Todo de mí

Escrito por bobalon, traducido por Fox McCloude

Disclaimer: Gotoubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. La historia le pertenece a bobalon, yo solo tomo crédito por la traducción. Todos los derechos reservados.


"Un corazón consciente no es immune al cambio.

Toma cosas porque quiere todo, y las da porque no merece nada.

Un corazón humano es aquel que está dispuesto a perdonarse a sí mismo.

A amarse a sí mismo.

Y finalmente, a tener compasión por sí mismo."


Capítulo 1 — Sinceramente, una mentirosa


Un centenar de hojas se movían en vaivén. Pequeñas sombras danzantes enmarcaban el paseo bajo el cielo estrellado. Desde esta alta percha (observando las aceras y el distante patio en los terrenos de la escuela) tanto los brillos como las sombras del ocaso se esparcían en una vista clara e ininterrumpida, mientras cada tono se fusionaba con el otro.

Cautivador, tanto como lo era de frío. El acompañante escalofrío que traía consigo el atardecer había hecho que la solitaria estudiante se diera cuenta de cómo había dejado vagar su mente sin rumbo, recolectando esos pensamientos anhelantes y apasionados. Pensamientos que eran hermosos y tristes, amargos y a la vez dulces. La calidez de su aliento formaba breves nubes cuando sus manos se ahuecaban sobre su nariz.

- ¿Qué estoy haciendo? – murmuró Ichika mientras sacudía lentamente su cabeza.

Una habitación. Una habitación para cada una de ellas, ella misma y sus hermanas. Esa fue la promesa que todas habían hecho; la regla de otro juego más. Sin importar lo que sucediera en los siguientes momentos (quienquiera que fuese la elección de Fuutarou Uesugi) las cinco aceptarían el resultado, sabiendo que el último año les había dado amplio tiempo para abrir sus corazones. Este era el cierre. Cierre para sí mismas, para cualquier sentimiento malo que quedase por enterrar, y para la persona que el destino humorísticamente había enredado entre todas ellas.

Ichika se paseó dando largas de ida y vuelta por todo el balcón, corriendo sus dedos contra las frías barandas de metal. – Lo siento, Fuutarou-kun. – murmuró con una risita. – No siempre hemos sido justas contigo, ¿verdad? Desde el principio, las cosas siempre fueron más difíciles de lo que debían haber sido. Te causamos problemas. Te echamos cargas encima. Y esta vez tampoco es que sea diferente.

Respiró lentamente contra sus palmas. – Me pregunto… ¿qué clase de cara estarás haciendo en este momento? Cómo debes estar caminando lentamente por estos corredores vacíos. Luego de todo este tiempo, ¿tienes alguna duda de la puerta tras la cual te paras? Ya sea que se trate de Nino, Miku, Yotsuba, Itsuki-chan...

Las breves nubes de su aliento comenzaron a crecer con el pasar del tiempo que pasaba en este silencio solitario. Ichika se preguntaba, entre la enorme oleada de cambios que fue todo este último año, ¿cuándo había encontrado tiempo para apreciar un momento en el cual el tiempo se movía tan lentamente? Un momento tranquilo y largo, simplemente para pensar sin distracciones.

La juventud y la adolescencia parecían algo extraño para ver en retrospectiva. Había pensado que era algo que solo harían las personas mayores, por los tiempos ahora distantes. Tanto los placeres como los arrepentimientos. Dieciocho años como la mayor de sus hermanas. Aunque todas fueran quintillizas, la responsabilidad de la hermana mayor tenía su manera divertida de llegar hasta sus hombros. Ser el primer hombro para llorar; la primera a quien acudir por consejo; la primera en dar un paso al frente. Dieciocho años, y aun así, nada se comparaba con el viaje que podría considerar que fue este último año. Debutar como actriz, tener su primer apartamento, llegar hasta su graduación, un final apropiado para estos últimos años de preparatoria, y la entrada a este mundo aún más extraño llamado adultez.

