Casa Silva
Almiria llegó a la Casa Silva un poco tarde. Había pasado el resto del día tratando de evitar al Capitán Yami, e incluso para lograr escaparse tuvo que pedir ayuda a Noelle. Esta última, ni lenta ni perezosa accedió, especialmente ahora que sabía de boca de Almiria que estaba saliendo en secreto con su hermano, lo cual significaba que tenía una cuñada oficial. La pelinegra se acercó sigilosa al enorme ventanal que daba a la oficina de Nozel y al acercarse notó que este se encontraba trabajando con Nebra. Suspiró con pesar. Cuando pasaron la noche juntos por primera vez ella decidió abrir su corazón y revelarle a Nozel la verdad acerca de su misión.
Flashback
Cuando los besos subieron de tono, Nozel inició una serie de caricias debajo de la blusa pidiendo permiso con la mirada para continuar. Al notar que Almiria respondía a sus caricias tomó su reacción como un "sí" y esta vez, la tomó por la cintura y la guio hasta la enorme cama que adornaba su habitación.
La pelinegra cerró los ojos disfrutando de las caricias masculinas, suspirando entre cada una de ellas. Estaba fascinada, las manos de Nozel eran grandes y, curiosamente, se sentían rasposas. Cualquiera podría pensar que al ser un miembro de la realeza las labores domésticas no figuraban dentro de la lista de quehaceres de Nozel, pero en realidad, el albino se esmeraba trabajando para mantener la Casa Silva tanto como sus empleados. Colaboraba en todo lo que estaba a su alcance.
-Si quieres que me detenga lo haré. - susurró Nozel. No iba a negar que deseaba mucho consumar su amor con Almiria, pero entendía las consecuencias que aquello podría acarrear.
La situación con el reino era tan compleja, que incluso concebir un hijo con Almiria en esos momentos, sería el menor de los problemas. Aun así, no era algo muy adecuado tampoco ni lo más aconsejable. Él debía controlarse. Ese momento significaba para él un debate entre lo que quería como persona y su deber como Capitán del Trébol.
Almiria notó en los orbes violetas la evidente duda y sonrió. Nozel hablaba más para sí mismo que para ella. Acarició el rostro masculino con ternura y sonrió mientras depositaba un casto beso.
-Tienes todo el derecho a sentir, Nozel. Tú…no solo eres un capitán o el líder de la casa Silva, también eres un ser humano. - le aconsejó.
Aquellas palabras de la pelinegra hicieron que las cadenas que sentía Nozel así como el peso que cargaba en sus hombros se esfumara. Decidió que, aunque fuera por una noche, se liberaría del peso que conlleva cargar con los títulos: "Nozel Silva, Capitán de las Águilas Plateadas" y "Cabeza de la Casa Silva".
Con renovadas intenciones, desabrochó la blusa femenina dejando a Almiria solo con un sostén de encaje negro y la manga de su brazo. Cuando Almiria sintió el aliento cálido sobre sus pechos y segundos después la lengua de Nozel saborearlos, gimió con ganas, eso se había sentido muy bien. Era su primera vez, y aunque lo normal hubiese sido que estuviera nerviosa, Nozel la hacía sentir tranquila y segura, de ahí que simplemente se dejó llevar por las deliciosas sensaciones.
No quiso quedarse atrás, quería darle placer también, pero el peliblanco era demandante, y por lo visto le gustaba tener el control. La tomó por las muñecas y colocó sus brazos arriba de su cabeza entrelazando sus dedos, mientras continuaba devorando sus senos. Le excitaba de sobremanera escucharla gemir su nombre una y otra vez.
Con maestría la despojó de la enagua que siempre usaba y esta vez, les dio toda su atención a las tonificadas piernas. Nozel notó que, en su ropa interior los fluidos femeninos empezaban a traslucir, por lo que supo que era momento de pasar al siguiente nivel, además su erección ya dolía. Solo faltaba algo más que quitar: el sostén negro y la característica manga larga que Almiria usaba sobre su brazo. Mentiría si negaba que no le llamaba la atención descubrir qué había debajo de la prenda, por lo que optó por quitarla.
