Capítulo 23: "Rosas para el dolor"

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Se encontraba sola, sin más compañía que la soledad misma y los rápidos y violentos latidos de su corazón. Abrió sus ojos, nerviosa de lo que se pudiese encontrar frente a ellos. Aquello la perturbó mucho más de lo que imaginaba. Un mundo de utopía se mostraba ante ella; bajo sus descalzos y pequeños pies, un sendero de pétalos de rosa se extendía. Sobre ella, un cielo del color del infierno vigilaba cada uno de sus movimientos. Tembló al recorrer con su mirada el lugar, un lugar que parecía ser el fruto de un sueño y una pesadilla unidos. Miró el sendero a sus pies, el cual se extendía a lo largo del sitio. No se veía ningún destino al final de él, ni mucho menos parecía tener un final siquiera.

Comenzó a caminar temerosa, sintiendo el aroma de los pétalos rodeándola. Se mordió un labio insegura y volteó su cabeza hacia atrás sin dejar de caminar, sólo para ver el mismo camino de rosas dirigiéndose hacia la dirección contraria y fundiéndose a lo lejos con el cielo color sangre. Dirigió su mirada nuevamente al frente. Lo que encontró delante de ella la hizo detenerse súbitamente por completo. Sus dos mejores amigos estaban frente a ella, hablando algo consternados, a un lado del camino de pétalos. La castaña los llamó sorprendida, aunque ellos ni se inmutaron. Trató de salirse del sendero, y al poner el pie derecho fuera de él, Harry y Ron se dieron vuelta y la saludaron algo cansados, como si hubiesen estado esperándola por siglos.

-Vaya, Herm. ¿Dónde estabas? –exclamó el ojiverde.

-Yo... ¿Qué...? –dijo ella, parpadeando confundida.

-Fuimos a buscarte a la biblioteca, pero sólo vimos al idiota de Malfoy.

-¿Malfoy...? ¿Biblioteca...? –balbuceó, sin entender. A la creciente confusión de Hermione, se le sumó el hecho de que en esos pocos minutos que habían transcurrido, no había notado que sus dos mejores amigos vestían las túnicas y el uniforme de Gryffindor. Se miró a sí misma y se azoró al ver que ella también llevaba su uniforme y su insignia de prefecta. Volteó para observar el sendero de rosas a sus espaldas, pero éste había desaparecido, dejándole el lugar a un suntuoso retrato de un caballero negro.

-¿Todo está bien? –inquirió Harry asustado.

Ella volteó y enfrentó sus profundos ojos esmeralda, que la observaban extrañados.

-Eh... sí, eso creo –murmuró para sí misma. Miró a su alrededor y reconoció el pasillo que llevaba hacia la torre Gryffindor, alumbrado por las antiguas antorchas de mármol encendidas, y los copos de nieve cayendo a través de la ventana. Se preguntaba qué diablos era lo que sucedía, cuando Ron volvió a hablar.

-Hermione, sé que no deberíamos meternos, pero oímos que tú y el jodido de Malfoy estuvieron hablando ayer –observó algo molesto.

-¿Qué...? –dijo ella una vez más. –Oh, perdonen chicos pero... ¿Qué fecha es hoy?

Los muchachos se miraron atónitos y rieron con ganas.

-Es 12 de enero. Vaya, Hermione ¿qué te sucede?

-N-nada, lo siento, es que ando algo distraída ultimamente –mintió.

-Ayer nos dijiste que tenías algo importante que decirnos –siguió Harry. –Algo sobre él –agregó haciendo referencia al Slytherin con una mueca de odio.