Fueron esos momentos colectivos a través de un solo año que hicieron que la Ichika Nakano del pasado parecía tan simple e idealista en comparación. Era la fresca nieve recién caída que moldeaba las pisadas ambiciosas que marchaban hacia adelante. Eran las lentas gotas de una lluvia temprana, ignorantes de cualquier advertencia de la inminente tormenta. Era el insufrible impacto del calor del verano, tan fuerte que el mundo no podría echarle la culpa por dudar y darse la vuelta. Eso era todo. Todo aquello que se parecía a su verdadero ser, reunido a lo largo de estos fatídicos días.

Y además, era el sabor agridulce de su primer amor.

- ...y, si también seré yo. – Ichika se apoyó sobre las barandas de forma que su mentón quedase entre sus brazos. – ¿Estaría bien… que siga soñando solo un poco más? ¿Al menos eso? Después de todo, ¿cuánto más tendremos que seguir aferrándonos a estos sentimientos?

Tal vez el tiempo moviéndose tan lentamente siempre había sido una bendición disfrazada. Este largo, paciente silencio caía lentamente como la arena a través de un reloj. Solo le llevó una larga mirada para que el tiempo se desacelerase aún más, como si sus ojos fuesen las manos invisibles que de alguna manera estrujaban el delgado y frágil cuello del reloj. Un pasaje lento y forzoso.

Esta aparente pausa en el tiempo no era solo para pasar a solas, sino en compañía de sí misma, con Ichika Nakano. ¿Qué derecho tenía de sentirse orgullosa? Si este último año era todo lo que la había forjado (incluyendo los verdaderos colores de su corazón), entonces no se merecía nada.

No importaba lo mucho que sintiera que había crecido, Ichika sabía que habría una cosa que nunca cambiaría; que siendo la mayor de cinco hermanas, la confianza era inherente. La confianza era algo que parecía recaer sobre ella sin preguntas. Una hermana mayor que no podía decir mentiras. Una hermana mayor que no debía decir mentiras. Naturalmente, eso también significaba decir mentiras convincentes (aunque fuese solo una mentirilla blanca aquí y allá) las cuales hacían temblar su lengua tan fácilmente como respirar. La verdad y las mentiras eran el arco y cuerdas de un instrumento, y si la disonancia se podía disfrazar como una melodía, entonces Ichika Nakano era toda una virtuosa.

Si había una sola verdad que se podría decir a sí misma, esa era que alguien que quería tomar todo para sí mismo no se merecía nada. Morirse de hambre era castigo apropiado para un corazón negro.

Y aun así, ella continuaba observando. Observando y esperando, con nada excepto la repetición de las ramas, hojas, y especialmente, de la brisa que soplaba. Era dulce, una bendición en el silencio de arrepentimiento.

Un silencio algo menos solitario.

- Hace frío aquí fuera, ¿no crees? – le dijo una cándida voz a su alrededor.

Una voz que conocía demasiado bien. Una capaz de generarle tanto frustración como nervios. Una voz que hablaba palabras dulces, cariñosas, y que igualmente la regañaba con paciencia al límite, todo detrás de una gentil mano que le acariciaba su cabeza. – ...Ichika.

Fue casi demasiado fácil.

Pensó que estaría contenta con las cosas como estaban ahora, conforme con todo lo demás excepto esto. Lo intentó. Se esforzó tanto como pudo, pero fue demasiado fácil. Nada más en el mundo podría haberle hecho traicionar la paz que había tratado de poner en su mente. Nada más en el mundo podría haber hecho que cualquier otro pensamiento fuese insignificante,

- ...sí. – murmuró Ichika. – Así es, Fuutarou-kun.

Un silencio rígido y dudoso no era algo para sorprenderse cuando se trataba de Fuutarou. Eso estaba bien. Este momento era suficiente. Cualquier otra cosa, e Ichika no tendría la primera idea de qué hacer, o decir. Le daba más tiempo para calmar su acelerado corazón, pero incluso si las estrellas en el cielo desaparecían eventualmente, Ichika sentía que difícilmente la ralentizarían.

Fuutarou tomó un profundo respiro. – Ichika…

- Fuutarou-kun. – Ichika enderezó sus brazos dando un largo y lento tirón de las barandas. – ¿Está bien si nos quedamos aquí tranquilos un poco más? Perdóname, pero una parte de mí está tratando de convencerme de que elegiste el cuarto con la quintilliza equivocada. No me enojaré si lo hiciste. – Se rio de sí misma. – Sí sabes que no puedes llegarle de sorpresa a una chica de ese modo cuando está sola, ¿verdad?

