Hola!!! Sí, aunque cueste creerlo, soy yo!! Y he vuelto con un nuevo capítulo!! Lo siento, debí avisarles, esto no es apto para personas impresionables... Ja, ja. Ya no tengo más palabras sinceramente para disculparme con uds por el retraso, sé que ya me habrán maldecido en cuatro idiomas diferentes, pero bueno, es que así soy yo, y además de librarme de todos los avatares de mi cumpleaños, me fui de vacaciones unos días, y es por eso que tarde más aún en actualizar. Sé que es lo mismo de siempre, pero espero que una vez más, puedan entenderme. Desde ya: MUCHAS GRACIAS!! Por dejarme reviews, por esperarme y en especial, por leer mi historia, lo cual significa muchísimo para mí. Muchas gracias tambien a aquellos que me han agregado a su lista de autores e historias favoritas: ross malfoy, Noelle Willow Gilmore, J@ina, Jenny Anderson, Catrina Malfoy, Artemisa2 y skgirlfan, se los agradezco de veras, estoy muy halagada!!!! Este capítulo es algo relevante, aunque creo que es uno de los más largos que he escrito, espero que les guste. Un agradecimiento muy especial a J@ina, quien siempre encuentra tiempo y ganas para leer mi fic y dejarme reviews, lo cual me alienta a seguir... MUCHAS GRACIAS AMIGA!!

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Capítulo 22: "Pasión"

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Todos aguardaban expectantes. Desafortunadamente, quien entró por esa puerta fue alguien que algunas personas, entre ellas el ojiverde y el pelirrojo, no se alegraron de ver.

Una figura masculina, de unos 23 años de edad, ingresó en la sala. Vestía una camisa blanca y campera de cuero negra, y sus ojos pardos brillaron de una manera extraña al recorrer los rostros de los demás. Unos ojos que, al chocar con un par de brillantes esmeraldas, desviaron de a poco la mirada, deteniéndose en una mirada color caramelo que observaba algo confusa toda la situación. Aquellos ojos parecieron atraparlo, justo cuando la voz de Richard presentándolo lo sacó de su ensimismamiento.

-Señores, él es Will Angelus. Formará parte de nuestro equipo desde este momento.

Todos posaron sus curiosas miradas en él, desnudándolo con ellas. Por el contrario, él permaneció inmóvil, ajeno a todo el desconcierto.

-Vaya -irrumpió la voz del ojiverde -Pedimos ayuda y esto es lo que nos dan.

-Veo que algunos ya lo conocen... -dijo Richard, algo sorprendido.

-Más de lo que quisiéramos -completó Ron con ojos centelleantes.

Hermione observó a su amigo y luego al extraño, con la rara sensación de haberlo visto antes. Escudriñó su mirada tranquila y a la vez acechante, pero sus ojos pardos no la dejaron ver más allá. El muchacho, por su parte, parecía interesado en la castaña. La observó con mucho cuidado, como delineando cada sector de su cuerpo.

Acabada la presentación del nuevo miembro del escuadrón, todos volvieron a sus respectivos labores. Harry y Ron salieron del despacho juntos y conversando algo contrariados. Segundos después se les sumó Hermione, quien no vaciló en interrogar a sus amigos acerca del nuevo auror.

-¿Lo conocen, verdad? -comenzó la castaña. -Vamos, hablen -insistió, al ver que ambos se mantuvieron en silencio.

-Sí, lo conocemos bastante -sentenció Ron por fin, muy escuetamente.

-Es sólo otro idiota que nos complicará aún más encontrar a Malfoy -terminó Harry, abriéndose paso junto a Ron a través del corredor principal.

-Sí, y hay algo más -se quejó Hermione, siguiéndolos unos pasos más atrás.

-No hay nada más -dijeron ambos casi al unísono y sin detenerse.

-Claro que sí -objetó ella una vez más, aunque ganando velocidad y enfrentándolos, obligándolos así a detenerse -Me están ocultando algo.

Ambos se dirigieron una rápida mirada y luego enfrentaron juntos los duros e inquisitivos ojos de la castaña.