La pelinegra al sentir la manga deslizarse por su piel despertó de su letargo y cayó en cuenta de lo que estaba a punto de pasar. Desgraciadamente había sido muy tarde, Nozel ya había quitado la manga hasta su muñeca, dejando ver un enorme tatuaje que se extendía desde antes del hombro hasta casi alcanzar la muñeca. El peli gris observó con detenimiento las diferentes formas. Estaban en un idioma desconocido y parecían más bien escrituras.
Miró a Nozel asustada. No sabía cuál podría ser su reacción.
La respuesta de su chica definitivamente le indicó que ese tatuaje tenía que ver con lo que ella ocultaba.
-Dímelo todo cuando estés lista. - le dijo con voz grave mientras la recostaba y se preparaba para entrar en ella.
. . .
Los rayos del sol se colaron por la habitación haciendo imposible seguir durmiendo. Nozel abrió sus orbes violetas y se incorporó perezosamente. Su reloj biológico le advirtió que dentro de unos minutos una de las empleadas vendría a ofrecerle el desayuno. Giró su vista hacia el costado y sonrió. Almiria dormía plácidamente a su lado. Su cabello negro como la noche contrastaba perfectamente con las sábanas blancas, su cuerpo desnudo estaba cubierto por las sábanas dejando ver únicamente una de sus cremosas piernas. Estaba acostada de lado, dejando ver el tatuaje de su brazo. Con ternura, Nozel acarició su rostro siguiendo su camino hasta pasar por su extremidad.
El sonido de la puerta lo interrumpió, por lo que rápidamente se levantó, se colocó sus vestimentas y abrió con cuidado impidiendo que la empleada notara que había pasado la noche acompañado.
-Nozel-sama, sus hermanos partieron a una misión, ¿desayunará en la habitación?- preguntó la mujer de cabellos canosos. Era una de las empleadas más antiguas y de mayor confianza. Nozel se crió con ella e incluso cuando su madre murió, fue quien le enseñó cómo cubrir - dentro de sus posibilidades - las necesidades de sus hermanos.
-No tengo hambre, Margareth. - respondió tratando de cerrar la puerta.
-Pero…Imagino que la señorita sí debe tenerla. - le respondió la mujer que rondaba los sesenta años, mientras sonreía pícara.
Nozel la miró, incómodo.
-No puedo ocultarte nada, ¿cierto? - respondió dándose por vencido y permitiendo que entrara con la bandeja llena de comida.
-Sin importar que edad tengas, siempre serás mi niño…Además…cómo no querría conocer a esta jovencita tan bonita. - comentó mirando a Almiria que ya estaba despierta y le devolvía la mirada luchando contra su sonrojo. - No hay duda de que Nozel tiene buen gusto por las mujeres…
-Es suficiente, Margareth, gracias. Ya puedes retirarte. - intervino Nozel rápidamente tomando la bandeja y sacando a rastras a su nana.
Cuando estuvieron nuevamente a solas, Almiria lo miró burlón.
-¿Entonces…tienes buen gusto por las mujeres? - preguntó la pelinegra con un deje de celos.
-No es lo que crees, te lo aseguro. - respondió de inmediato el capitán mientras se sentaba a su lado con la bandeja. No era correcto, pero le parecía cómico que Almiria sintiera celos.
Cuando terminaron de desayunar, Almiria suspiró. Era hora de hablar sobre eso. Después de lo que sucedió esa noche, estaba segura de que no podría ocultarlo por más tiempo y estaba a contra tiempo.
-Nozel…sobre el tatuaje…Hay algo que debes saber…
El Capitán notó el cambio en el semblante de la chica, por lo que, decidió cerrar la puerta con seguro para evitar ser interrumpida.