Sus ojos se giraron hacia el cielo nocturno. – Apenas hace un momento, parecías estar mucho más lejos, Fuutarou-kun. He tenido mucho tiempo para pensarlo. Más de lo que jamás pensé que necesitaría. Un año vino y se fue, así nada más, y todos hemos cambiado tanto. Es casi bizarro. Desde que entraste nuestras vidas… hay veces en las que no puedo encontrar las cosas correctas para decir cuando se trata de ti. En este momento, solo quiero quedarme aquí. No te importa, ¿verdad?

- "Por favor,"le suplicó Ichika a su propio corazón – "por favor ve más lento. Solo un poco. Si no, apenas podré pensar con clari…"

- De hecho – Fuutarou la interrumpió con una inesperada dureza en su tono – sí me importa. Me importa muchísimo como no tienes idea.

- ¿Huh? – Ichika finalmente volteó a verlo, apenas logrando contener esa expresión rígida en su propio rostro. Demasiado rápido, tanto que las lágrimas sentimentales en sus ojos ni siquiera tuvieron tiempo de empezar a salir. – ¿Qué dijiste…?

- Dije que claro que me molesta, y mucho, Ichika.

Ella le dio una mirada larga y confusa. Entonces, esa era la cara que Fuutarou estaba haciendo. Un brillo rosa cruzaba por sus mejillas. El apretado agarre de sus dedos sobre las barandas de metal en el balcón. Sus cejas fruncidas profundamente con una gota de sudor nervioso rodando por la sien. Vergüenza y frustración, perfectas al pie de la letra.

- Tienes mucho nervio para venir a exigirme más cosas. – le dijo Fuutarou. – Después de todos los problemas que ustedes cinco me hicieron pasar. Especialmente tú, Ichika. Todos tus jueguitos, la insubordinación, el que casi abandonaste la escuela y me hiciste gastar gran parte de ese dinero que tanto esfuerzo me costó ganar para traerte de vuelta, y… ese… beso…

Fuutarou apresuró una tos, tratando de enmascarar la repentina ralentización de su voz. – ... ¡y por obligarme a venir hasta aquí arriba para venir a buscarte, y por elegir el cuarto más lejano en el piso más alto de toda la escuela! ¡Claro que me iba a importar!

Hizo una pausa para recuperar el aliento. – Era yo el que les debía a las cinco una respuesta. Pensé mucho y me esforcé para saber cómo debía manejar esto. Todo este tiempo… todo este tiempo que me tomé para reunir el valor, y aun así todas ustedes encuentran maneras de meterse bajo mi piel con sus estúpidos juegos. – Colocó una mano firmemente sobre su pecho. – ¡Creo que ya es tiempo de que yo también establezca algunas reglas propias! Voy a decirte exactamente todo lo que siento, Ichika, y me vas a escuchar.

- ¿Huh...? – repitió Ichika de nuevo. Si por cualquier casualidad Ichika se imaginaba la manera en que Fuutarou Uesugi se confesaría a una chica, difícilmente se habría esperado que fuese así. Tal pensamiento únicamente le llevaría a hinchar repentinamente los cachetes que rápidamente se escaparía en carcajadas. – ¿De qué diablos se trata todo eso, Fuutarou-kun? Aquí estoy, tratando de convertir esto en un recuerdo especial; debí haber sabido que te sacarías algo inesperado. Es decir, sabía que eras un desastre, ¡pero esto es totalmente diferente! ¡Es hilarante! ¿De verdad te estabas guardando todo esto dentro de ti todo este tiempo?

- Tch. – Fuutarou chasqueó sus dientes. – Adelante, sigue jugando conmigo. Sácatelo de tu sistema.