-Hermione... -se resignó Harry, segundos antes de que Will apareciera bajando las escaleras de mármol blanco. -Vamos a mi oficina -sentenció el ojiverde al verlo.

Evitando llegar a su encuentro, los tres amigos subieron las escaleras hacia el despacho de Harry. Sin embargo, antes de que pudiesen llegar al último escalón, la voz de Angelus los obligó a detenerse.

-Me alegra que me recuerden, Potter... Weasley...

-Eso ni lo dudes, Will... -respondió Harry, volteándose.

-Sí, yo también los recuerdo... -agregó él con una sonrisa algo triste. -Parece que desde ahora volveremos a ser compañeros...

-Sí, así parece -lamentó el ojiverde.

Se mantuvieron en silencio unos segundos, durante los cuales Hermione observaba a los tres muchachos expectante. De pronto, se sobresaltó levemente al oir la voz del morocho refiriéndose a ella.

-Lo siento, no noté la presencia de tan bonita mirada -dijo naturalemente, sin tratar de ser galante.

-Deberías ponerte al tanto de los aconteciminetos que te trajeron aquí -le espetó Ron -Hay bastante que hacer.

-Ron... -le reprochó su amiga.

-Es verdad... Pero déjame, por lo menos, presentarme -pidió, abriéndose paso hasta llegar a Hermione -Will Angelus -dijo, tomando con suavidad su mano.

-Angelus... -comenzó el ojiverde.

-Ya basta -lo calló la castaña, con cara de pocos amigos. Harry guardó silencio -Hermione Granger -saludó ella a su vez.

-Encantado... -vaciló, como buscando la manera correcta.

-Hermione -lo ayudó. El muchacho le dirigió una sonrisa sincera.

-Ya vámonos, ¿quieren? -irrumpió el pelirrojo.

-Sí, claro... -murmuró Angelus -Nos veremos -concluyó, dirigiéndole otra sutil sonrisa a Hermione.

Los tres amigos continuaron su camino, dejando atrás al moreno. Apensa pisaron el despacho del ojiverde, Hermione se adelantó y cerró la puerta con rapidez tras ellos.

-Bien, ¿van a decirme por qué se están comportando como un par de idiotas o sólo me van a seguir tratando como si estuviera ciega? -inquirió, con la cara lívida del enojo.

-Oh, Hermione no empieces -dijo Harry, echándose en su sillón.

-NO, tú más vale que empieces a decirme que es lo que pasa.

-Bien, ¿Quieres saberlo? -bramó incorporándose bruscamente. -Will Angelus es un traidor y un mercenario.

-¿Qué? -exclamó ella, verdaderamente soprendida.

-Eso -acentuó el pelirrojo -Lo que oíste. Asesinaba por encargo. Especialmente muggles.

La castaña se sentó lentamente en un pequeño banco, y se mordió el labio perpleja.

-¿Y se puede saber porqué me lo ocultaron? -se quejó, recobrando el aliento.

-Hace casi 6 años ya, antes de terminar en Hogwarts, nosotros empezamos nuestro entrenamiento de aurors.

-Pero Ron, tú...

-Lo comencé, pero me hirieron y por eso nunca me admitieron. Ya lo sabes... -agregó el pelirrojo, con un extraño brillo en los ojos.

-Sí... -razonó ella.

-Como también sabes, fue la época en que Malfoy comenzaba a iniciarse como mortífago -siguió Harry. -Will Angelus fue nuestro compañero en el entrenamiento; y la primera misión que nos encomendaron fue hallar y, por supuesto, reducir y hasta incluso eliminar a los mortífagos que halláramos y, entre el primer grupo que encontramos, divisamos a Malfoy, aunque alejado del ajetreo, como ajeno a él. Aunque no formara parte del atraco, sabíamos que tarde o temprano lo haría, así que me ofrecí a detenerlo, pero el honor le fue cedido a Angelus. Ninguno dudaba de su potencial, iba a ser un gran auror. Aunque algo salió mal esa noche.

-¿Lo hirieron? -sugirió Hermione.

-No -aclaró él . -No hizo nada.

-¿No hizo nada?-repitió ella, sorprendida.