-Está bien, es seguro hablar ahora. - le indicó mientras volvía a la cama.
-Escucha, yo…no soy una buena persona. Yo…vine aquí con el fin de recabar información para iniciar una guerra contra el Trébol. - reveló Almiria para sorpresa de Nozel.
-¿De qué estás hablando? - preguntó el Capitán alarmado.
-El lugar de donde provengo se llama Matra. Al principio era un país próspero, pero luego de la desaparición de la reina y la toma de poder por su hermano, la vida en ese lugar se complicó. Azotó la pobreza. Mina y yo vivíamos con nuestros padres y nuestro hermano mayor Sami. Mi padre era pescador y mi madre se quedaba en casa. Ellos…siempre peleaban mucho, era horrible, así que Sami nos llevaba a jugar al mar cuando eso ocurría. Nuestra madre siempre nos odió muchísimo, a Mina y a mí, al principio no entendíamos la razón, pero un día que los escuchamos discutir, la madre de Sami dijo que Mina y yo no éramos sus hijas, mi padre le había sido infiel en dos ocasiones y como no pudo quedarse con esas mujeres volvió con la madre de Sami. - relató.
-Entonces, tú y Mina son hermanas por parte de padre únicamente…- comentó Nozel, a lo que Almiria asintió.
-Era muy duro vivir todos juntos, pero al final el único que nos protegía era Sami. Él era algo asi como la debilidad de esa mujer, pero cuando Sami murió en el mar…Fue un completo infierno. Esa mujer nos encerraba todo el día y apenas nos daba de comer…Recuerdo que Mina lloraba mucho, era muy pequeña. Una noche…mi padre nos hizo empacar nuestras cosas porque íbamos a huir. - Almiria hizo una pausa. Suspiró. - Cuando salimos, la madre de Sami atravesó a mi padre con un arpón, justo en el estómago; Mina y yo gritamos, y mi padre trató de detenerla. Nos dijo que corriéramos, pero no tenía muchas fuerzas, se estaba desangrando. Esa mujer empezó a seguirnos con un cuchillo.
Nozel notó que la pelinegra temblaba, por lo que tomó las manos femeninas y las apretó con fuerza. Estaba tenso por el hecho de una posible guerra, pero cada vez que miraba a Almiria - incluso cuando la conoció - se convencía a sí mismo de que no había maldad en ella, aún con su fuerte temperamento.
-¿Qué hiciste después? - insistió Nozel.
-Yo…encerré a Mina en la habitación y…asesiné a la madre de Sami. - confesó mirando fríamente a Nozel. - Sé que mi hermano la amaba, era su madre…pero yo amo a mi hermana también y ella iba a matarnos. Solo quería protegerla…- Nuevamente Almiria hizo una pausa. Notó que Nozel miraba hacia el frente, imaginó que estaba tratando de procesar la información, pero no le importó, aún no le confesaba lo peor. - Luego de eso, huimos. Estuvimos varios meses en las calles, hasta que un día, cuando cumplí diez años, conocí a Lord Morris, el rey de Matra. Él estaba asesinando a un hombre la primera vez que lo ví. Sabía que no era un buen hombre, pero quería algo mejor para Mina así que le pedí que nos llevara con él. Una vez visité un local, un burdel para ser exactos…- Nozel le devolvió la miraba paranoico. - Descuida, no me prostituí, solía lavar platos ahí. - lo tranquilizó Almiria mientras sonreía. - En ese lugar escuché que el rey reclutaba niños como soldados. Si eras bueno, te daban un alto rango, comida y un lugar donde vivir. Te volvías intocable.
-Le pediste que te reclutara, ¿cierto?
-Si. - respondió la pelinegra.
-¿A tu hermana también la reclutaron? - preguntó interesado.