Incluso si ella fuese la única, Ichika se rio. ¿Cómo rayos podría llamar a esta sensación? Sentía que toda la angustia, toda la ansiedad había desaparecido, y todo lo que podía hacer era reírse. – Perdón, perdón. – le dijo. – Realmente no sé lo que debería decir ahora, o cómo sentirme en este momento. Me he estado esforzando al máximo, pero últimamente, no soy capaz de pensar con claridad cuando se trata de ti. – Ichika recobró la compostura, y luego lo encaró. – Ha sido muy difícil para ti, ¿no es así, Fuutarou-kun? Todo este tiempo… solo… lo siento. Por favor continúa. Quiero escucharlo todo. ¿Qué es lo que piensa Fuutarou Uesugi en este momento?

El tinte rojizo en el rostro de Fuutarou ya había llegado todo el camino hasta sus orejas. Sus manos cubrían la curvatura en sus labios temblorosos, e Ichika no quería otra cosa que no fuese quitarlas de en medio para saborear hasta el último detalle de su cara llena de vergüenza. Eso quería. Quería hacer todo eso y más, pero por el momento, ella sabía que Fuutarou se merecía al menos esto. Esa cara tímida de Fuutarou no hizo nada para esconder la vergüenza en sus ojos, e Ichika no se atrevió a desviar su mirada de ellos ni por un segundo. Se colocó el mechón de su cabello detrás de su oreja, encarando a Fuutarou con toda sinceridad. – Soy toda oídos.

Fuutarou tomó aplomo. Ya no había vuelta atrás. – Durante muchísimo tiempo, lo único para lo que fui bueno era estudiar. Lo único a lo que aspiraba era estudiar. En la escuela, en casa, los fines de semana, los días feriados, antes de irme a la cama y casi todo el tiempo que estaba despierto, me la pasaba estudiando. Pensé que estaba haciendo algo bueno para mí mismo y para mi familia. Caminar por el pasillo y ver mi nombre en la cima de esa lista todos los días, me convenció de que estaba haciendo lo correcto. Y así me mantuve, sin cambiar.

Respiró lentamente. – Pero pronto, la vida comenzó a arrojarme cosas más allá de papeles, exámenes y calificaciones en quizzes. Aunque fuese a una buena universidad, consiguiera un trabajo, y ayudase a pagar las deudas de mi familia, ¿qué más quedará para mí? ¿En qué momento durante todo ese tiempo he considerado que comenzaría mi vida? Hace un año, no habría visto ningún problema con nada de eso. No podría haberme importado menos algo como el festival escolar, o ir a la playa con mis compañeros. Y aún más allá de eso, hasta me habría burlado de la idea, pero… bueno, el amor es… yo… jamás entendí lo que significaba que te guste alguien, o el cariño, o la intimidad, o… nada de eso en absoluto, en serio. Solo era una pérdida de tiempo. Pero entonces… ustedes cinco de alguna manera aparecieron en mi vida.

Hizo una pausa, mirándola a los ojos.

- Ustedes cinco… sin duda alguna, el grupo de hermanas más... problemáticas. Molestas. E idiotas que haya tenido la mala suerte de haber conocido en toda mi vida.

Ichika soltó una risita nerviosa.

- A ninguna de ustedes les importaba un cuerno estudiar o sus calificaciones. Creí que eran casos perdidos; que solo eran unas mocosas mimadas sin una pizca de disciplina. Y entonces, me encontré más y más involucrado en cosas más allá no solo de sus estudios, sino de sus futuros. No había otra cosa que quisiera más que verles un futuro brillante a todas ustedes, incluso llegando a pensar que sería mi responsabilidad, cuando en realidad todo lo que hacía era entrometerme.

- ¿Entrometerte? – Ichika alzó una ceja. – No te estás dando el crédito suficiente, Fuutarou-kun. No te das cuenta de todo lo que nos has ayudado, cuando no éramos más que un quinteto de tontas.

- No, no lo entiendes. – suspiró Fuutarou. – Al final, la persona más tonta de todas era… yo. Como si fuese mejor más allá de lo académico. Tú me preguntaste antes, "¿por qué a un tutor como tú debería importarle tanto esto?" Y tenías razón. Pero antes de poder darte una respuesta real, ya era demasiado tarde. Terminé dejándome caer y ahogándome en todo lo que sucedió durante el año pasado. Como si todo lo que sabía ya no tuviera importancia. Como si estuviese traicionando el ideal que me había trazado para mí mismo, pero eso no era cierto en absoluto; solo me estaba dando cuenta de la verdad que siempre había rechazado y mantuve lejos de mí. Ustedes cinco no eran las que estaban perdidas. Yo sí.