-Así es. Él sólo... se petrificó. Es decir, llegó hasta Malfoy, lo enfrentó y antes de poder reducirlo sólo... se detuvo. Ahí frente a él.

-Tienes que estar bromeando.

-No, no lo estoy. A partir de ese momento, él... cambió. Perdió la cabeza. Comenzó a asesinar muggles cual mortífago. Guiado por órdenes sin dueño.

-¿Te refieres a que se volvió al lado oscuro?

-No -corrigió -él no tenía dueño ni propósitos. Sólo lo hacía. Sin importar quién se le colocase adelante. Pero finalmente... yo lo reduje. Tuve que hacerlo. Lo llevaron a Azkaban y allí pensaban dejarlo hasta que sus delirios lo consumieran. Pero parece que sigue tan fuerte como antes.

-Pero... Sabes que nadie sale de Azkaban vivo. A menos que se trate de alguien como Sirius -aclaró Hermione.

-Lo sé. Por ese motivo, no podemos estar muy seguros de en qué se haya convertido Will Angelus. -concluyó Harry, quitándose las gafas y limpiándolas con el extremo de su camisa.

Hermione lo observó meditante. Harry le había explicado con lujo de detalles la historia de Will Angelus, y en lugar de preocuparse por el individuo, permaneció aún muy irritada; sabía que no era esa la verdadera razón por la cual ambos, Ron y el ojiverde, le habían ocultado todo esa relato. Y lo peor de todo era que ella conocía esa razón, y traía consigo celos y un par de ojos grises cual témpanos.

-Bien, supongo que ustedes tenían razón -exclamó la castaña, con la vista baja y notando la sorpresa de ambos muchachos. -No se puede confiar en nadie ya.

Sus amigos la miraron algo azorados. Decididamente, no esperaban tan seca respuesta de su parte. Se prepararon para el reproche que seguramente les tocaría.

-Todo está muy claro ahora -continuó -Pero aún hay algo que no entiendo...

-¿Mione... ? -vaciló Harry, algo inseguro.

-Por qué me siguen mintiendo. Por qué me siguen ocultando cosas, como si tuviese tres años y como si no los conociera lo suficiente como para descubrirlos.

-No lo hacemos, sólo...

-Claro que sí -estalló ella. -Sé perfectamente por qué lo hacen. Porque se trata de Malfoy, ¿no es cierto?

-¿Qué... ?

-Siempre me han protegido de él, como si no pudiera hacerlo por mí misma. Ya es hora de que me den un respiro.

-Tú lo conoces, ¿Cómo puedes decir eso? ¿Crees que dejaríamos que te matara así nada más? -bramó el ojiverde con rencor.

-¡Ya no soy la niña débil de antes, y deberían saberlo! -exclamó la castaña furiosa y poniéndose de pie de un salto.

-¡Tal vez si no te hubieses confiado tanto de él no te sobreprotegeríamos tanto!

-¡Y tal vez si ustedes dejaran de pensar que entre él y yo pasó algo por un solo instante, no estaríamos teniendo esta jodida discusión! -gritó, con las mejillas coloradas y extremadamente irritada. Con el rostro lívido de cólera, salió del despacho cual feroz vendaval, azotando la puerta tras ella.

-Ahora si que la hiciste buena, Harry -señaló Ron, moviendo su cabeza de lado a lado con resignación.

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Varias personas se vieron sorprendidas y a la vez indignadas por un repentino huracán de ojos caramelo que flameó túnicas, voló papeles, carpetas, y todo cuanto se le cruzó en su camino. Subió escaleras, pisos, dobló esquinas y arrasó con los pasillos. Los retratos de los próceres del Ministerio veían pasar a Hermione, la cual, ciega de ira, revolvía todo a su paso, y murmuraban cosas como: "¡Qué escandalosa!", "Casi arruina mi acabado al óleo" o "Adiós a mis perfectos bucles victorianos".

El edificio entero habría acabado en pedazos, de no haberla detenido justo en el momento exacto y, quizás, en el lugar exacto. En medio de su vertiginosa carrera, la castaña chocó contra el fuerte torso de un joven que salía de su oficina. Aquel golpe la hizo reaccionar, y pidió muy avergonzada una disculpa.

