Capítulo VII: El palacio del Oeste.

Cuando el peso en su costado desapareció, Sesshomaru empezó a recobrar la conciencia lentamente hasta despertar y, en el momento en que sus ojos se acostumbraron a la luz que se colaba por las hojas del árbol en el que se encontró, descubrió a su alrededor, tratando de identificar el lugar en el que estaba. Algunos segundos después, dejó de hacerlo porque los recuerdos de la noche anterior invadieron su cabeza. Miró su costado, pero solo el olor tenue de la sacerdotisa quedó sobre su estola, recordándole que había compartido nuevamente espacio con la humana. Por lo cual, condujo por el desagrado que le ocurrió este hecho, mostró un sonido de molestia que rompió el silencio que ensombrecía el bosque.

Sin embargo, rápidamente se dejó llevar por el aroma mientras miraba hacia el horizonte, pensando en su siguiente paso, y en que ya no tendrá que viajar a cuestas con una humana que le agradaba a Rin. Concluyó que era mejor de esa forma porque estaba seguro de que Rin se estaba encariñando con la humana y no deseaba que eso sucediera. No quería que se acostumbrara a su presencia y sufriera por su ausencia. Estaba bien que se marchara, por supuesto, era mejor así para Rin. No obstante, una ráfaga de viento que movió los árboles, llevando consigo la fragancia que lo acompañaba en los últimos días, lo sacó levemente de su ensoñación.

El olor era más fuerte, por lo cual olfateó inconscientemente y, sin pensarlo, se levantó de su lugar, siguiendo con pasos torpes el aroma a través de algunos arbustos hasta salir a un claro en el que se encontró un riachuelo. Pudo notar como Kikyo salía del agua, llevando consigo un pez atravesado por una flecha, quien se detuvo al notar la presencia del demonio, pareciendo momentáneamente sorprendida. Sin embargo, rápidamente se repuso, reiniciando su marcha hasta estar frente a este, y estiró la mano derecha, con la intención de tocar la herida, pero Sesshomaru tomó su muñeca, sosteniéndola en el aire mientras la observaba fijamente. Sintió deseos de preguntarle por qué seguía en ese lugar. Pero una ráfaga de viento los atravesó, moviendo los cabellos de Kikyou que se balancearon cerca del rostro contrario,

—Apestas —musitó Sesshomaru tan bajo que probablemente no lo hubiera escuchado si no hubiera sido por su cercanía, pero a pesar de su frase no se apartó. Kikyou abrió un poco los ojos, recordando que así solía ver a InuYasha, a pesar de que la connotación era completamente diferente—. Todos los humanos lo hacen —agregó después de algunos segundos, soltando su muñeca, y volviendo por el camino por el que antes había aparecido, decidiendo que no le importaba la razón por la cual la sacerdotisa seguía a su lado.

Después de algunas horas, intentó ignorar el hecho de que Kikyou no había vuelto, pensando que tal vez si había decidido marcharse y las ventajas que este hecho le generaba. Pero el dolor en su hombro le hizo notar que la necesitaba, aunque le molestara aceptarlo. Llevó la palma de la mano a su hombro, pensando que así aminoraría el dolor, y dejó que sus ojos se cerraran. No supo cuánto tiempo apareció en esa posición, cuando unos pasos se consiguió a escuchar sobre el pasto, colocándolo alerta.

—Hay una aldea cerca —Kikyo colocó algunos envoltorios sobre el césped, muy cerca de Sesshomaru—. Pude conseguir más comida después de ayudar a algunos enfermos—mencionó, recordando que la había aceptado solo por la insistencia de aquellas personas humildes.

—La comida humana es asquerosa—. Dijo de forma despectiva, girando la cabeza a un lado.

—Supuse que lo preferirías de esta forma —continuó, desenvolviendo uno de los paquetes; mostrando dos peces crudos y una rata.

Sesshomaru miró lo que estaba sobre las hojas y, después de algunos minutos, lo tomó, tratando de no evidenciar su apetito. Pero un ruido captó su atención, por lo cual la sobresalió; Kikyo se encontró de perfil mientras hacía una fogata para asar su pez. Si no hubiera sido por la expresión que siempre le había visto, hubiera creído que la sacerdotisa había reído. Pensando que tal vez la debilidad causada por la herida estaba surdo sus capacidades auditivas, terminó de saciar su apetencia, concentrándose nuevamente en los alimentos mientras no dejaba de oler inconscientemente.

