ella, el rubio de mantenía de pie, mirándola fijamente y sin dar ninguna señal ni movimiento alguno. Parecía un fantasma del pasado, pero de carne y hueso. La tensión era tanta que se podía tajar con una cuchilla. Quizás por el temor que sentía o la ansiedad que la estremecía, Hermione consiguió, muy débilmente, balbucear una palabra.

-Draco...?

El muchacho no contestó, ella vaciló.

-No... Tú ya no eres Draco Malfoy... -murmuró.

Una risa distante y macabra salió de la boca del rubio, retumbando en todo el lugar.

-Tonta... -masculló gravemente. -¿Aún no te das cuenta? Tu chico está muerto.

-¿Quién eres? -inquirió ella, armándose de valor y dejando que un dejo de ira dominase su voz.

-¿Jugamos adivinanzas? -comenzó él irónicamente y tomándose la barbilla con la mano -Veamos... Soy la elección que tu amorcito debió tomar hace varios años y como buen cobarde rechazó. Soy todo el honor que él no supo valorar y que lo llevó a la triste persona que es, o más bien... que era.

-Es imposible -barbotó la castaña.

-Oh, claro que es posible. Es tan posible como el hecho de que me convertiré en todo lo que ese idiota no pudo aceptar -descruzó sus brazos -Yo terminaré con lo que el Innombrable comenzó hace décadas y que por culpa del idiota de Harry Potter no pudo concluir.

-Ese maldito tiene bien merecido el lugar donde está ahora. Nada de lo que hagas lo hará alzarse nuevamente -sentenció ellla con coraje.

-No te atrevas a hablar así del Señor de las Tinieblas -esclamó el rubio dando un paso amenazador. -Tú deberías estar muerta. Tú y toda tu maldita estirpe. Al igual que tus amiguitos.

-No te atrevas a tocarlos.

-¿Y tú me vas a detener? -dijo Draco, riendo con ganas.

-Ya no soy la débil niña de antes. No vas a quebrarme así de fácil -barbotó llena de odio.

-Eso lo veremos... -dijo.

Draco tomó su varita y apuntó con ella a Hermione, pero ella fue más rápida.

-Difendio!

Una especie de barrera invisible se extendió ante ella, bloqueando el maleficio Cruciatus que Draco le había lanzado milésimas de segundo antes.

-Vaya, vaya... -titubeó el rubio -Parece que la niña sí sabe defenderse...

-No te metas con mis amigas ni con los míos. Te lo advierto -exclamó con la varita en alto.

Draco hizo una mueca y avanzó hacia ella, hasta que la punta de la varita de Hermione chocó contra su fuerte pecho. Él bajó la varita con lentitud, al tiempo que una voz se oía a lo lejos, llamando a la muchacha. Draco se acercó aún más, acelerando el ritmo de las respiraciones de la castaña.

-¡Hermione! -llamaba la voz, que se oía cada vez más cerca.

El rubio ladeó su cabeza y se aproximó a su oído.

-Podrás haberte fortalecido, pero aquello que te hacía aún más fuerte está perdido. Y no importa cuanto luches por recuperarlo... está muerto. Y te aseguro que nada lo hará regresar. He llegado para quedarme y los veré caer, uno por uno.

Se alejó sigilosamente, internándose en la oscuridad de la noche, y dejando a una Hermione pensativa y aún muy perturbada, que sentía cómo su mundo lentamente se venía abajo. De entre las sombras, un muchacho de ojos esmeralda y cabellos revueltos apareció en el lugar, llegando a su encuentro. Lucía algo agitado por haber corrido hasta el sitio y, decididamente, consternado, aunque todo eso cambió al ver a Hermione allí, de pie y con los ojos fijos al vacío.

-Hermione... -exhaló Harry, acercándose a ella -Creí que...

No pudo terminar su frase. Hermione había caído en sus brazos, rodeándolo con los suyos con fuerza. Harry, preocupado, la estrechó fuertemente contra sí. La castaña colocó su cabeza en el hombrodel ojiverde, mientras dejó que una lágrima silenciosa surcara su rostro.