-No ha problema -tranquilizó el muchacho -Descuida. ¿Tu estás bien?

-Sí, de veras... -titubeó al encontrar los calmos ojos pardos de Will -lo siento, Angelus.

-Está bien -rió, provocando que las mejillas de la Gryffindor se colorearan una vez más -Llámame Ángel. Parece que tenías prisa.

-Ah, no... Es que tuve una pequeña discusión con mis amigos... -lamentó, colocándose un mechón de cabello detrás de su oreja y volviendo a levantar la vista- Nada de importancia.

-Esos Harry y Ron... -dijo, bajando la vista y esbozando una sonrisa -son algo difíciles, no?

-Ellos sólo... Bueno, tú... los conoces, ¿verdad?

-Sí, pero no tanto como tú, Hermione. Ustedes han estado juntos desde Hogwarts, ¿verdad?

-Sí, es cierto. Pero los conozco tanto que a veces me dan gaans de no hacerlo -suspiró algo triste.

-Bueno... -acotó él, luego de unos segundos en silencio -te ves agitada. ¿No querrías pasar y... sentarte por un momento? -ofreció, sin otras intenciones, señalando su oficina. Ella titubeó por un momento, recordando lo que los chicos le habían contado de él.

-Emm... no, gracias. Esoty bien -agradeció, esbozando una imperceptible sonrisa y tratando de no haber sido muy brusca.

-No importa -devolvió la sonrisa -Veo... que Ron y Harry te hablaron de mí... Pero no temas, ya no soy quien era, aunque no niego que me gustaría poder borrar algunas cosas de mi cabeza -confesó, colocando sus manos en sus bolsillos y bajando la mirada.

-Sé lo que sientes... a mi también me gustaría poder olvidar algunas cosas... -dijo la castaña, sintiendo como miles de recuerdos se agolpaban en su mente. El volvió a alzar su mirada y escudriñó la de ella, calmada aunque interesadamente. Había algo en ella que estremecía su interior, desde el primer instante en que vio en sus ojos. Sintió curiosidad por sus últimas palabras, pero a la vez intuyó que se trataba de algo lo bastante delicado como para hablar de ello en la mitad del pasillo, donde la gente iba y venía escuchando todo.

-Hermione... -la llamó -Sé que no has de confiar mucho en mí debido a que no nos conocemos, y menos aún después de lo que tus amigos te dijeron, pero... de verdad me gustaría que tú y yo pudiésemos llevarnos bien, y por ello... me gustaría explicarte realmente quien fui alguna vez. Eso... si tu quieres, claro... -ofreció amable y sinceramente.

Ella lo pensó por un instante. Decididamente, Will Angelus estaba lleno de misterio, y aunque renegara en admitirlo, se moría por descubrir que encerraban sus ojos pardos. Estaba consciente de lo que Harry le había dicho, y sabía que él jamás le mentiría en algo así.

Atardecía en el edificio, y el sol declinaba con lentitud tras las colinas del horizonte, dejando una estela roja amoratada y el vestigio de las primeras estrellas en el cielo nocturno. Pronto sería hora de marcharse, aunque Hermione seguía en una lucha interna. Confiaba en sus amigos con todo su ser, pero aún así ansiaba saber la versión de Angelus.

-Yo... es decir, ya es hora de irnos y no quiero retenerte...

-Es verdad... ya es hora de irnos -Ella asintió y bajó la mirada -Pero aún así... me siento con la confianza y el descaro suficientes como para invitarte a salir. Eso... si tu aceptas... -la sedujo, con un ojo entrecerrado y una sonrisa demasiado irresistible.

Alzó la vista y, por alguna razón, no necesitó pensarlo dos veces.

-Bien... acepto -declaró Hermione, devolviéndole la sonrisa -Pero antes, déjame ir por mis cosas...

-Claro... ¿Paso por tu oficina... ?

-No -razonó ella, ya que aún no se hallaba deseosa de encontrarse con sus dos mejores amigos, y menos aún de empezar otra discusión sin sentido. -Será mejor encontrarnos a la salida, si no te importa...