Por su parte, Kikyo no pudo evitar sentir cierta ternura al percatarse de que Sesshomaru e InuYasha pudieron llegar a ser parecidos a pesar de que el demonio daba la apariencia de ser maduro. Rio suavemente, olvidándose momentáneamente de con quien se encontraba, concentrándose en preparar su comida, sintiéndose feliz de poder sentir algo tan simple como el hambre, que le recordaba que esta vez estaba realmente viva.

Poco después de terminar los alimentos, cuando la noche empezaba a caer, Sesshomaru pudo percibir dos aromas característicos que se acercaban. Algunos minutos después, Kikyo pudo sentir la presencia de un demonio débil y tomó su arco, pero casi inmediatamente lo bajó cuando se percató del pequeño demonio verde y la chica que corrían en dirección a ellos mientras llamaban a su señor.


Al día siguiente, emprendieron nuevamente su marcha. Kikyo observaba a Rin dar saltos desde que sabía hacia dónde se dirigían. Recordando a la pequeña que una vez fue Kaede y lamentándose por no poder haberla visto crecer.

Sin embargo, a diferencia de Rin, no le agradaba la idea de ir a un palacio de demonios, pero consideraría que eso le permitiría recuperarse y encontrar la forma de romper el sello que se le había impuesto.

Otro a quien no pareció agradarle la idea, era al demonio sapo. La idea de que otra humana entrara a los territorios de su amo, le parecia inaceptable. Pese a su irritación, había bastado una mirada de Sesshomaru para que solo exteriorizara su molestia con miradas desagradables hacia la sacerdotisa.

—¡El precipicio, señor Sesshomaru! —la voz cantarina de Rin captó la atención de Kikyo y miró al frente, pudiendo detallar la construcción que estaba rodeada por una barrera demoniaca, lo cual explicaba por qué a los ojos de Rin se mostró un precipicio; siendo así escondido de los ojos humanos ordinarios—. ¡Ya llegamos!

—Rin, deja de ser imprudente —la voz rasposa de Jaken interrumpió la alegría de la mencionada—. El amo Sesshomaru no necesita que le indiquen dónde queda su palacio, niña tonta —inmediatamente terminó la oración, se encogió al sentir la mirada del demonio superior, y cambió la expresión que le mostró a Rin.

Después de eso, siguió caminando en silencio hasta que se demostró que pudo una estructura grande entre las montañas, que estaba rodeada por una villa pequeña que se dividía a cada lado de un sendero que daba directamente al palacio. Inmediatamente cruzaron el sendero, se encontraron con unos demonios vestidos con armaduras, que hicieron una reverencia ante la presencia del señor de esas tierras, al igual que los otros demonios que salían de las casas. Uno de estos últimos, llevó a Ah-Un a otro lugar.

—Es agradable verlo, mi señor —todos mencionaron al mismo tiempo, pero Sesshomaru ni siquiera se inmutó—. El comandante Kairo se disculpa por su ausencia, mi señor. No obstante, llegaron noticias de la frontera… —el soldado no había podido evitar percatarse del peculiar olor que emanaba del demonio, por lo cual inconscientemente levantó la cabeza y dio un paso hacia atrás, buscando su espada. No le sorprendía que su señor llevara a una humana porque todos habían aprendido que a la humana pequeña nadie podía tocarla. Sin embargo, no pudo evitar impresionarse al percatarse de la presencia de una humana muy peligrosa—. ¡Mi señor… es una sacerdotisa! —bajó nuevamente la mirada al observar la expresión del demonio y, mientras sus dedos se deslizaban del mango de la espada, después bajar aún más su postura pidiendo perdón por atreverse a cuestionarlo y mirarlo directamente sin haber recibido el permiso—. Perdone, mi señor, he cometido una falta—en la misma posición y, después de no obtener respuesta, sabiendo que era debido a la presencia de la pequeña humana, prosiguió momentáneamente aliviado—. Llegaron noticias de la frontera con el sur.

Sesshomaru miró de reojo en la dirección en que se encontró con sus tres acompañantes.

—Debo retirarme ahora —informó y, ante el gemido de decepción de Rin, finalmente resultó—. No reuniremos más tarde.

