Capítulo 3:

Te acercas rápidamente al ave y de un manotazo le arrebatas el pergamino. La lechuza, ofendida, emite un fuerte chillido y emprende el vuelo, perdiéndose rápidamente en el oscuro firmamento.

¡Gracias! Le gritas al aire, más para disculparte a ti misma por el trato a la pobre alimaña, que para realmente agradecerle. En fin, ya se ha ido, por lo tanto ahora dedicas toda tu atención a la carta:

Escrita con tinta verde, afirma que va dirigida a ti, incluso se han tomado la molestia de especificar en que habitación de la casa te encuentras. Gracioso, piensas, al parecer no eres la única con tiempo de sobra por aquí. Abres el sobre como si se tratara de un regalo de cumpleaños no deseado, dentro hay dos pergaminos perfectamente doblados que decían lo siguiente:

Director: Albus Dumbledore

(Orden de Merlín, primera clase,

Gran hechicero, ex miembro de la

Confederación Internacional de Magos.)

Estimada Señorita Bowen:

Tenemos el placer de informarle que usted tiene una vacante en el prestigioso Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Adjuntamos la lista con el equipo y los libros necesarios.

Las clases comenzarán el 1ro de septiembre. Esperamos su lechuza para confirmar su asistencia no más tardar del 31 de Julio.

Muy cordialmente

M. McGonagall

Subdirectora

Ja, y tú que pedías que algo interesante pasara, pero esto ya era demasiado; quizá en otro momento le hubieras seguido con el juego gustosa, pero por en estos momentos no tenías demasiadas ganas de que alguien se divierta a tus expensas. Tomas la carta con las dos manos, la haces un bollo y la tiras a un rincón de tu habitación.

Enojada te tiras bruscamente sobre tu cama, algún idiota, en algún lugar, piensa que eres lo suficientemente estúpida y que tienes el suficiente tiempo libre como para seguir sus infantiles juegos. Sin lugar a dudas tienes mejores cosas que hacer, como por ejemplo...

- Miranda, un hombre quiere hablar contigo – dice tu madre, volviéndote de súbitamente a la realidad, tú ni idea de cuando entró – ¿tú lo conoces? La verdad es que me parece un poco extraño, ¿por qué no vienes? – Continúa hablando - Creo que hay varias cosas que aclarar – La actitud de esta, estaba entre la curiosidad y la preocupación

Meditas un poco, quién demonios vendría a visitarte, todos tus amigos se fueron, no conoces a la mayoría de tus vecinos y no has salido desde que empezaron las vacaciones de verano. Quizá sea algún anciano te confundió con otra persona y te acusa de alguna fechoría.

Bajas lentamente por las escaleras, aprovechando el tiempo para pensar los argumentos que probaran tu inocencia (que esta vez si son ciertos). Entras ensimismada a la sala de estar, pero en cuanto ves al invitado, tu mente se pone en blanco. Vestido con una camisa hawaiana sobre un pantalón de pijama, el hombre alto, delgado y con roja cabellera, observaba casi fascinado el televisor de la habitación. Luego de mirar el transistor desde todos los ángulos posibles, fija su atención a uno de tus padres, pero el comentario que seguramente estaba por formularle se detiene casi en seco, cuando advierte tu presencia.

-¡Oh, pero qué tenemos aquí! – Dice con una sonrisa de oreja a oreja – Así que esta jovencita es la futura aspirante a bruja – comenta risueño – ¡Oh, permíteme presentarme! Mi nombre es Arthur Weasley, y vengo a comunicarte que has sido aceptada en la mejor institución para hechiceros del mundo:

Me refiero a nada mas ni nada menos que el colegio Hogwarts de magia y hechicería - Culmina diplomático.

El silencio sepulcral que sigue a continuación parece incomodar al no solo al visitante. Enderezando rápidamente la mueca de sorpresa que apareció en tu casa (una bastante entupida por cierto), comienzas a atar los clavos como solamente tú sabes hacerlo. Esto sin duda debía ser parte de la broma de la carta. Vuelves a fijar tu atención en el hombre, pero esta vez con un gesto lleno de suspicacia. Tus padres, por otro lado, sin abandonar su antigua expresión de confusión, miran hacia a todos lados, como esperando que algún conductor de Tv saliera de la nada y les confesara que todo fue una broma.