-No, claro; entiendo. Entonces... te espero -le sonrió.

La Gryffindor le devolvió el gesto, y se encaminó hacia su despacho, sin saber muy bien qué había ocurrido. Al pasar por los corredores, algunas personas la miraron algo temerosos e inseguros, y los personajes célebres de los retratos se sostenían sus peinados y alhajas, temiendo que Hermione volviera a convertirse en un tornado. Ella los miró divertida y algo avergonzada, pero no pudo evitar sonreirse a sí misma.

Iba a salir con un chico que no conocía, salvo por las cosas que sus amigos le habían dicho de él. No sabía muy bien por qué lo hacía, aunque su subconsciente le dibujaba un par de ojos grises cual témpanos. Sacudió su cabeza confundida, y los retratos se estremecieron. Se había prometido a sí misma olvidar aquellos ojos, pero por más que lo intentara, no podía desistir del pensamiento de que Draco todavía estaba allí, en algún lugar, esperándola. Y ella no podía evitar querer averiguar cualquier cosa que "Angel" supiera de su pasado. Tal vez esa fuera la razón por la cual iba a salir con él, pero no por completo. Sus ojos habían despertado el interés de la muchacha desde el primer momento, y el no había hecho más que demostrarle toda su amabilidad; aunque como había dicho Harry, no podía estar muy segura de en lo que Angel pudiera haberse convertido. Recogió su abrigo y su bolso y, al ver su reflejo en el vidrio de su escritorio por simple distracción, decidió colocarse un poco de maquillaje. "Sólo un poco de máscara y tal vez alguna sombra... ", pensó, con una inusitada picardía.

Los retratos Corredor mayor conversaban animados, aún recordando la tempestadque los había tomado por sorpresa unas horas antes. Algunos aún acomodaban exageradamente sus ancestrales peinados dándose grandes aspavientos, y las más jóvenes habían comenzado a cuchichear acerca del "guapísimo chico que está de pie junto a la puerta principal". Las mayores intentaban hacerlas callar con autoridad, pero toda esa dura actitud cambiaba al instante al divisar a Angelus, que sin lugar a dudas, despertaba el interés de todas las mujeres de las pinturas con su actractivo. Aunque podía oir los cuchicheos, hizo caso omiso de ellos, y permaneció observando el cielo teñido de un azul aún amoratado.

Un sonido de tacos fue lentamente llenando la oscura penumbra, y todos los retratos voltear a ver. Lo que divisaron casi hizo a algunos caer de sus marcos. "No puede ser ella" - murmuraba una ostentosa dama antigua, frunciendo el entrecejo. "Definitivamente después de la tormenta siempre sale el sol" -agregó un joven caballero sonriendo, quien luego sufrió un doloroso codazo por parte de su prometida ofuscada.

Angel, animado por los murmullos, volteó a ver, sólo para encontrarse con la mujer más bella que jamás había visto. Hermione llegó hasta él y el auror tuvo que hacer un gran esfuerzo para disimular su asombro. La castaña notó su temple y sonrió algo incómoda.

-Estás... muy linda-balbuceó el muchacho. Ella rió con ganas.

-Estoy igual que hace un rato.

Parte de lo que había dicho era verdad, aunque ahora sus ojos lucían delicadamente delineados, y sus pestañas, que ya de por sí eran muy bonitas, se veían más grandes y atractivas; y la sombra color avellana resaltaba naturalmente sus ojos café. Aunque así lo pareciera, no estaba muy maquillada. Tenía lo justo en cantidades perfectas, lo cual la hacía verse muy natural, pero con un un pequeño toque que ella sabía darle a su mirada. Angel le dedicó otra sonrisa y luego rió al ver las caras de envidia de las jóvenes de las pinturas en los muros.

Salieron juntos del edificio, y Hermione estaba a punto de preguntarse cuál sería su transporte, cuando vio un asombroso y reluciente Chrysler Neón negro aguardándolos en la entrada. Ella lo miró estupefacta, aunque algo decepcionada pues ansiaba poder caminar un poco. Subieron al auto y la Gryffindor inquirió:

-Y bien... ¿A dónde vamos?