Hermione trató con todas sus fuerzas de recordar qué era lo que Harry le preguntaba. Por lo menos, ya sabía qué día era. Y por su uniforme, supo que, por alguna extraña razón, había retrocedido en el tiempo hasta su último año en Hogwarts. No entendía realmente porqué el camino de pétalos y todo ese mundo se había esfumado y éste había aparecido. Repasó una vez más la fecha en su mente y, con un pequeño sobresalto, recordó lo que Harry quería saber. Hacía exactamente una semana de ese tiempo, Draco Malfoy le había confesado cuánto la amaba. De pronto, las imágenes de ese día se sucedieron una tras otra en su mente cual morbosa película: su confesión del hecho a sus amigos, la ira y la incredulidad denotadas por ellos y, finalmente, la aceptación por parte de Hermione del engaño de Draco y por consiguiente, su rechazo hacia las palabras del corazón del rubio.

-¿Lo recuerdas? –preguntó Ron, sacándola de sus pensamientos –Ayer nos lo dijiste.

-Sí... claro –respondió. Sin duda tenía que confesárselo a ambos, los cuales la persuadirían de la treta del Slytherin, que seríapara siempre el dueño de su corazón. –Yo... lo que voy a decirles es muy importante y extraño también, así que por favor escúchenme.

-Seguro... –dijo el ojiverde. El pelirrojo asintió en silencio.

-La semana pasada... seguí a Malfoy después de que ustedes fueron a ver a Hagrid.

-¿Lo seguiste?

-Sí, yo... no me creí a a mi misma, pero me preocupó luego de habérnoslo cruzado en el pasillo. Como dije, lo seguí... y me descubrió. Discutimos un momento, pero después hablamos tranquilamente por primera vez en nuestras vidas; pero de lo quería hablarles es más extraño aún... Él me dijo... que me amaba.

Decir que Harry y Ron estaban sorprendidos, era faltar a la verdad. Ambos se encontraban en una especie de shock, abriendo los ojos grandes como platos.

-Lo sé, al principio también me costó creerle, pero...

-¡¿Osea que le creíste?! –masculló Harry lleno de ira.

-Harry...

-¿NO lo entiendes, Hermione? –inquirió el pelirrojo, con las mejillas coloreadas de enojo. -Te está engañando, es sólo un invento de ese malnacido para hacerte daño!

La castaña recordó aquella frase al instante, grabada por siempre en su mente. Si tan sólo ellos supieran cuánta verdad había en las palabras del rubio, cuánto la amaba y la seguiría amando por otros 5 largos años. Si tan sólo ellos hubieran sabido escucharla, hubieran comprobado cuánto ella también lo amaba. Si sólo el miedo no la hubiese atrapado, condenándola a sufrir por ese amor en silencio. En ese instante, una idea impulsada por el rencor guardado y nacido de esa discusión acometió su ser. ¿Por qué no ahora, que estaba completamente segura de lo que sentía por Draco, cambiar los hechos? Diría lo que tendría que haber dicho hace tiempo de una vez por todas. No podía dejar que la historia se repitiera ni iba a hacerlo.

-Claro que lo entiendo, Ron. Uds son los que no son capaces de escucharme. Es verdad, ¿Cuántas veces Malfoy nos insultó, humilló y molestó? Incontables. Pero siempre llega un punto en el que cambiamos, para mejor o peor, pero lo hacemos. Cuando vi en sus ojos, supe que él había llegado a ese punto, y su propio corazón me lo dijo. No voy a correr hacia sus brazos, pero le daré la oportunidad de probar lo que dice. Lo haré porque es lo que mi corazón me dicta, y no pienso ignorarlo una vez más. Todos merecemos una oportunidad –concluyó, con ojosapagados y meditando en sus adentros sus últimas palabras.

Al pronunciar esa última frase, sus amigos y el lugar comenzaron a desvanecerse lentamente. Una vez más, la Gryffindor se azoró, pero justo cuando iba a retenerlos, Harry y Ron habían desaparecido, y el sendero de rosas había vuelto a mostrarse, esperando a que ella se subiera nuevamente.