- ¿A qué te refieres, Fuutarou-kun? – preguntó Ichika. – Lo único en lo que puedo pensar son todas esas veces que no hemos sido más que una molestia para ti. Decir algo como eso es… bueno…

- Y no te equivocas. – dijo Fuutarou directamente.

Ichika sabía que no debía sorprenderse por algo dicho tan libremente, pero era difícil no mostrarlo en su rostro. – Realmente no tienes pelos en la lengua, ¿verdad?

- Ja. – Fuutarou soltó una risa seca. – Si así fuera, habría desatado un infierno sobre ti y esos cuatro dolores de cabeza vivientes a los que llamas hermanas hace un largo tiempo. No tienes ni idea de la mitad de las cosas que siempre he querido decir.

- Bueno, de verdad eres todo un encanto, Fuutarou-kun. – se rio Ichika. – Pero supongo que decir algo como eso no va contigo. ¿Entonces? ¿Qué de bueno podrían haber traído cinco bellezas desastrosas a tu vida?

- Para ser honesto contigo… – Fuutarou miró a las estrellas en el cielo – … mucho más de lo que me podría haber imaginado. Ustedes cinco fueron las que me enseñaron lo que necesitaba aprender sobre mí mismo. Aunque esa parte sobre ser un fastidio era cierta, no todos los días fueron desagradables. Conocerlas a ustedes cinco… me hizo sentir que al fin lo entiendo. Por fin puedo entender algunas cosas que realmente importan.

Ichika permaneció en silencio. La mirada en los ojos de Fuutarou fue suficiente para saberlo. No eran los mismos en los que había mirado cuando se conocieron. Eran más sabios, algo más maduros. Era un brillo breve muy similar al de los suyos. Uno que había aparecido gracias al espíritu de la tonta adolescencia, reunía todas sus preciadas memorias, y las guardaba en un lugar donde nunca sería olvidado.

- Nino es testaruda, impulsiva, y a veces, puede ser una chica verdaderamente aterradora. – dijo Fuutarou dando una mirada nerviosa por encima del hombro, como si temiera que Nino estuviera escuchando. – Es como un tren bala cuyas únicas paradas son el infierno y de vuelta. Cuando nos conocimos, difícilmente nos podríamos llevar bien, mucho menos pensar en la misma página. Aunque ahora, he llegado a entenderla un poco mejor. Nino es de esa manera porque es orgullosa, y honesta en extremo. Tiene algo que valora más que nada en el mundo, y que todo mundo y lo demás se vayan al diablo. Lo que quiere podría cambiar eventualmente, pero si hay algo que Nino sabe, es que ya tiene todo lo que necesita. Nunca esconde quién es, nunca se tropieza cuando se trata de sus sentimientos, y no puedo evitar sentir otra cosa que respeto por ella. Nino me ha enseñado que en este mundo no hay tiempo para las tonterías, y que no hay nada más frívolo que dudar sobre ti mismo.

»Miku siempre había parecido una chica tímida y retraída. – La expresión de Fuutarou se suavizó en una sonrisa de calma. – Era alguien cuyos sentimientos solo importaban para sí misma. Aunque tenía cuatro hermanas idénticas, Miku siempre parecía estar muy sola. Una quintilliza misteriosa y taciturna con sus propios gustos de friki, pero llena de dudas sobre sí misma. Era una estudiante a quien pensé que tendría que manejar con cuidado para que pudiese florecer a pleno, pero todo lo que necesitaba… era un pequeño empujón. Un impulso en la dirección correcta. Miku siempre ha sido alguien fuerte, y nunca ha sido menos capaz que ninguna, y la persona en la que se ha convertido puede hacer que cualquier hermana, amigo o profesor se sienta orgulloso. Estar junto a Miku me ha enseñado que no siempre eres el tipo de persona que estás convencido que eres; que la gente difícilmente se queda atrás cuando se trata de crecer.

