Capítulo 2:

A la mañana siguiente, te vuelves a despertar temprano, más malhumorada que nunca, el calor no te ha dejado dormir bien de nuevo. Saludas a tus padres, desganada, y te dispones a consumir algo de tu desayuno, para luego continuar con la simple tarea de existir patética y aburridamente.

Comienzas a arrepentirte de haber espantado a la lechuza, la verdad es que en estos momentos te mueres de ganas de que pase algo entretenido, que se saque de tu rutina. Tu madre, tan perspicaz como siempre, sugiere que vallas por unas cosas a la tienda…

Já, como si eso fuera emocionante, pero bien, estas desesperada, así que aceptas.

Sales de mala gana, pero apenas pones un pie fuera de tu casa, adviertes que sobre tu buzón esta posada otra lechuza, esta vez más pequeña, y no tan intimidante. Te acercas curioseando, al igual que su parienta, esta extiende una de sus huesudas y rasposas patas al verte: el mismo sobre amarillento cuelga de ella.

Bien, ¿Qué más da? Te dices a ti misma, aunque no crees que ese sobre cambie drásticamente tu vida de todas formas extiendes tu mano para tomar el pergamino. Estas a unos milímetros de tomar contacto con el papel cuando...

¡¡¡BOOM!!!

En ruido similar a un disparo espanta al ave, volteas rápidamente para investigar el origen del ruido, pero al dar media vuelta, te encuentras frente a frente con un extrañísimo hombre, aparecido de la nada, vestido con una camisa hawaiana y un pantalón de pijama rojo y que sonríe diabólicamente. No lo dudas ni un instante y huyes despavorida.

- ¿Qué clase de cobarde eres? Ya esta bastante grandecita como para andar huyendo así. Como niña valiente que se supone que eres ve a enfrentar al loco en el Capítulo 4.

- Eres tonta pero no comes vidrio, antes de enfrentarte a un maniático prefieres cambiarte de nombre y de ciudad, mejor huye al Capítulo 5.

- Eres una chica inteligente, y como tal, sabes que estos asuntos se dejan en manos de expertos; llama a la policía en el Capítulo 7.