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La Gryffindor volvió a recorrer con precaución y pies descalzos el sendero, como si en cada paso dejara su vida. Estaba aún muy sorprendida de lo que había sucedido hacía sólo unos segundos atrás. Todo se perdió en el aire al rehacer la decisión que erróneamente había tomado en el pasado, como si se tratase de una prueba que acabara de superar. Se hallaba meditante y a la vez atenta al camino, cuando con un nuevo sobresalto divisó a un muchacho que se encontraba de pie en el estéril suelo a orillas del sendero de rosas. Su cabello platinado caía libremente hacia sus costados, y parecía estar apoyado en una pared invisible y con una pierna flexionada. Hermione siguió unos pasos más y se detuvo justo enfrente de él, aunque el rubio ni se dio por enterado. Una vez más, la castaña se salió de su camino, y en ese instante, Draco malfoy se incorporó de un salto al ver a la muchacha acercándose.

Observó el escudo de Slytherin y la insignia de prefecto sobre su túnica y sus manos dentro de sus bolsillos. Miró a su alrededor y distinguió unos metros más alejada la estatua de la Bruja tuerta. Detrás de ambos, un magnífico ventanal con la "H" de Hogwarts en vitró que reflejaba el cielo cubierto de nubes blancuzcas. Posó su mirada en la de él, que irradiaba calidez a pesar del frío de su color.

-Pensé que no vendrías –murmuró el joven, desviando la mirada hacia los terrenos cubiertos de nieve.

-Yo también pensé lo mismo –respondió, casi automáticamente. Su mente parecía saber exactamente qué decir, ya que esta conversación habría de quedar grabada en su cabeza para toda su vida.

-Antes de que vayas a decir nada, quiero aclararte esto: todo lo que te dije aquella tarde es verdad. Sé que no me habrás creído ni una palabra, pero he llevado ese peso en mi interior durante mucho tiempo y sólo quería que lo supieras. El resto está en ti... –concluyó, volviendo a desviar su mirada.

Hermione no necesitó preguntar la fecha, el lugar o el motivo por el cual se encontraba allí y frente a él. Sabía el porqué de todo con demasiada exactitud. Era la tarde en que se había mentido a sí misma y al dueño de su corazón.

-Draco yo... –balbuceó nerviosa. El muchacho, presintiendo su respuesta, bajó la mirada.

-Lo sabía... –se lamentó –Ellos... ellos te convencieron, ¿verdad?

-Ellos...

-Te convencieron de que todo eso fue una jodida mentira, ¡una mierda para hacerte daño! –vociferó, lleno ira y golpeándo la pared con su puño.

Hermione se sintió morir al ver la sangre emanar de los nudillos del Slytherin, lenta aunque a borbotones, incapaz de contener su cólera. Su mente se lleno de rencor hacia sus propios amigos y hacia el recuerdo del rechazo. De pronto, supo exactamente cómo acabr con todo ello, y sus temores se desvanecieron al ser acometidos por la voz de su propio ser.

-Sí, ellos me dijeron todo eso, e inmediatamente vi lo que sería si tu y yo estuviésemos juntos. Perdería la confianza de mis amigos, todo Hogwarts hablaría a mis espaldas. Pero me llevaría 5 largos años darme cuenta y aceptar que en realidad tenía miedo. Miedo de conocerte, de confiar en ti, de perder todo lo que había forjado junto a Harr y y Ron... y de enamorarme de ti.

El rubio levantó la mirada hasta encontrar aquellos ojos color miel que eran los causantes de sus noches sin sueño. Escuchó sus palabras, y sintió que estaba frente a una Hermione Granger nueva, más fuerte. Se acercó a ella y la rodeó con sus brazos, a la vez que la voz de la castaña comenzaba a quebrarse.

-Yo... no quiero pasar el resto de mi vida pensando lo que pudo ser y no fue, y no puedo continuar sin escuchar a mi corazón...

-Hermione... lo estás haciendo –la corrigió él con ternura y encontrandosu mirada.

-Draco yo... te amo –susurró, al tiempo que los labios del rubio se fundían con los de ella en un dulce beso. Hermione se sintió a salvo en sus brazos, justo como había sido antes de que lo perdiera. Antes de poder saborear la menta en la boca del rubio, sintió sus brazos soltándola suavemente. Abrió sus ojos separándose de él y dirigió una última mirada hacia aquellos grises ojos que se perdían en el cielo rojizo del siniestro paisaje. Abatida, volvió la vista hacia atrás y descubrió las rosas esperándola con su perfume en el sendero.