»Yotsuba... ¿por dónde comienzo con Yotsuba? – Fuutarou se pellizcó el mentón, pensando en las palabras apropiadas para ella. – Desde el comienzo, Yotsuba era la única que estaba dispuesta a que yo fuese su tutor. Era alguien que me hizo sentirme afortunado por tenerla de mi lado, pero me di cuenta, eso pensaba ella de todos los demás. Su tutor, amigos, clubes, y especialmente sus hermanas. Es escandalosa, un poco demasiado extrovertida, y parece mostrar siempre sus sentimientos a flor de piel, pero nadie es así de simple. Es una mentirosa terrible con muchas cosas que ocultar. Alguien que de manera desprendida mantiene su distancia, donde todos sus secretos están a salvo. De Yotsuba, he podido entender que a veces mereces ser un poco egoísta, aunque eso signifique estar en desacuerdo con los demás. Si me lo preguntas, Yotsuba desde hace tiempo merece permitirse algo de egoísmo.

»Itsuki es... bueno... hmm... – Fuutarou frunció ligeramente las cejas. Esta quintilliza sería un reto para él. – Bueno, Itsuki y yo nunca pudimos vernos de frente, y no creo que jamás lo hagamos. Discutimos y peleamos desde el momento en que ponemos un pie en la misma habitación. Pero, cierta hermana mayor metiche me ayudó a darme cuenta de algo. Que peleamos como amigos; que somos muy parecidos. Itsuki podría ser algo densa, podría ser algo terca… no, definitivamente lo es al cien por ciento, pero yo también. Es tan increíblemente estúpida que no se da cuenta de la clase de idiota que es, y yo soy culpable de lo mismo. Sin embargo, la Itsuki que nunca llegué a ver fue alguien que se esfuerza a diario por cumplir las expectativas que se impuso a sí misma, y cuando falla, no hay nadie que la atormente con eso más que ella misma. Y por mucho que tenga mis desavenencias con ella, no puedo evitar reconocerlo. Itsuki es muy seria, pero lo más importante, es que es humilde.

Fuutarou tomó un profundo respiro, y la encaró de frente. – Y tú, Ichika...

- Oh no... – Las mejillas de Ichika se encendieron. Definitivamente lo vio venir, pero aun así, nada podría haberla preparado para la ansiedad de su corazón. – Nunca creí que diría esto, pero una parte de mí desearía que siguieras hablando de otras chicas, Fuutarou.

- Ichika. – Fuutarou se mantuvo firme. – Eres muchas cosas. Eres la mayor, la que trabaja más duro, la que más mantiene su cabeza en alto. Cuidas a tus hermanas más que nadie más en el mundo, y no hay nada que no darías para ver lo mejor para ellas. Incluyéndome a mí. Cuando las cosas se pusieron difíciles, cuando me sentía inseguro de qué hacer, siempre fuiste tú la que lo notó y me dio consejos. Cuando fui yo el que te dijo que lo de actuar era una pérdida de tiempo y solo interferiría con tus estudios, no hiciste otra cosa sino demostrarme que me equivocaba. Honestamente, a veces siento envidia de ti. A veces actúas casi tan mimada como el resto de ellas, pero en realidad lo das todo de ti misma. Eres toda una hermana mayor. Siempre mirando hacia tu futuro, trabajando duro por tus sueños, estudiando durante tus ensayos… no me extraña que el resto de ellas te tengan tanta estima. Yo haría muy bien en aprender todo eso de ti.

- Sí... – Ichika bajó la mirada, con una sonrisa desganada formándose en sus labios.

- "No," – pensó para sí misma. – "¿Realmente cuánto crees que podrías entender en un solo año?" – Ella era una mentirosa. Desde el inicio, siempre había sido una mentirosa. La sabia y madura hermana mayor en quien se podía confiar ciegamente sin un ápice de duda. La actriz que conocía un millón de palabras para hacer mil rostros. Una mentirosa que no merecía nada, especialmente ser objeto de envidia. – Gracias, Fuu…

- Pero, más que solo la mayor – proclamó Fuutarou en voz alta – eres una quintilliza idéntica. La "mayor" solo por unos pocos segundos antes que tus otras hermanas. Pregúntate lo ridículo que eso podría sonar a veces. Tu confianza siempre ha sido tu mayor fuerza, pero debajo de ese exterior maduro y confiable, vi a alguien que aprendió a fingir todo eso. Pero, por una vez en tu vida, necesitas decirte a ti mismo que está bien que a veces cometas algunos errores. Está bien que te perdones cuando haces algo malo. Eres muchas cosas, Ichika. Eres una cabeza hueca, dormilona, poco disciplinada, y una completa holgazana. También eres alguien madura, serena, y en este momento, posiblemente eres la mujer más hermosa que jamás haya visto.