** ** **

Una reconfortante y humeante taza de té descansaba en las manos de Hermione, quien de a poco lo sorbía calmadamente. Frente a ella, un par de ojos verde brillante la observaban cansados. Entre ambos, una mesita ratona de roble se extendía. Varios cuadros, muebles antiguos y valiosos del siglo XVII y hasta una computadora muggle formaban parte de la amplia y cálida sala de estar de Harry Potter. Un empapelado color pastel viejo cubría las paredes, y varias fotos mágicas de amigos y recuerdos de Hogwarts descansaban sobre la repisa de la chimenea encendida, rodeando una fotografía de mayor tamaño donde sus padres lo sujetaban felices cuando niño. Limpió sus anteojos y se los volvió a colocar, algo pensativo. No quiso acribillar a su amiga con preguntas, aunque sabía bien lo que había ocurrido, o al menos, no podía estar muy lejos de la verdad.

Malfoy había llegado a su encuentro. Estaba claro que una vez descubierta su traición, se inclinaría a atacar a los seres que le brindaron toda o casi toda su confianza. Sabía dónde herir, e indudablemente, tendría éxito en ello. Pero al mismo tiempo que sacaba todas esas conclusiones, Harry no comprendía porque Hermione se encontraba en ese estado. Aunque por fuera diera una apariencia frágil, por dentro era tan fuerte como él o incluso más... Se sorprendió al ver cómo caía en sus brazos en aquel oscuro callejón, cuan fuerte lo estrechaba, como si temiera que él la soltase.

La lengua de Draco había herido a muchas personas en el pasado, pero ella había sido una de las pocas personas que supo en todo momento cómo defenderse y cómo ponerlo en su lugar. Y, sin lugar a dudas, sus comentarios nunca habían logrado afectarla.

-¿Estás bien? -inquirió Harry.

-Claro -respondió ella, depositando la taza sobre la mesita. -¿Por qué no habría de estarlo?

-No lo sé... Tal vez quieras decirme qué fue lo que sucedió.

La castaña lo miró con fingida naturalidad, escogiendo las palabras adecuadas en su mente.

-Nada sucedió -mintió, esquivando los profundos ojos de su amigo. -Sólo... creí ver a alguien... me asusté. Eso es todo.

-No quiero presionarte, Herm, pero nunca fuiste buena para mentir. Vamos, dímelo.

-No hay nada que decir.

-¿Fue Malfoy? -inquirió el ojiverde, muy seria y bruscamente.

Hermione alzó la vista. Encontró la mirada de Harry indagándola, y sintió que no serviría de nada mentirle. Aún así, lo intentó.

-No, no fue Malfoy. Sé que anda rondando, pero créeme. ¿Piensas que no te lo diría si así hubiese ocurrido?

-No... supongo que no -respondió, cruzándose de brazos. -es sólo que... Siento que me ocultas algo.

Hermione parpadeó, bajando su mirada de nuevo. Pensó en aquel lejano día en el que un joven Draco le había abierto su corazón. Recordó también la noche en la cual, por el destino o por coincidencia, ambos se encontraron y sellaron aquel oculto y negado amor que pujaba por salir con un dulce y sincero beso. Pensó, una vez más, en la tormenta que había sido, además de ella, la única testigo de la última noche del Draco que ella conocía. Mientras todos los recuerdos y sucesos se agolpaban en su mente, sintió que podía enumerar las veces que había engañado a sus dos mejores amigos, con incontables y absurdas excusas.

-Descuida... Nada te estoy ocultando.

** ** ** *

A partir de esa noche, los días pasaron uno tras otro, siempre con la misma incertidumbre. Parecían ensombrecer al Ministerio, y cubrir las únicas y escasas pistas que allí poseían. Nada habían vuelto a oir de Malfoy, pero sí habían llegado noticias de innumerables y nuevos asesinatos, aunque ninguno en Londres o alrededores. Parecían estar esperando el momento exacto para atacar, y el blanco, con Draco Malfoy de nuevo del lado oscuro, eramás que predecible.

Hermione por esos días, se paseaba por el edificio, siempre meditante. Ningún departamento parecía tener más importanciay trabajo que toda la división de aurors. Varios de ellos, incluso el ojiverde, debían quedarse hasta bien entrada la noche, sólo para controlar que todo estuviese en orden. Su consciencia la atormentaba. Se sentía culpable por momentos, y sabía que la única manera de liberarse de esa carga sería contando la verdad, pero... ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo desentramar esta mentira que ya comenzaba a deshilacharse? No, ni pensarlo. No podía hacerlo, no ahora. Debía resistir. Además, él no había vuelto a aparecerse por los alrededores, y nadie lo había vuelto a ver, aunque se sabía que él había sido el autor de los últimos asesinatos.