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La Gryffindor no tuvo más remedio que volver a recorrer el sendero. Estaba cansada, vencida por los recuerdos que había revivido. Cada uno había reabierto heridas que ellas habíacreído vanamente olvidadas, y le hacían volver hacia atrás en su memoria y repasar los errores que había cometido. Pero para cada una de esas preguntas que Hermione se formulaba muy dentro de su ser, la respuesta era siempre la misma: temor. Había sentido temor de confesar su amor por el joven Slytherin, de conocer la voluntad de sus dos mejores amigos, de caer indefensa y rendida de amor en los brazos de Draco. Ella no quería admitirlo, orgullo de mujer lo llamaba.

Pero como ella bien había dicho, en cierto momento de la vida las personas cambian, y la castaña había hace algún tiempo pasado aquel punto, y lo había demostrado con cada una de las decisiones que había tomado anteriormente. Pensó que iba a sentirse peor que si no las hubiese cambiado en absoluto, como si un viejo y continuo dolor se hubiese calmado. A la vez sintió como si éstas hubiesen sido pruebas, retos para comprobar que había aprendido de sus propios errores. Se sonrió pensando en que la vieja niña indefensa había quedado atrás, y la nueva había sorteado sus hirientes recuerdos y había salido airosa de ellos.

Detuvo su marcha nuevamente, al divisar un antiguo libro color azabache sólo unos pasos más adelante. Se preguntó qué vendría ahora, y se acercó hasta él. Se arrodilló expectante y con una mano curiosa abrió el libro. Pensó que sería tal vez un volumen que había tenido algo que ver con su pasado, pero se sorprendió al ver que dicho objeto estaba completamente en blanco. Lo hojeó de atrás hacia delante y viceversa, pero sus páginas estaban vacías de toda palabra.

Lo cerró de un golpe y algo irritada, tal vez su propia mente le estaba jugando una muy mala broma. En ese momento, un haz de luz dorado brilló en el interior del objeto. Hermione volvió a abrirlo y buscó en sus silentes páginas hasta llegar al lugar donde el brillo la llamaba: la mitad del libro. El destello comenzó a apagarse lentamente dejando al descubierto una leyenda que la castaña contempló perpleja:

"De ille interioris devorare"

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Despertó tan súbitamente como si la hubieran abofeteado. Parpadeó ante la cegadora luz del sol que entraba a raudales por su ventana. Se incorporó y de desperezó, con ganas de quedarse unos minutos más en la cama. Meditó acerca de lo que parecía haber sido un sueño demasiado real, aun para ella. No entendió muy bien por qué había soñado todo eso y menos aún comprendió por qué justo en ese momento, en el que parecía haber perdido toda esperanza de recuperar a Draco. Sintió curiosidad una vez más por aquel libro envuelto en sombras, cuya leyenda en la mitad de aquel misterioso volumen permaneció grabada en la mente de Hermione.

-"De ille interioris devorare" –murmuró para sí misma –Es latín, pero...

Cansada, volvió a hundirse en las sábanas pasteles y al cerrar nuevamente sus ojos, sintió el sutil aunque dulce aroma de un perfume que, para su temor, le parecía demasiado familiar. Su mente comenzó a formular toda clase de hipótesis, hasta que al voltear hacia el lado izquierdo de su recámara, descubrió una rosa negra sobre su mesa de luz. Recorrió la habitación con la mirada esperando hallar algún indicio de alguna intromisión en su morada. Volvió a mirar la siniestra flor y el miedo se apoderó de ella. sabía lo que esas rosas significaban en el mundo mágico.