Cayendo en cuenta de incomoda situación, el visitante se aclara la garganta ruidosamente y prosigue:

Ejem, ya veo – Hace otra pausa incomoda – Je, je, je... disculpen – acota incómodo – Es la primera vez que trato con nuevos alumnos provenientes de familias muggles, disculpen si no tengo mucha cancha en esto:

Pues la verdad es que yo no me dedico a esto... aunque, no se ofenda: adoro a los muggles, de hecho, trabajo en el departamento Contra el Uso Incorrecto de Objetos Muggles... eh, usted sabe... hay muchos graciosos que hechizan utensilios o cosas por el estilo, creen que porque ustedes no poseen magia, pueden usarlos para divertirse.

Por otro lado – Saca un pañuelo de la nada y se seca el sudor de la frente – Con todo este asunto de la guerra, ya nadie quiere... – Culmina su oración súbitamente, como no queriendo revelar algo.

-Disculpe – Aprovecha uno de tus padres para opinar – ¿Pero de qué se trata este asunto de los magos, brujos o no sé qué? ¿Es acaso...?

-¡Oh! Si, si – Vuelve a interrumpir el misterioso hombre – Disculpe, me he ido por las ramas – Ahora el hombre fija su atención a ti – Dime: ¿Has recibido tu carta? –

-Eeeeh, sí – dices inocentemente – pero no recuerdo que hice exactamente con ella, si mal no recuerdo la tiré por el escusado – comentas diabólicamente, disfrutando la expresión de nerviosismo puro del hombre, al parecer se dio cuenta que su broma no funcionó bien.

- Ya veo – dice aún sonriente, sin embargo el sudor está empapándole la cara – no hay problema chiquitina – revuelve tu cabello amablemente. Y otra vez de la nada, saca el mismo sobre y se lo entrega a tus padres – permítanme explicarles – se dirige a tus padres mientras leen el pergamino – su hija ha nacido con el grandioso don de la magia – tus padres observan nuevamente al hombre –Dime pequeña – el visitante te observa con un halo de luz en sus ojos - ¿No te han ocurrido en algunas situaciones, generalmente cuando estas muy enojada o asustada, cosa extrañas: cosas que no te puedes explicar? –

Buenoo yo... – La verdad que ahora que lo meditabas, si podías nombrar unas cuantas ocasiones como las que el hombre mencionó.

Pero cómo podemos saber si lo que usted dice es cierto – Pregunta tu madre inmediatamente – yo nunca le he visto hacer ningún truco de magia a mi niña –

¡Oh! no, no se trata de eso – dice el supuesto brujo, espantando moscas invisibles de con la mano – verá me refiero a situaciones como....

Como cuando me caí por las escaleras y no me pasó nada – completaste tú inmediatamente – o la vez que el perro de tía Grettel me atacó, pero en cuanto me mordió resultó que ya no tenía ni un solo diente, o la vez que...

¡Exacto! – Esta vez fue el hombre el que interrumpió – Esas cosas pasaron porque las situaciones extremas hicieron que liberaras tu magia accidentalmente. Dos de mis hijos, por ejemplo, una vez convirtieron un juguete de mi hijo menor en araña – comento gracioso, pero al ver la palidez en la cara de tus padres continuó hablando - por supuesto que en Hogwarts aprenderás a controlar estas grandiosas habilidades, para que cosas así no sucedan – Dice guiñándote un ojo simuladamente.

Sin lugar a dudas ese hombre te agrada, no esperas el momento de aprender toda clase de trucos, incluso ya puedes ver a tu fastidioso primito Rod llorando porque transformaste su odioso conejito Timmy en cucaracha. Una sonrisa maliciosa se dibuja en tu cara-

¿Puedo ir, puedo ir, puedo ir? – Corres y te cuelgas de la falda de tu madre suplicando con cara de pobre huerfanita, esa maniobra nunca falla-

No lo sé – Duda tu padre – Aún no estoy del todo convencido de que esto sea real –

No tengo ningún inconveniente en probar que lo es – afirma sonriente el mago – si me lo permite –

Nuevamente de la nada, el visitante saca una vara de madera. Debe ser una varita mágica piensas, quien diría que los ridículos magos que van a las fiestas de cumpleaños tienen algo de real. El hombre, apunta a uno de los veladores en la sala y con unas extrañas palabras y movimientos, el mismo comienza a levitar. Tus padres se echan hacia atrás temerosos, pero tú observas expectante, sin perder detalle alguno.

¡Wooow! – Exclamas sorprendida – ¡¿Lo vieron?! ¡Es real! – Le señalas a tus padres – ¡Ahora no pueden negarme asistir a ese colegio!

¿Feliz ahora? Continúa leyendo en el Capítulo 6.