Luego de unos arduos 3 meses, el escuadrón llegó a la conclusión de que no podrían atrapar a Malfoy o a los mortífagos solos. Que a pesar de ser el equipo más renombrado y efectivo de toda Gran Bretaña, no podían deducir dónde se encontraban. Ese mismo motivo era el que consumía de ira a Harry Potter; una ira que para aplacarla debía terminar él mismo lo que marcó su vida y el final de la de sus padres. Por esta causa y porque junto con Richard, Harry era el auror más respetado, el ojiverde se opuso rotundamentea pedir refuerzos para encontrar a la escoria. Y, como buen Potter, no habría manera de convencerlo de lo contrario.

** ** *

En un desolado paraje, lejos del confuso ambiente del Ministerio, varias cabezas encapuchadas se reunían bajo un cielo que amenazaba tormenta. Nada se oía, amén de un suave e inquieto murmullo, y el viento que arremolinaba las nubes plomizas. Más allá, dos figuras se erguían lejos de los demás. Dos figuras que sostenían su propia discusión, en su distante y sonbrío mundo. Nadie, ni uno de los mortífagos que se encontraban allí se atrevía a molestarlos. Sabían lo que les esperaría si lo hiciesen.

-Esto no es lo que planeamos. Lo sabes bien -exclamó una voz femenina bajo la capucha.

-Déjame en paz -gruñó Draco dándole la espalda.

-No tenemos tiempo para esto, ni para que te acobardes.

-Yo no me acobardo -exclamó con furia dándose vuelta y acortando bruscamente la distancia entre él y ella, encarándola.

-¿Entonces por qué no la mataste? -inquirió.

-¿Y tú por qué no te metes en tu propia vida?

-Vamos Draco... No olvides que aquí yo soy la que tiene el control -dijo ella, riendo y tomando con autoridad la barbilla del rubio.

-Pues te tengo una mala noticia: a mi nadie me controla, Parkinsosn -sentenció, sacudiendo la cabeza y soltándose de ella. -Creí que lo tenías claro.

-Por supuesto -contestó Pansy Parkinson, bajando por primera vez su capucha, y dejando al descubierto un rostro marcado por el odio y la desolación, y un largo y lacio cabello color ocre que caía sobre un par de oscuros ojos. -Lo tengo muy claro. Pero tú no has estado por aquípor un buen rato y tal vez se te haya olvidado lo que nacimos para ser.

-El que no haya matado a esa maldita sangre sucia no significa que se me haya olvidado quien soy.

-No entiendo por qué la dejaste ir. ¿Necesitas que te recuerde que la tuviste en tus brazos y la amaste?

-¿Y tú necesitas que te recuerde que a mi no me manipulas? -estalló. -Sé bien lo que hago. Y no te necesito a ti respirándome en la nuca.

-Sé cuan poderoso eres -comenzó -Incluso más que yo. Y mucho más que cualquiera de esos idiotas -afirmó, dirigiendo una rápida mirada hacia los demás mortífagos. -Pero no sé que es lo que te ha hecho. No sé cómo la dejaste entrar en tu vida -terminó, con una reacción extraña. Su voz pareció quebrarse.

-Tus celos no me interesan -replicó duramente. -NO tengo tiempo para eso.

Hubo un inusitado silencio. El viento había cesado de soplar, como si estuviese consciente de la tensión que allí había. Draco Malfoy no toleraría que lo subestimasen, y menos aún siendo el único heredero de Lucius Malfoy. Esa idiota de Pandy Parkinson no sabía a quien tenía enfrente, eso era seguro.

Después de varios minutos sin pronunciar palabra alguna, el rubio rompió el silencio.

-He vuelto. Y todos los que me llenaron la cabeza sufrirán. Ella será la primera.

** ** ** ** * Tic, tac... Tic, tac, sonaba el reloj. Las horas pasaban lentas aquella mañan en el Ministerio, y especialmente en el despacho de Harry Potter, quien se encontraba acompañado por sus dos mejores amigos. Tic, tac las diez... Tic, tac las once. Como hacía ya media hora, Harry y el pelirrojo hablaban sobre el último partido entre los Chudley Cannons y las Holyhead Harpies, equipo que a pesar de estar entera y unicamente por mujeres (a las que Ron calificaba de "niñas que se meten al quidditch por que no tienen otra cosa mejor que hacer"), le dio una paliza a los Cannons, ganando 280 a 50.

-Cada vez caemos más bajo -declaró Ron con pesar.

-Sabíamos que iba a pasar, Ron. Ni a las harpies les ganamos -dijo Harry, recostado en su silón.