Se puso de pie en ese momento, y se dispuso a cambiarse de ropa. A cada instante le dirigía un rápido vistazo a aquella flor que ahora había comenzado a adquirir un brillo oculto, y con temor comprobó que uno de sus pétalos comenzaba a desprenderse. Terminó de vestirse y, antes de partir, tomó la rosa por el tallo con cuidado. Bajó las escaleras y desayunó ligero, pues aquella sorpresa le había quitado el apetito. Luego de un momento, tomó su bolso y salió de su casa en dirección a su auto. Se subió al vehículo y se detuvo unos instantes antes de arrancar. Volvió a colocar la rosa frente a sus ojos, y después de tanto tiempo supo exactamente qué hacer. Sería doloroso, aún más de lo que ella sería capaz de resistir, pero era su última opción.

-Ya es hora –susurró, dejando la rosa en el asiento del acompañante, al tiempo que otro pétalo comenzaba a caer.

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Entró al edificio que la aguardaba en silencio, y cuya atmósfera podría haberse fácilmente confundido con el ojo de una tormenta: calmo aunque alerta. Caminó los pasillos que conducían al despacho de Harry Potter con prisa, como si temiera arrepentirse de lo que estaba apunto de hacer. Reunía fuerzas a cada paso que daba, y llevaba en su mano derecha la rosa envuelta en sombras. Sus pies se detuvieron frente a una puerta de roble con la placa dorada que señalaba el lugar a donde se dirigía. Tomó aire y entró, sin golpear siquiera. Descubrió a un Harry inmerso en una gran carpeta azul cielo, cuyos papeles se encontraban dispersos por todo su escritorio.

-Harry... –llamó la castaña. –Lo siento, ¿estás ocupado?

-Eh? Ah, hola Herms... –saludó, con una sonrisa triste. –No, sólo... repasaba algunas cosas...

-Volveré más tarde entonces... –terció.

-No, quédate. Me vendría bien algo de compañía.

Ella tomó asiento en un pqueño sillón del despacho, y amobs se mantuvieron en silencio por un largo y, para Hermione, interminable rato. Finalmente tomó la palabra.

-Yo... quería disculparme por lo de ayer.

-Ah... no fue tu culpa, ambos fuimos unos idiotas –dijo él recordando la pelea.

-No, en serio. Yo no tendría por qué haberte...

-Está bien, Hermione, de verdad –la interrumpió con buena intención. –No te preocupes. Además, te quiero demasiado como para enojarme contigo durante dos días seguidos –terminó, sonriendo.

La muchacha le devolvió el gesto aliviada. Se sintió inmensamente feliz de tener a harry a su lado en esos momentos, en los que tan mal la estaba pasando. Se levantó de su asiento y abrazó a su amigo, quien la estrechó fuertemente contra sí.

-Gracias... –murmuró al oído de su mejor amigo, con una sonrisa en los labios –no sabes lo mucho que te necesito y te quiero...

Harry oyó la voz de su amiga tranquila aunque con una fortaleza que yacía en cada sílaba que pronunciaba.

-Sólo la mitad de lo que yo te quiero y te necesito a ti –respondió él con suavidad.

Permanecieron así, perdonándose en el silencio y el calor de un abrazo sincero. El ojiverde sintió que algo estaba preocupándola, y se moría de ganas de averigüarlo. Afortunadamente, al menos para él, no tardaría mucho en conocer el motivo.

-Tengo algo que decirte... –susurró hermione –pero antes busquemos a Ron. Él también debe saberlo...

Se separaron, y justo cuando Harry accedía silenciosamente a la petición de su amiga, un pelirrojo algo risueño asomó por la puerta del despacho.

-¡Harry, no te imaginas! El idiota de Jack perdió... –calló de repente, al ver a la morena y al ojiverde observándolo. Su risa se fue apagando de a poco. –¿Sucedió algo?

-No, Ron –lo tranquilizó ella, con una sonrisa melancólica. –Ven.

Se acercó a ellos y tomó una butaca oculta tras la puerta. Acto seguido entorno la puerta, se colocó al lado de su amiga y le lanzó una rápida e inquisitiva mirada a Harry, quien se la devolvió aún más desconcertado.