-Es... una sopresa -dijo él, con un dejo de misterio.

Ambos permanecieron en silencio durante el trayecto, cada uno inmerso en sus propios pensamientos. Cuando finalmente llegaron, Angel la ayudó a bajar del auto, y al alzar la vista para agradecerle, Hermione sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, y se quedó de piedra al ver el lugar al que habían arrivado.

-Le llaman "Solsticio". Dicen que es muy bueno -agregó Angel, cerrando la puerta del vehículo y observando a la Gryffindor. -¿Te encuentras bien?

-Sí -contestó ella, parpadeando y saliendo de su sopor. -No es nada. Vamos.

Ingresaron al lugar y la ténue luz que bañaba al recinto envolvió a la castaña, haciéndola caer presa de las heridas y recuerdos aún demasiado frescos en su mente. Tomaron asiento en una mesa algo alejada de las demás, y a continuación pidieron un Martini y un Daiquiri de frutas. Hermione jugaba con el pequeño pañuelo de seda que cubría el velador que tenía frente a ella sobre la mesita, con un aire perdido que Angel notó desde el primer momento en que ingresaron al pub. El mismo muchacho titubeó nervioso al comenzar a hablar. Ella alzó la vista en ese momento.

-Bien yo... Es decir, antes de decirte cualquier cosa, me gustaría... que tú me dijeras lo que Harry y Ron puedan haberte dicho. Sólo... para no aburrirte con lo que de seguro ya sabes.

-Bueno ellos... ellos sólo me contaron sobre el entrenamiento de aurors que compartieron juntos...

-Sí... lo recuerdo -dijo, con una sonrisa melancólica. -Ese sólo fue el comienzo...

-¿El comienzo? -inquirió la castaña, con interés.

-Sí. Yo... bueno, se podría decir que fui más compañero de Harry que de Ron, por lo que le ocurrió.

-Sí, lo sé -contestó ella -resultó herido y nunca lo admitieron...

-Así es. Bueno, Harry y yo... -se detuvo al ver llegar a la muchacha con los tragos. Ambos agradecieron y Angel reanudó la charla -Eramos los mejores. Bueno, él más que yo, pero en fin... -sonrió, contagiándole el gesto a Hermione.

-Me lo imagino -rio, al ver a un venerado Harry sobre un altar iluminado por los demás aurors en su mente.

-En nuestra primera misión, nos encontramos a Malfoy -Hermione se estremeció suavemente al oirlo, pero continuó atenta -Y extrañamente, fui designado para detenerlo. Yo... me enfrenté a él... pero sin embargo, aunque él ni se inmutó al tenerme enfrente, no pude hacer nada. Sentí... Fue como si mi cuerpo se hubiese dormido por completo. No pude moverme. Inmediatamente, sentí cómo el mundo se desvanecía, y a partir de allí... no lo sé... me es difícil recordar algunas cosas, pero sí recuerdo cuerpos sin vida y la sangre de inocentes en mis propias manos. Cuando me llevaron a Azkaban, me llamaron...

-Un mercenario -lo interrumpió Hermione con un destello en los ojos.

-Sí... Así es... Aunque asesinaba "por mi cuenta", sentía una voz en mi interior que me ordenaba y yo no podía hacer caso omiso de ella. Controlaba todo mi ser -bajó la mirada. Tomó aire y prosiguió, algo abatido. -Pasé los últimos años allí adentro, pudriéndome. Sintiendo como toda mi vida, e incluyendo lo que habitó mi cuerpo después de esa noche, se desvanecía de mi cabeza, por arte de los dementores.

Hermione abrió levemente su boca, vacilando hacerle la pregunta que Harry no pudo contestar. La misma pregunta que Angel estaba a punto de aclararle.

-Tú... te preguntarás cómo logré salir de ahí.

-Sí, exacto -dijo ella, sorprendida.

-Bueno, sólo puedo decirte que lo tenía planeado... la misma persona que me convocó. Sí, fue Fudge -aclaró, al ver el sombro de la castaña. -Aún no lo comprendo del todo, pero parece que tenía previsto sacarme de ese infierno. Y le estoy muy agradecido...