Fuutarou sufrió un momento de duda al ver cómo se ensancharon los ojos de Ichika. Vio cómo el cuerpo de la chica se estremecía, lo rápido que su cara se tornaba roja, y el temblor en sus labios, sin duda vacíos de cualquier palabra para reaccionar, que el único sonido que podía hacer era algo entre un gritillo ahogado, un jadeo, y un sobresalto rápidamente silenciado, todo a la vez. –Fuutarou... – comenzó a decir, pero él no la dejó.

- Eres humana. – le dijo. – Esta eres tú. Alguien que siempre brilló más que nadie ante mis ojos. Una estudiante orgullosa y problemática que superó con creces todas mis expectativas. Una hermana mayor amorosa y tierna cuyo corazón a veces es tan grande que no le cabe en el pecho. Una compañera cuya verdadera sonrisa me dice todo lo que necesito saber. Y además, una chica que conoce las palabras exactas que debe decir para que mi mente se disperse, y si eso significa pasar el resto de mi vida confundido, indefenso, y avergonzado, entonces valdrá la pena, si eso significa también que esa persona que estará siempre a mi lado seas tú, Ichika.

Ichika se sintió indefensa.

Sentimientos sinceros, honestos, totalmente al desnudo sin ninguna otra mentira tras la cual ocultarse. No era justo. No era justo que hubiese alguien en el mundo que pudiese ver a través de ella. No era justo que él estuviese parado aquí frente a ella. Fuutarou Uesugi. Ese chico de apariencia arisca al cual se aproximó en la cafetería de la escuela por pura curiosidad. La memoria del chico que había conocido hacía ya seis años en Kioto. El tirón de sus dedos, jalando sus mejillas para borrar esa falsa sonrisa que ella creyó haber perfeccionado. Su cabeza cansada y durmiente, durmiendo tranquilamente sobre su regazo en aquel banco en el parque. Su interminable terquedad que rivalizaba con la de ella. Y la increíble dulzura de sus labios.

Todo. Hasta el último momento. Un amor puro y sencillo, que le recordaba la chispa más pequeña de la fogata en aquel oscuro almacén durante el campamento. El remanente olor a humo, la breve llovizna de los aspersores, el baile que ella siempre quiso, el pequeño resplandor de esa delicada y pequeña hoguera en sus ojos ambarinos. Un año lleno de memorias vibrantes, que avivaban esa pequeña y testaruda llama.

Y todo lo que Ichika quería hacer era arder.

- Ja… ¿qué te pareció eso? – Una pequeña gota de sudor rodó de entre las cejas de Fuutarou, y aun así, pudo forzar una sonrisa arrogante. La pesadez de su aliento finalmente se había evidenciado, pero la única sensación que le importaba era el retumbante latido en su pecho. – ¿A dónde se fue esa hermana mayor coqueta y juguetona? ¿Finalmente terminé ganándote? ¿Esta no es la parte en la que siempre tienes algo…?

- Fuutarou-kun.

- Eh…

Fuutarou sintió unos brazos delgados envolviéndose alrededor de su cuello, jalándolo hacia ella. Una última mentira. Era la última mentira que Ichika diría en su vida. Solo una más.

- Fuutarou-kun. – repitió Ichika.

- Hey... Ichi…

Aquel día en Kioto. El ligero cambio en su mirada avergonzada. El pequeño toque en sus indefensas mejillas. Las calles desiertas donde sucumbió a lo último de sus sentimientos.

"Todo fue una mentira" fue lo que le dijo entonces. Desesperación de una mentirosa que nunca fue capaz de engañarse a sí misma. Que esa fuera la última en absoluto.