-Lo que voy a decirles –comenzó, reuniendo fuerzas –es algo que desde hace tiempo debía decirles y no fui capaz de hacerlo. Es algo que me pesa en lo más profundo de mi alma, y espero que sepan entenderme, así como también espero que sepan entender mis motivos...

-Lo haremos... –respondió Harry sin pensar en lo que se avecinaría. –Tranquila. Sólo dilo...

-Es difícil... es difícil y doloroso confesarlo, pero las mentiras tienen que acabarse.

Ambos la miraron algo preocupados y confundidos. Querían saber más, pero dejaron que ella prosiguiera.

-Yo... les he mentido. Todo este tiempo.

-¿Qué? –inquirió Ron, incrédulo.

-Desde aquel día, en que Malfoy me lo dijo todo y yo me vi forzada a rechazarlo... les he mentido.

Hermione vio cómo sus amigos se esforzaban por comprender lo que estaba diciendo.

-Cada vez que lo veía, no podía evitar que mi corazón latiera inconteniblemente dentro de mi pecho. Sabía que estaba equivocado, pero no podía detenerlo. Hice todo por evitarlo, pero era más fuerte que yo... y no pude. No quería ni pensar en lo que uds. dirían, aunque en mi interior ya lo sabía y tampoco me importó. Yo... me enamoré de él, como nunca lo podría haber imaginado, y en sus ojos pude ver que lo que él sentía por mí siempre fue real. El me abrió su corazón... y lo amé. Y nada ni nadie nos importó. –terminó, alzando la vista y encontrando la de sus mejores amigos. El modo en que la miraron le hizo recordar una de las escenas de su sueño. Sólo que esta vez, ellos no se desvanecieron.

-Es decir que tú... y él... –balbuceó Harry entrecortadamente, entiéndolo todo.

-¿Lo amaste? –dijo, Ron, visiblemente confundido y enfadado. Sentía como si le acabaran de contar una muy mala broma.

-No quise seguir engañándolos. Aún lo amo...

-¿Aún lo amas? ¿Después de todo lo que ha hecho y sigue haciendo? ¿Después de... ?

-Sé en lo que se ha convertido, pero aún así no puedo olvidarlo –irrumpió, con ojos mojados –Trato de convencerme de que ha muerto, pero no puedo...

-¿Y por qué tardaste tanto en decirnos todo esto? –preguntó Harry, un poco más compresivo aunque también enojado.

-Supongo que es porque sabía que uds. lo matarían, pero cuando cambió... –se detuvo, al mismo tiempo que una lágrima caía por su mejilla.

-¿Cambió? Hermione, él siempre fue así. Nos engañó a todos con su actuación, fingiendo ser alguien que nunca podría haber sido, pero a ti... te lastimó –espetó Harry crispando los puños de ira.

-No, él nunca fue así...

-¿Cómo lo sabes? –dijo Ron.

-¿Por qué él me lo dijo –aclaró ella, con voz débil. –Él nunca mató ni luchó junto a los mortífagos ni junto a Vo-Voldemort –balbuceó, haciendo caso omiso del sobresalto de Ron. –Él mismo renegó de su padre y rechazó su destino.

-Te mintió. Al igual que a todos nosotros.

-No, no lo hizo –respondió Hermione con dureza –Lo sé. No me pregunten cómo, pero lo sé. Sus ojos no lo dejaban mentirme.

-Aún sigo sin entender por qué nos lo ocultaste –dijo Harry, al tiempo que se quitaba las gafas y se refregaba ambos ojos cansinamente. –Podríammos haberte ayudado.

-Lo sé... y no crean que no lo pensé un millón de veces. Pero me mantuve en silencio porque creí que volvería, que lo recuperaría –dijo bajando la vista y dejando caer otra lágrima. –Aún tenía esperanzas... Pero ya es tarde. Él no volverá... y ya no puedo seguir mintiendo –calló, reparando en esas últimas palabras. -Sé que esto sonará a locura y sé que no tengo ningún derecho a pedírselos pero... querría... quiero que me perdonen.