-Entonces tú... no escapaste... -razonó ella, probando su daiquiri.

-No... ni en mis mejores sueños podría haberlo logrado.

-Muchos dicen que tú... te uniste a Malfoy esa noche -vaciló. Angel abrió un poco más sus ojos. -Yo... esa noche desaparecí de la tierra, por así decirlo. Pero justo antes de que eso pasara, miré en sus ojos. Y aunque no hizo movimiento alguno, sentí su enorme poder emanar de ellos. Y luego sentí un golpe ardiente en mi cuerpo y todo el universo se esfumó. Aunque muchas cosas fueron absorvidas de mi mente, aún puedo sentir el olor de los cuerpos en el suelo -Se detuvo. Sorbió un poco de su Martitni y guardó silencio por unos segundos.

Hermione oyó todo lo que él había dicho, y comprobó lo que sus mejores amigos le habían erróneamente insinuado. Angel no había escapado de Azkaban, y por sus propias palabras, comprobó también lo que hace tanto tiempo la castaña había dudado: Draco nunca asesinó junto con los mortífagos. Según Angel y Harry, Malfoy se encontraba en el lugar, pero no formó parte del atraco no tenía intenciones de hacerlo, tal y como él mismo se lo había confesado una fría tarde en el Ministerio. Pero entonces, ¿Por qué se había transformado?

Hermione cerró sus ojos un momento, y volvió a abrirlos en dirección a la pista, donde algunas personas bailaban al ritmo de una suave balada. Escudriñó los rostros distraídamente, y de entre toda la multitud, puso toda su atención en un pareja que pareció haber retrocedido en el tiempo para la castaña. Creyó ver a una muchacha de bucles color ocre sostenida y a la vez amada por un rubio dueño de unos ojos que sólo podían verla a ella. Hermione parpadeó, y los amantes desaparecieron en las luces, y ella bajó la mirada justo a tiempo para contener una lágrima que pujaba por derramarse y desangrar su corazón.

-Parece... -comenzó con suavidad -que no soy la única persona que lleva heridas aún demasiado abiertas...

La Gryffindor alzó la mirada y encontró aquellos ojos calándola por completo.

-Lo siento es que... hoy en el Ministerio, tú dijiste que también desearías poder olvidar y... -vaciló, algo incómodo -no pude evitar notar tu tensión al nombrar a Malfoy.

Su corazón comenzó a agitarse, al ritmo de cada una de las palabras del muchacho. Tomó aire e intentó articular palabra.

-Yo... eso es algo que...

-Lo sé y lo siento. No tengo por qué presionarte, discúlpame.

-No, es sólo... que es algo que he mantenido en secreto y como notarás, aún no me siento lista para revelarlo -explicó ella, con un destello en sus ojos.

-Claro, lo lamento. Y lamento seguir inmiscuéndome, pero aquellos que retienes te está matando, puedo verlo en tus ojos. Créeme, sé lo que se siente.

Hermione se sintió desnuda ante los ojos de Angel. Por fin alguien había sabido cómo leerla. Y fue la primera vez que ella se sintió lista para decirlo todo. Fue en eese momento, en el que sus labios se separaron para hablar, que el miedo la acometió. No estaba segura de entregarle su confianza al muchacho, aunque él ya había despojado su alma de todo engaño y pretensión.

-Angel yo... -argumentó, muy débilemente -quiero hacerlo, quiero sacar esto de mi interior pero... ¡Dios! Es tan difícil.

-Hermione... no tienes que hacerlo -la tranquilizó, tomando su mano con afecto. -Tú sabrás cuando estés lista.

Lo miró con ojos mojados, aunque aun delicadamente delineados. Ambos terminaron sus tragos y decidieron volver a sus casas. Al cruzar el recinto y salir al exterior, una ráfaga de viento helado azotó sus túnicas. Subieron al Chrysler y Angel la condujo a casa. Cuando llegaron, el muchacho la acompañó hasta la entrada.

-Bueno yo... quería agradecerte, Angel -se sinceró la castaña, viendo en sus ojos. -Por aclararme todo y por entenderme.