Ichika se le acercó más.

- "Nada fue una mentira, jamás."

Fuutarou sintió unos labios suaves presionándose contra los suyos, sabiendo que no había otros sentimientos que los reprimieran. Él se agarró de las frías barandas de metal que presionaban contra su espalda, dejándole los hombros flotando sobre el borde del balcón. Cientos de pensamientos diferentes pasaron rápidamente por su cabeza, pero difícilmente recordaría una palabra de alguno de ellos. Solo el frío de la brisa del atardecer y la calidez de los labios de ella. Eso fue suficiente para hacer que cualquier músculo de su cuerpo, y cada célula de su corazón, no deseara otra cosa que no fuese quedarse así.

- Te amo, Fuutarou-kun. – dijo Ichika sonriendo. Una sonrisa sincera y honesto. – Desde este momento, y por el resto de mi vida, eso es todo lo que necesito decirte. Desde ahora y para siempre, no hay nada más que pueda ocultarte.

Todo a la vez, el cielo del atardecer nunca se había visto tan brillante a los ojos de Fuutarou.

- ¿Bueno? – Ichika presionó un dedo contra sus labios. – ¿Qué tal? Todos mis deseos, mis esperanzas, y mi corazón. Todo. Hasta lo último de mí. Es todo tuyo, Fuutarou-kun. Por favor nunca lo olvides.

Esta historia continuará…


Notas del traductor:

¿Cómo están, gente? Bien, tras sacarme de encima algunos pendientes, y para aliviarles un poco la espera por el próximo capítulo de Forma del Corazón, aquí les traigo una traducción, una historia escrita por bobalon, uno de mis colegas en el servidor de Discord donde entré recientemente. Es bueno tener allí gente con quien compartir el amor por las quintillizas aunque sea solo angloparlante, y tras leer algunas de sus historias, me ofrecí para traducirlas al español para darles más difusión. Esta es solo una de las que planeo traducir, y una vez que termine hay otra que tendré en espera (no les voy a decir de qué, lo sabrán cuando la suba).

Ahora, tal como indica el summary, este viene siendo un AU tomando la ruta de Ichika siendo la elegida por Fuutarou durante el último festival, y se dedicará a narrar sus experiencias y todo lo que pasará en su relación hasta el momento de la boda. No sé qué tan larga será, pero por lo que lleva está siguiendo a Fuutarou en la universidad de Tokio, a Ichika a lo largo de su carrera como actriz, y a las otras Nakano cada una en el camino que tomarán para sus vidas. Habrá risas, tristezas, momentos emotivos, peleas, y todo lo demás que conlleva una relación. Algo que sinceramente el manga debió habernos dado, en lugar de terminar en el punto que lo hizo para no dejarnos como lo hizo, independientemente de quién haya sido la elegida. Aún quedaba mucha tela por cortar y sinceramente es una pena que un manga tan bueno se haya quedado corto en el último trecho. Así que bueno, esta historia es mayormente para los que querían que ganase Ichika, pero aún así siento que es bastante disfrutable para cualquiera que se haya quedado con ganas de ver qué más pudo suceder en ese salto temporal de cinco años para la boda (como su servidor).

Por último, y aquí va lo más importante antes de que alguien pregunte: este fic hasta el momento lleva ocho capítulos publicados en inglés, y en el momento en que estoy publicando esto ya llevo cinco traducidos. Postearé uno semanalmente para darme tiempo a terminar de traducir los restantes, a la vez que avanzo con mis propias historias. Ya una vez que esté al día, como es obvio las actualizaciones no van a depender de mí. Lamento mucho tener que seguir dando recordatorios de esto, pero es que es un fastidio que siga habiendo gente que se saltea las notas o los disclaimers y todavía hace esas preguntas o se ponen a pedir actualizaciones (y sin ánimos de ofender a nadie, lloriquear, exigir o preguntar no hará que vengan más rápido, así que por favor no lo hagan).

Ya, creo que eso era todo. Espero que hayan disfrutado de este primer capítulo tanto como yo, y si ese es el caso, comenten al respecto. Hasta la próxima, ¡sayonara!