Sus dos amigos la miraron aún algo enfadados por sus acciones, pero no pudieron negárselo. Sus ojos caramelo eran imposibles de odiar, y aunque podrían haberse enfadado con ella por siempre, no lo hicieron. Trataron de entenderla y, aunque con algo de esfuerzo, lo lograron.

-Hermione... tú eres lo más importante que tenemos, y por más que hayas hecho todo esto... no vamos a abandonarte –aseguró el joven de la cicatriz.

-Sabemos que esto debe ser muy doloroso para ti... peronos tragremos nuestro orgullo y te ayudaremos... –dijo el pelirrojo, tomando el rostro de su amiga y secando su mejilla con el pulgar.

-Muchas gracias... –susurró débilmente, al tiempo que se acercaba a ambos y, luego de darles un cálido abrazo, les regalaba un dulce beso en la mejilla a cada uno. Sus mejores amigos se sonrieron, y ensus rostros un pequeño rubor brotó. –Hay algo más que debo enseñarles...

Alzó su mano derecha, con la cual sostenía la rosa, y se las mostró a ambos, los cuales se sorprendierony a la vez se alarmaron. La flor que Hermione poseía era más que sólo eso. Y ellos lo sabían muy bien.

-Hermione... ¿Quién te la dio? –inquirió Harry muy serio.

-No lo sé... estaba sobre mi mesa de luz cuando desperté esta mañana –respondió confundida. –Pero tengo una idea de quién pudo haber sido.

-¿Entró a tu habitación? ¿Pero cómo...? –se preguntó Ron desconcertado.

-No tengo la más mínima idea... No oí nada, además todo estaba cerrado, mi ventana y la puerta de calle. No había ni un signo de que alguien hubiese entrado.

-Este es extraño, muy extraño –acotó Harry frunciendo el entrecejo y observando la rosa, ahora en sus manos. –Y además peligroso. Hermione... tu vida depende de esta rosa ahora.

-Lo sé... -respondió ella, con una tensión evidente en la voz.

-Esta es la rosa del infortunio. Con cada pétalo que caiga...

-Cosas terribles sucederán... Muertes, asesinatos... Todos a mi alrededor o hacia mis seres más cercanos... –dijo ella, con la vista baja y mordiéndose un labio.

-Y cuando el último caiga... –siguió el pelirrojo.

-Él vendrá por mí –terminó la castaña, alzando la vista y esforzándose por mantenerse impasible.

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Vayaaaaaaaaa!!!! Qué final eh? Seguro más de uno estará furioso por haberlo dejado una vez más con la intriga, pero es que me gusta terminar cada capítulo así... le agrega un toque de suspenso a la historia... jaja, ya sé, "no es gracioso Rose", pero es verdad. No se enfaden, esta vez les dejaré un pequeño adelantito del próx. capítulo como premio consuelo:

*Angel le confesará a Hermione que escuchó la conversación que ella, Ron y Harry mantuvieron.

*Ella le contará acerca de su sueño y comenzará la búsqueda de aquel antiguo y misterioso libro.

*Una noticia inesperada hará que nuestra castaña tome medidas drásticas...

Espero que esto les sirve para esprar el próximo capi, y lamentablemente es mi deber como autora de este fic, decirles que la historia está llegando a su fin. No se preocupen el proximo no será el último, pero sí faltan muy, muy pocos y queria que lo supieran... No saben cuanta tristeza me da terminar este fic, aunque todavía el final no está escrito, pues ha sido increíble la respuesta que recibi de todos uds., que hicieron posible que esta historia existiera. Sin más qué decir les agradezco muchisisímo que hayan leído este capi y espero que les haya gustado.

Un agradecimiento muy especial a J@ina, Artemisa2, ross malfoy y Thurisaz; siento mucho no poder contestar sus reviews, pero de verdad les agradezco que hayan leído los caps. Y me hayan apoyado. Saludos y abrazos!! Hasta la próxima!!!

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