-Yo soy el que debe agradecerte. Por haberm escuchado -le sonrió cálidamente.

Se miraron el uno al otro en silencio por unos momentos. Angel pasó su mano por su oscuro cabelo hasta la nuca, donde la detuvo, para dirigirle otra mirada a la mujer que desde el primer momento en que la vio irrumpió en su corazón sin pedir permiso.

-Espero que ahora puedas descansar un poco más tranquila -le dijo.

-Eso espero -contestó soltando un pequeño suspiro y sonriéndole con gratitud.

-Bien, será mejor que también me vaya yendo -agregó, dedicándole una última mirada y volteándo para regresar a su auto.

-Angel -lo llamó la muchacha.

El morocho se dio vuelta al oir su nombre.

-Gracias -sonrió con calidez y entró a su casa.

Angel la vio entrar, su mano aún descansando en su nuca.

-De nada -se le oyó murmurar.

******** ****** **** ** *

Colgó cansinamente su túnica en el perchero junto a la puerta, y dejó sus llaves sobre la mesa de la sala. Subió las escaleras hacia su cuarto, y allí finalmente arrojó su bolso. No quería pensar en nada, realmente no quería. Pero Angel había descubierto su dolor y Hermione ahora no sabía si aliviarse por no haber abierto la boca o arrepentirse por no haberse quitado ese peso de encima.

Abrió su guardarropa y buscó una vieja camisa que usaba de pijama. Le llegaba hasta un poco más arriba de sus rodillas, pero aunque la noche amenazaba frío, no le importó. A punto de meterse en la cama, volvió a pensar en todo. En Angel, en sus dos mejores amigos, en la pelea con Harry, en su secreto y, por supuesto, su mente no estaría lo suficientemente agobiada sin aquellos ojos grises que aun no estaba lista para olvidar. Decidió, por difícil que resultase, hacer todo aquello a un lado para intentar descansar un poco. Se cubrió con el edredón y cerró sus ojos, rogando que por una vez, su mente la dejara en paz.

*** ** *

La luna se había librado del dominio de una nube pasajera aunque amenzante, y ahora se escurría dentro de la habitación de una muchacha de bucles, profundamente dormida. El aire era frío aunque calmo, y al colarse sin permiso en el cuarto, chocó contra un oscuro y siniestro obstáculo en su camino, al tiempo que los rayos nacarados de las estrellas y de su compañera en el cielo demarcaban una figura alta y fuerte, y relucían con un brillo dorado al alcanzar los cabellos del individuo. Sus gélidos ojos centellearon en el lugar al encontrar a la castaña en la cama. Se acercó a ella sigilosamente, moviéndose con la brisa. La observó con atención, al mismo tiempo que la muchacha se inquietaba en sueños. El rubio deslizó su mano por su mejilla, y la gryffindor recuperó su calama. Una sonrisa macabra surcó el rostro pálido del individuo.

-Draco... -murmuró ella, dormida.

-Sí... -contestó él. la muchacha volvió a caer presa del cansancio. -Qué curioso es... este asunto de la pasión... -susurró, en parte para la castaña y en parte para sí mismo. -Nos habla... y nos guía. ¿Qué sería de nosotros, los humanos, sin ella? Almas que se pierden, corazones que se desangran en el olvido... habitaciones frías, desoladas... sin pasión. Nos consume y nos alienta. La pasión... nos ordena, y nosotros obedecemos -continuó, observando a Hermione y caminando alrededor de su recámar, aún con su intimidante sonrisa. -Porque... ¿Qué otra alternativa nos queda...? -se detuvo, tomando su varita y apuntándola hacia ella.

De la nada, borró su mueca y arqueó una ceja aún mirándola. Guardó su varita nuevamente en su bolsillo, muy lentamente, y vio por última vez a su presa. Giró sobre sus pies y parpadeó al encontrar a la luna iluminándolo. Con una última mueca en sus labios abandonó la habitación. Justo en el instante en que una nube pasajera volvía a apagr el brillo en el cielo.

******** ****** **** ** * RoSe 2004