Rin parecía estar satisfecho con esa respuesta. Sin embargo, Kikyo se preguntóba si había sido buena idea esconderse en un palacio de demonios, mientras fingía ignorar las miradas de desagrado y repulsión que le daban al sentirse protegidos por la presencia de su señor.

—Acompáñenme, por favor—uno de los soldados pasó hacia el frente, sin dejar de hacer una reverencia—. Me encargaré de guiar su camino a partir de este momento —levantó la cabeza cuando el resto de soldados, incluyendo a Jaken, se fueron siguiendo a Sesshomaru—. El joven amo estará ocupado—. Aunque su expresión hacia Rin era imparcial, cuando dirigía su atención a Kikyo no se molestaba en ocultar su desagrado.

Al observar su rostro, Rin sonrió.

—¡Mami! —la aludida, una demonio arpía con plumas verdes en los brazos y extremidades inferiores terminadas en garras, hizo una reverencia.

—Pequeña humana —dijo con cortesía antes de retirarse el casco, dejando ver su cabellera verde al igual que sus ojos—. Sígame, por favor—. Después de ese reencuentro, siguió al demonio arpía.

En su camino por los pasillos largos, cada demonio con el que se encontraron hacia una reverencia hacia Rin y miraron a Kikyo con repulsión. Sin embargo, casi inmediatamente realicé una reverencia, sin atreverme a mirarla nuevamente. Cuando finalmente doblaron, una figura se acerco corriendo.

—¿Dónde estabas? — Moamy inquirió con un tono visiblemente molesto —. No importa, el joven amo volvió. Por tu culpa perdí la reunión, Moame.

—Lo siento, hermana —a pesar de que tienen la misma apariencia, la expresión de la recién llegada era afable.

—Encárgate de ellas—hizo una reverencia hacia Rin, y se giró con la intención de marcharse.

—Espera —la expresión que mostró era de confusión mientras observaba entre su hermana y Kikyo—. ¿Debo…?

—No cuestiones las decisiones del joven amo—respondió con convicción, ocultando el desagrado que sintió. A pesar de que no estuvieran de acuerdo, su deber era servir sin importar cual fuera la situación.

—Lo siento —mencionó nuevamente, pareciendo apenada—. Les indicaré deben ser sus habitaciones.

—No te preocupes, Moame, dónde recuerdo queda mi habitación—Rin dijo antes de irse dando saltos por el pasillo.

—La pequeña Rin no ha cambiado —murmuró sonriendo, mientras veía desaparecer la figura de la mencionada—. Sígame, sacerdotisa.

A pesar de que parecía tenerle algo de temor a Kikyo, la curiosidad parecía ser mayor, por lo cual intentaba hacerle algunas preguntas que la sacerdotisa respondía con monosílabos hasta que parecía completamente a gusto con la nueva presencia. Se alegró internamente de haber encontrado a alguien que no la mirara con repulsión en ese lugar.

—Está será su habitación—dijo cuando finalmente se detuvieron frente a una puerta que daba entrada a un dormitorio grande y con ventanas que permitían una excelente vista de los alrededores—. Le prepare un baño en un momento.

Kikyo se extrañó al observar la habitación. No creyó que una humana por la cual mostrara cierto desagrado le daría un lugar como ese para descansar. Pero dejó de pensarlo cuando se percató del paisaje que los ventanales le mostraron hasta que nuevamente el demonio se dirigió hacia ella.

—Puede seguir —Kikyo recordó el baño y estuvo a punto de negarse, pero, al pensarlo, pensó que después de las batallas que habían tenido, si era necesario.

Siguió la puerta que Maome había abierto, encontrándose una fuente de agua natural que llenaba un lago pequeño. Se dispuso a estudiar el lugar que parecía ser tan antiguo como el castillo. Sin embargo, las manos de Maome soltando su vestimenta la devolvieron a la realidad y, por reflejo, las apartó con una palmada.

—Lo siento —mencionó al ver la expresión de desconcierto de Maome—. Puedo hacerlo sola.

—Pero estoy aquí para servirle.

—Gracias—acomodó su vestimenta, haciéndole notar que no se bañaría si no se retirara—. En esta ocasión no es necesario —añadió al ver que titubeaba.

—Estaré afuera preparando los ropajes.