-¿En qué pensaba Mc Noland? Ni siquiera pudo derribar a esa cazadora Cynthia Keitch o como se llame -lamentó, chasqueando la lengua.

-Sí, lo hubiera hecho si no se hubiese quedado mirándola embobado.

-Ustedes dos no hacen más que lamentarse por ese partido -los interrumpió la castaña, cansada de oirlos quejarse. -Ya cambien de tema.

-¿Y sobre qué sugieres que hablemos? -objetó el pelirrojo, viéndola sentada sobre el alféizar de la ventana desde su silla. -Nada sucede aquí, todo está demasiado tranquilo.

-Es verdad... Bueno, no sé... Sólo hablen de otra cosa. Ya estoy harta de oirlos lamentarse -terminó, poniendo los ojos en blanco.

-¿Se enteraron del nuevo capricho de Fudge? Quiere pedir refuerzos para atrapar a Malfoy.

Hermione sintió como un familiar escalofrío recorrió su cuerpo al oir ese nombre.

-¿Qué?¿Para qué? -dijeron ella y Ron casi al mismo tiempo.

-No lo sé, supongo qque piensa que no podemos hacerlo solos. Si fuese tan fácil encontrarlo a él y a sus estúpidos secuaces, ya estaría en Azkaban disfrutando de la fabulosa compañía de un dementor.

-Tal vez sería útil tener un poco de apoyo -sugirió Hermione.

-¡Por supuesto que no! -le espetó el ojiverde -No necesito ni aceptaré ayuda para atrapar a esa mierda.

-Uf, qué obstinado eres, Harry -reprochó la castaña, meneando la cabeza.

-No, es verdad -replicó Ron. -NO necesitamos ayuda. ¿Quién conoce al cabrón mejor que nosotros tres?

-Tú sólo lo estás...

Hermione fue interrumpida por la aparición de Noah Muller, otro auror del Ministerio, en el umbral de la oficina. Sus ojos negros brillaron al ver a Harry.

-Harry -saludó el muchacho. -Siento interrumpir, pero Richard nos busca a todos. Fudge tiene algo que decirnos, aunque si es lo que creo... no te caerá muy bien, amigo. Ron, Hermione... uds. también deberían venir.

Sin más que decir, el joven auror se marchó. Los tres amigos se miraron entre sí, y sin objetar nada se pusieron en camino. En el trayecto, Harry se preparaba para lo que intuía que el Ministro iba a decirles. Llegaron a destino y entraron a la oficina de Richard, donde el mismo conversaba con Cornelius Fudge; algo dispersos por la sala, se encontraban el resto de los aurors.

-Ah, señor Potter. Lo estábamos esperando. Gracias por venir señorita Granger y señor Weasley -Saludó el Ministro. -ya que están aquí, podremos comenzar.

Lo que siguió a ese saludo fue una larga cháchara de formalidades y palabras sin importancia. Harry dejó de prestarle atención hasta que por fin Fudge llegó a lo importante.

-...Bien, teniendo en cuenta lo que ha estado pasando durante los últimos 4 meses y medio y lo que les he comunicado, estarán todos conscientes de que esto no es pan comido. Los mortífagos son fuertes, pero la mayor fortaleza y astucia recaen sobre Malfoy -"no me digas", pensó Harry -, alguien que solía estar de nuestro lado. Ahora bien, no estoy señalando que seamos débiles o que sea más de lo que podamos manejar -aclaró, dirigiendo una elocuente mirada hacia el ojiverde -eso nunca. Estoy consciente de nuestro poder. Sólo sugiero que sería bueno contar con apoyo.

En ese momento, Harry tomó la palabra.

-Señor Ministro, no pretendo ser intransigente, pero no creo necesario solcitar ayuda. El escuadrón ha podido con ellos antes, incluso con el mismo Innombrable.

-Considero válida su opinión, sr. Potter, pero la decisión ya está tomada. Y en todo caso, fue gracias a ud y no al escuadrón que se redujo al Innombrable. Y que no se le ocurra que no estamos más que en deuda con usted, pero esto requiere medidas drásticas.

-Pero sr...

-Confío en que lo entenderá -lo interumpió Fudge, indicándole autoritaria pero cordialmente que la discusión estaba terminada.

Harry guardó silencio, aunque no pudo disimular su enojo.

-Bien, creo que está todo listo -anunció Richard, que había presenciado en silencio toda la discusión. -Ya puedes pasar -exclamó, en dirección a una puerta que tenía a su derecha.