-No. En ese momento, Mina no tenía su magia desarrollada, así que no "servía". Eso me alivió muchísimo. El examen de reclutamiento es inhumano. Te encierran en una habitación con otras personas y tienes treinta minutos para asesinarlos a todos, quien sobrevive después de que el tiempo se termine, pasa la prueba.
Nozel escuchaba el relato atento. De vez en cuando suspiraba pesadamente en un intento por no perder los estribos. No concebía un lugar con tratos tan denigrantes y mucho menos que niños tan pequeños se vieran expuestos a tales actos.
-Luego, te llevan al salón real y ahí, lord Morris te coloca esta marca y te da una máscara para ocultar nuestras identidades de los civiles. - dijo refiriéndose al tatuaje. - Significa que te vuelves de su propiedad y es un símbolo de obediencia. Somos sus objetos. Nos utilizaba para cumplir sus propósitos y mantener el poder. Si alguien se revelaba, debíamos matarlo. Nozel…no tienes idea de cuántos hombres y mujeres he tenido que matar. - esta vez, las lágrimas traicioneras hicieron acto de aparición en los orbes oliva. - Eran personas inocentes que solo querían algo mejor para sus niños, ese fue su único pecado.
-¿Qué edad tenías cuando iniciaste a cometer los asesinatos? - preguntó con pesar mientras limpiaba las lágrimas del rostro femenino.
-Catorce. - respondió. - Mis primeras víctimas fueron una familia del puerto…Elizabeth, Jonathan y Joel… El hombre era un regente de la zona e impedía la llegada de soldados al muelle. Vivía con su esposa y su hijo, él tenía mi edad… Cuando los asesiné, su hijo me descubrió. No podemos dejar testigos, así que debía matarlo…Pero no pude, asi que le dije que huyera. Desconocía que me habían seguido…Cuando descubrieron mi falla, me obligaron a ver cómo lo mataban. Ese fue mi castigo. Han sido cincuenta personas, desde que inicié, a la fecha…Recuerdo cada uno de sus nombres.
-¿Asesinaste a sus hijos también, Almiria? - preguntó Nozel sintiendo un nudo en el estómago, temiendo la respuesta.
Almiria guardó silencio por unos segundos. Luego, con lentitud, negó con la cabeza.
-No pude. Eran tan pequeños…Veía el rostro de Mina en cada uno de ellos. - respondió cubriendo su rostro con ambas manos.
Esta vez, Nozel la abrazó con fuerza.
-Está bien, querida…Hiciste lo correcto. - trató de consolar el peli gris.
Nozel rogaba a su madre por fuerza, paciencia y la inteligencia suficiente para hallarle solución a lo que se les venía encima. Una inminente declaratoria de guerra…Y ni qué decir de la posición de Almiria. La tratarían como una traidora y estaba seguro que Damnatio exigiría su cabeza.
-Almiria…¿Cuál es tu misión exactamente?- inquirió Nozel con seriedad.
- Venir al Trébol, recopilar información sobre sus defensas y comunicarlas al rey. Él atacará después de eso. Me dieron seis meses.
-Tu llegaste al pueblo hace casi cuatro meses…Eso quiere decir que debes volver en dos meses. - razonó Nozel.
-Hice un informe cuando tenía un mes aquí. Uno de mis compañeros vino al Trébol, cerca de la base de los Toros Negros. Le dije que aquí nos superan en número, lo cual es cierto, no somos muchos.
- Eso es una gran ventaja para nosotros. - comentó Nozel.
-Nozel…Nunca quise cumplir esta misión. Nunca quise asesinar personas, pero fue la única manera de asegurar que mi hermana tuviera una vida digna. Escúchame, Mina no sabe nada de esto, se lo oculté. Ella cree que soy una recadera del rey. Acepté esta misión porque el rey está buscando nuevas integrantes para su harem de mujeres y nos quería a Mina y a mí en él. Abusa de las mujeres y luego les roba su magia, ¡yo no puedo permitir que le hagan eso a Mina!, - exclamó - es por eso que la traje. Iba a inventar cualquier excusa para justificar que ella no volvería a Matra. Aquí puede tener una vida mejor…
-Por eso le insististe a Fuegoleon que apresurara su relación.