Cuando finalmente sintió que la puerta se cerró, colocó el arco y la caja en el piso, para posteriormente recuperarse de parte de su vestimenta. A pesar de que estaba en un lugar cerrado, jamás se había bañado totalmente desnudo desde que había estado entrenada. Cerró los ojos cuando estuvo completamente sumergida, permitiéndose probablemente antes de iniciar la limpieza de su cabello y cuerpo, siendo consciente de que no podía permitirse ningún descubrimiento.

Después de algunos minutos, salió y tomó una tela que estaba doblada muy cerca del lago, suponiendo que era para retirar el exceso del agua.

Al ingresar a la habitación nuevamente, Maome le entregó una vestimenta doblada e ingresó nuevamente al baño. El haori que le entregó era violeta y tenía medias lunas plateadas bordas en las mangas. La ropa le quedó ancha, pero no le dio importancia.

—Lo siento, es ropa descartada —dijo cuándo Kikyo salió del baño—. preparar mañana ropa más acorde.

—No te preocupes, con mi uniforme es suficiente —caminó hasta la cama y se sentó, dejando su arma al lado. Nunca había estado en una cama tan grande y suave. Por lo cual, inconscientemente, pasó la mano por la almohada, percatándose de que también era suave y, por primera vez desde que había despertado, se sintió con deseos de descansar. Sin embargo, sabía que no podía dormir al encontrarse rodeado de demonios.

—Puede descansar; no haré ruido —sonrió a pesar de que se encontraba de espaldas, buscando en un armario. Kikyo se dejó llevar momentáneamente y colocó la cabeza sobre la almohada, sin poder evitar que sus ojos se cerraran—. Me retiraré cuando aliste las cosas del joven amo.

-¿Qué? —inquirió un poco somnolienta, mientras se erguía.

—No se preocupe, no tardaré —Maome sacó otra vestimenta similar a la suya, pero de color más oscuro.

Kikyo palideció al comprender lo que la demonio decía.

—No… — y entonces miró a su alrededor, ruborizándose al comprender en que habitación se encontró y en que cama estaba sentada, por lo cual se levantó y corrió hacia el baño en busca de su uniforme. A pesar de que estuviera sucio, espero que fuera preferible a tener las vestimentas de Sesshomaru.

—¿Se encuentra bien? —Maome la sigue, aún con las prendas en sus brazos.

—No tenemos ese tipo de relación—giró hacia un lado, tratando de cubrir disimuladamente su bochorno—. Sesshomaru y yo no tenemos ese tipo de relación. No tenemos ningún tipo de relación.

-¿Qué? —un grito suave se escapó de los labios de la demonio—. Pero yo creí… hueles al joven amo —Kikyo la descubrió—. Mi olfato no es tan bueno como los de otro tipo de demonios, pero si estoy lo suficientemente cerca, puedo oler sobre ti la esencia del joven amo, como si se hubieran aparecido—dijo simplemente, pero palideció al percatarse de su error.

—" Oh, entonces fue eso "— se ruborizó aún más al comprender porque, a pesar de la hostilidad que le mostró inesperadamente, ninguno de los demonios que se encontraron en el camino se atrevió a expresar su desagrado.

Mientras Kikyo intentaba conseguir nuevamente el uniforme de sacerdotisa que no estaba donde lo había dejado. En otro lugar, InuYasha estaba desesperado porque había perdido nuevamente el rastro del olor de Kikyo, el cual se mezcló hasta desaparecer con el de Sesshomaru. En ese momento, se le revolvió levemente el estómago al pensar que ahora tendría que rastrear el olor de su medio hermano si deseaba traer de vuelta a Kikyo.

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¡Hola! Han pasado años, lo siento mucho. Agradezco mucho a las personitas que aún se mantienen y bievenid s quienes inciaciaron mientras me perdí. Trataré de no perderme demasiado y seguir con todas mis historias. Hoy no responderé reviews, pero los leo y me siguen sacando sonrisas ¡Gracias!

Aunque tal vez no sea emocionante el capítulo, espero lo disfruten y siga siendo de su agrado.

Justo hoy estaba grabando que prometí una historia Koga/Ayame/Hojo ¿Aún lo recuerdan? Estuve teniendo algunas ideas, pero trataré de avanzar en las que ya tengo.

¡Saludos!