-Así es.
-Almiria…Te juro por mi honor, que voy a protegerte. Necesito tiempo para pensar en un plan que te permita salir librada de todo esto, pero debes ayudarme y hacer exactamente lo que diga. Por favor…- rogó Nozel con preocupación.
Había demasiado en juego, incluso él podría ser acusado de traición y con ello afectar el futuro de sus hermanos.
-Está bien…De verdad lo siento, Nozel.
End Flashback.
De eso había pasado ya una semana. No se habían vuelto a ver hasta ahora que le pidió visitarlo, pero supo por Noelle que Nozel trabajaba hasta altas horas de la noche en los últimos días. Le preocupaba porque hasta el momento estaba él solo intentando solucionar la situación.
Cuando Nebra se retiró, aprovechó para entrar. Nozel estaba recostado sobre su silla. Mantenía los ojos cerrados tratando de aliviar el ardor consecuencia de las horas que llevaba trabajando. Sentía lástima por Nebra ya que la presionaba mucho, pero necesitaba que estuviera lista para cuando la situación lo ameritase.
Sintió una diminuta ventisca sobre cuello, luego, ser rodeado por unos brazos que conocía muy bien, seguido de cabellos negros que acariciaron su rostro.
-Buen trabajo, Capitán. - dijo Almiria a modo de saludo.
Nozel respondió la caricia apretando con cariño los brazos de la pelinegra.
-Lamento haberte hecho esperar. - respondió Nozel con tranquilidad.
No importaba la cantidad de estrés que tuviera en su día, Almiria desaparecía todas sus dolencias solo con hacer acto de presencia.
-No te preocupes, no esperé mucho. - La pelinegra apartó los documentos que estaban frente a Nozel y se sentó sobre el escritorio. - Has estado trabajando mucho y no me has dicho qué planeas. - se quejó tomando una hoja de cuentas.
-Quiero que estés tranquila, Almiria…- se justificó el Capitán.
La había llamado para que ambos pasaran un rato agradable, pero por lo visto, habría una inminente discusión.
-Y yo quiero que confíes en mí. Esto nos involucra a ambos, tengo derecho a saber. - exigió la morena con evidente enojo.
Luego de unos segundos, Nozel suspiró, cediendo.
-Está bien, te lo diré, pero mañana temprano. Hoy no quiero pensar en preocupaciones. - le dijo incorporándose y acorralando a Almiria sobre el escritorio.
-Si no lo haces, tu principal preocupación de mañana será tu soltería. - respondió Almiria aún molesta.
Nozel sonrió divertido.
. . .
Base de los Leones Carmesí.
Mina despertó sintiendo su cuerpo ligero, pero a la vez, lleno de fatiga. Su cuerpo aún estaba en recuperación. Tardó unos segundos en procesar lo ocurrido y, con pánico, observó a su acompañante. ¡Por todos los cielos! ¡Se había acostado con el capitán Fuegoleon! Gritó internamente mientras su rostro se tornaba completamente rojo. Aún en su pánico interno, detalló con la mirada la bien trabajada espalda del capitán sintiendo su cuerpo arder nuevamente.
- "¡Ayyy no puede ser! ¿Qué hice?" - pensaba internamente. - "¡Lo terminé haciendo con el Capitán Fuegoleon! - movió la cabeza de un lado a otro tratando de alejar los pensamientos histéricos. - "Está bien, Mina, eres una adulta y-y esto fue que lo Almiria te recomendó. No hiciste nada malo…Solo…te acostaste con un hombre comprometido jaja." - Está bien, eso no ayudó mucho.
-Mina…
La voz de Fuegoleon la hizo brincar en su sitio.
El pelirrojo la observó interrogante ya que se había despertado gracias a los movimientos que hizo en la cama durante su crisis interna. Mina estaba sonrojada y evitaba el contacto visual con su persona. Fuegoleon sonrió con ternura y procedió a rodearla con sus fornidos brazos desde la espalda femenina. Mina se tensó un poco al sentir el contacto.
-Le pido me disculpe si hice algo que no…
-¡No es eso! - negó rápidamente la castaña. - U-Usted no hizo nada malo. Yo…estoy muy feliz, es todo. - respondió mientras miraba hacia el suelo tratando de ocultar su vergüenza.
-Yo también me siento muy feliz. - respondió Fuegoleon apretando el abrazo.
-¿Q-Qué sucederá de ahora en adelante, señor? - preguntó Mina preocupada.
Estaba segura de que muchas personas no estarían de acuerdo porque Fuegoleon era su capitán y, peor aún, estaba comprometido.
-Yo, declinaré oficialmente el compromiso. - informó su decisión. - Sé que Nozel ha estado trabajando en una forma de solucionar la situación del Reino sin necesidad de estos matrimonios por conveniencia, así que me uniré a él. - declaró
Mina abrió los ojos con sorpresa. Desconocía por completo esa situación, y por lo visto, quizá su hermana tampoco estuviera enterada. Si las cosas estaban así, no tenía de qué preocuparse entonces. Tanto ella como su hermana podrían estar con sus amados capitanes libremente.
-¿Mina? - preguntó Fuegoleon preocupado al notar que la castaña empezaba a llorar.
-L-Lo siento…Es solo que, me siento aliviada. - respondió mientras sonreía aún con lágrimas en los ojos.
-Sé que quizá, a estas alturas esté de más, pero quiero pedirle, Mina, que me permita iniciar una relación con usted. Mis sentimientos hacia usted son fuertes y mis intenciones serias. - confesó Fuegoleon mientras tomaba la mano de la castaña y la besaba con dulzura.
Mina se sonrojó.
-S-Sí. Y-Yo también quisiera tener una relación con usted, señor. - respondió sonriendo con ternura.
Fuegoleon besó los rosados labios femeninos y sin más, inició una nueva sesión de caricias.
. . .
Tan solo dos días después, los dichosos ensayos para la subasta darían inicio. Mina y Almiria, se esmeraron componiendo canciones durante una toda la semana e incluso, solicitaron el apoyo de otras dos chicas a efectos de brindar un espectáculo aún mayor.
Ambas hermanas se habían reunido en ocasiones para dar los últimos detalles a las canciones y, en ese tiempo aprovecharon para hablar de lo que les había sucedido a ambas. Almiria decidió omitir el hecho de haberle revelado la verdad a Nozel así como también que juntos estaban trazando un plan para evitar caer en guerra con Matra. La pelinegra había felicitado a su hermana por el avance que tuvo con el capitán Vermillion, un hecho que realmente la alivió. Todo parecía ir por buen camino de momento, así que decidió tratar de relajarse y hacer lo posible por dar una buena imagen en el Trébol; esto fue lo que le encomendó Nozel y, le pidió extender la misión a su hermana.
En su caso, los ensayos serían de ocho horas diarias iniciando desde las ocho de la mañana, mientras que sólo coincidiría con los capitanes durante la mañana. Estos básicamente debían aprender dónde se sentarían, quién sería el primero o primera en participar, etc. Mina reparó en el enorme salón donde se desarrollaría el evento principal.
-Es precioso. - comentó para sí misma.
-Es el salón del rey Mago.
Una voz masculina resonó en el vacío haciendo que ambas hermanas voltearan su mirada encontrándose con Damnatio.
-¿U-Usted es…? - preguntó Mina dudosa.
Almiria solo se mantenía al margen ignorando la presencia del sacerdote. Podía sentir a la perfección la penetrante mirada sobre su persona y, no había que ser un genio para denotar que Damnatio tenía una cierta fluctuación en su respiración cada vez que se acercaba a ella. Era incómodo.
-Mi nombre es Damnatio, seré su tutor. - se presentó el portador de la balanza con respeto.
-Y-Ya veo. - respondió la castaña nerviosa. El ambiente era más que tenso.
-Señorita Almiria, nos volvemos a ver. Veo, por el gesto en su rostro, que mi presencia no le es grata. - picó el pelinegro.
Si bien sus palabras eran ácidas, por dentro sentía un cosquilleo sofocante. Estar en presencia de esa mujer era similar a estar frente a una bestia salvaje y extrañamente estaba fascinado.
-Por supuesto que me desagrada. Su falsa amabilidad es repugnante. - contestó la pelinegra en un fingido tono dulce.
Mina deseaba que la tierra se la tragara nuevamente. El resto de personas que empezaba a llegar: bailarines, e incluso las jóvenes que las acompañarán atestiguan la escena con nervios. Damnatio era una persona importante en el Trébol, temida por muchos ya que era un representante religioso.
-Veo que empezamos los ensayos con energía.
La voz de Yami interrumpió la batalla de miradas. Amiria levantaba la cabeza orgullosa no dejándose intimidar por el sacerdote, mientras Damnatio luchaba con las sensaciones que algo tan leve como un choque de miradas le causaba. El Capitán de los Toros Negros tomó a su subordinada del brazo y la apartó antes de que algún inconveniente sucediera.
Damnatio dirigió su mirada encontrándose con los Capitanes que hacían acto de presencia. Sin embargo, se detuvo en uno de ellos en particular: Nozel Silva. El peli gris lo miraba con claras intenciones asesinas, incluso sus ojos estaban opacados por la furia que sentía. Por primera vez agradeció al extranjero haber intervenido antes ya que de lo contrario él terminaría incrustando una de sus lanzas de mercurio en el pecho de Damnatio.
-Los capitanes…- comentó Damnatio. - Por lo visto serán unas semanas de constante contacto entre nosotros.
-Y nos ganamos la lotería. - ironizó Jack.
–¡Oh por Dios! ¡Solo miren a estos ejemplares…¡Dichosa la cuna donde durmieron semejantes bombones!
La sofocante interacción fue interrumpida por un hombre moreno alto. Era el encargado de la coreografía para el espectáculo. Vestía unas ropas pegadas al cuerpo en color rosa brillante acompañado por una diadema de plumas exuberante.
-Mi nombre es Lover, soy el coreógrafo. ¡Ah, ustedes deben ser los capitanes! Un placer…- acto seguido empezó a saludar de manera muy sugerente a los varones.
No todos los días tenía la oportunidad de estar ante semejantes ejemplares de hombres.
-El placer es nuestro. - respondió Vangeance con cortesía tratando de zafarse del intenso agarre del coreógrafo.
Charlotte y Dorothy resoplaron indignadas. Prácticamente fueron ignoradas.
-Y estas dos muñecas deben ser nuestras estrellas. - comentó Lover refiriéndose a Almiria y Mina.
-¡Es un placer! ¡Haremos nuestro mayor esfuerzo! - respondió Mina de inmediato. Almiria le dijo que debían dar una buena impresión, que eso les ayudaría a que las consideraran un buen partido para Nozel y Fuegoleon.
-¡Ay pero que adorable muchacha! - dijo refiriéndose al saludo de Mina - Tú por el contrario pareces ser toda una traviesa leona. Puedo ver en tus ojos que eres tremenda.
Almiria sonrió divertida.
-Quién sabe…- contestó.
Con tan acalorada interacción daban inicio oficialmente los ensayos.
. . .
Nuevo capítulo, damas y caballeros.
Espero que disfruten leyendo tanto como yo he disfrutado escibiendo.
¡Nos leemos!
